EXTRACTO DE “CRISOL DE MUNDOS”
1 – Historia de un hombre
2 – Hombre de Occidente
3 – La Presencia
4 – En los atrios mágicos
5 – Canto de un labriego en la ciudad
6 – Estampa otoñal
7 – Éste mi nacimiento
8 – Espiritual y muerte de la noche
9 – Río Artia
10 – Réplica a “El amor del soldado” de Pablo Neruda
11 – La soledad, la luz y la memoria
12 – El hombre que me llora
13 – Consideración sucesiva de la muerte viva
14 – Hombre y nada
15 – Al origen
16 – Divinos esponsales
17 – Oda nueva al silencio místico
18 – De las dos verdades
19 – A ti, César Vallejo, amigo
20 – Navidad, soneto ante Cristo
HISTORIA DE UN HOMBRE
…como un amante en medio de la vida, aquel hombre se tocó los labios,
las sienes, el costado de dolor;
sentado, entrecruzó los dedos de las manos y clavó los ojos
sobre la tierra y el tiempo, sobre todo, sobre nada,
después tragó saliva con esfuerzo y pestañeó despacio el tiempo, la paciencia y la luz;
… tras siglos y generaciones, lentamente, introdujo una mano en el bolsillo del mundo,
– el de retaguardia, pensó tal vez –
y buscó algo;
la sacó vacía y se mesó los cabellos con aquel mar de tristeza de hombres y mujeres
que alguna vez se paran, se sientan y sin rencor dialogan con ella;
… y cayó tanto sol como es la soledad,
y cayó también la angustia, y las hierbas cercanas, las que crecen y al crecer se agolpan,
las mismas que al secarse secan las fuentes/corazón y la alegría verde,
pero no la amistad última de andar consigo mismo e idéntico hasta el fin;
[… aquel hombre – comentarían más tarde – no tuvo nacimiento, ni patria, ni edad para morirse]
… se levantó y estremeció su cuerpo como un río que marchara a despeñarse
sin más grito que un tambor del alma tronando, escrutando y diseñando el ser
que quería ser: dos gotas de amor y dos gotas de rocío;
… y sin dejar rastro, entre el más sutil de los silencios, un día desapareció.
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HOMBRE DE OCCIDENTE
.. seguramente he ido cogiendo los atajos más lóbregos
e inciertos en busca del sustento de la libertad;
mi historia es la historia de los hombres que enmudecen
al llegar la noche sin haber suscrito un claro compromiso
con la luz del día;
… y parecerá falaz hablar de esclavos, pues diréis
que reverbero utópicas milicias de un tiempo acrisolado;
es probable que digáis que estamos en España, u Occidente,
o que somos atlánticos del mundo; ellos dirán lo que yo no digo;
… llevo un dios deforme por mi cuerpo
que me va royendo las sílabas crispadas al tomar el alma,
– aquélla del atajo-. y áspera sentirla, atada, sustentarla
y de ella vivir con malvivencia, negligentemente seducida cual torcaz paloma
que dispusiera a un tiempo de múltiples y trágicos amantes;
… hoy contemplo esta nueva y lenta esclavitud
que me va enervando las luces verdaderas, el valor habido,
del que voy a disponer íntimamente y lo tengo roto, despiezado,
deambulante en mí como la sombra que se yergue impersonal y atónita;
¿… cuál es la voz subliminal del amo de la dicha, la de la canción perdida… ?
ah crepúsculo amado, ah milenio de amor, mortalmente asido y adscrito a otra codicia.
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LA PRESENCIA
… yo soy la paz sosteniendo el tributo
radiante de la tierra;
yo soy el amor que engendró la luz
profunda de las cosas;
yo soy la armonía hilvanando el viento,
la edad y los confines;
yo soy la belleza eterna que plácida
e incólume se yergue;
yo soy en ti la mágica abundancia,
la dádiva del mundo;
yo soy, en flor, un ramo de conciencia,
pues yo, ay…, soy la vida.
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EN LOS ATRIOS MÁGICOS
… bajo velos de olvido, el abismal recuerdo me seduce,
y, con la vida en celo, abro y entro en los atrios mágicos
del alma;
… un rumor de caballos enloquece a lo lejos
y se apaga;
[siente miedo la sangre y es total el silencio]
… y las infinitas fuerzas que me habitan callan, se diluyen…
¿ y la vida, habré perdido la vida ?
… y toco el cuerpo y el cuerpo se estremece.
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CANTO DE UN LABRIEGO EN LA CIUDAD
-Tríptico –
… he nacido entre rastrojos y plantíos,
junto al mugido del buey y las altas chimeneas,
bebiendo casi el agua de los pozos;
… se arrancó mi madre el corazón y me puso en la ciudad
atándome la vida con su aliento;
ella tuvo la quimera entre sus manos para dármela en herencia de sudores
y en nada la he perdido;
II
… me has dicho que soy tosco,
que masco las reliquias que, con otro acento,
en largas noches de lluvias me mostró el abuelo;
que admiro las manos gruesas y amarillas, que las mimo,
pero aún no sabes que blancas empezaron amasando piedras
en los surcos;
me has dicho que tu amor no cuaja en un labriego,
y yo no tengo palabras de amor
que no templaran las lumbres del invierno;
III
… de regreso voy;
huyo del templo agitado por misterios,
voy en busca del dios de los carros y el arroyo;
no romperé mi cuna como el leño viejo
ni nunca se oirá por el valle su lamento;
… llevo el ansia de cortar espigas a manadas
y darles un beso enamorado;
amo, amo enteramente el trigo candeal, el amarillo y rojo.
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ESTAMPA OTOÑAL
… jaspes y rubíes vibran entre jarales y chopos;
en su teclado, las hojas al aire limpio le arrancan
corceles por la memoria, y a su grupa, entre dos luces,
jinete, el sol,
se
des
pe
ña;
… y a lo lejos, aún, gritando, los niños;
… de fiesta la luz se aleja prendiendo de rojo el cielo,
y el alma, presa de amantes, entre sus lumbres se quema.
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ÉSTE MI NACIMIENTO
.. he cifrado mi edad en siete años
porque he vendido el resto de mis días y mis noches;
aunque bien, bien vale nacer a fecha exacta,
pero nacer;
… y así, con tanta compra, van los mercaderes de tiempo
con tanta vida;
es un déficit inmenso el que me adeudan
al tomar los hilos de mis gentes por chatarra;
… dispuesto estoy con la palabra a dar resurrección
a las luces fallecidas y a imaginar y hacer una inscripción reciente
en los registros;
… no prescribe este derecho a la apertura,
aunque es bien triste venir al mundo con ojos hirientes por maduros;
… y ya no puedo jugar
porque han dado las treinta de la vida y demasiados,
demasiados compromisos esperan
antes de atajar y traer el sol.
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ESPIRITUAL Y MUERTE DE LA NOCHE
[…una vez más, en honor a Lorca]
… la noche, tocada en raso, rojos los ojos, cruzaba
soñando con las palmeras entre un tropel de naranjos;
… por las mejillas le hervían conchas de nieve y de sal,
y huyendo del alabastro se le hicieron de metal;
muriendo por los tejados celestes de las acacias,
– cuando hay temblor y rocío sobre la miel de los pámpanos –
un aluvión de tomillo con lunas y terciopelos
sembrando pasó, de perlas, los labios de los jacintos;
… qué esplendor y algarabía, qué tempestades de luz
sobre diademas de plata hechas en yunques del día;
…y si un fajín de marfiles vestirse quiso la noche
para erguirse en las palmeras con un polisón de vírgenes,
fraguas sin fuegos ni orfebres templaron los resplandores;
[¡ con qué se prende la vida, con qué el amor y la muerte… !]
… azules rizos de sangre, sobre anaqueles de ámbar,
cubren ya los sueños ocres y verdes de los amantes;
..vientre negro, lecho y alas; noche que, por no morirse,
abrió, por la amanecida, a chorros sus venas blancas.
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RÍO ARTIA
[…cuando le vieron…, gritaron diciendo:
“crucifícale, crucifícale”]
… en las márgenes del Artia, al sol de primavera y como siempre, sin prisa,
las gentes habían acudido al sosiego transparente de un día típico de fiesta, de gozo y celebración;
y así, mientras las palomas traían y dejaban la alegría del aire junto al agua
y los niños jugaban con ellas a inocencia, a pasmo y mansedumbre,
los peces se apiñaban a la orilla y las acacias, cual auténticas vírgenes por la faz de la pradera,
– con racimos de impolutos pámpanos –
ornaban el triunfo de unas horas colmadas de amistad y espléndidas concordias;
… y de pronto, sin saber por qué ni cómo, aquel sereno símbolo de paz, de cántico y ternura,
se trocó súbitamente en vandálica caza de palomas, en pedradas a los peces
y en desgarramiento brutal de las acacias;
pues las gentes, salvajemente sedientas de horror y furia, arrastraron las palomas,
los peces y los pámpanos por prados y por calles al grito de ¡ sangre y sangre, sangre y fuego !
… al amor insomne del silencio, roto, caído, pregunté y pregunté que en qué remansos de hombre
son y yacen vivas la luz y la estulticia, y que por qué íntimas y enigmáticas grietas se enmarcaran y se ocultan,
se escancian y se evitan;
…me inquirí, por último, que en qué complejidad, profunda y fría, asistirá la mente
al monstruoso escarnio en que el hombre en pleno se corrompe y quiebra, se perturba y mata;
son las once de la noche;
son las cuatro de la tarde.
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RÉPLICA A “EL AMOR DEL SOLDADO”
de Pablo Neruda
… mujer, despierta;
está ya amaneciendo
y he dormido y soñado
con el fusil y contigo;
los tres en una danza macabra de fuegos fatuos,
sin sentido;
ellos dominaban el ser y el espíritu
y las manos me temblaban como tantas veces me temblaron;
… y te busqué a ti
en medio de una orgía de lágrimas y risas,
bajo esta trágica emoción de aparente vida;
… mira,
pon el fusil junto al hollín de la chimenea vieja
y cubran las arañas los huecos tristes de la muerte;
y olvida, olvida que no tuviste patria, tu patria era el mundo,
y donde tus pies pisaban había tierra de patria;
… vamos, pues, que en esta marcha nueva florezca tu sonrisa con la mía:
sin zapatos en los pies;
el camino es de arena.
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LA SOLEDAD, LA LUZ Y LA MEMORIA
.. ya se han ido las pocas golondrinas
que alegraban la tarde en los aleros;
el otoño se viste en los humeros
y el silencio se adentra en las encinas;
… por los montes del alma y sus colinas
la mente se estremece en los alberos;
el ocre, cuesta arriba en los senderos,
conduce hacia las fuentes cristalinas;
… junto al tronco y las ramas de esta higuera,
– entre el aire y el tiemblo de la vida –
la soledad se acuesta muy temprano;
y en su rueca, de auténtica hilandera,
va hilvanando la luz, en mi memoria,
al filo fiel y exacto de su mano.
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EL HOMBRE QUE ME LLORA
… y ha vuelto a ocurrir que me llora el hombre;
con cariño lo escucho y lo sorprendo,
y él me huye corriendo entre la vida
a esconderse aturdido tras el alma;
.. bien conozco el poder de sus hogueras
quemándole las brasas el costado;
he sentido su luz y sus cenizas
buscándome muy lejos de sí mismo;
… no supo ningún ángel qué es la sangre
hecha hiel por la cárcava del hueso
ni orillarse en el brillo de una lágrima;
… yo no sé si en los ojos de una madre
rayó tanta piedad, tanta ternura;
dios de amor es el hombre que me llora.
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CONSIDERACIÓN SUCESIVA DE LA MUERTA VIVA
… quién pudiera morirse cada día
y al inicio del alba ser consciente,
porque el alma me ha herido nuevamente
y al herirme no sé si me moría;
… si Tántalo de sed se consumía,
¿ qué fuerza lo sostuvo tenazmente ?
¿ no bebimos los hombres de su fuente
el néctar del amor y la ambrosía ?
… invisibles y exactas mis dolencias
transitan por mi cuerpo y lo utilizan
como vaso de aromas y de esencias;
y si en tanto morir me vitalizan,
¿ qué he de ser entre fuegos que agudizan
el altísimo hervor de mis urgencias ?
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HOMBRE Y NADA
… en ni cuerpo de luz y de memoria
brotan cañas del pozo de la pena,
y en la hoz, donde sopla la gangrena,
diluyen sus alturas y su gloria;
… fugaz es la promesa, e ilusoria,
brevísimo este vuelo sin cadena;
los cánticos del alma entre la arena
con conjuros de sangre por la historia;
¿… cómo y dónde este tránsito se aborda,
cuando el iris del oro y el deseo
inclementes me abrasan la mirada ?
… qué angustia contemplarse y no vivirse
perdiendo el ser, el alma y el torneo;
qué lastima ser hombre y no ser nada.
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AL ORIGEN
… deseo reencontrarme e ir tan lejos,
que el tiempo, diluyendo la memoria,
es la piedra y la huella en que mi escoria
transmuta esta ansiedad en sus reflejos;
… absorto donde afloran mis espejos,
voy creyendo que el agua de mi noria
jamás tendrá más parte en la victoria
que usar de cangilones más complejos;
…aroma mineral traigo en la frente,
vestidura de tierra y de tomillo,
corceles que galopan velozmente;
… nunca anduvo mi vida en tanto brillo
como yendo al origen de su fuente
y ser su fuego, su yunque y su martillo.
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DIVINOS ESPONSALES
… era tierra de trigos y maizales
con sonrojos de almizcle y de cereza;
era el llanto de Dios y su belleza
derramada entre limpios cereales;
¿ … qué mejor que con sueños virginales
dar la vida, y, a tragos, con certeza,
inundar los anillos de riqueza
para estos duros y puros esponsales ?
… cauce fue esta tierra y, en mi pecho,
agudos alfileres se clavaron,
hiriendo un corazón insatisfecho;
el alma y el dolor se levantaron
y, al cobijo del aire dibujaron,
el brillo de sus bodas ya deshecho.
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ODA NUEVA AL SILENCIO MÍSTICO
… si el reto por volar que el alma ansía
es un grito tenaz hacia la altura,
qué dentro se presiente, sola y pura,
la antorcha con la luz que así la guía;
y si en sombra el dolor la desafía,
qué misterio tendrá aquella hermosura
– si al amparo del llanto y la tortura –
torna en gozo la angustia en que vivía;
… a través de las notas en que habita
el cántico esencial de las esferas,
un éxtasis de paz se precipita;
y en alas de emoción, las más ligeras,
se embriaga el corazón de mil maneras
con pálpitos de sol que en él gravitan.
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DE LAS DOS VERDADES
… pues que no habrá sin fe conocimiento,
oíd al corazón, oíd el canto
purísimo de vida con que el llanto
arranca el agua y sed del sentimiento;
… mas, dónde es la razón y su argumento;
¿ o en qué basar la idea sin quebranto
y hacerme una verdad si mientras tanto
se anudan la oración y su portento ?
… solo estoy entre cruce de senderos
sin mágica heredad, sin más timbales
que oír mis pies buscando otros linderos;
… y si el dardo de amor de mis trigales
no granara, decidme, qué dolores
no habría sin piedad en mis graneros.
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A TI, CÉSAR VALLEJO, AMIGO
… con añoranza el mundo conmemora
tu raudo discurrir cual elegido,
oh cóndor en la altura sorprendido
cuando abril fue temprano y a deshora;
… fue tu canto palabra abrasadora
que, enjugando tu aliento malherido,
dio cobijo profundo y conmovido
al eco invertebral que nos devora;
¿ … acaso desde el genio y la ambrosía,
nació jamás tan honda la ternura
cual tránsito de amor de tu amargura ?
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… partió César su pan a mediodía,
partió su hogaza cálida y madura,
nos dio su corazón ¿ qué más podía… ?
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NAVIDAD: soneto ante Cristo
… al cantar “Gloria a Dios en las alturas”
y abrirse a mí la lluvia de El Amado,
preso quedo de un eco enamorado
que inunda el corazón con voces puras;
¿… y la paz ? ¿ no ha irrumpido en las oscuras
oquedades del alma, y nos ha dado,
ese humilde valor, con que ha sellado,
dramáticas afrentas y amarguras ?
… y ante el pecho de Cristo, ante su cruz:
“ábreme, Señor, ábreme a la Vida,
que en Ti quiero prenderme” – gimo y ruego;
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