CURRENT POETRY – POESÍA ACTUAL – SIGLOS XX-XXI: Orión de Panthoseas ®©

Filosofía R.C. II – ® ©

1.- Qué pasa tras la muerte
2.- La concentración
3.- El político
4.- Las polaridades recíprocas del hombre y la mujer
5.- Sobre la Epigénesis
6.- Dios
7.- Obras de Max Heindel
8.- Las Enseñanzas y la Ciencia Moderna
9.- Petición de ayuda a la salud
10.- El enfermo y la muerte
11.- Qué hacer con las enseñanzas una vez aprendidas
12.- El paro y las máquinas
13.- Las enseñanzas ocultas de Cristo
14.- Qué es pecar contra el Espíritu Santo
15.- Vacaciones espirituales
16.- El día que conocí el futuro
17.- La ciencia de la interpretación de la vida
18.- El Yo superior y el Yo inferior
19.- La semilla de los nuevos tiempos
20.- El enamorado
21.- El pedid y recibiréis y nuestro poder creador
22.- Por qué no debe contraerse matrimonio de primos entre sí
23.- Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz
24.- La religión y Dios
25.- El termómetro espiritual
26.- El mundo es mental
27.- Del tiempo presente y su proyección inmediata
28.- De algunos porqués o diferencias entre hombre y mujer
29.- Acerca de la celebración de la Eucaristía
30.-Algo más acerca de las religiones
31.-Recopilando 88 años de vida nada aburrida1

Qué pasa tras la muerte
por Francisco-Manuel Nácher

– Lo más triste de la vida es que se acaba. Y luego, además, no sabemos lo que viene.
– ¿Cómo que no?
– ¿Tú lo sabes?
– ¡Claro!. Yo y muchísimas personas.
– ¿Quiénes?
– Todos los que se han interesado por saberlo.
– ¿Y me lo podrías explicar?
– Si te interesa, por supuesto. Está todo perfectamente investigado y estudiado.
– Pero, ¿quién lo ha investigado?
– Multitud de personas que han desarrollado la clarividencia, que no es nada sobrenatural, sino una facultad que todos alcanzaremos a lo largo de nuestra evolución y que, cada día, hay más personas que poseen.
– ¿Y es una facultad natural?
– Es una facultad natural, como lo es la vista, que tampoco todos hemos desarrollado en el mismo grado, ¿no? Tú sabes que los pintores suelen ver colores y matices que los profanos no vemos. Y que los músicos distinguen sonidos inaudibles para los demás. Y que los gurmets saben
clasificar los sabores y distinguir una cosecha de vino de otra con gran facilidad. Y que los ciegos de nacimiento aprenden a leer el Braille con mucha más rapidez y perfección que los otros ciegos y que a los que tenemos vista nos resulta dificilísimo.
– Es cierto. Lo que ocurre es que, como se trata de cosas tan
desconocidas…
– Desconocidas para los que no se interesan por ellas. ¿Es más desconocido para ti el Purgatorio, por ejemplo, que la física cuántica?
– Honradamente, las dos cosas me son igual de extrañas.
– Lo que ocurre, pues, es que la gente no se ha preocupado
generalmente por estos temas ni, por tanto, se ha esforzado por desarrollar las facultades que hacen posible su estudio directo.
– Tienes razón. Y, después de esta aclaración, por favor, háblame de todo ese tema, que lo tengo confusísimo y, sin embargo, considero que es muy importante.
– Y tan importante. Imagina que una persona se tiene que ir a vivir a otro país por el resto de su vida y no se preocupa lo más mínimo por averiguar nada sobre él: Cómo se vive allí ni cuáles son las condiciones sociales, económicas, culturales, de trabajo, climáticas, alimenticias, etc.
¿Te parecería inteligente una postura así?
– Me parecería que estaba loco o que era un irresponsable.
– Pues esa es la postura de la mayor parte de la Humanidad ante la muerte y, sobre todo, ante lo que hay después. Todos saben que han de hacer ese viaje y que han de ir a vivir a un mundo nuevo y, sin embargo, no hacen el menor esfuerzo por prepararse para que la vida allí sea una vida lo más agradable posible, libre de sobresaltos y de sorpresas.
– Está claro. Es que la gente cree que, una vez “allí”, todo está solucionado.
– Pues no es así. Donde hay que solucionarlo es aquí. Y,
precisamente esa desidia, ese «ya veremos», esa dejadez, luego produce grandes dolores y grandes problemas a los faltos de interés. Porque el otro mundo pertenece también a la naturaleza y, por tanto, tiene sus leyes y sus procesos y su todo, como éste. Y, lo mismo que en este mundo el que abre
los ojos y aprende y se prepara, luego vive mejor, allí ocurre exactamente igual.
– Explícame, pues, lo que sepas sobre todo lo que ocurre al otro lado, desde el momento de la muerte.
– Primero hay que convenir cuál es el momento de la muerte.
– ¿Qué no está claro?
– No. No está nada claro para los hombres.
– ¿Por qué?
– Para responderte tendré que hablar antes de otras cosas, ¿de acuerdo?
– De acuerdo.
– Tú sabes que, aparte de tener un cuerpo físico, que es del que estamos más conscientes, puesto que durante las horas de vigilia tenemos centrada en él la conciencia, poseemos un cuerpo etérico, un cuerpo de deseos o astral y un cuerpo mental, ¿no?
– Sí, lo sabía.
– Pues bien, te he de decir aún dos cosas al respecto. La primera es que el cuerpo físico y el cuerpo etérico pertenecen los dos al Mundo Físico.
– ¿Y eso por qué?
– Porque lo que se llama el Mundo Físico que, lógicamente, está formado por materias de este plano, el físico, se divide en dos grandes Regiones: La inferior, la más densa, compuesta por los sólidos, los líquidos y los gases y que se llama Región Química; y la superior, la segunda, la menos densa, formada por materia etérica estructurada en cuatro zonas de densidad decreciente y que se llama Región Etérica. Las sustancias que componen cada una de estas zonas o subplanos de la Región Etérica son, respectivamente, el Éter Químico, el Éter de Vida o
Vital, el Éter de Luz o Luminoso y el Éter Reflector.
– ¿Y la segunda cosa que querías decirme?
– La segunda es el aclararte que cada uno de nuestros cuatro
vehículos posee un átomo-simiente.
– ¿Y eso qué es?
– Bueno. Cada cuerpo es nuevo en cada renacimiento, en cada vida, ¿no?
– Sí, claro.
– Pero los renacimientos son, precisamente, para evolucionar.
– Sí.
– Pues eso sería imposible si no guardásemos memoria o archivos o registros o como quieras llamarlos, de todas y cada una de nuestras vidas.
– Es lógico.
– Ése es, precisamente, el papel de los átomos-simiente: El conservar toda nuestra historia, desde que nacimos a la existencia en el remotísimo Período de Saturno, hasta hoy día; y el servir para preparar cada nueva vida, aglutinando en torno al Yo Superior las materias de cada plano o mundo en el que poseemos un vehículo, para fabricar éste con materia suya que responda a todos los adelantos que hayamos alcanzado en vidas anteriores. De ese modo, en cada encarnación, comenzamos con el bagaje que hemos logrado hasta entonces, como si cada vida no fuese más que un
día de clase. ¿Comprendes?
– Sí. Está claro. Y es comprensible que así sea.
– Por eso los átomos-simiente son los mismos siempre, mientras que los cuerpos cambian cada vez.
– Lo comprendo. ¿Pero dónde están esos átomos-simiente durante la vida en este mundo?
– El átomo-simiente del cuerpo físico se sitúa en el vértice inferior del ventrículo izquierdo del corazón; el del cuerpo etérico, que es también etérico, en el plexo solar del cuerpo vital; el del cuerpo de deseos, en el lugar que en el cuerpo físico ocupa el hígado; y el del cuerpo mental se ubica en el emplazamiento físico del seno frontal.
– ¿Y siempre están allí?
– Casi siempre. Pero lo más importante es que están todos ellos unidos.
– ¿Unidos, cómo?
– Por medio de lo que se llama el Cordón de Plata.
– ¿Y qué es eso?
– No te lo voy a explicar con detalle ahora porque no es nuestro tema.
Baste decirte que es una especie de hilo o tubo pulsante, elástico hasta límites increíbles, de color plateado y formado, según el tramo de que se trate, de materia etérica, de materia de deseos o de materia mental, y que sirve para comunicar el espíritu con todos y cada uno de sus vehículos y a éstos entre sí.
– Ya comprendo.
LA MUERTE
– Pues bien. Ahora ya estoy en condiciones de explicarte lo que es la muerte.
– Entonces, adelante.
– La muerte clínica no es más que la consecuencia de la rotura del átomo-simiente del cuerpo físico, que produce el paro cardíaco.
– ¿Y eso no es la muerte definitiva?
– No. Pero produce unos efectos muy conocidos e interesantes.
– ¿Cuáles?
– Apenas se para el corazón, el átomo-simiente del cuerpo físico,
junto con los vehículos etérico, de deseos y mental con sus átomos simiente, salen del cuerpo físico. Los clarividentes los pueden ver
abandonándolo por la sutura entre los parietales y el occipital, formando
como una espiral ascendente de humo muy tenue.
– ¿Y qué ocurre?
– Pues que, como el Cordón de Plata no se ha roto, quedan todos
flotando sobre el cuerpo físico, como si se tratase de un globo cautivo.
– ¿Y qué más?
– En ese mismo momento, todas las vivencias de la vida que acabó y
que estaban grabadas en el átomo-simiente del cuerpo físico, en el corazón, comienzan a copiarse, como si de una cinta informática se tratase, en el átomo-simiente del Cuerpo de Deseos. La grabación, sin embargo, se realiza en orden inverso, es decir, empezando por los últimos acontecimientos y terminando con el nacimiento y la gestación.
– ¿Y qué hace mientras el muerto?
– El muerto no hace nada. Simplemente, ve pasar las escenas, las
reconoce como pertenecientes a su propia vida pero no siente ninguna
emoción al verlas. Es como si viera una proyección cinematográfica que le interesa y a la que presta atención, pero que no le produce ninguna
emoción.
– ¿Y cuánto dura?
– Eso es importante. Dura lo que, en condiciones normales, esa
persona hubiera resistido ininterrumpidamente despierto. Por eso, la
grabación oscila entre unas horas y varios días. Puede decirse que, como
máximo, a los tres días y medio, ha concluído.
– ¿Y qué importa lo que pudiera permanecer despierto?
– Es que durante la grabación es fundamental, es absolutamente
necesario, que el interesado preste la máxima atención. Por otra parte, en
esos momentos, el muerto está como cuando estaba durmiéndose, con el
cuerpo de deseos fuera del físico y sintiendo la modorra del sueño, contra
la cual hace falta un esfuerzo de voluntad. Y en eso hay quien resiste más y quien se duerme enseguida.
– ¿Y por qué es tan importante esa atención del interesado?
– Porque esa grabación es la que servirá luego en los mundos
superiores, para revivir la vida a que se refiere y extraer de ella las
enseñanzas que contiene.
– ¿Entonces?
– Si la grabación no se realiza con la atención debida por parte del
interesado, se puede llegar a perder parte de ésta o la totalidad, con lo que la última vida habrá sido una vida inútil, perdida totalmente a efectos de evolución, porque de ella el Espíritu no podrá extraer ninguna experiencia ni ninguna enseñanza.
– ¿Y qué cosas pueden impedir la grabación en todo o en parte?
Porque, me da la impresión de que ahí está la clave.
– Exactamente. Son varias, muy ignoradas todas y de gravísimas
consecuencias, tanto para el interfecto como para los causantes de la
interferencia.
– Claro. Y tan graves. ¿Pero cuáles son?
– Pues son todas aquellas conductas o circunstancias que puedan
distraer la atención del muerto y desviarla de la contemplación del
panorama de su vida. Por ejemplo: Los gritos histéricos, los llantos, las
muestras ruidosas de dolor, los tumultos, las multitudes reunidas, los
aplausos, la muerte por accidente, o en la guerra, etc.; y, además, las
autopsias, la cremación, las incisiones, los embalsamamientos con
extracción de vísceras, etc.; en general, cualquier cosa que pueda distraer la atención del «muerto».
– ¿Pero es que uno siente en esos momentos?
– En esos momentos, lo único que el muerto no puede hacer, porque
todos los vehículos han salido del cuerpo físico, es mover éste. Pero oye lo que se diga en su entorno y siente lo que se le haga al cuerpo físico y,
además, experimenta en su cuerpo astral todo el dolor, la pena y la lástima que sienten sus allegados. Y todo eso le impide centrar su atención.
– Es lógico. Pero has citado los accidentes.
– Sí. La muerte en accidente, aparte de que supone una interrupción
prematura de la vida, es decir, antes de lo previsto, va generalmente
rodeada de ruidos, gritos, nerviosismo, histeria, miedo, dolor, etc. y todo
ello influye negativamente en la grabación. Lo mismo ocurre con las
muertes acaecidas en el frente de batalla o durante los bombardeos de las ciudades.
– ¡Es terrible! ¿Entonces esas vidas se han vivido en vano?
– Completamente. Y, en teoría, habría que repetirlas: Volver a nacer y
vivirlas de nuevo. Pero eso resultaría ya imposible, pues las personas con
las que nos hemos relacionado, sobre todo los familiares, no volverán a
renacer hasta que, según sus evoluciones individuales proceda, y ya se
combinaron en su momento sus encuentros con nosotros en la vida recién vivida. Así que sería una vida perdida si no se hubiese adoptado una medida un tanto original.
– ¿Por quién y qué medida?
– Por las Jerarquías que rigen nuestra evolución. En cuanto a la
medida consiste en que, la próxima vez que el afectado renazca, morirá
durante la infancia, antes de los catorce años, en que uno empieza a ser
responsable de sus actos; luego irá al Primer Cielo, donde se le enseñarán las lecciones que se perdieron, y siempre, algunas más; y, una vez aprendidas, en un plazo que oscila entre uno y veinte años, volverá a nacer, generalmente en el seno de la misma familia donde vivió como niño, aunque no siempre. Eso produce dos efectos curiosos: Por un lado el que haya padres que lloran a su niño muerto cuando éste les acaba de renacer como otro hijo y lo tienen a su lado; y, por otro, el que hay frecuentemente niños que recuerdan a sus padres de la vida que dejaron en la infancia y hasta algunas veces los encuentran y los reconocen, con el consiguiente misterio que nadie se explica.
– Es asombroso. ¿Pero entonces, la mortalidad infantil…?
– Sí. Se debe en gran parte a causas realmente ajenas a las que se
creen.
– Pero en Occidente está disminuyendo, ¿no?
– En Occidente, sí. Pero, ¿y en el resto del Planeta? ¿Qué me dices de
Hispanoamérica y de África y de la India?
– Es cierto. Pero son otras razas, ¿no?
– Es que las razas no son más que accidentes. Todos somos Espíritus
Virginales, todos somos seres humanos y todos pertenecemos a la misma oleada de vida. Por tanto, puede uno renacer en una raza distinta, morir en la infancia y luego reincorporarse a su raza anterior.
– Claro, no se me había ocurrido.
– Pues vamos a lo nuestro. Una vez terminada la grabación en el
átomo-simiente del Cuerpo de Deseos, el Cordón de Plata se rompe y
entonces la muerte ya es definitiva y nadie puede volver a la vida ese
cuerpo. Hasta entonces, al estar aún intacto el Cordón de Plata, se puede
hacer volver a entrar en el cuerpo físico los vehículos superiores y el Ego o Espíritu, bien mediante el boca a boca, bien mediante el masaje cardíaco, bien mediante el electroshock, los fármacos o cualquier otro medio científico, todos los cuales, sin embargo, producen considerable
sufrimiento al interesado porque su Espíritu y sus vehículos superiores se
ven vertiginosamente catapultados en el cuerpo físico, en contra de los
procesos naturales. Otra cosa es cuando el regreso se produce
«milagrosamente», como en las «resurrecciones» del Evangelio o las
realizadas por algunos santos, pues en esos casos se utilizan
procedimientos que manejan energías apropiadas que no interfieren con el proceso natural.
– ¿Entonces no es aconsejable reanimar a los que han sufrido un
colapso cardíaco, por ejemplo?
– Claro que sí. Los médicos no son sino medios, instrumentos
voluntarios y generalmente de una entrega y abnegación que no se dan en otras profesiones, dedicados a defender la vida. Lo que ocurre es que, al mismo tiempo, son seres libres y, en el uso de esa libertad, pueden
excederse. Lo normal, sin embargo, es que sepan darse cuenta de cuándo procede actuar en tal sentido y cuándo es aconsejable dejar que la naturaleza cierre su ciclo. Ten en cuenta que alrededor de todo esto hay mucho más movimiento del que se sospecha.
– ¿Qué quieres decir?
– Pues quiero decir que, por ejemplo, sobre cada hospital hay siempre
un ángel de gran rango y poder que supervisa lo que ocurre en él y, tanto él mismo como sus subordinados, trabajan permanentemente en ese hospital ayudando a los médicos mediante ideas, iluminaciones, inspiraciones, ánimo, voluntad para vencer el cansancio, entrega hasta el límite para salvar una vida, discernimiento para no intervenir y dejar actuar a la naturaleza, etc. Y, en cuanto a los enfermos, allí están, aparte de los ángeles de la guarda de cada uno, las huestes que responden a las oraciones, a las peticiones de auxilio, de consuelo, de amor. Te puedo
asegurar que en un hospital hay más seres de las oleadas de vida anteriores a la nuestra que de la nuestra. Eso en cuanto a los que desean el bien. Pero a ellos hay que añadir los que, llevados por los propios enfermos o sus parientes, vibran negativamente.
– ¿Y por qué están allí?
– Porque los ángeles y arcángeles, así como los Señores de la Mente,
evolucionan actuando sobre nosotros, lo mismo que nosotros sólo
podemos evolucionar actuando sobre las oleadas de vida que nos siguen,
es decir, los animales, los vegetales y los minerales.
– Comprendo. Pero nunca lo hubiera imaginado.
– Sí. Un hospital es un campo de aprendizaje único. Y los médicos
son seres privilegiados que, por razones kármicas han decidido dedicar su vida a salvar las de otros y, como eso es positivo, tienen en mayor escala que otros profesionales, la asistencia de los planos superiores, siempre que sus propósitos sean los que se esperan de ellos.
– ¡Es todo tan lógico! Pero la muerte no deja de ser algo triste y
doloroso.
– Ni es triste ni dolorosa.
– ¿Cómo que no?
– No. No es triste. La hacemos triste los parientes y allegados. Pero
sólo manifestamos con ello nuestra tristeza, no la del muerto. Y esa tristezanuestra no es generalmente por amor al que se va, sino una consecuencia directa de nuestro propio egoísmo, un subproducto del sentimiento ese de:
«¿Qué haré ahora sin él? ¿Qué va a ser de mí? ¿Cómo voy a vivir? ¡Qué
sólo me voy a quedar!.» Pero, en términos generales, esa tristeza de la
muerte nunca proviene del sentimiento de: ¡Qué desgraciado es! o ¡Cuánto debe estar sufriendo! o ¡Qué mal lo va a pasar! Eso cuando nuestra actitud no responde sólo a una pose, a una representación que hay que hacer frente a los presentes.
– Es verdad.
– En cuanto a la muerte en sí, al acto de morir, es decir, de que los
vehículos salgan del cuerpo físico, no es en absoluto doloroso, sino todo lo contrario.
– ¿Qué me dices?
– Lo que te digo. Ten en cuenta que el cuerpo físico, aunque no
seamos conscientes de ello, es algo pesado e inerte. Te das cuenta, por
ejemplo, durante una meditación profunda en que estás libre de él, o
cuando sales de ella demasiado deprisa y compruebas lo que «pesa» el
cuerpo, el esfuerzo tan grande que hay que hacer para mover un sólo dedo.
De modo que, al quedar libres del cuerpo físico, por un lado,
experimentamos una sensación de ligereza, de pérdida de peso maravillosa y, por otro, casi siempre, lo mismo que nos ocurre al nacer aquí, hay en el otro lado algún pariente o amigo que ya se fue, esperándonos con alegría y con los brazos abiertos.
– ¿Así es?
– Así es. Ten en cuenta que lo que aquí es muerte, allí es nacimiento.
Y cada vez hay más gente que lo sabe. Supongo que habrás leído lo que
cuentan todos los que han estado clínicamente muertos y han vuelto a la
vida, ¿no?
– Sí.
– Pues todos ellos vieron el panorama de su vida pasar ante su vista,
todos tuvieron la sensación de pérdida de peso y de ligereza y todos ellos
encontraron allá parientes o amigos o seres luminosos y llenos de amor que acudieron a recibirlos al otro lado de la frontera. Hasta el punto de que todos los que han tenido tal experiencia aseguran haber perdido totalmente el miedo a la muerte.
– Es verdad.
– Ya te digo que todo esto, aparte de los testimonios de los que han
pasado por ello, está perfectamente estudiado. Porque, lo mismo que hay
investigadores de los fenómenos físicos, a los que llamamos científicos,
también los hay de los fenómenos que llamamos suprafísicos. Pero, ¡ojo!,
«los llamamos». Porque ellos son tan naturales y tan normales y tan
estudiables e investigables como los llamados científicos. Lo único que
hace falta, como aquí, son los instrumentos adecuados. Y para investigar
estos hechos, el instrumento es la clarividencia, el desarrollo, un poco más allá de lo normal, de la vista y de la intuición. Bien. Sigamos
– Vamos a ver.
– Apenas, pues, se ha roto el Cordón de Plata, los éteres inferiores del
cuerpo vital quedan flotando a unos dos metros por encima del cuerpo
físico . Y el espíritu, con el cuerpo de deseos y el mental, penetra en el
Mundo del Deseo o Astral.
– ¿Y qué ocurre con esos dos éteres?
– Como el cuerpo vital o etérico es una reproducción exacta, átomo
por átomo, del cuerpo físico, esos dos éteres, el Químico y el Vital,
adoptan la forma del cuerpo físico, enterrado en la fosa o encerrado en el
nicho, y se descomponen sincrónicamente con él.
– ¿Cierto?
– Certísimo. Si vas a un cementerio una noche de luna llena y bordeas
una tumba reciente, de alguien fallecido menos de cuatro días antes, podrás ver la forma de un cuerpo flotando como algo etéreo, mecido por el viento, casi luminoso, sobre la tumba. Es, por supuesto, el cuerpo vital, mejor dicho, los dos éteres inferiores.
– Resulta tétrico.
– Si sabes lo que ocurre, no. Sólo da miedo lo que no se conoce. Pero,
¿te imaginas las consecuencias?
– ¿Las consecuencias de qué?
– De enterrar a los muertos.
– ¿Qué consecuencias produce?
– Varias, todas negativas. En primer lugar, el que los cuerpos vitales
(los dos éteres inferiores) se descompongan allí, atraídos por el cuerpo
físico, produciendo una polución increíble del ambiente pues, como
recordarás, el cuerpo etérico pertenece a la Región Química del Mundo
Físico. ¿No has notado que en los cementerios huele de una forma
especial?
– Sí.
– Pues no es de los cadáveres físicos, que están enterrados y bien
enterrados, sino de los cuerpos etéricos que están allí flotando al viento en plena descomposición y a través de los cuales vamos caminando.
– ¡Qué horror!
– El horror es para los clarividentes. Imagínate lo que es ir a un
cementerio y ver miles de cadáveres en distinto grado de descomposición.
– Es de pesadilla.
– Sí, lo es. Y aún hay otro efecto, más negativo si cabe, de enterrar a
los muertos.
– ¿Cuál?
– Que muchos de los que han muerto, una vez pasados los primeros
momentos, los de la luz y la recepción, entran, como luego veremos, en el
astral inferior o Purgatorio. Y allí, si al morir estaban muy pendientes de
las cosas de la vida, como lo único que les ata a ella es el cuerpo físico, son atraídos magnéticamente por él, mientras se descompone, y rondan por los aledaños de su tumba. Por eso hay mucha gente que ha ido al cementerio a visitar a un pariente y lo ha visto realmente allí, sencillamente porque es parcialmente clarividente o porque la emoción del momento, sumada a la del muerto, ha provocado una ráfaga de clarividencia.
– Ahora comprendo las historias de fantasmas en los cementerios.
– Sí. Son cosas totalmente normales, que no tienen ningún valor
espiritual ni sobrenatural. Simplemente se trata de que el muerto no se ha
dado cuenta de que ha muerto, o no lo quiere aceptar, y queda pegado a su cuerpo. Y allí estará hasta que alguien le convenza de lo que ha ocurrido o él eleve sus pensamientos a otros planos y comience su periplo ascendente por el Mundo del Deseo. Pero sigamos con el tema.
– Perdona un momento. Pero, ¿qué ocurre con la cremación?
– Muy buena pregunta. Verás. Si la cremación se realiza antes de que
la grabación de la vida que acaba de terminar se realice en su totalidad,
estaremos en el caso de la vida perdida, con las consecuencias que hemos dicho, porque la cremación destruye los éteres inferiores del átomosimiente.
Pero si esa cremación se lleva a cabo después de realizada la
grabación, no sólo no se causa ningún daño ni ningún dolor al muerto, ni
se retrasa su evolución que puede seguir normalmente sino que, además,
como los dos éteres inferiores del cuerpo vital pertenecen a este mundo, al quemar el cadáver, se descomponen también, de modo que el muerto no se puede sentir atraído por el cuerpo físico y asciende más rápidamente adonde proceda, según su estado evolutivo, en lugar de pasarse años paseando tontamente, por el cementerio o por su antiguo hogar, asustando, sin saberlo y sin pretenderlo, a los que lo ven. Y, por supuesto, se elimina la polución.
– ¿Entonces es aconsejable la cremación pasado cuánto tiempo?
– Lo normal es que la grabación dure, y esto te lo dije en otra ocasión,
desde un mínimo de unos minutos hasta un máximo de tres días y medio.
Por tanto, para asegurarse de no cometer un error gravísimo e irreparable, se aconseja conservar el cuerpo en una cámara frigorífica y realizar su cremación tres días y medio tras la muerte clínica. Es la forma más aconsejable de ayudar a los muertos. Y esto ya se ha visto, por ejemplo, en Estado Unidos, donde la legislación ya prevé la cremación después de los tres días y medio, de quienes así lo soliciten, bien en su testamento, bien por medio de sus parientes o allegados. Y no tardará mucho en generalizarse porque lo que estamos haciendo ahora, o deja cautivo al muerto de su cuerpo en descomposición o, si lo quemamos antes del plazo, lo obligamos a nacer de nuevo, morir de niño y volver a nacer, con una pérdida enorme de tiempo y de evolución y con las consiguientes responsabilidades kármicas para los que practican o legalizan ese sistema.
Pero sigamos con lo que estábamos.
– De acuerdo.
EL MUNDO DEL DESEO
– Tengo que hacer otra digresión para que comprendas lo que te diré
luego.
– Hazla, te sigo.
– Tú sabes que, cuando tenemos la conciencia centrada en el Mundo
Físico, es decir, durante las horas de vigilia en este mundo, poseemos
cinco sentidos, que son las ventanas, las únicas ventanas a través de las
cuales el Espíritu evolucionante puede conocer el Mundo Físico y obtener
información sobre él.
– ¿Y cuando no son horas de vigilia?
– Durante el sueño tenemos centrada la conciencia en el Mundo del
Deseo, donde se encuentran nuestros vehículos superiores. Por eso lo que vivimos allí, los sueños, nos parecen tan reales. Porque realmente lo son.
Lo que ocurre es que, al regresar aquí, decimos que han sido «sueños». Y
sigo: También sabes que nuestros cinco sentidos están localizados en
puntos determinados del cuerpo físico, menos el sentido del tacto que se ha extendido ya por toda su superficie.
– Así es.
– Mientras estamos en este mundo, el cuerpo de deseos es como un
ovoide en cuyo centro se encuentran el cuerpo etérico, compenetrando al
cuerpo físico, y éste último. Pero ese ovoide no está organizado.
– ¿No?
– No. Ten en cuenta que el cuerpo físico es el primero que el hombre
adquirió a lo largo de la evolución. Apareció a la vida ya en el Período de
Saturno. Por eso es el más perfecto, el más evolucionado, el más
estructurado y el que mejor manejamos de todos nuestros vehículos. Ha
alcanzado el estadio evolutivo llamado «humano».
– Es muy lógico que así sea.
– El cuerpo vital es el segundo en antigüedad. Nació en el Período
Solar y está en el estadio que podemos denominar «animal». Por eso, si
bien es una copia del cuerpo físico, no lo manejamos como a él o, mejor
dicho, casi no lo manejamos. Y, si bien es la copia exacta del cuerpo físico, sus órganos, salvo el bazo, no funcionan y, en su lugar lo hacen los centros de energía o chakras de que ahora hablaremos.
– De acuerdo.
– En cuanto al cuerpo de deseos, está en el estadio «vegetal», ya que
nació en el Período Lunar. No está, por tanto, prácticamente estructurado y ocurre con él una cosa curiosa.
– ¿Cuál?
– Que en ese óvalo, que interpenetra al cuerpo etérico y al cuerpo
físico y que es el cuerpo de deseos, no hay órganos concretos. Tan sólo
hay lo que se llaman «chakras» o remolinos de energía, parecidos a los
conos que se forman en el lavabo o en la bañera cuando queda poco agua por desaguar. Son los centros energéticos que transmiten la energía de un plano a otro. Y son las únicas partes del cuerpo de deseos que ocupan un sitio fijo. Pero todos los átomos de este cuerpo, sin embargo, están en continuo movimiento, como el agua en ebullición; de modo que el que ahora está en la zona de la cabeza, puede, en la siguiente décima de segundo, estar en el pie y luego en el riñón o en la mano. Y eso
continuamente.
– ¡Qué curioso!
– Sí. Y produce una consecuencia importante.
– ¿Cuál?
– Bueno, el Mundo del Deseo está formado por siete subplanos
constituídos, cada uno de ellos, por materia astral de distinta densidad,
estructurados de modo que el más denso es el más próximo al cuerpo
etérico y el menos denso, el más próximo al Mundo del Pensamiento o
Mental. Y, así como la Región Química del Mundo Físico es el reino de la
forma y la Región Etérica es el dominio de las fuerzas que producen las
actividades de la vida y de las formas, permitiendo a éstas vivir, moverse y propagarse, las fuerzas del Mundo del Deseo, trabajando activamente en el cuerpo denso, lo impelen a moverse en una u otra dirección. Cada una de esas siete densidades, pues, o mejor dicho, los átomos de cada una de esas densidades que, además, dentro de cada subplano se estructuran de igual modo, es sensible y es capaz de reproducir una emoción, un deseo o un sentimiento determinados. De modo que, cualquier emoción, desde el odio más abyecto hasta el amor más sublime, encuentra siempre en el Mundo del Deseo, material apropiado para expresarse, es decir, materia que tenga su misma vibración. Si nuestro cuerpo de deseos no posee materia para expresar ese odio abyecto de que hemos hablado, seremos incapaces de sentirlo; pero si la poseemos, nuestro cuerpo de deseos irá atrayendo cada vez más materia apropiada para expresarlo y lo sentiremos en todo su furor.
– ¿Y cuál es la consecuencia de que hablabas?
– La de que, en vida del cuerpo físico, cada partícula del cuerpo de
deseos, sin distinción, se mueve en él y, por lo tanto, todo el cuerpo de
deseos, todos sus puntos, son como sentidos capaces de expresar todas las vibraciones.
– No entiendo bien.
– Verás: Nuestros sentidos físicos sólo reciben las vibraciones que
están dentro de su margen de sensibilidad. Es decir, que hay vibraciones
que nuestros sentidos no pueden percibir, bien porque exceden de su
umbral máximo de percepción, bien porque no llegan a su umbral mínimo.
– Sí, eso está claro.
– Pues en el cuerpo astral cada partícula es sensible a las vibraciones
como la suya. Pero como esa partícula está en continuo movimiento, puede decirse, y esa es la sensación que produce, que uno ve y oye y huele y gusta y siente con todo el cuerpo, lo cual produce la impresión de una capacidad inmensa de sensación a quien es capaz de centrar su conciencia en el cuerpo de deseos, cosa que es, precisamente, lo que hace el desencarnado o muerto, al haber perdido sus cuerpos etérico y físico.
– Ahora lo comprendo. Y es asombroso.
EL PURGATORIO
– Pues bien, así como en la vida del cuerpo físico, todas las partículas
del cuerpo de deseos están en todas las partes de ese cuerpo, sin importar cuál sea su vibración, cuando el cuerpo físico y el etérico se han perdido, el cuerpo de deseos se estructura inmediatamente de otra manera.
– ¿Cómo?
– En capas, una por cada subplano del Mundo del Deseo. Como si
fuera una cebolla. La capa exterior la constituyen las partículas con la
vibración del subplano más bajo del que se posea materia, la que es capaz de expresar y ser sensible a los sentimientos, emociones y deseos más groseros y negativos de esa persona. A continuación, en la siguiente capa, un poco más adentro, se sitúan las partículas capaces de expresar una vibración un poco más elevada, es decir, la del siguiente subplano. Y así sucesivamente.
– ¿Y qué consecuencias produce esa estructuración?
– Una importantísima: La de que, como las partículas dejan de
moverse y se quedan estables en la capa que les corresponda según su
vibración, la sensibilidad se traslada a la superficie del cuerpo de deseos,
de modo que sólo se podrán percibir y expresar aquellas emociones que
sean de la vibración más baja y más grosera que se posea en ese momento de la evolución individual.
– ¿Y qué?
– Que, lógicamente, apenas pasado el período de adaptación al
Mundo del Deseo, uno empieza a percibir lo que le rodea, como ocurre
cuando salimos de una habitación oscura, a pleno sol y necesitamos
habituar la vista a la distinta claridad o viceversa. Pues algo así, pero con
la conciencia.
– ¿Y qué ocurre?
– Ocurre que uno va a parar siempre a la zona del astral cuya
vibración es análoga a la de la capa más externa de su cuerpo de deseos. O, más técnicamente expresado: Que sólo percibirá la zona del astral de vibración similar a la peor de las que él posea, porque no hemos de olvidar que todas se interpenetran unas a otras.
– ¿Y?
– Que cada uno de los subplanos del Mundo Astral, de los que hay
siete, como te he dicho, posee unas características determinadas.
– ¿Las conoces?
– Sí. Las tres inferiores, las más densas y más próximas al Mundo
Físico, constituyen lo que se conoce como el Infierno por la iglesia y el
Purgatorio por los estudiosos, y se llaman, de abajo a arriba: Región de la
Pasión y del Deseo Sensual, Región de la Impresionabilidad, y Región de
los Deseos, respectivamente. En la primera dominan las Fuerzas de
Repulsión, haciendo que las vibraciones similares se repelan y destruyan;
en la segunda, las Fuerzas de Repulsión y de Atracción están ya algunas
veces equilibradas; y en la tercera, las Fuerzas de Atracción, que hacen que las vibraciones similares se atraigan y se sumen, sobrepasan ya a las de Repulsión, aunque éstas sigan presentes.
– ¿Y qué hay de la eternidad del infierno?
– Que no existe tal eternidad. Existen multitud de experiencias
horribles pero, ni son eternas ni se deben a un castigo divino, sino que son temporales y se deben a las consecuencias de los actos que cada uno ha llevado a cabo en su vida y que derivan precisamente de sus propias vibraciones. Un infierno eterno es realmente una blasfemia. ¿Cómo se puede concebir un Dios todo amor, que es capaz de sentirse ofendido por sus hijos en plena evolución, y de castigarlos «por toda la eternidad» por errores, que no pecados, necesarios, por otra parte, para aprender las lecciones que les harán llegar donde el plan divino tiene previsto que lleguen?
– ¿Entonces en el Infierno o en el Purgatorio, como queramos
llamarlo, no hay castigos?
– No. Allí, como en ninguna parte de la Creación, nadie castiga a
nadie. Te lo explicaré y lo verás claro.
– Me gustaría mucho.
– En esas tres zonas o subplanos inferiores, rige una ley, unas fuerzas
que te acabo de citar y que se denominan de «repulsión».
– ¿Y qué hacen?
– Hacen que toda vibración atraiga inicialmente a las similares y, una
vez en contacto, como te he dicho, se destruyan entre sí, se desintegren, se destrocen, se desgarren, lo cual lógicamente, produce dolor.
– Es una ley extraña. ¿no?
– No es muy extraña. En menor escala, rige también en el Mundo
Físico.
– ¿En el Mundo Físico?. Yo no lo he visto nunca.
– Claro que lo has visto. ¿Tú no te has dado cuenta aún de que el mal
acaba siempre destruyéndose a sí mismo?.
– Pues no he reflexionado sobre eso.
– No hace falta reflexionar mucho. Unos malhechores podrán
asociarse para cometer un atraco y llevarlo a efecto con éxito, pero, apenas el botín está en sus manos, comenzarán a intentar cada uno hacerse con todo en perjuicio de sus socios. Y vendrán las delaciones, los atentados, las venganzas, etc. Y eso lo verás siempre: La asociación para algo negativo, como está basada en el egoísmo y el egoísmo es por naturaleza excluyente de los demás, acabará siempre en lucha y, por tanto en dolor y sufrimiento.
Mientras que, y esa es la otra cara de la Ley, que se denomina de
Atracción, y que actúa claramente en los subplanos quinto al séptimo, el
bien atrae al bien y se suman, y cada vez es mayor y no hay lucha posible entre los que se asocian, porque su asociación tiene por base el amor y el amor, por naturaleza, es altruísta y desinteresado. Por tanto, sus motivos y sus medios son siempre positivos. Resumiendo: El mal se destruye a sí mismo y decrece, y el bien se aglutina y crece.
– Lo que has dicho es cierto. Y muy consolador.
– Es una ley natural y, como tal, inexorable y aplicable a todos en
todos los aspectos.
– Es una gran cosa saberlo.
– Sí, lo es. Y eso es lo que la Ley pretende enseñarnos. Pero sigamos.
Como uno sólo percibe aquello que vibra como su defecto o vicio o error
más negativo, atrae esas vibraciones y, como la Ley de Repulsión arranca esas sensaciones desgarrándolas, resulta una operación dolorosa.
– ¿Pero cómo las arranca?
– Apenas «adaptado» uno al Mundo del Deseo, o sea, apenas uno ha
centrado en él su conciencia, empieza a revivir la vida que se grabó, tras su muerte, en el átomo-simiente del cuerpo de deseos. Pero esta vez no se trata ya de «ver la película», sino de vivirla de veras y, gracias a esas
fuerzas de repulsión, experimentando como propias las vibraciones que,
con cada pensamiento, palabra, deseo, sentimiento o acto, hicimos nacer en los demás. Y vivimos intensamente todo el dolor, la humillación, la
vergüenza, la miseria, el hambre o cualquier sufrimiento que infligimos a
nuestro prójimo como consecuencia de nuestra actuación. Nada,
absolutamente nada, queda olvidado porque nuestro átomo-simiente lo
graba todo y lo conserva todo. No pienses, sin embargo, que sería
preferible no haber grabado nada o haber perdido la grabación, porque
todo ese dolor nos es necesario para aprender lo que no debemos hacer en vidas futuras y el Espíritu evolucionante toma buena nota de ello. Todo ese dolor, todo ese sufrimiento, pues, vendrá a nosotros atraído por las
partículas periféricas de nuestro cuerpo de deseos, que reproducen las
vibraciones de nuestra actuación aquí. Y la Ley de Repulsión hará el resto, destrozando esas partículas y produciéndonos el mismo dolor que
produjimos.
– ¿El mismo?
– Para ser exactos, más.
– ¿Y por qué más?
– Porque en el Mundo del Deseo se siente el dolor aproximadamente
tres veces más intensamente que en el Mundo Físico, debido a que aquí el cuerpo físico amortigua el dolor. Y debido también a que la permanencia en el Purgatorio suele ser de una duración del tercio de la vida que se está repasando. O, dicho de otro modo, porque allí se vive tres veces más deprisa.
– ¿Quiere eso decir que una persona que muere a los sesenta años
pasará veinte en el Purgatorio?.
– Sí. Aunque eso es sólo la regla general. Habrá quien está mucho
más y quien está mucho menos o incluso quien simplemente pasa por él,
camino del Primer Cielo. Todo depende, como te he dicho, de la
«densidad» de las partículas de la capa externa del cuerpo de deseos, que
son las que representan las peores tendencias. Si uno las ha vencido en
vida, si ha llevado una existencia positiva, su capa exterior tendrá una
vibración que estará mucho más allá de las tres zonas inferiores del Mundo del Deseo y, por tanto, no permanecerá en el Purgatorio, sino que sólo pasará por él, puesto que es camino obligado, pero no será consciente de lo que allí hay porque su capa exterior no será sensible a aquellas vibraciones.
– Es asombroso. Pero, dime: ¿Cómo se produce esa destrucción de las
tendencias negativas?
– La vida se revive también allí al revés, es decir, empezando por el
final.
– ¿Y eso por qué?
– Para que el Espíritu vea primero las consecuencias y luego las
causas. De ese modo tiene más claro qué es lo que en el futuro no tiene que hacer.
– Está claro. Clarísimo.
– Cuando llega un momento, por ejemplo, en que humillaste a
alguien, como tu átomo-simiente recogió, no sólo tu actuación y tus
sentimiento, sino los de tus víctimas, esas vibraciones serán atraídas hacia ti y tú experimentarás todo lo que experimentó la persona por ti humillada.
Y, si robaste, todo el dolor o las privaciones o incluso las consecuencias
familiares y más o menos remotas de tu actuación. Porque todo lo que
magnéticamente esté relacionado con ello, será atraído a ti y desgarrará la parte exterior de tu cuerpo produciéndote con ello el sufrimiento que saben expresar.
– ¿Y así hasta cuándo?
– A medida que se van desintegrando tus partículas más negativas, tú
vas sufriendo lo que hiciste sufrir y vas comprendiendo y vas «subiendo»
de nivel, y entonces tu capa exterior, que está constituída por partículas de vibración superior, empieza a actuar y te aparecen las escenas en las que esas partículas fueron impregnadas con tus actos, y se repite el ciclo.
Aunque hay casos muy interesantes que conviene conocer, porque son
muy ilustrativos.
– ¿Cuáles?
– Entre los miles que se pueden encontrar, todos interesantes,
estudiaremos, por ejemplo, los del avaro, el fumador, el bebedor, el
suicida, el asesino, el ejecutado, el abortador, el obsesado y el mago negro.
– De acuerdo. Pero antes quisiera preguntarte algo.
– ¿Qué?
– ¿Supongo que no habrá ningún medio de evitar pasar por el
Purgatorio?.
– Pues sí, lo hay.
– ¿De veras?
– Claro.
– ¿Y en qué consiste?
– Hay dos medios. El primero consiste en vivir una vida positiva,
siempre positiva, que sólo está al alcance de muy pocos muy
evolucionados. Y el segundo consiste en realizar diariamente un ejercicio
muy sencillo.
– ¿Un ejercicio muy sencillo? ¿Cuál?
– Cada noche, antes de dormirse, debe uno relajarse y repasar, en
sentido inverso, empezando por el momento de acostarse, toda la jornada, poniendo interés en todo lo que uno ha pensado, sentido, deseado, dicho o hecho con relación a los demás. Una vez fijada la atención en ese momento, hay que examinar con toda honradez y honestidad, si no el sistema no sirve, cuál ha sido nuestro móvil. Si el móvil ha sido positivo, podemos seguir o incluso tratar de sentir, con toda la intensidad posible, el bien, el placer, la alegría que hemos proporcionado a los demás con nuestra actuación; si es negativo, hay que arrepentirse sinceramente de ello, prometerse a sí mismo no volverlo a hacer, y pedir disculpas o reponer o deshacer el entuerto, y luego sentir todo el dolor que hemos causado, como si estuviésemos en el Purgatorio y nos hubiese llegado, para volverla a vivir, esa escena de nuestra vida. Si ese ejercicio se hace honestamente, sin tapujos, sin tratar de disculparse uno mismo, todos los actos negativos quedan automáticamente borrados del átomo-simiente del cuerpo físico, así como sus correspondientes vibraciones y, por tanto, cuando lleguemos al Purgatorio, esa escena de nuestra vida no aparecerá y no tendremos que experimentar entonces el dolor producido, por la sencilla razón de que ya lo experimentamos aquí, es decir, porque ya aquí aprendimos la lección que con ese dolor se pretendía impartirnos. Y si hemos hecho lo mismo con toda la felicidad y la alegría que hayamos producido, tampoco en el Primer Cielo tendremos que experimentar ese placer, puesto que ya lo hemos experimentado aquí. Y, como consecuencia, habremos impulsado muy considerablemente nuestra propia evolución, al suprimir dos tercios de nuestra vida en esos dos planos. Con ello, renaceremos antes y evolucionaremos más deprisa. Pero, ¡ojo!. Todo eso hay que hacerlo, no con un fin egoísta, sino honestamente y buscando el mayor bien para todos y la mayor armonía entre los hombres. Este ejercicio bien realizado puede cambiar al más abyecto criminal en un santo en poco tiempo. Y no miento.
– No sabes lo que te agradezco todo esto.
– Ten en cuenta que es lo mismo que han recomendado todas las
escuelas de Misterios a lo largo de toda la historia y lo mismo que pretende la iglesia cristiana con la confesión. Por eso te dice que, si no hay arrepentimiento y propósito de la enmienda y restitución, los pecados
confesados no quedan perdonados por la sola absolución.
– Está todo clarísimo.
– Pues vamos a estudiar qué ocurre con un avaro cuando pasa, tras la
muerte, al Mundo del Deseo.
– Vamos allá.
– Aparte de experimentar cuanto se ha dicho cada vez que le llegue
una escena de su vida en la que por su avaricia o por otra causa perjudicó a alguien tiene, además, un «castigo» extra.
– ¿Qué castigo?
– Te diré antes de contestarte que cada cosa del Mundo Físico tiene
su réplica exacta en el Mundo del Deseo.
– No me digas.
– Claro. Y todo lo que aquí sucede se reproduce, exactamente, en él.
Pero con materia de deseos, naturalmente.
– Comprendo.
– Pues bien. El avaro ve su tesoro físico, porque su vicio le ha hecho
quedarse muy pegado a la Tierra. Y ve cómo sus herederos lo dilapidan y
se ríen de él, que malvivió para atesorarlo. Pero no puede impedirlo porque no tiene cuerpo físico, y sufre lo indecible. Eso, en más o menos tiempo, durante el cual permanecerá montando guardia junto a sus riquezas que van siendo esquilmadas, le hará pensar que ese tesoro, al fin y al cabo, no era tal, que le tuvo tontamente esclavizado, que no valió la pena vivir pobremente para ahorrarlo y luego no podérselo llevar consigo, y ver cómo otros lo malgastan. En el momento en que comprenda esta gran verdad y pierda el interés por su tesoro, como ya no vibrará en él la avaricia, subirá de nivel. Ese vicio ya lo habrá vencido. Y continuará su periplo por el Purgatorio.
– Estoy verdaderamente impresionado. Pero es justísimo.
– Sí. ¿Recuerdas aquel mandamiento de «no tendrás otro Dios más
que a mí»? Pues el avaro hizo de su tesoro un Dios y sufrió las
consecuencias que ya ese mandamiento le anticipaba.
– Es cierto. ¿Y qué pasa con el fumador?
– Al fumador le ocurre otro tanto. Ten en cuenta que, contra lo que la
gente cree, uno, al morir, no cambia ni de carácter, ni de costumbres, ni de cultura, ni de tendencias, ni de habilidades ni de nada. Sigue siendo
exactamente el mismo que era. Sólo dos cosas cambian en realidad.
– ¿Cuáles?
– La primera, que no tiene cuerpo físico. Pero, debido a su vicio,
queda pegado a la Tierra, y ve y percibe perfectamente el plano físico, pero no puede actuar en él.
– ¿Y la segunda?
– Que, apenas uno muere, ha perdido todas sus cualificaciones
humanas. Me explico: Ya no es ni se siente rey ni vasallo ni jerarquía ni
servidor ni rico ni pobre ni sabio ni ignorante ni bueno ni malo. Se siente
tan sólo hombre. Y han desaparecido las ayudas y los honores y las
consideraciones y las influencias y las prebendas y los servidores y los
jefes y los subordinados. Cada uno es él y sólo él, pero él como hombre o
como mujer, como ser humano, como espíritu único. Y ha de olvidarse de
todo lo demás. Está en manos de las leyes naturales y éstas son siempre
asépticas, imparciales, sin distingos, y lo único que miran es lo que hay
registrado en los átomos-simiente, y ahí nadie puede engañar a nadie.
– Eso es impresionante, pero justo. Porque, lógicamente, hay que
pensar que lo que se pretende es que evolucionemos como hombres, no
como gobernadores o como criados o como generales.
– Exacto.
– Pero hay una cosa que ya hace tiempo te quería preguntar: ¿Cómo
durante la vida aquí se graba cada cosa en el átomo-simiente?
– Por medio de la respiración y de la sangre.
– ¿Cómo?
– Al respirar, con cada inspiración introducimos en los pulmones no
sólo el aire, sino el éter reflector, que tiene la particularidad de que graba
las vibraciones de todo tipo de su entorno. Esas vibraciones pasan, en los
pulmones, a los glóbulos rojos de la sangre y, de ellos, al átomo-simiente
que se encuentra, como sabes, en el ventrículo izquierdo del corazón, por
donde circula ininterrumpidamente toda la sangre del cuerpo. Así se va
formando la «película» de nuestra vida.
– Es asombroso.
– No tanto. Sobre todo ahora que ya podemos construir un chip del
tamaño de una molécula y capaz de realizar millones de operaciones
simultáneamente.
– Sí, es cierto.
– Bueno, volvamos a nuestro fumador. Una vez pues, en el Mundo
del Deseo, él se siente igual que antes, con sus mismas virtudes y sus
mismos vicios y, entre ellos, el de fumar. Y, claro, llega un momento en
que quiere, en que necesita encender un pitillo. Pero no puede. Ve allí la
cajetilla, pero no puede manejarla ni puede tomar un cigarrillo ni
encenderlo ni aspirar el humo, porque no tiene cuerpo físico.
– ¿Y qué hace?
– Desesperarse. Muchos, por no decir todos, aprenden a meterse en el
cuerpo físico de los fumadores que aún están en la vida física y les
sugieren que fumen.
– ¿Para qué?
– Porque el humo del tabaco contiene algunos éteres de los que ellos
pueden aspirar algo, al estar situados en una zona tan próxima al Mundo
Físico.
– ¿De modo que hacen fumar a los vivos?
– Sí. Y si los fumadores supieran que la mayor parte de lo que fuman
lo hacen por culpa y para dar satisfacción a los que ya se fueron, casi
siempre por fumar, se lo pensarían dos veces antes de encender un
cigarrillo. Pero es la verdad.
– ¿Y esa situación cuánto dura?
– Hasta que esa persona se da cuenta de que no vale la pena el
esfuerzo que está haciendo, el daño que está produciendo y el karma que
está acumulando para la poca satisfacción que obtiene, y que el fumar es
algo sin sentido. En ese momento ha comprendido que es mejor no fumar y ha vencido el vicio.
– Es claro. Y hasta ingenioso. Pero es terrible eso de tener a un
muerto dentro diciéndole a uno que fume.
– De todos modos, el fumador siempre es libre de fumar o no. Lo que
suelen hacer es sugerir y no «decidir» ni ordenar, cosa que sólo ocurre con las obsesiones que estudiaremos luego. Por otra parte, no creas que el que uno fume se debe siempre a la sugestión de un muerto. Puede deberse a otras muchas causas que el fumador ni sospecha.
– ¿Más causas? ¿Cuáles, por ejemplo?
– Por ejemplo, puede ser un Lucifer que haya decidido aprender
cuáles son las consecuencias de fumar y haya escogido a nuestro fumador como conejillo de Indias. O puede ser un elemental que vibre con la vibración del deseo de fumar y que, como viven fomentando y mientras dura su vibración, ha acudido al fumador apenas apuntó en él el menor deseo de fumar. O puede ser una forma mental creada por alguien que piense que nuestro hombre es un gran fumador y que no puede resistir la tentación; esa forma mental irá directa al interesado y si le pilla con la menor disposición de fumar, lo inclinará a hacerlo.
– O sea, que por todas partes nos pueden atacar, ¿no? Y nosotros,
como tontos, fumando y haciéndonos polvo los pulmones.
– Realmente, sí. Pero eso es natural.
– ¿Natural? ¿Qué tiene de natural?
– Todo. ¿Qué ocurre si dejas un pastel en una esquina? Pues que
acudirán las moscas, las hormigas, los pájaros, los perros, y todos los seres a los que les guste el pastel. Todos a aprovechar la ocasión. El fumador es como un pastel y como tal está expuesto a todo ser al que le guste la vibración de fumar. Pero él en todo momento es libre. Puede, pues, ejercitar su libre albedrío y decir: ¡Basta!, yo no doy de fumar a toda una serie de parásitos que, además me estropean la salud. Siempre la última palabra la tenemos nosotros.
– Es cierto. Pero es impresionante.
– Es más impresionante ver todo lo que ocurre con el hombre, sólo
por su ignorancia de las leyes naturales y de cómo son y cómo funcionan
las cosas.
– Si se piensa, todo lo malo nos ocurre por ignorancia, ¿no?
– Todo. Puede asegurarse que el único «pecado» del hombre es la
ignorancia. Por tanto, se puede concluir que la única solución es el
conocimiento.
– Se me está ocurriendo una cosa: Si, como has dicho, todo lo del
Mundo Físico se reproduce en el Mundo del Deseo, el fumador verá,
además de la cajetilla física aquí, la cajetilla astral allá, ¿no?
– Sí, claro.
– ¿Y no puede fumar los cigarrillos astrales?
– Claro que puede. Pero no le producen el efecto deseado, porque él
necesita las emanaciones etéricas del humo físico y esas no existen en el
astral. También el avaro tiene ante sí su tesoro astral, pero sólo para ver
cómo disminuye a medida que lo hace el tesoro físico, del que sólo es un
duplicado. ?Para qué le sirve un tesoro en el mundo astral?
– Comprendo perfectamente. ¿Y qué pasa con el bebedor?.
– Con el bebedor, y llamo bebedor al alcohólico, que ya depende de
la bebida, o con el que se está aficionando a ella, sucede como con el
fumador, sólo que va como loco buscando poder aspirar algunos éteres que la asimilación del alcohol desprende en el estómago de los bebedores.
– ¿Cómo? ¿También se meten en el cuerpo de los que beben?
– ¡Claro! Los que son bebedores impenitentes, los alcohólicos,
cuando no pueden más, hacen lo que sea. Y ten en cuenta que, como te he dicho, en el Mundo del Deseo se siente todo con una intensidad triple que la de aquí.
– ¡Qué barbaridad!
– Ó sea, que hacen beber más a los bebedores. Y aún hacen más
cosas.
– ¿Qué, por ejemplo?
– Meterse en los toneles y en todos los recipientes que contienen
alcohol. Pero, en realidad, no les sirve de mucho.
– Claro.
– Si la gente pudiera ver la multitud de desencarnados, todos
altamente viciosos y desesperados por satisfacer su vicio, que acuden a los bares y, sobre todo, a las discotecas y a los lugares de alterne, no irían nunca más.
– ¿Es posible?
– Si tu fueras alcohólico o fumador empedernido o drogadicto y te
murieses y te encontrases en esa necesidad en el Mundo del Deseo, ¿a qué lugar acudirías en el que tuvieses más posibilidades de dar, o mejor dicho, de intentar dar satisfacción a tu acuciante necesidad? ¿A qué crees que se debe la proliferación de locales de este tipo y la caída, en forma masiva, de la juventud en estos vicios? Sencillamente, a la ignorancia por un lado y a la actuación de los viciosos desencarnados, por otro.
– ¡Qué horror!
– Por eso ya va siendo hora de que cada cual, con pleno conocimiento
de lo que hace, decida qué es lo que prefiere.
– Es verdad. Cuando todos sepan esto, las cosas cambiarán.
– Se necesitará una gran lucha. Ten en cuenta que, lo mismo que se
puede sugerir a la gente que necesita fumar o beber o drogarse o «hacer el amor» como dicen ahora, se le puede sugerir que todos estos
conocimientos son mentiras e invenciones, y que lo único real es el tabaco, el alcohol y la droga o el sexo.
– ¿Entonces estamos igual que antes?
– No, afortunadamente. Porque, cuando no se sabe, no hay más que
un camino. Pero cuando se ha oído o se ha leído, cuando se conoce lo que estamos explicando, el Yo Superior, el Espíritu, nuestro verdadero Yo, que lo que quiere es aprender y evolucionar, ese no hace oídos sordos a todo esto, porque recuerda otras épocas de su evolución en las que el ambiente era positivo y en que poseía todo el conocimiento de un modo intuitivo y natural. Y ya suele empezar a tomar medidas.
– Comprendo. Entonces es muy importante que se conozcan todos
estos temas, ¿no?
– Es trascendental para la Humanidad.
– ¿Y no surgen impedimentos para que se conozcan?
– Claro. Todos los impedimentos posibles. A lo largo de toda la
Historia, siempre ha habido quien se ha opuesto, y nunca buscando el bien del prójimo. Pero ese es un problema personal de los que han puesto trabas a la difusión de la verdad. Allá ellos con su responsabilidad que, un día u otro, tendrán que afrontar y que, te lo aseguro, no será nada envidiable.

– ¡Es que será muy grande!
– Bien. Pero aprenderán la lección, que es de lo que se trata siempre.
Y la verdad, al final, resplandecerá, porque ya te he dicho que las fuerzas
del bien, las que actúan desinteresadamente, se suman, mientras que las del mal, las que actúan por egoísmo o por fanatismo o por intolerancia, que no on más que formas del egoísmo, se combaten entre sí. Volvamos ahora a nuestra conversación y estudiemos qué ocurre con el suicida, porque es muy instructivo.
– Debe ser terrible, ¿no?
– Lo es. Ten en cuenta que el suicida ha puesto fin a su vida,
voluntariamente, antes de tiempo.
– ¿Cómo es eso?
– Todos, antes de nacer, elegimos, libremente, una, de entre dos o tres
posibilidades de vida, que se nos someten por quienes dirigen nuestra
evolución. Y siempre está marcada su duración. Y cuando, en la Región
del Pensamiento Concreto del Mundo del Pensamiento o Segundo Cielo,
formamos, con la ayuda de dichas Jerarquías, el arquetipo de nuestra futura vida y, por tanto, del cuerpo físico, a ese arquetipo se le da, digamos, «cuerda» para determinado tiempo. Ello quiere decir que vibrará hasta el momento fijado y hasta entonces estará emitiendo su nota-clave y estará atrayendo materia física y etérica para mantener vivos los cuerpos físico y etérico. Y, cuando llegue el momento y el arquetipo deje de vibrar, se romperá el átomo-simiente del cuerpo físico en el corazón, y éste se parará, produciendo la muerte.
– Hasta ahora, de acuerdo.
– Pues el suicida destruye el cuerpo físico y rompe su átomo-simiente
antes de lo previsto. Pero, como su arquetipo sigue vibrando, y seguirá
haciéndolo hasta que se le acabe la «cuerda» que un día se le dio de
acuerdo con él mismo, seguirá atrayendo hacia sí sustancia física y etérica.
Y, como no existen ya cuerpo físico ni etérico que la absorban o asimilen,
el suicida siente esa atracción de materia hacia sí mismo, como un intenso dolor de muelas extendido a todo el cuerpo o como u hambre insaciable. Y ello hasta que llegue el momento en que verdaderamente debió morir.
– ¡Qué barbaridad!
– Es una consecuencia proporcionada al acto que le dio nacimiento.
Los planes de Dios no se pueden burlar. El hombre los puede retrasar, pero nunca burlarlos o anularlos.
– Es lógico. ¿Y qué pasa, además, con el suicida?
– Que durante todo ese tiempo en el más profundo astral inferior,
aparte de estar en contacto con las corrientes negativas más potentes, con todas las creaciones terroríficas de la imaginación humana que, aunque no se cree así, una vez pensadas y fomentadas se han convertido en seres astrales reales y allí moran, y con las corrientes de los más abyectos vicios y tendencias y perversiones, durante todo ese tiempo, digo, ve permanentemente ante sí la escena de su suicidio. De modo que tiene oportunidad de estudiar su acto desde todos los puntos de vista y de comprender lo que ha hecho y que no valía la pena puesto que, por un lado la vida no ha terminado como él creía que iba a ocurrir y, por otro lado, por muy grave que fuera su problema, lo que está teniendo que afrontar después es mucho, muchísimo peor. Una de las cosas que más impresiona al estudiar clarividentemente a un suicida es que, durante sus primeros años en el astral inferior, se encuentra solo, completamente solo, en una oscuridad absoluta, metido en una especie de jaula y, curiosamente, envejecido, reducido de tamaño, amarillento, apergaminado y asustado. Es verdaderamente terrible. Cuando llega, más tarde, el momento en que debió morir normalmente, comienza su recorrido por las capas superiores del Purgatorio, siguiendo su camino ascendente a medida que va purgando las vibraciones más groseras. Todo ya por el proceso normal.
– Desde luego, no creo que ningún suicida sea reincidente.
– No, no suelen serlo. Esas personas que tienen pavor a la muerte, que
no quieren ni pensar en ella, que no pueden oír hablar del tema,
generalmente fueron suicidas en una vida anterior y ahora tienen miedo
hasta de morirse, pensando, en su ignorancia, que les puede volver a pasar lo mismo. Es decir, que han aprendido la lección.
– Es verdad.
– Bueno. El siguiente caso es el del asesino y del homicida. También
las consecuencias de su acción son impresionantes.
– Me lo imagino.
– Como también ha interrumpido una vida antes de hora, en cuanto a
la víctima, como ha muerto sin culpa suya, apenas llega al Mundo del
Deseo, queda en estado inconsciente, en coma podríamos decir, hasta que llegue el momento en que debió morir, y entonces inicia el proceso normal, empezando por el Purgatorio o por la zona del Mundo del Deseo que sea sensible a su más baja vibración.
– ¿Y en cuanto al asesino?.
– El asesino, cuando muere, apenas se sitúa en el Mundo del Deseo,
atrae hacia sí, bien al cuerpo astral en coma, de su víctima o, si ésta ha
pasado ya a otros planos, a su cascarón, que no es más que el cadáver del cuerpo astral. Y ese cuerpo en coma o ese cascarón permanecerán pegados a él, recordándole permanentemente y con todo detalle todas las
circunstancias de su crimen. Como eso lo mantiene muy pegado a la
Tierra, los asesinos suelen permanecer bastante tiempo en el lugar del
crimen o en sus alrededores, atraídos magnéticamente por él, y allí los ven los clarividentes, como fantasmas que no saben qué hacer y que
permanecen abrumados por su terrible acción.
– ¿O sea, que los asesinos se quedan en el lugar del crimen?
– Los asesinos y muchos de los no asesinos. Todas las personas que,
al morir, tienen fuertes lazos o intereses que les importan mucho o
proyectos que les preocupan o parientes que los necesitan o a los que están ligados por un vínculo emocional fuerte y, en general, todos los que no saben nada de cómo funcionamos tras la muerte, pasan días, meses y aún años en sus propias casas, sentándose en su silla, acostándose en su cama, estando entre los suyos y sin comprender lo que les ocurre y por qué los demás no pueden oírlos, ni ellos pueden comer ni agarrar nada físico, porque sus manos pasan a través de lo que quieren asir. Sólo dos clases de personas no pasan por esto.
– ¿Cuáles?
– Las que han alcanzado algún nivel espiritual y tienen noticia de lo
que ocurre tras la muerte, es decir, de todo lo que estamos exponiendo, y
evitan ese período de perplejidad y de dolor y de pérdida de tiempo.
Porque todos, un día u otro tienen que admitir que están muertos y que
todo lo que dejaron en la Tierra ya no lo volverán a tener y que, por tanto,
no era tan importante.
– ¿Y quiénes más?
– Generalmente los que mueren de viejos, de una manera normal o los
que lo hacen tras una prolongada enfermedad. Ambas cosas hacen pensar al afectado muchas veces en la posibilidad de la muerte y en que no se llevarán nada. Están, pues, más o menos mentalizados para ello. Y eso les suele hacer relativizar su dependencia de las cosas y de las personas, en el sentido emocional intenso. Claro que los hay muy materializados que con la vejez se hacen egoístas, y esos quedan lógicamente, tras la muerte, pegados a sus cosas, hasta que se dan cuenta de su futilidad, de que las cosas, los bienes e incluso las personas no eran sino medios, instrumentos para aprender lo que debíamos aprender: La Ley del Amor. Y que todo lo demás nos hace descarriarnos y retroceder en la evolución, para, al fin, acabar reconociendo nuestro error y rectificando.
– Una pregunta: ¿Qué pasa con la víctima del asesinato?
– Ya te lo he dicho: Como no ha muerto por su culpa, apenas penetra
en el Mundo del Deseo, queda en coma hasta que llegue el momento en
que debió morir, siguiendo luego su ascenso normal. Pero en su próxima
encarnación se le proporcionará todo aquello de que en esta se le privó
injustamente. La justicia divina es impresionantemente exacta. A nadie se
le regala nada, pero a nadie se le quita nada. Se dice que «los molinos de
Dios muelen muy lento, pero muy fino».
– Es todo tan lógico. Y no tiene nada de misterioso ni de sobrenatural.
– Ten en cuenta que lo sobrenatural como tal, no existe. En el
Cosmos todo está ordenado, todo está regido por leyes naturales y, por
tanto, todo es natural, porque nuestra Tierra y nuestra vida física también
están en el Cosmos y no son más que una parte, y no la más importante, de él.
– Claro, es cierto. Es que estamos acostumbrados a considerar como
sobrenatural todo lo que está más allá de la muerte.
– Y ahí está el error. Cada vez son más las personas que, durante el
día, en pleno estado de vigilia, pueden ver a sus parientes o amigos
desencarnados y estar con ellos y charlar con ellos como cuando estaban
aquí.
– ¿Pero son reales?
– ¿Reales? En buena lógica son más reales que nosotros. Piensa que,
si todo procede de Dios, que va emanando de Sí seres que cada vez se
desarrollan en mundos y con vehículos más densos, ¿quiénes de ellos están más cerca de Dios, que es la única realidad o la realidad suma? ¿Quiénes son más «reales»: Los más densos, que están, por tanto, más lejos de Él, o los menos densos, que están más cerca?
– Verdaderamente hay que reconocer que, cuanto más elevado es un
mundo, más real es. Es lógico.
– Bueno, sigamos. Vamos ahora a estudiar el caso del ejecutado.
– ¿Y qué tiene de particular?
– Está claro que el ejecutado muere también antes de tiempo. Por
tanto, será afectado por lo que hemos dicho antes sobre el asesinado. Pero pueden ocurrir más cosas.
– ¿Qué cosas?
– Que muera perdonando a quienes lo condenaron y a quienes lo
ejecutan, y arrepentido de sus actos, si es que los cometió, en cuyo caso,
estará en el caso de la víctima de un asesinato, con la ventaja de haber
perdonado al asesino. Y el que lo ejecutó y los que lo condenaron a muerte o hicieron posible su ejecución, se encontrarán en el caso del asesino.
Porque ningún hombre, ninguno, tiene autoridad para quitar la vida a un
semejante y, por tanto, el verdugo, el juez, el fiscal y los abogados que
piden la pena de muerte, las autoridades que la institucionalizan y los
ciudadanos que la defienden, son reos de asesinato y, tras la muerte, sufren las consecuencias correspondientes, que ya hemos estudiado.
– ¿Y cuál es la otra posibilidad?
– Que muera lleno de odio contra sus verdugos y contra quienes lo
han condenado y contra la sociedad en general.
– ¿Y qué pasa en ese caso?
– En cuanto a los que lo ejecutan o promueven o defienden la pena de
muerte, lo mismo dicho para el asesino. Pero, en cuanto al ejecutado, como queda, debido a su odio y rencor y afán de venganza, muy pegado a la Tierra y amalgama por eso, inconscientemente, la sustancia más densa de su cuerpo de deseos con el éter químico del cuerpo físico y con algunos gases de su cadáver en descomposición, permanece prácticamente en el plano físico, aunque invisible para los no clarividentes, antes de entrar en coma, como todos los asesinados. Ese tiempo, generalmente, le permite aprender a influenciar a los vivos y entonces se dedica a hacerlo así con aquéllos que tienen una vibración parecida a la suya. Por eso, siempre que se ejecuta a un terrorista, por ejemplo, al poco tiempo proliferan los terroristas. Y si es un asesino, se multiplican los asesinatos. Y si es un violador, aumentan las violaciones. Cada uno de ellos cree que está actuando por propia iniciativa, pero no es así. Están siendo víctimas del ejecutado, para el cual es mucho más importante la venganza, ya que en el Mundo del Deseo las emociones triplican su intensidad, que las vidas de los que logra seducir.
– Ahora que lo dices, suele ocurrir así.
– ¿Es lógico, ¿no?
– Sí, claro. Pero, como se desconoce todo esto, parece que lo lógico
es desembarazarse de los delincuentes.
– Eso es doblemente negativo. Por un lado está lo que te acabo de
contar, con sus secuelas para la víctima y para los verdugos. Pero, por otro lado, está la ocasión que se pierde de rehabilitar a ese delincuente y
reintegrarlo a la sociedad. A estas alturas ya estarás comprendiendo que
durante todas las vidas que hemos vivido todos, y si lo lógico es que, poco o mucho, en cada vida avancemos hacia lo bueno, lo positivo y lo
amoroso, los que ahora condenan a los delincuentes deben haber pasado ya por los estadios en que ahora se encuentran éstos. Y entonces, ¿en base a qué una sociedad que se titula y se considera civilizada y avanzada y hasta buena, mata a uno de sus ciudadanos porque éste ha matado? ¿No se pone con ello exactamente a su altura? O peor aún. Porque el delincuente no presume de bondad ni de progreso ni de perfección y, además generalmente actúa en un momento de ofuscación o arrebato; pero la sociedad sí presume de todo eso y, sin embargo, acaba haciendo lo mismo que el delincuente, pero a sangre fría. Tiene, por tanto, desde todos los puntos de vista, menos defensa que el propio delincuente.
– Es cierto. ¿Cómo no se piensa todo esto?
– Sí que se piensa. Ya hoy muchos países, los más evolucionados
éticamente, han suprimido la pena de muerte.
– Es cierto, pero aún quedan países en que se aplica.
– Poco a poco la razón y la lógica y el amor se irán imponiendo. Es
labor de todos y es responsabilidad de todos. Vamos al siguiente caso.
– ¿Quién era?
– El abortador. Y ese término comprende, tanto a los padres como al
que provoca el aborto, como a quienes lo defienden y propician, de
cualquier modo que sea, bien facilitándolo bien legalizándolo. El aborto,
dado que desde mucho antes de la concepción se está preparando el
próximo nacimiento, dado que los futuros padres, su Yo Superior, han
dado su conformidad para desempeñar ese papel con el hijo que vendrá y
dado que el espíritu que renace está ya en el cuerpo de la madre desde los primeros días de la concepción, y aún meses o años antes se le ve en su aura, el aborto, digo, no es más que un asesinato. Ni siquiera un homicidio.
Porque hay siempre premeditación, hay abuso de fuerza, hay alevosía, hay imposibilidad de defensa por parte de la víctima y, en cuanto a los padres hay, además, abuso de confianza. Y hacer imposible un proyecto de vida ya iniciado es muy grave. Se trunca toda una existencia con todas sus posibilidades, se hacen imposibles todas las lecciones que se tenían que aprender y que impartir, porque todos recibimos algo y todos damos algo.
Y se retrasa no se sabe cuánto la evolución de ese ser y de los que hubieran sido sus descendientes, tras toda la preparación que había hecho para renacer. Créeme si te digo que para los culpables, la ley del karma guarda un efecto muy especial.
– ¿Cuál?
– Aparte de que, apenas ingresados en el mundo astral, el no nacido
aparece, generalmente lleno de odio, y les pide explicaciones de un modo
aterrador, y de que el proceso es idéntico al del asesinato, lo que distingue a los abortadores es que cuando, a su vez, desean renacer, no encuentran quien quiera ser su padre ni su madre. Y ello les obliga a permanecer durante siglos sin poder renacer y, finalmente, a tener que aceptar como padres a seres muy poco evolucionados, lo que les hará vivir una vida muy por debajo de sus posibilidades y llena de sufrimiento, en medio de vibraciones negativas, vicios y degeneraciones.
– ¿Es que las personas muy atrasadas en la evolución no escogen a
sus padres?
– No. Su espíritu no está lo suficientemente desarrollado para hacer
una elección apropiada. Y por ello son los llamados Ángeles Archiveros o
Señores del Karma quienes, en esos casos, les asignan padres, los más
apropiados para, a su lado, aprender las lecciones de vida que tienen que
aprender.
– Es terrible. ¿Pero cuánto han de esperar?
– Hasta que les son asignados padres o hasta que los encuentran.
Entretanto están quedándose rezagados con relación a los que estaban a su nivel durante la última encarnación. Puedes estar seguro de que el aborto es uno de los actos más abominables que el hombre puede hacer. Y te aseguro que no hay ni una sola mujer que haya abortado y que no sufra pesadillas o escuche la voz del hijo asesinado durante el resto de su vida.
– ¿Quién nos queda por estudiar?
– Vamos a estudiar el caso del obseso.
– Obseso, o sea, endemoniado, ¿no?
– Sí y no. Obseso significa que el espíritu del dueño de ese cuerpo ha
sido expulsado de él y su lugar ha sido ocupado, temporal o
definitivamente, por otro u otros seres.
– ¡Qué horror! Pero, ¿cómo ocurre eso?
– Antes te diré que el hombre puede ser obsesado por tres clases de
seres.
– ¿Tres?
– Sí. En primer lugar, y es el caso más frecuente, por los
desencarnados, es decir, los llamados muertos, que se encuentran en el
astral inferior, en la capa inferior del Purgatorio, o sea, los más abyectos y
degenerados entre los que allí habitan. En segundo lugar, por los Luciferes, que son los ángeles caídos, seres de la oleada de vida angélica que sólo desarrollaron inteligencia, sin cerebro, y no desarrollaron amor ni supieron, por tanto, amalgamarlo con el intelecto. Viven en los tres planos inferiores del Mundo del Deseo y tratan de evolucionar, puesto que no tienen cuerpo físico pero sí etérico, utilizando nuestros propios cuerpos y nuestras propias experiencias, con la consecuencia de que los que sufrimos somos nosotros y ellos aprenden las lecciones, y que esas lecciones suelen ser las de vibraciones más intensas y que mayor karma nos producen: Crímenes, violaciones, perversiones sexuales, drogas, alcoholismo, magia negra, velocidad excesiva, música excitante, etc.
– ¿Y cuáles son los otros seres que nos pueden obsesar?
– Los Elementales.
– ¿Y eso qué es?
– Son seres, aún no individualizados, pero con vivos deseos de
estarlo; sin voluntad, pero con tendencias y afinidades determinadas; sin
más vida que la que les proporcionan las vibraciones a las que son afines y que tienen la posibilidad de fomentarlas e incitarnos a reproducirlas y
aumentarlas, porque mientras esas vibraciones duren, ellos vivirán. Son
seres o, mejor dicho, es materia, que aún no ha alcanzado el estadio
mineral, es decir, está en plena involución, descendiendo hacia la
materialidad y que siguen un sistema evolutivo distinto del nuestro.
– ¿Pero esa manera de vivir es posible?
– Claro que es posible. En la naturaleza se dan toda clase de modos
de vida. ¿Te parece muy atractiva, por ejemplo, la vida de una lombriz de
tierra, teniendo que devorar ésta para abrirse camino en la oscuridad más
absoluta? ¿Te atrae la vida de un microbio que no dura más de unos
minutos? ¿O la de un escarabajo pelotero? ¿O la de un virus, que no llega a ser un animal siquiera, que no tiene estructura fija y, en cambio, puede reproducirse? Y, seguramente, si se preguntara a cada uno de ellos si están contentos con su vida, responderían afirmativamente.
– Tienes razón. Claro, yo lo veo desde mi punto de vista y eso no es
correcto. Pero dime: ¿Cómo penetran todos esos obsesores en el cuerpo
humano y cómo desalojan de él al legítimo dueño y cómo lo manejan y,
sobre todo, cómo salen?
– Son muchas preguntas juntas. Te las responderé todas pero por su
orden: ¿Cómo penetran? Es cuestión, siempre, al principio, de vibración.
Todos ellos vibran negativamente. Por tanto, si se vibra negativamente de
modo habitual, se les está abriendo las puertas. Y si se vibra positivamente, se les está cerrando el paso.
– Pero eso es imposible, por lo menos para mí. Yo no puedo, hoy por
hoy, estar positivo permanentemente. Hay mil cosas, mil acontecimientos
cada día que me hacen reaccionar negativamente.
– Claro. Te ocurre a ti y ocurre a casi todo el mundo.
-¿Entonces?
– Pero no se trata de eso. Se trata de que la vibración sea intensa. Si
uno tiene un acceso de ira, hasta el punto de ponerse «fuera de sí», está
invitando a que le obsesen y fíjate como la sabiduría popular ha creado la
frase apropiada. Porque en ese momento el iracundo no tiene defensas. Si uno se rodea de un ambiente de lujuria, llegará un momento en que, en un clímax, dejará la puerta abierta. Si se acude a una sesión espiritista, bastará que se ponga receptivo, con la mente en blanco y esperando al espíritu que se le anuncia, para que éste u otro similar, se meta en su cuerpo. Será suficiente que se juegue a la oui-ja, aparentemente tan inocente, para que, al ponerse uno receptivo, el que responde, aproveche la ocasión para obsesar al incauto que pregunta y se deja dominar; o que queme incienso de composición desconocida y no preparado por un clarividente entrenado o no bendecido por un sacerdote – que, al ser ordenado, recibió poderes para manejar determinadas vibraciones positivas – e inspire sus esencias, para que se le cuele algún elemental. Bastará, en términos generales, que uno se deje llevar por encima de los límites normales por el odio, el orgullo, la envidia, la crueldad o cualquier otro vicio o actitud negativa, para que se le introduzca un ser afín a esa vibración. Porque, en todos esos momentos, dejamos, sin saberlo, la puerta abierta.
– ¡Es horroroso! es muy importante que se conozca. Una vez sabido,
el que quiera exponerse, por lo menos lo hará sabiendo lo que se juega.
– ¿Y cómo se impide que todo esto ocurra?
– Estando positivo, ya te lo he dicho; elevando tu pensamiento, de
vez en cuando, a los planos superiores; amando al prójimo, a la naturaleza, a los animales; tratando de comprender a los demás; ayudando a los que lo necesitan; repartiendo sonrisas y simpatía y humor y alegría y pensamientos de esperanza y de fe y de salud y de ánimo y de felicidad; en una palabra, comportándonos con los demás como nos gustaría que los demás se comportasen con nosotros. Y no haciendo tonterías con juegos y con sesiones y con inciensos, etc.
– Sí. Y es lógico.
– Claro. Ten en cuenta que obsesar es privar a uno de su libertad, y el
respeto a la libertad individual es una ley cósmica que no infringe ningún
ser positivo. Sólo los negativos, los que están muy atrasados en lo que a
vibraciones se refiere, son capaces de hacer tamaña barbaridad. Pero la
hacen. Y, si bien la culpa no es del obsesado, no cabe duda de que él les ha proporcionado la ocasión.
– Es cierto. Pero, ¿cómo funciona una obsesión?
– Muy fácilmente. El obsesor, aprovechando que el otro se pone en
situación de ser obsesado, bien por haber salido de su cuerpo, bien por
haber aflojado sus ligaduras con él, lo usurpa, usándolo temporal o
permanentemente como si fuera propio. Los que viven con el obsesado,
sus padres y parientes, los que lo conocen, seguirán viendo al de antes,
como siempre, pero sus actos, sus ideas, sus reacciones no serán las de
siempre. A veces se nota un cambio de personalidad que no se sabe a qué achacar.
– ¿Y se puede hacer salir al obsesor del cuerpo que ocupa?
– Sí. Lo que ocurre es que el procedimiento y la dificultad
dependerán, por un lado, de la clase de obsesor y, por otro, de la
negatividad propia del obsesado. En los Evangelios, el mismo Cristo
distingue distintas clases de «demonios» obsesores y utiliza distintos
métodos, ¿recuerdas?
– Sí, perfectamente.
– Pueden usarse, desde la persuasión y el llevar al ánimo del obsesor
que está haciendo un gran daño a otro y a sí mismo y que lo tendrá que
pagar, hasta la utilización de energías o vibraciones muy puras y elevadas que lo hacen salir del cuerpo, como hace el sacerdote al exorcizar, pasando por el electroshock, que no es más que «electrocutar» al obsesor y al obsesado, o determinados fármacos, que lo expulsan violentamente, de modo que sale rápidamente del cuerpo. Lo que ocurre es que luego, con demasiada frecuencia, regresa y hay que repetir el tratamiento.
– ¿Quiere eso decir que los trastornados mentales son obsesados?
– En su mayor parte, sí. Casi todos los locos no son sino gente
obsesada y resulta tristísimo para los clarividentes ver a los espíritus
dueños de los cuerpos, fuera de ellos, y a los usurpadores ocupándolos y
haciendo y diciendo tonterías con ellos.
– ¡Es horroroso!
– Sí, lo es. Pero ten en cuenta que hay mucha consecuencia kármica.
En el Cosmos todo está relacionado, todo depende de todo. De modo que
el obsesado, muchas veces tiene esa predisposición porque, en otras vidas obsesó o perjudicó a otro de modo que lo hizo obsesar; y el obsesor de hoy, muy frecuentemente, también está respondiendo a cierta tendencia originada en vidas pasadas que no ha sido capaz de superar. Siempre existe el libre albedrío, pero siempre están ahí también las tendencias kármicas, consecuencias de nuestra actuación anterior. Y todo conducente a que cada cual aprenda las lecciones que necesita aprender. Hay un caso especial de obsesión que quiero que conozcas.
– ¿Cuál?
– El de la obsesión por un elemental
– ¿Y qué tiene de particular?
– Pues que el elemental, ordinariamente, sabe cómo penetrar en el
cuerpo, pero no sabe cómo manejarlo y muchas veces no sabe cómo salir.
Esos casos tan frecuentes de coma profundo que dura años y de los cuales el interfecto se despierta un día, súbitamente, no son sino obsesiones realizadas por un elemental que, por fin, ha encontrado la manera de salir del cuerpo usurpado.
– Es impresionante. Pero lógico. Estoy pensando que el castigo por la
obsesión debe ser terrible, ¿no?
– Imagínatelo. Lo que el obsesor está haciendo es robar un cuerpo y
hacer inútil una vida. Pero su delito más grave es la privación a la víctima
de su libertad, cosa la más despreciable que se puede hacer, a nivel
cósmico. Entra dentro de lo que ordinariamente se denomina magia negra, que ahora vamos a estudiar.
– ¿Qué es realmente la Magia Negra?.
– Verás. En la naturaleza existen una serie de fuerzas, de energías y
de seres que conocemos y empleamos. Y otros que aún no conocemos ni, por tanto, manejamos. Los primeros los situamos en el campo de la ciencia y los segundos, en el de la Magia. Ahora bien, esas fuerzas «mágicas» son tan naturales como las otras y, por tanto, tan manejables como ellas por quien sepa hacerlo. Y esto sólo se puede hacer de dos formas:
Altruísticamente, desinteresadamente, para hacer el bien y sin ningún
interés personal; o egoístamente, en beneficio propio o en perjuício de
alguien. La primera es la Magia Blanca y la segunda, la Magia Negra.
Ambas, pues, utilizan las mismas energías o seres, aunque con fines
diametralmente opuestos. Ambas son potentes, pero sus consecuencias
para quienes las practican son, en un caso maravillosas y de notable
evolución y poder y luminosidad y elevación y encanto en todos los
sentidos; y en el otro, degradantes, tristes, oscuras, dañinas y, en última
instancia, destructoras.
– ¿Quieres decir que un mago negro puede hacer milagros?
– Claro. Lo mismo que un santo, que no es sino un mago blanco. Pero
cambiará la finalidad.
– ¿Puedes ponerme un ejemplo?
– Mira. Cristo, como sabes, multiplicó los panes y los peces, para dar
de comer a las multitudes, pero no para aplacar su propia necesidad. Y,
cuando después de cuarenta días de ayuno, fue tentado para convertir las piedras en panes y satisfacer su hambre, ¿qué crees que se le estaba
proponiendo sino el utilizar sus poderes en beneficio propio?.
– Es verdad. No había considerado nunca ese pasaje desde este punto
de vista.
– Ten en cuenta que cualquiera que haya adquirido poderes de los
llamados «supranormales» – lógicamente porque se ha hecho acreedor a
ellos, ya que no se regalan nunca, ni se compran ni se venden, y para
desarrollarlos no hay más camino que el amor y el servicio altruísta –
puede ser tentado, y de hecho lo es, porque es hombre y, por tanto, aún no perfecto; y puede, en determinado momento, supervalorar el poder o la fama o las riquezas o incluso la propia vida, y utilizar egoístamente lo que sólo puede emplearse en beneficiar a los demás; o puede ser tentado
porque está a punto de recibir una facultad más elevada y las Jerarquías
que conducen nuestra evolución, necesitan estar seguras del uso que se
dará a esa nueva facultad. Y hay gente que falla y cae. Y, si bien cuando
uno traiciona la ley oculta y vende o saca partido de sus conocimientos
ocultos, por cualquier medio que sea, no pierde esos poderes, que son
suyos y se los ha ganado, lo cierto es que éstos nunca crecen ya, a partir de ese momento. Entre esos que fallan, los hay que se arrepienten y reciben en la siguiente encarnación otra oportunidad; y los hay que siguen el sendero del egoísmo. Estos son los verdaderos magos negros.
– Es verdaderamente impresionante. Y, mientras todo esto ocurre, el
mundo preocupado por nimiedades…
– Siempre ha sido así. Pero no son nimiedades sino los libros de texto
en los que tenemos que aprender lecciones de vida. Lo que ocurre es que
sólo unos pocos se han preguntado cosas y se han preocupado de buscar respuestas. Y esos han sido los que han llegado a magos blancos o a magos negros.
– ¿Pero qué hacen los magos negros?
– Magos negros los hay de muchos tipos, incluso los que lo son de
modo inconsciente.
– ¿Se puede ser mago negro de forma inconsciente?
– Desgraciadamente, sí. Luego lo veremos. Para que lo tengas más
claro, te relacionaré algunas de las actividades de la Magia Negra.
– Eso es interesante para saber a qué atenernos.
– Pertenece a la Magia Negra toda utilización de las fuerzas
sobrenaturales con fines egoístas o negativos, como te he dicho. Por tanto, están incluídos en ella el vudú, la macumba y similares; las oraciones o plegarias solicitando algún mal para alguien; la utilización de la hipnosis con fines egoístas; el uso interesado del conocimiento de secretos ajenos obtenido por medios sobrenaturales; el cobro de las enseñanzas ocultas, o sea, las que dan lugar al desarrollo de esos poderes supranormales o, mejor dicho, a poner al discípulo en el camino de adquirirlos, puesto que el esfuerzo lo ha de realizar siempre el discípulo; el mal de ojo; las maldiciones; los conjuros; la prostitución de los poderes adquiridos para conseguir poder o fama o renombre o dinero o influencia; e, incluso, esas oraciones tan corrientes, a Dios y a los santos, consistentes en «yo te doy esta limosna o rezo esta oración o me comporto así, a cambio de que tú, Dios o santo, me des esto o aquello.
– ¿Eso también es Magia Negra?
– ¿A ti qué te parece? ¿Es que no está uno usando poderes
supranormales, como la oración y las energías que ella pone en
movimiento, sólo para fines egoístas?
– ¿Entonces no podemos pedir nada para nosotros?
– Sí. Podemos pedir. Y debemos pedir. Pero no a cambio de nada. Y
no bienes materiales, sino discernimiento, evolución, alegría, amor,
ocasiones de hacer el bien, buenos pensamientos y deseos, caridad,
compasión, deseo de compartir, defensa de la verdad y la justicia,
colaboración, fraternidad, fidelidad, honradez, humildad, generosidad,
pureza de pensamientos, paciencia, templanza, diligencia… ¿Te parecen
pocas cosas? Todo eso se puede y se debe pedir. Y muchas cosas más del mismo tipo. Y si se piden, se recibirán. Y si lo que pedimos es eso,
además, «por añadidura», como dijo Cristo, recibiremos todo lo otro, es
decir, los bienes materiales que, al fin y a la postre, no son sino medios
para llevar a cabo todas nuestras actividades positivas. Pero no son fines
en sí. Después de la muerte, todo lo positivo nos acompañará para que
nuestro tránsito sea lo más feliz posible. Pero los bienes materiales, no. Ni uno sólo de ellos se vendrá con nosotros. Y sólo servirán de acusadores si los convertimos en fines y no en medios. Y no quiero decir que los bienes materiales no sean necesarios, que lo son, ni que todos tengamos que convertirnos en ascetas. Lo que quiero decir es que no hemos de convertirlos en el centro, en el objetivo de nuestras vidas, hasta el punto de utilizar para obtenerlos nuestra más preciada facultad: La capacidad de relacionarnos con Dios y hablar con Él y pedirle, como Padre que es, lo que Él considere que nos conviene, lo que a Él le place concedernos. Y no entablar un mercadeo en el que todo desciende terriblemente de nivel para convertirse en un «do ut des», te doy para que me des.
– Comprendo perfectamente. Y es verdad. ¿Y qué ocurre con el mago
negro tras la muerte?
– El mago negro experimenta las consecuencias más terribles de
todos.
– ¿Qué consecuencias?
– La desaparición.
– ¿Cómo?
– Como lo oyes. Hay, como te he dicho, varias clases de magos
negros: Los inferiores, los menos evolucionados, son los que actúan en los niveles más bajos, en contacto con elementales que se alimentan de las manaciones de la sangre de las necesarias víctimas animales y, a veces, humanas, y a los que se adora estúpidamente como dioses. Luego están los que usan la hipnosis en su propio beneficio, violentando la libertad ajena.
Y, por fin, los magos negros que proceden en su mayor parte de la Época
Atlante, que poseen grandes poderes, que alcanzan hasta la Región del
Pensamiento Concreto, ya que fueron grandes iniciados que fallaron,
siendo capaces de permanecer sin reencarnar durante siglos, en una
situación extraña, solitaria y sin intervenir, prácticamente, en el Mundo
Físico, salvo en lo que desean para sí. Son, por supuesto los más
peligrosos, pero resulta muy difícil encontrarlos o ser sus víctimas, pues
ellos, como he dicho, se aíslan generalmente.
– ¡Qué barbaridad!
– El problema de los magos negros estriba en que todos ellos están
luchando permanentemente contra la evolución, que nos impulsa hacia
arriba, hacia la espiritualización constante de nuestros vehículos, hacia la
unión, hacia la unificación, mientras que ellos se aferran a la materia, a la
forma, a la individualización, a la separatividad. Pero el Triple Espíritu,
que está situado en los Mundos Superiores ha enviado sus vehículos
inferiores a investigar mundos más densos y poder así seguir su evolución hasta su unión con la Mónada o Espíritu Virginal, que se encuentra en el Mundo de los Espíritus Virginales. Por tanto, lo que ocurre es que los magos negros se van quedando atrás mientras la oleada de vida a que pertenecen se va elevando, hasta que el Espíritu, comprobada la inutilidad para su propia evolución, de sus vehículos inferiores, corta la comunicación con ellos, con lo que quedan a la deriva, sin alma, sin espíritu y abocados a ser derivados por las fuerzas cósmicas hacia el Caos, donde toda la materia se descompone y se recicla. El mago negro, pues, a la larga, pierde su personalidad y su individualidad y desaparece como ser viviente. Como se dice corrientemente, “pierden su alma”.
– ¿Y no tienen redención posible?
– Depende de ellos, como siempre. Pero si no cambian, terminan en la
destrucción. Y fíjate, es el único caso que se conoce de pérdida del alma,
(que no es sino el extracto de la experiencia adquirida a través de los
cuatro vehículos inferiores y que sirve de alimento al espíritu) y de los
átomos-simiente de dichos vehículos . Hasta que llega ese momento, sin
embargo, pasan primero, durante muchísimos años, por todos los horrores del astral más profundo para, luego, quedar aislados de su oleada de vida, es decir, solos en el universo, en espera de ir descomponiéndose, para que su materia se integre en los planos mental y astral, con el fin de ser reciclada y utilizada por los otros seres en el futuro.
– Es el castigo más horrible que puede existir, ¿no?
– Sí. Pero no es un castigo, sino la consecuencia lógica de ir contra la
corriente. como ocurre en tu propio cuerpo físico cuando algunas células
se dejan invadir por un microorganismo destructor y son rechazadas por el sistema y expulsadas, para ser recicladas y aprovechadas por otros
organismos. Y los magos negros, precisamente, no pueden alegar
ignorancia de las leyes naturales, puesto que las están manejando
conscientemente. Nosotros, desde el momento en que alcanzamos la
autoconsciencia, nos hacemos responsables de nuestros actos. Ello supone que, o podemos ir a favor de la corriente evolucionaria, que nos empuja hacia arriba y hacia la unificación con los demás y, últimamente, con Dios; o podemos elegir el reincidir vida tras vida en el camino del egoísmo, que nos irá hundiendo cada vez más en la separatividad, el aislamiento. y la incomunicación. Por tanto, lo que el mago negro obtiene es precisamente lo que buscó siempre: Separatividad y aislamiento. Y, consecuentemente, es rechazado por las fuerzas que impulsan a la oleada de vida a la que perteneció, que tienden, precisamente, a la unificación, y es, finalmente, destruído.
Bien. Con esto creo que terminamos con los ejemplos que quería
exponerte de lo que ocurre en algunos casos en la primera Región del
Purgatorio, su capa más densa, más oscura y más triste de las tres que lo
componen.
– Tengo una pregunta pendiente desde hace mucho tiempo y es ésta:
¿Hay fuego en el Purgatorio que, según me has dicho, es el Infierno de las iglesias cristianas?
– Pues sí. Hay lo que en el lenguaje oculto se llama Fuego Kundalini
o energía creadora. Pero para explicarte esto tendré que alargarme un poco.
– Pues alárgate. Creo que todo esto es lo suficientemente interesante.
– De acuerdo. Cada uno de nosotros, al nacer, llevamos una dosis de
energía creadora ya que somos, como te he dicho varias veces, seres
creadores. Pero esa energía creadora se nos ha dado para que la empleemos de acuerdo con el plan divino, es decir, a tenor de las leyes naturales.
– Parece lógico.
– Tú sabes, por otra parte, que la fuerza creadora sufre en el hombre
una diversificación que le permite manifestarse de tres maneras.
– ¿Ah, sí? Eso no lo sabía. ¿De qué maneras?
– Mediante la fuerza sexual, mediante la palabra y mediante el
pensamiento. La fuerza creadora es la misma, pero con distinto ropaje. Por tanto, se espera de nosotros que nuestros pensamientos, palabras y
ayuntamientos corporales se encaminen hacia lo positivo, es decir,
respectivamente, a crear formas de pensamiento positivas y constructivas y altruístas y amorosas; a pronunciar palabras justas y verdaderas y
consoladoras y auxiliadoras; y a la procreación, para dar ocasión de
renacer a otros hermanos que lo necesitan, como se hizo con nosotros.
¿Está clara la cosa ahora?
– Está clarísima.
– Pues bien, cuando nuestro pensamiento es negativo o nuestras
palabras son destructivas o nuestro acto sexual no se realiza debidamente, es decir, entre un hombre, polo positivo de la fuerza creadora, y una mujer, polo negativo, con lo que se complementan y compensan ambas polaridades, o se malogra esa compensación mediante el onanismo o los anticonceptivos o la homosexualidad, esa energía, esa fuerza creadora, ese fuego kundalini no encuentra su compensación y es derivada a la zona Purgatorial, única donde puede ser almacenada sin causar estragos, dada su inmensa potencia. Y, cuando el interesado, el que la derrochó creando pensamientos perversos o dañinos, o palabras mentirosas y provocadoras de desgracias o de errores, o realizando actos sexuales anormales, llega a ese plano del astral, esa energía, ese «fuego» es atraído magnéticamente por él y le es devuelto por medio de las fuerzas de Repulsión que le desgarran la capa externa del cuerpo de deseos. Y esa es una de las labores de los Luciferes: La de restituir a cada uno, mediante esa operación tan
traumática, el fuego creador que malgastó para que, cuando vuelva a
renacer, tenga a su disposición, la dosis apropiada y, si las consecuencias kármicas que su nuevo cuerpo refleje se lo permiten, pueda hacer de ella un uso adecuado. Ese es, pues, y ningún otro, el fuego del infierno que, como ves, no es como nuestro fuego, sino algo mucho más terrible, mucho más potente y mucho más irresistible, puesto que se trata de una fuerza cósmica.
– Ya comprendo. Está claro. ¿Qué más me puedes decir sobre el
Purgatorio?
– Podría estarte hablando días enteros. Te añadiré tan sólo que,
prácticamente, cuanto te he dicho se refiere a la zona profunda del
Purgatorio, la de la Pasión y el Deseo Sensual, donde se nos arranca a tiras literalmente la piel, la capa externa de nuestro cuerpo de deseos, si es que poseemos vibraciones afines a ella. Y donde uno, aparte de lo dicho, ha de enfrentar y sufrir toda serie de horrores, vejaciones, miedos y
monstruosidades. Es una zona donde todos los vicios y todas las maldades y perversiones andan sueltos y sin freno y campan por sus respetos; donde hay huracanes de odio y vendavales de lujuria y ciclones de ira y donde uno es asaltado y violentado y acorralado y despedazado por todas las fuerzas del mal. Te puedo asegurar que el tradicional infierno, con su fuego y sus demonios pinchándonos con sus tenedores es un cuento de niños comparado con lo que uno realmente ha de enfrentar y experimentar en la zona inferior del Purgatorio real. Porque, además, todo ello lo ha de experimentar en soledad, sin ayuda, sin amparo, con verdadera desesperación. Allí no hay nadie que ayude ni que se compadezca. No hay ninguna vibración positiva.
– ¡Qué espanto!. Y pensar que todo eso nos lo ganamos a pulso aquí…
Pero sigue, por favor.
– Una vez liberados de esa capa, pasamos a la siguiente Región,
llamada de la Impresionabilidad. En ella de nuevo se desarrolla ante
nuestra visión la película de nuestra vida, pero ya no aparecen en ella
nuestros pensamientos, palabras u obras viles y bajos en extremo, sino
nuestras deslealtades, nuestras intolerancias, nuestras pequeñas flaquezas y, aunque el desgarramiento de nuestra capa exterior continúa, el sufrimiento que ello nos proporciona es, lógicamente, menor. De todos
modos, allí nos damos cuenta del daño que hicimos y aprendemos las
correspondientes lecciones.
– Esto es ya más tranquilizador.
– Claro. Llegamos, pues, con ello a la tercera Región, la de los
Deseos, para consumir allí la tercera capa de nuestro cuerpo de deseos. Y de nuevo vemos la película de nuestra vida y nos aparecen nuestros
caprichos injustos y todo el mal que hemos hecho sin intención de hacerlo.
– No lo comprendo. ¿Quiénes pueden estar en ese caso de hacer mal
sin pretenderlo?. ¿Me pones un ejemplo, por favor?
– Por ejemplo, los escritores, que se dan cuenta allí del efecto
negativo de sus libros en los lectores; los editores, impresores y
vendedores de pornografía; los políticos que gobernaron erróneamente; y, en general, los responsables de cualquier daño o mal indirecto.
Con este repaso último a la vida, termina la permanencia en el
Purgatorio que, como te he dicho, tiene una duración aproximada, en
condiciones normales, de un tercio de lo que duró la vida que se purga. La estancia en el Purgatorio nos proporciona Rectitud para las próximas vidas.
En ellas no recordaremos los detalles, ni las escenas, pero sí poseeremos algo en lo más profundo de nuestro ser que hará que nos repugne hacer ciertas cosas, aunque otros las hagan. Ese es el fruto de la experiencia purgatorial.
– Es maravilloso. ¿Vamos ahora al cielo?
– No, aún no. La cuarta Región del Mundo del Deseo es un estadio
intermedio entre el Purgatorio y el Primer Cielo.
– ¿Y qué pasa en ella? ¿Quiénes están allí?
– Bueno, la principal característica de esta Región, llamada del
Sentimiento, es, precisamente, que en ella no pasa nada.
– ¿Nada?
– Me explico: Así como en las tres Regiones del Purgatorio reina la
oscuridad, absoluta en la primera, en ésta hay ya luz, pero se aparece como un gran desierto. A ella van a parar aquellos que no hicieron daño a nadie, pero tampoco hicieron bien, los que se limitaron a cumplir con sus deberes, con las normas, pero no participaron activamente en nada, ni militaron en ningún partido ni defendieron ninguna idea ni lucharon por nada, seres sin interés, seres sin fe.; y allí están, sobre todo, los que pensaban que con la muerte todo se acaba, los que no admitían más realidad que la material.
Claro, encuentran lo que ellos decían: Nada. Allí pasan siglos solos sin que ocurra nada. Allí no hay negocios ni hay cosa alguna que pueda atraerles.
Tan es así que la mayor parte piensan que están siendo víctimas de una
pesadilla interminable.
– ¿Y qué salida tienen?
– Realmente, están fuera de toda ayuda. Rechazan todo lo que no sea
material y, por tanto, siguen pegados a la materia y, cuando ascienden al
mundo celeste es para construír rápidamente nuevos vehículos y descender a la reencarnación. Pero, como tienen centradas sus conciencias en la vida material, no reciben suficiente provisión de los éteres superiores, ni de materia de las capas superiores del Mundo del Deseo ni del Mundo del Pensamiento, con lo que nacen con cuerpos enfermizos y poco inteligentes que, debido a su tendencia materialista, van degenerando vida tras vida, salvo que esos sufrimientos, esas vidas tan pobres les hagan, en algún momento, elevar sus pensamientos a otros planos y desear ascender y salir de tan triste situación.
– ¿Tan terrible es el materialismo?
– Hoy por hoy es la peor lacra, la que más está retardando la
evolución de millones de hombres.
– Claro. Por otra parte, si sólo creen en la materia y sólo desean lo
material, es lógico que obtengan lo que desean: Materia. No se pueden
quejar.
– No. Pero suelen hacerlo cuando las cosas no les van bien, sin saber
que son ellos los únicos causantes de sus desgracias.
– ¿Terminada esta Región?
– Aún quisiera decirte que de ella es de donde nacen nuestro interés o
nuestra indiferencia por las cosas.
– ¿Cómo, cómo?
– Una cosa puede producirte, al percibirla, dos impresiones: La del
interés o la de la indiferencia, ¿no?
– Sí, claro.
– Y ese interés puede ser: Positivo, en cuyo caso esa cosa te atraerá y
harás lo posible por conseguirla; o negativo, en cuyo caso la cosa en
cuestión te repugnará y harás lo posible por alejarte de ella.
– Es lo lógico.
– En el primer caso, pues, habrás puesto en marcha las fuerzas de
atracción; y en el segundo, las de repulsión.
– ¿Y en el caso de la indiferencia?
– No habrás puesto en marcha ninguna fuerza en ningún sentido.
Pasarás del asunto y en paz. Bueno, en paz no. Ya ves lo que ocurre a los indiferentes sobre estos temas, cuando van a parar a esta región fronteriza.
– Claro, ahora lo veo.
– En cambio, los que ponen en funcionamiento las fuerzas de
atracción o de repulsión hacen algo y luego recogerán sus consecuencias, con lo cual aprenderán y seguirán evolucionando, cosa que no harán los «tibios» que son, según las Escrituras, de quienes «Dios abomina».
– Está clarísimo.
EL PRIMER CIELO
– Pues vamos ahora a estudiar el llamado Primer Cielo, compuesto
por las tres Regiones superiores del Mundo del Deseo: La de la Vida
Anímica, la de la Luz Anímica y la del Poder Anímico.
– ¡Qué nombres tan bonitos y sugerentes!
– Sí que lo son, porque aquí el clima cambia radicalmente.
– ¿Y qué ocurre?
– Ocurre que en la inferior de las tres se visiona de nuevo la película
de la vida. Pero entonces aparece sólo todo el bien que hemos hecho a los demás y sentimos la gratitud, el afecto, el amor, la alegría, la felicidad, la gratitud y el afecto que ellos han sentido por nosotros. Porque, a partir de esta Región, actúa sólo la ley de atracción, que atrae las vibraciones
similares a la de nuestra «capa exterior», pero las suma a las de la misma,
con lo cual percibimos, incrementado, el bien realizado en su día. Con ello incorporamos a nuestra alma la oportuna lección.
– ¡Qué bien! Debe ser maravilloso.
– Ya lo creo. De ahí pasamos a la segunda Región que es, por decirlo
así, nuestro domicilio en este cielo.
– ¿Cómo? ¿Qué quieres decir?
– Que la mayor parte de los hombres permanece allí durante siglos.
– ¿Siglos?
– Sí. Estas tres Regiones superiores del Mundo del Deseo son los
planos de la luz, del color, de las flores y, dado que su materia es
moldeable y obedece instantáneamente a los deseos, cada uno puede
construir su casa o su mansión o su castillo o su palacio a su gusto, con
jardín y con flores y árboles de todo tipo, según su propio capricho. Y
puede incluso cambiar de apariencia personal, hasta el punto de que la
mayor parte de la gente tiene allí un aspecto joven y atractivo.
– Claro, es el cielo.
– Sí. Allí se puede uno reunir con los que le son afines, con los que
tienen los mismos gustos o aficiones. Es la casa del Amor y la Amistad.
Allí convive uno con sus parientes que le precedieron e, incluso, con los
que aún no han llegado.
– ¿Y cómo es eso posible?
– Porque el afectado emite un «duplicado» de sí mismo, consciente o
inconscientemente, según esté en planos superiores o en planos inferiores, de modo que el que está en esta Región del Primer Cielo convive con el lado bueno de sus parientes o amigos ya que ese duplicado reproduce exactamente todas las particularidades positivas que posee.
– ¿Es, pues, un mundo de alegría sin mezcla de amargura?
– Se está más allá de la influencia de las condiciones materiales y
terrestres. Cuanto más dura ha sido la vida, mejor será el descanso de que se disfruta. No hay enfermedad, ni tristeza ni dolor. Todos obtienen allí aquello por lo que aquí suspiraron. Aquí es donde están los que han muerto siendo niños, como ya te dije, y que reciben las enseñanzas que perdieron por falta de grabación de sus vidas anteriores. Allí son felices: Aprenden enseguida a manejar la materia astral y con ella construyen juguetes y personajes aparentemente vivientes, con los que experimentan aventuras y juegos sin fin. Cuando llegan, siempre hay allí algún pariente esperándolos para acogerlos. Y, si no, hay una pareja dispuesta a adoptarlos durante su estancia en este paraíso infantil, que dura entre dos y veinte años. Luego vuelven a la Tierra para continuar su evolución, pero con todas las lecciones aprendidas.
– ¡Qué hermoso!
– Sí. Pero lo es más aún la séptima Región del Mundo del Deseo o del
Poder Anímico.
– ¿Qué ocurre en ella?
– Es la Región de la Inspiración y la Contemplación.
– ¿Y eso por qué?
– Porque cada cual es feliz haciendo lo que más le gusta: El pintor,
creando cuadros maravillosos, verdaderas obras maestras, con colores
inverosímiles e inexistentes aquí; el poeta, componiendo verdaderas
maravillas de ritmo y rima y de contenido y de inspiración; el filántropo,
llevando a efecto sus planes y disfrutando de su realización; el estudioso
pudiendo acceder a todas las bibliotecas del mundo y consultando todo lo
que desee; el músico, aunque no ha llegado aún a su especial paraíso, que es el Mundo del Pensamiento, puede componer obras perfectas e
inspiradísimas; y así todos. Es, en verdad, el cielo.
– ¿Por qué el músico aún no ha llegado?
– El Mundo Físico es el Mundo de las Formas; el astral, mejor dicho,
sus tres Regiones superiores o Primer Cielo, es el Mundo del Color, Y el
Mundo del Pensamiento, donde están el Segundo y el Tercer Cielos, es el
Mundo del Sonido. Allí es, pues, donde los músicos, que son entre todos
los artistas, los que más arriba llegan con su arte y de más arriba reciben su inspiración y por eso su arte es la más fugaz, son verdaderamente felices escuchando y creando armonías jamás soñadas en esta vida.
– Es estupendo.
– Y, así como las tres Regiones inferiores del Mundo del Deseo o
Purgatorio es el hábitat de los Luciferes, las tres superiores o Primer Cielo
lo es de los ángeles y arcángeles. Allí viven y se desenvuelven, aunque,
debido a la gran diferencia evolutiva entre ellos y nosotros, la mayor parte
de los humanos que allí están, no se aperciben de su presencia y actuación.
Los que aquí tomaron conciencia de su existencia, sin embargo, pueden
allí verlos y oírlos perfectamente. También hay allí Elementales y
Artificiales. Y moran allí también los espíritus-grupo de los animales.
– ¿Cómo? ¿Qué? ¿Elementales en el cielo? ¿Artificiales? ¿Espíritus
grupo? Por favor, aclárame todo eso.
– Tranquilo. Por supuesto, lo mismo que en el Purgatorio hay
elementales, es decir, sustancia elemental, que vibra como aquellos planos, los hay también en el Primer Cielo y en los otros dos Cielos que se encuentran en el Mundo Mental. Sólo que son elementales de lo positivo.
Son los que cuando, por ejemplo, luchamos por cambiar un deseo negativo por otro positivo, nos ayudan fortaleciendo éste y haciendo que tendamos a repetirlo. Y, lo mismo que los magos negros manejan los elementales inferiores para que hagan lo que les mandan, los magos blancos manejan los superiores.
– ¿Y los Artificiales?
Los artificiales son seres que no tienen vida propia o, mejor dicho,
que no evolucionan, que no tienen espíritu. Son creaciones de los hombres o de los animales.
– ¿Por ejemplo?
– En el Purgatorio puedes encontrar al Conde Drácula, al Monstruo
de Frankenstein, a la Momia, a los hombres lobos, etc., que son creaciones mentales del hombre y que, a fuerza de repetirse y de recordarlas y de pensar en ellas y de poner en ellas la atención, han llegado a adquirir cierta permanencia. Y más de uno se lleva un gran susto cuando se encuentra, cara a cara, con una de estas creaciones que, por otra parte, resultan completamente inofensivas, aunque en ese mundo son tan reales como nosotros aquí. Allí están, pues, y por allí funcionan. Y, de la misma manera, en el Primer Cielo se encuentran los Tres Reyes Magos con sus pajes y sus camellos, el Papá Noel con su trineo y sus renos y sus sacos de juguetes, Blanca Nieves y los Siete Enanitos, así como todas las Vírgenes que, bajo mil advocaciones, son veneradas por sus devotos en distintos lugares y que, en respuesta a los deseos de aquéllos, se les aparecen con frecuencia. Y allí están también las creaciones de los animales. Todos ellos son Artificiales positivos que sirven para hacer la vida agradable a quienes con ellos quieren departir o distraerse o rezarles o reverenciarlos.
– ¿Y los Espíritus-Grupo de los animales?
– Los animales aún no han alcanzado la individualidad, es decir, aún
no tienen mente y su Yo Superior aún no ha penetrado en el cuerpo físico; por tanto, aún no son conscientes de su propia existencia como individuos, de que son ellos y, consecuentemente, no son responsables de sus actos.
Por eso su evolución está siendo dirigida por determinada categoría de
arcángeles, cada uno a cargo de una especie animal o de un grupo
numeroso. Es como si fuese un solo espíritu con muchos cuerpos físicos.
De ese modo evoluciona el arcángel, aprendiendo cómo defender la vida
de sus pupilos, cómo protegerlos, cómo perpetuarlos, etc. Los animales,
por su parte, comparten sus experiencias.
– ¿Puedes aclararme esto último?
– Claro. ¿Tú te has fijado en los trucos que usan los animales para
alimentarse o para salvarse de sus depredadores? Cada uno ha desarrollado determinadas características: Unos, la velocidad; otros, el tamaño; éstos, la fuerza; aquéllos, el mimetismo; algunos, el veneno, etc. Unos emigran para la reproducción; otros invernan, etc. Pues todo eso ha sido ideado y puesto en práctica por el Espíritu-Grupo de cada especie que, con ello, está aprendiendo y, por tanto, evolucionando.
– ¿Y, por ejemplo, esos grupos de ballenas que quedan varadas y
mueren en la orilla del mar, a qué se deben?
– Se trata, sencillamente, de errores de cálculo del Espíritu-Grupo
respectivo que, no cabe duda, aprenderá así la lección.
– Es impresionante.
– Y te voy a decir una curiosidad: En el Primer Cielo, esos arcángeles
que son Espíritus-Grupo de determinadas especies animales, cada uno
aparece con el rostro de los animales de la especie que dirige. Es decir, que el Espíritu-Grupo de los conejos, aparecerá con cabeza de conejo y el de los gatos, tiene cabeza de gato.
– ¡Qué horror debe ser encontrarse con el Espíritu-Grupo de los
escarabajos, por ejemplo!. ¿No?
– No, porque, si bien tienen esos rostros, no causan ninguna
impresión desagradable. Son seres inteligentes y amables.
– ¿Pero cómo evolucionan los animales?
– Cuando uno muere, además de grabar su vida en un átomo-simiente
superior, la «vuelca o la vacía» en una especie de depósito común a la
especie. Y luego, cuando va a renacer, toma de ese depósito los materiales para formar sus cuerpos. Con ello, toda la especie evoluciona a la par. Y por eso ves que, menos las especies más avanzadas que están ya al borde de la individualización, como los perros, gatos, elefantes, caballos, etc., todos los miembros de la especie responden del mismo modo al mismo estímulo, de modo que se puede prever cuál será su conducta. Sin embargo eso no es posible con el hombre, ya individualizado porque, ante el mismo estímulo, cada hombre responde de modo diverso, por la sencilla razón de que cada uno es ya una especie distinta, puesto que tiene un espíritu interno independiente.
– Ahora comprendo cómo los peces, a veces formando grupos de
miles de ejemplares, son capaces de reaccionar todos a la vez y cambiar de dirección o huir o esconderse, con una uniformidad asombrosa; o cómo las aves migratorias adoptan esas formaciones que las hace parecer un organismo. O como las hormigas constituyen realmente un organismo.
. Exacto. Todo eso, y muchas cosas más, constituyen la labor del los
Espíritus-Grupo.
– Una cosa: Has hablado de las creaciones de los animales, o algo así,
que hay en el Primer Cielo. ¿A qué te referías?
– Ah, sí. Verás. Si un perro, que es uno de los animales más
evolucionados, muere encariñado con su amo como sólo los perros saben hacerlo, en el Primer Cielo llevará una existencia más corta que los
hombres, pero feliz, hasta que deba renacer. Pero, entretanto él, mediante la imagen de su amo que conserva en la memoria y su deseo de estar con él, crea un artificial que responde exactamente a lo que el perro ama de su amo, de modo que puede estar y jugar con él permanentemente y gozar de su compañía.
– Es enternecedor.
– Sí. El Primer Cielo es un lugar en donde no hay penas. Todo es
hermoso. Pero aún quiero decirte algo sobre la séptima Región del Mundo del Deseo que es la superior del Primer Cielo.
– ¿Qué?
– Es la región adonde va a parar la élite de la Humanidad, mientras
que la masa queda en la sexta Región. Y ello, sencillamente, porque
aquélla está hecha de materia de los más altos ideales, bien artísticos, como te he dicho antes, bien filantrópicos, bien devocionales. Y,
desgraciadamente, no todos poseen en sus cuerpos de deseos estas materias en grado suficiente para vibrar conscientemente en esta Región. Pero hay algo especial en ella digno de mención.
– ¿Y qué es?
– Cristo, la Segunda Persona de la Trinidad, el más alto iniciado de la
oleada de vida de los arcángeles, un día, a lo largo de Su evolución, tuvo
cuerpo de deseos y, aunque ahora ya no tiene necesidad de centrar en él Su conciencia, no obstante, con el fin de ayudar a quienes se encuentran en esta Región del Poder Anímico, a las doce de medianoche desciende hasta allí cada día.
– ¿Es posible?
– Es certísimo. De ese modo, todos los que allí están pueden recibir
cada día un impacto espiritual que les confiere comprensión de las leyes
naturales que rigen el mundo y ser, en su próxima encarnación, como una
luz que guíe a los demás. También en ese plano, todos los estudiantes de
estos temas reciben directamente de los ángeles y arcángeles instructores multitud de lecciones maravillosas que aceleran considerablemente su evolución. Y con esto hemos terminado la estancia en el Primer Cielo.
– ¿Y qué pasa luego?
– Pues pasa que el Espíritu impulsa a su cuerpo mental a elevarse a su
plano, con lo que el cuerpo de deseos muere y la vida se retira al Mundo
del Pensamiento, incorporándosele los átomos-simiente de los cuerpos
físico, etérico y de deseos.
– ¿Y el cuerpo de deseos se descompone?
– No exactamente. La materia de deseos, a diferencia de la física,
posee una vida, digamos, autónoma, de modo que el cuerpo de deseos
desechado, que se llama «cascarón», queda flotando en el Mundo del
Deseo. Tiene, además, la particularidad de conservar algo de memoria de
la vida pasada y algunos de los sentimientos del que fue su propietario.
– ¿Y qué ocurre con esos cascarones?
– Lo lógico es que sus materiales vayan siendo aprovechados por los
espíritus que vibran de igual modo y que van a renacer y están acopiando
material de deseos para su propio vehículo. Los cascarones, pues, quedan llenos de agujeros y desgarrones a medida que van siendo desgajadas de ellos determinadas porciones de materia con determinadas vibraciones.
– ¡Qué horror!
– Nada de eso. ¿Es que tú no incorporas al comer vegetales, los restos
mortales descompuestos de otros seres, humanos o no, y sus excrementos?
En la naturaleza se siguen unas pautas muy lógicas y económicas. Y es
más lógico asimilar la materia que ya vibra como uno mismo, que tener
que luchar con una vibración distinta para poderla asimilar.
– Es lógico, sí.
– Lo que ocurre con los cascarones es que, frecuentemente, son
ocupados por elementales, que disfrutan de lo lindo haciendo creer a los
asistentes a las sesiones de espiritismo, que son el propio personaje
evocado y que, si se trata de personalidades históricas como Napoleón o
Julio César o Cleopatra, hace muchos años que dejaron el Mundo del
Deseo. Por eso, generalmente, las manifestaciones de esos «espíritus»
suelen ser una serie de lugares comunes cuando no de incongruencias y de tonterías. Fíjate en que sólo puede establecerse contacto en esas sesiones con las personas que se encuentran en el Purgatorio. Los que están más arriba ya no reciben esas «llamadas». Así que lo que se puede recibir en esas sesiones es sólo negativo. Su única ventaja, si es que así puede llamarse, es que le hace a uno convencerse, más o menos, de que existe algo tras la muerte. Lo que ocurre es que ese algo que se vislumbra es tan descabellado, tan ilógico, tan poco edificante, que uno casi preferiría que ese más allá que se le muestra no existiese en realidad. Porque lo que ve son sólo tristezas, emociones no controladas, palabras sin sentido, peticiones irracionales, puro cuerpo de deseos sin pizca de inteligencia ni de razonamiento… y todo eso a cambio del inmenso peligro de terminar obsesado por un desencarnado nada escrupuloso, porque está precisamente en la zona inferior del Purgatorio, y que lo que quiere es vivir en nuestro cuerpo, de la forma que a él le apetezca. O por un elemental, como ya te expliqué.
– Ahora comprendo las cosas que cuenta que suceden durante esas
sesiones, claro.
– Sí. Se aprovechan de los ingenuos y, o los obsesan o se ríen de ellos
haciendo payasadas con los objetos de la sala o con apariciones extrañas o con mensajes ininteligibles, etc. En fin, un peligro innecesario, ninguna
lección interesante o, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo.
– Pues también en este campo es importante que se conozca la
verdad.
– La verdad es siempre interesante conocerla. Es la única cosa que
puede soportar todos los exámenes, todas las calumnias y todas las
difamaciones sin verse afectada. Al final resplandece siempre. Pero vamos a seguir con nuestro tema y penetremos en el Mundo del Pensamiento.
– De acuerdo, te escucho.
LA REGIÓN FRONTERIZA
– Contra lo que se pudiera creer, no se pasa directamente del Primer
Cielo al Segundo Cielo.
– ¿No? ¿Y por qué?
– El Espíritu, desprendido de su Cuerpo de Deseos, se retira, envuelto
en su Cuerpo Mental, al Mundo del Pensamiento. Ese paso de un mundo a otro, sin embargo, se realiza esta vez sin pérdida de consciencia. Uno está perfectamente lúcido de que sale de un estado para ingresar en otro, y ello le produce una inmensa felicidad. Este período se llama del «Gran
Silencio», porque todo está acallado y tranquilo y uno se siente solo en
medio del cosmos, pero deliciosamente bañado en la inefable armonía del universo. Tiene la sensación de estar regresando al propio hogar tras una larga ausencia. No puede pensar, ninguna facultad está viva pero uno sabe, siente, que es. Tiene el sentimiento, la certeza de encontrarse en el «Gran Siempre» y su alma se llena de felicidad.
– Debe ser maravilloso.
– Lo es, en verdad. Es como la promesa o, mejor, la seguridad de algo
sublime a lo que uno se aproxima.
EL SEGUNDO CIELO
Tras esto, uno penetra ya en el Segundo Cielo, que comprende las
cuatro primeras capas del Mundo del Pensamiento y que también recibe el nombre de Región del Pensamiento Concreto. Está constituído el Segundo Cielo por las citadas cuatro capas que, en orden ascendente, se denominan, respectivamente, Región de los Arquetipos de la Forma, de los Arquetipos de la Vitalidad Universal, de los Arquetipos de los Deseos y Emociones y de los Arquetipos del Intelecto.
– ¿O sea, que también aquí hay capas o estratos de distinta densidad?
– Sí, claro. El Mundo del Pensamiento, como todos los siete Mundos
que forman nuestro campo evolutivo actual, está formado por siete capas.
Las cuatro inferiores forman, como he dicho, el Segundo Cielo, y las tres
superiores, el Tercer Cielo. Podría, sin embargo, considerarse a aquél
como un espejo que refleja lo de arriba en los planos inferiores y lo de
abajo en los superiores.
– ¿Cómo es eso?
– Tú sabes que lo inferior siempre procede de lo superior. Es, por así
decirlo, cristalización de algún modelo o arquetipo que está más arriba,
¿no?
– Sí.
– Pues, considerando la cuarta capa del Mundo del Pensamiento y,
por tanto la mente, que está formada de esta materia, como línea de
reflexión, el Tercer Cielo, llamado también el Mundo del Espíritu Humano
o Región del Pensamiento Abstracto, y que es la sede del tercer aspecto de
nuestro Espíritu Virginal, se refleja en el Mundo del Deseo.
– Perdona, pero no lo entiendo.
– Bueno, empezaré por el principio. Nuestro Espíritu verdadero, esa
chispa divina que, a lo largo de la involución primero (o descenso a la
materia alejándose de Dios) y de la evolución después (ascenso o
acercamiento a Dios) ha de despertar de su sueño, adquirir autoconsciencia y desarrollar todas las facultades divinas que, como parte de Dios que es, posee en estado de latencia, se manifiesta, igual que el Dios del que procede, en tres aspectos: El Espíritu Divino, el espíritu De Vida y el Espíritu Humano. Y, así como el Espíritu Virginal, la Mónada, la chispa divina o nuestro verdadero Yo, como quieras llamarlo, se sitúa en el Mundo de los Espíritus Virginales, su primer aspecto, el Espíritu Divino, que no es más que un duplicado del primer aspecto de la Trinidad, el Padre, se sitúa un escalón, un mundo más abajo, es decir, en el Mundo del Espíritu Divino; su segundo aspecto, duplicado del segundo aspecto de la Deidad, el Cristo, y que es el Espíritu de Vida, se sitúa en el siguiente mundo, el Mundo del Espíritu de Vida; y su tercer aspecto, reflejo del tercer aspecto de Dios, el Espíritu Humano, se sitúa en un mundo aún más denso: El Mundo del Espíritu Humano que es, precisamente, el Tercer Cielo, o sean, las tres capas superiores del Mundo del Pensamiento. ¿Me sigues?
– Ahora, sí. Perfectamente.
– Pues el proceso sigue hacia abajo, hacia los planos más densos.
– ¿Cómo?
– Aquí ya es por reflexión. Verás: El Espíritu Humano se refleja en el
Cuerpo de Deseos, de modo que entre ambos existe una relación especial; el Espíritu de Vida, en el Cuerpo Vital o Etérico; y el Espíritu Divino, en el Cuerpo Físico. Lo más elevado, pues, se refleja en lo ínfimo. Por eso se dice que la mente, hecha de la materia de la cuarta capa del Mundo del Pensamiento, como te he dicho, es una lente o, mejor, un espejo, que refleja lo superior en lo inferior y viceversa. Porque, además, sirve de conexión entre lo de arriba y lo de abajo que, sin ella, estarían
desconectados, como ocurre aún con los animales, que no han recibido aún el eslabón de la mente y que por eso necesitan un espíritu-grupo que haga el papel de nuestro Triple Espíritu y de nuestra mente. ¿Lo comprendes ahora?
– Perfectamente. Ahora está claro. Y es impresionantemente
maravilloso.
– Pues sigamos. Al penetrar en el Segundo Cielo, uno experimenta la
sensación de estar bañándose en un océano de armonía; escucha los ecos de la «música de las esferas», el crepitar de los astros en su marcha a través del espacio, emitiendo cada uno su nota-clave y formando entre todos una sinfonía inconcebible en esta vida. Algunos iniciados hay aquí que son capaces de escuchar esa Música de las Esferas y de bañarse en su infinita armonía, lo cual les produce raptos de llanto y felicidad totalmente inefables. Así, experimentando todo esto, comprende uno en el Segundo Cielo la descripción del universo como un gigantesco instrumento musical y ve en él la célebre «Lira de Apolo», formada por la caja, constituída por los doce signos zodiacales, y las cuerdas, que son los planetas, todos ellos interpretando la sinfonía cósmica en una armonía infinita. Y comprende que ese sonido, esa armonía sonora, es el fiat creador permanente que mantiene el universo entero en pie. Allí uno se da cuenta de la existencia y la necesidad de esa armonía universal, de esa dependencia de la parte del todo y del todo de la parte, y sin la cual nada existiría. Allí el hombre se conciencia de que forma parte de un conjunto, de una oleada de vida y que no es más que una parte de ella, necesaria, pero sólo una parte y que todo es de todos y que el egoísmo ha desaparecido y hasta el saber es patrimonio común, tanto el propio como el de los demás y tanto el de la última encarnación como el acumulado a lo largo de toda la evolución por toda la oleada de vida, desde su nacimiento a la existencia.
– ¿Todo eso se conoce allí?
– Allí se encuentran los verdaderos Registros Akásicos o Memoria de
la Naturaleza. Y el hombre allí puede consultar cuanto desee y ver todas
sus vidas pasadas, desde que era una célula o, antes aún, desde que era un mineral, y comprender el cómo y el por qué de todas esas vidas y de cada uno de los personajes o papeles que ha tenido que representar para adquirir el conocimiento que posee. Y…
– ¿Y allí vamos todos, una vez abandonado el Primer Cielo?
– Ir, vamos todos. Lo que ocurre es que unos van con plena
consciencia y otros inconscientemente. Porque allí hay que hacer unos
trabajos importantes para la propia evolución y para el mundo. Luego lo
veremos.
– De acuerdo.
– Igual que en el Mundo del Deseo, uno asimila las lecciones
derivadas de los sentimientos, las emociones y los deseos y los incorpora
al alma, en el Mundo del Pensamiento hace lo propio con las lecciones
derivadas de su actuación mental. Por eso solamente quienes han
ejercitado el pensamiento en esta vida, pueden tener vida consciente en el Mundo del Pensamiento. Los que no lo han hecho, no poseen en sus
Cuerpos Mentales átomos que vibren con la misma vibración de ese
mundo tan elevado.
– Lo comprendo. Y es lógico.
– Por tanto, el ejercitar aquí la mente, el pensar, el meditar, es
asegurarse una vida consciente allí y dar un paso importante en la propia
evolución. Quien aquí se queda en las emociones, lógicamente, no puede
aprender nada allí, porque nada entiende. Ten en cuenta que la mente está aún en su estado mineral Y, realmente, aún nos cuesta mucho no digo dominarla, sino sólo manejarla.
– ¿Tú crees?
– Por supuesto. ¿A qué atribuyes tú el que, incluso a la mayor parte
de los estudiantes que son, teóricamente, los que más cultivan la mente, les resulte más difícil aprender o interesarse por las matemáticas que, por
cualquier otra materia? Sencillamente a que las matemáticas son puro
pensamiento, sin mezcla de emoción, es decir, puro manejo de la mente, y la mente es difícil de manejar y de dominar y, por tanto, de concentrar y es mucho más cómodo no hacerlo.
– ¡Claro! No se me había ocurrido, pero es perfectamente lógico.
– Eso no quiere decir, sin embargo, que todo el mundo tenga que
estudiar una carrera y preferentemente de Matemática Pura. No. Lo que
quiere decir es que hemos de aprender a vencer las emociones y a
racionalizarlas y a pensar antes de actuar y a reflexionar y a estudiar los
problemas de la vida. Y eso se puede hacer igual habiendo ido a la
universidad que no habiéndola pisado siquiera. Por supuesto que el estudio facilita el hábito de pensar y, por tanto, el estudio es aconsejable, pero no es indispensable. Se puede ser un gran pensador sin ningún conocimiento científico.
– Lo comprendo. Está clarísimo.
– En el Segundo Cielo, además, estudiamos nuestros propios
pensamientos y formas mentales creados en la última vida con todo detalle.
Porque allí los pensamientos son cosas y podemos así descubrir nuestros
errores de pensamiento, con lo cual incorporamos a nuestra alma las
oportunas enseñanzas.
Se absorbe allí también la quintaesencia de los tres cuerpos inferiores
en el Triple Espíritu: Lo que haya aprendido el hombre sojuzgando sus
pasiones y emociones, lo absorbe el Espíritu Humano, proporcionándole
una mente más evolucionada para el futuro; lo que haya espiritualizado el
Cuerpo Vital, quedará amalgamado al Espíritu de Vida, asegurándole un
Cuerpo Vital más fuerte y un mejor temperamento en la vida por venir; lo
que haya aprendido con la rectitud en el obrar, se asimilará por el Espíritu
Divino y le proporcionará en el futuro un ambiente mejor y más
oportunidades de crecimiento espiritual. Y todo ello porque, como sabes,
la espiritualización de los vehículos se realiza mediante el cultivo y
desarrollo de la observación, el discernimiento, la memoria, la devoción, la oración, los ideales elevados, la concentración, la perseverancia, la
meditación y el correcto empleo de las fuerzas vitales. Pero tampoco es
esto sólo lo que hacemos en el Segundo Cielo, donde permanecemos
durante varios siglos.
– ¿Siglos?
– Sí.
– ¿Qué otra cosa hacemos?.
– Colaborar con las fuerzas de la naturaleza.
– ¿Y cómo hacemos eso tan raro?
– Ten en cuenta que allí están los arquetipos de todo lo que existe
más abajo. En la primera zona, los del Mundo Físico, es decir, los de las
montañas, los ríos, los valles, los animales, las plantas, nuestros cuerpos
físicos, etc. Allí se construyen los moldes que, proyectados luego en el
Mundo Físico, lo configurarán en el futuro. Por tanto, al colaborar nosotros en esa labor, estamos preparando el ambiente en el que se desarrollará nuestra próxima encarnación, así como el cuerpo físico de que en ella dispondremos.
Las Jerarquías que rigen nuestra evolución nos ayudan y nos enseñan
a confeccionarlo, pero somos nosotros los que decidimos, si estamos lo
suficientemente avanzados y conscientes en ese plano (porque si no, lo
deciden ellas, de acuerdo con nuestro karma), cómo será ese cuerpo físico y qué características tendrá: Los pintores, por ejemplo, necesitan una sensibilidad especial para los tonos de los colores; los escultores, para la forma; los arquitectos, para el volumen; los músicos, para el sonido. Éstos, por cierto, se encuentran allí en el mundo del sonido, o sea, en «su mundo».
En esta vida, las obras de los arquitectos, de los escultores y de los
pintores, que buscan y encuentran su inspiración en el Mundo del Deseo,
son más duraderas; mientras que la música, cuyas raíces y cuya inspiración se encuentran más lejos del Mundo Físico, en el Mundo del Pensamiento, es más fugaz. Allí, sin embargo, en su propio mundo, la música es tan permanente como aquí la pintura.
– Todo esto es asombroso.
– Sí que lo es. Y nos hace darnos cuenta, a la vez, de nuestra propia
importancia y de nuestra propia insignificancia y de la magnitud y
perfección de la Creación y de la armonía del plan divino, y nos obliga a
adorar a quien ha contado con nosotros para colaborar con Él en tamaña
maravilla. Lo que ocurre es que, luego, cuando llegamos aquí abajo, con
las influencias negativas que nos acosan y las que traemos como herencia del pasado, vemos generalmente las cosas de otro modo muy distinto que allí, donde no llega nunca ninguna vibración negativa.
– Claro, es lógico. Y uno, conociendo ahora todo esto, se hace el
firme propósito de enmendarse, de poner atención y de arrimar el hombro
en esta magna obra que es la vida.
EL TERCER CIELO
– Bien. Terminada nuestra estancia en el Segundo Cielo, asimiladas
totalmente las lecciones de la última encarnación, preparados los distintos
ambientes y los arquetipos de los vehículos para la próxima vida y disuelta la Mente en el Triple Espíritu, pasamos al Tercer Cielo, llamado también Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento y que comprende las tres capas superiores de éste último. En él, por medio de su inefable armonía, nos fortalecemos para nuestra próxima inmersión en la materia. Y así, pasado algún tiempo, generalmente en estado inconsciente, salvo los muy evolucionados, empieza a acometernos el deseo de nuevas experiencias, de nuevos conocimientos. Y ello, obedeciendo inconscientemente las fuerzas cósmicas que rigen el plan divino y que lo impulsan todo, ininterrumpidamente, hacia adelante, las mismas que aquí hacen que el huevo se convierta en polluelo y la semilla en árbol y el capullo en flor. Ese deseo de nuevas experiencias hace que se nos sometan por las Jerarquías, varios proyectos de vida, que contienen las líneas generales de las mismas, los acontecimientos principales y el karma maduro, que no podemos evitar, y entre las cuales podemos elegir libremente para, durante nuestra estancia aquí, ir rellenando mediante el ejercicio de nuestra libertad, los huecos del esquema elegido, aquello que dejaba sin cubrir.
– ¿Pero cómo vemos esas vidas entre las que hemos de elegir?
– Viene a ser como el panorama que veíamos, tras la muerte, pero con
algunas variaciones.
– ¿Cuáles?
– Primera, que los acontecimientos pasan en el orden normal, es decir,
primero las causas y luego los efectos, para que veamos que cada causa
produce su efecto, a diferencia del panorama post mortem en el que se nos mostraba, primero el efecto y luego la causa, a fin de aprender la lección de que cada efecto tiene su causa. Segunda, que en ese proyecto de vida sólo aparece lo principal: El cuerpo cuyo arquetipo ya creamos, los padres que tendremos, la raza, la clase social, el ambiente, el cónyuge, los años que viviremos, la clase de muerte, muy frecuentemente los hijos, etc. así como las enfermedades o malformaciones o deficiencias o debilidades debidas a errores cometidos en vidas anteriores y cuyas consecuencias ha llegado el momento de afrontar. Todo lo demás está, por así decirlo, en blanco y es nuestro cometido rellenarlo con nuestros pensamientos, palabras y actos, del mejor modo posible, utilizando las facultades que hemos desarrollado y tratando de adquirir las más posibles. Ese «relleno» que haremos durante la próxima vida, será lo que producirá nuevo karma en el peor de los casos, o nuevo avance en la evolución.
– Es estupendo y se comprende todo tan bien… Pero quisiera
preguntarte algo que me ronda por la mente hace tiempo.
– ¿Y qué es?
– Que, si en esos planos existe tanta armonía y tanta sabiduría y se
está tan bien, ¿por qué hemos de descender una y otra vez a la materia y
sufrir y pasarlo tan mal? ¿No podríamos quedarnos allí y recibir
directamente todo ese conocimiento?
– A primera vista da la impresión de que tienes toda la razón. Pero en
tu argumento hay un error de principio.
– ¿Cuál?
– Que partes de la base de que nacemos para ser felices, cuando la
realidad es que nacemos para aprender. Aprender a convertirnos en dioses creadores. Pero hemos de llegar a ser capaces de crear mundos felices y perfectos, lo más perfectos posible. ¿Tú consideras que el dolor, en esta vida, es desagradable?
– Por supuesto.
– ¿Y consideras que es innecesario?
– Hombre, supongo.
– ¿Qué ocurriría si no sintieses dolor cuando te arrimas al fuego?
– Que ardería, claro.
– ¿Y qué es preferible, el dolor en un punto de tu cuerpo o el arder
completamente?
– Por supuesto, lo primero.
– En el Mundo Físico, pues, comprendes la necesidad del dolor, ¿no?
– Sí.
– Pues en el Mundo del Deseo y en el del Pensamiento, es lo mismo:
Si ultrajamos la moral y pensamos destructivamente, el dolor subsiguiente
nos hará aprender la lección y rectificar e ir teniendo emociones y
pensamientos cada vez mejores y más constructivos y más positivos y más a tenor de las leyes naturales, ¿no?
– Sí.
– La experiencia es, pues, el conocimiento de los efectos que siguen a
nuestros actos y ese es el objeto de la vida, además del de desarrollar la
voluntad, que no es sino la fuerza con que aplicamos luego el contenido de la experiencia. La experiencia, pues, hemos de adquirirla. Así lo dispone el plan divino y eso es inapelable. Es como si me dijeras que por qué hemos de comer para vivir, que podríamos vivir del oxígeno del aire, con lo cual todo resultaría más fácil. Y yo te diría, pues sí, sería más fácil, pero lo cierto es que si quieres vivir sólo del oxígeno del aire, te morirás y, si quieres seguir viviendo, tendrás que comer. Está previsto así y así ha de ser, ¿comprendes? ¿Te sientes con fuerza para enmendar la plana a Dios después de todo lo que hemos estudiado? ¿Te crees con conocimientos suficientes para pretender que tú harías un mundo mejor y con resultados mejores? Francamente, lo dudo.
– Sí, es cierto. Comprendo que yo lo veo sólo desde mi punto de vista
egoísta y parcial de este plano.
– Lo que siempre estará en tu mano es adquirir esa experiencia, esos
conocimientos, esa evolución, bien sin sufrir en absoluto, viviendo como el plan divino te ha previsto, o ir por el otro camino, haciendo lo que te
apetece aquí, aunque no sea lo que más te conviene allí, y sufrir lo
indecible durante innumerables vidas para llegar al mismo punto que por el otro camino, pero mucho más tarde. Eso sí que está en tu mano.
– Lo comprendo. Es cierto.
– Pero eso ya es otro tema que nos aleja del que nos ha ocupado
durante esta conversación. Creo que hemos cumplido con la demanda
inicial que hiciste.
– Completamente. No puedes imaginarte lo sugerente que ha resultado
todo, lo claro que los has expuesto y lo convincente, lógico y atractivo que
resulta el tema, una vez conocido en profundidad. Sinceramente, gracias.
– Completaré lo dicho con unos cueantos poemas míos relativos al tema d
ela muerte:
SI EL TIEMPO NO TUVIERA TANTA PRISA
Si el tiempo no tuviera tanta prisa
en llevárseme, presto, de este mundo
y pudiera vivir cada segundo
sin dejar de saber mirar atrás;
si pudiera olvidar que el tiempo pasa
y he de seguirlo, inerme, en su carrera,
y valorase así mi vida entera
sabiendo que ya nunca volverá,
¡Qué distinto sería mi futuro,
que es, sólo, consecuencia del pasado!
Y ¡qué feliz, tranquilo y relajado
podría por la vida transitar!
CUANDO, ACABADO EL PLAZO…
Cuando, acabado el plazo, mi vida ya no aliente,
¿Que quedará en el mundo de mi paso por él?
¿Quedarán mis riquezas, mis poderes, mis honras,
mis honores, mis triunfos, mis saberes, o qué?
¿En qué se habrán tornado mis esfuerzos continuos,
mis fracasos, mis éxitos, mis temores, mi fe,
mis ensueños, mis prisas, mis trastornos, mis penas…
Y de lo que fui y tuve, ¿yo qué me llevaré?
¿DÓNDE ESTA LA VIDA?
Ya al nacer, empezamos a morir,
pero, cada minuto que morimos
nos acerca, sin pausa, a un revivir
al llegar al final de este camino.
Nacer y morir; morir y nacer.
cual flujo interminable al sol marino,
ascendiendo en la escala de la vida
en brazos de un mistérico destino.
¿Y dónde está la vida? ¿Aquí o allá?
¿Y cuál es de estas vidas el sentido?
¿Y qué de mi se espera en esta ida
y este regreso siempre repetidos?
TU HUELLA EN EL MUNDO
¿Tú crees que, cuando mueras,
no quedará de ti memoria alguna?
De aquello que tú eras,
de tu vital fortuna,
de tu decir y tu pensar… ¿ninguna?
¡Estás equivocado!
Todo lo que tú haces queda unido
a lo que has deseado,
a todo lo sentido
y a lo que en tu interior se ha producido.
Y, como parte que eres
de un todo superior, que es más profundo,
aún si tú no lo quieres,
tu aspecto más fecundo
recrea cada instante todo el mundo.
Y todo el mundo tiene
algo de ti, sin que tú lo pretendas;
y, en el tiempo que viene,
en todo habrá las prendas
de lo que, sin saberlo, al mundo ofrendas.
Procura, pues, que el fruto
de tu boca, tus actos y tu mente,
constituya un tributo
positivo y decente
que haga un mundo mejor para la gente.
LA GRAN NIVELADORA
Todo lo iguala la muerte
sin mirar lo que uno fuera.
En llegando,
a todos su justa suerte,
imparcial y justiciera,
va asignando.
Y al mal rey, tan venerado
por ministros y bufones
y vasallos,
lo pone en el mismo estado
que a sus pajes y peones
y serrallos.
Y al mendigo, despreciado,
pero noble en su pobreza
y devoción,
lo eleva, cual coronado
o miembro de la nobleza,
en su jergón.
Y al rico, ya sin riquezas,
y al noble, ya sin honores,
simples hombres,
los igualan sus larguezas,
sus vicios o sus horrores,
no sus nombres.
Y al honrado y al amable
y al honesto y al paciente,
con fervor,
los hermana, inimitable,
con la luz resplandeciente
del amor.
Porque, lo que a ella le importa,
terminada la función,
no es el traje
sino, en esta vida corta,
cuál fue la interpretación
del personaje.
NO SÉ CUÁNDO SERÁ…
Se va acercando el día en que, cumplido
el ciclo de mi vida en este plano,
deba pasar al otro, de la mano
de lo bueno y lo malo producido.
Entonces, se acabó lo que he tenido,
lo que fui, sucedido ya lejano,
lo que hice o no hice con mi hermano
y hasta lo que soñé, desprevenido.
Pero sé que, inmediato a esa partida,
me espera un Dios de amor, en el extremo,
abriéndome los brazos a otra vida
más plena, más hermosa, y con baremo
más justo y más sublime: Más cumplida.
No sé cuándo será, mas no lo temo.
* * *

La concentración

LA CONCENTRACIÓN. QUÉ ES Y CÓMO FUNCIONA
por Francisco-Manuel Nácher

Si bien el título de la conferencia es “La Concentración. Qué es y
cómo funciona”, no sería lógico ni oportuno empezar, sin más, a hablar
de ella sin antes hacer una somera exposición de la composición del ser
humano, de sus vehículos y de su funcionamiento. Y ello en beneficio,
no sólo de quienes no conocen aún en profundidad la Filosofía
Rosacruz, sino incluso de quienes ya están familiarizados con ella, ya
que siempre es posible un nuevo punto de vista que sirva de germen para
un enriquecimiento posterior. Empecemos, pues.
1.- Objeto de la Fraternidad. Evolución. Consecuciones. Medios.
2.- Las columnas: Observación, Discernimiento, Concentración
Meditación, Retrospección, Oración, Contemplación y Adoración.
3.- Constitución del hombre: Tres espíritus (Divino, de Vida y
Humano), mente y tres cuerpos (físico, etérico y de deseos). Relaciones.
Las tres almas: Alma Consciente, del Cuerpo Denso, para el Espíritu
Divino; Alma Intelectual, del Cuerpo Vital, para el Espíritu de Vida; y
Alma Emocional, del Cuerpo de Deseos, para el Espíritu Humano.
4.- Fines de la vida: Desarrollo de la mente y de la voluntad y
espiritualización del carácter, lo cual equivale a adquirir experiencia.
5.- El cuerpo denso, el más importante: Autoconciencia, base de
todo desarrollo espiritual.
Los pensamientos y los deseos necesitan contrastar su perfección o
defectos y su bondad o no, en el mundo físico. De ahí la necesidad de
éste para desarrollar la mente.
6.- Cuerpo vital. Éteres y funciones. Dos capas. Relaciones de la
superior con las regiones superiores de los cuerpos de deseos (vida
anímica, luz anímica y poder anímico) y mental (región aérea y región de
las fuerzas arquetípicas) y el Espíritu de Vida, ya que todos se
compenetran.
Los éteres están mezclados con los correspondientes estratos del
cuerpo de deseos y del cuerpo mental, es decir, el éter de luz, se mezcla con la penúltima capa de las superiores de ambos cuerpos, y el éter reflector, con la última capa de los dos. Por tanto, si, mediante la
pronunciación de una oración, por ejemplo, se eleva mucho la vibración
del cuerpo de deseos, puesto que la oración es fundamentalmente
emoción, se benefician, por un lado, la parte superior del cuerpo de
deseos y del cuerpo mental y, por otro, se incrementa el caudal de los
éteres superiores, con lo cual, al aumentar su tasa vibratoria y, al ser más cantidad, tienden a separarse de los dos inferiores.
Una vez enlazado el éter reflector con las capas superiores de
deseos y mental, el ojo interno puede ver lo que en él hay almacenado y reproducir las emociones y los pensamientos que en su día se grabaron.
Ello según se haya desarrollado la visión etérica, la astral o la mental. O las tres.
Al ser el cuerpo vital expresión del Espíritu de Vida, el desarrollo
de la espiritualidad, del amor (Cristo usa como vehículo inferior el
Espíritu de Vida) supone el del cuerpo vital. En el Mundo del Espíritu de Vida está la Memoria de la Naturaleza, así como en el éter reflector.
La intuición es la comunicación directa entre el Espíritu de Vida y
el éter reflector, y se da más fácilmente en las mujeres porque tienen el
cuerpo vital positivo, pero también en los hombres más espiritualizados,
que han ‘’positivizado’’ su cuerpo vital (pureza, oración, concentración
y altruismo). Entonces, la memoria subconsciente que reside en el
Espíritu de Vida, no necesita, ni lo hace, envolverse en materia mental ni de deseos para compeler a la acción. Esas materias, mental y astral, sobre todo la de deseos, deformarían la verdad al pasar por el razonamiento o los deseos mismos. Así que, en forma de intuición o enseñanza interna, se graba en el éter reflector.
La memoria se desarrolla y fortifica con la repetición, que no es
más que la nota clave del cuerpo vital, en cuyo éter reflector se sitúa.
Los chakras del cuerpo de deseos, durante el sueño, giran en el
mundo del deseo pero cuando aquél entra en el cuerpo físico, sus
chakras se paran. La concentración sobre esos chakras hace que giren
dentro del cuerpo físico en el sentido de las agujas del reloj, vistos desde dentro, y por eso hay que tenerlo tan quieto e inactivo como en el sueño, pero con el espíritu dentro y bien despierto, alerta y consciente, mediante la concentración. En vigilia, el cuerpo vital está ocupado transmitiendo órdenes del y al cerebro y los músculos y luchando por reparar y conservar el cuerpo físico. Han de estar, pues, tranquilos, el cuerpo físico y el vital para que los chakras de deseos se abran camino. De ahí la necesidad de la concentración, que implica necesariamente la relajación, y el concentrarse en los chakras.
Así se van abriendo un espacio en los cuerpos vital y denso. Un
día, como un relámpago, se abre ante los ojos internos el Mundo del
Deseo circundante. Más tarde, también inesperadamente, se produce un tirón y, con un movimiento de espiral, sale uno fuera del cuerpo.
Maestro. Guardián del Umbral.
7.- Mente. Estado mineral. Inestabilidad. Qué hace.
8.- Concentración. Definición.
Para actuar en cualquier sentido en cualquier materia es imprescindible conocer el por qué. Si conocemos el por qué, conoceremos el cómo, pero no al revés.
El elemento básico de la concentración es la voluntad. Es voluntad
constante. Es esfuerzo. Y la voluntad es la nota clave del Padre, siendo
su desarrollo una de las finalidades de la vida (las otras son: La
espiritualización del carácter y el desarrollo de la mente). La voluntad (el Padre) se proyecta sobre el Espíritu de Vida, cuyo reflejo es el cuerpo etérico (Cristo = sabiduría) e inclina a la acción (Espíritu Santo) al cuerpo físico. La concentración, pues, pone en funcionamiento los tres espíritus y los desarrolla simultánea y armónicamente. Además, al
proporcionar el desarrollo de la intuición, produce una mejora de la
calidad de los deseos y de los pensamientos (a causa de la sabiduría que aquélla proporciona) y, por tanto, mejora directa e indirectamente todos los vehículos.
Los cuerpos mental y de deseos aún no están organizados y sin el
cuerpo físico no sirven como vehículos de experiencia. Por eso, la parte superior del cuerpo vital, que adopta la forma exacta del cuerpo físico, puede servir para salir del cuerpo denso, habiendo despertado los centros sensoriales del cuerpo de deseos. Mediante la concentración se separan el cuerpo alma, el alma emocional (astral superior o parte superior del cuerpo de deseos) y el cuerpo mental, del cuerpo denso, los éteres inferiores y el astral inferior o parte inferior del cuerpo de deseos.
Elemento clave de la concentración, como hemos dicho, es la
voluntad. Pero no expresada como ‘’deseo’’ sino como ‘’volición’’. No
es un “me gustaría” sino un “quiero”. El ‘’quiero’’ polariza la mente, el
cuerpo de deseos y la memoria y, como un conjunto de clavos imantados por el mismo imán, todas las facultades y capacidades y recursos se ponen al servicio de ese ‘’quiero’’. Para practicar la concentración es, pues, preciso ‘’querer’’ hacerlo.
En la vida hay que tener muy claro qué se ‘’quiere’’ hacer y repetírselo con frecuencia y afirmarlo y estar convencido. Si se hace así, debido a la polarización que en esa dirección crea la voluntad, todo se supedita a la consecución de lo ‘’querido’’ hasta conseguirlo, ya que el pensamiento es creador por naturaleza y eso supone que todo pensamiento es una orden que aquélla se apresura a cumplir.
Recordemos las palabras de Cristo: “Si tuvieseis fe cómo un grano de
mostaza, diríais a ese monte que se arrojase al mar y él lo haría.”
El hombre de hoy día está tan abstraído con los estímulos que le
llegan a través de los sentidos, que pasa la vida sin poder atender a su
propio funcionamiento interior y respondiendo sólo a esos estímulos
que, en general, nada le aportan. En ninguna época de la historia ha
tenido el hombre tantas posibilidades de distraerse de sí mismo. Cuando debía en-SI-mismarse, es decir, concentrarse en sí mismo, lo que hace es en-LO-mismarse, o sea, fijar su atención en “lo” de fuera y no en el “mi” interno. Necesita, pues, más que nunca, la concentración, que le abrirá la puerta de otros mundos mucho más sugestivos y duraderos.
La concentración hay que practicarla todos los días a la misma
hora. A ser posible, al despertarse y antes de hacer ningún movimiento.
Si no es posible, en cualquier momento del día. A medida que se
practique resultará más fácil, hasta llegar a hacerla instantáneamente en medio de una multitud, si se desea.
Con el aprendizaje de la concentración ocurre como con el de la
conducción de un automóvil. Se puede conocer la teoría, pero no basta:
Aunque se sepa arrancar, mover el volante, encender las luces, acelerar y frenar, no basta. Hay que saber cuándo, dónde y por qué se ha de hacer cada cosa y con qué intensidad y finalidad. Y eso sólo se aprende practicando. Luego, una vez dominado todo, podremos hacer grandes viajes y hasta participar en competiciones, que son el equivalente de la meditación. Pero antes hace falta dominar el coche y el modo de conducirlo, y eso es la concentración.
Persistencia y devoción preparan a los éteres químico y de vida
para cuidar del cuerpo físico durante el sueño. La observación y el
discernimiento producen la espiritualización de los dos éteres superiores y su separación de los inferiores.
9.- La oración pura e impersonal pidiendo cosas como la paz, el
amor, la fraternidad, la armonía con el Bien Universal, la evolución de
los hombres, etc. es lo mejor para desarrollar el cuerpo alma, incluso
superior a la concentración.
Le sigue, en efectividad, la concentración.
El amor y el servicio (obras) continuados unen los dos polos del
espíritu y forman un poder atrayente de los éteres superiores. Mientras
crece dentro del cuerpo denso y a su alrededor, su luz revela todos los
misterios de Dios sin necesidad de libros y todos los que son instruidos
así por Dios logran los mayores conocimientos. Sin el cuerpo alma no se podrá actuar en la Nueva Época, la Era de Acuario, y nosotros
renaceremos la próxima vez en la Era Acuariana.
El amor aumenta la cantidad y luminosidad de los éteres superiores
y sustituirá a la Ley en el mundo futuro.
La oración, el medio más poderoso para el desarrollo oculto, necesita amor, aspiración, fervor y comprensión inteligente de lo que se hace.
El cuerpo vital de los iniciados es positivo.
Los poderes – la Sabiduría – no hay que pedirlos a Dios. Los tenemos dentro, como chispas del mismo Dios que somos. Si los pedimos, creamos en nuestro interno una corriente de fuera adentro, centrípeta, que nada nos traerá. Si, en cambio, nos damos, servimos, hacemos propios los problemas ajenos, creamos una corriente centrífuga que acaba educiendo de dentro de nosotros mismos los poderes que nos
hagan falta para llevar a cabo nuestro servicio altruista y, subsiguientemente, como subproducto inevitable, el desarrollo y el
dominio de los poderes y facultades del Iniciado. Es pura cuestión de
lógica.
10.- Padre nuestro que estás en el cielo. Efectos.
Como es una frase de adoración, según Max Heindel, el rezar esta
parte del Padrenuestro, se eleva muchísimo la vibración y, como los
éteres superiores la tienen elevadísima, se van separando de los
inferiores. Además, esa frase es oración y Max Heindel dice que la
oración favorece más la separación de éteres que la concentración y la
meditación. Pero dirigiéndose, no hacia arriba y lejísimos, sino muy
dentro de nosotros mismos y hacia fuera.
11.- Fines: Visión astral y viaje astral voluntario en etapas sucesivas.
12.- Momento aconsejado para la concentración. Por qué.
13.- Espiritualización del cuerpo vital. Los éteres superiores sustituyen a los inferiores.
Hay que desarrollar el cuerpo alma, cuyo producto es el alma intelectual, alimento del Espíritu de Vida, que es el principio crístico,
para desarrollar el Cristo Interno.
Como ni el cuerpo de deseos ni el mental están suficientemente
desarrollados para ser usados como vehículos de conciencia, y el cuerpovital no puede abandonar el cuerpo físico porque éste moriría, es preciso, si se quiere llegar a ser Auxiliar Invisible y se desea salir a voluntad del cuerpo físico, separar los éteres superiores de los inferiores. Y para ello hace falta crear el cuerpo alma mediante el altruismo, servicio, devoción, amor desinteresado, actos positivos, pensamientos nobles… Esos dos éteres superiores constituyen un vehículo que satisface las necesidades del espíritu en los mundos internos, como el cuerpo físico las satisface en el mundo exterior.
El cuerpo vital superior, además, el éter reflector, es la sede de la
memoria, lo que nos permite, de poderlo separar, traer a la memoria
física las experiencias vividas en otros planos, y llevar allí las de aquí. Y extraer en ambos casos las oportunas lecciones.
Durante el sueño, los éteres superiores están inactivos, mientras
trabajan el químico y el de vida, por lo que se los puede separar sin
perjuicio alguno.
En la iniciación antigua – y sólo entre los que tenían, tras gran esfuerzo y muchas vidas perteneciendo a la tribu de los sacerdotes (Brahmanes, Levitas, etc.), algo separados los éteres superiores de los interiores, el hierofante los separaba del todo, pero en estado cataléptico y con gran peligro.
Desde que Cristo penetró en la Tierra, sin embargo, y lavó los pecados del mundo con Su cuerpo de deseos arcangélico pero, sobre todo, con sus éteres superiores, de los que trae cada año abundante provisión a la Tierra, se produjo en todos los hombres un aflojamiento en la trabazón de los éteres superiores con los inferiores, poniéndonos en
la situación en que se encontraban los que antes pertenecían a las tribus sacerdotales. Por eso, desde entonces, la iniciación está al alcance de cualquiera que desee recibirla y haga el esfuerzo necesario para ello. Y por eso se dice que, en aquel momento, se rasgó el velo del Templo, es decir, dejó de haber escogidos.
Los éteres superiores, que no tienen átomo simiente, nos acompañan cada vida hasta el Primer Cielo y nos vuelven a nacer, cada vida, como consecuencia del servicio amoroso y desinteresado a los demás mediante pensamientos, palabras u obras.
Además, la parte superior del cuerpo de deseos o alma emocional,
es fácilmente separable del resto de dicho cuerpo, incluso ya lo era antes de la venida de Cristo. Se separa mediante la concentración y los
ejercicios iniciatorios correspondientes.
El cuerpo alma o éteres superiores del cuerpo vital es reproducción
exacta del cuerpo físico y está muy organizado. La parte superior del
cuerpo de deseos y del cuerpo mental no están organizadas y, por tanto, como he dicho antes, para poder hacer vuelos astrales, es preciso que desarrollen órganos sensoriales para funcionar en esos mundos, pues para funcionar en cualquier mundo, responde a una ley natural, el que es preciso disponer de vehículos de la materia de ese mundo y sensible a su materia, es decir, con órganos sensoriales ad hoc.
El Mundo Físico es un ancla y un escudo frente a las influencias
perturbadoras de las volátiles y variables condiciones de la materia de
los mundos de Deseos y Mental. Por eso hay que desarrollar la
Concentración en el Mundo Físico, donde la materia es inerte y resulta
más fácil el aprendizaje.
14.- Espiritualización y salud física. Los Adeptos. Separación.
Estigmas Los átomos físicos del cuerpo vibran una octava por debajo que los etéricos.
La unión de los éteres superiores e inferiores es más fuerte en las
palmas de las manos, las plantas de los pies, el costado izquierdo (bazo), y la cabeza. Por eso se producen en esos puntos los estigmas, visibles o invisibles.
15.- Cuerpos positivos y negativos en hombre y mujer. Efectos. En
mujer, concentración difícil por poca voluntad, pero fructífera por
intuición: Blawatsky, Anie Besant, Corinne Heline, Mabel Collins, Alice
Bailey, Dion Fortune, etc.
El cuerpo vital, positivo en las mujeres, se va positivizando en el
hombre espiritualizado, por lo que crecen su intuición, su compasión y
su devoción. Hay hombres, como Max Heindel o Leadbeater a los que
los HHMM les han, además, “inducido”, es decir, añadido
conocimientos ocultos no propios.
16.- Relajación. Su necesidad. Método.
17.- Métodos de concentración al despertarse:
a.- Estudiar objetos o animales: Pensar en un objeto, un animal o
una cualidad o idea (debe empezarse con objetos, seguir con animales
concluir con virtudes, nunca con vicios o defectos) y preguntarse e ir
respondiendo, a medida que acudan las respuestas:
¿Qué es?
¿De qué es?
¿Cómo es?
¿Para qué es?
Clases
Semejantes
Opuestos
Historia
Individuo más relacionado conmigo.
b.- Contar, al revés, desde cien hasta uno, visualizando los
dígitos, en distintos colores cada día. Cuando se domine, contar desde
quinientos hasta uno.
c.- Inspirar durante ocho segundos ( o más, o menos, siempre lo que resulte más cómodo) contándolos mentalmente. Luego, retener el
aire durante otros ocho segundos, contándolos también. Y luego, hacer
lo mismo durante ocho segundos mientras se expulsa el aire. Repetir el
ejercicio durante cinco o diez minutos sin parar, es decir, cuando se ha
terminado de espirar, comenzando de nuevo a aspirar contando ocho.
d.- Ver con la imaginación pero, con el mayor detalle posible, un recorrido que hagamos con frecuencia, visualizando las casas, los
árboles, los escaparates, etc. Cada vez recordaremos más detalles, lo que nos hará desarrollar además la observación y la memoria.
e.- Pensar en una persona conocida y tratar de recordar todos los rasgos de su rostro, uno por uno, con todo detalle, su color, etc.
Produce el mismo efecto que el ejercicio anterior. Debe intentarse en
varios días y no en una sola sesión.
Una variante consiste en visualizar mentalmente un detalle del rostro de algún conocido (nariz, ojo, labio, etc.) y luego, ir añadiendo rasgos hasta completar todo el rostro. También debe intentarse en varios
días, no en una sola sesión.
f.- Visualizar un gato, con el mayor detalle posible y luego, rasgo a rasgo, ir transformándolo en un ratón y a éste en un elefante y a
éste en un águila y a ésta en un pulpo, etc., volviendo, una vez
conseguido, al gato inicial. Por supuesto se puede hacer con cualesquiera otros seres vivos. Esto, además de facilitar la concentración, desarrolla considerablemente la imaginación.
g.- Imaginar un color que llene toda la pizarra mental, luegootro, después un tercero, etc. Tratar de verlos con toda nitidez.
h.- Visualizar el color rojo oscuro. Ir aclarándolo hasta convertirlo en anaranjado, a base de ir añadiéndole amarillo. Luego, añadir más amarillo al anaranjado, al tiempo que se le resta rojo, hasta llegar al amarillo puro. Luego intensificarlo. Después empezar a debilitarlo y a añadirle azul, con lo que se convertirá en un verde claro.
Seguir añadiendo azul hasta llegar al verde oscuro. Añadirle rojo, al
tiempo que se le quita amarillo, con lo que irá pasando al morado.
Añadir a éste más rojo, hasta que sea rojo oscuro. Y empezar de nuevo cuantas veces se quiera. Debe pasarse por la mayor cantidad de tonalidades posible y darse cuenta de cómo se forman todos los colores.
i.- Hacer en la pizarra mental sumas sencillas de dos sumandos. Luego de tres. Luego de cuatro. Añadir cada vez más cifras.
Hacer luego restas. Luego multiplicaciones y luego divisiones. Pero
siempre viendo toda la operación en conjunto mentalmente con toda
claridad, como si estuviese en una pizarra.
j.- Pensar en un refrán e idear una historia que explique cómo nació. Por supuesto ha de ser imaginario, pero ello desarrollará mucho la
imaginación.
k.- Imaginar un personaje al que se admire (por ejemplo, Jesucristo), con todo detalle y de cuerpo entero. Hacerlo actuar. Sentirse a su lado imitándolo. Luego verse uno mismo actuando como él y con sus mismas cualidades. Todo esto, claro está, necesita varios días para
conseguirse. Éste es el sistema de meditación aconsejado por San
Ignacio de Loyola a sus jesuitas.
l.- Imaginar una isla paradisíaca que fuera nuestra y en la que podemos colocar lo que deseemos: Una casa maravillosa, prados, flores, cascadas, playas, animales pacíficos o amansados, luz, sol, pájaros cantores, colores inimaginables. Demos un paseo por ‘’nuestra isla’’ disfrutando de todo ello y añadiéndole lo que nos apetezca. Todo ello, por supuesto, lleno de una vibración inmensa de paz, amor, fraternidad, desinterés, etc. Debemos ir a nuestra isla durante varios días. Una vez creada, podemos refugiarnos en nuestra isla cada vez que nos encontremos preocupados por cualquier problema. Nadie nos podrá arrebatar esa posesión. Pero debemos llevar a ella a nuestros amigos, parientes, conocidos… y enemigos, si es preciso, para que la conozcan y cambien.
m.- Repetir lentamente y con la máxima atención, los cinco primeros versículos del Evangelio de San Juan:
‘’En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba al principio con Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas y nada de lo que ha sido hecho se hizo sin Él. En Él estaba la vida. Y la vida era la luz de los hombres. Y las luz resplandeció en medio de las tinieblas, pero las tinieblas no la reconocieron.’
Estos versículos contienen una fuerza espiritual inmensa y, si se persiste diariamente en su repetición, como la repetición es la nota clave de la memoria y la memoria está situada en el éter reflector y, en su origen, en el Espíritu de Vida, y conserva las imágenes de la Creación y de cuanto siguió, pues lo vivió directamente, esas repeticiones van consiguiendo que se vayan recordando más detalles, hasta que se logra una visión y una comprensión de cuanto contiene la memoria supraconsciente relativo a aquellos primeros tiempos.
18.- Métodos de concentración durante el día:
a.- Pasar la sangre de uno a otro hemisferio. Luciferino y mercurial. Pasar la sangre de uno a otro hemisferio cerebral. Insistir en el hemisferio derecho. Hasta que se sienta la irrigación y se pueda dirigir a voluntad. El hemisferio izquierdo rige el razonamiento, la lógica, el
cálculo, lo particular, etc. Y el derecho, la intuición, el arte, el idealismo,
lo general, lo abstracto, etc.
b.- Relacionar dos palabras tomadas al azar de un libro, ideando una cadena de pensamientos que las enlace.
c.- Mirar detenidamente un cuadro o fotografía. Cerrar los ojos y tratar de reproducirlo mentalmente. Luego ir borrando mentalmente objetos o personas hasta que sólo quede uno. Logrado esto,ir añadiendo los objetos o las personas hasta reproducir todo el cuadro o fotografía. Debe intentarse en varios días y no en una sola sesión.
d.- Poner frente a nosotros una imagen u objeto de cierta complejidad. Observarlo detenidamente. Luego cerrar los ojos y reproducirlo mentalmente. Luego verlo desde su espalda, como si lo hubiésemos bordeado hasta ponernos detrás. Luego verlo, a la vez, por delante y por detrás. Luego por un lado y por el opuesto y tratar de verlo por los cuatro lados a la vez. Luego, por arriba y por bajo, y tratar de verlo a la vez por todas partes. No se trata de conseguirlo, por supuesto, sino de intentarlo, pues el esfuerzo ayudará muchísimo al desarrollo de la concentración y la imaginación.
Una variante de este ejercicio consiste en colocar, frente a nosotros, una caja, un lápiz, una flor o cualquier otro objeto, y observarlo. Repetir con él todo el ejercicio anterior, añadiendo su visión desde dentro y, luego, imaginando que somos una esfera en cuyo centro se encuentra el objeto en cuestión.
e.- La lectura. El hábito de la lectura incrementa muchísimo la capacidad de concentración, pues leer consiste en traducir los símbolos, crear las imágenes que la lectura sugiere, verlas y asimilarlas, lo cual requiere voluntad y, lógicamente, concentración. El hombre que lee está salvado.
f.- Fijar la atención en uno sólo de los sonidos que nos llegan del ambiente circundante: Una fuente, el canto de un canario, el goteo de un grifo, el runrún de un ventilador, los latidos de nuestro corazón que, con un poco de práctica, pueden escucharse clarísimamente, etc.
g.- El tiempo es creación mental. Nos sugestionamos alargándolo cuando es desagradable y acortándolo cuando agradable.
Hacerlo al revés, así: Y hemos de crear un reflejo condicionado ad hoc,
según lo que deseemos:
I.- Alargar el tiempo. Imaginar una escena en la que el tiempo de la misma sea mucho mayor que el real.
II.- Acortar el tiempo. Imaginar una escena en la que el tiempo de la misma sea mucho menor que el real.
Con este esfuerzo diario de la concentración estamos construyendo, poco a poco, el escenario en el que se representará el drama de nuestro crecimiento espiritual. Vamos, mediante el pensamiento, cada vez más abstracto, alejando la mente del mundo exterior, ampliando el campo por ella abarcado, aproximándola a sus límites y, cuando llegamos a ellos, nuevos guías y nuevos medios de comunicación nos esperan.
– Con la práctica se hace fácil y se adquiere confianza y con ésta,
progreso.
19.- Efectos de la concentración: Desarrollo de la voluntad y de la
mente, pero, además, clarividencia, la separación de éteres, la armonía
material, el contento emocional, la satisfacción mental y la sabiduría
espiritual.
– – –
Aprender nuestro destino>
por Francisco-Manuel Nácher

-¿Qué haces, amigo político?
– Estoy preparando un discurso.
– ¿Qué pretendes con él?
– Convencer a todos de que mi programa es mejor que el de mis
oponentes.
– ¿Y por qué crees que tu programa es mejor que el suyo?
– Porque las ideas de mis oponentes son erróneas.
– ¿Tus oponentes tienen seguidores?
– Sí.
– Entonces, ¿cómo sabes que sus ideas son erróneas?
– Porque sus programas no satisfacen todas las necesidades que yo
pienso que deben ser satisfechas.
– ¿Y el tuyo, sí?
– Sí.
– Y si, puesto en práctica, resulta que tampoco sirve, ¿qué harás?
– Lo reconoceré y me retiraré.
– ¿Y entonces lo intentará otro y luego otro y otro y otro?
. Sí.
– Y, entretanto, ¿qué ha de hacer el pueblo?
– (Silencio).
– ¿Tu programa se basa en el amor?
– Un programa de gobierno no se puede basar en el amor; ha de
basarse en la justicia, en la mayor cantidad posible de justicia para el
mayor número posible de ciudadanos.
– ¿Y qué es la justicia? ¿Es, acaso, imponer tus ideas a los demás? ¿O
perseguir a los que no coincidan con ellas? ¿O es, una vez conquistado el
poder, olvidarte del pueblo cuya representación te irrogas? ¿O es no tener
en cuenta la enorme responsabilidad que echaste sobre tus hombros? ¿O
deformar la verdad para conservar el poder? ¿O utilizarlo para evitar que
otros puedan acceder a él aunque tengan el mismo derecho que tú tuviste?
¿O calumniar y difamar a quien ostenta legítimamente el poder para
provocar su caída y ocupar su puesto? ¿O mentir sistemáticamente o actuar
hipócritamente o provocar, con afán vergonzosamente egoísta, el
desprestigio de las instituciones? ¿O encubrir actuaciones ilícitas?. ¿O…
* * *

Las polaridades recíprocas del hombre y la mujer

LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA
MASCULINA EN LA MUJER
por Francisco-Manuel Nácher
1.- Los medios de comunicación, con gran acierto, han puesto
últimamente el acento, y con ello están llamando la atención, sobre la
situación de la mujer en nuestra sociedad occidental y especialmente en
la española.
2.- No hace falta recordar que en Asia, África, Oceanía y América
Central y del Sur, es decir, en casi todo el mundo, su situación es mucho
peor, ya que se la mata al nacer, se la vende de niña, se la prostituye, se
la esclaviza, se la compra para convertirla en esposa, se la explota en
todos los sentidos, al tiempo que se le niegan la formación, la educación
y la cultura, y se la prohibe actuar como un miembro más de la
sociedad… en una palabra: se la priva de la libertad que, como ser
humano, le corresponde, y de todo tipo de derechos que supongan su
consideración como algo más que un instrumento de trabajo o de placer,
o una fábrica de hijos, a ser posible, varones.
3.- Esa situación de la mujer en el mundo de hoy no nos debe, sin
embargo, servir de consuelo a nosotros, sino hacernos pensar. Porque es
lógico que en los países más civilizados su situación sea mejor. Pero, si
reflexionamos, comprobaremos que el problema viene de antiguo, de tan
antiguo que se pierde en la noche de los tiempos. Y aún no se le ha
encontrado una justificación razonable.
4.- Desde el punto de vista oculto, sin embargo, podemos descubrir
esa explicación y, una vez descubierta, hacer lo que esté en nuestra mano
por que se la conozca y se rectifique.
5.- Para hallar las causas de esta situación hemos de recordar que el
Espíritu Virginal que cada uno de nosotros somos, es bisexual y que, por
tanto, el sexo que poseamos en una vida determinada, no es más que la
manifestación de una de esas dos polaridades del espíritu uno.
6.- Dos polaridades aparentemente irreconciliables y que llamamos
masculina, positiva o activa y femenina, negativa o pasiva.
7.- Pero, ¿cuáles son las características diferenciales respectivas?
Según nuestra filosofía, ya desde la separación de los sexos, en la Época
Lemúrica, la polaridad masculina ha personalizado la voluntad, la
fuerza, la acción, la conquista, la posesión, la violencia, la venganza, el
odio… mientras que la femenina ha exteriorizado la imaginación, la
intuición, el amor desinteresado, la devoción, la piedad, el espíritu de
sacrificio, la entrega, la dedicación, la fidelidad, la tolerancia, la
comprensión, el perdón, la sensibilidad, la delicadeza…
8.- Pero – se me dirá – es que los sexos alternan, según sabemos,
generalmente, en cada renacimiento, por lo que, aparentemente, se
equilibra todo, de modo que cada cual recoge los efectos de su
actuación. Y yo diré: sí, cierto pero, a efectos de evolución equilibrada
de ambas polaridades, esa retribución deja mucho que desear.
9.- La justificación de ese “no”, por un lado, nos planteará un
nuevo problema y, por otro, nos aproximará a una explicación parcial
del mismo.
10.- El problema estriba en que, si alternamos los sexos, ¿por qué
la que ayer fue mujer y, como tal, objeto de toda serie de abusos, cuando
renace como hombre se convierte en explotador? Lo lógico sería que en
el período entre encarnaciones hubiera aprendido lo improcedente de esa
explotación del sexo femenino.
La respuesta hemos de encontrarla en dos planos.
a.- El primero es, lógicamente, el citado de la Ley de
Retribución: quien en una vida ha sido víctima, en su próxima
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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encarnación siente la tendencia y la tentación, y suele caer en ella, de
vengarse, de devolver el mal que le hicieron y, a ser posible, a quien se
lo hizo. Y esa es la causa de que renazcamos casi siempre en el seno de
la misma familia, si bien intercambiando los papeles, con el fin de
pagarnos las deudas contraídas mediante el servicio a los nuestros, pero
también venciendo la tendencia a vengarnos, tentaciones que, como
todos sabemos a nivel individual y estamos comprobando a nivel
nacional, muchos no logran vencer.
De paso, conviene recordar que, desde el punto de vista oculto, ese
“deseo de venganza” es la causa fundamental de que tengamos que
renacer tantas veces y hayamos de vivir tantas vidas en las que seguimos
creando nuevo karma que nos hará seguir renaciendo.
Eso explicaría la cadena ininterrumpida de abusos a que hemos
hecho referencia: “hoy por ti y mañana por mí”. Por supuesto, no de
modo consciente, puesto que la mayor parte de la Humanidad ha
ignorado siempre, y sigue ignorando, no sólo la alternancia de los sexos,
sino el renacimiento, ignorancia que no cambia nada en cuanto a los
impulsos y tendencias innatos se refiere, aunque es un hecho.
b.- Pero hay otro aspecto a considerar, y es el segundo plano
de que hemos hablado, que nos puede dar más luz, y que ha estado
siempre a la vista, pero que no se ha percibido demasiado: cuando un
imán se divide en dos, cada una de las partes se convierte
automáticamente en un imán completo, con sus dos polaridades
irreconciliables. Por tanto, cuando el imán Espíritu Virginal se rompe
para manifestar una de sus polaridades, necesariamente le aparece la
opuesta pues, de otro modo, no sería un ser polarizado y no expresaría
esa polarización como sexo. De modo que cuando somos hombres,
poseemos también la polaridad femenina, aunque atenuada, y la prueba
está en que el embrión posee ambos sexos y sólo en un momento
determinado se desarrolla uno, a expensas del otro.
11.- Pues bien, si nos concentramos un poco para estudiar el asunto
de cerca, comprobaremos que, tanto en el caso de la mujer explotada por
el hombre, como en el de la siguiente encarnación, del hombre
explotando a la mujer, siempre ha sido el aspecto masculino, la polaridad
positiva, la que ha actuado y ha predominado en la sociedad y, por tanto,
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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ha evolucionado y se ha desarrollado y fortalecido a lo largo de los
tiempos y, por supuesto, ha dejado su impronta en la historia de la
Humanidad; mientras que la polaridad femenina no ha tenido posibilidad
de hacerlo sino en la intimidad del hogar, sin dársele ocasión de ejercitar
sus aptitudes características abiertamente y con repercusión social, como
ha hecho la otra polaridad, la masculina.
12.- Es, sin embargo, paradójico y a la vez sintomático y
consolador el que, a lo largo de los tiempos, la enseñanza y educación de
los niños se haya dejado en manos de la madre, precisamente la parte
con menos educación, menos formación, menos derechos y menos
poder. Pero ha sido providencial. Porque, de otro modo, la Humanidad
actual sería mucho más cruel y agresiva de lo que ya es.
13.- Y uno se pregunta: ¿a qué pudo deberse ese predominio de la
polaridad masculina, ese considerar a la mujer como inferior? Aquí
llegamos, inevitablemente, a un origen religioso: el Pecado Original,
causa última, según las religiones – recordemos, entre otras, además del
Génesis, las escrituras sumeria, caldea y griega, ésta con su relato de
Epimeteo y Pandora – de todos los desastres que al hombre le acaecen a
lo largo de su vida. Porque fue Eva, la primera mujer y, por tanto, la
representante del sexo femenino, cuando se ignoraba que era sólo el polo
negativo del espíritu, la que, con su imaginación e intuición, vio a los
Luciferes y se dejó engañar por ellos e hizo caer al hombre, el polo
positivo. Eso ha calado en casi todos los pueblos, porque muchas
escrituras relatan el mismo suceso. Incluso se recoge, a su manera, en el
Popol Vu de los aztecas.
14.- Pero es que, además, como consecuencia de la influencia de
los Espíritus de Raza, verdaderos espíritus grupo de la Humanidad – que
Jehová, responsable de la evolución humana en el Período Terrestre,
puso al frente de los grupos humanos – que dieron a cada pueblo una
religión, apropiada a las capacidades emocionales e intelectivas de ese
pueblo, y los enfrentamientos religiosos consiguientes, así como de las
pasiones y violencias que desataron a lo largo de miles y miles de años,
la manera normal de convivir los pueblos consistió en hacer la guerra,
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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pelear cuerpo a cuerpo, golpear, herir, matar… y los instrumentos para
ello utilizados eran pesados y poco manejables para las mujeres.
15.- Por otra parte, las características femeninas del amor, la
tolerancia y la comprensión, las han hecho tradicionalmente poco fiables
en las luchas y en las disputas entre hombres. Pocas mujeres envían a la
guerra a sus hijos sin encogérseles el corazón. Y pocas mujeres
declararían una guerra en la que supieran que sus hijos y sus esposos
iban a correr peligro de muerte. Recordemos algo tan antiguo y jocoso,
pero tan profundo y acertado como la célebre comedia Lisístrata, de
Aristófanes, en la que las mujeres de ambos bandos contendientes, hartas
de guerras, se ponen de acuerdo para negar el tálamo a sus maridos hasta
que firmen la paz. Y la firman. Esta comedia sería inconcebible con
protagonistas masculinos. Y recordemos, por otro lado, el Rapto de
las Sabinas por los romanos y cómo fueron ellas las que evitaron la
guerra entre los pueblos de sus padres y de sus maridos. En una palabra:
que la guerra, la destrucción, la violación, no van con el espíritu
femenino.
16.- Esos tres motivos: la responsabilidad del Pecado Original, su
incapacidad física y su amor innato, han llevado a la mujer, la polaridad
femenina del espíritu, a la situación de inferioridad que se ha dado en
todos los pueblos y civilizaciones. Acentuado aún porque, como
sabemos, la síntesis de la Época de Piscis, en que nos encontramos, se
expresó siempre, acertada y premonitoriamente, en ocultismo, con la
frase “la armonía a través del conflicto”. Y no cabe duda de que en estos
dos mil años últimos no ha dejado de haber conflictos entre los hombres
y entre los pueblos del mundo.
17.- Sin embargo, los Guías de la Humanidad., hace muchos
milenios que se dieron cuenta del problema y comenzaron a ponerle
remedio. ¿Cómo? Mediante las religiones mismas de los distintos
pueblos, a través de sus escrituras sagradas, que hoy llamamos
Mitologías, pero que para esos pueblos eran la clave de sus creencias. Lo
que ocurre es que esas “correcciones” que contenían, estuvieron sólo al
alcance de los Iniciados, que podían conocer el verdadero contenido de
sus escrituras. El pueblo quedó al margen de esos conocimientos, por no
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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haber llegado en su evolución al momento en que los pudiesen
comprender, pero inconscientemente – como ocurre con las enseñanzas
contenidas en los mitos – el espíritu interno sí que fue percibiendo el
mensaje. ¿Y qué “corrección” fue ésa?
18.- El problema, como hemos visto, consiste en que, cuando se es
hombre, la subpolaridad femenina no se ejerce en absoluto, ocurriendo
otro tanto con la subpolaridad masculina, cuando se es mujer.
19.- La solución total no podía venir, pues, a través de la simple
inversión de los términos, o sea, mediante el protagonismo de la
polaridad femenina del mismo modo que se había dado el protagonismo
de la masculina, error en que inciden muchas feministas, porque eso no
sería ninguna solución definitiva, sino mediante el ejercicio y el
fomento, cada vez, en cada encarnación, de la polaridad que no se está
manifestando. Es decir, en que el hombre descubra y fomente y
desarrolle su subpolaridad femenina a la vez que la mujer haga lo propio
con su subpolaridad masculina. Y no bastará que el hombre despierte su
parte femenina, sino que será necesario, para una evolución equilibrada,
que la ejercite, que esa parte femenina trascienda a la sociedad y se
refleje en ella y la configure. Y que la mujer haga otro tanto con su
polaridad masculina, saliendo del hogar e interviniendo en el quehacer
social. Veamos sino unos cuantos ejemplos de cómo los Guías de la
Humanidad atacaron el problema ya desde antiguo:
a.- La Guerra de Troya, narrada en la Ilíada, uno de los libros
sagrados del pueblo griego, se declara para la reconquista de una mujer,
Helena, la más bella del mundo, esposa del rey Menelao. Y la guerra
sólo termina cuando Helena regresa con su marido.
b.- Teseo, hijo de rey, que va a Creta para vencer al
Minotauro, es incapaz de llevar a cabo su misión y salvar a los suyos (la
Humanidad) hasta que Ariadna, la hija del rey Minos, le entrega el
famoso Hilo que lleva su nombre (las enseñanzas), para que pueda salir
del Laberinto (la vida) una vez vencido el Minotauro (el desequilibrio,
las pasiones).
c.- La Odisea, otra escritura sagrada de los griegos, nos narra
las peripecias de Ulises, de regreso a su hogar, para llegar junto a su
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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esposa Penélope que, entretanto, le ha permanecido fiel, a pesar del
acoso de todos los pretendientes que querían suplantar a su legítimo
esposo. ¿Y qué hace Penélope para vencer esos acosos y dar tiempo a
que su esposo llegue? Desteje por la noche (retrospección) lo que ha
tejido durante el día. La obra termina, claro, con la reunión de los
esposos.
d.- Otra escritura griega que contiene un gran objetivo
espiritual es la de la Expedición de los Argonautas en busca del
Vellocino de Oro. En ella se comprueba que la consecución del Cuerpo
Alma, sólo es posible culminarla mediante la ayuda que Medea, hija de
rey, le presta con su magia a Jasón, hijo de rey, y que dirige la
expedición.
e.- En la mitología – religión – egipcia, es Isis, la mujer, la que
reúne los pedazos en que el cuerpo de su marido Osiris ha sido dividido
y que han sido esparcidos por el mundo. Sin su ayuda, pues, Osiris no
hubiera podido resucitar.
f.- En todas las religiones hay un elemento femenino: Kali en
la India, Istar en Fenicia, Atenea en Grecia, etc.
g.- En el Génesis, tras la Caída de Adán y Eva, Jehová dice
explícitamente que la estirpe de la mujer vencerá a la de la serpiente.
20.- Pero la primera y la única religión que destaca la importancia
o, mejor, la necesidad de desarrollar el polo femenino del espíritu y lo
hace públicamente, en su doctrina, al equiparar a la mujer y al hombre,
es la religión de Cristo. Él ya no distingue entre hombres y mujeres. Sus
discípulos, aunque en los Evangelios no se diga, y sí en las Epístolas y,
por supuesto, se compruebe en la Memoria de la Naturaleza, eran de
ambos sexos, en plan de igualdad. Y fue su polaridad femenina la que le
impelió a hacer los milagros que hizo.
21.- El pasaje de las Bodas de Caná es simbólico del cambio que la
religión cristiana había de introducir: La Virgen María llama la atención
de su Hijo sobre el hecho de que a los anfitriones no les queda vino. Y,
ante Su protesta diciendo “¿y qué nos va a ti y a mí?”, toma ella la
iniciativa y ordena a los criados que hagan lo que Él les diga. Y le obliga
así a obrar Su primer milagro. Es ella la que actúa primero. Ésa es la
representación de la mujer del futuro. En completa igualdad con el
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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hombre, llevando los dos la iniciativa, según convenga, pero al mismo
nivel.
22.- Cuando Cristo murió, según asegura Corinne Heline, que ha
investigado la Memoria de la Naturaleza muy intensamente en este
aspecto, fue María la que asumió la cabeza de la iglesia, asistida por
Pedro y Santiago, cosa que no se hizo figurar en los Evangelios porque
en aquella época y entre judíos – no olvidemos que todos los primeros
discípulos lo eran – hubiera resultado demasiado revolucionario, ya que
dos mil años después aún nos lo parece.
23.- De las cuatro personas que acompañaron a Cristo hasta el
Gólgota y permanecieron al pie de la cruz hasta el final, dando la cara,
tres fueron mujeres. Los demás, los hombres, huyeron o se escondieron
o negaron a su Maestro.
24.- La primera persona a la que Cristo se apareció tras su
Resurrección, según la Escritura, fue María Magdalena, aunque Corinne
Heline asegura que antes se había ya aparecido a Su madre y, por tanto,
a otra mujer.
25.- San Pablo ya habla de la mujer como compañera y no como
sierva, cosa que venía siendo costumbre y ley entre los judíos y entre los
romanos y, prácticamente en todos los pueblos entonces conocidos.
Recordemos, a estos efectos, sus palabras en I Corintios, 9:5:
“¿Acaso no tenemos derecho a viajar en compañía de una mujer
cristiana, como los demás apóstoles, incluyendo a los parientes del
Señor y a Pedro?”
26.- En la Edad Media, los Guías de la Humanidad hicieron
aparecer los trovadores, los juglares y los caballeros y, con ellos,
apuntaron a la polaridad femenina en el hombre. Y cantaron al amor
platónico y desinteresado y la compasión y la devoción y la piedad…
27.- Hagamos un inciso para estudiar, aunque sea someramente, el
amor en la literatura, a través de los tiempos:
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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I.- Antes de Platón no se había planteado el tema del amor de
un modo, digamos, serio o científico o filosófico.
Generalmente, la relación hombre-mujer era de sometimiento de
ésta y de reclusión en el hogar, como hemos visto, dedicada a la casa y a
la educación de los hijos hasta cierta edad.
II.- Platón, en su diálogo El Banquete, poniendo sus propias
ideas en boca de Sócrates, estudia el tema. Resumiendo su idea del amor
allí expuesta, la podemos expresar así:
a.- Interrogando a Agatón, demuestra que el Amor no sólo es
bueno y bello, sino deseo de bondad y de belleza, cuya privación siente.
Es una especie de ser, engendrado por el Ingenio y la Pobreza, pobre por
parte de madre, pero filósofo por parte de padre, intermedio entre lo
divino y lo mortal, intérprete y mensajero entre los dioses y los hombres.
b.- Es, por tanto, la tendencia a la perpetua posesión del bien en
que consiste la felicidad que los hombres tratan de alcanzar, siempre por
medio de la procreación, pero unos según el cuerpo y otros según el
alma.
c.- Entre los segundos incluye a los poetas y los artistas, que
desean procrear con la inteligencia y participan de la moderación y de la
justicia.
d.- Buscan lo bello y, cuando encuentran un efebo – fijémonos en
la exclusión absoluta de las muchachas, típica a estos efectos, de la
época – de alma noble y rica en dotes, llenos de gozo, con sabios
discursos sobre la virtud y sobre la naturaleza del hombre justo, se
aplican a formar al muchacho.
e.- Surge así entre los dos amigos un vínculo más sólido que el que
une al hombre con la mujer, y engendrador de hijos infinitamente más
bellos e inmortales.
f.- Porque, si se procede rectamente, se pasa gradualmente, del
amor a las bellezas terrenas hasta el amor que nos impulsa a contemplar
y a conocer la Belleza en sí.
g.- Llegado ese momento de la vida, merecedor como ninguno de
ser vivido, el hombre podrá engendrar, no apariencias de virtud, sino
virtud verdadera, en cuanto alcanza la verdad, y hacerse inmortal.
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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h.- Para llegar a ésta, la Verdad, que es la más alta conquista
humana, el hombre recibe eficaz ayuda del Amor que, precisamente por
esto, debe ser honrado.
Alcibíades, otro de los contertulios, que hace una apología de
Sócrates, termina admirando, aparte de su valentía como soldado, su
rectitud, energía, sabiduría y continencia.
Se percibe, a lo largo de todo el Diálogo platónico, la fascinación
del maestro, Sócrates, y su sereno dominio de sí mismo en toda
circunstancia.
Para cualquier estudiante de ocultismo resulta imposible no
percibir ese poso de espiritualidad, de conocimiento, de sabiduría, que
caracteriza a todo iniciado – y tanto Sócrates como Platón lo eran –
deseoso de comunicar pero limitado por el juramento de silencio y por la
necesidad de esperar a que el hombre madure y sea capaz de
comprender. De ahí su fruición cuando encuentra un alma preparada.
Eso es lo que da de sí el Amor platónico: una unión de almas, un
tender a la perfección, un irrefrenable deseo de conocer la Belleza
absoluta que, por serlo, se identifica con la Verdad absoluta y con el
Bien absoluto, es decir, con la divinidad.
Eso es lo que da de sí el Amor platónico, pero no su Idealismo, su
doctrina de las Ideas, que ha influido y sigue influyendo en todos los
movimientos culturales de todas las épocas.
No desciende, pues Platón, a estudiar el funcionamiento distinto
del hombre y la mujer. Plantea el problema desde un punto de vista ideal
y habla del ser humano.
III.- La caballería.
En este capítulo de la historia humana es donde, desde el punto de
vista literario, se inicia la observación de la diferencia entre el hombre y
la mujer y sus distintos niveles sociales.
Este movimiento tiene dos orígenes principales: Los Cantares de
Gesta, que eran loas a las hazañas guerreras y virtudes militares de
determinados héroes, y Los Cantos de Amor provenzales, ambos
pertenecientes a la alta Edad Media y que vamos a repasar someramente:
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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a.- Los primeros nacieron y proliferaron por pura necesidad.
Inicialmente, la caballería no tenía reglas especiales ni los caballeros
eran más que simples guerreros a caballo. Los segundones de todas las
casas nobles, que sólo heredaban el derecho a ser dotados de los bienes
que les permitiesen adquirir un caballo y las armas correspondientes, se
convertían en aventureros y, frecuentemente en devastadores de tierras y
de vidas – Recordemos, aunque son muy posteriores (siglo XVI), a los
conquistadores de América, casi todos segundones – Poco a poco, tras la
invasión árabe (siglo VIII), cuyos ejércitos contaban con muy buenos
jinetes, los reyes y señores feudales se vieron en la necesidad de poseer
tropas de ese nivel y surgió el vasallaje de aquellos guerreros
indisciplinados a los señores feudales, a cambio de la liberalidad de
éstos para con ellos, además de la preparación de una caballería capaz de
hacer frente al enemigo. Esto exigió ya determinadas normas de
conducta, una disciplina y un código a seguir, que se fue convirtiendo en
ideal, aunque no escrito. Porque la formación de un caballero exigía
años de aprendizaje y práctica permanente. Téngase en cuenta que
guerreaban con armadura completa, tanto ellos como los caballos, y con
una lanza, una espada, un puñal y un hacha o una maza, armas y
utensilios todos de los que debían saber extraer el mejor partido posible,
so pena de perder la vida y, lo que para ellos era más grave, la batalla y,
con ello, el honor.
En esa transformación de los caballeros predadores en caballeros
civilizados jugó la iglesia un gran papel. Y, poco a poco, fue
introduciendo en sus normas de conducta elementos espirituales y
limitaciones morales y rituales que coartaban, por la vía de la fe, los
excesos.
Al caballero guerrero se le exigía, además de ser valeroso y fuerte,
que esa fuerza sirviese al derecho y que sus proezas fueran acompañadas
de la lealtad y la generosidad, regidas por la ley suprema del honor.
Aquella caballería tosca y cruel, pues, se fue convirtiendo en casi una
orden religiosa mientras transcurrían los siglos IX, X, y XI.
Y así, el aspirante a caballero debía ser primero palafrenero, paje y
escudero durante varios años, hasta llegar a ser digno de la caballería. La
noche anterior a su “toma de hábito” como caballero, debía pasarla en
oración y meditación, velando sus armas, sin comer ni beber. Sus armas
y vestiduras eran bendecidas. Antes de usarlas, debía tomar un baño
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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purificador y ser instruido por caballeros ancianos sobre los nobles
deberes de su nuevo estado, confesar sus pecados, asistir a la misa,
comulgar y, tras el rito en el que era armado caballero, asistir a un
banquete en el que había de abstenerse de comer y beber y hasta de
mirar a ningún lado – como hacían las recién desposadas en el banquete
nupcial – y permanecer concentrado y absorto en la conciencia de la
nueva dignidad de que había sido investido.
Estos caballeros fueron los protagonistas de los Cantares de Gesta,
de los que son conocidos los de Roldán, Guillermo de Orange, Oliveros,
Otger, Reinaldo, etc. que dominaron el siglo XI.
El díscolo caballero de poco antes, se convirtió en “vasallo”.
Recordemos el célebre “Poema del mío Cid,” una joya de la literatura
española medieval, en el que se exalta la virtud del honor y el alcance
del vasallaje, al relatar que, tras exigir al rey que jure públicamente – y
tres veces seguidas – no haber tenido parte en la muerte de su hermano,
en la célebre “Jura de Santa Gadea”, y ser desterrado por ello por el rey,
Alfonso VI, salió del reino, conquistó Valencia y le faltó tiempo para
ofrecerla a su señor natural, el mismo rey que le había desterrado y al
que había jurado vasallaje. Ése era el sentido del honor de aquellos
caballeros. Y no faltan en el poema momentos que muestran ya ese
atisbo de manifestación de ternura en aquellos toscos guerreros, cuando
afirma que, al salir desterrado, se separó de su esposa e hijas “como la
uña de la carne.”
b.- Por otra parte, en la Povenza francesa, en una evolución
paralela, nacieron y proliferaron los romances corteses, que supusieron
el descubrimiento de la mujer como objeto de la literatura y que tuvieron
dos características principales:
Por un lado, estuvieron siempre compuestos por caballeros, es
decir, por personas pertenecientes al ambiente que describían.
Y, por otro, convirtieron el vasallaje, el servicio incondicional al
señor, que era su finalidad en la caballería, en el servicio, devoción y
dedicación a la señora de sus sueños.
En su fuero interno, no cantaban a una dama determinada, sino,
influidos precisamente por el Idealismo platónico, a la dama ideal. Como
tampoco servían, en su mismo fuero interno, como consecuencia de su
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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formación, a un señor concreto, sino al señor ideal, portador de todas las
virtudes que a ellos se les exigían y, por tanto, merecedor de todos los
sacrificios que fuesen necesarios.
Y, en esa idealización de la mujer – siempre desde una postura
machista y protectora, claro – fueron profundizando en sus propios
sentimientos y fueron descubriendo que la mujer no era sólo un objeto a
admirar y a proteger, sino que comenzaron a vislumbrar que es un ser
humano, capaz de sentimientos paralelos a los del caballero.
Pero todo se desarrollaba en un mundo ideal. No se trataba de un
amor mundano, vulgar, de los cuerpos, sino de un amor puro, ideal –
“platónico” es la palabra – de una unión de almas, que nos hace recordar
las palabras de Sócrates en el Banquete.
Los caballeros juglares, pues, acabaron no siendo guerreros
adscritos a ningún ejército, sino que actuaban de modo individual e
independiente, dedicándose a la defensa de los débiles, de los
explotados, de las viudas y huérfanos, de las mujeres en peligro y de los
cristianos frente a sus enemigos. Siempre llevados por el valor, el arrojo,
la magnanimidad, la fe, la justicia y, sobre todo, el honor. Recordemos a
Don Quijote que, si bien nació ya tardíamente, a caballo entre los siglos
XVI y XVII – para dar fin a las novelas caballerescas, no dejaba de
encarnar las virtudes del caballero y su entrega total a la mujer de sus
sueños, al servicio de la justicia y a la preservación de su honor.
El gran impulso para la aparición y generalización de este tipo de
caballeros lo dio Leonor de Aquitania que, al contraer matrimonio con
Luis VII de Francia, llevó a su corte un séquito de estos cortesanos
trovadores, con sus ideas y sus canciones corteses. Y luego, al ser
repudiada por su marido y casarse con Enrique II de Inglaterra, trasladó
también aquel ambiente trovadoresco y caballeresco a su nueva corte,
donde proliferó, como había proliferado en la de Francia. El fenómeno
se vio incrementado por sus dos hijas, que contrajeron matrimonio con
los condes de Blois y de Troyes, lugar éste donde, bajo la protección
precisamente de la condesa María, vivió y trabajó Chrétien de Troyes en
pleno siglo XII, que pasa por ser el gran creador o consagrador
definitivo del “roman courtois” o novela cortesana, con grandes figuras
como Lanzarote, Galván e Ivain, hombres que encarnaban perfectamente
el “tipo” de caballero ideal. Esta literatura impregnó todo el siglo XII.
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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Los trovadores tardíos son más explícitos y ya dicen, claramente,
que el amor no es pecado sino, por el contrario, causa de elevación
espiritual y fuente de virtud y hasta de castidad (Montanhagol, Sordel,
Lafranc Cigala, etc.)
Y surge aquí una interrogante curiosa: ¿fue la caballería la que dio
lugar a la literatura caballeresca o fue la literatura la que hizo
configurarse a la caballería y adoptar el código que la hizo inmortal?
Parece ser que ambas cosas ocurrieron en verdad. Pero para nosotros,
estudiantes de lo oculto, parece bastante verosímil que la mano de los
Dirigentes de la Humanidad, dieran en aquel siglo y en aquella sociedad
un paso más hacia la emancipación de la mujer.
IV.- Il dolce stil nuovo.-
Dante, en el capítulo XXIV del Purgatorio de su Divina Comedia –
por cierto, un libro de ocultismo que conviene estudiar – dialoga con el
poeta florentino y provenzalizante Bonagiunta degli Orbicciani da Luca
sobre la obra de ambos – Dante había publicado ya su Vita Nuova y, en
ella, un poema que comienza diciendo “Damas, que del amor tenéis
conocimiento” – y Dante le dice: “yo soy uno que escribo cuando amor
alienta, y de aquella manera que él dicta dentro, lo voy expresando”, lo
cual quiere decir que su palabra de poeta ha sido la fiel traducción de
una viva realidad sentimental y fantástica. Esa manera de concebir la
poesía es lo que se denominó el dolce stil nuovo.
En otro diálogo del Purgatorio, esta vez con el poeta Guido
Guinizelli, que – en una poesía titulada ”en corazón gentil se refugia
siempre el amor” – identifica el amor con la nobleza espiritual; y se
asimila a la noción de la mujer.
Una interpretación ya materialista y “descafeinada” del stil nuovo,
influenciada por el punto de vista moderno, dice que el amor es un
accidente y lo reconoce, cuando está “en potencia,” como pasión
permanente que reside en el “alma sensitiva”, como predisposición
predeterminada. Cuanto el amor está “en acto,” es deseo del ideal
femenino, como cada cual lo concibe subjetivamente. La mujer, pues, es
“la causa ocasional del amor”, sirve para “iluminar,” en quien la
contempla, el ideal, no universal, sino particular del amor, el ideal que
está en el alma intelectiva y resplandece perpetuo e inmóvil, suscitando
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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intensísimo deseo de sí, que a cada cual entristece y atormenta. El
hombre ya no domina, ya no tiene libertad, ya no tiene sabiduría, se
torna esclavo de aquel deseo que lo arrastra y lo espolea a bucear, por
medio de formas contingentes y variables, su ideal. Recordemos, en este
sentido, la definición que del amor da Lope de vega:
Desmayarse, atreverse, esta rosado,
áspero, suave, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difundo, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso…
28.- A pesar de todo ello, la inercia de miles de años prevaleció, y
en la propia iglesia la mujer ha tenido un papel totalmente secundario,
no sólo en la jerarquía sino en cuanto a su formación se refiere, siendo
contadísimas las que se han distinguido por su capacidad intelectual o
por su elevación espiritual o misticismo y no han sido perseguidas o
acalladas. Y esa actitud de la iglesia, que a lo largo de la Edad Media
tuvo un protagonismo indiscutido, fue imitada o, podría decirse,
obedecida, por la sociedad civil. Y así se explica que, en los campos de
la investigación y la intelectualidad y las artes y el comercio y la
política, la mujer haya sido preterida, impidiéndosele el desarrollo de sus
capacidades salvo, y con limitaciones, en el seno del hogar.
29.- Eso no quiere decir que, a lo largo de la historia no haya
habido mujeres excepcionales que sí han sabido manifestar su parte
masculina y han dejado su impronta en la historia, aunque su número sea
bien exiguo frente a los hombres. Recordemos a Semíramis, fundadora
de Babilonia, con sus jardines colgantes, una de las siete maravillas de la
antigüedad, y de un gran imperio; a la faraona Hatshepsut, constructora
del grandioso templo de su nombre a orillas del Nilo; a Aspasia, la mujer
de Pericles, el paladín de la Grecia clásica, que luchó por sacar a la
mujer del gineceo, por educarla, por prepararla para influir en la
sociedad; a nuestra Isabel la Católica, que se atrevió a hacer constar en
sus escudos aquello de “tanto monta, monta tanto, Isabel como
Fernando”; a Juana de Arco, que dirigió ejércitos a la victoria, siendo
una doncella ignorante y pueblerina; a Teresa de Jesús, que transformó
la vida religiosa de su época; a Isabel Primera de Inglaterra, enemiga de
nuestro Felipe II, que convirtió a su país en una gran potencia; a Catalina
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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de Rusia, que hizo lo propio con el suyo; a madame Curie, que
revolucionó la investigación científica obteniendo dos premios Nobel…
30.- Llegamos así a los movimientos sufraguistas de principios del
siglo pasado y a los feministas de nuestros días, tras los cuales están, sin
duda alguna, los conductores de la Humanidad. Y a la aceptación formal,
en las Constituciones y en las Leyes de la mayor parte de los países, de
la igualdad de ambos sexos en derechos y obligaciones.
31.- Y las mujeres se hacen médicos y policías y jueces y militares
y pilotos e investigadoras, y demuestran que tienen la misma capacidad
intelectual que el hombre y que, con las diferencias propias de sus
características diferenciales – embarazo, lactancia, etc. – desempeñan con
igual dignidad que el hombre cualquier actividad o función.
32.- También ha habido hombres, a lo largo de los siglos, que han
sabido manifestar su lado femenino. El primero, el propio Cristo, que
supo amar a todos, que supo comprender y disculpar a la mujer adúltera,
que supo perdonar a sus verdugos, que vino a salvar a todos, sin
distingos y al que la polaridad femenina le traicionó frecuentemente,
haciéndole curar a los enfermos. Muchos siglos antes hubo otro ser
excepcional, el faraón Akenatón, marido de la bellísima y conocida reina
Nefertiti, que vivió en el siglo XIV antes de Cristo, y cuya delicadeza y
elevación espiritual impregnaron su época. Son impresionantes por su
ternura y sencillez las escenas que, en bajorrelieves bellísimos, nos han
llegado, representando escenas de familia, así como su Himno al Sol,
precursor del que mucho después escribiría San Francisco de Asís, otro
hombre con el aspecto femenino desarrollado y que supo transformar el
mundo de entonces. Y, en este sentido, hay que considerar a los poetas.
Ellos son siempre los pioneros, los que otean el futuro y perciben de lo
alto todo lo que es elevado y puro y verdadero y bello y lo plasman en
sus obras, ya que han desarrollado la intuición y la sensibilidad de su
subpolaridad femenina.
33.- ¿Y ahora, qué? Pues ahora, estamos viendo que, a pesar de
todo, no se acaba de aceptar por la sociedad esa equiparación entre el
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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hombre y la mujer. Ni por la española ni por la mundial. Recordemos
que un país tan avanzado como Suiza aún no ha otorgado a la mujer el
derecho al voto en determinados Cantones. ¿Qué pasa, pues? ¿Qué ha de
ocurrir? ¿Qué hemos de hacer? ¿Dónde está el fallo y dónde la solución?
34.- La solución está, como hemos dicho y como ha pretendido
siempre la Jerarquía conductora de la Humanidad, en el mensaje de
todas las religiones o mitologías citadas y, especialmente, en el de
Cristo, que pone de manifiesto el fallo: “Amaos los unos a los otros
como yo os he amado”. ¿Y qué tiene esto de particular? Pues tiene de
particular que el amor, el amor desinteresado, que es del que habla el
Señor, es, precisamente, una de las características distintivas de la
polaridad femenina. Y se plantea, claro, la cuestión: ¿entonces qué ha de
pasar? ¿que las mujeres han de seguir amando desinteresadamente como
hasta ahora? ¿qué cambia, entonces?
35.- No. Lo que quiere decir es que los hombres han de aprender a
amar desinteresadamente. Porque los hombres no se han considerado
obligados a amar a lo largo de la historia. Estaban demasiado ocupados
guerreando o intrigando o violando o asolando o destruyendo o
investigando o creando imperios o gobernando, para perder el tiempo
amando desinteresadamente. El amor era cosa de mujeres. Porque el
hombre ha llamado tradicionalmente amor – y sigue haciéndolo – a la
pasión, la posesión exclusiva, el abuso y la explotación en beneficio
propio. Y, si eso siguiera así, las mujeres seguirían amando
desinteresadamente y los hombres poseyendo interesadamente. Y no es
eso.
Fijémonos en los más recientes acontecimientos mundiales.
Recodemos las dictaduras de Chile, de Paraguay y de Argentina, las
guerras de Yogoslavia y de Afganistán y de Irak, y añadamos todos los
países musulmanes…¿Cuántos protagonistas femeninos?
¡¡¡NINGUNO!!!
36.- Se trata de que los hombres, los Espíritus Virginales
encarnados como hombres, descubran dentro de sí, mientras lo son, su
otra polaridad, la femenina, que es tan suya como la masculina. Y sean
capaces de sentir ternura y amor desinteresado y cultiven el espíritu de
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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sacrificio y de servicio sin reservas y la imaginación y la intuición y la
tolerancia y la delicadeza y la devoción y la piedad, virtudes que, hasta
ahora, esos mismos Espíritus Virginales sólo han podido manifestar
cuando han nacido con la polaridad femenina, aunque no se le han
dejado, ordinariamente, ejercer; al tiempo que las mujeres – ya lo están
haciendo en nuestros días – descubran dentro de sí, y fomenten, mientras
son mujeres, la polaridad masculina, que también es suya, y actúen y
luchen por la vida y desempeñen puestos de responsabilidad y estudien e
investiguen y compitan y se pongan al nivel de los hombres y sus obras
trasciendan y configuren la sociedad, es decir, hagan siendo mujeres lo
que hacen cuando nacen con la polaridad masculina.
37.- Sólo entonces, cuando el hombre y la mujer se completen a sí
mismos en la mitad que les falta, se pondrán en práctica esas leyes
igualitarias, tan bien intencionadas pero insuficientes por sí mismas.
38.- Esa igualdad de ambas polaridades, ese equilibrio perfecto es
el que, de un modo insuperablemente bello, expresa El Cantar de los
Cantares cuando la enamorada exclama (2:16). “mi amado es mío y yo
soy suya”.
39.- Y, ¿qué es lo que pretende nuestra filosofía, sino que
desarrollemos paralelamente ambas polaridades, sin distinguir entre una
y otra? Recordemos: “Una mente pura (polaridad masculina), un corazón
tierno (polaridad femenina) y un cuerpo sano (consecuencia de su
equilibrio)”. Pues eso mismo, pero en la sociedad. Hacia ahí va la
evolución.
En la Era de Acuario, que se aproxima, se alcanzarán la
equiparación total entre el hombre y la mujer y el equilibrio de ambas
polaridades en cada individuo. Y la entrada en el Templo de la
Iniciación ya no tendrá en su puerta una cruz, sino dos columnas, iguales
y paralelas, significando el equilibrio de ambas polaridades en el ser
humano y del hombre y la mujer en la sociedad..
40.- Y así lo vio Wagner, el gran iniciado musical, que hizo de ese
descubrimiento por el hombre de su polaridad femenina, y de su
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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oportuno protagonismo, el hilo conductor de toda su obra operística. Y
así, Los Maestros Cantores de Nuremberg cantan al amor platónico, y
Senta, con su amor y su sacrificio, sabe efundir del Holandés Errante su
parte afectiva, y en Tanhäuser se canta al amor verdadero, capaz del
mayor sacrificio, y en su obra máxima en este sentido, los protagonistas
llegan a exclamar en un éxtasis de amor, de pura amistad espiritual, fruto
de sus desarrollos armónicos y equilibrados: “Ya no soy Tristán, soy
Isolda. Ya no soy Isolda, soy Tristán”. Y, por ello, concibió el amor, el
verdadero amor, como una sintonía profunda entre las dos almas que son
el hombre y la mujer, y no como la simple atracción temporal entre dos
cuerpos llamados a la decadencia física y a la consiguiente desaparición.
El verdadero amor es, pues, la atracción, la amistad, la unión entre dos
espíritus. Y es eterno e inagotable. Y sólo el día en que la Humanidad lo
conciba así y lo sienta así, desaparecerán todas las desigualdades que
ahora tanto nos abochornan y tanto nos hacen sufrir.
Y, en esa misma línea, el verdadero matrimonio, el matrimonio
perfecto, sólo se dará cuando el hombre haya desarrollado su polaridad
femenina al mismo nivel que la masculina, y la mujer haya hecho propio
con su polaridad masculina. Sólo así, el hombre podrá comprender a su
mujer, y la mujer podrá comprender a su marido. Y ambos,
perfectamente equilibradas sus dos polaridades respectivas, podrán
unirse en una unión total – de cuerpos físicos y etéricos, de cuerpos de
deseos, de mentes y de espíritus – que dará lugar a concepciones
inmaculadas.
En ese sentido también, al parecer, las Jerarquías están
relacionando los karmas de muchos iniciados a punto de nacer, para que,
encontrándose luego en la vida física y constituyendo matrimonios de
ese tipo, puedan dar lugar al nacimiento de almas verdaderamente
avanzadas, a grandes iniciados, que den un impulso importante a la
evolución común.
41.- La influencia de la Jerarquía que conduce a la Humanidad, sin
embargo, se está viendo también en un fenómeno inesperado y que está
afectando a todo el mundo. Me refiero al nacimiento y proliferación de
las ONGs. Supone, por un lado, el despertar del amor desinteresado e
indiscriminado, tanto en los hombres como en las mujeres. En los
primeros, haciéndoles descubrir su parte femenina, ejercitarla y producir
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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efectos positivos en la sociedad, cosa que no había ocurrido nunca. Y, en
las mujeres, haciendo que los efectos de la actuación de su parte
femenina se reflejen en la sociedad, cosa que, como hemos visto,
tampoco jamás había sucedido.
Por otro lado, esa proliferación del amor desinteresado, supone que
los que reciben la ayuda, ven y toman ejemplo de esa completa igualdad
de los dos sexos, que tanto bien está haciendo entre sus auxiliadores.
Además de ello, esa oleada de amor, no sólo está afectando a los
miembros activos de las ONGs, sino a toda la sociedad – ¿quién no ha
aportado o aporta regularmente algo a una ONG? – que, día a día, se
conciencia, sin casi darse cuenta, de que todos somos un conjunto y de
que no podemos ser felices mientras uno de nosotros pase hambre o
necesidades de cualquier tipo; y nos empezamos a sentir culpables de las
injusticias sociales y las desigualdades consiguientes; y tratamos de
reparar, en la medida de nuestras fuerzas, la situación creada.
Y ese sentimiento va muy deprisa, impregnándonos. Todos lo
estamos viendo cada día. Y es un movimiento imparable y un fenómeno
curioso. Porque, cuando los sistemas de gobierno tradicionales y las
religiones ortodoxas y las estructuras financieras conocidas nos han
conducido a la actual situación mundial y, además, no tienen soluciones
para ella, son el pueblo de a pie, el hombre y la mujer de la calle, los que
cogen el testigo, aceptan el desafío y llenan las lagunas y corrigen los
errores que aquéllos han cometido. Es maravilloso comprobar cómo el
amor desinteresado prolifera. Y más maravilloso aún, ver cómo los
medios de comunicación, – sin los cuales todo este proceso fraternal
sería imposible – han aparecido y están protagonizando la vida mundial
en el momento oportuno, demostrándonos, una vez más, la ayuda
inteligente y justamente dosificada de la Jerarquía conductora de nuestra
evolución.
Paralelamente – y es otra muestra de dicha ayuda – están cobrando
importancia las escuelas esotéricas, con el fin de que, lo mismo que el
amor desinteresado e indiscriminado está pasando a formar parte de la
conciencia colectiva, lo haga también el conocimiento de las leyes
naturales del karma y el renacimiento, de la composición interna del
hombre, de los procesos post mortem y de la evolución, impartidos
siempre gratuitamente, en una muestra más del protagonismo que está
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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cobrando el amor desinteresado e indiscriminado. Y es que, como dijo
claramente Cristo: “el amor es el cumplimiento de la Ley toda”.
Es éste que estamos viviendo, un momento maravilloso porque,
aunque todos lo veamos como una época oscura y hasta negra, también
sabemos todos que el momento más tenebroso precede siempre al de la
máxima luminosidad. Y ese momento luminoso se acerca a pasos
agigantados y, lo que es más importante, esta vez, gracias al esfuerzo de
todos.
42.- He dicho antes que los poetas son, con los místicos quienes,
ordinariamente desde la polaridad masculina, es decir, siendo hombres,
han sabido despertar su vertiente femenina. Para terminar, pues, esta
conferencia del modo más agradable posible, veamos algunos ejemplos:
a.- San Juan de la Cruz escribió, entre otros, estos versos:
¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste;
habiéndome herido,
salí tras ti, clamando, y ya eras ido.
Y éstos:
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
……………………………
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
b.- Y, Fray Luís de León, entre otros, escribió estos versos a la
Ascensión del Señor:
¡Y dejas, Pastor Santo,
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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tu grey en este valle hondo, oscuro,
con soledad y llanto
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro!
Los antes bienhadados
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de Ti desposeídos,
¿a do convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
c.- Y Gutierre de Cetina:
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si, cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquél que os mira,
no me miréis con ira
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
d.- Y Gustavo Adolfo Bécquer que, entre otros versos, dijo:
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño,
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido, desengáñate,
¡así no te querrán!
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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e.- Y el contemporáneo Antonio Gala:
Ah, si la hubierais visto… si una tarde,
sentada en la ribera, la hubierais encontrado
ajena a su vibrante melodía
bajo la tarde, cerca de la acacia;
si, a los pies del muro
encalado y los zócalos azules,
os hubiese mirado de repente
a los ojos, si el portal y el arco,
la verde lluvia, el ánfora y la yerba,
indignos de ella os hubiesen parecido;
si hubieseis visto el tiempo
que sorbe el corazón a las toronjas
ceñirse, sin dañarla, a su cintura…
Ah, si la hubieseis visto,
quizá comprenderíais.
f.- Hace algún tiempo encontré, entre papeles olvidados y que han
sobrevivido a nueve traslados de casa, una serie de poemas que compuse
cuando aún no tenía veinte años, es decir, a esa edad en que el amor
empieza a tocar con sus alas nuestro corazón. Tuve la tentación de
destruirlos. Pero, al fin y al cabo, eran una parte de mí que, aunque
olvidada, no dejaba de tener interés. No recuerdo quién o quiénes los
inspiraron. Pero – casualidades de la vida – hoy me van a venir bien para,
reproduciendo algunos, ilustrar la posibilidad de la ternura en el corazón
de los hombres, sin dejar de serlo.
El primero se titula “Vivir y morir” y dice:
¡Qué anhelo se siente en el alma si está enamorada!
¡Qué ansia vehemente, qué peso, que fe, qué dolor!
¡Qué dicha al mirar a los ojos del alma adorada!
¡Qué angustia si el alma adorada no ve nuestro amor!
¿Por qué, si el amor es la vida, nos da antes la muerte
si siempre la muerte ha corrido de la vida en pos?
¿Por qué los proceso del mundo varían de esta suerte
y parece que vida y que muerte son una las dos?
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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¿Por qué, si el amor nos completa y nos hace dichosos
sufrimos, si amor nuestros hombros se atreve a tocar?
¿Por qué, cuando amor nos domina, parecen hermosos
los montes, los campos, los bosques, los vientos y el mar?
¡Por qué, si los ojos amantes nos miran, lloramos?
¡Por qué, si ella llora amorosa, su llanto nos hace feliz?
¡Por qué, si queremos, ansiosos, un algo esperamos
si siempre, al llegar ese algo, se empieza a sufrir?
El siguiente poema expresa ya las luchas, las caídas y los
arrepentimientos, Se titula “Entonces” y es una especie de oración a la
Virgen (No olvidemos que yo me había educado en un colegio de
religiosos). Dice así:
Tú, que todo lo ves, desde allá arriba
sin que nuble tu vista la ficción,
tú, que todo lo ves, tal cual se siente
muy adentro, en el mismo corazón,
mírame una vez sólo, madre mía,
torna tus ojos dulces hacia mí:
verás qué pobre soy, mísero y ciego
y qué necesitado estoy de ti.
No es que quiera se malo, que no quiero.
Es que, en medio del mundo y del placer,
soy tan débil, tan frágil, tan ligero
que, Madre, ya me ves…
Yo soy, Madre, aquel niño que, otros tiempos,
de hinojos, muy cerquita de tu altar,
te contaba sus penas y sus sueños…
Soy aquél mas, mis sueños y mis penas
son tan distintos ya…
Si pudiera otra vez ser aquel niño
y postrarme ante ti
con la fe, la pureza y el cariño
que hace tiempo perdí…
Mírame, mírame porque tus ojos,
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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yo lo sé con razón,
para el que ora ante ti, con fe, de hinojos,
significan perdón.
Mírame y yo podré, por tu cariño,
mi vida remontar
y acabar otra vez siendo aquel niño
que oraba muy cerquita de tu altar.
El siguiente se titula “Al alma enamorada”. Describe el rapto
de dicha que supone el estar enamorado:
¿No es más azul el cielo y más lindas las flores?
¿No es más dulce su aroma, más vivo su color?
¿No sientes que los mirlos entonan nuevos sones
y que parece el aura besar los corazones
y que todo respira felicidad y amor?
¿No te ocurre que escuchas lejanas melodías?
¿No te sientes dichosa? ¿No te embarga el placer?
¡Es amor que modula divinas armonías
y de dicha inefable viene a colmar tus días
y a hacer que ya no cuenten ni mañana ni ayer!
Este poema refleja el amor verdadero, desinteresado y ajeno al
amor posesivo. Se titula “Ayer”. Dice así:
Ayer la vi andando del brazo con otro;
marchaba contenta, risueña, feliz…
Al ver de mi pecho el dolor en mis ojos,
no quiso mirarme,
¡se alejó de mí!
Yo que fundé en ella todos mis ensueños,
yo que en ella puse toda mi ilusión,
ayer, al cruzarme en la calle con ellos,
creí que moría…
¡mi primer amor!
En ella soñaba, por ella vivía,
pensando yo en ella, gozaba al sufrir…
¡Y ayer encontré la mujer que era mía
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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del brazo con otro,
dichosa sin mí!
Traté de engañarme creyéndome loco,
diciéndome que “ella” no es la que yo vi…
pero mi alma estaba segura de todo;
¡la conoce tanto!
¡y dijo que sí!
Mas, aunque te fuiste, te espero paciente,
tu amor me hace falta como al sol la luz;
aunque tú no quieras, yo te amaré siempre,
aunque nunca vuelvas, aunque me odies tú.
El siguiente que he seleccionado de aquella época juvenil, en la
que yo estaba ajeno a los conocimientos y las preocupaciones del
ocultismo, es éste, que discurre a la orilla del mar en una noche de luna
nueva y que titulé “El mensaje”:
Hermosa ola de leve espuma,
precioso rizo del ancho mar,
escucha, atenta, mis confidencias
y alivia un poco mi soledad:
En otro tiempo fui muy dichoso
al lado de ella, junto a mi amor;
jamás, estando con mi adorada,
sintió mi pecho el menor dolor.
Todas las noches, los dos, muy juntos,
salíamos solos a pasear
y nos jurábamos amor eterno
a las orillas de este ancho mar;
los dos mirábamos aquella estrella
que es “nuestra estrella”, nuestra ilusión;
ella decía que, en la otra vida,
allí estaría nuestra mansión;
desde allí arriba, los dos veríamos
al loco mundo correr veloz
y los dos juntos, juntos por siempre,
por siempre solos, solos los dos,
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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embriagaríamos nuestras dos almas
con las delicias de nuestro amor…
Ella era hermosa como no hay otra,
tenía un alma cual no hubo dos,
era tan buena como ninguna,
era… una obra maestra de Dios.
Yo la quería más que a mi vida,
la idolatraba mi corazón;
era dichoso con sólo verla,
con recordarla, con oír su voz…
Pero Dios mismo, dueño de todo,
que la vio hermosa, cual yo la vi,
la llevó al cielo en Su compañía
¡y yo quedéme tan solo aquí!
Estoy seguro que me está viendo
desde esa estrella, cual prometió,
y está diciendo que me apresure
porque a su lado le falto yo.
Hermosa ola de leve espuma,
tú que vas lejos por este mar
y que te acercas a aquella estrella
y que reflejas su azul brillar,
dile a mi amada que espere un poco,
que ya muy pronto estaré a su lado
y, para siempre, tendrá a su amado
que, de no verla, se ha vuelto loco;
Tú, que te acercas a su morada,
no se te olvide decirle eso.
Y también dile, dile a mi amada
que, en tus espumas, le mando un beso.
El año 1999 convocó el Colegio de Abogados de Madrid, del que
soy miembro, un concurso de poesía de tema libre. Y me sentí tentado. Y
caí en la tentación. Y quise comprobarme a mí mismo si mi capacidad
para sentir el que llamamos amor mundano, que para mí nunca lo ha
sido, porque sólo he visto en él la parte elevada y anímica, seguía viva.
Y me presenté con un poema que, por supuesto, no ganó el premio – los
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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colegios de abogados están bastante alejados del amor – pero que quiero
traeros hoy aquí para que lo juzguéis y, si vale la pena, lo disfrutéis. Lo
titulé “¿Quién ha puesto la rosa…? Y es éste:
¿Quién ha puesto la rosa en tus mejillas
y el carbón en tus ojos,
y ese coral, que a todos maravilla,
en tus labios tan rojos?
Y en tus cabellos,
¿quién colocó, con tino, ese azabache
y esos destellos?
¿Quién dibujó en tu faz esa sonrisa?
¿Quién trasladó a tu ser tanta belleza?
Y esos hoyuelos,
¿quién los bajó, atrevido, hasta tu rostro,
desde los cielos?
¿Quién pone las palabras en tu boca?
¿Quién controla la luz de tu mirada?
¿Quién modula, tan bien, tu risa loca
y te da ese perfume de alborada?
¿Quién soporta tu impacto, en lo profundo,
y resiste tenerte frente a frente,
si tú lo miras?
¿Quién no ve derrumbarse todo el mundo
y nublarse su vista, de repente,
si tú suspiras?
¿Quién es capaz de continuar viviendo
sin tu presencia?
¿Ni quién resiste en vida, presintiendo
tu sola ausencia?
Que estoy enamorándome de ti;
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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que soy dichoso
y el mundo, sin sentirlo, para mí,
se ha vuelto hermoso;
y el cielo es más etéreo y más azul
y más brillante;
y puedo las estrellas alcanzar
en un instante;
y todos me sonríen y me ven
enamorado
y ya no hay más tristeza ni dolor
justo a mi lado.
¿Qué me has hecho, mi amor,
que, con tus artes
dulces, sutiles y sin curación,
me has aturdido
y me has dejado así, sin corazón,
sin fuerzas, sin defensas, sin razón,
y a ti rendido?
¡Bendita maldición!
¡filtro bendito!
Que no quiero alterar mi situación:
¡la necesito!
Aún me gustaría leeros un soneto sobre el amor profano, que creo
merece considerarse para comprender lo que he querido exponer arriba:
Los ojos más bellos
Ayer vi los ojos más bellos del mundo,
llenos de promesas, de luz e ilusión,
y me acariciaron, sinceros, profundos,
y se me clavaron en el corazón.
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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Y pude asomarme por ellos a un alma
pura, limpia, hermosa, llena de candor,
de entrega, de ensueños, de lucha y de calma,
vibrando de vida y reclamando amor.
Y yo, sin defensas, y desprevenido,
me vi, subyugado y pillado a traición
y, en los infinitos verdes torbellinos
de aquellos dos mares, débil la razón,
sumergíme presto, perdido el sentido,
preso para siempre, ya sin remisión.
g.- Durante los últimos años – la anterior ha sido una incursión
excepcional, como he dicho, en el “amor profano” – con pocos menos y
con pocos más de setenta años, y habiendo dedicado muchos a la
meditación y al estudio, mis versos son otros, pero no dejan de expresar
mi parte femenina, de lo cual hoy me congratulo. Fijaos, de todos
modos, en la diferencia de contenido, de forma y hasta de madurez. Voy
a leeros algunos, aún no publicados:
“Eres un mar, Señor”
Eres un mar, Señor, do yo buceo
y, cuanto más profundo logro hallarme,
más Te alcanzo y aún más debo bajarme
para alcanzarte más, do más Te veo.
Que eres sin fin, Señor, y Tus profundos,
cada vez más brillantes y más claros,
se me hacen, por momentos, menos raros,
y en ellos vivo siglos en segundos.
“Te busqué sin saberlo”
Sintiéndome infeliz e insatisfecho,
Te busqué, sin saberlo, año tras año,
pues mi alma no encontró, para su daño,
el reposo en el fondo de mi pecho.
Las cosas todas que el mundo quería
LA POLARIDAD FEMENINA EN EL HOMBRE Y LA MASCULINA EN LA MUJER.- Francisco-Manuel Nácher López
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habían perdido todo su atractivo
y yo me hallaba muerto más que vivo,
sin ilusión, sin fe y sin alegría.
Y, en esa tesitura, ¡oh maravilla!,
se hizo la luz en mí y Te vi, Señor,
Te vi y Tú me miraste, y la semilla
sembraste en mí, indeleble, de Tu amor.
Desde entonces, mi vida es muy sencilla
pero es más rica y es todo esplendor.

Sobre la Epigénesis

SOBRE LA EPIGÉNESIS

La evolución se basa en la Epigénesis, es decir, en la capacidad
de improvisación, en la innovación, en la profundización, en la
aclaración, en el descubrimiento, en la iniciativa, en el interés, en la
ilusión, en la obediencia, en fin, a ese empuje permanente que es la
más perceptible presencia de Dios.
La Epigénesis, pues, necesita de la libertad. Su ejercicio es
posible, sólo, porque somos seres libres. Sin libertad no hay
Epigénesis ni hay, por tanto, autoevolución, evolución consciente.
Habrá evolución del espíritu-grupo, pero no del individuo e, incluso la
de aquél, se deberá al uso de su propia libertad.
Por eso la Epigénesis es la antítesis de la norma. Por eso dice la
Escritura que, “donde hay mandamientos, hay pecado” (San Pablo).
Y por eso Cristo redujo todo el Decálogo a un solo mandamiento, que
es la quintaesencia de toda la Creación: El Amor. “Amaos los unos a
los otros, como yo os he amado”.
Cierto que la sociedad, para funcionar, necesita de la dejación de
determinadas porciones de libertad por parte de cada uno de sus
miembros. Pero debe siempre tender a dejarles la mayor parcela de
libertad y de iniciativa y de creación posible.
Una sociedad reglada al extremo, que lo tiene todo normalizado
y previsto, es imposible que haga evolucionar a ninguno de sus
miembros. El ejemplo típico es el ejército tradicional donde, incluso
las propias normas, explícitamente, exigen la obediencia, sin
reflexionar, frente a la propia iniciativa, sacrificando así la evolución
de sus miembros a una efectividad dudosa y efímera. Aunque,
curiosamente, los actos militares heroicos, siempre se han llevado a
cabo al margen de las normas que, en ese caso, se incumplieron. Por
eso se condecora a los héroes, por haber excedido lo que de ellos se
esperaba, es decir, por haber actuado más allá del deber, lo que
equivale a decir, fuera o en contra de lo normal, de lo ‘’normalizado’’,
de la ley.
Por eso Max Heindel se resistía a crear un Centro y a darle
normas: Por miedo, como dijo, a su inevitable “cristalización”. Y por
eso todas las órdenes religiosas, creadas por grandes santos, llevadas
de las “Reglas” que las rigen, no han tardado en cristalizarse y dar más
importancia a las normas y a su observancia, que a la capacidad de
cada uno de sus miembros para “superarlas”, y se ha tachado de
hereje, de heterodoxo, a quien se ha atrevido a ejercer su libertad, su
Epigénesis.
Y, si se reflexiona, se comprueba que el mismo fenómeno se ha
dado en la Iglesia como organismo, tan alejada del espíritu de su
fundador y más preocupada por condenar, anatematizar y excluir y
excomulgar, que en mejorar internamente y acercarse a la libertad, la
tolerancia, la caridad y la comprensión, atenta sólo a las normas
creadas por los hombres y anteponiéndolas al Amor,
institucionalizado por el propio Cristo.
Y otro tanto se observa en los partidos políticos, en las empresas
comerciales de cierta duración, en las familias de abolengo, etc.: Que
las normas, lo que se espera de cada uno, lo que se hizo, lo que se
estableció, aunque fuera en otras circunstancias y para otros fines,
acaba privando sobre la originalidad, la innovación, y ahogando,
apenas nacida, la libertad de sus miembros.
La única manera de llegar a ser dioses creadores consiste en
situarse por encima de la norma. Sólo Dios está por encima de la
norma, ya que ha sido su creador. Sólo situándose por encima de la
norma, es decir, actuando de modo espontáneo, de un modo
apropiado, se puede comprender y disculpar y ayudar a los que aún le
están sujetos.
* * *
Dios

D-5.-
DIOS
por Francisco-Manuel Nácher
– Amigo, ¿crees en Dios?.
– No. No creo.
– Y, ¿por qué?.
– Porque no lo veo y, a lo largo de mi vida, he aprendido a creer
en lo que veo.
– ¿Y no ves a Dios?.
– No. No lo veo.
– ¿Y crees que lo reconocerías si lo vieses?.
– Sí.
– ¿Cómo piensas, pues que, de existir, debería ser?.
– No lo sé. No puedo concebirlo. Pero sé que si existiese y yo lo
viera, lo reconocería. Porque sería algo distinto a todo.
– Pero, ¿tú lo has buscado?.
– No. No lo he buscado porque no creo en su existencia.
– Lástima. Porque, si lo hubieras buscado, a lo mejor lo hubieras
encontrado.
– ¿Y dónde tenía que buscar?.
– Precisamente donde no sospechas que está: En ti mismo. Tú
mismo eres Dios, y tu prójimo, y el sol, y las estrellas, y la brisa de
la mañana, y el arco iris, y la risa de los niños, y la flor del cerezo, y
el susurro del mar…
– ¿Eso es Dios?.
– Eso es Dios. Y muchas cosas más. Dios es todo lo que tú ves.
Y todo lo que tú sientes. Y todo lo que tú piensas. Y lo que ni
siquiera percibes. Dios es todo. Porque tú y yo y todos, vivimos en
Él y formamos parte de Él. Y Él evoluciona con nosotros.
– Ese no es el Dios de que me han hablado.
– Porque los que te han hablado de Él no lo conocían.
– Si eso es Dios, ¿cómo puedo entrar en contacto con Él?.
– Por medio del amor. Es el único camino. Ama a tu prójimo;
ama por igual a los pobres y a los ricos, a los inteligentes y a los
torpes, a los buenos y a los malos, a los tristes y a los alegres…
porque todos, todos somos parte de Dios. Si así lo haces,
comenzarás a sentir Su existencia, experimentarás la certeza de
Su presencia y de Su acción y de Su omnipotencia y de Su
sabiduría, y te sentirás arropado y seguro, y sonreirás recordando
cuanto sobre Él te habían contado, y sentirás que aquella puerta
que cerraste en tu alma, se abre, y que tu alma rebosa y se funde
con el alma de tus hermanos y ya no puedes distinguir dónde
terminas tú y dónde empiezan ellos, ni quién es el feliz ni el
desdichado…
– Entonces, las iglesias…
– Instrumentos necesarios y convenientes para determinados
hombres. Medios para intuir a Dios. Pero la única manera de
percibir a Dios, de estar seguro de Su existencia, de sentirlo
palpitar en tus venas y en tu corazón y en tus entrañas, es
amándolo en Sus criaturas. Hazlo y recibirás amor. Un amor que
calmará tu medida y hará que ya nunca vuelvas a dudar de Su
existencia.
* * *
Obras de Max Heindel
Son obras de Max Heindel, las siguientes:

– Concepto Rosacruz del Cosmos
– Cristianismo Rosacruz
– Fiolosfía Rosacruz en Preguntas y Respuestas
– Los Misterios Rosacruces
– Enseñanzas de un Iniciado
– Recolecciones de un místico
– La Masonería y el Catolicismo
– Iniciación Amntigua y Moderna
– Los misterios de las Grandes Óperas
– El velo del destino
– Cartas a los Estudiantes
– Principios ocultos de la salud y curación
– El Cuerpo Vital
– El Cuerpo de Deseos
– Astrología científica simplificada
– El mensaje de las estrellas
– Astrodiagnosis
– Temas Rosacruces

Las Enseñanzas y la Ciencia Moderna

LAS ENSEÑANZAS Y LA CIENCIA MODERNA
por Francisco-Manuel Nácher López
1.- Prácticamente hasta la Grecia clásica, en que atisbó la ciencia
como conocimiento autónomo, la religión, el arte y la ciencia misma
constituyeron un todo que se impartía en las Escuelas de Misterios. Del
mismo modo, el universo era algo orgánico, acogedor, hogareño. Algo
que tenía un sentido y unos propósitos y un principio y un fin. Y el
hombre se sentía protegido por los dioses y acompañado por las fuerzas
naturales y los seres vivientes de todo tipo.
Desde Parménides con su Uno, y Heráclito con su Corriente
Divina, pasando por Platón con la Gran Cadena del Ser de su Timeo,
la Humanidad llegó a un punto de su evolución que hacía conveniente
ese salto en el vacío que tenía que hacer posible, pasados más de veinte
siglos, la conquista del mundo físico por el hombre. Los griegos, sin
embargo, no dejaron de ser creyentes y no contrapusieron sus
conocimientos científicos a las enseñanzas religiosas. Y ello porque la
mayor parte de las figuras de la Grecia clásica estaban iniciados, bien en
Eleusis bien en otras Escuelas de Misterios, en conocimientos que no
eran patrimonio de los demás, y de los que no podían hacer uso, a no ser
que llegasen a ellos por el otro camino: el de la investigación, el de la
observación, el del manejo y el dominio del mundo físico. Por eso
fueron ellos los que iniciaron ese sendero que nos ha conducido a la
ciencia actual.
El proceso de separación entre la ciencia y la religión se consolidó,
de modo definitivo, con la práctica conversión de Constantino y el
Edicto de Milán, en el año 313, que declaró al cristianismo religión
oficial del imperio y, sobre todo, años después, al considerarse ilegales
todas las demás religiones, incluso la cristiana esotérica.
Ello produjo una escisión grave entre los seguidores de Cristo,
dado que la religión por éste proclamada, una religión de amor, de
igualdad entre los hombres, de fraternidad, no podía ser la de un estado,
como el romano, que avasallaba, conquistaba, esclavizaba, arrasaba,
crucificaba y sembraba el mundo de dolor. A partir de ese momento, el
emperador se irrogó el derecho a designar obispos, a convocar concilios
y, lo que era peor, a decidir de modo definitivo sobre cuestiones de
religión. Lógicamente, al no ser ésa su especialidad, ni la de sus
sucesores, lo que ocurrió es que se nombraron obispos más proclives a la
política que a la vida espiritual y más pegados a los bienes terrenales que
a las promesas celestiales. Y, por ese camino, se llegó a convertir al
Papa en un jefe de estado que podía excomulgar, y de hecho
excomulgaba, a sus enemigos políticos, y hacía de sus poderes
espirituales un arma arrojadiza para defender sus intereses materiales.
Ni que decir tiene que los verdaderos cristianos, los seguidores de
Cristo y su doctrina, al verse perseguidos por los oficialmente cristianos,
hubieron de ocultarse (de ahí el término “ocultistas”) y conservaron
aquellos conocimientos en lo profundo de su corazón y los siguieron
practicando y transmitiendo, en secreto, de boca a oído, en espera del día
en que pudiesen ser devueltos a la Humanidad, momento que se produjo
a principios del siglo xx. De ahí la proliferación, en la primera década
del siglo que acaba de terminar, de escuelas de ocultismo, que han
configurado la vida espiritual de no pocos hombres de nuestro tiempo:
La Fraternidad Rosacruz, la Antroposofía, la Ciencia Cristiana, la
Teosofía, la Escuela Arcana, el Lectorium Risacrucianum, etc.
Durante todos esos siglos, la distancia entre ciencia y religión fue
agrandándose, hasta convertirse en un abismo. Hubo que pasar por
momentos clave, como el “eppur si muove” (pero se mueve) de Galileo,
cuando fue obligado por la Inquisición a reconocer que la Tierra era el
centro del universo y permanecía fija y quieta, mientras el sol giraba en
torno a ella, aunque él había demostrado y, por tanto, estaba convencido,
de lo contrario. Esta frase suya resumió el terrible malestar de la ciencia,
encorsetada por una religión cristalizada, llena de dogmas de fe, de
verdades irrefutables y de órganos represivos, e ignorante, celosa de su
poder y reacia a reconocer nada que, aunque fuera de lejos, pudiera
modificar lo que consideraba ya definitivo, sin darse cuenta de que la
vida es movimiento y que el hombre, como todo, ha de evolucionar
porque la evolución es una ley natural.
Tuvo que aparecer Lutero y reaccionar frente algunos de aquellos
errores, y proclamar el “libre examen,” aunque incurriendo en otros,
pues también los protestantes tuvieron e hicieron funcionar la
Inquisición (recordemos al español Miguel Servet, descubridor de la
circulación menor de la sangre, quemado vivo en la Ginebra de Calvino)
para liberar a la ciencia de tantas cortapisas. Por eso, desde entonces, los
países protestantes, practicantes del “libre examen”, es decir, de la
interpretación personal de las Escrituras, frente a la interpretación única
de la Iglesia preconizada por ésta, pudieron investigar, elucubrar,
realizar experimentos y avanzar en la conquista del Mundo Físico – una
de las metas de la Humanidad, según sabemos por nuestra Filosofía – y
convertirse así en los países predominantes en el mundo, frente a los
seguidores de la iglesia católica.
El cristianismo aceptó los conocimientos de la ciencia griega,
pero se quedó con Platón que separaba el universo en dos mundos: la
materia y el espíritu. Y no con Aristóteles, que hablaba de un universo
que siempre ha existido, porque chocaba con el relato bíblico de la
Creación. Y rechazaba también la teleología aristotélica en el sentido de
que la materia tiene un sentido de finalidad, que sigue una dirección a la
que llama “la causa final”, porque chocaba con la separación paulina
entre materia y espíritu. Los místicos cristianos, como consecuencia de
esa dicotomía, despreciaron el cuerpo frente al espíritu.
Con el Renacimiento, la separación entre las tres facetas del
espíritu (religión, arte y ciencia) se acentuó y la ciencia comenzó a andar
sola y el arte, si bien aún supeditada a la religión, comenzó también su
ciclo independiente.
Siguió, en el siglo XVII, la aparición de Descartes, con su Duda
Metódica (“cogito ergo sum” o “pienso, luego existo”), que nos sacó del
cómodo refugio de la familia, de la sociedad y de la religión
tradicionales y nos situó frente a nosotros mismos, como individuos,
haciendo crecer el egocentrismo y exacerbando el “yo” y “lo mío”. Por
su parte, Newton, con su física, con su visión puramente mecánica del
universo, regido por leyes inmutables y asépticas, ajenas al hombre, nos
convirtió en meros objetos de fuerzas incontrolables. Hasta él, el
universo había sido algo lleno de vida, de sentido, de intención, de
armonía, de amor y de Dios. Desde su enunciado de las tres leyes del
movimiento, esas tres leyes todopoderosas nos dejaron desnudos de todo
lo que no fuese puro determinismo cósmico.
Esa idea newtoniana es la que ha llegado a dominar nuestra ciencia
y nuestra cultura, al verse reforzada por la llegada del “Siglo de las
Luces”, la época de la razón (el “Dios no existe” proclamado por los
constituyentes franceses), que acabó de profundizar las distancias, al
atacar despiadadamente a la iglesia, totalmente cristalizada en sus
dogmas y en su lectura literal de los libros santos y renuente, por tanto, a
salir de su inmovilismo y a reconocer sus errores.
Vinieron luego Darwin con su ciega lucha por la supervivencia,
Marx con sus leyes inmutables de la historia y Freud con las fuerzas
tempestuosas de la oscura psique. Los tres han influido de modo
decisivo en la visión actual del mundo por el hombre.
A partir, pues, de Descartes y Newton llegamos al
existencialismo. Y Heidegger dice que “el ser humano no puede sufrir
complicaciones” y Sartre añade que “el ser de otros es un hecho de
nuestra existencia, pero no un hecho esencial”. Así que nuestras
relaciones con los demás son cosas que, simplemente, suceden. Freud
tampoco se preocupa por las relaciones interpersonales y dice que no
son asunto suyo. Para él, “el psicoanálisis es una psicología de lo
individual”. Por tanto, no existen otros que nos influyan, sino sólo
nuestras propias ideas sobre los otros.
Así que, ni la religión ni la ciencia han aportado nada que nos
aclare el yo, la vida, la memoria, la amistad, el amor, la inmortalidad, el
remordimiento, la felicidad, etc.
El físico británico Bian Pippard dice: “el verdadero creyente no
debe tener miedo; su ciudadela es inexpugnable al asalto científico
porque ocupa un territorio vetado a la ciencia”. O sea, que la fe y la
razón representan dos mundos diferentes de la verdad. En la misma
línea, el conocido editor español Juan B. Bergua afirmaba: “La religión
y la ciencia han sido siempre frutos de dos árboles distintos”.
Los pensadores, pues, no conciben ningún modelo de una auténtica
relación bidireccional de las que conducen a la intimidad. No hay nada
en sus filosofías que pueda diferenciar la forma en que nos relacionamos
con otra persona y con una silla. Ambos son simples objetos. Todos
viven a la sombra del “pienso, luego existo” de Descartes (siglo XVII)
y de las bolas de billar de Newton que, tras chocar, sigue cada una su
camino, sin ya ninguna relación entre ellas tras el choque.
Los filósofos posteriores no han hecho sino ahondar el abismo
entre el hombre y el universo, convirtiéndonos en seres solitarios, sin
nada que nos ayude y nos asista y mire por nosotros. Algunos, como
Capra, Zukav y Bohm hasta llegaron a negar el ego.
El final de esa carrera lo representa el profesor de Oxford Derek
Parfit que acabó afirmando rotundamente: “Yo no existo”. Son los
padres del nihilismo moderno. Y así, el célebre Bertrand Russell
escribió a este respecto: “El hombre es el producto de causas que no
tienen previsión del fin para el que fueron puestas en marcha; su
origen, su crecimiento, sus miedos y esperanzas, sus amores y creencias
no son otra cosa sino el resultado de la manera accidental en que se
colocan los átomos; ni el entusiasmo ni el heroísmo ni la intensidad del
pensamiento o de los sentimientos pueden conservar la vida individual
más allá de la tumba; todos los trabajos realizados durante las
diferentes épocas, toda la devoción, toda la inspiración, todos los
luminosos mediodías del género humano, están destinados a la
extinción en la vasta muerte del sistema solar; y todo el templo de los
logros conseguidos por el hombre debe ser enterrado inevitablemente
bajo los escombros de un universo en ruinas…” No es de extrañar que
Bertrand Russell acabara suicidándose. El ruso Chejov creó en uno de
sus cuentos un personaje para el cual sus amigos, sus parientes y los
objetos y animales sólo existían mientras él los percibía, pero dejaban de
existir cuando no los percibía.
Los “antiguos valores”, pues, han dejado de ser incuestionables y
nos encontramos teniéndonos que basar en nosotros mismos. Somos,
pues, extraños en un mundo extraño. Nos mantenemos aparte. Por eso
nos hemos propuesto conquistar la naturaleza, oprimirla y explotarla en
nuestro propio beneficio, sin importarnos las consecuencias de nuestra
conducta.
Por eso, la mala fe, el prójimo como enemigo y el explotador, el
succionador o el vampiro son los únicos modelos de relación que nos
ofrecen los más influyentes pensadores del siglo XX, aislándonos, como
individuos, de los demás. Recordemos a nuestro Ortega y Gasset cuando
afirmaba aquello de “Yo soy yo y mi circunstancia”. Todos ellos han
dado lugar a la cultura de la alienación actual que, desgraciadamente,
impregna las universidades, los colegios, los institutos, las familias, la
vida política, la económica y, desgraciadamente, los medios de
comunicación.
Las consecuencias de tal forma de pensar las estamos viviendo
todos: En todos los campos – moral, espiritual y estético – nuestra cultura
está llena de tensiones. Y surge la época del héroe existencial – el
Rambo – desafiantemente indiferente a la muerte de Dios, hacedor de sus
propios valores y guardián de su propia conciencia. Éste es el precio del
Modernismo en términos de desarraigo personal y cultural. Porque, si no
somos más que un peón en el juego que llevan a cabo fuerzas más
fuertes que nosotros y situadas más allá de nuestro control, ¿cómo y por
qué y para qué ejercer una responsabilidad significativa con nosotros
mismos o con los demás? La sociología, la pedagogía, la psicología y,
en general, la ciencia moderna siguieron ese tipo de pensamiento y,
lógicamente, nos introdujeron en el siglo más violento de la historia,
como una reacción a toda esa impotencia.
La lucha, pues, entre materia y espíritu no nos ha aportado nada
para explicarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo, ni para conocer
la historia del universo y el lugar que en él ocupamos, ni para construir
un cuadro coherente acerca de cómo deberíamos comportarnos y hacia
qué fines deberíamos dirigirnos, ni siquiera para conocer qué es valioso
y qué no lo es.
Por eso la juventud, idealista por definición, no se conforma con
ese mundo y protesta y se resiste, a su manera y con sus armas, y unos
huyen de él mediante el suicidio o la drogadicción y otros tratan de
cambiarlo mediante la objeción de conciencia, las ONGs, etc.
Max Heindel afirmó, sin embargo que, inexorablemente, la ciencia
y la religión, que hicieron posible la evolución del hombre como tal y
que se separaron un día, se unirán de nuevo.
Cuando Max Heindel hacía esta afirmación, en 1.909 e, incluso
hace pocos años, parecía algo muy lejano. Pero la ciencia está
avanzando exponencialmente. Son muchas las especialidades científicas
existentes, muchos los científicos dedicados a la investigación y a la
elucubración y a la divulgación, y son inmensos los medios técnicos de
que disponen todos ellos. Hace poco, los descubrimientos hechos por
cualquier científico tardaban años y hasta decenios en llegar a poder de
sus colegas de todo el mundo. Hoy día, por medio de Internet,
cualquiera de ellos está en contacto permanente con todos y puede
extraer, cuando lo desee, de cualquier base de datos, los últimos
hallazgos de los demás científicos de cualquier país. Y puede, en unos
instantes, conocer toda la bibliografía existente sobre cualquier tema,
por lejano, profundo, abstruso o reciente que sea. Eso es lo que hace que
cada día se produzcan nuevos hallazgos que, al ser conocidos por todos
los demás investigadores, les sirvan de confirmación de sus propias
hipótesis o de trampolín para sus propias búsquedas.
Afortunadamente, hace ya tiempo que se ve venir que los
científicos, nuestros científicos, el día menos pensado se van a topar,
cara a cara, con Dios. El año 1976 compré un libro del filósofo Vintila
Horia, que me impresionó. Se titulaba “Viaje a los centros de la tierra”,
y estaba formado por una serie de entrevistas que él había hecho a las
mentes más preclaras de la humanidad de entonces (filósofos, artistas,
teólogos y científicos), la mayor parte de ellos premios Nobel. Y me
llamó mucho la atención el que todos ellos acabaran reconociendo la
necesidad de admitir la existencia de un ser, por encima de los hombres,
autor de todo lo que nosotros llamamos la Creación y al que
tradicionalmente denominamos Dios.
Recuerdo aún la pregunta que me formulé, hace ya más de veinte
años, cuando leí por primera vez aquélla profecía de Max Heindel en el
Cosmos: ¿qué ciencia será la que primero contacte con la religión, la que
llegue a unas conclusiones que coincidan con las religiosas? ¿La
Antropología, la Geología, la Arqueología, la Paleografía, la Medicina,
la Psicología…? He de reconocer que se me ocurrieron una serie de
ciencias o de especialidades casi infinita. Pero no pensé en la que parece
haber llegado más lejos… o más cerca: la Física Cuántica.
2.- La filosofía Rosacruz, como preparatoria para la Escuela de
Misterios, afirma determinadas verdades, contrastables por uno mismo a
lo largo de su evolución, pero que nos pueden servir de pautas para
manejarnos con soltura en los varios planos de existencia, mientras esa
evolución está teniendo lugar. Esas verdades, indemostrables para la
ciencia oficial nihilista, como hemos visto, puesto que sólo se basa en
los cinco sentidos, pero que nos servirá para comprobar los progresos de
la ciencia en su camino hacia unión con la religión, son, entre otras:
a.- Que existe un Ser Inconcebible, sin límite ni dimensiones
ni existencia y no manifestado, al que denominamos El Absoluto o Lo
Absoluto, origen de todo lo existente a través del Ser Supremo.
b.- Que la manifestación, la aparición del que llamamos Ser
Supremo, consecuencia de la limitación a que se sometió el Absoluto, se
expresó en dos polaridades: espíritu y materia.
c.- Que la materia se estructuró en siete planos, de densidad
creciente y subestructurados en siete subplanos cada uno.
d.- Que cada uno de esos planos compenetra a todos los que
son más densos que él y, además ocupa más espacio.
e.- Que la materia está toda constituida por partículas
ultérrimas elementales, de cuyas distintas combinaciones surgen las
diversas clases de materiales con los que construir las formas
correspondientes de cada plano.
f.- Que la polaridad materia es inerte y es la polaridad espíritu
la que la aglutina y la hace vivir, pasando, de ser espíritu, a ser vida y
haciendo a la materia adoptar una forma.
g.- Que la energía, la vida, pasa de un plano a otro adoptando
las apariencias de este último y animando sus formas.
h.- Que la Vida es una: la vida de Dios. Y la energía es
también la manifestación de esa Vida Una en los distintos planos.
i.- Que Dios lo compenetra todo y, por tanto, todo vive, se
mueve y tiene su ser en Dios.
j.- Que el hombre que, en última instancia es una chispa
emanada de Dios mismo, pero en Dios y no fuera de Él, posee todas las
potencialidades divinas y las ha de poner en acto a lo largo de una
involución del espíritu, paralela a una evolución de la forma, y una
evolución espiritual paralela a una espiritualización de la forma.
k.- Que ese espíritu humano o mónada, que nace a la
manifestación en el Mundo de los Espíritus Virginales, se manifiesta en
tres planos inferiores mediante tres Espíritus : Divino, de Vida y
Humano.
l.- Que, además, se recubre a lo largo de la evolución de la
forma, de un cuerpo mental, un cuerpo de deseos, un cuerpo etérico y un
cuerpo físico, cada uno de ellos compuesto de la materia de su propio
plano.
ll.- Que todos estos últimos cuatro vehículos inferiores
constituyen lo que se denomina “personalidad” o “yo inferior”, frente a
los tres superiores que se denominan Espíritu o “Yo Superior”.
m.- Que los tres espíritus y los cuatro vehículos inferiores
están comunicados por el denominado Cordón de Plata, que canaliza la
energía, bien vital, bien informativa, de arriba a abajo y de bajo a arriba.
n.- Que nuestros vehículos están formados de la misma
materia que los demás seres del mismo plano y responden a las mismas
leyes naturales.
ñ.- Que Dios concibió un plan para Su Creación y ese plan se
va realizando, impulsado por la voluntad divina, que se manifiesta en los
distintos mundos como leyes naturales a las que todo lo manifestado está
sometido. Y que esa Su Creación es, en cierto modo, Su cuerpo, la
forma que la materia ha adoptado al ser influida y compenetrada por Él.
o.- Que, debido a que la energía en indestructible y sólo se
transforma, y a que la vida es la misma por doquier, todos los seres están
en contacto permanente y se influencian permanentemente.
p.- Que poseemos una memoria que nos permite, al iniciar
cada nuevo renacimiento, partir del punto alcanzado en la vida anterior.
q.- Que cada vehículo posee un átomo simiente que conserva
la historia de todas sus existencias anteriores y constituye su memoria
vital.
r.- Que también la Tierra posee una memoria propia, ya que
es un ser viviente, un organismo en evolución, como nosotros.
s.- Que todos los Espíritus Virginales, como tales, poseen una
conciencia grupal, ya que en el plano en que se encuentran no existe la
separación.
t.- Que el tiempo y el espacio no son reales, sino que, a partir
de determinados planos, existe un “eterno ahora” que abarca todo lo
pasado, lo presente y lo por venir simultáneamente. De ahí la
omnisciencia de Dios, de nuestro Logos Planetario, dentro de Sus
limitaciones como ser en evolución que es y parte del Logos Solar, parte
a su vez de otros seres mayores e infinitamente más evolucionados.
u.- Que continuamente, y casi siempre sin apercibirnos de
ello, estamos influyendo a los demás con nuestros pensamientos y con
nuestros deseos, además de con nuestros actos, de lo que deriva la
necesidad de vigilarlos para que nuestras influencias sean positivas.
v.- Que existe una Ley de Retribución o del Karma, que hace
que quedemos inevitablemente unidos a los seres con los que nos
relacionamos y hayamos de compensar nuestras débitos y créditos de
destino en el futuro.
w.- Que la materia puede transformarse en energía y ésta en
materia, ya que el espíritu no es sino materia sublimada y la materia,
espíritu cristalizado, y ambas no son sino las dos polaridades de un solo
ser: Dios.
x.- Que poseemos Epigénesis, que es la facultad de poner en
funcionamiento nuevas cadenas de causas y efectos o sea, de crear.
y.- Que el pensamiento es creador.
z.- Que el Caos, existente durante las noches cósmicas, tras
cada uno de los Períodos evolutivos, es Dios.
zz.- Que la voluntad es “un deseo potenciado”. Que existe un
Principio de Limitación al que todo ser está sometido pero también, en
nuestra innata tendencia a regresar a Dios plenamente realizados,
nuestro deseo de saber es insaciable. Pero la consecución del saber
supone sufrimiento, esfuerzo, que nos conduce al progreso y éste a la
evolución.
3.- Como veremos a continuación, si bien la física newtoniana y la
filosofía del “yo soy yo y mi circunstancia” de Ortega y Gasset, y toda
la doctrina actual, no ven otro horizonte, no encuentran ninguna
explicación a la existencia de la conciencia y a la vida de relación que
todos percibimos, al margen de lo que digan los filósofos, la física
cuántica, hija de la Teoría de la Relatividad, partiendo de su propio
campo – las partículas elementales – es decir, desde el principio, sí que
ofrece respuestas lógicas para explicar el nacimiento de la
conciencia, para su evolución y crecimiento y para la formación
paralela de estructuras materiales, cada vez más complejas y con
mayor nivel de conciencia.
Es el primer paso aproximativo de la ciencia para reencontrarse
con la religión, tras varios siglos de separación y hasta de hostigamiento
mutuo. El otro paso de aproximación lo constituye precisamente la
Filosofía Rosacruz, que intenta racionalizar la religión, exponerla y
explicarla en términos científicos, inteligentes e inteligibles,
comprensibles e interpretables por la mente concreta.
Y para dar ese atrevido paso al encuentro con la religión, la Física
Cuántica, se basa en sus propios hallazgos. Y esos hallazgos la
conducen a coincidir con el contenido de las Enseñanzas Rosacruces.
Y así, afirma que todo el mundo de la materia, incluso nuestros
propios cuerpos, está compuesto de átomos y de sus aún más pequeños
componentes, y las leyes que gobiernan esos diminutos pedazos de
realidad básica se derraman sobre nuestra vida cotidiana: el fotón afecta
la sensibilidad de nuestro nervio óptico; el Principio de Incertidumbre de
Heisenberg, que rige la conducta de los electrones, desempeña un papel
en la aparición de errores genéticos, en el envejecimiento y en ciertos
tipos de cáncer…
La física cuántica, pues, que aspira a explicar nuestras pautas
de pensamiento, nuestras relaciones con nosotros mismos, con los
demás y con el mundo en general, siguiendo las mismas leyes y
pautas de conducta que gobiernan el mundo de las partículas
elementales (recordemos que “como abajo es arriba”), parte del hecho
de que esas partículas elementales poseen la particularidad de ser,
simultáneamente, ondas y partículas.
El aspecto partícula de la materia cuántica o elemental
(fermión) da lugar a entidades, a seres o cosas capaces de inmovilizarse
y ser susceptibles de que se les asigne una individualidad.
El aspecto onda de la materia cuántica (bosón), por su parte, da
lugar a la aparición de relaciones entre esos individuos y al consiguiente
nacimiento de otros nuevos más grandes y más complejos, mediante el
entrelazamiento de sus funciones onda constituyentes. Estamos, pues,
ante el “espíritu” que se convierte en “vida” al relacionarse con la
“materia” y ante ésta, que adopta una “forma” al relacionarse con el
“espíritu”.
Porque las funciones onda pueden superponerse o entrelazarse, los
sistemas cuánticos pueden introducirse unos en otros y dar lugar a una
relación interna creativa, de una clase imposible de imaginar con las
bolas de billar de Newton. O sea, que los sistemas cuánticos se
encuentran y, por medio de esos encuentros, evolucionan. Lo mismo
que las Enseñanzas nos dicen con relación a nosotros: que la
convivencia es necesaria para la evolución y que el hombre convive
individualmente, pero también a y través de la familia, la tribu, la raza,
etc.
Si sólo existiera el aspecto partícula, – sigue diciendo la Física
Cuántica – el mundo no cambiaría. Las partículas se relacionarían, pero
no de forma creativa, y cada partícula seguiría siendo igual que antes de
relacionarse. Sólo a través del aspecto onda y la creación de nuevos
individuos se logra que el universo evolucione.
Hay dos principios cuánticos interesantes, que nos dan una visión
de la naturaleza, totalmente distinta de la tradicional: El Principio de
Complementariedad, según el cual las dos maneras de describir el
ser, como onda o como partícula, se complementan la una a la otra; y
el Principio de Incertidumbre, que sustituye al viejo determinismo
newtoniano y, según el cual, las descripciones del ser en ondas y
partículas se excluyen la una a la otra. Aunque ambas son necesarias
para conseguir una comprensión completa de lo que es el ser, sólo
una de ellas está disponible en un momento dado. Porque cualquier
partícula subatómica, ni es partícula enteramente, ni es onda, sino más
bien una confusa mezcla de las dos, que se denomina “paquete de
ondas”. Pero en ese paquete de ondas ocurre que, si bien se pueden
medir las dimensiones de la partícula o de la onda, es imposible medir
nada relativo al “conjunto” que constituyen, porque se excluyen una a la
otra en cuanto se pretende observarlas a la vez o se trata de medirlas
juntas.
4.- A partir de aquí, yo os rogaría que tratéis de encontrar en las
Enseñanzas Rosacruces el equivalente a las distintas afirmaciones de la
Física Cuántica a que me voy a referir a continuación, prácticamente
hasta el fin de la conferencia. Comprobaréis cómo, partiendo de sus
propios hallazgos, se acerca mucho a aquéllas.
La tensión entre los aspectos partícula/onda en el interior de la
realidad onda/partícula es una tensión entre el ser y el devenir, entre lo
real y lo posible. Y lo mismo ocurre con la tensión entre el “yo” y el “no
yo”, entre mantenernos los mismos, inmutables, o comprometernos en
relaciones con otros y convertirnos así en algo nuevo. La clave de
ambas posturas es la mecánica cuántica o de la materia elemental.
Porque nosotros, nuestros egos, somos sistemas cuánticos. Cada
uno de nosotros, como personas, no somos sino un compuesto de
“subegos” cuánticos que, unidos, forman, a la vez, y por tanto son, un
ego, o sea, una unidad más elevada.
La relación entre “tú” y “yo”, que hace nacer el “nosotros” es igual
que la existente entre los distintos subegos que forman así, mediante su
relación recíproca, mi propio ego.
Esto está claro porque, si lo pensamos, podríamos mantener el
mismo diálogo interno entre nuestro “lado bueno” y nuestro “lado malo”
que, externamente, entre otra persona y nosotros.
Los procesos de fusión y separación del crecimiento psíquico en
los seres humanos son los mismos que los de los sistemas cuánticos
elementales cuando se combinan y se vuelven a combinar: cada uno de
ellos conserva alguna identidad por medio de su aspecto partícula. Pero
se combinan formando una identidad nueva, mayor, a través de su
aspecto onda. Ambos, pues, nosotros y las partículas elementales,
continuamos cambiados y acumulamos el cambio (el carácter) porque
tenemos recuerdos. Por eso sólo nosotros, los sistemas complejos,
capaces de poseer memoria, tenemos una fase de enlace en el
crecimiento
A través de la memoria cuántica, cada uno llevamos, tejidas en los
hilos del alma, las relaciones íntimas que hemos tenido desde siempre,
lo mismo que las demás interrelaciones con el exterior. Recordemos los
átomos simiente de los distintos vehículos.
Según la física cuántica, para las partículas elementales – de las
que todo, incluso nosotros mismos, estamos constituidos – no existen ni
el tiempo ni el espacio.
Otra novedad u otro descubrimiento de la física cuántica consiste
en que el movimiento, que siempre hemos pensado que es algo continuo,
no es sino una serie de saltos, como las fotografías que forman una
película, y que esa continuidad ininterrumpida es sólo una percepción
nuestra.
El reino de las partículas elementales parece consistir, no en una
serie de realidades predeterminadas que nosotros podemos conocer,
sino más bien en probabilidades de todas las diferentes realidades
que nosotros podríamos conocer. Pues, así como en el nivel cotidiano,
la realidad está formada por objetos reales como árboles, piedras,
cuerpos animales o humanos, etc., a nivel cuántico no existen objetos
reales, sino más bien miríadas de posibilidades de incontables
realidades. Lo cual plantea dos preguntas fundamentales: ¿en qué
estadio y por qué una de las múltiples posibilidades de la naturaleza se
fija a sí misma en el mundo de las cosas reales? Y ¿qué papel, si es que
tienen alguno, desempeñan todas las posibilidades perdidas que no
alcanzan ese estado final de cosas?
Cuando un electrón bajo la apariencia de onda trata de
trasladarse de una órbita a otra, empieza difuminándose sobre toda
una amplia zona del espacio, exhibiendo una especie de omnipresencia
en numerosas órbitas simultáneamente. Va lanzando tentáculos para
ir probando simultáneamente todas las posibles órbitas en las que podría
finalmente aterrizar. A esos tentáculos, que no son sino eso, meros
tanteos, se los denomina “transiciones virtuales”, mientras que a la
transición final y definitiva del electrón a un hogar nuevo y permanente,
se la denomina “transición real”. Parecería lógico que las transiciones
virtuales no produjesen ningún efecto. Pero no, lo curioso es que no es
así. Cada una de ellas es como el inicio de algo nuevo y, por supuesto,
produce sus consecuencias, aunque el electrón protagonista se haya
fijado en otra transición, en este caso “real”, es decir, haya desechado
esa posibilidad. Es como si una doncella, antes de decidirse por uno de
sus pretendientes, mantuviese relaciones, simultáneamente, con todos
ellos y, luego, se decidiese por el que más le satisface, pero tuviese
descendencia de cada uno de los otros. Curiosamente, ése parece ser el
sistema empleado por la naturaleza para lograr la evolución de las
especies: hace una serie de tanteos que se denominan mutaciones, y
cada una de ellas, siguiendo su propio camino, se manifiesta en el futuro
como acertada o como fracasada. En el primer caso, habrá surgido una
especie o subespecie que sobrevivirá y continuará la evolución. En el
segundo, se extinguirá por falta de aptitud.
Pero, si las partículas elementales, como consecuencia de su
dualismo onda/partícula que les proporciona una potencialidad ilimitada,
se difuminan en todo el espacio con las consecuencias dichas, está
claro que no existen las distancias, que toda la materia está en contacto
total y permanente, cualquiera que sea el aspecto que adopte. O sea, que
todas las cosas y en todo momento, se tocan unas a otras en todos
sus puntos, de modo que la unicidad de todo el sistema es absoluta.
Otro problema curioso se plantea en el campo de las relaciones
entre partículas elementales: dos de ellas, nacidas de un mismo origen,
aunque lleven trayectorias divergentes, mantienen entre sí una relación,
ya que sus recorridos e incidencias son los mismos o muy similares y,
por supuesto, completamente distintos de los de otras partículas
procedentes de otras fuentes. No hace falta mucha imaginación para
pensar en la singularidad de las vidas de los gemelos idénticos que,
ordinariamente viven vidas muy parecidas y hasta extrañamente
idénticas aunque se encuentren a gran distancia.
El físico Schrödinger ha propuesto un ejemplo para ilustrar otra
de las características de las partículas elementales: Una caja de paredes
opacas en la que se coloca un gato y un poco de materia radiactiva
que lanza la mitad de sus fotones hacia arriba y la otra mitad hacia
abajo. Arriba, recibiendo los fotones que suben, hay un mecanismo
que acciona un mando que proporciona veneno a la comida del gato.
Y abajo, otro mecanismo similar, le proporciona alimento sano.
Pues bien, mientras la caja permanezca cerrada, el gato estará, a la
vez, vivo y muerto. Y sólo cuando se abra la caja, el hecho de abrirla
y de observarlo será la causa de que el gato muera. Parece una
alucinación, pero con las partículas cuánticas, ocurre que la realidad
sucede cuando la observamos. ¡Que cerca estamos de la afirmación
de nuestra filosofía de que cada uno construimos nuestro mundo, es
decir, el mundo en que vivimos, dado que no tenemos de él más datos
que las sensaciones que nos llegan por los sentidos y que cada uno
interpretamos a nuestra manera, en función de nuestro estatus cultural,
sensitivo, emocional, etc.!
Claro que el integrar la conciencia en la naturaleza, lleva
consigo consecuencias importantes para la ciencia. Porque si se hace, y
dados los supuestos anteriores, resulta que la realidad depende de
cómo la observemos. Es decir, que la realidad la conformamos
nosotros. De eso no podemos dudar porque, si yo pienso y deseo mover
un dedo, no cabe duda de que ese pensamiento y ese deseo han
producido un efecto en el mundo físico. Un efecto que antes no existía.
La observación, pues, no sólo decide entre las distintas posibilidades,
sino que también la forma particular que elegimos para observar la
realidad cuántica, determina lo que veremos. Por ejemplo, cuando
nos tememos algo, ese algo no existe, aunque lo sentimos y lo tememos
como si ya existiera. Pero, cuando se realiza, entonces ya no lo
tememos, Entonces está ahí, lo vemos, existe. ¿No habremos elegido
nosotros mismos entre su realización y su no realización, y nos
habremos inclinado por el sí y por eso lo temíamos y por eso se realiza?
¿No decimos que el pensamiento es creador?
Estamos, pues, en un universo participativo. Se cuenta que
Jehová dijo a Abraham: Si no hubiera sido por mí, no existirías. A
lo que éste respondió: Es cierto, Señor, pero, si no fuera por mí, Tú
no serías conocido. O sea que, bien mirado, cualquier cosa que
denominemos realidad, se nos revela sólo a través de una
construcción activa en la que participamos.
En realidad no hay nada en la teoría cuántica que sugiera que la
observación o el observador “crean” la realidad, o sean, las propiedades
de las partículas subatómicas. Lo que afirma es que, en el momento de
la observación, se establece una especie de diálogo entre la función
onda cuántica y el observador – sea éste hombre o máquina – que
evoca, y de esa manera, da forma concreta a una de las numerosas
realidades posibles inherentes a aquella función de onda. Pero en
ella, no cabe duda de que ya existe en potencia alguna clase definida
de realidad, ya que la función onda de una piedra no puede desdoblarse
en árbol o mesa y sólo puede llegar a ser piedra. Es más: una vez
observada, su realidad es tan objetiva como cualquier objeto.
Hay científicos (Alfred North Whitehead y David Bohm) que
opinan que las partículas subatómicas elementales, poseen
propiedades conscientes rudimentarias. ¿Qué ocurre – argumentan – si
el hombre no es único, si debemos compartir nuestro ser consciente con
otras cosas o seres del universo o, quizás, con el mismo universo?
¿Somos los humanos realmente diferentes de cualquier otra cosa,
como ha defendido la ciencia tradicional?, ¿o nuestra conciencia es un
“continuo” con otros elementos del universo? Y, si todo es un continuo,
¿hasta dónde se extiende esa continuidad?, ¿a los animales domésticos?,
¿a las amebas? ¿a las piedras?, ¿a los electrones…? ¡Qué cerca estamos
de comprender que todo, absolutamente todo, está compenetrado por la
vibración de Dios, en el que “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
ser!”
. La Física Cuántica dice que, cuando dos bosones o partículas
elementales con aspecto onda, se encuentran, se aglutinan y forman
una entidad mayor, que sigue tendiendo a aglutinarse con otras
para crecer. Y que si, tras chocar, no se aglutinan, no obstante,
siguen relacionadas de algún modo, es decir, que ya no son las
mismas que antes del contacto, lo cual es un rudimento de memoria
y, por tanto, de conciencia. Y sabemos por la F.R.C. que las piedras, –
psicometría – y cualquier objeto, y nuestros átomos simiente, conservan
memoria de cuanto ha sucedido en su entorno, y que todo está
relacionado con todo y que el “efecto mariposa”, como axioma, es tan
antiguo como los conocimientos ocultos pero, como ley natural, es
anterior a la creación.
La memoria rudimentaria, origen y causa, a la vez, de una
conciencia rudimentaria, crece al crecer el tamaño del organismo
que la acumulación de fermiones por los bosones va produciendo. Hasta
llegar a nuestra conciencia de vigilia en el mundo físico. Por eso, una
vez adquirida, podemos ya visitar el mundo del deseo, bien mientras
dormimos, bien como auxiliares invisibles, bien tras la muerte, pero
siempre llevándonos esa memoria y esos sentidos, que son los que nos
permiten “ser conscientes”, es decir, “tener conciencia” en los otros
mundos. Y esa conciencia, esa memoria de la última vida nos dura hasta
el momento de introducirnos en el útero materno para el siguiente
renacimiento. Por eso, en ese momento, perdemos la memoria del
pasado – bebemos el agua de la Fuente de Lete, de los griegos – y, con
ello, la conciencia de las vidas anteriores, y damos comienzo a una
nueva vida con sólo los resultados, las tendencias, o sean, las
polarizaciones de nuestros bosones.
La identidad cuántica. La persona que yo soy: ¿Quién o qué es
ese “yo” que yo creo ser? ¿existe realmente algo en este mundo a lo
que se pueda llamar “yo”? ¿dónde comienzo y dónde termino? Cada
uno de nosotros somos un organismo formado por miles de millones
de células y cada una de ellas, en cierto sentido, posee vida propia.
Sólo en nuestros cerebros, unos diez mil millones de neuronas
contribuyen a formar nuestra conciencia mental. Otras tantas hacen
posible que nuestro corazón siga latiendo. Y otras tantas, que el hígado
funcione, etc. Dada esta complejidad, ¿cómo es que nosotros, en tanto
que suma, somos una cosa? O más aún: ¿es cierto que somos?
La mayor parte de nosotros tiene varios “egos” en su interior,
es decir, poseemos bolsas de saber separadas de la corriente principal
del conocimiento, que visitamos a veces, mas o menos fugazmente:
bolsas de dolor de la niñez, recuerdos traumáticos, nuestro lado
“convencional” y nuestro lado “rebelde” pueden encontrarse y
crearnos problemas psicológicos. Los psiquíatras hacen “dialogar” a
todas esas bolsas del pasado entre ellas y con el “yo” actual y con ello
logran la reconciliación y la salud mental. Es, más o menos, lo que hace
la Terapia Gestalt de Fritz Perls. Pero, desde el punto de vista de la
física cuántica, ¿cómo se explica esa conducta? Lo mismo que el ego,
los sistemas de partículas elementales son conjuntos dentro de conjuntos
o individuos dentro de individuos. Debido a la dualidad onda/partícula,
los miembros de los sistemas de partículas tienen en todo momento las
propiedades de las ondas y las de las partículas. Con su aspecto de
partícula, poseen la capacidad de ser algo en particular que puede ser
“inmovilizado”. Bajo su aspecto onda, tienen la capacidad de
relacionarse con otros individuos por medio de la superposición parcial
de sus funciones onda. Por medio de sus relaciones, de sus funciones
onda superpuestas, aparecen algunas de sus cualidades, de modo que se
forma un nuevo conjunto. Las propiedades de ese nuevo individuo
están influenciadas por los “subindividuos” de cuyas relaciones se
ha formado. Sin embargo, en todos los aspectos, se comporta ahora
como una nueva entidad por derecho propio, con su propio aspecto
onda y su capacidad propia para relacionarse con otros individuos y
formar otros distintos y mayores. Es lo que se llama el “holismo
relacional”: un todo creado a través de una relación cuántica, que es
algo nuevo y mayor que la suma de sus partes componentes. El proceso
de integración cuántica por el que se crean totalidades nuevas y más
grandes es infinito. Cada partícula del universo puede, en cierto
grado, relacionarse con cualquier otra partícula, creando de esta
forma la cualidad de totalidad indivisa que puede atribuirse a la realidad
física. Pero se trata de una totalidad hecha de “totalidades”
constituyentes más pequeñas, donde cada una de ellas conserva hasta
cierto punto, facetas de su propia identidad. Ello se debe a que el mundo
físico está constituido por fermiones, que son partículas elementales
ligeramente asociales, que nunca superponen enteramente sus funciones
onda.
Los egos existentes dentro de nuestros egos fluctúan y se
superponen y se separan e influencian, y una vez somos más niños o
más maduros o más convencionales o más rebeldes, y otras estamos
más “juntos”, formamos un ego integrado. Y la zona de
superposición explica el sentido del “yo” en ese momento. Yo soy
siempre testigo presencial de los diálogos mantenidos por mis distintos
subegos. El ego es, pues, “la unidad más totalmente integrada de
todas mis numerosas subunidades”. Y la cantidad de conocimiento o
de atención que puedo prestar a mi medio o a la relación que estoy
manteniendo con otros, depende de la extensión con la que mis subegos
(o bolsas de saber) están integrados en ese instante.
El que tiene un conflicto es porque dispone de muchos subegos
pobremente integrados, lo que le da menos energía disponible por el
Ego, de la que poseen los Egos más integrados. Una persona
carismática es la que se halla muy integrada y desprende, por ello,
coherencia. De la misma manera que los rayos de luz láser son más
luminosos que la luz ordinaria simplemente porque son más
coherentes, las personas carismáticas irradian mayor energía por
idénticas razones. Nuestra filosofía nos dice que si nuestros vehículos
están armonizados entre sí, esa armonía interior se manifestará al
exterior en forma de carisma. ¿No es lo mismo?
El acto de prestar atención centra nuestra energía mental. Por
tanto, a través de la atención, canalizamos mayor cantidad de
energía sobre un aspecto del ego, iluminándolo, proporcionándole
coherencia, mientras que los otros son relegados a una posición
subordinada.
La memoria es el medio que utilizamos para registrar dónde
hemos estado, y la llevamos con nosotros al futuro. Sin ella no
existiría el necesario lazo de unión entre todos los egos que hemos
sido y los que somos ahora. Pero, ¿la memoria es cosa real o una
ilusión?
Para un ego cuántico, “ahora” es un conjunto de subegos ya
existentes – los de antes de ahora que ya fuimos – más las entradas
procedentes del mundo exterior – experiencias nuevas – , cada una de
las cuales construye su propio modelo onda sobre el estadio básico de la
conciencia. La identidad personal, concebida momento a momento,
está formada por las funciones onda superpuestas de todas esas
cosas que hacen aparecer ondas y pautas: pensamientos, emociones,
recuerdos, sensaciones, etc. Desde un punto de vista cuántico, éste que
yo fui hace un momento está también “cosido” al próximo “ahora”,
en mi ego futuro, por la superposición de sus propias funciones onda
con todas las nuevas funciones onda que aparecen como resultado
de la nueva experiencia. Ya que en la física cuántica, los sistemas de
partículas pueden superponerse, tanto en el espacio como en el
tiempo.
El “presente aparente” es el período de tiempo durante el cual
el sistema puede interferir consigo mismo. ¿Estamos en una cuarta
dimensión?
La memoria cuántica, por tanto, es el trenzado del ego,
momento a momento, a medida que las funciones onda de los egos
pasados se superponen con las funciones onda de los egos presentes.
Es un lazo definitivo entre nuestros egos pasados, presentes y futuros,
que nos proporciona los mecanismos gracias a los cuales tenemos una
identidad personal que permanece a lo largo del tiempo. El pasado ha
entrado en una “fase de relación” con el presente, porque tanto
pasado como presente producen funciones onda en el estadio básico
de la conciencia.
La identificación proyectiva: madre e hijo, dos amantes. Tristán
e Isolda. Un saludo, una sonrisa de complicidad o de comprensión. Ya
no somos el mismo. Y el otro, tampoco.
Todo nos influye y nos cambia. Alimentos, sucesos, ambiente,
música, amigos, familiares, etc.
La intimidad es otra cosa. Yo y tú pasa a ser “nosotros”,
distinto del yo y del tú y con capacidad propia para entablar nuevas
relaciones. Con las cosas, la relación es “yo-ello”. Ello me influye, pero
yo no influyo al ello.
El “nosotros” como compuesto de individuos no es posible en la
física clásica, pero lo es en la cuántica: el aspecto partícula da lugar
a individuos y el aspecto onda, a relaciones y al nacimiento de
nuevos individuos por el enlace de sus funciones onda. Si sólo
existiera la función partícula, el mundo no cambiaría, no sería
creativo.
El bebé no tiene experiencia ni casi conciencia. Se funde con la
madre en una “identificación proyectiva”. Hace propia la experiencia
de la madre, interioriza las respuestas de su madre al mundo, sus
percepciones, emociones, preocupaciones, etc. y las almacena en su
memoria cuántica influyendo en el desarrollo de su sistema nervioso.
La relación bebé-madre, según Erikson, tiene tres fases: fusión
(unidos, fundidos), separación (casi abandono de la madre para
conectar con otros) y enlace (regreso a la madre pero con los otros
enlaces vivos, y no a una unión tan íntima como en la primera etapa. Las
partículas elementales hacen lo mismo: conservan el aspecto
partícula, pero cambian con el aspecto onda y forman seres más
grandes. Nosotros, en ese “crecer”, como tenemos memoria, más que
crecer, “acumulamos” experiencia.
La relación íntima se explica cuánticamente como la
superposición de la función onda de una persona sobre la de otra. Si
están en el mismo estadio, la relación será más armoniosa. Es lo
mismo que ocurre con las armonías musicales: si dos notas se
interpretan simultáneamente y son la misma, coinciden en todo y se
produce un sonido unificado, que equivale a la relación armoniosa y a la
identificación proyectiva. Si las dos notas están separadas por una
octava, su combinación es armoniosa, pero es un sonido nuevo que
surge de los dos. Las notas separadas por una quinta, como do y sol,
pueden producir armonía. Pero, a medida que vamos cambiando las
combinaciones progresamos hacia una música como la de
Schoemberg y, si seguimos, acabamos produciendo simple ruido. La
cualidad de una relación depende del estado básico de cada uno de
los individuos.
También, en una relación, como ocurre con los sistemas
cuánticos, puede producirse una inversión por un fenómeno de
resonancia: por ejemplo, cuando uno adquiere un defecto del otro en el
momento en que éste se ha liberado de ese defecto por influencia del
primero, o cuando uno que ha estado enfadado supera su enfado,
precisamente cuando el otro se enfada como consecuencia del enfado del
primero. Estas inversiones cuánticas se dan, a veces, entre los
psicoterapeutas, que acaban padeciendo las dolencias de sus clientes,
especialmente “posesiones.”
La física cuántica dice que “los sistemas macrocósmicos se
encuentran correlacionados siempre en sus estadios microcósmicos”.
Así, una persona cuántica tiene su correspondencia en otra persona
cuántica que “sintoniza” con ella, pero no todas las propiedades de
ambas se unen, sino que cada una conserva algunas propias que
quedan y hacen que siga siendo ella. De modo que no se pierden ni la
individualidad ni la relación. Este fenómeno es el de los grupos:
fútbol, partidos políticos, empresas, etc., en que las manifestaciones de
uno de sus individuos pueden expresar los sentires no expresados del
grupo, como si de un solo individuo se tratase.
La inmortalidad. Las partículas individuales surgen del vacío,
según la física cuántica (aunque para nosotros se trata de un plano
superior menos denso), existen durante breve tiempo, hasta que chocan
con otras partículas y, a continuación, o se convierten en algo nuevo o
regresan a la fuente de donde han surgido.
La física cuántica dice que en el nivel ultra-atómico de las
partículas elementales no existe la muerte.
Si dos partículas se encuentran y funden, ambas desaparecen,
pero la nueva es la suma de las dos y es mayor. Si un neutrón se
descompone, su masa, su carga y su impulso se conservan en el electrón,
el protón y el antineutrino que han resultado de la descomposición.
Todos los acontecimientos cuánticos dejan un rastro en el tiempo.
De igual modo, las células de mi cuerpo mueren a millones cada día y
cada día son sustituidas por otras nuevas y mi cuerpo sigue siendo el
mismo de antes. Los niños dejarán la escuela, pero ésta seguirá
funcionando… Todos deseamos y tendemos a la inmortalidad. Pero,
¿existe?
Esa inmortalidad, las religiones tradicionales la han basado en un
alma, independiente del cuerpo, que sobrevive a la muerte. O en la
resurrección del cuerpo. La filosofía Rosacruz basa nuestra
inmortalidad en la de nuestro Espíritu Virginal.
La física cuántica dice: si yo puedo recordar que fui, debido a
las capacidades de las partículas, que conservan memoria de sus
relaciones sucesivas, ¿qué diferencia hay con recordar o “tener
presente” al que murió, como tengo presente lo que fui o hice? El
pasado está, no sólo presente, sino que sigue relacionándose conmigo
y, por tanto, sigue activo.
Yo soy, pues, mis padres y mis abuelos y antepasados y los
héroes de mi país y de la historia y, en última instancia, soy toda la
Humanidad. y, por tanto, no existen ni la soledad ni la muerte.
Si tú y yo mantenemos una relación íntima, nos estamos
creando recíprocamente cada día. Y, si uno muere, ¿por qué no ha
de continuar esa creación del muerto por el aún vivo?
De ahí lo importante de la cultura, el estudio, la lectura, la
meditación: vamos captando cosas de nuestro pasado y del de los
demás, con lo que, cada vez somos más universales.
Tenemos la visión newtoniana de que el tiempo está compuesto
de momentos sucesivos. Para la física cuántica, lo mismo que no hay
espacio ni tiempo entre dos rayos láser, porque sus modelos onda
interfieren a través del espacio y del tiempo, tampoco existe una
división real en el espacio ni en el tiempo entre dos egos. Todos
somos individuos, pero formando una unidad superior, que nos
define a cada uno en términos de los demás y nos proporciona un
lugar en la eternidad.
La mente concreta es la manifestación del aspecto partícula de
la materia mental. Por eso separa, clasifica, detalla, distingue.
Mientras que la mente abstracta es efecto del aspecto onda de la
materia mental; por eso generaliza, ve las relaciones, las últimas
causas, el todo. Y a todos como formando un todo.
La relación supone esfuerzo. Hay sustancias químicas que, en
frío, no se combinan y necesitan calor para hacerlo. O la presencia de un
catalizador. También nosotros hemos de esforzarnos para, no sólo
integrarnos, armonizarnos, conocernos, “estar bien con nosotros
mismos”, sino para relacionarnos con los demás y ser capaces de
superponer, identificar o fundir nuestros aspectos posibles con los
de ellos. Supone un esfuerzo y supone evolución. Por ejemplo, al
hacer del enemigo un amigo.
Un hombre solo no puede evolucionar. Necesita la relación con
los demás, la convivencia.
La física cuántica no ha llegado a los deseos ni a los
pensamientos, que son también materiales, aunque de materias más
tenues, y que actúan en sus propios planos, pero a nivel físico y hasta
etérico ya ha llegado a cierta concepción bastante aproximada a lo
que dice el ocultismo tradicional.
No podemos asegurarnos un lugar en las vidas futuras de otros
sin un grado justo de compromiso y responsabilidad hacia las
relaciones con otros ahora. Sobrevivimos únicamente donde hemos
vivido.
Sobre este tema, quisiera leeros mi poema titulado
TU HUELLA EN EL MUNDO
¿Tú crees que, cuando mueras,
no quedará de ti memoria alguna?
De aquello que tú eras,
de tu vital fortuna,
de tu decir y tu pensar… ¿ninguna?
¡Estás equivocado!
Todo lo que tú haces queda unido
a lo que has deseado,
a todo lo sentido
y a lo que en tu interior se ha producido.
Y, como parte que eres
de un todo superior, que es más profundo,
aún si tú no lo quieres,
tu aspecto más fecundo
recrea cada instante todo el mundo.
Y todo el mundo tiene
algo de ti, sin que tú lo pretendas;
y, en el tiempo que viene,
en todo habrá las prendas
de lo que, sin saberlo, al mundo ofrendas.
Procura, pues, que el fruto
de tu boca, tus actos y tu mente,
constituya un tributo
positivo y decente
que haga un mundo mejor para la gente.
La psicoterapéutica se fija sólo en el yo. Para ella, las relaciones
son una consecuencia de la autorrealización.
La física cuántica dice: “me construyo a mí mismo a medida
que avanzo, y cada nueva relación altera y redefine parcialmente el
ego que soy”. Porque yo, como ego cuántico, poseo una base para
alcanzar un compromiso con la naturaleza y la realidad material.
El Amor, la Verdad y la Belleza no son proyecciones de mí
mismo, sublimaciones de algo oscuro de mi naturaleza, como decía
Freud, ni cosas que yo creo ex nihilo, como dice Sartre, sino que
tienen un ser propio que surge de su naturaleza básica como
“totalidades relacionadas”, cosas que, en su ser, crean relaciones, y
cuya naturaleza es la misma que la mía.
Sólo la física cuántica ofrece la coherencia necesaria para
poner en marcha, para encender algunas de las 10 elevado a la
undécima potencia de neuronas del cerebro y la integración de
información a que da lugar ese proceso de encendido,
proporcionándonos así la unidad de conciencia, o sea, el sentido del
ego y del mundo.
Los bloques fundamentales del mundo material son los
fermiones (por ejemplo, los electrones y los protones), partículas
antisociales que prefieren mantenerse separadas unas de otras. Sin los
bosones, los fermiones rara vez se unen y construyen algo; sin los
fermiones, los bosones no tendrían nada que aportar a la relación y
nada con lo que ordenar y estructurar su propia coherencia más
compleja. Desde el nivel más primario, pues, de lo que después se
convertirá en el mundo material y el mundo de la conciencia, los
bloques constructores de la materia o fermiones, y los bloques
constructores de la conciencia, o bosones, se encuentran implicados,
necesariamente, en un diálogo mutuamente creativo.
Teniendo en cuenta que la conciencia empieza donde se
encuentran dos bosones, no se trata de decir que la mente creó el
mundo, sino que los bloques constructores elementales de la mente, los
bosones, estaban ya ahí desde el principio y fueron modelos necesarios
para aquella creación. ¿No se está ya hablando del átomo ultérrimo, la
sustancia raíz cósmica, obra del Espíritu Santo?
La Teoría del Campo Cuántico propone la idea del “vacío
cuántico”, que concibe, no como un vacío sino como la realidad
básica, fundamental y subyacente de todo lo existente en el universo,
incluidos nosotros mismos. Debería concebirse, más que como una
“caja vacía”, como una “sopa en ebullición”, de parejas virtuales de
partículas/antipartículas. Es, por tanto, “una teoría general del todo.”
Ese vacío es un mar de potencialidades. No contiene partículas y, sin
embargo, todas las partículas proceden de su interior. Es como el
pozo del ser. Dentro de él se encuentran todas las propiedades
básicas: masa, energía, carga, impulso, etc… Nada se pierde del
Todo. ¿Qué diferencia hay entre lo dicho arriba y la sustancia raíz
cósmica o la materia de que se componen los globos oscuros de la
noches cósmicas entre períodos, de que nos habla Max Heindel?
Stephen Hawking ha dicho que ”si descubriésemos una teoría
completa de la cosmología, llegaríamos a conocer la mente de Dios”.
Yo supongo que eso lo ha dicho porque no ha leído a Max Heindel y su
Cosmogonía.
5.- Pero, aunque es la física cuántica la que va a vanguardia de se
acercamiento inconsciente a la religión, los investigadores de los demás
campos científicos van, paso a paso, ratificando lo que la Filosofía
Rosacruz viene diciendo desde principios del siglo pasado en el
Concepto Rosacruz del Cosmos. Y así, según comunicaciones recientes:
a.- En el Colegio Universitario de Londres, el Dr. Andrew
Goldsworthy ha comprobado, mediante electrodos, que en las plantas se
producen fluctuaciones eléctricas cuando se las agrede quemando, por
ejemplo una hoja. Y ello, a pesar de que los vegetales no tienen sistema
nervioso. La ciencia, claro, no sabe que eso se debe a que sí que tienen
cuerpo vital y que éste es el responsable de las sensaciones. Y no sabe
que el que sufre es el espíritu grupo de la planta agredida. Pero está
demostrando ya lo que nuestra filosofía dice.
b.- En el Departamento de Psicología y Neurología de la
Universidad de Nueva York, el Fr. Urs Ribary, mide con un
“interferómetro cuántico supraconductor,” las fluctuaciones del campo
electromagnético existente alrededor del cráneo, y que se producen
como consecuencia de pensamientos, cambios del estado de ánimo, etc.
Esta vez ya sin electrodos.
c.- En Oregón, se estudia por el Dr. De Wagner la comunicación
entre vegetales y se ha descubierto que, si se da un hachazo en el tronco
de un árbol, éste responde enseguida a la agresión, manifestado una
fluctuación electromagnética. Pero, lo más curioso es que, si cerca, a
unos 15 metros, hay otro árbol de la misma especie, a poco, se produce
la misma reacción, habiéndose calculado que esa comunicación viaja a
una velocidad, entre árbol y árbol, de unos 5 metros por segundo. Claro
que la ciencia no sabe que los vegetales de la misma especie tienen un
espíritu grupo común que es, en realidad, el que acusa el hachazo.
d.- En la Fundación Campos de la Bioenergética se investiga por la
Dra. Valerie Hunt el “aura” humana mediante equipos de telemetría, y
compara sus resultados con las manifestaciones de personas que se dicen
videntes. Y ocurre que, cuando ésta dicen percibir el color azul, por
ejemplo, los telémetros denuncian una onda larga. Y, cuando dicen ver
el rojo, los aparatos perciben una onda corta, lo cual responde a lo
lógico.
e.- El doctor Konstantin Korotiv del Hospital de Biofísica de San
Petersburgo, en Rusia, estudia los cambios que se producen en el cuerpo
vital con motivo de la muerte, que tarda más o menos en desaparecer,
según la causa de la misma haya sido el suicidio, un accidente violento o
una larga enfermedad. Asegura este doctor que, estudiando el cuerpo
vital, se puede predecir la enfermedad, ya que en la zona afectada, el
aura se atenúa. Y que, si se extirpa un órgano, el aura correspondiente
desaparece. Exactamente lo que nos dice nuestra Filosofía.
f.- El cirujano Julian Jessel, del Centro de Estudios de Medicina
Complementaria, mediante una cámara Kirlian, evalúa la efectividad de
los tratamientos médicos en sus pacientes.
g.- Algunos investigadores rusos han lanzado la hipótesis de que el
planeta Júpiter está en vías de convertirse en un sol, dado que la
temperatura de su núcleo alcanza los 300.000 grados centígrados. Esto
está de acuerdo con la afirmación de Max Heindel de que los planetas
llegan a un momento de su evolución en que, su vibración es tan elevada
y su luz tal, que acaban convirtiéndose en soles.
h.- Últimamente, yo mismo he podido comprobar, mediante una
serie de vídeos tomados en años sucesivos, en un lugar tan al alcance de
todos como los foros de las ciencias ocultas que se celebran
periódicamente en Madrid, que los colores del arco iris, que aparecen en
el aura que rodea el busto, se van haciendo más suaves y brillantes
cuanto mayor es la espiritualidad y que la forma de dicha aura responde
obedientemente a los pensamientos, a los sentimientos y a la devoción.
Algunos de los presentes han visto esos vídeos, que están en este Centro
a la disposición de los miembros que deseen verlos.
6.- Terminaré con algunos de los últimos hallazgos de la ciencia,
en campos distintos de tratado hasta este momento, pero muy
significativos, que ratifican lo que la Filosofía Rosacruz nos ha
enseñado:
a.- Las conexiones íntimas de nuestro cerebro son únicas para cada
uno, lo que demuestra que no hay dos hombres iguales.
b.- Para aprender algo nuevo necesitamos todo el cerebro. Para
usar lo que hemos aprendido, no, porque está almacenado en el éter
reflector.
c.- El virtuoso musical no usa la corteza cerebral para tocar. Lo ha
interiorizado o almacenado en el cuerpo etérico, creador de los hábitos y
del ahorro de energía..
d.- ¿La imprenta cambió algo en el cerebro? Si es así, la utilización
del ordenador hará lo mismo, modificando la conducta. La interacción es
inevitable y hace que el cerebro cambie constantemente. Tras una
conversación, el cerebro de todos los presentes ha cambiado las
conexiones íntimas, las sinapsis, su anatomía, porque las nuevas
informaciones derivadas de la convivencia hace que ya no seamos los
mismos de antes.
e.- La intimidad de las neuronas tiene que ver con el uso que
hagamos del cerebro. O sea, que lo que no se usa se atrofia.
f.- Las primeras áreas del cerebro que se estropean son las
relacionadas con el deseo de aprender, de vivir, porque eso es lo que
más esfuerzo de voluntad exige. Pero, si se recupera la curiosidad, se
puede reconstruir lo destruido.
g.- No debemos conformarnos con “conocernos a nosotros
mismos”. Debemos “construirnos a nosotros mismos”. Es lo que
pretende nuestra filosofía.
h.- La voluntad, y el deseo es lo que nos permite salir del pozo de
la depresión.
i.- Sufren más Alzheimer los cerebros menos ilustrados, en
términos generales. Porque la pérdida del 40% de las conexiones llega
antes en los cerebros no cultivados.
j.- Hay que hacer gimnasia con el cuerpo, con el cerebro y con el
alma. O sea, que el que se queda quieto, ya está retrocediendo.
k.- ¿Cómo se vitaliza y se activa el cerebro? Se aconseja, a partir
de los 50 años, aprender teoremas matemáticos nuevos. Pero no
emocionan, no motivan, son puramente mentales, por lo que se recurre a
estudiar un idioma nuevo, porque nos hace aprender cosas nuevas,
conocer gente, memorizar palabras, etc.
l.- En el diseño del cerebro no está el conocerse a sí mismo. Y es
lógico, porque el cerebro es un instrumento del espíritu.
ll.- ¿Qué porcentaje del cerebro conocemos? Alrededor de una
centésima parte. Ése es el problema del espíritu: ir dominándolo,
sometiéndolo, aprendiendo a utilizarlo conscientemente.
m.- Lo que percibimos, realmente no es lo que creemos percibir.
Tenemos un mecanismo “atencional” que, a lo percibido – generalmente
poco – añade datos de la propia experiencia, más los propios prejuicios.
Por ejemplo:
Los jugadores de fútbol no se ven del tamaño que deberían
verse: nuestros ojos actúan como cámaras fotográficas, en las que, lo
que está a doble distancia, se ve a mitad de tamaño. Pero nosotros no los
vemos así.
Si intentamos dibujar de memoria la esfera de nuestro reloj,
veremos que no percibimos casi nada.
Si nos ponemos unas gafas que inviertan la imagen, a las
pocas semanas, acabaremos viendo las cosas derechas y, si entonces nos
las quitamos, las veremos al revés. Además, nuestros ojos, que actúan
como las cámaras fotográficas, nos proporcionan las imágenes invertidas
y nuestro cerebro las endereza.
Lo que llamamos, pues, nuestras percepciones, son
reconstrucciones individuales, distintas para cada hombre.
n.- Está demostrado que nuestra percepción está muy influenciada
por el ambiente. Y así:
Uno se ve forzado por el ambiente a no ver lo que él percibe,
sino lo que los demás dicen percibir (El cuento del vestido del rey, que
desfilaba desnudo mientras todos alababan su vestido). Eso explica que
a los líderes se les atribuyan virtudes que no poseen, pero han sido
febrilmente proclamadas, y viceversa. Estamos muy cerca de la
influencia de las formas de deseo y de pensamiento de que habla nuestra
filosofía.
ñ.- Sólo una minoría sale inmune a los ataques bien orquestados en
marketing, política y comunicaciones. ¿Y qué minoría es ésa? Los que
han aprendido a tener ideas propias, que es lo que pretenden las
Enseñanzas.
7.- Según el Dr. Raymond Moody, en sus obras “Vida después de
la vida” y “Más allá de la luz”, las personas que han estado clínicamente
muertas y han vuelto a la vida coinciden en que:
a.- No temen a la muerte.
b.- Sienten la importancia del amor.
c.- Se sienten conectados con todas las cosas.
d.- Valoran el aprendizaje.
e.- Sienten una nueva responsabilidad.
f.- Tienen una sensación de urgencia por hacer el bien.
g.- Desarrollan más su espiritualidad.
8.- La televisión española difundió el 4 de abril último que la
fertilidad masculina se ha observado, por investigaciones realizadas en
Barcelona sobre más de 11.000 varones, tiene su punto mínimo (menos
espermatozoides y con menos movilidad) en septiembre y su punto
máximo ( más espermatozoides y con mayor movilidad) en marzo.
La ciencia se queda ahí, en la constatación de un hecho. Nosotros
podemos explicar eso: En septiembre se han agotado las existencias de
vitalidad traídas por Cristo en diciembre. Es el equinoccio de otoño,
cuando se inicia Su nueva venida para darnos vida para un año más. En
marzo es cuando se produce el nuevo estallido de vida, gracias a la que
Cristo derrama sobre nosotros. Es el equinoccio de primavera., que
produce el cambio de la naturaleza, la alegría, el amor, el celo entre los
animales, y nuevos impulsos espirituales para todos.
9.- El recorrido de la ciencia, pues, hacia la religión o, mejor aún,
hacia los conocimientos ocultos de la religión, ha sido y está siendo
inmenso. No está lejos, por tanto, el día del encuentro. Y el mundo
entero está esperando nuestra aportación particular para aclarar las cosas
y dar a la evolución de la Humanidad el empujón definitivo.
* * *

El enfermo y la muerte

EL ENFERMO Y LA MUERTE
por Francisco-Manuel Nácher
En pleno discurrir por la vida, me encontré con un enfermo:
– Dime, amigo enfermo: ¿Temes a la muerte?
– Sí, la temo.
– ¿Por qué?
– Porque me da miedo que todo se acabe; porque me aterroriza
la oscuridad; porque me asusta el castigo, si lo hay; porque me
apena perder cuanto poseo y alejarme para siempre de los míos;
porque me espanta la nada y me horroriza la eternidad… Porque
parece como si toda mi vida la hubiese vivido sin objeto; porque
creo que aún me quedan muchas cosas por hacer; porque…
– ¿Y si yo te dijese que la muerte no existe?
– ¡Sería maravilloso!
– ¿Y si yo te asegurase que lo que tú llamas muerte es sólo un
nacimiento en un mundo mejor, una especie de vuelta a casa?
– ¿Lo crees posible?
– Estoy seguro. Y es un mundo feliz.
– ¿Por qué, entonces, lo temo?
– Porque no quisiste pensar ni creer en él.
– Me decían que no existía y acabé creyéndolo y teniéndole
miedo a la muerte.
– ¿Cómo no va a existir? ¿No sabes que en la naturaleza nada
muere? ¿No has observado que al dolor sigue la alegría y a la
enfermedad la salud y a la desgracia la fortuna y que no hay
oscuridad sin luz, ni pecado sin virtud, ni maldad sin bondad, ni
tormenta sin calma, ni noche sin día, ni odio sin amor, ni vejez sin
juventud ni, por tanto, muerte sin vida?
* * *
Qué hacer con las enseñanzas una vez aprendidas

¿QUÉ HACER CON LAS ENSEÑANZAS, UNA VEZ
APRENDIDAS?
1.- Estoy seguro de que a primera vista el tema de la conferencia de
hoy os habrá parecido a todos un tema normal y corriente. Pero no. No
lo es. Y lo he hecho a propósito. Es un título capcioso. Porque, a poco
que se considere, nos obliga a hacernos tres preguntas importantes que
nos hacen, aparentemente, desviarnos del tema propuesto. Y son éstas:
1ª.- ¿Qué son las Enseñanzas? ¿qué comprenden?
2ª.- ¿Cuándo puede decirse que se han aprendido?
3ª.- ¿Hay que esperar a conocerlas para hacer algo con ellas?
Respecto de qué son las Enseñanzas, podríamos definirlas como la
exposición racional y lógica, de las leyes naturales, así como de su
justificación, funcionamiento y manejo por el hombre.
Lo cual supone algo amplísimo. Porque no sólo comprende todo lo
que sucede en el mundo físico y en el universo físico, sino lo que ocurre
en los mundos superiores y hasta en Dios.
Y, así, las Enseñanzas exponen el origen de la Tierra, de las
especies y del hombre; la evolución de todos ellos y las leyes por que se
rige; su constitución y funcionamiento; y sus perspectivas futuras. Pero
también hacen lo propio con los demás planetas de nuestro sistema solar,
con el sol, con las constelaciones, con las galaxias, con el universo todo
y hasta con el Dios Creador de nuestro sistema planetario y con el Ser
Supremo del que trae origen, a través de sucesivas oleadas de jerarquías
creadoras. Y estudian, no sólo la existencia física, sino la que tiene lugar
en los planos menos densos; y la muerte, y los procesos que la siguen, y
la preparación para el próximo renacimiento, y cómo se lleva a cabo
éste; y nos hablan de esas Jerarquías Creadoras, de sus evoluciones y
trabajos y de sus influencias sobre nosotros, así como de nuestra
influencia sobre las oleadas de vida que nos siguen.
El tema es, pues, prácticamente ilimitado, interminable, sobre todo
sabiendo que, como nos dicen las mismas Enseñanzas, quienes han
alcanzado altísimas cotas de evolución, como nuestro propio Logos
Planetario y aún nuestro Logos Solar, siguen evolucionando y tienen
ante sí un futuro evolutivo casi ilimitado.
Al referirnos, pues, a “las Enseñanzas”, hemos de entender que
comprenden aquéllos, de entre todos esos conocimientos, que cada uno
de nosotros hemos sido capaces de captar, comprender y hacer propios, y
ello en el nivel en que lo hayamos hecho.
Porque las Enseñanzas no son algo que baste aprender de memoria,
ni siquiera comprender, sino que hay que vivirlas, para poder decir, con
propiedad, que las hemos aprendido. En este caso, los dos verbos tan
parecidos, “aprender” (adquirir conocimiento) y “aprehender” (captar,
apropiarse), vienen a ser sinónimos.
Porque no hay dos hombres iguales y, por tanto, no hay dos niveles
de conocimiento ni de comprensión ni de vivencia idénticos. Recodemos
a San Pablo cuando decía que, “a los niños se les da leche, pero a los
adultos se les da carne”, es decir, a cada cual lo que es capaz de asimilar.
Las Enseñanzas, pues, son infinitas. Pueden extenderse, sin límite,
tanto en cuanto a las materias que tratan, como en la profundidad que
alcanzan. A los efectos, pues, de esta conferencia, comprenderéis que la
expresión “las Enseñanzas” sólo puede referirse a la diminuta porción de
ellas que hemos sido capaces de captar cada uno de nosotros.
En el mismo sentido podríamos contestar la pregunta “¿cuándo
están aprendidas? Porque, la única respuesta que resultaría cierta, lógica
y razonable sería la de: nunca.
¿Y qué decir de la tercera pregunta sugerida por el título de la
conferencia “¿es que hay que esperar a conocer las Enseñanzas para
hacer algo con ellas?”. Está claro que, si son ilimitadas y no las
podemos captar todas, habremos de actuar con las que poseamos cada
día.
Por tanto, no cabe duda de que el título de la conferencia, “¿Qué
hacer con las Enseñanzas, una vez aprendidas?” es totalmente capcioso y
no tiene respuesta posible que resulte aplicable a todos los presentes.
2.- De todos modos, no podemos negar que algo hemos aprendido,
algo hemos asimilado, algo hemos hecho propio de las Enseñanzas que
se nos han impartido. ¿Qué podemos, pues, considerar como más
importante entre lo aprendido, como el meollo de todo lo demás? Varias
cosas:
a.- Que las Sagradas Escrituras de todas las grandes
religiones y, especialmente, la Biblia, contienen todas las Enseñanzas,
pero en forma oculta o simbólica o críptica, y es necesario conocer las
claves para leerlas e interpretarlas debidamente.
b – Que somos chispas divinas, de la misma esencia de Dios y
con sus facultades y su omnipotencia y su omnisciencia y su
omnipresencia, pero en germen, en potencia, debiendo convertirlas en
acto a través de un doble recorrido que se llama, en su primer tramo,
involución (en el que el espíritu dedica toda su energía a crear y
perfeccionar sus vehículos en los distintos mundos) y en el segundo,
evolución (en el que el Espíritu enfoca ya sus energías en la propia
manifestación en los distintos mundos, a través de esos vehículos ya
perfeccionados).
c.- Que la nota clave de la Creación es el Amor. Y, por ello,
todo se basa en el amor. Y las normas de conducta ideales, que
constituyen la línea de demarcación entre lo positivo y lo negativo, son
la de “ama a tu prójimo como a ti mismo” y la de “compórtate con
los demás como a ti te gustaría que los demás se comportasen
contigo”. Ello, sabiendo que hablamos del verdadero amor, ese que,
según la Escritura, “es paciente y amable, no es envidioso, no se jacta
ni se engríe, no es indecente ni egoísta, no es susceptible ni mal
pensado y siempre disculpa, siempre confía, siempre espera, todo lo
soporta.”
Hasta en una obra tan aparentemente ajena a estos temas como Las
Mil y una Noches, se dice en el hermoso cuento del Príncipe Jazmín y la
princesa Amanda:
Cuando nada existía, el amor ya existía
y, cuando nada quede, él perdurará,
pues él es lo primero y él será lo último.
Y, en otro párrafo, añade: “…pues, aunque el escudo de la
sabiduría protege de todas las heridas, no ofrece defensa frente a los
ataques del amor, y las medicinas y consejos del prudente, no hacen
efecto alguno en el espíritu por él afligido”.
Y es que el amor es de naturaleza divina y, por eso, todo lo puede y
todo lo aglutina, y todo lo unifica y todo lo hace hermoso.
c.- Que la materia es transformable en energía y la energía en
materia. Pero, la energía es vibración. Por lo que, todo lo existente en
cualquier mundo que sea, en última instancia, no es más que vibración.
d.- Que en toda la Creación existen dos polaridades: vida y
materia, que se influencian recíprocamente. Y, cuando la vida incide
sobre la materia, ésta adopta una forma y aquélla se convierte en
espíritu. Por que el espíritu no es sino materia sublimada, mientras que la
materia sólo es espíritu cristalizado. Y ambos, vibración.
e.- Que Dios compenetra toda Su Creación y le da vida y la
mantiene con Su propia vibración, lo mismo que nosotros
compenetramos con nuestra conciencia y damos vida y mantenemos a
las células que forman nuestro cuerpo físico. Por eso se afirma en los
Hechos de los Apóstoles(17:27) que “en Dios vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser”.
f.- Que, al ser chispas divinas y de su misma sustancia, somos
espíritus inmortales.
g.- Que, como consecuencia de esa inmortalidad y de nuestra
necesidad de desarrollo, hemos de vivir sucesivas vidas para ir
perfeccionando los instrumentos que empleamos para vivir, que son
nuestros vehículos, a saber, uno físico, uno etérico, uno de deseos y un
cuarto mental. Lo cual justifica la necesidad de la existencia de la Ley de
Renacimiento.
h.- Que, durante esa evolución, que no supone más que
mejoramiento ininterrumpido, hemos de ir aprendiendo, y eso sólo puede
lograrse haciendo algo, es decir, acertando o equivocándose,
experimentando los efectos de ese acierto o ese error y aprendiendo, para
obrar mejor la próxima vez. Lo cual justifica la necesidad de otra ley
clave de las Enseñanzas, la de Acción y Reacción, de Retribución o del
Karma.
i.- Que, en esa serie de vidas, nos hemos, necesariamente, de
relacionar con otros espíritus inmortales como nosotros y, de esas
relaciones surgen beneficios o perjuicios mutuos que ponen en
funcionamiento la Ley del Karma.
j.- Que esa ley del Karma hace que todo lo que de bueno o de
malo hagamos a los demás, lo hayamos de asimilar luego
experimentándolo en nuestra propia carne. Y hayamos de compensar con
amor y servicio altruista y desinteresado, todas nuestras carencias de
amor, a lo largo de nuestras vidas terrenales.
k.- Que, para aprender esas lecciones, necesitamos un período
después de cada muerte del cuerpo físico, durante el cual revivimos la
vida que se fue y nos hacemos conscientes de los errores y de los
aciertos y, en base a ellos y a su enseñanza, construimos los vehículos
para nuestra siguiente encarnación, más perfectos que los anteriores.
l.- Que, para esa labor de millones de años de nuestra
evolución como espíritus inmortales, contamos, además, con una serie
de medios y de ayudas, como la oración, la concentración, la meditación,
la contemplación, la adoración, la retrospección, el perdón de los
pecados, las Escrituras y las propias Enseñanzas que, para ser útiles, han
de vivirse individual y colectivamente.
m.- Que ninguno de nosotros puede exclusivamente vivir
para sí mismo porque, sin pretenderlo, todo lo que hacemos, decimos,
sentimos o pensamos, repercute de un modo u otro en los demás,
influenciándolos para bien o para mal. De ahí nuestra responsabilidad
como seres humanos por el mero hecho de vivir y la vigencia
ininterrumpida de la ley de Acción y Reacción.
n.- Que cada uno de nosotros, además de ser espíritus
inmortales, contamos con tres espíritus, manifestaciones de cada uno de
los tres aspectos de aquél – a semejanza de Dios – y que constituyen
nuestro Yo Superior (espíritus Divino, de Vida y Humano), y cuatro
vehículos inferiores que constituyen la Personalidad, a saber: el Cuerpo
Físico, el Cuerpo Etérico, el Cuerpo de Deseos y el Cuerpo Mental
o.- Que esa influencia en los demás se produce de muy
diversas maneras a través de esos cuatro vehículos:
En el Mundo Físico, mediante las consecuencias de
nuestros actos que afectan a su Cuerpo Físico.
En el plano etérico, que pertenece al Mundo Físico aún,
afectando a su vitalidad.
En el Mundo del Deseo, mediante las formas de deseo,
de sentimiento, de pasión o emocionales que construimos continuamente
y con las que influímos el cuerpo de deseos de los demás, bien
enviándolas conscientemente a otros con una finalidad determinada,
buena o mala, bien abandonándolas a su destino, influyendo el cuerpo de
deseos de todos los que vibren como ellas, o bien conservándolas en
nuestros cuerpos de deseos, donde nos influirán y acabarán afectando a
otros de una de las maneras antes dichas.
En el Mundo del Pensamiento, mediante formas
mentales que afectarán las mentes de los demás, y cuyo proceso y
efectos son los mismos de las formas de deseos, sólo que en un plano
más elevado y mucho más perdurables.
p.- Pero es que, lo mismo que nosotros influimos en los
demás y en las cosas que nos rodean, lo contrario se da también del
mismo modo.
Y así, cada objeto con el que entramos en contacto, nos influencia
inevitablemente: por su color, por su peso, por su brillo, por su textura,
por su olor, por su sabor, por su forma, etc., obligándonos a reaccionar
de algún modo a su estímulo.
Y cada vegetal nos hace llegar, además de sus vibraciones físicas,
sus vibraciones etéricas y afecta a las nuestras de modo inevitable.
Recordemos los sanatorios antituberculosos rodeados de pinares.
Y cada animal, además de las maneras dichas, nos influye mediante
sus formas de deseos, que nuestro Cuerpo de Deseos captará e
interpretará y se verá obligado a reaccionar.
Y cada ser humano, además de influirnos físicamente, lo hará
mediante sus emanaciones etéricas, sus formas de deseo y sus formas
mentales y emocionales.
q.- Que el segundo aspecto de Dios, el Hijo, Cristo, el Cristo
Cósmico, para ayudarnos a los hombres a evolucionar con menos
traumas y en menos tiempo, vino al mundo hace dos mil años, encarnó,
en el momento de Su bautismo por Juan el Bautista, en los vehículos
inferiores – físico y vital – del iniciado Jesús, convirtiéndose en Jesu-
Cristo, el Cristo Histórico, que vivió tres años entre nosotros. Que
murió en la cruz para, a través de la sangre de Jesús, penetrar en la Tierra
y convertirse en su regente, situándose en su centro, convertido en el
Cristo Planetario. Que, desde allí, penetró en cada uno de nosotros para
dar lugar al Cristo Interno. Que cada año, en el equinoccio de otoño,
ese rayo del Cristo Cósmico penetra en la atmósfera camino de la Tierra,
a cuyo centro llega el 21 de diciembre, con el solsticio de invierno.
Permanece tres días allí y comienza su retorno a la Casa del Padre – el
Mundo de Dios en el que tiene su morada – derramando toda Su vida,
toda Su energía, toda Su fuerza, sobre todos los seres de la tierra y
saliendo de la atmósfera en el equinoccio de primavera – con la
Ascensión – para llegar al seno del Padre en el solsticio de verano, y
cargarse de nuevo de esos éteres maravillosos – de luz y reflector – que
están elevando cada año la tasa vibratoria de la Tierra toda y de sus
habitantes, y acelerando con ello su evolución. Y que, además, para una
mejor asistencia a la Humanidad, les ha dejado los Sacramentos,
especialmente la Eucaristía, mediante la cual, cada día, desciende a
nosotros para fortalecernos en Su aspecto de Cristo Eucarístico.
Porque, no lo olvidemos, los Sacramentos son para los fieles, no para los
acerdotes.
r.- Que, a medida que vamos aprendiendo, cada conocimiento
adquirido que, en términos esotéricos se denomina ampliación de
conciencia, nos sirve como punto de apoyo para comprender algo más
elevado o más profundo o más amplio que hasta entonces escapaba a
nuestra comprensión. Las ampliaciones de conciencia, pues, se producen
involuntariamente, porque la evolución forma parte del plan divino y
éste nos empuja sin pausa hacia delante y hacia arriba. Pero también
pueden ser consecuencia de las Enseñanzas, del estudio, de la
meditación, de la aspiración y de la búsqueda, y entonces la evolución se
acelera.
s.- Que, además del Dios Creador, Padre de todo, el Dios
Trascendente, en el que “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro
ser”, existe otro aspecto de Dios, el Dios Interno, el Dios Inmanente,
que se encuentra en nuestro interior y que lucha sin descanso por la
iluminación de nuestra Personalidad y su enlace con nuestro Triple
Espíritu por medio de la mente.
A ese Dios Interno es a quien se refería San Pablo en Gálatas (4:6)
cuando decía: “Y la prueba de que sois hijos es que Dios envió a
vuestro interior el espíritu de Su Hijo”. E insiste en otro párrafo de la
misma Epístola (40:20): Hijos míos, otra vez me causáis dolores de
parto, hasta que Cristo se forme en vosotros”. Y, en I Corintios (3:16)
vuelve a insistir, diciendo: “¿No sabéis que sois templos de Dios y que
el espíritu de Dios mora en vosotros?”. Y en Romanos (8:9): “…ya
que el espíritu de Dios habita en vosotros”. Y II Pedro dice (1:19):
“..hasta que despunte el día y el lucero nazca en vuestros corazones”.
Y el salmo 82, versículo 67 asegura: “…aunque seáis dioses a hijos
del Altísimo…”. Y, en el Evangelio de Juan (10:34), el propio Cristo
dice: ”¿No está escrito en vuestra Ley: yo os digo que sois dioses?”.
t.- Que la unión de esas dos partes nuestras, la espiritual y la
material, está simbolizada en las Escrituras por el llamado “Matrimonio
Místico,” que intenta materializar el Cantar de los Cantares, da Salomón,
y al que remeda el cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Y al que,
de un modo sorprendente, se hace referencia también, en el cuento antes
referido, del príncipe Jazmín y la princesa Amanda, de Las Mil y Una
Noches, al narrar que Amanda vio una noche en sueños al joven príncipe
y quedó de tal modo prendada de él que no pudo quitarlo de su
pensamientos. Él, por su parte, desde que tuvo conocimiento de la
existencia de aquélla, partió en su busca. Y, cuando la encontró, ella le
dijo: “Cuando en sueños me mostraste tu rostro embrujador, éste causó
tal impresión en mi corazón, que he olvidado a mis padres y me he
convertido en una extraña para mis hermanos…” Es lo que ocurre
siempre. Y recuerda las palabras de Cristo: “El que no abandone a su
padre y a su madre y a su hermano, no puede ser mi discípulo”. El
cuento continúa:
“Los dos amantes se tomaron de la mano y desaparecieron, más
ligeros que el céfiro alado. Nadie consiguió encontrar sus huellas y
nunca se oyó hablar de ellos o del lugar de su escondite pues, en este
mundo, sólo algunos hombres son dignos de seguir el camino que
conduce a la dicha y de vivir en la casa en la que se oculta la felicidad.”
3.- Aclarado todo esto, no tenemos más remedio que, bajando el
listón de nuestras aparentes pretensiones iniciales, rehacer el título de la
conferencia, reduciéndolo a estos términos: ”¿Qué hacer, en cada
momento, con las Enseñanzas que hemos sido capaces de asimilar
hasta entonces?”
Vistas así las cosas y, contando con que, entre esas Enseñanzas
captadas por todos, se encuentra la de que su única finalidad es la de ser
“vividas” por cada uno de nosotros, no tenemos más remedio que
responder eso: Vivirlas. Y entonces, habremos realmente centrado el
tema de un modo aceptable.
Centrados así, pues, en el tema, nos surge, de modo inevitable, la
pregunta: “¿y cómo se viven las Enseñanzas?”
Una vez más habremos de aclarar qué entendemos por “vivir” y, a
poco que reflexionemos, llegaremos a la conclusión de que, primero, las
Enseñanzas se pueden, ciertamente, “vivir” y, segundo, que esa vivencia
implica, aunque no lo sepamos, divulgación. Y ello porque, como
hemos dicho, nos es imposible actuar sin influir en los demás. Por eso,
podemos deducir que hay dos maneras de vivir las Enseñanzas:
A.- Viviéndolas y siendo así un ejemplo para los que
con nosotros se relacionen, que no podrán quedar indiferentes a nuestra
manera de enfocar la vida. Nos alabarán o nos criticarán y hasta nos
preguntarán. Pero todos notarán que somos distintos, que razonamos de
modo diferente, que hablamos de modo especial y que obramos de modo
lógico, consecuente y positivo.
B.- Divulgándolas conscientemente. Ello exige, por
supuesto, como condición sine qua non, que las vivamos, que las
apliquemos en nuestra vida pues, sabido es que, si no somos capaces de
encarnar lo que pretendemos predicar, nuestras enseñanzas pierden toda
capacidad de atracción y de convicción. Hace falta, pues, además de
vivir las Enseñanzas, desear difundirlas. Y también aquí hay que llamar
la atención sobre un tema que se escapa a muchos: esa difusión de las
Enseñanzas debe hacerse con dos características esenciales: amor al
prójimo y afán de servicio altruista y desinteresado. Porque, hay
quien difunde las Enseñanzas para hacer dinero. Y ése, a poco que se
piense, está incumpliendo la exigencia previa de vivirlas. Porque, el que
las vive no es, no puede ser egoísta y se da a los demás sin pedir nada a
cambio. Bien entendido que las Enseñanzas no tienen precio y que el
propio Cristo fue muy tajante y muy claro al decir a sus discípulos en
Mateo (10:8): “Gratis lo recibís, dadlo gratis”.
La difusión voluntaria y consciente se puede hacer por varios
medios:
– mediante palabras escritas: libros, artículos, etc.
– mediante palabras habladas, bien directamente
(conferencias, charlas, coloquios, conversaciones, etc.), bien grabadas
(grabadas: cassettes, diskettes, vídeos, CD, etc.).
4.- Por lo tanto, la conclusión a todo lo anterior nos dice
claramente que hemos de vivir cada instante de nuestras vidas las
Enseñanzas, hasta el punto en que las hayamos percibido, desentrañado,
comprendido, y hecho propias. Que cada palabra que pronunciemos
deberá ajustarse a lo que se nos ha enseñado; y cada pensamiento,
sabiendo que influirá en la persona a que se refiera o en muchas más; y
cada deseo, convencidos de que si es positivo, hará el bien y si no,
producirá el mal. Y cada acto y cada emoción y cada sentimiento,
deberemos siempre procurar que estén libres de egoísmo, de abusos, de
explotación, de aprovechamiento de los demás, y no tenga más objeto
que el amor al prójimo, convencidos como estamos de que todos somos
uno, todos formamos a Dios, que nos necesita a todos para llevar
adelante su plan Creador. Y de que cada cual está en el lugar y en el
momento apropiado para desarrollar su papel, tanto en cuanto al plan
divino se refiere, como a nuestra propia evolución individual. Y cada
ocasión perdida de hacer le bien, está perdida definitivamente y reduce
nuestras tendencias positivas. Y cada ocasión de hacer el bien
aprovechada, aumenta nuestra tendencia hacia el bien y, por tanto,
acelera nuestra evolución y la de Dios a través nuestro.
Por eso las Escrituras y las Enseñanzas nos recomiendan “orar
permanentemente”, es decir, convertir nuestras vidas en una oración, en
una dedicación a Dios de todas nuestras actividades, cualesquiera que
éstas sean. Porque, si toda la materia está dentro de Dios y vibra con Su
vibración y, si todo espíritu está hecho de la esencia de Dios, todo está
permanentemente trabajando para Él. Sólo que, como seres libres que
nos ha hecho, podemos permitirnos retrasar su proyecto – aunque nunca
frustrarlo – o colaborar para su realización.
5.- Con lo dicho, pues, resulta que hemos, casi sin pretenderlo,
desarrollado el tema de la conferencia. Quiera Dios que hayan servido
mis palabras para aclararos algunos conceptos o para sembrar algunas
ideas en vuestras mentes que os influyan positivamente.
* * *
El paro y las máquinas

por Francisco-Manuel Nácher López
– Con el trabajo ocurre algo muy curioso.
– ¿Qué ocurre?
– Pues que no se ve muy clara la relación entre trabajo existente,
número de trabajadores, producción y retribución.
– ¿Y eso por qué?
– A mi juicio, porque se ha introducido un elemento nuevo en la
relación laboral.
– ¿Cuál?
– La máquina.
– ¿La máquina?
– Sí. Al inventarse la economía, se pensó que se regía por la ley de la
oferta y la demanda…
– ¿Y no es así?
– Pues, sí y no.
– ¿Y cómo es eso?
– Se pensó así: Si sube la demanda, harán falta trabajadores y subirán
los sueldos y se producirá más. Eso hará que llegue un momento en que el
mercado esté saturado y entonces habrá menos demanda y no habrá más
remedio que producir menos o reducir los trabajadores para reducir los
precios y llegar a mayor cuota de mercado.
– Pues es perfectamente lógico, ¿no?
– Sin contar con las máquinas, sí. Con ellas, ya no.
– ¿Y cómo deduces eso?
– Muy fácilmente. Considera esto: Si, de trabajar 7 días a la semana,
se pasó a 6 y luego a 5; si las 12 o 14 horas laborales diarias pasaron a 45
horas semanales y luego a 40 y sigue la tendencia a la baja; y si, a pesar de
ello, la producción ha ido aumentando y los salarios no han dejado de
crecer, ¿a qué puede deberse un proceso tan raro?
– Tienes razón. Sólo puede deberse a que, cada vez hacen falta menos
brazos para realizar el mismo trabajo.
– Porque las máquinas van sustituyendo a los trabajadores. Las
máquinas no cobran, no hacen huelga, no hay que pagarles la seguridad
social, ni el despido, no hay que formarlas, no se cansan, no protestan, no
se equivocan, trabajan todo el tiempo que se crea necesario… en una
palabra, cuestan menos que los trabajadores.
– Es cierto.
– O sea, que producen, al mismo tiempo, artículos perfectos … y
trabajadores en paro, ¿no?
– Sí. Así parece.
– ¿Y cuál es el final?
– Que no harán falta trabajadores, que todo lo harán las máquinas.
– ¿Y entonces, qué? ¿Qué harán los hombres?
– No lo sé.
– Pues se dedicarán a cultivar su intelecto, su cuerpo, su imaginación,
su creatividad – porque las máquinas nunca sabrán crear – su capacidad
de colaboración y de asistencia, su vida de relación, etc.
– ¿Y el espíritu de trabajo?
– Eso será algo trasnochado y sin sentido. Lo propio del hombre es
crear, no repetir, y para crear hace falta tiempo e intuición y formación y
tranquilidad. La prisa y el agobio nunca han creado nada nuevo, sino sólo
repetido lo existente, y esa es la labor de las máquinas.
– Sí. Tienes razón.
– Y todo proviene de que la célebre maldición bíblica, aquélla de
«ganarás el pan con el sudor de tu frente», se ha interpretado mal por todos.
– ¿Cómo? Aclárame eso tan curioso que acabas de decir, por favor.
Claro. En el plan divino estaba previsto que el hombre, que tenía en
aquellos remotos tiempos de Lemuria, centrada su conciencia en el plano
etérico, donde la vida era placentera y fácil y la compartía con los ángeles,
que no son sino los componentes de la oleada de vida anterior a la nuestra
y que habitan ese plano y tienen también en él centrada su consciencia,
evolucionase allí, adquiriese su mente, con ella domeñase la naturaleza
rebelde del cuerpo de deseos y luego, enfocase su conciencia en el mundo
físico y, ya debidamente pertrechado, lo conquistase.
– ¿Y no ocurrió así, verdad?.
– No. Ya lo sabes. La intervención de los Luciferes, los rezagados de
la oleada de vida de los ángeles, hizo al hombre enfocar prematuramente
su conciencia en el mundo físico, con lo cual descubrió, con estupor, que
tenía cuerpo físico y que éste moría, es decir, descubrió la muerte porque,
si se tiene centrada la conciencia aquí y esto se acaba, aparentemente se
acaba todo.
– Sí, claro.
– Pero, además de eso, como sabes, el hombre había también
aprendido a hacer uso de su fuerza creadora sexual fuera de las fechas
apropiadas astrológicamente (como ahora hacen los animales con sus
épocas de celo) y sólo buscando el placer y no la procreación, cuya
finalidad real constituye.
– Sí, lo sabía.
– Y ello produjo distorsiones en los arquetipos de nuestros cuerpos
físicos, que derivan en distorsiones en éstos, y que son lo que llamamos
enfermedades.
– ¿Las distorsiones producen enfermedades?
– En unos casos producen malformaciones, que no son sino
distorsiones de la armonía del cuerpo, perfectamente visibles; y en otros, la
debilidad o malformación de determinados órganos, lo que reduce sus
defensas naturales y facilita la penetración y proliferación de gérmenes
patógenos, que son la causa de la enfermedad. De todos modos, como ves,
en el fondo, distorsiones.
– Ya comprendo. Está claro.
– Así que el hombre, al centrar su conciencia en el mundo físico,
descubrió que tenía cuerpo y que éste enfermaba y que moría, ¿no?
– Sí.
– Pues eso es lo que Jehová le dijo. No fue un castigo, ni una
maldición, sino la comunicación de una consecuencia lógica: Has hecho
esto, luego te vendrá aquello como consecuencia del juego de las leyes
naturales que rigen en el mundo que habitas.
– Sí.
– Pero Jehová dijo algo más. Dijo aquello de «y ganarás el pan con el
sudor de tu frente».
– Así lo dice la Escritura.
– Y hay que ver la trascendencia que ha tenido la dichosa frase, sobre
todo por su interpretación errónea.
– ¿Qué quieres decir?
– Algo muy sencillo. El «ganarás el pan con el sudor de tu frente», lo
mismo que el «parirás con dolor» o el «morirás», como te he dicho, no
fueron maldiciones ni castigos, sino comunicación de las consecuencias de
una actuación. Consecuencias, por otra parte, que Jehová no podía evitar
porque, como tú sabes, en todos los planos o mundos de la Creación, se
respeta la libertad individual de un modo exquisito, así como las
consecuencias que su mal uso acarrea, y ello con el fin de que el que yerra
aprenda la lección y evolucione, y sin perjuicio de estar siempre dispuestos
a ayudar al caído cuando lo pida y lo merezca; pero nunca «trabajando» por
él, en su lugar, haciendo lo que él debe hacer para rectificar su error. Si el
hombre, pues, se sitúa (centra su conciencia) en el mundo físico antes de
tiempo y sin estar preparado para vivir conscientemente de ese modo, es
lógico que le resulte difícil lo que, de haberlo hecho en el momento y de la
forma oportunos, le hubiera resultado fácil.
– ¿Quieres decir que no hubiera tenido que trabajar?
– Por supuesto. La misión del hombre no es trabajar. La misión del
hombre es crear. Es un ser creador porque Dios lo hizo a Su imagen y
semejanza y lo dotó de una mente, una inteligencia, un intelecto, una
capacidad de traer a la existencia cosas nuevas. El trabajo es algo
repetitivo, automático, que no necesita capacidades creadoras y que está
reservado naturalmente a seres no creadores. La creación es otra cosa. Y es
cosa de hombres.
– ¿Y cómo hubiera el hombre vivido en este mundo sin trabajar?
– Mediante la utilización de las fuerzas naturales, es decir, los
elementales.
– ¿Los elementales?.
– Sí. Son seres, no creadores, que intervienen en todos los procesos
de todos los planos. Es imposible calentar algo o quemar algo o que nazca
algo o digerir algo o asimilar algo o sentir algo o pensar algo, sin la
colaboración necesaria de los elementales.
– No lo entiendo.
– Lo entenderás enseguida. Los elementales son seres que aún no han
alcanzado en su evolución ni siquiera el estadio mineral. Carecen de
conciencia propia y de cuerpo o forma propios. Son, por decirlo así,
manifestaciones de energía que viven de las vibraciones, de cualquier tipo,
de los seres que les son superiores en la escala evolutiva, y las fomentan
con fruición, puesto que la duración de su propia vida depende
exclusivamente de la duración de esas vibraciones. Llenan todos los planos
y mundos y los hay que responden a cada una de las vibraciones
existentes, de modo que, apenas surge una cualquiera, los que le son afines
acuden a ella y tratan de prolongarla y reproducirla. Ellos no distinguen si
la vibración es elevada o ínfima, si es soez o refinada, si es agresiva o
amorosa: Cada uno acude a su propia vibración y huye de las demás. Y así,
a lo largo de los tiempos, van evolucionando y elevando su tasa vibratoria
desde lo más bajo y grosero hasta lo más exaltado.
– ¡Es maravilloso! Eso no lo sabía. Y aún no acabo de verlo del todo.
– Te voy a poner un ejemplo. Imagina que tú sientes odio por
cualquiera.
– Lo imagino.
– Te he dicho odio como te he podido decir amor o cualquier otra
cosa. Ten en cuenta que todo pensamiento, sentimiento, emoción, pasión,
acción, deseo, proceso natural, etc., posee y emite su propia vibración.
Pues bien, apenas sientes tu odio hacia esa persona, o sea, apenas creas la
vibración de odio, una serie de elementales que le son afines y viven de
ella, acudirán a tu cuerpo de deseos para vivir de ese odio y tratar de
aumentarlo indefinidamente.
– No me digas…
– Sí. Así es. Tú no lo sabrás. Tú creerás que eres tú mismo quien
quiere odiar, pero gran parte de la culpa de que tu odio se intensifique o se
prolongue será de los elementales de esa vibración. Por eso cuando una
persona tiene un vicio o un defecto le resulta tan difícil librarse de él. Y
por eso los que han adquirido modos de pensar o de sentir o de actuar
positivos, los llevan a cabo espontáneamente y cada vez les resultan más
fáciles.
– ¿Entonces qué hay que hacer para librarse de los elementales de
odio, por ejemplo?.
– Tratar de sentir lo contrario o, por lo menos, algo distinto. Si sientes
amor por esa persona, por ejemplo, los elementales del odio huirán
despavoridos en busca de la vibración que les es afín y, en cambio,
acudirán a tu cuerpo de deseos los elementales del amor cuya vibración
estás emitiendo. Por eso la mejor manera de librarse de las «tentaciones»
(que, casi siempre están provocadas por nuestros propios hábitos y por la
influencia de los elementales) no consiste en luchar contra ellas sino,
sencillamente, en concentrar la atención en lo contrario o en cualquier otra
cosa. Eso hará que los elementales indeseables huyan. Y, repitiendo
algunas veces el proceso, lleguen a la conclusión de que tú, que eras un
huésped acogedor y fácil de manejar, has dejado de serlo.
– Esto es impresionante. Y muy instructivo.
– Sí, lo es. Pero no era éste el tema que estábamos tratando.
– Bueno. Sigue, pues, con el tema.
– Quería hacerte ver que los elementales son en realidad los obreros
de la creación. Sin ellos no ocurriría nada. Son ellos los que, obedeciendo
las órdenes de los que saben dárselas, realizan todos los procesos
naturales. No podríamos hacer la digestión, por ejemplo, sin la
colaboración de los elementales; ni podríamos asimilar, ni crecer, etc. sin
ellos.
– ¿Y quién les dice que hagan esas cosas?. Porque la digestión y la
asimilación y el crecimiento precisamente son actividades inconscientes,
¿no?
– En efecto. Son actividades inconscientes para nuestra personalidad,
pero no lo son para nuestro Yo Superior, nuestro espíritu, del cual los
vehículos inferiores (cuerpos físico, etérico, de deseos o astral y mental
inferior) no son sino emisarios que envía a los mundos inferiores, más
densos. Obedecen, pues, a nuestro Yo Superior, que sabe manejarlos.
– ¿Y nosotros no sabemos manejarlos?
– Esa era una de las cosas que el hombre sabía hacer antes de la Caída
y, como consecuencia de ella, perdió al centrar prematuramente su
conciencia en el mundo físico. Y por eso precisamente hemos de trabajar,
es decir, hemos de «ganar el pan con el sudor de nuestra frente».
– ¿Por eso?.
– Exactamente. ¿Qué piensas tú, por ejemplo, que hizo Cristo cuando
ordenó a la tempestad que se calmase?
– No lo sé.
– Pues, sencillamente, ordenó a los elementales que dejasen de mover
el aire. Y cuando curaba, les ordenaba que dejasen de desarmonizar los
cuerpos enfermos. Y cuando transformaba el agua en vino, y cuando
multiplicaba los panes y los peces, y cuando… siempre, como todos los que
hacen milagros, ordenaba a los elementales que hiciesen el trabajo,
reservándose Él la labor creadora.
– ¡Es impresionante! Y tan lógico…
– Por eso, pues, si el hombre hubiera permanecido «inocente» en el
Edén, es decir, con su conciencia en el plano etérico, hasta alcanzar el
desarrollo previsto por Jehová, hubiera aprendido a manejar los
elementales y, al descender al mundo físico, no se hubiera visto obligado a
trabajar, es decir, a realizar las labores repetitivas, sino que hubiera
encargado éstas a los elementales y él se hubiera dedicado a desarrollar su
mente, a fortalecer su voluntad y a espiritualizar su carácter, que son los
tres objetivos que tenía que alcanzar de un modo natural.
– Caramba, todo esto cambia muchas cosas.
– Claro. Sobre todo esto: Jehová no condenó al hombre a trabajar sino
que, lo mismo que le dijo que, como consecuencia de su caída conocería el
dolor y la enfermedad y la muerte, le dijo que tendría que trabajar para
poder comer. Es decir: Como no sabes aún manejar a los elementales,
tendrás que hacer su papel si quieres comer.
– Así está clarísimo.
– El problema viene cuando ese pasaje bíblico es interpretado por los
teólogos.
– ¿Y eso por qué?
– Aquí tendré que hacer una pequeña digresión.
– Hazla.
– Allá voy. Las civilizaciones más antiguas y más importantes entre
las conocidas son la china, la india, la mesopotámica y la mediterránea.
Todas situadas entre los paralelos 25 y 45 Norte y, especialmente, entre los
35 y 44 Norte, con un clima suave y una vida relativamente fácil.
– Sí, es verdad.
– En todas ellas existieron ciudades desde muchos miles de años
antes de Cristo. Es decir, en todas ellas hubo gente que convivió, discutió,
colaboró, investigó, orientó su vida hacia la comunidad, etc. Siempre
hablando de una élite que dejaba el trabajo – trabajo en su verdadera
acepción de labor repetitiva y no creadora – a los esclavos. Por otra parte,
el clima suave y la agricultura pródiga no exigían tampoco grandes
esfuerzos para sobrevivir.
– Hasta ahora, de acuerdo.
– Pero en el norte de Europa y de Asia no hubo nunca grandes
ciudades. Hubo sólo tribus, más o menos fuertes y evolucionadas, pero
ningún espíritu ciudadano: Todos trabajaban por la subsistencia, todos
luchaban, todos sobrevivían en esos climas extremos donde el hombre ha
de mantener permanentemente la guardia frente a las acometidas de los
elementos.
– También de acuerdo.
– Esas dos formas de concebir la vida y el trabajo quedaron en lo que
se llama la memoria colectiva de los pueblos respectivos, y siguen en ella,
de modo que, como otras muchas cosas, nos condicionan a la hora de
enjuiciar algo nuevo. Son como programaciones automáticas del
subconsciente que se ponen en marcha ante un estímulo y nos hacen actuar
de determinada manera. ¿Lo comprendes?.
– ¿Algo así como el que las mujeres europeas sientan vergüenza ante
la desnudez de sus partes pudendas y, en cambio, las negras de algunos
pueblos africanos las lleven al aire y, en cambio, no puedan soportar que se
les vea el rostro?
– Exactamente. O que, fijándonos en otra cosa, en el Norte, al que no
trabaja se le considere un parásito y se le denuncie y desprecie, y en el Sur,
en cambio, se le admire en el fondo, aunque la paulatina y superficial
aceptación de las normas del norte, haga que se haga el paripé de que se le
desprecia. Son programaciones inconscientes que, en muchos casos hay
que reprogramar mediante la correspondiente culturización y la utilización
correcta del intelecto, pero que nos dominan y nos inclinan continuamente
a actuar en contra de la razón en cuanto nos descuidamos.
– Sí, es cierto.
– Pues bien. Esos dos modelos de vida, el de la sociedad que veía el
trabajo como cosa de esclavos y el ocio, entendido como tiempo dedicado
a la creación, al propio perfeccionamiento, como cosa de seres libres; y el
de la sociedad que consideraba el trabajo como algo necesario a todos,
formaban parte de la memoria colectiva de los pueblos mediterráneos o
sureños y de los pueblos nórdicos respectivamente.
– ¿Y?
– Cuando llegó el cristianismo, lo hizo primero a los pueblos
mediterráneos y, lógicamente, el pasaje en cuestión, se interpretó como que
el trabajo era un «castigo» por el pecado cometido. El trabajo, pues, siguió
siendo considerado algo desagradable e impropio del hombre libre puesto
que, si era un castigo, lo normal era no tener que trabajar. En cambio,
cuando llegó a los pueblos nórdicos (alemanes, ingleses, holandeses,
escandinavos y anglosajones en general), acostumbrados a considerar el
trabajo como algo necesario para sobrevivir y, sobre todo cuando los
teóricos del protestantismo interpretaron que el trabajo era el camino que
Jehová había señalado como el indicado para ganar el cielo, se exacerbó
más aún aquella programación ancestral. Y el trabajo pasó a ser,
prácticamente, el objetivo principal del hombre en este mundo.
– Ya.
– Por eso los países nórdicos, los anglosajones en líneas generales,
han trabajado sin parar y han hecho así avanzar la técnica y la industria. Y
siguen haciéndolo.
– Sí, es cierto.
– Pero, en esa vorágine de trabajo, han olvidado al hombre.
Consideraban, debido a su programación inconsciente, el trabajo, primero
como necesario, y luego como la vía para el cielo, y han pasado de largo el
mejoramiento del hombre como tal. El trabajo se ha convertido en un fin
en sí mismo y la consecuencia es, lógicamente, el dinero, las posesiones, la
opulencia. Y el círculo se cierra al querer tener cada vez más y teniendo
que trabajar cada vez más para conseguirlo, con lo cual el hombre, los
demás hombres, se convierten en simples medios para el propio
enriquecimiento.
– Te comprendo.
– Considerado, pues, el trabajo como un fin, los nórdicos trabajan
incesantemente, incansablemente, sin escrúpulos, engullendo semejantes,
destruyendo el paisaje, polucionando el mundo, poniendo en peligro hasta
su existencia…
– Es así.
– Y mientras, los del sur, no son proclives a aceptar que la labor del
hombre sea la de pasarse la vida repitiendo procesos productivos, ni
aceptan, en su fuero interno, que el trabajo sea un fin, sino un medio; ni se
sienten más felices ni más realizados viendo cómo transcurre su vida sin
haber tenido tiempo de saber qué es lo que realmente les gustaría hacer, y
hacerlo.
– También es verdad. Curiosamente, cuando un anglosajón pasa una
temporada en el sur, descubre una nueva concepción de la vida, que le
encanta, le subyuga y le convence. Pero, cuando regresa a su mundo, todo
queda sólo como un grato recuerdo y, en el mejor de los casos, como una
añoranza.
– Ésa es, pues, la clave de las diferencias norte-sur. Una diferente
concepción del trabajo y de la vida.
– Así parece ser. Quien lo iba a decir…
– Sí. Pero el problema se complica cuando empieza a ocurrir lo que
decíamos al principio: Cada vez hay más máquinas en las empresas y, por
eso, cada vez hacen falta menos brazos; pero cada vez se produce más y
los salarios aumentan.
– Es cierto.
– ¿Solución?
– No se me ocurre. Y, según mis noticias, no se le ha ocurrido a nadie
hasta ahora. La prueba está en la gran cantidad de parados que hay, que va
aumentando día a día, sin que nadie lance una idea que pueda resolver el
problema que supone hacer posible que toda esa gente pueda trabajar.
Porque, si cada vez hay menos para pagar el paro de los demás y cada vez
hay más parados, ¿qué va a pasar al final?
– Desde mi punto de vista hay varios errores en el planteamiento
actual.
– ¿Cuáles?
– El primero, considerar la situación como el fracaso de la economía
industrial o incluso posindustrial.
– ¿Es que no está claro?
– No. La sociedad industrial, eminentemente técnica, ha ideado las
máquinas y éstas están haciendo innecesario el trabajo humano. ¿Es eso un
fracaso? ¿No es un gran éxito? ¿Qué se pretendió cuando se inventó la
primera máquina sino evitar tener que trabajar? Pues ya se ha conseguido:
Un elevado porcentaje de los hombres ya no tienen que trabajar. Otra cosa
es que coexista esta situación con otro error grave.
– ¿Qué error?
– El de considerar el trabajo como algo consustancial al hombre y
despreciar al que no trabaja.
– ¿Es que no es así?
– Esa es la concepción anglosajona. Vamos a ver: Ahora está
ocurriendo que hay cada día más hombres que están sin hacer nada pero
que han de comer, mientras otros han de trabajar cuanto pueden, sin
tiempo para «vivir», y pagar lo que aquéllos consumen.
– ¿Es que no lo ves? ¿Cómo van a mantener unos pocos a todos los
demás?
– Pero, ¿no te das cuenta de que eso parte de una programación
automática que considera el trabajo como algo bueno y el ocio como algo
malo? Y, al aceptar los del Sur esa apreciación del trabajo de los del Norte,
hemos llegado a una paradoja muy graciosa.
– ¿Cuál?
– La de que antes, los más preparados, las clases dominantes eran las
que no trabajaban y se dedicaban a «vivir», a cultivarse, mientras los
menos preparados trabajaban. Ahora, en cambio, los más preparados
trabajan como esclavos en los puestos de ejecutivos, llevando una vida
estúpida, llena de estrés e infartos, sin tiempo libre para nada, con la
familia abandonada, mientras los menos preparados se quedan en el paro,
tienen todo el tiempo libre y, encima, cobran el subsidio de desempleo.
Generalmente, sin embargo, como son los menos preparados intelectual y
culturalmente, ese tiempo ni lo aprovechan ni lo disfrutan debidamente y,
además, son despreciados y se sienten frustrados por esa aceptación
estúpida del modo de pensar de los del Norte, plenamente justificada en el
Norte.
– Yo no creo que sea cuestión de apreciaciones.
– Pues lo es. Verás. ¿Qué ocurriría si, en vez de considerar a los
parados como una rémora, se los considerase como un éxito del sistema?
– Eso sería maravilloso.
– Y lo será, siempre que se produzcan algunos cambios conceptuales
que se reflejen luego en la sociedad.
– ¿Qué cambios?
– Considerar el ocio, el tiempo libre, como una conquista y el trabajo
como algo impropio del hombre y, por tanto, propio de esclavos, es decir,
de «máquinas», y considerar la educación, la formación completa, es decir,
tanto técnica como humanista, como un objetivo, tanto a nivel individual
como colectivo. La eficacia a costa de la calidad, la avidez de dinero y de
cosas, y la competencia deben, pues, ser sustituídas por la perfección en el
trabajo, la cooperación, y la amabilidad. Sólo con esos cambios
conceptuales y si los estados y los medios de comunicación empiezan a
decir la verdad y a considerar el ocio (entendido como el tiempo libre para
jugar, estudiar, formarse, hacer ejercicio, dialogar, compartir, investigar,
leer, escribir, meditar, en una palabra, mejorar por dentro y no en cuanto a
las posesiones materiales) como una verdadera conquista, y se esfuerzan
en proporcionar los medios para ello, que no supondrían más gastos que
hoy, sino una reestructuración en base a la nueva filosofía, el mundo
cambiaría radicalmente y se encaminaría hacia algo que todos estamos
deseando en lo más hondo de nuestros corazones.
* * *
Las enseñanzas ocultas de Cristo

LAS ENSEÑANZAS OCULTAS DE CRISTO
(Esquema)
por Francisco-Manuel Nácher
1.- Los Evangelios: Parábolas y enseñanzas privadas. Epístolas de
San Pablo.
2.- Final de Evangelio de S. Juan: “Otras muchas cosas hizo
Jesús. Si se escribieran una por una, me parece que los libros no
cabrían en el mundo”. Los primeros cristianos poseían esos
conocimientos.
3.- Pistis Sophia. Siglo II. Valentín, nacido el año 85 en Egipto,
discípulo de Teodadis, discípulo de San Pablo. Excomulgado por ser de
Oriente (Egipto). En copto (egipcio en caracteres griegos). Descubierta
en 1850. Había sido repudiada por ser de Oriente. Como el Libro de
Henoch, de descubrimiento también reciente. Ambos serían canónicos
de haberse conocido. Orígenes no es Padre de la Iglesia: Misterios
cristianos e Iniciaciones.
a.- Enseñanza de Jesús durante once años tras la
Ascensión.
b.- Sus átomos simiente físico y etérico.
c.- Lucha de Jesús contra los Arcontes del Destino, o sea,
ayudar al hombre a librarse del Karma enseñándole las leyes naturales.
Se elevó y descendió orlado por tres arcos iris, las tres Iniciaciones
mayores.
d.- Iniciación de Jesús.
e).- Cosmogonía; Teogonía; Oleadas de vida; Jerarquías.
4.- Enseñanzas privadas de Cristo
Primum intellegere, deinde credere. David y sus Salmos.
a.- Las Enseñanzas de las Escuelas de Misterios
tradicionales: China, India, Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma…
b.- Iniciaciones Menores (tradicionales, más resto hasta fin
Período Terrestre).
c.- Las Iniciaciones, para todos. El velo del Templo.
d.- Desarrollo individual. Sobre todo, interno. Libertad
individual. Todos iguales.
e.- Organización de la iglesia. Los Sacramentos.
f.- Ley de Retribución: La Física. Bienaventuranzas. La
medida que usares, la usarán contigo. El que a hierro mata, a hierro
muere. Se recoge lo que se siembra. No juzgues y no serás juzgado. El
Decálogo. El único mandamiento de Cristo.
g.- Ley de Renacimiento.
– A Oriente, sí. A Occidente, no. Ahora es el tiempo.
Consecuencias para ambos. La conquista del mundo físico hasta el
genoma humano.
– Entre los judíos, era conocida. Las tres sectas:
fariseos (sí), saduceos (no) y esenios (Jesús se educó con ellos). Su
misión: sanadores. Las vibraciones de Cristo.
– Pruebas en la Escritura:
– Evangelio de Lucas (1:16): con el espíritu y el poder
de Elías”. Zacarías.
– Ciego de nacimiento (Juan 9:1-3).
– Los Sinópticos: Mateo 17: 11-13; Marcos 8: 27-28 y
9: 11-13; Lucas 9: 18-19: “Elías vino ya y, en vez de reconocerlo, lo
trataron a su antojo. Entonces los discípulos comprendieron que se
refería a Juan el Bautista”.
– Lucas 9:7: “Unos creían que Juan había resucitado,
otros, que Elías había aparecido y otros, que había
vuelto a la vida un profeta de los antiguos”.
– Mateo 16: 13 y sig.: ”¿Quién dice la gente que es este
hombre?. Unos, que Juan el Bautista, otros, que
Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”.
– Mateo 11: 13-15: “Porque, hasta Juan, los profetas
todos y la Ley era profecía, pero a él aceptadlo si
queréis, es el Elías que tenía que venir. Quien
tenga oídos, que oiga”.
Los fariseos le preguntaron por emisarios: “¿Eres
tú Elías?”
h.- Religión para todos, frente a las Religiones de Raza.
i.- El amor como única ley. A todos, incluso enemigos.
“Compórtate con los demás como a ti te gustaría que los demás se
comportasen contigo”. En Antiguo Testamento considera prójimos a los
judíos sólo. Ama a tu enemigo. Si sólo amáis a los que os aman, ¿qué
mérito tenéis?” Consecuencias en la historia: Palestina y Europa.
Irene Villa. Las niñas de Alcácer. Las Torres Gemelas. La reacción
americana y la europea.
j.- El perdón de los pecados. Ley del Talión. El Purgatorio.
La retrospección.
k.- La Ley, interior.. Reza en tu cubículo. Que la mano
izquierda… El Sacrificio y sus clases: externo e interno. Naturaleza del
sacrificio: No es masoquismo, sino amor y escala de valores.
l.- Nuestra divinidad esencial. “Recordad que sois dioses”.
San Pablo “…hasta que Cristo nazca en vosotros.”
m.- Las Iniciaciones Mayores. Pentecostés, primera Mayor.
Legos, Adeptos y Maestros. Hermanos Mayores.
5.- Errores de la Iglesia:
a.- Constantino. Edicto de Milán en 313 y libertad
religiosa. El 380, Teodosio I declara única religión el cristianismo
exotérico. Los cristianos esotéricos se ocultaron. La conquista romana
de España, ejemplo de destrucción de culturas autóctonas.
b.- Poder temporal. Guerras, intrigas, política, riqueza.
La conquista romana de España.
c.- Excomuniones. A enemigos políticos, etc.
d.- Bulas. Imposibilidad.
e.- Indulgencias. Lutero.
f.- Inquisición. Galileo
g.- Índice de libros prohibidos.
h.- Mandamientos de la Iglesia, enmendando a Jehová
y a Cristo, con su único mandamiento.
i.- Dogmas de fe. Creer o condenarse eternamente. El
credo. La infalibilidad pontificia. La inmaculada concepción, etc.
j.- Olvido del conocimiento oculto y persecución de
los que lo poseen.
k.- Sustituir el latín por las lenguas nacionales o
locales. En el principio era el Verbo. El Egregor. Las consecuencias,
previstas en 1909 por Max Heindel.
l.- Consecuencias en los países del norte y del sur, de
los errores de la iglesia en cuanto a la conquista del mundo físico.
ll.- Intransigencia frente a las otras religiones.
6.- No obstante, la iglesia, cumple su cometido en bien del
hombre. Los Sacramentos surten su efecto. El que va a misa sale mejor
que entró, aunque no lo sepa. Otra cosa es la responsabilidad, por las
desviaciones, de sus jerarquías.
7.- El Padrenuestro:
a.- Mantra poderosísimo para el mejoramiento y
purificación de todos los vehículos del hombre.
b.- Descripción detallada.
8.- La Fraternidad Rosacruz, como dice Max Heindel, es, en
gran medida, para los que se han alejado de la iglesia por causa de
esos errores y falta de respuestas y para que, conocida la religión por
dentro, vuelvan a ella, ya que es la iglesia de Jesús y de Cristo para
Occidente.
* * *
Qué es pecar contra el Espíritu Santo

«Hablando generalmente, el Espíritu Santo es el aspecto o poder creador de Dios. Como prueba, recuérdese el pasaje del credo cuando dice «concebido por el Espíritu Santo», que Gabriel dijo a María que vendría sobre ella. Mediante él, todo lo que es, ha sido traído a la existencia, y un rayo de ese atributo de Dios es el que emplea el hombre para la perpetuación de la raza. Cuando se abusa de él, es decir, cuando se usa para gratificar los sentidos, sea como vicio solitario o asociado, con o sin matrimonio legal, eso es pecar contra el Espíritu Santo. Ese pecado, según se nos dice, no es perdonable: tiene que ser expiado. La Humanidad, como conjunto, está actualmente sufriendo por semejante pecado. Los cuerpos debilitados, las enfermedades que vemos a nuestro alrededor, han sido causadas por centurias de abusos, y hasta que no aprendamos a subyugar nuestras pasiones, no podrá haber salud en la raza humana. Hemos nacido de padres que creían bueno gratificar sus pasiones en cualquier momento. En consecuencia, sufrimos por ello ahora, y gracias a nuestra actitud respecto a la cuestión sexual, la mayoría de nosotros estamos en la actualidad echando las mismas enfermedades sobre nuestros hijos. De esta manera, los pecados de los padres caen sobre los hijos de generación en generación, y seguirán produciendo tristezas y sufrimientos hasta que comprendamos que cada niño tiene que nacer bien por su derecho, así como recibir los debidos cuidados y estar en las condiciones físicas necesarias durante el período antenatal. La responsabilidad paternal, obviamente, existe».
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Las vacaciones espirutales>/strong>

LAS VACACIONES ESPIRITUALES
por Francisco-Manuel Nácher

Sabemos por nuestra Filosofía que el espíritu es inmortal. Y
sabemos que el Plan Divino lo impulsa todo permanentemente, sin
interrupciones, hacia la meta. Y que, a nuestros ojos, la Voluntad Divina
se manifiesta como esa mano amorosa que, apoyada en nuestro hombro,
nos empuja, suave pero indefectiblemente, hacia arriba y hacia delante.
Y sabemos que el Espíritu, como parte de Dios que es, no se cansa,
no cesa de actuar, de vivir – que no es más que interactuar -, de recibir y
transformar y emitir energía, de crear, de colaborar, de empujar la obra
divina hacia su consecución…
Y sabemos que el cansancio es exclusivo de la materia
involucionante. Pero, ¿dónde se encuentra esa materia que aún necesita
alejarse de Dios para cumplir su recorrido previsto? En los cinco estratos
inferiores del Mundo Físico, del Mundo del Deseo y del Mundo Mental.
¿Y qué forma adopta allí? La forma de elementales negativos, de los
que, desgraciadamente, todos tenemos más o menos provisión formando
parte de los cuatro vehículos que constituyen nuestra Personalidad.
El cansancio y, por tanto, la necesidad de descanso, es inherente a
todo lo involucionante y ello por la sencilla razón de que se está
progresiva y permanentemente alejando de Dios y no hay nada que canse
más que alejarse de la fuente de la fuerza y de la energía y de la vida.
Por eso el Éter de Luz y el Éter Reflector, libres de esos
elementales involutivos, no se cansan y constituyen el Cuerpo Alma y
deben ir sustituyendo a los inferiores y a los componentes de la Región
Química del Mundo Físico, para que acabemos disponiendo de
vehículos totalmente espirituales – no olvidemos que, al concluir el
Período Terrestre, habremos “eterizado” el cuerpo físico – y, por eso,
Cristo, cada año, regresa con nueva provisión de ambos éteres para
elevar la vibración del Planeta; y, por eso, las Regiones de la Luz
Anímica y del Poder Anímico del Mundo del Deseo, son lo más elevado
del Primer Cielo. Y por eso el Espíritu Humano, el inferior de nuestros
tres Espíritus, está formado con la materia de los tres subplanos
superiores de la Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del
Pensamiento.
Lo magos negros. y los hay muy potentes y con grandes facultades,
campan por sus respetos en todos los otros subplanos Y ello por la
sencilla razón de que allí existen elementales involucionantes, que les
sirven de agarradero y que les obedecen en sus trabajos negativos. Los
Hermanos Mayores, por su parte, actúan sólo en los dos subplanos
superiores del Mundo Físico y el Mundo del Deseo, y en los tres que
constituyen la Región del Pensamiento Abstracto, en los que pueden
actuar desde niveles más potentes y efectivos sobre todo lo inferior, y
adonde los magos negros no tienen acceso posible.
Por eso se nos encarece continuamente por nuestra filosofía que
nos elevemos, que practiquemos la pureza, la fraternidad, el servicio
altruista y amoroso, el perdón, la tolerancia, la inofensividad, la oración,
etc., porque, mientras lo hagamos, ningún elemental negativo de
nuestros vehículos será llamado a la acción ni, lo que es mejor, podrá
influenciarnos. Ni los ataques de los magos negros, permanentes
enemigos de la evolución y cuyas víctimas más apetecibles somos
precisamente los estudiantes de ocultismo, podrán alcanzarnos con
efectividad.
Con todo cuanto antecede a la vista, se comprende perfectamente
que para la vida espiritual, para el esfuerzo evolutivo consciente, que es
el que nos hemos comprometido a hacer, no cabe el descanso.
Cuando trabajamos en los subplanos inferiores físico, de deseos y
mental, tras hacer un esfuerzo, descansamos para “recobrar el resuello”.
Porque es lo normal y lo necesario, ya que esas materias se cansan, como
hemos expuesto. Recordemos a estos efectos que, durante el sueño, lo
que necesita de recuperación es el cuerpo físico y los dos éteres
inferiores, pero no los superiores.
Pero, con demasiada frecuencia, ocurre que, llevados por ese
hábito de descansar, tras hacer una buena obra, nos creemos también con
derecho a “premiarnos” con un descanso. Y no. Precisamente, no.
Porque las buenas obras suponen el ejercicio de las materias que
componen los subplanos superiores de los tres mundos, los que, por
definición, no se cansan y, consecuentemente, no necesitan descanso. Y,
si descansamos en la labor del bien para “premiarnos”, estamos
poniendo en funcionamiento elementales involucionantes que
aprovechan con fruición la oportunidad de la pereza o el egoísmo que
esa decisión lleva consigo, para que ese descanso se prolongue lo más
posible. Por eso, en cuanto flaqueamos y frenamos y nos concedemos
esas “vacaciones” en nuestro cometido de “vivir la vida”, luego nos
resulta más difícil recuperar el tono anterior.. Y, al contrario, si
persistimos sin descanso en el bien obrar, cada día nos resulta más
apetecible y más fácil y más halagador. Por eso el Amor se posee en
mayor cantidad cuanto más se da. Por eso la alegría del santo. Y por eso
la disponibilidad permanente que se nos exige por los Hermanos
Mayores, para colaborar con ellos en beneficio de la evolución común.
¿Cabe una situación más triste que la del estudiante que pierde una
ocasión de ser utilizado por un Hermano Mayor porque ”se ha concedido
un descanso” en su bien obrar, tras cualquier actuación positiva? No.
Nosotros, nuestro espíritu, no tiene necesidad de vacaciones.
Sencillamente, porque las materias que utiliza no se cansan. Por el
contrario, nuestro movimiento hacia adelante y hacia arriba debe ser
uniformemente acelerado. ¿Cuál es la causa de que los Hermanos
Mayores estén las veinticuatro horas del día trabajando por nosotros, sin
perder ni un solo segundo, hasta el punto de que sus colaboradores, los
iniciados, lo piensen muy mucho antes de molestarlos o distraerlos en
ese menester? El amor. Pero apoyado en que las materias de los
vehículos que ponen en funcionamiento no se cansan ni necesitan, por
tanto, “vacaciones”.
Ése debe ser nuestro modelo y ésa debe ser nuestra visión del
trabajo espiritual: dedicación permanente, ininterrumpida y creciente. En
ese sentido, y sólo en él, el Sendero es, aparentemente, empinado, pero
sólo si se lo mira desde el punto de vista de los mundos cuya materia
constitutiva se cansa. Pero nosotros estamos hechos de la sustancia de
Dios.

* * *

El día que conocí el futuro

EL DÍA QUE CONOCÍ EL FUTURO
por Francisco-Manuel Nácher

I
Cuando uno duerme es muy difícil estar seguro de que lo que
está viviendo no es real. Tan real como lo que vive en estado de
vigilia. Y, lo único que puede hacer es grabar bien en su memoria las
escenas y sucesos del sueño para, luego, una vez «despierto» y
contando con que «sólo era un sueño», recordarlo, disfrutarlo y hasta
interpretarlo. Pero, claro, cuando uno está «allá», es decir, soñando, si
recuerda o piensa en algo de lo sucedido «aquí» durante la «vida
consciente», le ocurre lo mismo: Que parece algo lejano e irreal.
Yo no me atrevería a decir cuál de los dos mundos es el real, ni
que los dos lo son, ni que ninguno lo es, ni osaría afirmar que no se
influencian mutuamente. Incluso, creo estar en condiciones de afirmar
rotundamente que así es. Y, si no, el lector juzgará.
Estaba durmiendo. De eso estoy seguro. Y, no sé cómo ni por
qué, dialogaba con un ser que bien podría ser un ángel, puesto que era
luminoso, tenía aspecto humano y estaba claro que de él el bien surgía
espontáneamente. Incluso pienso que debía ser un ángel de un rango
bastante elevado. Lo cierto es que, no sé de qué estábamos hablando,
cuando yo le dije algo así:
– Tan imposible como conocer el futuro.
– ¿Por qué dices eso? Conocer el futuro es facilísimo.
– ¿Facilísimo? ¡Eso lo dirás tú! ¿Tú puedes conocer el futuro?
– ¡Claro!
– Y, ¿cómo lo haces?
– Yo no lo hago. Lo sé.
– ¿Pero cómo? No lo entiendo…
– Es muy sencillo: Todo lo que ocurre es siempre consecuencia
de una acción anterior, bien mental, bien emocional o de deseo, o bien
física, ¿no?
– Bueno… sí. Supongo que sí. Todo tiene una causa y, por tanto,
nada ocurre sin algo o alguien que lo provoque o produzca… Sí.
– ¿Entonces dónde está el problema?
– ¿Dónde está el problema? Pues en eso, en conocer el futuro.
– Pero, si tú conoces las causas que, en su momento, han de
producir su efecto, en realidad conoces ese efecto, ¿no? ¿Por qué crees
que se afirma que los acontecimientos proyectan su sombra hacia
delante? Precisamente por eso, porque se pueden prever.
– Pero yo no conozco las causas… Bueno, conozco algunas, pero
no todas las que concurren en cualquier acontecimiento.
– Eso no cambia nada en cuanto al proceso para conocer el
futuro. Porque, si conoces esas causas, sigue siendo facilísimo conocer
lo que va a ocurrir y hasta por qué.
– Claro que sí. Quizá tú puedas conocer todas las causas y para ti
sea fácil, pero yo no las conozco y para mí, no es que sea difícil sino
que resulta imposible. Por otra parte, ¿qué pasa con la libertad, con el
libre albedrío que yo pienso que tengo? ¿Es que yo, por ejemplo, no
puedo hacer, actuando libremente en un sentido o en otro, que mi
futuro sea distinto?
– Sí puedes. Claro. Pero tú también estás condicionado y
limitado, no sólo por tus acciones anteriores y por todo lo que te rodea
y por cuanto ha de suceder porque las causas para ello, no
dependientes de ti, ya se pusieron, sino que tú sólo puedes moverte en
un espectro muy pequeño de libertad.
– Pero no dejaré por ello de decidir mi futuro, ¿no?
– Sí y no.
– ¿Cómo sí y no? ¿Sí o no?
– Para ti, sí. Porque, con los datos que tú tienes y pudiendo actuar
dentro del marco de tu libertad, condicionas en parte el futuro, al
poner una u otra acción en marcha y, por tanto, producir un resultado
que te parecerá efecto de esa actuación tuya libre. Pero, en un nivel
superior, lo que tú puedas hacer en uso de tu libertad, si bien te
afectará a ti, según actúes bien o mal, no tendrá una influencia
definitiva en el acontecimiento importante en el cual confluyen, como
te he dicho, muchas más causas que no dependen de tu actuación.
– Entiendo. O sea, que yo soy libre. Y lo que haga será bueno o
malo, y serán causas de las que yo seré responsable y, por tanto,
recibiré sus efectos o consecuencias. Eso está claro, ¿no?
– Sí. Eso es rigurosamente así.
– Bueno, pues ya estamos de acuerdo en algo. Ahora, en cuanto
al futuro, yo – y supongo que todos – siempre que actúo lo hago con la
intención de conseguir algo. Si no, no actuaría.
– Cierto.
– Y ese algo es lo que realmente no sé si lo obtendré. Es el
futuro.
– Porque aún no está en tu mano conocer todas las causas
concurrentes, algunas ajenas a ti.
– Por eso precisamente, uno de mis sueños ha sido siempre el de
conocer ese futuro tan misterioso, el adelantarme a los hechos.
– ¿De verdad crees que te gustaría?
– Hombre, claro.
– Yo creo más bien que no. Si quieres, puedes probar y te
convencerás de lo que te digo.
– ¿Cómo?
– ¿Tú quieres, a lo largo de un día, conocer el futuro?
– ¿Eso sería posible?
– Si lo deseas, yo puedo hacer que así sea. Con un día te bastará
y te sobrará.
– ¿No podrían ser tres?
– Podrían, pero es demasiado. No obstante, si tú quieres tres…
– Sí quisiera.
– Pues bien, ya está.
– ¿Seguro?
– Seguro.
– Y, ¿desde cuándo?
– Desde ya, si quieres.
– De acuerdo. Aceptado. Y no te puedes imaginar cómo voy a
disfrutar.
– Yo, insisto, no creo que eso te haga muy feliz. Pero te servirá
para aprender una lección importante.
– Entonces, ¿empezamos ya?
– Empezado.
Ésta fue, más o menos, nuestra conversación.
Cuando, a la mañana siguiente, me desperté, he de reconocer que
no me acordaba de este sueño, así que comencé mi rutina diaria como
todos los días.

II

EL DÍA QUE CONOCÍ EL FUTURO
por Francisco-Manuel Nácher

Al tomar la pasta de dientes, se me cayó al suelo. En ese
momento, me di cuenta de algo: ¡Yo ya sabía que se me iba a caer!
¡Lo había visto un momento antes!
Automáticamente, recordé el sueño íntegro y, lógicamente, me
acometió la curiosidad de comprobar si lo del dentífrico había sido
sólo una casualidad. Pero no, con gran sorpresa por mi parte, cuando
probé con mi desayuno y deseé conocerlo, me vi desayunando…
exactamente igual como ocurrió luego, cuando desayuné «de verdad».
Y cuando, más tarde, pensé en mi trayecto hasta el trabajo, lo vi con
todo detalle, contemplé cada semáforo, cada incidente, las personas
que iba a ver, los sentimientos que me iban a embargar… todo,
absolutamente todo, como luego, cuando emprendí realmente el
camino de la oficina, me fue ocurriendo.
Sólo tenía que pensar en algo futuro deseando conocerlo, para
verlo ya realizado. Y luego, cuando, en su momento, llegaba, ocurría
exactamente como lo había visto.
No cabía duda, pues, de que estaba conociendo el futuro. Sentí
una inmensa alegría y me preparé para disfrutar durante los tres días
de que el ángel me había hablado. En tres días – pensé – podré tener
claro todo lo que me interesa conocer.
Toda la mañana, sin embargo, y ante lo extraordinario de la
situación, la dediqué a comprobar si yo estaba verdaderamente
despierto y si aquello era realmente cierto. ¡Y lo era! ¡Yo veía lo que
iba a suceder! Cuando llegó el momento de salir a tomar el café de
media mañana, yo ya había experimentado su sabor, su temperatura,
su cantidad, la satisfacción que me produciría, las conversaciones de
los compañeros, los chistes, las bromas… todo, absolutamente todo,
con todo detalle, y experimentado todas las sensaciones y sentimientos
que me produciría y que luego, cuando fui realmente al bar, volví a
experimentar con toda exactitud.
Como era época de jornada intensiva, poco después de mediodía
regresé a casa, un tanto excitado. Porque, durante la mañana, había
pre-vivido una entrevista con mi jefe, que luego ocurrió exactamente
igual; una reunión con un proveedor, que se repitió idéntica en la
realidad; una serie de conferencias telefónicas que viví antes de que
tuvieran lugar y había leído la correspondencia antes de recibirla.
Comencé a sentirme raro. Al llegar a casa, comí de nuevo lo que
poco antes había comido ya en mi pre-visión. Y, claro, no me apeteció
como otros días. Comí, sólo por consideración a mi mujer y al trabajo
que había hecho cocinando. Pero todo era ya distinto.
En casa, las conversaciones con mi mujer y con mis hijos fueron
meras repeticiones de las que yo antes de tener lugar había ya vivido.
Yo me sentía como un papagayo, repitiendo lo que ya había dicho y
escuchando lo que ya había oído. Las noticias de la Televisión, las
conocí antes de conectar el aparato… y luego las vi y las escuché, de
nuevo, exactamente iguales.
Por supuesto, me consolaba: «Tengo toda la tarde y dos días
más para seguir experimentando, para sacar partido de esta facultad
con la que siempre había soñado».
Me pregunté, con cierto temor, he de reconocerlo, si me daría
algún golpe aquella tarde. Y me vi recibiendo un encontronazo en la
espinilla propinado por la mesa baja del salón. Poco después y a pesar
de todas mis precauciones, recibí el golpe y experimenté otra vez el
consiguiente dolor. Preví lo que mi mujer, que se había ido de
compras, traería, y lo vi con todo detalle. Incluso una sorpresa que me
compraría, consistente en una camisa. Claro, cuando luego llegó mi
mujer, la sorpresa ya no lo era y tuve que disimular y fingirme
agradablemente sorprendido. Quise ver en la televisión un partido de
fútbol y, antes de conectarla, resultó que ya conocía el resultado y
había visto las jugadas de los goles y vivido cada detalle del mismo…
que luego volví a ver en la realidad, pero ya sin interés alguno.
Sin querer, empecé a preocuparme. Aquello no era lo que yo me
había imaginado. Era algo muy distinto.
Lógicamente, me pasaron por la imaginación – pero procuré que
sólo superficialmente de modo que, al no «desear» la respuesta, ésta no
apareciera en la pantalla de mi mente – una serie de preguntas, cada
vez más intranquilizantes: ¿Cuándo me moriré? ¿Y mi mujer?. ¿Y mis
hijos? ¿Y mis padres?… Haciendo verdaderos esfuerzos por no
«desear» ver esas escenas, comencé a sentirme mal.

III

EL DÍA QUE CONOCÍ EL FUTURO
por Francisco-Manuel Nácher
Un sudor frío me cubrió… ¿Seremos felices siempre? ¿Cuántos
años vivirán mis hijos? ¿Les irá bien en la vida?… Las preguntas eran
decenas, centenares, y se amontonaban en mi cabeza mientras yo
hacía verdaderos esfuerzos por no conocer las respuestas, porque esas
posibles repuestas me daban pánico. ¿Y si mi hijo tenía que morirse,
por ejemplo, de accidente, dentro de cinco años? ¿Quería yo pasar
esos cinco años viendo cada día la escena fatal y esperando a que
ocurriese? Y, si yo tenía que desarrollar un cáncer de estómago, por
ejemplo, a los 65 años, ¿tendría que vivir miles de veces todo el
problema, como en un ensayo ininterrumpido, hasta que me muriese
definitivamente? Y, si había de haber una desgracia en la familia,
¿tendría que saberlo desde ahora y pasar todo ese tiempo, como si tal
cosa, hasta que sucediese? ¿Y si el país no iba a ir bien y yo debía
perder mi trabajo, ¿cómo iba a convivir de modo normal con mis jefes
hasta entonces? Y, si mis hijos habían de contraer enfermedades, que
las contraerían, como todos, y habían de suspenderles en los estudios
alguna vez, y habían de tener problemas en la vida, ¿tenía que sufrir
yo ahora en silencio y sin poder hacer nada por remediarlo, por el
mero hecho de poseer una extraña facultad que ya iba convirtiéndose
más en una carga?
Por momentos, me iba horrorizando, y no me atrevía a pensar en
nada, a preguntarme nada, ante el temor de conocer, de vivir
inmediatamente la respuesta anticipada, buena o mala. Ya no me
importaba.
Sin darme casi cuenta, me había convertido en otro hombre.
Antes, afrontaba cada minuto del día con ilusión, con esperanza, con
ganas; hacía proyectos, soñaba, deseaba, imaginaba… Pero aquel día
todo eso me estaba vedado.
Ya no era sino un saco de nervios, asustado, aterrorizado y sin
ganas de desear nada ni de actuar ni de proyectar. Porque, si la
respuesta a cualquier problema era favorable, ¿para qué me iba a
esforzar? Y, si era desfavorable, ¿para qué me iba a esforzar? La vida
había perdido todo su sentido.
Así que, sin moverme de mi casa y sin decir nada a ninguno de
los míos, cené pronto y me metí en la cama con el firme propósito de
renunciar al «privilegio» que se me había concedido.
No pude recordar al día siguiente, si me encontré con el ángel o
no. Quizás bastó mi deseo de renuncia. Lo cierto es que, cuando me
desperté, con terror, me atreví a preguntarme cómo discurriría mi aseo
diario… y no lo vi.
El alivio que sentí fue indescriptible. Salté de la cama, me asee
silbando de contento, desayuné feliz y salí a enfrentarme con la vida
con una sensación dulcísima de incertidumbre y de libertad como
jamás había sentido.
Aquello me enseñó que lo verdaderamente atractivo de la
vida es, precisamente, lo que tiene de aventura; que lo que nos
conviene es el esforzarnos para ir resolviendo los problemas,
grandes y pequeños, que se nos van presentando, al tiempo que
desarrollamos nuestra voluntad y nuestro carácter y nuestra
inteligencia; y el ir disfrutando los instantes felices cuando de veras
llegan, y el soñar y el desear y el aspirar y el superarnos cada día; que
sólo los seres de planos más elevados que, con conocimientos
superiores a los nuestros, se cuidan de nuestra evolución como
hombres, o los más evolucionados entre éstos, cuya escala de valores
se ha estructurado de otro modo y dan a las cosas de aquí mucho
menos valor que el resto de los mortales, son capaces de conocer el
futuro y de soportarlo sin traumas. Para nosotros la vida no es, no
debe ser, al fin y al cabo, más que una maravillosa y permanente
improvisación.
* * *

La ciencia de la interpretación de la vida

LA CIENCIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LA VIDA
por Francisco-Manuel Nácher

1.- Antes de empezar el desarrollo de esta conferencia es lógico
que aclaremos qué entendemos por “vida”, qué es eso que pretendemos interpretar.
Para el hombre de la calle, la vida es la sensación que todos tenemos, de existir, a la vez que otros seres semejantes, en un mundo que percibimos, al cual pertenecemos, que nos influye y al que influimos.
Es algo ajeno, que nos viene dado. Algo que fluye hacia nosotros, nos alcanza, nos afecta y pasa de largo. Algo que no podemos detener ni manejar. Algo inevitable, compuesto por una sucesión de azares, de casualidades y de suertes o desgracias, que estamos obligados a disfrutar
o a soportar.
Pero, para el estudiante de ocultismo, la vida es otra cosa muy distinta: La vida es la manifestación de la existencia, la voluntad y la omnisciencia de Dios y de nuestro propio espíritu, que es una parte del mismo Dios. Es, aparentemente, también un fluir inevitable hacia nosotros, pero que podemos interpretar y manejar y hasta dirigir.
Para el ocultista, que sabe que Dios compenetra todos y cada uno de los átomos del universo con Su propia vibración, vivificándolos y manteniéndolos activos; que es consciente de que hay un plan para el desarrollo de todos los espíritus en evolución; que conoce y comprende la existencia y funcionamiento de las leyes naturales, como las corrientes por las que circula la voluntad divina, que van haciendo que el proyecto previsto se vaya configurando y cumpliendo oportunamente; que percibe la armonía total entre todos los componentes del universo; que está convencido de que todo camina en la misma dirección aunque, a veces, cambie momentáneamente de sentido; que admite la existencia de grandes espíritus, encargados de que ese plan divino se realice, y que continuamente enfocan energías sobre los seres en evolución con ese
fin… para quien sabe esto, la vida es la manifestación de la propia evolución divina.
Porque, si bien se examina, cuantas noticias tenemos del mundo circundante en el que vivimos, nos llegan a través de los cinco sentidos.
Pero, en buena ley, esas noticias, esos conocimientos del mundo exterior no son sino interpretaciones que nosotros – nuestro espíritu – hacemos de las vibraciones captadas por los sentidos y dirigidas al cerebro.
Cierto que, además de esos datos provenientes del exterior, percibimos e interpretamos otros internos, que tienen su origen en nuestro espíritu o en nuestro cuerpo mental y que nos llegan, respectivamente, a través de la intuición y del razonamiento. O que nacen en nuestro Cuerpo de Deseos y traducimos como emociones, sentimientos y pasiones.
Podemos, pues, tener una idea sobre nosotros mismos y sobre el mundo en que vivimos y, aún, sobre los demás seres humanos. Y, por tanto, podemos actuar sobre ambos.
Y así estamos cambiando la faz de la Tierra; estamos extrayendo petróleo a un ritmo endiablado; estamos extinguiendo especies animales y vegetales; estamos exterminándonos los humanos unos a otros; podemos pensar lo que queramos y desear lo que nos apetezca. Somos, pues, libres y autosuficientes en cuanto a nuestra actuación en los diversos planos se refiere.
En ese aspecto, en lo que depende de nuestra actuación personal, la vida es fácilmente interpretable. El problema surge cuando se trata de la actuación de los demás que, si bien, similares a nosotros, tiene cada uno sus particularidades, que hacen imprevisibles sus actuaciones que puedan afectarnos.
El estudiante de ocultismo tiene, sin embargo, un arma que el hombre de la calle no tiene: Conoce la existencia y funcionamiento de la Ley del Karma. Sabe, por tanto, que lo que le sucede de desagradable o de agradable es consecuencia de sus actuaciones, sentimientos o pensamientos anteriores, bien en ésta, bien en anteriores vidas. Y sabe que, si quiere prepararse un futuro feliz, tiene que pensar, sentir y actuar a tenor de las leyes naturales, porque ellas mismas harán que todo suceda como ha deseado el propio Dios al establecerlas.
Cuenta, además, el estudiante de ocultismo, con el conocimiento de que, en la vida, todo son símbolos: no sólo las letras, las palabras, las frases, los sentimientos, los pensamientos, sino que todo, en el mundo manifestado, es símbolo de lo oculto. Todo es manifestación de algo superior.
Y sabe que todo sirve para algo y es necesario para el equilibro y la armonía universales y que todo, por tanto, nos dice algo que hemos de saber escuchar, ver, leer u oír. Y, por tanto, interpretar y aprovechar.
Y sabe que cada uno de nosotros hemos nacido en el entorno más adecuado para nuestra evolución, generalmente escogido por nosotros mismos. Lo cual quiere decir que ese entorno está, de un modo misterioso, relacionado con nosotros. Y que un problema es sólo una
prueba a superar. Y sólo lo superamos cuando dejamos de verlo como un problema y lo vemos como una oportunidad de aprendizaje.
Sabe igualmente que, en la vida, como en el teatro y en las novelas, no existe ningún personaje superfluo, sino que todos intervienen, en mayor o menor grado, en la trama y acaban influyendo en el desenlace.
Y ese conocimiento le permite darse cuenta de que una persona antipática es alguien que viene a cobrarse una deuda de comprensión o de amor y es, en última instancia y en ese aspecto, su maestro. Por eso nuestro Servicio Dominical nos insiste en que debemos “servir a la divina esencia escondida en los demás, haciendo caso omiso del
aspecto, frecuentemente poco agradable, de nuestro prójimo.”
Sabe, por tanto, que no debemos considerarnos como si fuésemos el centro del universo, porque no lo somos. No creamos que, si se produce un eclipse o si estalla una guerra, ha sido pensando en nosotros, porque no es así. Limitémonos a nuestro nivel y a nuestra vida. Porque ahí sí que somos el centro. En lo demás, somos del montón…tirando hacia abajo. Nada más. Así que, sin presunciones.
En base a esos conocimientos, el estudiante de ocultismo puede interpretar el pasado y el presente y puede prever y preparar el porvenir.
Para él ya no existen el azar ni la casualidad ni la suerte, porque sabe que todo tiene una causa y todo produce un efecto y todo se mueve hacia un fin.
Esos conocimientos le permiten darse cuenta, además, del fluir de la vida y dejarse llevar por ella, sabiendo que cada cosa llega en su momento, sintiendo en su hombro la mano amorosa de Dios, que le empuja hacia delante, al tiempo que experimenta esa sensación que tan gráficamente expresa el Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me falta…”
Es lo que se denomina “estar positivo”, vibrar al unísono con el universo, lo cual, a su vez, hace que nuestro pensamiento incremente su potencial creador, y nos veamos rodeados de lo hermoso y lo agradable, y nos predispongamos hacia lo positivo y hagamos funcionar la Ley de Atracción, que incrementará la felicidad y la abundancia y la positividad.
2.- Puede ocurrir también que los sueños, fielmente recordados, nos hagan indicaciones sobre lo procedente, lo correcto o lo por venir, a fin de que tomemos a tiempo las medidas oportunas.
En ese sentido, es conveniente adoptar la costumbre de anotar los sueños, apenas producidos, para evitar que se borren de la memoria.
Con el tiempo, sin embargo, puede uno, en pleno sueño, grabar consciente y profundamente su contenido conscientemente en la memoria, para poder recuperarlo luego en estado de vigilia y estudiarlo e interpretarlo.
Ello facilita el que vayamos recordando lo que hacemos por la noche cuando se es ya probacionista y se empiezan a hacer incursiones por el Mundo del Deseo acompañado de alguien más ducho, para nuestra mayor seguridad.
3.- Pero hay momentos, hay acontecimientos o sucesos que escapan a ese control. Me estoy refiriendo a las cosas que no dependen de nosotros, que no hacemos nosotros ni se derivan de otras hechas por nosotros y que nos suceden sin que sepamos por qué. Y, lo que es peor, sin que sepamos qué finalidad tienen y, consecuentemente, nos veamos obligados a interpretarlas.
Son lo que se ha dado en llamar sincronicidades, que no son más que esos “hechos, poco frecuentes, y que se producen al mismo tiempo que otros o relacionados con otros de un modo especial o incluso extraordinario.” Si, cuando yo tengo veinticinco años, soy citado el día veinticinco a una reunión de profesionales, en el número veinticinco de determinada calle y resulta que, una vez reunidos, me doy cuenta de que somos veinticinco y de que todos tenemos la misma edad, no dejaré de asombrarme de tan gran “casualidad”. Pero, ¿eso es, realmente, una
casualidad? Si sabemos por el ocultismo, y por pura lógica, que la casualidad no existe, no puede existir, en un universo ordenado, armónico y donde cada causa produce su efecto y todo efecto tiene su causa, ¿no es lógico pensar que esa “sincronicidad” tiene algún significado y que a través de ella, se ha pretendido decirnos algo?
4.- Las sincronicidades, que nos ocurren a todos sin excepción, – estoy seguro de que todos recordaréis alguna o algunas a lo largo de vuestras vidas – poseen varias características que les son comunes y resultan muy curiosas:
– No las podemos provocar pero, sin embargo, responden a
nuestras necesidades. Es como si el universo se moviera para proporcionarnos lo que necesitamos, sea grande o pequeño.
– Son imprevisibles. Aparecen sin esperarlas.
– Sólo tienen sentido para nosotros, no para los demás.
– Relacionan algo externo con algo de nuestro interior.
– Nos producen la sensación de que hemos estado en el lugar oportuno, en el momento oportuno y junto a la persona oportuna.
– Pasan desapercibidas si no estamos atentos.
– Son avisos, consejos, recordatorios u oportunidades.
5.- La pregunta procedente ahora es: ¿Se pueden o se deben interpretar las sincronicidades?
Lo lógico es responder que sí. Que, si nada ocurre sin una causa y todo está ordenado a un fin, se trata de mensajes para orientarnos en nuestra marcha por la vida.
Pero, ¿mensajes de quién? La respuesta más razonable es la de que sean de nuestro Yo Superior o de algún ángel, arcángel, Señor de la Mente, o de algún Auxiliar Invisible. Serían una especie de intuiciones materializadas. Y, del mismo modo que, si no nos acostumbramos a hacer caso de las intuiciones, éstas se pierden, si no nos habituamos a
percibir las sincronicidades, resultan inútiles.
En cambio, del mismo modo que si nos acostumbramos a hacer caso de las intuiciones, – ese primer impulso que casi siempre rechazamos y luego resulta que era el correcto – desarrollamos la capacidad de percibirlas y de interpretarlas debidamente, si adquirimos el hábito de observar las sincronicidades y de analizarlas, podemos
extraer valiosos consejos y avisos y ayudas.
La búsqueda del sentido de las cosas es uno de nuestros impulsos innatos. Si vemos la vida como algo significativo, las sincronicidades son felices y productivas.
Para interpretar una sincronicidad es preciso:
1.- Notar la coincidencia de acontecimientos internos y externos.
2.- Darnos cuenta de su importancia.
3.- Interpretarla, situarla en nuestra vida.
Recordemos siempre que familiarizarse con las sincronicidades es aprender otro idioma.
6.- Las sincronicidades podrían dividirse en tres grandes grupos:
– Sincronicidades aisladas, que se presentan sin relación con nada especial y una sola vez.
– Sincronicidades acumuladas, que hacen coincidir varios
elementos en un mismo sentido para influir en un acontecimiento.
– Sincronicidades reiterativas, que repiten el mismo hecho, con los mismos elementos, una y otra vez.
7.- Como he dicho que las sincronicidades sólo sirven para
nosotros y yo no poseo fichas de las sucedidas a nadie, puesto que no soy un psicólogo ni un sociólogo, me habré de referir a algunas que me han sucedido a mí y que me han hecho aguzar la atención cuando se han producido. Siento, por tanto, que el resto de la conferencia haya de ser
autobiográfico, pero, por definición, no puede ser de otro modo.
Enumeraré las más significativas de las que he percibido, de cada una de las tres clases, convencido de que otros cientos de ellas me habrán pasado desapercibidas, desgraciadamente. Casi todas ellas con un mensaje que, más o menos importante, se refería a mi vida.
a) Sincronicidades aisladas:
I.- Yo tenía que asistir a una reunión de trabajo que esperaba que durase todo el día. Salí de mi despacho en la calle de Ferraz, tomé un taxi y le dije que me llevase junto al Eurobuilding. Yo, debido a la frecuencia con que tomaba taxis para ir o volver de Barajas y a lo largo del trayecto, me acostumbré a tener grandes conversaciones con los taxistas. Y esta vez hice lo mismo mientras travesábamos
Madrid de parte a parte. Llegué a mi destino y despedí el taxi. Por la tarde, hacia las ocho, terminada la reunión, bajé a la calle y esperé que pasara un taxi. Tomé el primero que vino y, apenas subí, me dijo el taxista: “En mis treinta años de taxista, ésta es la primera vez que me ocurre”. ¿El qué? – le pregunté intrigado – “Tomar el mismo día al mismo viajero.” Era el mismo taxi que yo había tomado en Feraz once horas antes. Después de comentar la casualidad que suponía que, entre más de veinte o veinticinco mil taxis que había en Madrid, hubiéramos coincidido dos veces el mismo día, empezó el hombre a contarme sus problemas. Y resultó que estaba decidido, en cuanto llegase a casa – lo
había estado meditando todo el día, dijo – a decirle a su mujer, que se había quedado embarazada, que abortase, pues ya tenían cuatro hijos. Vi claro que toda aquella casualidad no tenía más objeto que evitar aquel aborto, así que me dediqué a fondo a explicarle el tema por dentro. Y lo logré. Quedó convencido y, tan agradecido y contento, que me dio su tarjeta y se fue feliz hacia su casa apenas me dejó en Ferraz.
II.- Tenía compuesto un poema con la idea de un alcorque, como los que rodean los árboles en las calles y, en el centro, mi alma luchando con las malas hierbas de mis pasiones. Veía claramente la imagen en mi mente, muy clara, pero no conocía la palabra y no encontraba ninguna que cuadrase en aquel verso, precisamente el primero. Estando yo con ese problema, apareció por casa una prima hermana mía y, durante la conversación, utilizó la palabra “alcorque”, que era la que yo necesitaba y andaba buscando, aunque no la conocía. Así que la puse en su sitio y completé el poema, que titule “En el alcorque de mi alma…” y que empieza, precisamente, así:
En el alcorque de mi alma crecen
asilvestradas todas mis pasiones…”
III.- Yo quería editar mi primer libro, “El viaje interior”, en el cual apareció, precisamente, el poema del “alcorque”, pero no encontraba editor. Sentía que debía publicarlo, pero no sabía cómo. En esa tesitura, mi prima, la misma del alcorque, vino a casa a visitarnos inesperadamente. Y, comentando el problema, me dijo: ”ayer oí, en la emisora de radio tal, que hay una empresa que facilita la edición de libros por los propios autores. Telefoneé a la emisora, me dieron la dirección y pude así publicarlo.
En treinta años que vivo en Pozuelo, esta prima mía sólo ha venido a mi casa dos veces. Curioso, ¿no?
IV.- El editor de mi última obra publicada, “El cielo en la tierra,” estaba buscando, sin encontrarla, una ilustración para la portada, que respondiese al título y al contenido del libro. Pero no era fácil. En esa situación llegué a la librería Alariel a dar la clase semanal de Filosofía Rosacruz y, apenas entré, me preguntó si se me ocurría alguna idea. Yo, confiando siempre en las sincronicidades, miré unas
tarjetas que tenía encima del mostrador y, tomando una, dije. “ésta”. Era una idea que, luego, interpretada y pintada al óleo por mi mujer, ha resultado la portada más apropiada que podíamos imaginar. Es una de las características de las sincronicidades: si, cuando tenemos un problema nos fijamos en nuestro entorno, casi siempre surge ella para
ayudarnos.
V.- Pocos días después, el mismo editor me preguntó qué nombre se me ocurría para su recién creada editorial, pues no encontraba ninguno que le satisficiera. Yo le dije: “debe estar muy cerca, espera un poco” En ese momento oí, de la conversación de unos clientes que estaban en un rincón de la tienda, la palabra “creatividad” y, automáticamente, dije “Ya está: Editorial Creación” Y así se llama.
Nos hacía falta y vino en nuestro auxilio. Y mi obra fue la primera publicada por Editorial Creación. Es, pues, sólo cuestión de abrir los ojos… o los oídos.
VI.- Íbamos mi mujer y yo hacia Barajas en un taxi, para tomar el avión que nos había de conducir a todos los directivos de la empresa, con sus cónyuges, a una convención en Río de Janeiro.
Como aún no existía la M-40, desde Pozuelo había que salir con mucha anticipación. Lo hicimos con dos horas de adelanto. Pero ese día en la M-30 se produjo tal atasco que nos quedamos bloqueados en medio de aquel maremagnum y llegamos a Barajas cuando ya pasaba una hora del momento del despegue. ¿Y qué encontramos? Que la salida había experimentado un retraso justo de una hora. Los compañeros habían ya embarcado, pero habían dejado un “follow me” preparado por si llegábamos a tiempo. ¡Y llegamos! Teníamos que ir a Río, y fuimos.
VII.- Nunca hubiera creído que yo fuera un casamentero, pero así resultó ser, por lo menos en dos casos. El primero
ocurrió con un tío mío. Era ya mayor, sobre los cincuenta y cinco años.
Y era soltero aún. Un día, por lo visto, hablamos sobre el matrimonio – yo era recién casado entonces – y, lógicamente, se lo ponderé de tal manera que se decidió a casarse y lo hizo. Años después me confesó que su hijo me debía el haber nacido y me recordó aquella conversación
conmigo en la que estuve verdaderamente convincente
Lo curioso del caso es que, a poco de venir a vivir a Pozuelo, desde Valencia, me encontré un día en la cola de un surtidor de gasolina a un compañero de carrera al que no había visto desde hacía unos veinte años. Nos abrazamos con alegría y, después de repostar los dos, nos
sentamos a charlar un momento. Y, cuando le pregunté si se había casado, me respondió: “Si, me casé y tengo tres hijos, gracias a ti.”. Ante mi asombro, me recordó una conversación que habíamos tenido una tarde en un parque de Valencia, cuando éramos estudiantes, y en la cual lo convencí de que el matrimonio era el estado perfecto para el hombre.
Y él me había hecho caso.
b).- Sincronicidades acumuladas:
I.- Mi hija nació el 30 de diciembre en una clínica de Valencia emplazada en la Alameda, que es el real de la Feria de Navidad. Quiere eso decir que aquella noche, nuestra habitación, del primer piso, estaba sobre los tiovivos, las tómbolas, etc. que organizaban, como es costumbre un guirigay que no nos permitía oír casi nada más. Pasados los primeros momentos en la habitación con la consiguiente alegría y, después de haberse ido las visitas, acostamos a la niña en su cunita. Pero, a poco, empezó a ponerse morada. Yo, padre inexperto, pues era mi primer retoño, me precipité sobre el timbre de llamada, pero no acudió nadie. Insistí con desesperación y nada. Me fui en busca de ayuda y la encontré. No habían oído el timbre, debido al ruído de fuera. Vinieron corriendo, se llevaron a la niña, le extrajeron unas flemas de las vías respiratorias y nos la devolvieron, no sin antes explicarme lo que tenía que hacer si se producía de nuevo el incidente y ellas – las monjas – volvían a no oír el timbre: “tome usted a la niña, se la coloca en el sobaco cabeza abajo, le mete en la boca el dedo índice de la otra mano, con una gasa, y trate se extraer la flema.” Dicho así es muy sencillo, pero hacerlo fue terrible. Y me pasé toda la noche tocando el timbre sin ningún éxito y extrayendo flemas de aquella niña que no hacía más que fabricarlas, aparentemente para que me concienciase de que tenía que poner mucho empeño en salvarle la vida. La niña quedó, por fin, sin flemas y no pasamos a mayores.
Dos años después, precisamente un día en que yo, no recuerdo por qué causa, no había ido a mi bufete, mi mujer apareció en mi despacho de casa con la niña otra vez morada, prácticamente asfixiada. La vecina de la puerta de enfrente le hacía dado un caramelo y la niña se lo había
tragado y se le había ido por la laringe. No había tiempo de llevarla al hospital porque se hubiera asfixiado. ¿Qué hacer? Recordé lo de su primera noche, la levanté, la puse boca abajo en mi sobaco izquierdo y con mi índice derecho penetré en su garganta. Toqué el caramelo y temí metérselo más aún y agravar la cosa, pero afortunadamente, pude rodearlo y extraerlo, sin más consecuencia que un rasguño que le hizo expulsar un poco de sangre. Fue el segundo aviso. Estuve en el lugar oportuno, en el momento oportuno. Porque lo lógico era que estuviese en mi despacho profesional a esa hora. Pero los hechos se enlazaron para que estuviera allí.
Ocurre algo así con esos futbolistas que, de una manera
incomprensible, atraen los balones a sus pies, se coloquen donde se coloquen. ¿Qué les sucede? Que están, quizás sin saberlo, dejándose llevar por la vida de un modo positivo. Y la vida les ayuda.
Dos años después, el último día de curso fui a recogerla al colegio.
Me dijo que tenía dolor de cabeza. En el coche, se acurrucó sobre el asiento del copiloto en forma extraña. Llegamos a casa y llamamos a nuestro médico, que era pedíatra. Vino, la reconoció y dijo que seguramente era sarampión, ya que toda Valencia estaba llena. “Veréis
mañana como amanece con las manchas características.” Y se fue. A la mañana siguiente, antes de irme al bufete, fui a verla. No tenía rojeces, Pero me dijo que le dolía la nuca. Yo no había tenido jamás relación alguna con la meningitis, pero en ese momento, no sé por qué, la palabra me vino a la mente y, corriendo, me dirigí a mi despacho particular, donde disponía de una nutrida biblioteca. Entre las obras que tenía, había una enciclopedia médica, en fascículos, cuya publicación ya había terminado pero cuya editorial había quebrado cuando estaba editando los índices. Así que tenía los fascículos sueltos, sin encuadernar – más de
cien – y, además, no tenía índice. Y los fascículos no trataban cada uno un tema, sino que los salteaban para hacer la lectura más amena. Pues bien, llegué a mi despacho, tomé un fascículo, el primero que se me ocurrió, con la intención de seguir con los otros hasta que encontrase algo sobre la meningitis. Lo abrí y, en la primera página leí:
“Meningitis”. Y, a continuación: “Modo rápido de iagnosticar una meningitis. Se tiende al niño boca arriba, se le dice que levante la cabeza y si, al hacerlo, se le levantan las rodillas, es meningitis. Luego habrá que hacer la punción lumbar para determinar cuál de las dos clases de meningitis es.” Le hice la prueba y salió lo que mi intuición
me había dicho. Telefoneé al médico, vino, le hizo la misma prueba con el mismo resultado – pues no había ni hay aún otra – y avisamos para que viniesen a hacerle la punción lumbar. En aquella época – estoy hablando del año sesenta y nueve – no había los adelantos de hoy y una hora perdida en una meningitis era aumentar el peligro de muerte o de
ceguera o de cualquier secuela grave siempre. Se le hizo la punción, pero el resultado se tenía a las veinticuatro horas., Por fin lo tuvimos, la tarde del día siguiente, y se lo llevé al médico, el cual recetó unos comprimidos de Elkosine – nunca olvidaré el nombre – que valían veintitrés pesetas. Me fui a la primera farmacia y, al pedirlo, me dijeron:
“Sí”, y entraron a la trastienda a buscarlo. Pero salieron diciéndome que se les había terminado. Pregunté por la farmacia más próxima y me fui corriendo. Y me ocurrió lo mismo. Y así fui recorriendo farmacias. En todas creían que lo tenían, pero todas me decían que se les había agotado. Llegó la hora del cierre de las farmacias y yo ya estaba
desesperado. Telefoneé a casa explicando lo que pasaba. La familia toda se movilizó. Buscamos en todas las farmacias de guardia, de Valencia y pueblos próximos, y en todos los hospitales y clínicas. En ningún sitio tenían Elkosine, con gran sorpresa, pues todos creían tenerlo. Llegaron las once de la noche y seguíamos buscando. Y entonces, al marido de mi prima hermana antes citada, – la del alcorque y la editorial para primerizos – que hacía un año o dos que no veíamos y que vivía – y sigue viviendo – en Madrid, se le ocurrió preguntarse cómo nos iría la vida y,
ni corto ni perezoso, telefoneó a casa y mi mujer le explicó el problema que estábamos viviendo. Él entonces dijo: “dame el nombre de esa medicina y voy a ver si la encuentro aquí en Madrid y os la puedo enviar con el último avión” – el golfo, le llamaban, porque salía a la una de la madrugada hacia Valencia – Salió de su casa y, a los pocos metros, pasó por la puerta de un laboratorio farmacéutico que, a esas horas, once y media de la noche estaba siempre cerrado pero, precisamente, ese día, al pasar él, estaban bajando el cierre metálico. Se dirigió al que salía
para preguntarle dónde podría encontrar la medicina y le dijo que la fabricaban ellos, que la tenía y que, además, se la regalaba, en vista del caso. La recibió, pues, fue al aeropuerto, se la entregó al piloto y, a las dos teníamos la medicina y pudimos administrársela a mi hija. Hoy esa
hija es médico y hace poco, al ver el resultado del análisis, que yo aún conservaba, comentó que, realmente, estaba muy grave.
¿Que interpretación tienen estas sincronicidades – que son muchas – para mí? Yo interpreto que tenía que salvar la vida de mi hija tres veces, quizás porque se la quité en tres existencias pasadas. Y que el marido de mi prima nos debía un favor y lo pagó así. La vida nos brindó a los dos la posibilidad de saldar deudas. Y que mi hija no tenía que
morirse en ninguno de los momentos relatados. Por su parte, mi hija es hoy médico, como he dicho, y se dedica a salvar vidas. Lo que no se puede hacer es decir que todo fueron casualidades.
II.- Hubo una época entre los años setenta y dos y setenta y siete en que yo tuve que viajar mucho para atraer turistas
extranjeros. De modo que había días que tomaba tres aviones. Entre las empresas proveedoras de hospedaje para nuestros clientes extranjeros estaba el dueño de un bloque de apartamentos de Las Palmas, que pretendía que le contratase sus habitaciones, pero yo me resistía, no sé
por qué causas. Y ocurrió que, en el aeropuerto de Stuttgart, cuando yo iba a tomar un vuelo para regresar a Madrid, choqué de frente con él.
Nos aludamos, comentamos la casualidad que el encuentro suponía y nos despedimos. Pero al día siguiente volé a Sevilla y, ¿a quién me encontré en el aeropuerto? Al mismo caballero. Y, al otro día, lo volví a encontrar en el aeropuerto de Lisboa. Así que, estaba claro que tenía que
contratarle los apartamentos. Lo hice y fue un buen negocio para ambos.
III.- Yo estudié la preparación para el bachillerato y los siete años que duraba, es decir, ocho años, en la misma clase que un compañero con el que hice mucha amistad. Cuando terminamos, los dos ingresamos en la Facultad de Derecho y estudiamos toda la carrera juntos, por las tardes, en mi casa, pues él vivía enfrente. Al terminar la carrera, durante un año, preparamos juntos la misma oposición. Y, luego, nos fuimos los dos a casa de mi abuela, que era una pensión, a Madrid, a terminar la preparación, hospedándonos en la misma habitación. Estaba claro que los dos sabíamos exactamente lo mismo, habiendo estudiado en los mismos libros durante quince años. Nos
convocaron para la oposición juntos y tuvimos que responder al mismo tema por escrito. Pues bien, a mí me suspendieron en el primer ejercicio y él obtuvo el número tres de la oposición. Cierto que yo estaba fichado como rojo, debido a un malentendido con mi padre que narro en mi segundo libro “Momentos con mi abuelo”, y él llevaba recomendación para el ministro del ramo. Pero el hecho fue que yo no pude aprobar y tuve que orientar mi vida por otros derroteros. Ahora comprendo que no era aquel el camino que yo había programado antes de renacer, o no era el que me convenía, y se me obligó así a enderezar mis pasos. De otromodo, lo sucedido no tendría explicación.
IV.- El año ochenta y uno la empresa donde yo trabajaba se encontró ante la disyuntiva de informatizarse o aumentar
prohibitivamente los gastos administrativos. La informatización, sin embargo, era carísima y no podíamos afrontarla. En esa tesitura, leí un anuncio que decía: “Haga usted mismo los programas informáticos para su empresa.” Telefoneé, pedí una cita, aprendí en una semana lo que enseñaban y me puse a programar. Me pasé cinco años programando tras la jornada laboral, más sábados y domingos. En la empresa fue una sensación ,pues todos sabían que yo era abogado y no sabía informática.
Pero los programas salieron y funcionaron muy bien. Durante esos años y ese esfuerzo yo me preguntaba con frecuencia qué sentido tendría en mi vida todo aquello. Y tardé poco en comprenderlo. Porque programar informáticamente, es decir, enseñarle a la máquina a preguntar lo que necesite y a manejar los datos y a proporcionar los que se necesiten, le obliga al programador a desentrañar el pensamiento, a desmontar el proceso mental hasta sus mínimos detalles, pues no puede omitir ni
olvidar ninguna posibilidad ni ningún matiz, so pena de que el programa no funcione debidamente. Gracias a aquel esfuerzo, me acostumbré a situarme con gran facilidad en el mundo de la mente abstracta y a manejarme en él con cierta soltura, lo cual que ha venido luego muy bien para escribir sobre filosofía, para divulgar y explicar de modo
comprensible conocimientos complicados y abstrusos de las Enseñanzas y para evolucionar yo mismo con continuas ampliaciones de conciencia.
V.- El día de la inauguración del nuevo local de la librería Alariel, en la que imparto el curso de Filosofía Rosacruz, se
produjo una sincronicidad curiosa:
Coincidió con un anuncio que hizo el dueño de la librería en su revista “Alariel”, de mi libro recién aparecido “¿Qué pasa cuando nos morimos? ¿y después?”. Yo iba a entrar al local, lleno ya de gente celebrando la inauguración, cuando el dueño, que estaba en la acera, a la puerta del mismo, me presentó a una joven muy bella, diciéndole que yo era la persona que buscaba. Aquello me extrañó. Y resultó lo
siguiente: Esta joven, por cierto portuguesa, tenía un novio en Oporto, del que estaba perdidamente enamorada, amor que era correspondido por él. Ella trabajaba en Madrid. Hacía unos días, habían estado hablando por teléfono, diciéndose cuánto se amaban y él, le dijo que iba a colgar y a trasladarse a su casa, desde donde la volvería a llamar. Pero no lo hizo. Y esa noche tampoco, por lo que ella telefoneó para enterarse de que, durante el recorrido hacia su casa, él había sufrido un accidente de moto y estaba en estado de coma en el hospital. Ella partió en el acto hacia Oporto. Estuvo a su cabecera hasta que murió. Regresó a Madrid para despedirse del trabajo y volver a Portugal totalmente destrozada. Y, cuando ya se iba, abrió el buzón y leyó en el Boletín de Alariel – al cual no estaba suscrita y no sabía cómo había llegado allí – el anuncio de mi libro. Pero ella lo interpretó como una conferencia que yo iba a
pronunciar esa tarde. Así que pospuso su partida hacia Oporto para escuchar qué podía decir yo sobre un tema que a ella tanto le angustiaba.
Llegó al local y se encontró con que no había conferencia, sino libro. Y, “casualmente”, cuando ya se iba desesperada, llegué yo. Estuvimos hablando más de una hora. Lloró, estaba deshecha – jamás he visto un amor tan hermoso como el de aquella joven – pero al fin pude hacerla comprender la verdadera situación, supo que por las noches podría estar en contacto con él, aunque luego no lo recordase, que podía orar por él, que podía ayudarle con misas, que no debía llorar ni entristecerse porque le haría daño… en fin, la joven quedó tranquila y se fue a Portugal
mucho mejor informada y conforme de lo que se hubiera ido si yo me hubiese retrasado un minuto o, simplemente, no hubiera ido a la inauguración del local. Pero ocurrió, esta vez en beneficio suyo y para aumentar mi sensibilidad hacia las sincronicidades.
VI.- La primera vez que fui a nuestra Sede Central, en Oceanside, California, en el verano del año 2000, obtuve un billete de avión Madrid- Nueve York, con espera de siete horas en su aeropuerto, y continuación Nueva York-San Diego. En total, veintitantas horas desde el despegue de Barajas. El asunto me preocupaba, pues, por experiencia
sé que un viaje tan largo acaba con los nervios de cualquiera y le destroza los esquemas de comidas y de sueño para varios días, pues uno se cansa de leer y de pensar y de charlar sobre temas anodinos con desconocidos, generalmente, en otro idioma o por señas, etc. Así que subí al avión con bastante prevención. Me situé en mi asiento y me pregunté quién se sentaría en el asiento de la ventanilla, pues en ese lado del avión sólo había dos plazas. Deseé que fuese alguien simpático y con
quien se pudiese hablar. Pero el avió se iba llenando y mi compañero de viaje no llegaba. Por fin, apareció una joven de unos veinticinco años, muy esbelta, algo seria, a la que ayudé a colocar sus bultos de mano en el maletero sobre nuestras cabezas, pues no parecía ser muy fuerte. Eso
nos sirvió para entablar conversación, con lo cual vi que no me aburriría todo lo que estaba temiéndome. Pero nuestra conversación continuó y la joven, viendo seguramente en mí una persona mayor en la que se podía confiar, me confesó que había salido hacía pocos meses de una anorexia que la había tenido al borde de la muerte; que iba a Los Ángeles a trabajar; que estaba con un estado de ánimo de total perplejidad, porque todo lo que había pasado la había hecho plantearse muchas preguntas que no sabía responderse. Y que estaba buscando angustiosamente una persona que la pudiese orientar sobre porqué le había sucedido todo y qué objeto tenía y cuál era el sentido de la vida, si es que tenía alguno.
Comprendí inmediatamente que se trataba de una sincronicidad clarísima. Y una ocasión de servicio única. Y le dije, poco más o menos:
Mira, yo no creo en la casualidad. Y, por tanto, pienso que no puede ser casual que te hayas venido a sentar junto a la única persona entre los más de trescientos pasajeros de este avión – era un Yumbo – que puede aclararte esas dudas de un modo racional y espero que satisfactorio.
Puso unos ojos como platos, pero vi en ellos una luz de alegría. Así que empezamos a “hablar de cosas serias”. Y, como “la casualidad” (que no existe) hizo que tuviésemos que estar en el aeropuerto de Nueva Cork siete horas esperando cada uno su vuelo, tuvimos tiempo suficiente para, no agotar el tema, pero sí aclararle sus dudas, responder todas sus preguntas y dejarla, al despedirnos, tranquila, segura, ilusionada, sonriente y decidida a estudiar las Enseñanzas Rosacruces, de cuyas referencias tomó buena nota.
Claro que, desde el punto de vista de esta joven, aquella sincronicidad estaba destinada a ella, a solucionar sus problemas. Pero, desde el mío, fue una ocasión de servicio llovida del cielo que, afortunadamente, aproveché debidamente.
c) .- Sincronicidades reiterativas:
I.- Si estáis positivos y os estáis dejando llevar por la vida, los semáforos de una calle, milagrosamente, se irán poniendo verdes a vuestra llegada y, además, encontraréis aparcamiento a la puerta de vuestro lugar de destino. Nos ha ocurrido a todos, pero no nos hemos dado cuenta de por qué nos sucedía y lo hemos atribuido a una “casualidad”, que no existe.
II.- La primera vez que me encontré con una rotonda de circulación fue, hacia el año setenta y seis o setenta y siete, en una ciudad alemana llamada Hanau. Como en España no se conocían, yo penetré en la rotonda pensando tener la preferencia sobre los que, dentro de ella, venían por mi izquierda. Y provoqué un verdadero concierto de claxons y toda serie de gestos airados que no supe interpretar a qué se debían. Pues bien. Desde que existen las rotondas – y para venir desde Pozuelo, donde vivo, a Madrid, hay bastantes – he observado que, al aproximarme a cada una de ellas, indefectiblemente, aparece en la rotonda un coche que me hace frenar. Muchas veces es el único coche que circula en un kilómetro a la redonda, pero indudablemente, se cruzará en la rotonda delante de mí, haciéndome frenar. Es inútil que yo, viéndolo venir, acelere o reduzca la velocidad. De un modo matemático, tendré que frenar para dejarlo pasar por la rotunda, antes de poder penetra yo en ella. Aún no he podido deducir a qué puede deberse este
fenómeno tan reiterativo y que desafía todas las estadísticas. Pienso que quizás sea el medio – o uno de los medios – que los Señores del Karma emplean para hacernos pagar pequeñas infracciones de circulación cuyo
pago tengamos pendiente. En ese caso, contando con que llevo unos cincuenta años al volante, calculo que voy a tener que frenar para entrar en las rotondas hasta que me muera de viejo. ¡Qué le vamos a hacer!
III.- En Valencia tuve una secretaria que un día me enteré de que estudiaba ocultismo. Aquello era para mí tan desconocido que le pregunté si era cierto que eso existía. Me respondió que sí y que era un mundo impresionante. Pero, como yo no estaba interesado en ello, no hablamos más sobre el tema.
Ya en Madrid, alrededor del año setenta y tres, tuve otra secretaria, ésta argentina, que el día de mi santo o de mi cumpleaños me regaló un libro sobre el poder del espíritu. El libro me resultó interesante y, cuando lo terminé, le pregunté dónde lo había adquirido. Me habló entonces de
la Librería Argentina diciéndome que era el único sitio en Madrid donde podría encontrar libros sobre esos temas. Y allá fui. Me encontré con una estantería que ocupaba todo el paño de una pared, llena de libros de ocultismo. Y, enseguida, me llamó la atención un libro de color verde,
situado bastante alto. Lo tomé y leí su título: El Concepto Rosacruz del Cosmos. Lo ojeé un rato y lo volví a dejar en su sitio. Y acabé comprando el primer tomo de las obras de Ramacharaka. A la semana siguiente, leído el libro y ya con el gusanillo de la inquietud despierto,volví a la Librería Argentina. Y, apenas llegado, volvió aquel libro verde a llamarme la atención y volví a tenerlo en mis manos. Pero, del mismo modo que la otra vez, lo devolví a su estante y me compré el tomo segundo de Ramacharaka. Así compré todos los tomos de ese escritor, que son doce o trece, en doce o trece semanas. Y cada vez, al llegar, me llamaba la atención aquel libro verde y lo tomaba en mis manos. Por fin, cuando ya no quedaban libros de aquel autor de nombre indio, la vez siguiente, teniendo en mis manos una vez más el Cosmos, una voz interior me dijo clarísimamente: “¡por qué no compras éste, en vez de
sólo ojearlo otra vez?” Y así lo hice. Y… hasta ahora. El Cosmos llenó todas mis expectativas y sigue llenándolas muchos años después.
IV.- El año 70 yo tenía mi bufete en un piso céntrico de Valencia, en cuya planta baja había una sucursal de una gran agencia de viajes internacional. Su director se había casado con una amiga íntima de mi hermana, así que teníamos bastante amistad. Y ocurría con frecuencia que me lo encontraba en la acera al entrar o salir de mi bufete
y charlábamos unos instantes. Y casi siempre me decía, con la mayor naturalidad: “mañana salgo para Río de Janeiro” o “la semana que viene me voy a Tokio” o “ el mes pasado estuve en la India.”
A mí se me hacía la boca agua oyendo aquello y siempre le decía lo mismo, por supuesto, en broma: “A ver su me encuentras un huequecito un día, aunque sea para llevarte la maleta”.
Por aquel entonces tuve la idea de matricularme en la Escuela de Idiomas de Valencia, recién inaugurada, para el estudio simultáneo, de inglés, francés, alemán y ruso. Fui el único estudiante de los cuatro idiomas. Mis amigos y conocidos me preguntaban para qué quería yo esos idiomas, pues los abogados no los necesitaban. Pero algo en mi interior me hacía inclinarme por aquellos estudios.
Y ocurrió que, un día, me telefoneó mi vecino de abajo al bufete y me dijo:
– He dado tu nombre a mi dirección General.
Yo, sorprendido, le pregunté:
– ¿Para qué? – y me respondió:
-¿Para qué? ¿No estás siempre diciéndome que quieres que te meta en algún viaje? Pues me han telefoneado desde Madrid pidiéndome el nombre de una persona de confianza, honesta, seria, responsable, etc.
para hacerse cargo de una agencia que quieren abrir aquí de un touroperador (que venden sólo a las agencias y no al público) que es propiedad de mi empresa y de las mayores agencias de viajes de España.
Yo me quedé sorprendido y le dije:
– Pero tú sabes que no tengo la menor idea de turismo.
Y él me respondió:
– Eso es igual. Lo aprenderás fácilmente y estoy seguro de que lo harás bien. Nada pierdes con intentarlo. Así que, dentro de unos días recibirás una carta del Director General de ese touroperador para tener una entrevista contigo.
Para no cansaros, diré que vine a Madrid, tuvimos la entrevista, contra lo que yo esperaba, le gusté y me dio un cheque por una suma considerable para que buscase un local, contratase personal y empezase a funcionar quince días después. Y se me aceptó la condición de poder hacer aquello sin abandonar mi ejercicio profesional, pudiendo trasladar la nueva actividad a mi bufete o éste a la nueva oficina que contratase.
Así entré en el turismo.
Y fui yo quien estableció los vuelos turísticos directos entre
Valencia y Canarias, haciendo que los novios de Levante – que hasta entonces habían hecho siempre su viaje nupcial a Mallorca – empezasen a ir a las Islas Afortunadas. Influí, pues, de un modo importante, en el futuro de muchas vidas.
Pero, al año siguiente, el mismo amigo me volvió a telefonear y me dijo:
-¿Has leído el ABC de hoy?
– No – le respondí.
– Pues cómpratelo y me llamas.
Como aquello no dejaba de intrigarme, bajé, compré el ABC y le
telefoneé. Me dijo que leyese un anuncio determinado en el que se buscaba, para el cargo de altísimo ejecutivo, persona de determinados requisitos. Yo lo leí y me pareció interesante. Pero ese trabajo era en Madrid. Y yo tenía mi bufete en Valencia. Y mi mujer tenía un jardín de infancia que funcionaba muy bien. Y acababa de comprarme el piso en que vivíamos. Y un apartamento en la playa…Así que todo eran inconvenientes. De todos modos, yo sentía como una voz interior que me decía “por intentarlo y ver lo que es, no pierdes nada”. Así que escribí, haciendo caso a mi amigo que me aseguró que se trataba de un anuncio, esta vez de su empresa. A los pocos días recibí una carta citándome en una conocida compañía “cazatalentos” de Madrid, para que me presentase un día determinado a realizar unas pruebas. Me adjuntaban un billete de ida y vuelta en avión. Así que lo hablé con mi mujer y, como tenía familia en Madrid a la que no había visto hacía tiempo y el viaje no me iba a costar nada, me vine y me examiné durante todo un día. Por supuesto, cuando me enteré de que se habían presentado cerca de treinta candidatos, me tranquilicé y pensé que no sería elegido y, por tanto, todo seguiría como estaba y yo habría cumplido el capricho
de mi amigo.
Pero, con gran sorpresa, recibí a los pocos días una carta
diciéndome que había sido seleccionado y citándome a una entrevista con el Director General. Al leer la firma de éste, me llamó la atención que se llamara como un compañero de clase del ingreso de bachillerato en el colegio de los Salesianos el año 39, recién acabada la guerra civil.
Pero pensé que sería casualidad. Y resultó que, cuando tuvimos la entrevista, tras terminar, le pregunté si era el mismo y… resultó ser él.
Sólo que, al ser dos años menor que yo – que iba atrasado por la guerra – no se acordaba de mí aunque yo de él sí. Y de su hermano mayor que también estuvo aquel curso en la misma clase. Luego desparecieron ambos de mi vida.
Lo cierto es que, oyendo aquella voz interna, nos vinimos a Madrid – concretamente a Pozuelo – y en esa empresa he trabajado veinte años y en ella me he jubilado. Y, ni que decir tiene que los idiomas me han venido a las mil maravillas y que he visto casi todo el mundo y, con ello,
he satisfecho mi ilusión de viajar hasta la saciedad.
Visto ahora, percibo con toda claridad que mi vida tenía que ser ésta y que tenía que hacer todo lo que hice y que el haber ejercido la abogacía me ha dado léxico y cierta facilidad de palabra; los idiomas me han permitido – y me están permitiendo – ser uno de los nueve miembros que en el mundo dirigen la Fraternidad Rosacruz; el haber programado informáticamente, me ha hecho aprender a pensar, como ya he dicho antes. Y todo ello me está demostrando con toda claridad que cada día de nuestra vida no es más que una concienzuda preparación para el día de hoy.
Está claro, por otra parte, que mi amigo tenía una deuda conmigo de alguna vida anterior y la saldó con su insistencia en que yo cambiase de trabajo. Y fue, a la vez, el enviado para lograr que yo no me desviase de lo que tenía que hacer en la vida.
8.- El acostumbrarse a detectar a tiempo las sincronicidades nos enseña un idioma especial para interpretarlas y nos permite tener la confianza, la seguridad, de que las cosas irán bien y a su ritmo, no al nuestro.
Me he acostumbrado tanto a esa sensación que, cuando he de anunciar con anticipación, en Verdemente o Espacio Humano o cualquier otra publicación, los títulos de las conferencias de dos o tres meses, me limito simplemente a escribir los títulos que se me ocurren o, mejor, aquellos cuyo contenido me interesaría conocer con más detalle.
Claro que eso supondrá, en su momento, un riesgo de hacerlo mal y un esfuerzo para que así no sea. Hasta ahora, en la confianza de que se producirán la inspiración y la ayuda, empiezo a preparar cada una de ellas. Y siempre hay un libro o un artículo o una meditación o un recuerdo que me facilitan el trabajo en el momento oportuno para no
quedar mal del todo con vosotros y, al mismo tiempo, experimentar ampliaciones de conciencia muy interesantes como consecuencia del esfuerzo de preparación que he de hacer.
Es una cosa que me ha ocurrido siempre. Cuando ejercía la abogacía, sabía que, antes de concluir el plazo de presentación de cualquier documento, yo experimentaría ese fenómeno, que por eso he considerado siempre normal, aunque otros compañeros con los que lo comentaba, no lo experimentaban, consistente en que, en el momento oportuno, me llegaba el argumento o la jurisprudencia o el artículo aplicables al caso. Y siempre me fue bien.
Ya de estudiante, me acostumbré a dormir con un block y un bolígrafo – entonces un lápiz, ahora un bolígrafo – sobre la mesilla de noche. Y muchas mañanas me he despertado con los problemas de matemáticas resueltos o con muchas notas con ideas esclarecedoras de cualquier tema que me preocupara. Así que continúo con la costumbre y me va muy bien.
¿Qué significa todo esto? Que somos mucho más de lo que vemos.
Que nuestro Yo Superior, que no duerme ni descansa, porque no lo necesita, está atento si el sendero por donde estamos llevando nuestra vida – su vida – es el correcto; y que, de hacerlo así, tenemos a nuestra disposición y a nuestro servicio todas las fuerzas de la naturaleza para ayudarnos en el recorrido.
* * *
SÓLO UNO MÁS…
por Francisco-Manuel Nácher
Sólo el postrer descenso del termómetro
consigue congelar el bravo río.
Y la balanza, estática y sin vida,
la inclina el último grano de trigo.
Sólo el último paso hace posible
que lleguemos al punto de destino.
Y el último escalón, en la subida,
que ascendamos de un piso hasta otro piso.
El tren lo forman últimos vagones,
mas sólo lo completa el vagón último.
Sólo la última gota de la lluvia
permite al sol lucir en su camino.
Y el último minuto en este mundo
cierra y abre, per se, nuestro destino.
Que, lo último de algo es lo primero
de otro algo más alto y muy distinto.
¿Y, si tu sacrificio en pro de otros
fuera el que colma y rompe el equilibrio?
¿O tu mano, tendida al que te pide,
fuera el último gesto en tu destino?
¿Por qué no has de ser tú la última gota
que haga lucir al sol en su camino,
y el mundo, tras tu acción, se conmocione
y se haga un mundo nuevo y sabio y limpio?
* * *

El Yo superior y el Yo inferior
por Francisco-Manuel Nácher

– No acabo de entender eso del Yo Superior y el Yo Inferior. ¿Podrías
aclarármelo?
– Sí, puedo intentarlo.
– Pero, ¿tenemos una o dos conciencias?
– Realmente tenemos una sola conciencia. Lo que ocurre es que en
algún plano está un tanto limitada y da la impresión de que hubiera dos
distintas o, por lo menos, ciertas incongruencias.
– No comprendo lo que dices.
– Verás. La conciencia o el Espíritu Humano o el Yo Superior, cuyo
plano es el Mundo del Pensamiento Abstracto, actúa lógicamente en dicho
plano aunque, en el hombre medio, de un modo un tanto vagamente, como
adormecido. Él se inclina siempre hacia el bien, hacia lo positivo, hacia lo
que favorece la evolución espiritual pero, como te he dicho, aún no es muy
activo. Lo que ocurre es que envía o incorpora una parte de sí misma a los
vehículos inferiores: Mental, de Deseos, Etérico y Físico. Y esa parte, una
vez identificada con la materia más densa, despierta, por decirlo así y
empieza a actuar, olvidada a veces de su origen, dando la impresión de que
la parte se opone al todo.
– ¿Y no es así?
– No. Es sólo apariencia. Los estudiantes de estos temas saben que, a
través de la clara conciencia inferior, pueden alcanzar la conciencia
superior, muy poco desarrollada.
– Perdona, pero aún no lo veo claro.
– Bueno, te lo explicaré de otra manera. Tú sabes, como se ha dicho
frecuente, aunque simbólicamente, que somos como chispas emanadas de
la hoguera divina, ¿no?
– Sí.
– Y sabes que esas chispas, cuando aparecen a la existencia separada,
aunque son verdaderas partículas de Dios, no son autoconscientes y que,
aunque tienen en potencia todas las facultades divinas, han de adquirir la
certeza de su existencia y desarrollar esas facultades.
– Sí. Ya veo.
– Luego, te consta que esa chispa divina, ese Yo Superior se
encuentra en un estado que podríamos denominar como de somnolencia.
¿Lo entiendes hasta ahora?
– Perfectamente.
– Bien. Él recibe los impulsos, los estímulos de su plano, por
supuesto pero, prácticamente, no le afectan porque no es capaz de
responder aún a vibraciones tan delicadas. Para despertar necesita recibir el
impacto de otras más fuertes, más bastas, más violentas. Por eso desciende
a otros planos más densos. Para procurárselas. Y por eso crea los distintos
vehículos. Y por eso, al principio, sólo tiene plena conciencia en el
vehículo más denso, el Cuerpo Físico, y enfoca su atención en el plano
físico de modo que, aunque el Mundo Físico puede ofrecer al Ego mucho
menos que su propio plano, inicialmente se siente mucho más vivo cuando
actúa aquí abajo. Y, a medida que acumula experiencia del Mundo Físico y
amplía sus perspectivas, va actuando más conscientemente en el Mundo
del Deseo. ¿Me sigues?
– Sí. Hasta ahora está claro.
– Y, cuando ha logrado la plena consciencia en el Mundo Astral o de
Deseos, empieza a ser capaz de expresarse mediante la materia mental, la
de su propio plano. Y, cuando termine el Período Terrestre, en el cual nos
encontramos, el Yo Superior habrá logrado vivir tan vívidamente en el
plano mental como vive ahora en el plano físico.
– ¿Entonces el Yo Superior está adormecido?
– Menos en los hombres más evolucionados, sí. Con una sola
excepción.
– ¿Cuál?
– El momento en que, tras la muerte de los cuerpos físico, etérico, de
Deseos y Mental, el Espíritu pasa por el Mundo del Pensamiento. En ese
momento, despierta de su modorra (parecida a la que experimentamos al
despertarnos por la mañana, en que estamos plenamente conscientes de
existir, pero felices, y no osamos aún entrar en la vida diaria) y ve lo que
ha sido su última encarnación y proyecta lo que será la siguiente, al tiempo
que asimila la experiencia adquirida. Esos impactos, vida tras vida, durante
siglos y siglos, y esos momentos de lucidez, le hacen, cada vez más, desear
una nueva aventura. No por vivir, en el sentido en que aquí se interpreta,
sino en el de aumentar su sensibilidad a toda clase de vibraciones de todos
los planos, incrementando así su comprensión de todos los seres, incluído
él mismo.
– ¿Y en los más evolucionados, qué ocurre?
– En los más evolucionados el Yo es más consciente y puede dar más
de sí.
– ¿En qué sentido?
– Te lo explicaré con un ejemplo: Imagina que el Yo poseyera cien
sentidos distintos, semejantes a los cinco que nosotros tenemos. E imagina
que, en cada vida, sólo fuera capaz de hacer funcionar uno de ellos para
percibir los mundos inferiores. Realmente, aunque el Yo fuera muy potente
y fuerte y capaz, sólo una centésima parte de Él podría expresarse en esos
mundos. Quizá en cada vida fuera uno distinto, pero sólo uno. Así que lo
que el Yo podría emplear de sí mismo en cada vida en el plano físico, sería
muy poco. Pero como, tras cada vida, el Yo Superior recibiría todas las
experiencias adquiridas a través de un sentido diferente, irían creciendo su
conocimiento de los mundos más densos, y su capacidad y podría, poco a
poco, enviar más parte de sí a esos mundos, es decir, dedicar a esos fines
más de un sentido y recoger así más cosecha de ellos. Ese proceso, lento
pero ininterrumpido y necesario, que va conduciendo, por una parte, al
despertar del Yo Superior y, por otra, a la espiritualización de los
vehículos inferiores o Personalidad o Yo Inferior, como consecuencia de la
cada vez mayor porción de aquél que logra manifestarse, es lo que se llama
evolución.
– Ahora lo veo claro.
– Pero aún quiero aclararte algo. Ese proceso no se refiere a que cada
vez se usen más los vehículos inferiores. No. Siempre que el hombre
manifiesta una emoción, utiliza para ello el Cuerpo de Deseos y cada vez
que piensa, utiliza el cuerpo mental. Lo que se trata de conseguir, sin
embargo, es poder centrar la conciencia, a voluntad, en el Cuerpo de
Deseos o en el Mental, y poderlos usar como vehículos de conciencia en
sus respectivos mundos, como ahora se utiliza el Cuerpo Físico aquí.
– Ya lo comprendo todo.
– Pero el proceso sigue: Así como al pasar del plano físico al astral,
durante el sueño, se pierde la conciencia física, cuando se logra centrar
ésta en el Cuerpo Astral o de Deseos, se pasa, a voluntad, del plano astral
al físico o viceversa, sin ninguna interrupción, con lo cual se adquiere la
continuidad de conciencia.
– ¿Y eso quién lo consigue?
– Muchos, muchísimos estudiantes de estas materias. Todos los que,
tras merecerlo, reciben la oportuna Iniciación. Pero, aún sigue el proceso.
– ¿Aún sigue?
– Sí. Y cuando se logra centrar la conciencia en el Cuerpo Mental,
situado en la Región del Pensamiento Concreto del Mundo del
Pensamiento o Segundo Cielo, se conserva la memoria de todo el proceso
de cada vida, sin solución de continuidad, desde el inicio del descenso
hacia el renacimiento en el Tercer Cielo, hasta el regreso al mismo,
pasando por la formación de los vehículos, el nacimiento, la vida, la
muerte y las experiencias post mortem. No existen lagunas ni pérdidas de
conciencia.
– ¡Qué maravilla!.
– Y, cuando se logra centrar ésta en el Espíritu Humano, situado en la
Región del Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, ya se
conserva la memoria, sin fisuras, de todas las existencias vividas por ese
ser desde que nació como Espíritu Virginal. Entonces se puede decir que
uno ha “vencido a la muerte”.
– ¿Y cómo se adquiere todo eso?.
– Viviendo de acuerdo con las leyes naturales, haciendo lo que todos
sabemos: Amar al prójimo como a nosotros mismos, es decir,
comportarnos con los demás como nos gustaría que los demás se
comportasen con nosotros. Sólo así se van trabajando los distintos cuerpos,
primero lenta y casi imperceptiblemente, y luego con mayor velocidad,
para convertirlos en verdaderos vehículos de conciencia.
– ¿Y qué son las iniciaciones?.
– No son más que las ayudas que se reciben de quienes están más
evolucionados y que nos enseñan cómo manejar las facultades que nuestra
citada actuación nos ha hecho desarrollar. Por eso la iniciación no se puede
comprar ni vender ni, en realidad, da nada. Tan sólo enseña a manejar lo
que uno mismo ha desarrollado con su propio esfuerzo. Y por eso la
evolución es algo estrictamente personal e intransferible. Nadie puede
evolucionar por otro. Puede aconsejarle, ayudarle, sugerirle, pero nunca,
nunca, esforzarse o evolucionar en su lugar. ¿Está claro?.
– Clarísimo.
– Cuando el Ego ha despertado ya suficientemente, comienza a ser
consciente de los otros Egos que moran en su plano y, desde entonces, vive
y actúa y enfoca su conciencia en su propio mundo. Sigue, sin embargo,
infundiendo, como siempre, una porción de sí mismo en sus vehículos
inferiores, en la llamada Personalidad que, preocupada generalmente por
asuntos no muy interesantes para aquél en su elevado sitial, hace que no se
fije demasiado en ella, salvo cuando ocurre algo extraordinario.
– ¿Qué, por ejemplo?
– El que se requiera su atención para realizar un trabajo espiritual,
como puede ser preparar una campaña en favor de los necesitados o una
conferencia sobre temas de ética o componer una poesía sobre algo
elevado o lanzar un sentimiento de amor o elevar una súplica,,,. cualquier
cosa que vibre como el Ego vibra allá, en los planos en que todo es bueno
y positivo y lleno de amor.
– ¿Y qué ocurre luego?
– Cuando el Ego alcanza el nivel adecuado de desarrollo, recibe la
ayuda de un Adepto, que es un hombre que ha alcanzado ya el fin de la
evolución asignada a nuestro Período Terrestre, o de un Hermano Mayor,
que ha alcanzado ya el final del ciclo evolutivo humano previsto en nuestra
cadena de Períodos, y con esa ayuda, en forma de efusión de energía
espiritual, el Ego acaba de despertar y, ya con plena consciencia, se une a
la obra de la evolución.
– ¿Se notan esos momentos cumbre en que el Ego se fija en los
planos inferiores?.
– Sí, claro. Cuando se siente, inesperadamente, un impacto de
devoción, por ejemplo, o de afecto, se debe a que el Ego ha fijado su
atención en la Personalidad. Aunque conviene que sepas que ese impacto
puede también deberse a la proximidad de un ángel, o de un elemental de
esa vibración, o a un pensamiento de alguien, que se proyecta sobre
nosotros vibrando del mismo modo.
– ¿Y no es posible hacer que se fije con más frecuencia?.
– Sí, es posible. La meditación estimula ese interés del Yo Superior
por la Personalidad. La meditación y el estudio de cosas espirituales
afectan muy favorablemente el carácter de la vida del Ego o Yo Superior.
En quienes no se preocupan por estos asuntos, el Yo Superior y el Inferior
están conectados por una especie de hilo muy fino. Por eso la Personalidad
es la que manda y parece serlo todo, ya que al Ego no le apetecen ni estos
planos ni estos asuntos, una vez despierto.
– ¿Cuál es, entonces, el procedimiento a seguir?.
– Llamar cuanto más posible su atención obrando, pensando y
sintiendo con rectitud, porque eso vibra como el Ego mismo. Así
ensanchamos la comunicación y logramos unificar la Personalidad y el
Ego, o sea, permitimos al Ego actuar con toda su fuerza en todos los
planos, incluso en el físico. Y entonces es cuando el hombre puede obrar
milagros.
– ¿Y cómo se nota en los demás si el Ego está o no despierto?
– Eso sólo se puede conocer, sin temor a error, por medio de la
clarividencia.
– ¿Por qué?
– Porque, dado que lo que aquí vemos no es más que parte de la
Personalidad, o sea, una pequeñísima porción del Ego, es muy posible que
esa parte que vemos, por los motivos que sean, exprese sólo determinadas
cualidades, mientras el Ego tiene desarrolladas maravillosas potencias que
no ha querido manifestar en esta encarnación.
– Claro, es lógico. O sea, que no es posible juzgar por las apariencias.
– Posible es, pero lo más probable es que juzgues mal.
– ¿Qué aconsejas pues, definitivamente, hacer para acelerar la
comunicación entre lo superior y lo inferior?
– Ya te lo he dicho: La oración y la meditación consciente. Ambas
mantienen abierto el canal de contacto; la Eucaristía es una ayuda ex
profeso para elevar la Personalidad y llamar así la atención del Yo
Superior, ampliando la conexión entre ambos; la Retrospección diaria,
antes de dormirse, repasando todos nuestros pensamientos, palabras,
deseos y actos de la jornada, arrepintiéndonos de todo lo negativo y
sintiendo en nuestro propio ser todo el daño que hemos causado, porque
eso también llama poderosamente su atención, ya que vibra como Él. Todo
ello, además de vivir la vida tratando de atenerse a las leyes naturales,
siendo lo más positivo, lo más constructivo, lo más alegre, lo más servicial,
lo más colaborador y compasivo y amoroso posible. Cuando esa
comunicación es permanente y amplia, el Ego puede actuar y lo hace
gustoso en todos los planos, colaborando con el plan divino. Incluso en su
propio mundo, trabaja y ayuda a otros egos a despertar y a evolucionar.
– ¿Eso es todo?
– Eso es todo. Bueno, hay otro camino, pero ese no es para todos.
– ¿Qué camino?
– La ordenación sacerdotal y, sobre todo, la consagración como
obispo.
– ¿Y eso qué efectos produce en relación con el Ego?
– Abre, sobre todo la segunda, muy considerablemente, los canales de
comunicación y despierta los tres aspectos del Triple Espíritu que es el
verdadero Yo Superior, de modo que, si el ordenado es consciente de esa
maravillosa oportunidad que se le brinda y hace un uso correcto de ella –
y ahí intervienen de modo definitivo su propio discernimiento y el modo
en que use su libertad – , su evolución experimenta un increíble adelanto.
En cuanto a los demás hombres, quedan los medios que te he enumerado,
que son muchos y conducen, más lentamente, al mismo resultado.
– Pero, ¿es justo que se ayude así a los que se ordenan y a los otros
no?
– Claro que es justo. ¿Tú crees que eso es un regalo? Aunque no lo
veas, aunque no lo sepas, el que es ordenado y recibe esa posibilidad de
adelanto es sencillamente porque ha hecho méritos para ello en vidas
anteriores. ¿Qué crees que es la «vocación», o sea, la «llamada» que todo
religioso oye y obedece, sino la voz del Ego, ya suficientemente
comunicado con sus vehículos inferiores como consecuencia del esfuerzo
realizado en encarnaciones previas? Otra cosa será el uso que haga de esa
ocasión. Y ese es su problema. Y sus vidas futuras serán consecuencia de
ese uso. Eso es lo que Cristo quería decir con aquello de que «al que más
tenga, más se le dará y al que menos tenga, hasta lo que tiene le será
quitado»: La primera frase se refiere a los que, habiendo hecho méritos
para ello, se les da la oportunidad; y la segunda, a los que, habiendo tenido
esa oportunidad, no la han aprovechado debidamente.
– Ahora comprendo esta frase que siempre me había parecido injusta.
– Pues no lo es. Por otra parte, muchos de los hoy no sacerdotes lo
fueron ya en vidas pasadas, pero en ésta, su Ego ha decidido desarrollar
otros aspectos de su evolución.
– Claro. Es lógico. Y es justo.
Por tanto, podríamos resumir todo lo dicho hasta ahora diciendo:
Deja que el Ego libre sus batallas a través de ti, pero sin olvidar nunca que
tú eres ese Ego.
* * *

La semilla de los nuevos tiempos
por Francisco Manuel Nácher

Cuando la mente comprende, calla.
(La Jerarquía Planetaria)

La Jerarquía Planetaria, que dirige la evolución de la
humanidad, transcurrido un siglo desde la aparición, por su
iniciativa y de modo explícito, de las Escuelas de Misterios
(Teosofía, Fraternidad Rosacruz, Escuela Arcana, Antroposofía,
Lectorium, etc.), – que han diseminado, a lo largo y a lo ancho del
mundo, una serie de conocimientos guardados celosamente
durante siglos – y habiendo comprobado que la humanidad, en
esos últimos cien años, ha desarrollado la mente más de lo que se
esperaba a fines del siglo XIX y primer cuarto del XX, ha
decidido, al comenzar éste que, además, es el primero de un
nuevo milenio, levantar un poco más el velo de lo oculto.
Por eso, porque pienso que es importante y oportuno,
quisiera intentar sintetizar, aquí y ahora lo que, a mi modo de ver,
contiene esta nueva entrega de enseñanzas ocultas. Para ello, y
con el fin de hacerla comprensible y fácil, utilizaré el formato de
diálogo, siempre más familiar y próximo al lector, que la prosa,
llena, inevitablemente, de interrogantes no respondidos.
– ¿Qué es lo que ha hecho realmente ahora la Jerarquía
Planetaria?
– En primer lugar, nos ha llamado la atención – nos la está
llamando – sobre algo que se dijo siempre por todas las escuelas:
que todos los mundos situados por debajo del Mundo del Espíritu
de Vida o Mundo Búdico, son mundos de ficción, irreales e
inexistentes.
– Bueno… sí, eso ya lo sabíamos, es verdad.
– Lo sabíamos, pues se nos había dicho y lo habíamos
“almacenado” en nuestra memoria. Pero no habíamos
profundizado en ello. Y eso es lo que ahora se trata de hacer.
– ¿Cómo?
– Se nos dice que todos nacemos clarividentes etéricos , y
que, además, el cuerpo de deseos o astral y el mental inferior o
concreto están ya preparados para ser nutridos por materia más
pura y, por tanto, para ser más sensibles y llegar también a esos
otros dos niveles de percepción (el Mundo Astral o del Deseo y la
Región Concreta del Mundo del Pensamiento). Se añade que
todos los niños son clarividentes etéricos hasta aproximadamente
los siete años (es muy corriente que hablen de un amigo o un
compañero de juegos que los padres no ven, o de que persigan
hadas o nomos), pero que la sociedad misma, todos nosotros,
centrados y mirando sólo lo que llamamos “real”, es decir, lo que
percibimos con los sentidos que empleamos ordinariamente,
pronto los desengañamos y les enseñamos – o, mejor, los
obligamos – a fijarse sólo en lo que nosotros vemos, diciéndoles
que eso que dicen ver son tonterías e imaginaciones suyas,
llevados también nosotros – lo hemos de reconocer – por el miedo
a hacer o a que nuestros hijos “hagan el ridículo” en nuestra
“materializada” sociedad. Con ello, se nos atrofian los músculos
que permiten acomodar el ojo a las vibraciones del Plano Etérico
que, como se decía ya en la primera entrega de las Enseñanzas,
pertenece al Mundo Físico y, por tanto, es perceptible por los
sentidos físicos, o sea, en el caso de la vista, por el nervio óptico.
Pero, en la naturaleza, ya sabemos que lo que no se utiliza, tiende
a atrofiarse.
– ¿Y qué más se nos dice?
– Se nos dice que esa visión etérica la podemos – y la
debemos – recuperar; que sólo se trata de poner en
funcionamiento esos músculos semiatrofiados y fijar nuestra
atención en lo que percibamos que, poco a poco, se irá haciendo
más inteligible, hasta que lleguemos a acomodar nuestros ojos a
voluntad, y ver un mundo nuevo y percibir las energías – no
olvidemos que el Plano Etérico es el mundo de las energías que
mantienen vivo todo lo que “existe” en el Plano Físico – que lo
llenan todo y lo conectan todo; y comprobar cómo esa energía
nutre y circula por los árboles y los animales y las personas; y
cómo desciende de lo alto incesantemente haciendo posible la
vida y la evolución; y ver los nomos, y las hadas, y las sílfides, y
las salamandras, y los ángeles, dependiendo en cada caso de la
agudeza visual que hayamos alcanzado a desarrollar, ya que el
Plano Etérico se divide en cuatro estratos de densidad decreciente
a medida que se distancian del Plano Físico, y en cada uno de
ellos se producen determinados fenómenos y viven determinados
seres.
– Esto es muy interesante. ¿Algo más?
– Sí. Que, si a los niños no se les impide continuar siendo
clarividentes etéricos natos, seguirán siéndolo toda la vida. Otra
cosa serán la clarividencia astral – o del Mundo del Deseo – y la
mental, – que corresponde al Mundo del Pensamiento – que
dependen ya del desarrollo de los vehículos superiores y de que
seamos capaces de “sensibilizarlos”, y no de los nervios, los
músculos y los órganos del cuerpo físico.
– ¿Y de qué modo nos influye esa visión etérica?
– De modo definitivo. Porque, cuando se percibe ese
entramado de energías, de corrientes, de líneas de fuerza, de
interdependencia entre todos los seres vivos y, por tanto, entre
todos los humanos, cambia radicalmente la idea que teníamos
formada de lo que, hasta entonces, habían sido “nuestro mundo” y
nuestros semejantes y nuestros amigos y enemigos; y
comprobamos personalmente – sin tener que creer lo que otros nos
aseguren o nos prediquen – que todos formamos parte de un todo
único y que un solo pensamiento, una palabra o un acto nuestro,
repercute inevitablemente en todo el universo y,
consecuentemente, todo el universo está, permanente e
inevitablemente, influyendo en nosotros.
– ¿Nos proporciona otras ventajas la visión etérica?
– ¡Claro! Por ejemplo, la de ver en el interior de los objetos
y de los seres vivos y a su través, porque nuestra conciencia está
en esos momentos centrada en el Plano Etérico, que compenetra
el físico. Hemos de tener en cuenta que esa visión etérica es
aproximadamente la de los rayos X pero con posibilidad de
enfoque a voluntad. Y nos permite llegar hasta a percibir los
átomos. Y hasta a poder “ver” y consultar la memoria de la
naturaleza, que almacena todo lo sucedido en la Tierra desde su
aparición en el sistema planetario; aunque, la visión de la historia
de la Tierra que conserva el Éter Reflector del plano etérico sólo
es un reflejo de los verdaderos registros de la naturaleza, que
están en planos más sutiles y elevados y, por tanto, hay que ser
muy cautelosos con el empleo de lo que se puede percibir de la
historia, a ese nivel.
– ¿Y hay muchos inconvenientes para lograr todo eso?
– Algunos. Porque la mente humana, en términos generales,
ha alcanzado un gran desarrollo (ahí están los avances científicos
casi diarios que ya, casi, ni son noticia ni nos asombran), pero ese
desarrollo ha sido asimétrico, es decir, que se ha producido sólo
en el Plano de la Región Concreta del Mundo del Pensamiento. Y,
como la mente concreta tiene por misión y sólo sabe juzgar,
diseccionar, clasificar, distinguir, separar, etc., si bien ha hecho
posible el avance científico, no puede comprender ni, por tanto,
explicar lo que está por encima de ella, lo que hay ni lo que
sucede en la que llamamos Región del Pensamiento Abstracto,
con unas vibraciones mucho más sutiles que la materia mental
concreta, lo mismo que ésta trabaja con materia más sutil – del
cuerpo emocional o de deseos, – y la materia que éste utiliza es
más sutil que la etérica, y ésta lo es más que la física.
– Pero, ¿qué ocurre con la materia mental concreta?
– Que, al ser manejada por nuestra mente, da lugar a lo que
llamamos formas mentales, que son los “objetos” del mundo del
pensamiento, los equivalentes allí de nuestras creaciones de aquí
como las casas, los vehículos, las máquinas, los libros, las ideas,
etc. De modo que todo lo que hemos aprendido y pensado y
razonado y elucubrado constituye allí esas formas mentales que
ocupan nuestra aura mental. Pero esas formas mentales, que
siempre han sido útiles, ahora, en nuestra sociedad actual, debido
a la cantidad ingente de ellas que formamos, derivada de los miles
de estímulos que permanentemente estamos todos recibiendo por
los cinco sentidos, están obturando nuestra mente, que se
encuentra ya llena de ellas.
– ¿Y dónde está el problema?
– En que, en buena ley, nuestra mente debería ser un puente
de doble sentido entre lo que se percibe, proveniente de los tres
mundos inferiores – más densos – el físico, el etérico y el
emocional, y lo que desciende de los mundos superiores – los
mundos del espíritu – sobre todo en forma de intuiciones. Pero,
debido a esa obturación del “puente”, nos hemos quedado casi sin
comunicación con los mundos superiores, – que son,
precisamente, los reales, – para vivir en los mundos inferiores, –
que son los ficticios – y, por tanto, pegados a la materia, y en
proceso de cristalización, es decir, de perder contacto con lo
espiritual, – lo real, – que es el origen de todo.
¿Y, por qué se dice que los tres inferiores son mundos
ficticios?
– Porque todo lo que sabemos del mundo que nos circunda,
el físico, lo hemos percibido a través de nuestros cinco sentidos.
No hay otra fuente de información.
– ¿Ninguna otra?
– No. Para conocer el mundo físico, sólo tenemos los cinco
sentidos.
– Pero, ¿qué es lo que nuestros sentidos perciben realmente?
¿Objetos? ¿Personas? ¿Animales?
– No. Lo único que perciben son vibraciones. Nuestros
nervios sólo perciben vibraciones. De distinta longitud de onda y
de distinta frecuencia, pero sólo vibraciones, que no son sino las
“formas” que, en ese plano etérico, adoptan los seres y las cosas.
– Entonces, ¿cómo se forma el mundo físico en el que
vivimos y que creemos conocer y al que consideramos real?
– Ese mundo físico, el mundo “real” en el que vivimos,
sencillamente, lo vamos creando cada uno de nosotros a medida
que vamos viviendo.
– ¿Nosotros mismos lo creamos? ¿Y cómo hacemos eso?
– Interpretando esas vibraciones, que es lo único que
percibimos.
– Pero, ¿cómo las interpretamos? ¿En base a qué? ¿Qué
referencias tenemos para hacerlo?
– Para hacer esas interpretaciones sólo contamos con nuestra
propia experiencia anterior, nuestra memoria, nuestra mente
concreta y la sociedad en la que vivimos, que nos “ayuda” (o
educa) enseñándonos los nombres, las costumbres, los prejuicios,
las creencias, doctrinas, refranes, tendencias, axiomas, hipótesis,
idiomas, hábitos, leyes, etc. que ella utiliza y de los que se vale
para comunicarse y convivir. De modo que, cuando percibimos
una vibración nueva, la mente la asocia a algo parecido ya
conocido y la sociedad en que vivimos se encarga luego de
confirmar o rectificar esa interpretación. Y eso es lo que queda
como “nuestra visión”, la imagen de esa vibración que, desde ese
momento, utilizaremos en el futuro, hasta que la modifiquemos o
nos la modifiquen. Porque, del mismo modo que no supimos que
teníamos hígado ni estómago ni pulmones ni riñones ni bazo ni
páncreas ni intestinos hasta que alguien nos lo dijo, no sabemos
qué es – en este mundo físico – lo que percibimos, hasta que
alguien nos lo dice.
– Entonces, si eso así, y parece innegable, ¿resulta que cada
uno vamos creando el mundo en que vivimos?
– Claro, ya lo hemos dicho antes. Porque, cuando vemos un
árbol, no es porque éste haya penetrado en nuestro cerebro por el
ojo, ya que el mundo exterior a nosotros sigue estando formado
sólo por vibraciones y no por árboles. Pero, debido a ese trabajo
de “educación” de la mente concreta por la sociedad, no las
percibimos conscientemente como tales vibraciones, sino como
las cosas, las personas, los vegetales o los animales que se nos ha
dicho que son. Por eso este mundo es un mundo de ficción, que
no existe sino en nuestra mente.
– ¿De lo que se deduce que hay tantos mundos como seres
humanos?
– ¡Claro!. Y ello explica la dificultad de la comprensión y la
confraternización, y las diferencias de opinión y de moral y de
aspiraciones y de conducta. Porque cada ser humano está en un
punto determinado – personal y exclusivo – de su evolución y,
además, ha tenido una serie de vidas y de experiencias propias
que constituyen sus referencias para percibir e interpretar y
manejar el mundo en que vive o cree vivir.
– ¿Y qué más se nos sigue diciendo por la Jerarquía?
– Que, en esta nueva entrega de las enseñanzas hasta ahora
ocultas (o más bien “ocultadas” para evitar desviaciones y mal
uso de las facultades desarrolladas o que quedan por desarrollar),
ha llegado la hora de recuperar la visión etérica a nivel mundial; y
que ello implica, por un lado, no interferir con la clarividencia
etérica innata de nuestros hijos, sino considerarla como una
facultad normal del ser humano – lo que en realidad ha sido
siempre – y cultivarla y protegerla permanentemente, como
venimos haciendo con la visión física normal y, por otro, que los
adultos que lo deseen realicen los ejercicios apropiados y puedan
“despertar” esos músculos y ese sentido dormidos.
– ¿Algo más?
– Sí. Que, dado ese atasco, en el puente de la mente, de las
formas mentales procedentes de los mundos inferiores que
pretenden ascender y que impide que nos llegue lo que de arriba
procede, en forma de intuición, hemos de, digamos, regular el
tráfico en ese puente, reduciendo el que pretende subir y dejando
el paso libre al que pretende bajar. Porque “la intuición es el
conocimiento directo de la verdad sin necesidad de
razonamiento”, ya que proviene de nuestro Espíritu de Vida, que
habita en el mundo del mismo nombre, situado por encima de la
mente, y que es el primero de los mundos reales, ya que en él lo
que se percibe como existente, existe así de verdad y se capta y se
comprende en el acto y, por tanto, no necesita de interpretación, a
diferencia de lo que sucede aquí con las vibraciones que llegan a
nuestros sentidos. La humanidad realmente está muy atrasada aún
en la percepción y manejo de la intuición.
– ¿La intuición es, pues, la Verdad?
– Exactamente. Porque transporta la Sabiduría Cósmica, lo
que es apropiado para nosotros, lo que nos conviene para
evolucionar debidamente y a tenor del plan divino, representado
por las leyes naturales, que rigen en todo el cosmos.
– ¿Y qué hemos de hacer?
– Pararnos un poco en nuestra vida, reflexionar sobre estas
nuevas enseñanzas que se nos brindan en nuestro beneficio, y
trabajar y practicar para que la humanidad recupere la visión
etérica que está a nuestra disposición. Con ello, la humanidad
empezará a cambiar sus parámetros – no olvidemos que la
naturaleza tiene sus velocidades que casi nunca coinciden con las
que nosotros deseamos – y se encaminará rápidamente hacia la
denominada por todas las escuelas ocultistas y por todas las
religiones, la “Era de Acuario”, el Paraíso, el Edén, etc. Porque, si
todos percibimos la unidad del todo y, si podemos verlo todo y
nadie puede ocultarse de nadie ni puede esconder nada, no cabe
duda de que todo ha de cambiar radicalmente alejándose de
nuestro actual modus vivendi.
– ¿Y en qué cambian estos nuevos conocimientos el
contenido anterior?
– La respuesta a esa pregunta es lo que provoca este artículo.
Porque, para la mayor parte de la gente, todo seguirá como hasta
ahora y, por tanto, “lo anterior” les será igual de útil que antes lo
ha sido para todos los que a ello accedieron. Pero, para algunos,
cambiará su concepción de Dios, del llamado Purgatorio, del
primero y segundo cielos y de cuanto se les había enseñado por la
sociedad, las religiones y las escuelas de ocultismo.
– ¿Y se reflejará ese cambio en la vida y, sobre todo, en la
muerte y en el periodo post mortem, de esos pocos cuya vida haya
cambiado o vaya a cambiar?
– Se reflejará y mucho porque, lo mismo que hemos dicho
arriba que el mundo en que creemos vivir lo vamos creando
nosotros mismos en base a las traducciones que hacemos de las
vibraciones que percibimos y de nuestra memoria, ahora, al pasar
a otro u otros de los mundos irreales, ficticios – el Plano Etérico y
el Mundo del Deseo o emocional – nos seguirá ocurriendo lo
mismo. Pero entonces ya estaremos avisados y ya no haremos
caso de las formas mentales que creamos en el pasado ni de las
sugeridas por otros, sino que las iremos creando nosotros con
conocimiento de causa. Y resultará que, donde antes había un
Purgatorio en el que los demonios, armados con horcas, nos
martirizaban en el fuego y de otras mil maneras, por toda la
eternidad, como castigo de un Dios indignado por nuestros
pecados, ya no habrá demonios, ni pecados ni castigos ni penas
eternas, y que aquel Dios castigador y vengativo, resultará ser un
Padre solícito que sale al camino, a nuestro encuentro, lleno de
amor, como el padre de la parábola del Hijo Pródigo. Y que, si
bien hemos de experimentar en nuestra propia carne las
consecuencias de nuestros errores, la Ley de Retribución o del
Karma nos hará renacer pronto y pagar, con servicios amorosos y
desinteresados, el egoísmo y el desamor que presidieron nuestra
vida anterior y el daño que a otros causamos con ello.
– ¿Entonces?
– Aparentemente, el resultado es el mismo que antes. Pero
sólo aparentemente. Porque sabemos ya que Dios es nuestro
Padre y se comporta como tal y nos ama con un amor inmenso,
porque somos chispas divinas, partes inmortales de su propio ser.
Y que nunca estuvo airado ni deseoso de castigarnos, sino que eso
nos lo dijeron, a lo largo de la historia, las distintas religiones,
erradas todas en la interpretación de la realidad. Y nunca nos dejó
abandonados, sino que nos vigiló y nos ayudó siempre, aunque
respetando en todo momento nuestro libre albedrío – con el que
nos creó, a imagen y semejanza suya – porque lo que Él quería era
que creciésemos, que nos hiciésemos adultos (recordemos que
somos dioses en formación), pero no en base a lo que otros nos
dijeran o nos enseñaran o nos obligasen a creer o a hacer, sino a
través de nuestras propias vivencias, mediante nuestros propios
descubrimientos y acumulando enormes riquezas en forma de
experiencia. Pero Él siempre estuvo a nuestro lado, como buen
Padre, y dispuesto a ayudarnos en nuestro desarrollo. Y sigue
actuando ahora de la misma manera.
– ¿Dónde está, pues, la diferencia?
– En que unos, la mayor parte, tras la muerte, irán al
Purgatorio y al Primer Cielo que les dijeron que existían y en los
que creyeron, y allí sufrirán todos los tormentos y experimentarán
todas las delicias que ellos mismos imaginaron como
consecuencia de ello. Y tardarán muchos años en regresar a este
mundo para continuar su evolución. Mientras que los otros, los
más conscientes de la realidad, se ahorrarán todos esos
padecimientos y esos años en los mundos del Deseo y Mental, y
renacerán antes, llenos de proyectos y sabiendo ya que Dios es su
Padre, que todos somos hermanos y que nada tienen que temer. Y,
que la muerte de un ser querido no debe, en absoluto, llenarlos de
dolor, sino de gozo, si su amor por él es verdadero, puesto que ese
ser querido va a una vida mejor que ésta y a sentirse feliz y
realizado y arropado por el amor del Padre.
– ¿Entonces el Purgatorio y los cielos no existen?
– Sí, claro que existen, como existe el mundo físico. Pero
nuestra permanencia en ellos no será, para quienes despierten a
estas nuevas enseñanzas, como se nos había dicho. En el
Purgatorio experimentaremos el daño que infligimos a otros con
nuestros errores y de los que no nos hayamos arrepentido, pero
sin odios ni castigos, sino como consecuencia lógica de las
fuerzas que pusimos nosotros mismos en funcionamiento. Esa
etapa, que llamamos purgatorial, en el fondo, no es más que un
mundo formado por las energías fruto del malestar que nos
produce el daño que hemos hecho a otras personas y animales y
que debemos aprender a perdonarnos y no volver a realizar. Y en
el Primero y Segundo Cielos nos ocurrirá lo mismo, pero
experimentando todo el bien producido.
– ¿Producirán estas nuevas Enseñanzas otros cambios en la
sociedad?
– Sí. Y muy importantes.
– ¿Cuáles, por ejemplo?
– Por ejemplo, la deshomogeneización.
– ¿Y eso en qué consiste?
– La sociedad humana que conocemos y a la que
pertenecemos ya hemos dicho que ha desarrollado casi
exclusivamente la mente concreta. Y eso ha hecho que todos nos
veamos sometidos a la misma educación, que se nos impartan los
mismos conocimientos, que se nos exija una conducta igual y una
moral igual y que nos rijan leyes iguales, etc., en perjuicio de la
originalidad, la imaginación, la iniciativa, la creatividad, la
variedad, la discrepancia, etc. que son innatas en el hombre pero
que han quedado silenciadas por la actuación de la mente
concreta, que tiende a homogeneizarlo y someterlo todo a su ley.
Y, si todo eso, desde el punto de vista de la mente concreta, ha
sido muy útil, cuando sea la intuición la que domine, dado que no
hay dos hombres iguales, será imposible exigir a todos lo mismo.
Y ello llevará a un cambio radical en la estructuración de la
sociedad humana.
– ¡Claro, es lógico! ¿Y se producirán más cambios?
– Sí. Recordemos que las enfermedades, que nos son sino la
consecuencia de desequilibrios energéticos, como es lógico, se
manifiestan primero en el cuerpo etérico, que es como el molde y
el sostén del cuerpo físico, y luego pasan a éste. Y eso quiere
decir que, si poseemos la visión etérica, esas enfermedades se
podrán detectar, diagnosticar y curar antes de que se manifiesten
en el cuerpo físico.
– ¡Eso es maravilloso! ¿Algún otro cambio?
– Muchos. Por ejemplo que, como con la visión etérica
generalizada se comprueba la unidad de todo lo que existe, las
Escuelas de Misterios que, durante un siglo, han separado a los
hombres en grupos, han de ir transformándose y entendiendo que
todas ellas son parte visible de la Escuela Interna Única, distintas
manifestaciones de una sola realidad, y sus miembros deben
colaborar todos como un solo organismo, ya que todos juntos
formamos parte del organismo único que es este planeta.
– Son muchos cambios. Y todos trascendentales.
– Por eso, en unas cuantas generaciones, todo será distinto,
pues habrán desaparecido los prejuicios que actualmente nos
dominan, las limitaciones, las agresiones, etc. porque, si todos – o
la mayor parte – ven el mundo etérico y muchos ven el mundo del
deseo y el mental y pueden consultar, a voluntad, la memoria de
la naturaleza y recordar sus anteriores encarnaciones y ser
dirigidos por la intuición, es decir, por la sabiduría cósmica, todo
será distinto de cómo hoy es y totalmente positivo para todos.
– Con todos esos cambios y sus consecuencias, resulta difícil
de imaginar la sociedad humana dentro de dos o tres siglos.
– Desde luego. Porque habrán de cambiar la estructuración
tradicional de la sociedad, su modo de funcionamiento, la
educación, la ciencia, la convivencia, los ideales…Sí, es
impresionante tener que admitir que un cambio, al parecer,
pequeño, un diminuto levantamiento del velo hoy, ha de producir
cambios tan trascendentales en el futuro.
– Y, ¿por qué hace Dios todo esto? ¿Por qué nos crea y crea
todo lo existente?
– Sencillamente, para conocerse a sí mismo.
– ¿Es que Dios no se conoce a sí mismo?
– El Dios de nuestro sistema planetario, nuestro Dios, es un
ser en evolución y, como tal, necesita extraer de su ser interno –
de la parte del Ser Supremo que Él es – todo lo que contiene, y
desarrollarlo, lo mismo que hemos de hacer nosotros, en una
escala inferior, como partes suyas que somos.
– Entonces, ¿para eso nos crea?
– ¡Claro! Nosotros hacemos lo mismo. Porque hay una ley
oculta que establece que, como es arriba, así es abajo y, como es
abajo, así es arriba.
– ¿Y nosotros hacemos lo mismo?
– Sí.
– ¿Cómo?
– Sencillamente, viviendo. Porque nuestra vida es una
sucesión ininterrumpida de elecciones y de decisiones y de
resolución de situaciones que nos obligan continuamente a
ingeniar, descubrir, inventar, reflexionar, idear, osar, corregir,
experimentar, recordar…y eso no es sino extraer de nuestro
interno las potencialidades divinas que poseemos y ponerlas en
acto y, en una palabra, acumular experiencia, o sea, sabiduría.
– Pero, ¿cómo beneficia eso a Dios?
– Porque cada uno de nosotros somos como una célula suya.
De modo que esa experiencia le sirve a Él de “alimento” para su
propio desarrollo. Lo mismo que nosotros aprovechamos el
trabajo de nuestras células, a las que alimentamos, para crecer y
desarrollar nuestra vida en este plano físico. En realidad, nuestra
vida es una permanente exploración, un constante descubrimiento
y un inevitable estudio de nosotros mismos.
– ¡Claro! Eso explica muchas cosas.
– En realidad, podría decirse que, si se piensa un poco, las
explica todas.
* * *

El enamorado

D-12.-
EL ENAMORADO
por Francisco-Manuel Nácher López
Caminando por la vida, me topé con un enamorado:
– Amigo, ¿estás enamorado?
– Sí. Estoy enamorado y soy feliz.
– ¿Por qué?
– No lo sé. No lo sé, pero soy feliz.
– ¿Qué sientes?
– Siento que mi corazón se ha hecho grande y me duele. Pero
su dolor es dulce y agradable.
– ¿Y, qué más?
– Me siento capaz de las más heroicas hazañas, de los más
grandes sacrificios, de soportar los más terribles tormentos. Me
siento…
– ¿Qué crees que siente tu ser amado?
– Estoy seguro de que siente lo mismo que yo.
– ¿Cómo definirías, pues, el amor?
– No lo sé. Creo que es indefinible. Es preciso sentirlo para
comprenderlo. Pero, una vez sentido, no se lo puede describir.
– ¿Con qué compararías tu amor?
– No sé… Quizás con una paloma blanca o con una nubecilla en
el cielo azul o con una rosa derramando su aroma o con un
gorrioncillo ahuecando sus plumas o con el arco iris… no sé.
– ¿Y a tu ser amado?
– A mi ser amado lo compararía con algo etéreo, suave, ausente
y presente al mismo tiempo, como una niebla dulce y rosada que lo
llenase todo y todo lo hiciese hermoso, posible y bueno; lo
compararía con un ángel…
– ¿Crees que podrías querer a otro ser del mismo modo?
– No. Sería imposible. Estoy consumiendo en este amor toda mi
capacidad de amar. Me estoy vaciando hacia el ser amado y, al
mismo tiempo, siento que me voy llenando con más amor, cada
vez más hermoso, más consciente de sí mismo, más intenso si
cabe… siento físicamente cómo, cuando pienso en el ser amado,
mi corazón se expande hasta abarcarlo todo, hasta llegar a
parecerme todo hermoso y bueno.
– ¿Crees que la culminación del amor es el acto sexual?
– No. Imposible. El amor, tal y como yo lo siento en estos
momentos, no tiene nada que ver con eso. Yo diría que es casi lo
opuesto a lo que se entiende ordinariamente por «sexo». Puesto a
tener que pensar en ello, yo puedo suponer que el acto sexual,
realizado con perfecto amor, sin pasión, sin ninguna bajeza, sino
sólo buscando la fusión de los cuerpos como reflejo de la previa
fusión de las almas, puede considerarse como la culminación de la
perfecta unión. De todos modos, a estas alturas ni ha pasado por
mi imaginación tal cosa y no tengo la menor duda de que lo que
siento es verdadero amor, luego pienso que para la existencia del
verdadero amor no es necesario el sexo que, sin embargo, puede
ser una expresión suya en el mundo material, siempre que sea fiel
reflejo del deseo de entrega e identificación total con el otro, y
nunca como algo posesorio o procurador de placer, ya que el amor
en sí, el verdadero amor, es un placer superior a cualquier otro, de
la clase que sea. Sería como ensuciar el amor, como degradarlo,
como reducirlo de tamaño, de nivel, de calidad. El amor que yo
siento no tiene nada que ver con el cuerpo. Es un amor del alma.
Es un amor que nada sabe de lo pequeño, lo bajo, lo torpe, lo
terrenal, lo que se acaba. Mi amor no tiene fin. Mi amor es infinito…
– ¿Piensas, quizás, que el amor es una fuerza?
– Exacto. Esa sería la mejor definición. El amor es una fuerza.
Una fuerza inmensa, ilimitada, una fuerza que todo lo llena, que
todo lo abarca, que te hace uno con todo y te eleva a planos
superiores, inexistentes en el mundo en que vivimos. Una fuerza
que te hace bueno, una fuerza que…
– ¿Consideras egoísta el amor?
– ¿Egoísta? Imposible. El amor es todo lo contrario. El amor es
darse, es una fuerza centrífuga; yo puedo sentir las oleadas de
amor surgiéndome del corazón y alcanzando con sus suaves
dedos todo lo que me rodea, llenándolo todo, convirtiéndose en
todo… No. El amor no es egoísta ni puede serlo. Si es egoísta, no
es amor.
– ¿A qué crees, pues, que los hombres llaman generalmente
amor?
– Pensándolo un poco, comprendo que, lo que generalmente se
llama amor, no lo es en verdad. No lo es porque se trata de un
sentimiento centrípeto, absorbente, egoísta; es un deseo de
posesión exclusiva, es un sentimiento que, automáticamente,
convierte al que lo siente en antagonista de todos los demás… No.
Eso no es amor. Por lo menos no es lo que yo llamo amor. Y creo
que es impropio llamar amor a eso. Sería como llamar miel a la sal
o llamar sonrisa al eructo.
– ¿Crees, pues, que ya no hay amor en el mundo, que ya nadie
ama como tú amas, que nadie tiembla ya ante la mirada de la
persona amada, que nadie se siente el ser más feliz del mundo en
presencia del objeto de su amor, y el más desgraciado en su
ausencia?
– Pienso que sí, que debe haber amor en el mundo, puesto que
yo no soy ningún ser excepcional y lo siento dentro de mí y sé
distinguirlo de lo otro. Imagino que todos serán capaces de sentir
un amor igual que el mío. Pero, si lo sienten, ¿por qué sólo se
cantan, como si fuera verdadero amor, la posesión y el vicio y el
deseo, un deseo egoísta, animal, pasional, un sentimiento que
nada tiene que ver con él, como si, realmente, nadie conociese el
verdadero amor? ¿Por qué ensucian el amor confundiéndolo con el
apetito? ¿Por qué convierten el oro en lodo y luego lo adoran, si
tienen el verdadero oro al alcance de la mano?
– Los que lo hacen, llegará un día en que, en medio del lodo,
verán brillar el oro y, desde ese momento, el lodo ya no les
satisfará.
– ¿Lo crees así?
– Sí. Así será. Así ha sido con todos. Incluso contigo, aunque
no lo recuerdes. Es una ley universal. Pero unos corren más
que otros.
* * *
El pedid y recibiréis y nuestro poder creador

D-12.-
EL ENAMORADO
por Francisco-Manuel Nácher López
Caminando por la vida, me topé con un enamorado:
– Amigo, ¿estás enamorado?
– Sí. Estoy enamorado y soy feliz.
– ¿Por qué?
– No lo sé. No lo sé, pero soy feliz.
– ¿Qué sientes?
– Siento que mi corazón se ha hecho grande y me duele. Pero
su dolor es dulce y agradable.
– ¿Y, qué más?
– Me siento capaz de las más heroicas hazañas, de los más
grandes sacrificios, de soportar los más terribles tormentos. Me
siento…
– ¿Qué crees que siente tu ser amado?
– Estoy seguro de que siente lo mismo que yo.
– ¿Cómo definirías, pues, el amor?
– No lo sé. Creo que es indefinible. Es preciso sentirlo para
comprenderlo. Pero, una vez sentido, no se lo puede describir.
– ¿Con qué compararías tu amor?
– No sé… Quizás con una paloma blanca o con una nubecilla en
el cielo azul o con una rosa derramando su aroma o con un
gorrioncillo ahuecando sus plumas o con el arco iris… no sé.
– ¿Y a tu ser amado?
– A mi ser amado lo compararía con algo etéreo, suave, ausente
y presente al mismo tiempo, como una niebla dulce y rosada que lo
llenase todo y todo lo hiciese hermoso, posible y bueno; lo
compararía con un ángel…
– ¿Crees que podrías querer a otro ser del mismo modo?
– No. Sería imposible. Estoy consumiendo en este amor toda mi
capacidad de amar. Me estoy vaciando hacia el ser amado y, al
mismo tiempo, siento que me voy llenando con más amor, cada
vez más hermoso, más consciente de sí mismo, más intenso si
cabe… siento físicamente cómo, cuando pienso en el ser amado,
mi corazón se expande hasta abarcarlo todo, hasta llegar a
parecerme todo hermoso y bueno.
– ¿Crees que la culminación del amor es el acto sexual?
– No. Imposible. El amor, tal y como yo lo siento en estos
momentos, no tiene nada que ver con eso. Yo diría que es casi lo
opuesto a lo que se entiende ordinariamente por «sexo». Puesto a
tener que pensar en ello, yo puedo suponer que el acto sexual,
realizado con perfecto amor, sin pasión, sin ninguna bajeza, sino
sólo buscando la fusión de los cuerpos como reflejo de la previa
fusión de las almas, puede considerarse como la culminación de la
perfecta unión. De todos modos, a estas alturas ni ha pasado por
mi imaginación tal cosa y no tengo la menor duda de que lo que
siento es verdadero amor, luego pienso que para la existencia del
verdadero amor no es necesario el sexo que, sin embargo, puede
ser una expresión suya en el mundo material, siempre que sea fiel
reflejo del deseo de entrega e identificación total con el otro, y
nunca como algo posesorio o procurador de placer, ya que el amor
en sí, el verdadero amor, es un placer superior a cualquier otro, de
la clase que sea. Sería como ensuciar el amor, como degradarlo,
como reducirlo de tamaño, de nivel, de calidad. El amor que yo
siento no tiene nada que ver con el cuerpo. Es un amor del alma.
Es un amor que nada sabe de lo pequeño, lo bajo, lo torpe, lo
terrenal, lo que se acaba. Mi amor no tiene fin. Mi amor es infinito…
– ¿Piensas, quizás, que el amor es una fuerza?
– Exacto. Esa sería la mejor definición. El amor es una fuerza.
Una fuerza inmensa, ilimitada, una fuerza que todo lo llena, que
todo lo abarca, que te hace uno con todo y te eleva a planos
superiores, inexistentes en el mundo en que vivimos. Una fuerza
que te hace bueno, una fuerza que…
– ¿Consideras egoísta el amor?
– ¿Egoísta? Imposible. El amor es todo lo contrario. El amor es
darse, es una fuerza centrífuga; yo puedo sentir las oleadas de
amor surgiéndome del corazón y alcanzando con sus suaves
dedos todo lo que me rodea, llenándolo todo, convirtiéndose en
todo… No. El amor no es egoísta ni puede serlo. Si es egoísta, no
es amor.
– ¿A qué crees, pues, que los hombres llaman generalmente
amor?
– Pensándolo un poco, comprendo que, lo que generalmente se
llama amor, no lo es en verdad. No lo es porque se trata de un
sentimiento centrípeto, absorbente, egoísta; es un deseo de
posesión exclusiva, es un sentimiento que, automáticamente,
convierte al que lo siente en antagonista de todos los demás… No.
Eso no es amor. Por lo menos no es lo que yo llamo amor. Y creo
que es impropio llamar amor a eso. Sería como llamar miel a la sal
o llamar sonrisa al eructo.
– ¿Crees, pues, que ya no hay amor en el mundo, que ya nadie
ama como tú amas, que nadie tiembla ya ante la mirada de la
persona amada, que nadie se siente el ser más feliz del mundo en
presencia del objeto de su amor, y el más desgraciado en su
ausencia?
– Pienso que sí, que debe haber amor en el mundo, puesto que
yo no soy ningún ser excepcional y lo siento dentro de mí y sé
distinguirlo de lo otro. Imagino que todos serán capaces de sentir
un amor igual que el mío. Pero, si lo sienten, ¿por qué sólo se
cantan, como si fuera verdadero amor, la posesión y el vicio y el
deseo, un deseo egoísta, animal, pasional, un sentimiento que
nada tiene que ver con él, como si, realmente, nadie conociese el
verdadero amor? ¿Por qué ensucian el amor confundiéndolo con el
apetito? ¿Por qué convierten el oro en lodo y luego lo adoran, si
tienen el verdadero oro al alcance de la mano?
– Los que lo hacen, llegará un día en que, en medio del lodo,
verán brillar el oro y, desde ese momento, el lodo ya no les
satisfará.
– ¿Lo crees así?
– Sí. Así será. Así ha sido con todos. Incluso contigo, aunque
no lo recuerdes. Es una ley universal. Pero unos corren más
que otros.
* * *

Por qué no debe contraerse matrinonio de primos entre sí

PREGUNTA: ¿ POR QUÉ NO DEBEN CONTRAER MATRIMONIO LOS PRIMOS ENTRE SÍ ?

Respuesta: El propósito del matrimonio consiste en la perpetuación de la raza, y de acuerdo con la naturaleza física de los padres, más el alrededor ambiente, así será el niño. Encontramos, por ejemplo, que los emigrantes que acceden a cualquier país, son diferentes de los hijos que ya tienen, y que de los hijos que tendrán en su nuevo país, serán incluso diferentes de los nacidos en otros países pertenecientes a un área semejante. Así, por ejemplo, a este respecto en EE.UU, los sicilianos de alargada cabeza, engendran hijos que tienen una cabeza más redondeada, y los judíos de cabeza ya redondeada, engendran hijos de cabeza oval, mostrando de esta manera la tendencia en todas las razas a amalgamarse, dando por tanto nacimiento a una nueva raza americana.
Estos cambios no se producen en absoluto por mera casualidad o accidente. Los grandes Guías de la humanidad siempre están tratando de producir ciertas condiciones con objeto de crear determinados tipos, dado que únicamente de esa forma es que podrán desarrollarse las facultades que son necesarias para el progreso del espíritu. Sin embargo, hubo un tiempo en que fue necesario para la evolución del Ego que los hombres se casaran en familia. En este entonces la humanidad no estaba obviamente tan desarrollada ni tan individualizada como lo está actualmente. Los hombres se hallaban regidos por un espíritu familiar que entraba en la sangre por medio del aire inspirado, ayudando así al Ego a dominar sus instrumentos, sus vehículos. Entonces la humanidad poseía lo que se conoce por “segunda vista”, y esa segunda vista se encuentra todavía arraigada en los pueblos que han persistido en casarse en familia, como son los escoceses de las montañas y los gitanos.
Pero era necesario que los hombres olvidaran el Mundo Espiritual durante un tiempo y no se acordaran de ninguna otra vida más que de la actual, por lo que con objeto de producir este cambio de conciencia, los Grandes Guías tomaron ciertas medidas, siendo una de ellas la de prohibir los matrimonios en familia, es decir, la endogamia. Cuando leemos en el quinto capítulo del Génesis que Adán vivió 900 años y que todos los patriarcas vivieron siglos, eso no significa realmente que las personas nombradas vivieras ellas mismas tan largo período de tiempo, sino que la sangre que corría por sus venas fue transmitida directamente a sus descendientes y esa sangre contenía imágenes de la familia, así como ahora contiene imágenes de nuestras propias vidas individuales, puesto que la sangre es el archivo de todas las experiencias. Y de esta manera los descendientes de las familias patriarcales se veían a sí mismos como Adán, como Matusalén, etc. Por supuesto que con el transcurso de los siglos esas imágenes se debilitan gradualmente, por lo que cuando la memoria de Adán se borró del todo en la sangre de sus descendientes directos, se dice o arguye que Adán dejó de vivir.
Conforme el hombre se fue individualizando más y más, tuvo que aprender a sostenerse sobre sus propias piernas y sin ayuda del espíritu familiar. Fue entonces cuand0o se permitieron los matrimonios internacionales y hasta fue ordenado hacerlo, no permitiéndose más los matrimonios dentro de la propia familia. Esto fue lo que mató la clarividencia natural. La ciencia ha demostrado que cuando la sangre de un animal se inocula en las venas de otro se produce hemolisis o destrucción de la sangre, de surte que el animal inferior tiende a morir. Pero la introducción de sangre extraña, en cualquier forma que se realice, mata siempre algo, si no la forma, por lo menos alguna facultad anterior, y la sangre extraña introducida por el matrimonio mató la clarividencia que poesía de forma innata el hombre primitivo. Que esta afirmación de que la sangre extraña es destructora puede notarse con claridad en el caso de los híbridos. Si se cruzan, por ejemplo, un acaballo y una burra, la cría es una mula, si bien esa mula no poseerá la facultad de la propagación porque no está no bajo el dominio del espíritu colectivo de los caballos ni del espíritu colectivo de los burros. No obstante, si se pudieran propagar, el resultado sería una raza nueva la cual no estaría bajo el dominio de ningún espíritu colectivo. La mula no se encuentra tan desarrollada como para que pueda guiar sus vehículos sin la ayuda del espíritu colectivo, motivo por el que se le deniega la facultad de propagarse, lo cual es conseguido negándose el espíritu/grupo a poner en ella átomo/simiente fructificador en su útero.
Con la humanidad fue diferente sin embargo. Cuando ésta llegó al estado en el que se ordenó el matrimonio internacional, había llegado a un punto en la evolución de la conciencia del Yo en el que podía dirigir su propia barca (vehículos: cuerpo físico, cuerpo de deseos y cuerpo mental) y en el que debía de dejar de ser el autómata de Dios para convertirse en individuos que se gobernasen a sí mismos. Cuanto mayor es la mezcla de sangres, tanto menos puede ser el ser humano influenciado el espíritu interno por los Espíritus de Raza o de Familia, aquéllos que influyeron poderosamente en sus antecesores. De modo que, en consecuencia, se viene a ofrecer un mayor margen a un Ego en vías de renacer si nos casásemos con un extraño que si lo hacemos con un primo.

Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz>/strong>

PADRE, SI ES POSIBLE, APARTA DE MI ESTE CÁLIZ…
por Francisco-Manuel Nácher
Ordinariamente, se piensa que esta súplica de Cristo a Su Padre, “Si
es posible, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino
la tuya”, se debe al terror, perfectamente comprensible desde el punto de
vista humano que, la muerte en la cruz, con sus prolegómenos, debía
producir en Jesús, hombre como todos los demás.
Pero, pensemos un poco sobre el tema: ¿Puede alguien creer que
Cristo, que se había ofrecido voluntariamente para redimirnos, podía temer
tanto la crucifixión como para elevar una tal súplica a su Padre? ¿No había
habido siempre martirios espeluznantes y había habido quienes los
supieron soportar con entereza? ¿Y no hubo después de Cristo muchos
mártires que, incluso fueron al martirio – y martirios también mucho más
terribles que la propia crucifixión – contentos de ofrecer su vida por su fe?
¿Estaba justificado ese miedo por parte de Cristo? ¿Era lógico? No.
Habrá que pensar, pues, que lo que le asustaba, hasta el punto de
pedir a su Padre que, si era posible, cambiase los planes, debía de ser algo
capaz de asustar, por supuesto, a un hombre, pero, sobre todo, a un Dios.
¿Y qué pudo asustarle en tales momentos, si no fue la crucifixión?
Lógicamente, lo que le asustó, debido seguramente al componente humano
que había en Jesucristo, fue el inmenso sacrificio que, hasta que toda la
Humanidad quedase redimida, había de hacer Cristo durante seis meses
cada año, permaneciendo constreñido en la Tierra, – un simple cascarón
microscópico para su inmensa grandeza – recibiendo las vibraciones de
todos nuestros errores, odios, egoísmos, maldades, vicios, degeneraciones,
luchas, desprecios, explotaciones, guerras, mentiras, traiciones, etc.,
equivalentes a una electrocución continuada, al tiempo que nos había de
dar su vida, hasta el agotamiento, cada año, para que nosotros, apoyados
en esa vida suya, siguiéramos en nuestra cerrazón. Y así durante miles de
años, hasta que, poco a poco, muy poco a poco, fuéramos dándonos cuenta
de nuestro inmenso error y comenzáramos a rectificar nuestras vidas. Eso
es lo que causó miedo a Cristo. A lo que se añadió su inmensa pena por la
enorme ingratitud de los hombres.
De ahí la prisa por parte de todos los iniciados por acelerar lo más
posible el final de ese inmenso y para nosotros inconcebible sacrificio
anual que Cristo aborda, sólo por amor a nosotros, cada equinoccio de
otoño, para sufrir y agonizar hasta el equinoccio de primavera siguiente.
Meditemos, pues, sobre el tema y, nosotros que tenemos
conocimientos que no posee la mayor parte de la Humanidad, hagamos
todo lo posible por mitigar y acortar ese inmenso martirio de Cristo,
viviendo nuestras vidas lo más ajustadas posible a las leyes naturales,
devolviéndole así una parte infinitesimal de ese amor que derrocha
permanentemente sin límite.
* * *

La religión y Dios

LA RELIGIÓN Y DIOS
por Francisco-Manuel Nácher López

– Yo no veo la necesidad de la religión ni de Dios. No nos hacen falta
ni a mí ni al mundo. Y, además, con toda esa parafernalia de la Santísima
Trinidad, que nadie entiende, y mil cosas más tan confusas e
incomprensibles…
– Desde tu punto de vista, tienes razón. Falta no hacen mucha. Y,
desde el punto de vista del Dios en que tú piensas, menos.
– ¿Qué quieres decir?
– Que, a mi modo de ver, se ha cometido un grave error, por quien
haya sido, al explicar a Dios.
– ¿Qué error?
– El error de atribuirle características humanas; yo diría que hasta
vicios y defectos humanos. Y eso de debe a que la gente ha pensado y
piensa siempre en un Dios personal.
– ¿Y no es un Dios personal?
– Para explicarte mi idea de Dios voy a dar un rodeo.
– De acuerdo. Me interesa y mucho.
– Imagina que esta conversación está teniendo lugar entre dos células
de tu intestino delgado o de tu hígado o de tu corazón. Ellas están
convencidas de que son completamente libres: Comen cuando quieren,
excretan cuando les apetece, se reproducen, etc. Nadie podría negarles que
son seres libres, que llevan una vida normal. Pero ¿tienen alguna idea de
que, sin saberlo, y por el mero hecho de vivir, de llevar sus vidas
“normales”, están haciendo posible que tu intestino o tu hígado o tu
corazón cumplan, a su vez, su cometido, y asimilen o filtren o bombeen, de
acuerdo con su función específica? Y, en otro plano aún superior ¿saben
que todo ello es lo que hace posible que otro ser, infinitamente más
complejo, más perfecto y más evolucionado que ellas, que eres tú, viva?
¿Tienen ellas alguna idea de que existes? Y, por otra parte, si alguien les
dijera que existes y que ellas tienen su ser en ti, que son tú mismo, que
viven gracias a que tú vives y que tú las necesitas para vivir, ¿crees que lo
entenderían y, de entenderlo, crees que lo aceptarían?
– Seguramente, no.
– Y, desde otro punto de vista, ¿a ti te importa mucho que dos células
de tu intestino o de tu hígado o de tu corazón sean o no conscientes de que
existes o que crean o no en tu existencia? Para ti eso no es trascendente. A
ti lo que te interesa es que funcionen bien, que vivan bien, y que cumplan
su misión. Porque, mientas ellas estén sanas y contentas, lo estarás tú.
– Es lógico.
– Pero si enferman, tú las cuidarás con todo esmero y con todo tu
cariño, tanto si creen en tu existencia como si no, tanto a las «buenas»
como a las «malas». Claro que, si son buenas, si llevan una vida ordenada,
tú las apreciarás y se lo pagarás sintiéndote bien y compartiendo con ellas
ese sentimiento. Pero, si se portan mal, si no cumplen su cometido si, como
consecuencia de ello, enferman – y, por tanto, ponen en peligro todo tu
organismo – actuarás inmediatamente para compensar esa desviación y, si
son muy pertinaces, las extirparás con harto dolor. ¿Es que no las quieres?
¡Claro! Pero no puedes permitir que amenacen tu cuerpo entero, porque
ello supondría la muerte de todas las células que lo componen, y tu propia
muerte. ¿Es tan difícil de entender esto?
– No, claro. Es indiscutible.
– Por otra parte, si una célula se hace desobediente y te crea
problemas ¿no concentrarás tu atención en ella para retornarla al buen
camino? ¿Qué crees que significa aquello de que «el buen pastor, cuando
se le pierde una oveja, deja las demás en el aprisco y sale en busca de la
descarriada?». Y luego, si consigues hacerla volver al buen camino, es
decir, si haces que recupere la salud, ¿no te alegrarás más por ella que por
las otras que se comportaron normalmente? ¿Y qué crees que significa
aquello de que «más fiesta hay en el cielo por un pecador que se convierte
que por cien justos que se salvan?»
– Hasta ahora está todo clarísimo.
– Pues tú y yo, en este momento, somos dos células en el cuerpo de
Dios – se nos ha dicho claramente que «en Él vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser» – y, si bien para nosotros puede resultar muy
interesante descubrir o estudiar y conocer cómo es Dios y cómo actúa, para
Él, lo verdaderamente importante es que seamos buenas personas, que
cumplamos nuestras obligaciones, que amemos y sirvamos al prójimo, que
echemos una mano al necesitado – sería el summum que fuésemos
conscientes, actuando en consecuencia, de que somos uno con Dios y con
todas sus criaturas – y, con eso, hagamos que todo el organismo del que
formamos parte, se sienta bien.

– Es cierto.
– ¿Porque, qué le importa a Dios que creamos en Él o no? Es a
nosotros a quienes nos afecta directamente el problema.
– ¿A nosotros?
– Sí, a nosotros. Míralo así: Dado que Dios existe y está ahí y somos
como dos células suyas y desea, lógicamente, “vivir lo mejor posible” para
cumplir también Él su cometido, y ello depende de que nosotros y con
nosotros todas las células que componen Su cuerpo, actuemos bien, es
decir, cumplamos su voluntad, o sean, las leyes naturales que nos rigen,
tanto en el plano físico como en el emocional y en el mental, ¿no piensas
que es lógico que haga llegar a sus células mensajes acreditativos y
explicativos de Su existencia y de su manera de vivir y de actuar, para que
las células que comprendan esas enseñanzas adapten sus vidas a ellas y
sirvan de ejemplo a las demás y, con ello, se consiga el bienestar de todos?
– Sí. Parece razonable.
– Pues, ¿cómo llamarías tú a esos mensajes de Dios? Sencillamente,
religiones. Porque, cada religión – me refiero a las religiones serias y no a
las derivadas de desvíos de la ley natural, que han deificado vicios y
errores – cada religión, digo, viene de Dios, pero está dirigida a un
destinatario distinto, y le proporciona, a su nivel de comprensión, el mismo
mensaje siempre. Por eso hay tantas religiones. Porque cada pueblo, cada
raza, cada cultura, ha alcanzado un nivel de comprensión, superando la de
los que le han precedido; pero también tiene un límite, límite que, sólo
cuando sea rebasado mediante la evolución y el aprendizaje, dará lugar a
una raza, a un pueblo o a una cultura más avanzados y, por tanto, a una
nueva religión. ¿Ves qué sencillo es de comprender?
– Entonces, si cada pueblo recibe la religión apropiada ¿cuál es el
papel de los misioneros?
– Ese ha sido un grave error de las iglesias cristianas. Y se ha pagado.
Se ha llevado la religión más avanzada, la de Cristo, la que predica el amor
al prójimo, con gran ilusión, con gran amor y con gran sacrificio, es cierto,
a pueblos atrasadísimos cuyo nivel de comprensión y de evolución era
incapaz de asimilarla debidamente, y el resultado ha sido el sincretismo
religioso. O sea, que ellos siguen con su religión de siempre, la que ellos
entienden, la que les basta, y acaban cambiando los nombres de sus dioses
por los de los santos cristianos; practican los ritos cristianos, pero no
abandonan los antiguos; y, en el fondo, siguen creyendo lo que creían
antes de llegar la nueva religión.

– Sí, es cierto. En general, todos acaban siendo sincréticos.
– Por eso los misioneros, en términos generales, ya no van directa e
inmediatamente a predicar a Dios, sino a ayudar a evolucionar; y por eso la
aparición de la Teología de la Liberación y la distancia entre los
misioneros de primera línea, que viven ese problema en sus propias carnes,
y otros estamentos eclesiásticos que no dudan, por ejemplo, en recomendar
la monogamia a un pueblo polígamo, sin explicarle por qué. ¿Cómo se le
va a decir a un antropófago que ha de amar a los de la tribu vecina, sin
darle argumentos válidos para él? No lo comprenderá porque, en su
religión, hay razones para hacer lo que hace. Y, si dice aceptar esa nueva
doctrina, aún teniendo la mejor voluntad, la deformará ajustándola a sus
esquemas mentales.
– Eso está claro y tienes toda la razón. Pero hay una cuestión que me
gustaría me aclarases: ¿Cómo ves tú la relación del hombre con Dios?
– Muy sencilla. ¿Cómo responderías tú a una célula o a una serie de
células de tu intestino que te dijesen: “Señor, para cumplir nuestra misión,
a tenor de tu voluntad, necesitaríamos una dosis de vitamina C; de otro
modo, señor, no podremos vivir sanas como es nuestro deseo?”. ¿Qué
harías? Pues proporcionarles inmediatamente la vitamina que te pedían,
¿no?
– Por supuesto.
– Y, por otra parte ¿qué harías si otras células de tu cuerpo, que te
están provocando disturbios, cuya vida no es sana, te dijeran que desean
que les proporciones más veneno o más posibilidades de seguir por ese
camino, que tú sabes que las conduce al desastre? ¿Las escucharías? ¿Les
harías caso? ¿O, más bien, las advertirías y, si no hacían caso, las dejarías
sin asistencia, sin ayuda, para que vieran, a través de los sufrimientos
derivados de su conducta, a qué lleva su ceguera, y aprendieran a vivir
correctamente y en armonía con sus vecinas?
– Tienes razón.
– Pues esa petición de las células buenas a ti es lo que llamamos
oración. Y que siempre, siempre es atendida desde lo alto, dado que el
peticionario está lleno de buenos propósitos y es totalmente inegoísta. Y
esa ayuda es lo que se llama, en términos religiosos, la gracia o la
actuación de la providencia o la casualidad…o la ayuda de un semejante, y
no hace sino redoblar el impulso para vivir una vida «como Dios manda», o
sea, de acuerdo con las leyes naturales.
– Comprendo.
– Incluso, si alguna de esas hipotéticas células en estadio negativo se
diese cuenta de su error e hiciese propósito de la enmienda y te pidiera
ayuda ¿se la negarías? No. Porque tú verías su buena intención y tu ayuda
no haría sino fortalecerla y, por tanto, apresuraría el éxito.
– Es cierto.
– Soy consciente de que, en este ejemplo, yo he incurrido en el mismo
error de siempre: atribuir a Dios nuestros propios defectos y, así, Dios no
queda muy bien parado y aparece ayudando “egoístamente” a sus criaturas
para, en última instancia, beneficiarse a través de ellas. No he encontrado
otro modo de explicarlo para que lo vieses claro y adolece de la limitación
humana para ponerse en el sitio de Dios, exactamente como ocurría con la
limitación de tus células para ponerse en tu sitio, como hombre.
– ¿Entonces?
– Yo pienso que ese interés nuestro por conservar nuestras células y,
con ellas, nuestras vidas, a nivel de Dios no es interés egoísta, sino amor,
un amor infinitamente superior al humano, infinitamente más profundo,
más omniabarcante, más omnipresente, más consciente, en una palabra,
más amor, libre de todo egoísmo, puesto que Él nos ha creado
voluntariamente para sentirse y vivir en nosotros y compartir con nosotros
Su propia «deidad», hasta el punto de darnos Su propia vida; cosa que no
hemos hecho ni tú ni yo ni ningún hombre con nuestras células, que nos
encontramos ya creadas, y sólo nos incumbe conservarlas sanas para vivir
mejor.
– Entonces, el ateísmo o el agnosticismo o la indiferencia religiosa
¿tienen alguna ventaja o algún inconveniente desde tu punto de vista?
– A la vista de lo anterior, está claro: El ateo, el agnóstico o el
indiferente, si son buenas personas, si ajustan sus vidas a la regla de oro, es
decir, si obedecen las leyes naturales, si cumplen con sus obligaciones, si
aman a su prójimo, si son capaces de sacrificarse por él, si tienden a
esforzarse por lograr un mundo mejor para todos, crean o no en Dios,
estarán haciendo Su voluntad y, por tanto, evolucionarán y estarán en el
camino. El inconveniente que tienen es, sin embargo, doble: Por un lado,
que es difícil que no creyendo en Dios, se eleven más allá de la materia, lo
cual les priva de una visión con la debida perspectiva; y, segundo que, al
no creer en Dios, no creen tampoco en la efectividad de la oración y se
privan con ello de la posibilidad de recibir la ayuda que otros, más
informados, solicitan y reciben.
– Ahora lo veo clarísimo.
– Porque, con simplemente elevar nuestra mente y nuestro corazón
hacia arriba para sintonizarnos con Dios – que es una manera de oración
que se puede y se debería practicar de modo casi permanente – se puede
provocar la respuesta inmediata con una efusión de energía que hasta se
siente a veces físicamente. De ahí la importancia de la fe (pero no una fe
ciega, sino razonable y razonada) y sus ventajas: Quien cree porque
conoce y comprende, pide ayuda y la recibe; y quien no cree, no pide
ayuda y su falta de fe rechaza la que le podría llegar por sus buenas
intenciones. Porque hay un principio operacional muy claro: Dios, en todo
momento, respeta nuestro libre albedrío y, por ningún concepto nos
violenta.
– Lo has expuesto y lo he comprendido todo perfectamente y, a decir
verdad, no era tan complicado. Pero ¿qué me dices del célebre misterio de
la Trinidad?
– Eso es algo parecido. Te pondré otro ejemplo protagonizado
también por ti: Tú eres casado y tienes hijos, es decir, eres un padre de
familia y, como tal desarrollas una serie de actividades y asumes una serie
de responsabilidades; pero, a la vez, eres ejecutivo de una empresa, con
unos subordinados, y también aquí tienes una serie de obligaciones,
totalmente distintas de aquéllas, y realizas una serie de actividades que
nada tienen que ver con las del padre de familia; y, además, tengo
entendido, que eres directivo de un club deportivo ¿no?
– Sí, es cierto.
– Pues también allí te ocurre lo mismo: Que realizas actividades y
tomas decisiones y asumes responsabilidades que nada tienen que ver con
las del padre de familia ni con las del ejecutivo empresarial. Y, además,
seguramente ningún miembro de tu familia sabe con detalle lo que haces
en la empresa ni en el club; ni tus subordinados de la empresa conocen lo
que haces en tu casa con los tuyos ni en la directiva del club; ni, por
supuesto, los miembros de éste tienen la menor idea de cómo desarrollas
tus otras dos actividades. Son, pues, tres actividades completamente
distintas entre sí. Pero nadie se atreverá a decir que tú no eres la misma
persona en los tres sitios. Tú eres siempre el mismo, un solo ser, pero
desarrollas tres actividades distintas y el acceso a ti no es el mismo en los
tres puestos, ni lo es lo que tú puedes otorgar o decidir en cada uno de
ellos.
Eso, exactamente es, pues, lo que ocurre con la tan traída y llevada
Trinidad: Que Dios actúa en tres planos distintos y en cada plano lo hace
con distintas funciones, actividades y finalidad ya que, en un plano es
creador, en otro es conservador y en el tercero es, digamos, recolector. ¿Es
tan difícil de entender?
Prácticamente todos los hombres estamos realizando distintas
actividades en distintos campos con distinta responsabilidades y
propósitos. Entonces ¿por qué lo hemos de poner en duda y hemos de decir
que es incomprensible cuando se trata de Dios, del cual formamos parte y
del que no somos sino imagen? Recuerda aquello de «hagamos al hombre
a nuestra imagen y semejanza». ¿Qué crees tú que significa?
– Está clarísimo. Gracias. Y es tan sencillo…
– Claro. Siempre ocurre igual: Cuanto más grande es el problema,
más simple es la solución.
* * *

El termómetro espiritualz

EL TERMÓMETRO ESPIRITUAL
por Francisco-Manuel Nácher

1.- Se dice que el hombre es malo; que es un lobo para el hombre (homo homini lupus); que
no piensa en los demás; que es egoísta y excluyente; que es cruel, egocéntrico y soberbio; que la ambición lo domina; que la envidia lo corroe; que la lujuria lo subyuga; que los placeres lo acogotan; que es insolidario, etc. etc. Y todo ello es verdad.
Pero también se dice que el hombre es bueno; que siente compasión; que, cuando hace falta,
está dispuesto a ayudar; que aspira a un mundo mejor; que, aunque aparente ser feliz, en un
rinconcito de su alma, algo no lo es cuando ve la desgracia ajena; que, hasta el más depravado de
los hombres ama a su perro o a su amigo o a su madre; que todos llevamos dentro el amor y
buscamos amor y, cuando encontramos la persona apropiada, lo damos y, cuando la persona idónea, lo recibimos; que, como muy gráfica pero muy acertadamente decían algunas pegatinas en la trasera de los coches, “to er mundo é güeno”. Y también es verdad.
¿Cómo es posible? ¿Cómo podemos ser, al mismo tiempo, buenos y malos?
La respuesta es sencilla: si el hombre fuese sólo lo que la mayor parte cree, un cuerpo físico,
esa dualidad sería imposible. Pero es que el hombre no es eso. No es sólo eso. El hombre es más.
Mucho más. Es un conjunto de cuatro cuerpos, – físico, etérico, de deseos y mental –
compenetrándose, influyéndose y conviviendo. Por tanto, no resulta raro que unas veces seamos buenos y otras, malos. Dependerá del cuerpo que esté actuando, es decir, dominando, en ese momento. Y dependerá siempre, del grado de evolución alcanzado por el conjunto. Y aún, de la relación lograda entre esos cuatro cuerpos, a los que llamamos, globalmente, la “Personalidad” y el Yo Superior, nuestro verdadero yo, compuesto, a su vez, por tres espíritus: Humano, de Vida y Divino.
2.- El hombre común, espiritualmente orientado, el hombre de buena voluntad, es consciente
de los desafíos de su época y desea hacer el bien. Pero el ambiente, generalmente, le puede. Se siente incapaz de cambiar la marcha de los acontecimientos mundiales y acaba sintiéndose también incapaz de organizar sus propios asuntos y así, esa llamada interna hacia el bien, hacia la colaboración y el servicio a los demás, se va apagando, y acaba encontrando excusas que, aunque
no lo son, a él se lo parecen, para no moverse. Y así, descubre una serie de dolencias y de
malestares que le obligan a preocuparse de su cuerpo y olvidar a los demás. O los negocios le
absorben de tal modo que no tiene tiempo para más. O los compromisos sociales le agotan todas las posibilidades de pensar en otra cosa.
Claro que esos motivos no lo son realmente. Son simples excusas para deambular por la línea
de menor resistencia, que es la de lo cómodo y lo que apetece de momento. Pero, en nuestro fuero interno, sabemos que le estamos fallando a la Humanidad. Y, sobre todo, que estamos fallando en nuestra propia vida. Y no caemos en la cuenta de que si estamos en una situación familiar, laboral o relacional determinada, es porque allí es donde hemos de esforzarnos por ayudar y colaborar y comprender y perdonar y volcar todo nuestro amor. Y luego, con esos deberes cumplidos, nos surgirá la necesidad ineludible de extender nuestro campo de acción a los demás, a todo el que necesite ayuda y asistencia y atención y cariño. Es decir, de convertirnos en servidores.
Si bien se examina, el Servicio es más importante que la Meditación, porque el esfuerzo que
se realiza en la práctica del primero evoca los poderes del alma, nos inclina a meditar, y canaliza nuestras energías por el camino correcto.
Tengamos en cuenta que los contactos y la realización espiritual de ellos derivada estarán
siempre determinados por el servicio que hayamos prestado o estemos prestando a los demás.
Porque no podemos evadirnos de la Ley del Servicio, como ley natural que es. ¿Es que
podemos hacer, decir, pensar u omitir algo que no repercuta en los demás? Es absolutamente
imposible. En cuanto actuamos, de cualquier modo que sea, estamos influyendo en los demás. Eso es innegable. Y, si es así, nos está diciendo que, en el plan divino, es decir, en lo que las leyes naturales pretenden lograr, está previsto que todos avancemos unidos; y que lo bueno para uno, beneficie a todos y lo malo para uno, perjudique también a todos. Por tanto, el eludir
conscientemente esa obligación o, mejor, esa necesidad de servir, es una postura, además de
imposible, suicida. Aunque fuera por puro egoísmo – que no debe ser así – habría que pensar: si de todos modos he de servir a los demás, lo lógico es hacerlo conscientemente y, además, lo mejor posible.
Claro que servir conscientemente es difícil. Exige “perder” tiempo, sacrificar cosas que nos
apetecen y, a veces, hasta renunciar a las propias ideas. Requiere voluntad para servir
constantemente, esfuerzo deliberado, sabiduría consciente y habilidad para trabajar sin apego.
Algunos creen que servir es hacer que los demás piensen como uno piensa, creyendo que, de
ese modo, se les está prestando un gran servicio.
Otros piensan que servir es dar limosna o consolar al afligido o visitar al enfermo o atender al
desgraciado. Pero, bien mirado, eso no es más que satisfacer la necesidad de eliminar de su vida el malestar que esas situaciones les producen.
Hay quienes sirven por alcanzar la perfección espiritual, lo cual no deja de tener una
motivación egoísta. El ideal es correcto, pero el móvil, no.
Y hay quienes sirven en empresas filantrópicas o similares, porque está de moda. Porque
servir allí da la sensación de poder, conquista amigos, se hacen buenas relaciones y, con frecuencia, beneficia más al servidor que al servido.
A pesar de todo ello. A pesar de los móviles erróneos, la Humanidad va avanzando por el
camino del servicio. Porque, poco o mucho, el Yo Superior va haciendo oír su voz y la
Personalidad, cada vez más, de mil maneras diferentes pero perceptibles, va obedeciendo sus
mandatos.
Cuando el yo inferior, la Personalidad, se subordina a los ritmos superiores y obedece la Ley
del Servicio, la vida espiritual comienza a fluir a través del hombre y llega a los demás: a la familia, a los amigos, a los conocidos… y, si se persiste, el radio de su influencia crece
ininterrumpidamente, porque va evocando de cada uno de los Yoes Superiores las energías que todos poseen y canalizándolas hacia el servicio, que es su destino natural.
El servicio, como característica innata en el hombre, es la afluencia natural y espontánea de
la vida del espíritu a través del cuerpo, que es su medio de expresión. Porque el servicio es la característica sobresaliente del Espíritu, lo mismo que el deseo es la característica principal de la naturaleza inferior. Pero el servicio es un deseo grupal, a diferencia del deseo inferior que es individual. Está en un nivel superior.
Por tanto, el servicio ha de empezar por el contacto entre espíritus. Si se procura eso, el
servicio nacerá perfecto, sin influencias de la Personalidad, que siempre lo tiñe todo con alguna
ambición personal. Por eso se nos dice en nuestro Servicio que debemos “servir a la divina esencia en el prójimo escondida, haciendo caso omiso de su aspecto, frecuentemente poco atrayente”.
Porque el corazón del hombre es sano. Lo que ocurre es que en la mayor parte de los casos
está adormecido. Porque el deseo es fundamental en la vida de la forma, pero el anhelo de servir es igualmente fundamental en la vida del espíritu.
Las características del servidor han de ser.
– la inofensividad, no sólo con respeto a las personas a las que sirva, sino con relación a
los demás servidores, ya que cada cual debe encontrar su propio camino para servir.
– la de permanecer en el ser espiritual.
– la alegría, que debe remplazar a la crítica.
– el silencio elocuente.
Los efectos del servicio sobre el que sirve son:
– que integra la Personalidad, es decir, hace que los cuatro vehículos inferiores vibren
sincrónicamente constituyendo un todo armónico.
– Ello, a su vez, hace que el Yo Superior encuentre fácil el camino para manifestarse
en la Personalidad y enderezar la vida hacia lo alto.
3.- Llamamos transmutación al fenómeno consistente en la reorientación de las energías de la
mente, el cuerpo de deseos y el cuerpo físico, a fin de revelar al Yo Superior.
Tenemos cinco sentidos, como los animales, sentidos que, cuando se aplican a fines egoístas y personales, acrecientan la vida del cuerpo y sirven para ocultar, cada vez más, al verdadero hombre, al Yo Superior. Esos cinco sentidos deben ir siendo transmutados en sus correspondientes facultades superiores.
Así:
a.- El instinto de conservación deberá ser sustituido por la comprensión de la
inmortalidad, de modo que el hombre vivirá y cumplirá su misión en la tierra, mientras mora en lo eterno.
b.- El instinto que hace que el yo inferior se lance adelante y fuerce su camino hacia
arriba, se convertirá en control por parte del Yo Superior. La afirmación del yo inferior cederá,
pues, ante la del yo superior.
c.- El sexo cederá su lugar a una atracción superior la cual, en sus aspectos más nobles, dará origen a la consciente atracción y unión entre el espíritu y su vehículo
d.- El instinto de rebaño se transmutará en conciencia grupal.
e.- Y el instinto del descubrimiento y la investigación, que caracteriza a todas las
mentes, cederá su lugar a la percepción y a la comprensión intuitivas, y el hombre dominará su creación, el ser humano, y elevará todos sus atributos y aspectos a los cielos.
4.- Somos células de Dios. Lo que llamamos Dios es el creador de nuestro sistema planetario.
De Él emanan tres aspectos y siete rayos, los llamados “siete Espíritus ante el Trono”. Uno de esos siete Espíritus es el Logos Planetario de la Tierra, digamos, nuestro Dios más próximo. Y la Tierra es su cuerpo físico. Y la Región Etérica es Su cuerpo Etérico. Y el mundo del deseo es Su Cuerpo de Deseos. Y el mundo del Pensamiento es Su cuerpo mental. Por tanto, nuestro cuerpo físico no es sino una célula, una parte insignificante, pero necesaria en el equilibrio total, de Su cuerpo Físico. Y nuestro cuerpo vital, una célula del Suyo y nuestros cuerpos de deseos y mental, otro tanto.
5.- Somos un espíritu grupal, formado por todos nuestros espíritus virginales. En su plano, en
el Mundo de los Espíritus Virginales, poseen conciencia colectiva. Luego, en la manifestación en los planos inferiores – físico, etérico, astral y mental concreto – la separatividad, la autoconciencia y el egoísmo, crean un espejismo que nos equivoca y nos hace creer que somos únicos y estamos separados de los demás, lo cual no es cierto. Recordemos El Anillo del Nibelungo. En última instancia, pues, constituimos un órgano del Logos Planetario el cual, a su vez, es un órgano del Logos Solar.
6.- Por eso mismo, las leyes naturales, todas sin excepción, actúan en nosotros sobre la base
de que no podemos vivir sin los demás. Y necesitamos a los demás para evolucionar. Un hombre solo en el mundo no evolucionaría nada. Recordemos a Robinson Crusoe: de los 27 años que pasó en su isla, sólo desde que descubrió que no estaba solo, tras más de veinte años de creerlo así, empezó a actuar, pensar, reflexionar y sentir de modo distinto a como lo venía haciendo.
7.- Todo lo que hacemos, pensamos, decimos o sentimos, de una manera misteriosa e
inevitable, repercute sobre los demás y produce en ellos un efecto también inevitable. Y lo mismo ocurre con lo que los demás hacen, dicen, sienten o piensan con relación a nosotros.
8.- Por eso sentimos siempre remordimiento o satisfacción íntima, después de hacer daño a
alguien o de hacerle un bien, respectivamente. Mi Padre y yo somos Uno.
9.- Las llamadas ampliaciones de conciencia no son sino pasos, a veces tímidos, a veces
importantes, hacia la meta final de la identificación con todos. Con cada ampliación de conciencia aprendemos algo, conocemos más a Dios, puesto que el mundo no es sino la expresión de Dios, como nuestros cuerpos son la expresión de nuestro espíritu.
10.- Ya los mandamientos del Decálogo de Moisés dividen a aquéllos en dos grupos: los tres
primeros, relativos a nuestra relación con Dios. Y los otros siete, a nuestra relación con los demás.
Ahí esta comprendida toda nuestra vida, todas nuestras posibilidades, nuestro pasado, nuestro
presente y nuestro futuro. Pero siempre relacionados con alguien, con Dios o con los hombres, pero relacionados. Nunca solos, nunca aislados.
11.- Porque, o nos relacionamos con Dios o con los hombres o con ambos. No hay otra forma
de vivir.
12.- Por tanto, somos el custodio de nuestro hermano. Y es nuestra responsabilidad, no sólo lo
que hagamos con nuestras posibilidades de evolución, sino con las de nuestro prójimo. Y cómo le ayudemos y le iluminemos y lo suframos y lo comprendamos y lo disculpemos. Y cómo
compartamos con él sus alegrías y sus tristezas, sus frustraciones y sus éxitos. Sus fracasos y sus momentos felices. Porque, en última instancia, su felicidad es la nuestra y su dolor es el nuestro.
13.- El bien y el mal, desde este punto de vista de espíritus grupales, consisten, lógicamente,
en lo que favorece la evolución de los demás, que favorece, a la vez, la propia; y lo que se opone o retarda la evolución de los demás, que se opone o retrasa igualmente la propia.
14.- Esa interdependencia con los demás no se limita, sin embargo, a la vida física. Continúa
más allá, tanto en el Purgatorio como en los cielos. Sólo en el Segundo Cielo y, sobre todo, en el Tercer Cielo, el Espíritu tiene la sensación, pero sólo la sensación, de estar solo, de estar desnudo.
Pero, aún así, no puede evitar actuar en función de sus hermanos. Y así, cuando elige los padres para su futura encarnación, tiene que recurrir a otros Espíritus Virginales y pedirles el favor de que lo acepten; y cuando confecciona los arquetipos de sus futuros vehículos, lo hace en función de sus deudas o créditos kármicos derivados de sus relaciones pasadas con los demás y para enfrentar sus relaciones futuras con ellos. Y las facultades que pueda exhibir a través de sus cuerpos, dependerán de cómo fue su convivencia con sus semejantes.
15.- En España, hace ya años, cuando aún el dueño de algo lo era con exclusividad, se acuñó
la frase jocosa: “Cuando un bosque se quema, algo suyo se quema, señor conde”. Hoy ya toda la población es consciente de que”, “cuando un bosque se quema, algo de todos se está quemando”.
Cuando estudié la carrera de Derecho, hace ya demasiados años, el derecho de propiedad o
dominio se definía como “la facultad de usar y abusar de lo propio”. Hoy esa definición ya no es
válida. Hoy, las leyes ya reconocen que el dueño de una obra de arte, por el hecho de serlo, no
puede destruirla ni perjudicarla, porque, si bien es suya, en cuanto a su valor artístico, es patrimonio común. Y, por tanto, si la destruye, comete un delito, tipificado en el Código Penal. Y ya es delito polucionar los ríos, y los lagos, y la atmósfera y el mar. Ya nos hemos dado cuenta de que todos dependemos de todos, de que nadie es autosuficiente y todos necesitamos a los demás. Y esa es la justificación, cada vez más aceptada, de que al delincuente se le separe de la sociedad, a la que perjudica con su conducta pero que, apenas rehabilitado – y ésa es la principal responsabilidad del estado con los presos – se le reintegre a su puesto en la sociedad para que empuje el carro de la evolución común, aportando sus talentos en bien de todos.
16.- La Ley natural establece que es imposible avanzar en la evolución si no se tiende la mano
a los que van detrás. Y las leyes naturales no fallan. Son la manifestación de la voluntad de Dios, que todo lo ha concebido y creado así.
17.- Las normas de Cristo: “Compórtate con los demás como a ti te gustaría que ellos se
comportasen contigo”, “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, “Ama a tu prójimo
como a ti mismo” y “Amad a vuestros enemigos”, nos están diciendo claramente que todos somos uno. De otro modo, ninguna de estas frases tendrían sentido:
– ¿Por qué he de hacer a los demás lo que me gustaría que me hiciesen ellos? Lo normal, para
la mayor parte de la gente, que se considera ajena al prójimo y hasta antagonista suya, sería que los demás me hiciesen lo que me gusta y yo hacerles a ellos lo que me apetece o me conviene.
– Y ¿por qué he de amar a los demás como Cristo amó a sus discípulos? Lo normal, para el
hombre que aún no ha despertado, es no amar nada más que a los que le conviene o a los que le apetece amar, por razón de parentesco o de amistad, pero no a los otros.
– Y, ¿por qué he de amar a los demás como a mí mismo? Lo normal, para el hombre medio, es
amarme yo sobre todo y por delante de todos.
– Y, ¿por qué he de amar a mis enemigos? Lo normal, para la mayor parte, es combatirlos,
vengarse, hostigarlos, eliminarlos… cualquier cosa menos amarlos, pues no han hecho ningún
motivo para ello.
Claro que esas interpretaciones, lógicas desde el punto de vista mundano y materialista, caen
por su base si se comprenden y resultan, no sólo aceptables, sino perfectas, las exigencias iniciales, si se parte de la base de que todos formamos un conjunto que evoluciona a la vez y que, por tanto, esa evolución nos incumbe a todos por igual. O, mejor dicho, nos afecta a todos por igual, pero incumbe más a los más avanzados, puesto que son los que más ven, los que más saben y, como consecuencia, los que más pueden.
– ¿Y por qué he de, como aconsejaba Cristo, ayudar al desvalido y sacrificarme por mi
prójimo? ¿Qué sentido tiene un mandamiento de ese tenor si no parte de la base de que ese
desvalido y ese prójimo, desde un punto de vista más elevado – el punto de vista del propio Cristo:
“El Padre y yo somos uno” – son yo mismo? Tengamos en cuenta que Cristo utiliza como vehículo de conciencia el Espíritu de Vida y en ese plano, ha desaparecido ya toda separatividad. Por eso todas las religiones aseguran que los mundos inferiores a él: el Mundo del Pensamiento, el de deseo y el físico, son mundos de ficción.
18.- Comprendido, pues, que estamos todos los hombres embarcados en la misma nave y a
todos incumbe remar y todos hacia el mismo puerto, ya podemos considerar nuestra vida y repasar nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros deseos y nuestros actos y descubrir hasta qué punto estamos perjudicando a alguien y, por tanto, indirecta y estúpidamente, a nosotros mismos.
Porque, si cada pensamiento sobre nuestro prójimo, sabemos que le llega inevitablemente y le
afecta con toda seguridad, haciéndole bien o mal, según su contenido, habremos de cuidar nuestros pensamientos. Porque, no sólo seremos responsables de las consecuencias negativas que ese pensamiento nuestro produzca en él, sino del adelanto o retraso que para toda la Humanidad suponga nuestro pensamiento.
Y, si cada deseo, emoción o sentimiento relativo a nuestro prójimo, le afecta sin que lo
podamos evitar y nos hace responsables de esa influencia, tendremos que vigilar cuanto deseemos para él y cuanto sintamos con relación a él, así como nuestras emociones a él referidas, también desde el punto de vista del karma individual y del grupal.
19.- Estamos, pues, a un paso de razonar: Si nuestro cuerpo físico es un trozo del cuerpo físico
de Dios. Y nuestro cuerpo etérico es un trozo del cuerpo etérico de Dios. Y nuestro cuerpo de
deseos es un trozo del cuerpo de deseos de Dios. Y nuestro cuerpo mental es un trozo del cuerpo mental de Dios, podemos seguir hacia arriba y concluir que nuestra vida es también una parte de la vida de Dios. Y ésa es la explicación de que la muerte prematura e injusta de los demás nos afecte y nos duela. Porque es parte de nuestra misma vida la que se frustra. Y justifica el que ya declaremos y reconozcamos en todas las leyes el derecho a la vida, comprendiendo que el hombre no tiene ninguna atribución sobre ella.
20.- La Ley de Retribución necesita como base y como justificación el que todos seamos uno:
Como todos somos uno, el mal que hacemos a otros, lo hemos de experimentar nosotros, para que no lo volvamos a hacer, pues retrasamos la evolución de todos.
Tengamos en cuenta, además – y eso ratifica lo dicho – que, no sólo existe un karma
individual, sino que existen también un karma familiar y un karma regional y un karma nacional y un karma mundial. Y esos karmas, por definición colectivos, son el resultado de las actuaciones individuales de todos o de algunos de sus miembros en tanto en cuanto producen efectos sobre el colectivo de que se trate.
Fijémonos en una aplicación de la ley del karma en el mundo físico, que nos aclara la
interdependencia inevitable entre todos: Cuando se celebran elecciones legislativas, todo el mundo tiene derecho a votar a quien tenga por conveniente. Pero luego, una vez elegido el gobierno, todos hemos de experimentar las consecuencias que del voto mayoritario se deriven, aunque el nuestro no haya participado en esa designación o ni siquiera hayamos votado. Eso no tendría razón de ser si no subyaciera la idea de que todos somos uno, de que todos forjamos nuestro presente y nuestro futuro.
Para comprenderlo mejor, consideremos otro ejemplo más próximo: Nuestro cuerpo dispone
de varios órganos, cada uno de los cuales está compuesto de células especializadas y realiza una función determinada para mantener la salud del conjunto. Pues bien, si, por ejemplo, un día comemos en exceso y nos producimos una indigestión, las células que comieron de más – las neuronas que dieron la orden de comer en exceso, los músculos que trabajaron para masticar, insalivar, deglutir, etc. – no son las únicas que sufren las consecuencias de la indigestión, sino que ésta repercute en todo el organismo. De modo que, en última instancia, las células causantes se verán también afectadas negativamente por su acción. Pero esa acción perjudicará a todas las células del organismo. Nosotros, los humanos, somos simples células de Dios y, en conjunto, constituimos un órgano de Dios. Y ya sabemos que “como abajo, es arriba”.
21.- La Ley del Karma, pues, por eso no nos sitúa aislados, en un desierto, sino en medio de la
gente, donde podamos relacionarnos y colaborar en la labor común.
22.- La próxima vez que renazcamos todos los aquí presentes, será ya en plena era de Acuario.
Aproximadamente dentro de mil doscientos años. Eso nos obliga a pensar un poco. Hagámoslo:
En los últimos cincuenta años – desde que entramos en la zona de penumbra de Acuario – la
ciencia ha avanzado más que en toda la historia conocida. Y raro es el día en que no nos trae un nuevo invento o hallazgo o descubrimiento.
Eso es innegable y ya casi ni nos sorprende. Pero, ¿cuánto ha avanzado el hombre, en
términos generales, en esos cincuenta años? Más aún que la ciencia. De otro modo, no se hubieran producido esos descubrimientos y hallazgos. Pero, además, la mente humana ha dado un salto hacia delante importantísimo, debido a la alfabetización, a la escolarización obligatoria, a las ideas, que ya forman parte de la conciencia colectiva, de la igualdad de derechos – los derechos del hombre, de la mujer, del niño, etc. – de la democracia y, sobre todos, a los medios de comunicación, que nos han proporcionado y nos siguen proporcionando a todos las mismas noticias y conocimientos y nos han igualado en casi todo. Y todo el mundo está informado de lo que ocurre en el planeta, cosa impensable hace tan sólo esos cincuenta años. Y puede opinar, con mayor o menor acierto, pero puede opinar, tiene opinión, cosa que antes no tenía. Y tiene aspiraciones, cosa imposible hace aún pocos años. Y tiene derechos. Y se le reconocen.
Bien, dadas esas premisas, si la evolución científica sigue a ese ritmo y la evolución mental y
ética y de convivencia también – y nada nos hace pensar que no vaya a ser así – si en cincuenta años, para los que tenemos más, el mundo de hoy es un desconocido comparado con el de nuestra juventud, ¿quién puede ni siquiera imaginar adónde habrá llegado la ciencia y hasta qué nivel habrá desarrollado el hombre sus capacidades, dentro de mil doscientos años?
No cabe duda de que, cuando nazcamos la próxima vez, vamos a estar rodeados – nuestros
padres, nuestros parientes, nuestros amigos, nuestros compañeros, etc. – de gente casi infinitamente más evolucionada que nosotros. Porque nosotros renaceremos con el bagaje que hayamos acumulado hasta el fin de esta encarnación. Pero, ¿qué podremos hacer con esas facultades y esas capacidades mentales y espirituales y con esa debilidad de carácter que aún nos caracteriza y con esa voluntad aún no dominadora? Si bien se examina, y dado que la evolución no da saltos, no podremos improvisar avances significativos, aunque en nuestro entorno todo esté mucho más avanzado. Cada uno da de sí lo que puede y no más, lo que ha conquistado con su esfuerzo. Por tanto, si no nos esforzamos ahora, en esta encarnación, en lo que nos queda de vida, corremos el riesgo de, cuando renazcamos, hacerlo mucho más atrás de lo que ahora estamos con relación a la masa de la humanidad. De ahí la necesidad de esforzarnos. Max Heindel sí que afirmó que la evolución se va acelerando y que, por tanto, los últimos estadios de cada Períodos son siempre más cortos que los primeros, puesto que se trata de recapitulaciones, y no ya de innovaciones y hallazgos y vivencias nuevas.
23.- ¿Cómo hemos, pues, de vigilarnos? ¿Cómo hemos de saber si vamos bien, si estamos
avanzando o no? ¿Existe un medio, un sistema para medir nuestra elevación, nuestro avance o
retroceso en el Sendero de la evolución?
Pues sí. Existe un medio, un termómetro que quiero recomendaros y que todos podemos o,
mejor, debemos emplear, de vez en cuando, para conocer nuestro estado evolutivo, para medir
nuestra “fiebre” espiritual. Sólo que ese termómetro funciona al revés que los que ordinariamente usamos para medir la fiebre física. En ese termómetro, cuando más baja es la gradación, más grave es nuestro estado espiritual y cuanto más elevado sea el dígito, mejor es nuestra salud.
Es un termómetro muy práctico y que cualquiera puede aplicarse en cualquier momento. Sólo
puede marcar siete escalones, siete grados.
Y, dicho esto, vamos a intentar describir brevemente qué indica, desde el punto de vista
espiritual, cada uno de esos grados.
Lo mismo que los termómetros, que nos miden la temperatura corporal, se basan en el nivel
medio del hombre sano, que es de 37 grados, el termómetro que yo propongo y que mide nuestra temperatura espiritual se basa en el mandato de Cristo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo y compórtate con él como a ti te gustaría que él se comportase contigo”. En el termómetro físico, estar por encima de 37 supone estar enfermo. Y, cuanto más se eleva el mercurio, más graves estamos. En el termómetro espiritual, el cuatro marca la salud. Lo que esté por debajo – ya hemos dicho que estaba invertido – señalará el grado de gravedad espiritual que nos afecta. Y lo que esté por encima, el grado de salud de que disfrutamos.
Pero, ¿cuáles son esos grados? Vamos a describirlos brevemente:
El primer grado, el inferior, el que indica mayor gravedad y, por tanto, menor evolución
espiritual, es el que ostentan los que se guían en la vida, exclusivamente, por las necesidades vitales, los que se preocupan sólo por comer, reproducirse, estar seguros, abrigados, etc., sin más miras que la simple supervivencia. Por eso se llama el Grado de la Supervivencia. En la sociedad occidental hay muy poca gente – aún la hay en algunas zonas semisalvajes – en este nivel de evolución.
El segundo grado, que supone haber experimentado ya una ampliación de conciencia, que ha
quedado centrada en este escalón, se denomina Grado del Placer. y se encuentran en él quienes hacen del placer el objetivo de su vida. Y, así como en el primer grado nos resulta difícil encontrar a alguien, en el segundo es de lo más sencillo. Todos conocemos gente cuyo principal objetivo en la vida, al cual sacrifican otras cosas, desde otros puntos de vista más valiosas, es el placer. Para unos será la mesa, el bien comer; para otros, el sexo, y vivirán pendientes de él, supeditando todo a las satisfacciones sexuales; habrá quienes se sitúan en este segundo grado por medio del juego, y sacrifican familias, bienes, trabajo, etc. a ese placer que les domina; habrá quienes optan por sustancias perniciosas, bien se trate del alcohol, el tabaco o las drogas propiamente dichas, en todas sus vertientes, que sacrifican también a ellas tantos valores… No hará falta seguir enumerando vicios de este nivel, puesto que todos lo podemos hacer fácilmente.
Recordemos el mito de Deméter y Erisictón que, por su impiedad, fue castigado con un
hambre insaciable y acabó devorándose a sí mismo.
Y recordemos el célebre y conocido “Gaudeamus”, cuyo texto dice:
Gaudeamus igitur” juvenes dum sumus.
Post jocundam juventutem, post provectam senectutem,
nos habebit humus.
Que, traducido, quiere decir:
Alegrémonos, pues, mientras somos jóvenes
porque, tras la alegre juventud,
tras la provecta senectud,
nos poseerá la tierra.
El tercer grado es el del Poder. Y están incursos en él los que hacen del poder, en sus
infinitas vertientes, el objeto de su vida, aquello en lo que centran su conciencia de modo preferente y para cuya satisfacción, realmente viven. Todos buscamos amor de un nodo instintivo, porque el amor es la sangre de la Creación y lo impregna todo y lo cura todo y lo unifica todo. Pero, cuando esa búsqueda y, sobre todo, su objetivo, se interpreta mal, se termina centrado en este grado de la evolución. Y están en él los gobernantes, políticos, financieros, militares, jerarquías religiosas, etc.,
lo cual los sitúa muy lejanos a nosotros. Pero están también incursos en este defecto el padre que abusa de su autoridad obligando a los hijos, porque él manda, a hacer lo que les ordena; y el jefe déspota, que no admite límites a su autoridad ni contradicción a sus opiniones; y el orgulloso, y el soberbio, y el hipócrita y el calumniador y el adulador y el envidioso y el cruel y el separatista; y nos abocan a este defecto las modas, los títulos nobiliarios, los honores, las ostentaciones, etc. Por tanto, no nos engañemos, estamos todos incursos con frecuencia en este nivel. Y los medios de comunicación, sobre todo, son los encargados de tentarnos y probarnos e ir robusteciendo nuestra voluntad – a fuerza de hacernos caer – y desarrollando nuestro discernimiento para poder racionalizar esas actuaciones y darnos cuenta de que, contra lo que parecería, nada nos aportan, nada añaden a nuestra verdadera valía: ni nos proporcionan un solo día de vida, ni nos hacen más altos o más inteligentes o más simpáticos ni más sanos, ni nos permiten avanzar ni un milímetro en la evolución.
A los tres primeros grados se refería el primer mandamiento del Decálogo: ”No tendrás otro
Dios más que a mí”.
Con esto hemos llegado al cuarto grado, que es el primero positivo, es decir, el primero que
indica salud espiritual. Los tres ya estudiados expresan nuestra enfermedad interna, nuestro retraso evolutivo, nuestro rudimentario grado de discernimiento, nuestra flaca voluntad, nuestro carácter aún no maduro, nuestra mente aún dominada por los deseos.
El cuarto, pues, el Grado del Amor, es el primero positivo, el que indica que estamos
cumpliendo el mandato de Cristo y, por tanto, estamos sanos. Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Cuando la conciencia se ha ampliado hasta llegar a este grado, ya hemos descubierto el amor,
el verdadero amor, lejos de su interpretación sensual y sexual, el amor que sale del corazón y de la inteligencia. Recordemos que la nota clave de Cristo es Amor-Sabiduría, o sea, amor inteligente, es decir, con discernimiento, e inteligencia amorosa, es decir, una inteligencia sobreponiéndose a los deseos y sirviendo al fin cósmico de la unificación mediante el amor. Según un Maestro, “el Amor es “la percepción comprensiva exenta de crítica.”
Cuando seamos capaces de amar a los demás – incluidos los enemigos – como a nuestros
propios hijos, estaremos en ese nivel. Y eso no es difícil, cuando conocemos las Enseñanzas y
sabemos que, en realidad, lo estamos haciendo en cada encarnación, porque nuestro hijo de hoy, por el que haríamos cualquier sacrificio en base a nuestro amor, fue en una vida anterior, casi con toda seguridad, uno de nuestros más acérrimos enemigos. Y que otro tanto sucede, en cada encarnación, con los que aparecen como nuestros parientes y amigos más próximos, a los que debemos servir con amor y desinteresadamente.
El quinto es el Grado de la Abundancia. Se da cuando, habituados a tener la conciencia
centrada en el Amor, las leyes naturales, especialmente la de Atracción, empiezan a trabajar a
nuestro favor. Y así, las cosas nos salen indefectiblemente bien, y las ocasiones de servicio se
multiplican, y la sensación de felicidad nos embarga, y el temor desaparece, y nos sentimos como protegidos y queridos y auxiliados en todo lo que hacemos. Recordemos: Lo demás se os dará por añadidura.
El sexto es el Grado de la Observación. En él, convencidos ya de la inanidad de los bienes
materiales y comprendido el entramado de las relaciones sociales, nos convertimos en observadores de nuestra propia actuación, como actores en el escenario de nuestra propia vida. Nos observamos imparcialmente y comprendemos, mejor aún, la trama de la existencia, y aprendemos a excusar a los que fallan y a ayudar a los que lo necesitan, sin más motivo que el de haber comprendido cuál es nuestro papel en la tierra y en la evolución de la oleada de vida humana.
-Ninguna de estas cosas me conmueve (San Pablo).
La muerte
Porque, lo que a ella le importa,
terminada la función,
no es el traje
sino, en esta vida corta,
cuál fue la interpretación
del personaje.
(de El Viaje Interior)
El séptimo es el Grado de la Unificación. El más elevado. Supone haber alcanzado el nivel
evolutivo en el que termina nuestra etapa actual. En él nos sentimos uno con todos. Seguimos
siendo nosotros, pero sabemos que todos están en nosotros y que nosotros estamos en todos. Y que no existe la vida separada. Y que todo es un gran Todo. Y que hemos estado engañados por una visión distorsionada de la realidad. Que, como dice San Pablo, hemos estado mirando el mundo como a través de un cristal ahumado. Y que nunca hemos estado solos. Y que somos una parte de Dios, que nos está permanentemente compenetrando con Su amor. Y que no hemos volcado nuestra individualidad en la Totalidad, sino que la Totalidad se ha volcado en nosotros.
Por supuesto, nadie es capaz de permanecer de modo permanente en un grado determinado. A lo largo del día, todos pasamos por diversos grados. Pero lo importante, lo verdaderamente
importante, es que sepamos:
1º.- Que los tres grados inferiores son negativos, es decir que, mientras tengamos centrada la
conciencia en su satisfacción,, estaremos negativos, retrocediendo en nuestra evolución y creando un karma que habremos de afrontar en el futuro.
2º.- Que podemos pasar, a voluntad, de un grado a otro. Lo cual quiere decir que no podemos
echar la culpa a nadie de nuestra negatividad. Porque, apenas nos demos cuenta de que, en un momento determinado, estamos negativos, podemos subir hasta cierto grado, con lo cual cambiará totalmente nuestra escala de valores y nuestro punto de vista se verá rectificado correctamente para que nuestra visión de las cosas se ajuste a lo que las leyes naturales establecen.
3º.- Que:
– Mientras esté nuestra conciencia centrada en los tres niveles inferiores, predominarán en
nosotros las vibraciones del Purgatorio.
– Si la situamos en el cuarto grado, estaremos disfrutando las vibraciones del Primer Cielo,
donde aún hay emoción, pero le mente se ha impuesto al deseo;
– Si en el quinto, las vibraciones serán las del Segundo Cielo, es decir, la de la Región del
Pensamiento Concreto, donde se encuentran los arquetipos de todo lo existente y donde ya no hay emoción, sino mentalidad pura, inteligencia activa.
– Si la tenemos centrada en el sexto grado, estaremos disfrutando las delicias del Tercer
Cielo, la Región del Pensamiento Abstracto, donde se encuentra nuestro Yo Superior, el
Observador Silencioso.
– Y, si logramos centrarla en el séptimo grado, estaremos viviendo en el Mundo del Espíritu
de Vida, donde la separatividad no existe, donde somos uno con todos y con todo, donde Cristo tiene situada Su conciencia.
Como vemos por esta pequeña excursión, para comprobar nuestro grado de salud física,
podemos ponernos el termómetro clínico. Pero, cuando queramos conocer nuestro grado de
espiritualidad en un momento dado, debemos ponernos el termómetro que algunos amigos ya
llaman “de Paco Nácher.” Y debemos hacerlo, por la cuenta que nos trae.
Nuestro comportamiento con los demás, por tanto, es importantísimo para nosotros
mismos y para toda la Humanidad, de la que no podemos, en modo alguno, separarnos.
Tengámoslo presente y no nos arrepentiremos.
Creo conveniente terminar esta conferencia con unos poemas, de mi autoría, que ilustran lo
tratado:
DEJA QUE ME SUMERJA EN TI…
Deja que me sumerja en Ti, Señor;
deja que me zambulla en Tus colores;
deja que me disuelva en Tus olores;
deja que me difunda en Tu calor;
deja que me transforme en Tu conciencia;
deja que sienta cómo el tiempo huye
y pasado y futuro, juntos, fluyen
en un presente lleno de presencia;
deja que, siendo yo, pueda ser todos,
y que todos en mí tengan cobijo;
y que, siendo yo Tú, Te sienta mío,
y Tu son y mi son sean uno solo;
deja que la belleza de Tu obra
me impregne todo de su maravilla,
y que Tu amor transforme mi semilla
y me reparta por la Tierra toda,
y llegue a todas partes, y de todas,
reciba dicha, amor y fe y sosiego
y plenitud y risa y agua y fuego
y en mí se fundan todas esas cosas;
y, unido a todo y difundido en Ti,
sea dios y hombre, absorto y absorbido,
porque, Señor, yo siempre, sólo he sido
una parte de Ti viviendo en mí.
LA PLENITUD
¿Qué total plenitud, qué suave calma,
qué dulce bienestar, qué fuerza inmensa,
qué visión, qué sentir, qué vida intensa,
qué amor inacabable embarga el alma!
¡Qué verse en todo y todos reflejado,
y sentir como todo está en nosotros,
y saber que no existen ya los otros
porque nada es ni vive separado!
Todo está en Dios y Dios se encuentra en todo;
y nuestro Yo es de Dios sólo una parte;
y todo Su saber es, de otro modo,
nuestro saber y nuestra ciencia y arte;
y nuestra vida encuentra su acomodo
en todo ser, y en todos se reparte.
¡Sublime situación, inconcebible,
imposible y real, inexpresable,
sentida intensamente, incomprensible
mas comprendida, cierta, inolvidable!

= = =

El mundo es mental

EL MUNDO ES MENTAL

por Francisco Manuel Nácher

– ¡Qué complicado es el mundo! ¿Verdad?
– Depende de cómo lo mires.
– Pero, ¿de cuántas maneras se puede mirar?
– En realidad, de tantas como personas lo habitan.
– ¡No me digas! ¿De dónde has sacado esa afirmación tan original?
– De mi mente, como es lógico.
– O sea, que cada uno ve el mundo de una manera distinta, pero todos vivimos a la vez en el mismo mundo, ¿no?
– Sí, claro. Lo que pasa es que, si bien vivimos todos en el mismo
mundo, no lo interpretamos todos igual y eso hace que cada cual, sin
saberlo, viva en el que él ha interpretado.
– ¿Y cómo has llegado a esa conclusión?
– Pensando, meditando sobre el tema. ¿Tú no lo has hecho nunca, en serio?
– Nunca. Ni en serio ni en broma. ¿Para qué? El mundo está ahí y tú
y yo y todos estamos en él. No hace falta pensar. Sólo hace falta abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor y escuchar los pájaros y sentir la caricia de los rayos del sol y oler las flores y degustar las frutas y acariciar al perro y…
– Vale, vale, vale…. Tienes razón. Pero empecemos por el principio:
Has hablado de abrir los ojos y mirar, de escuchar los cantos de los
pájaros, de oler las flores, etc., ¿no?
– Sí.
– Pues bien, ése va a ser el principio: Cierra los ojos e imagina que no tienes vista ni oído ni olfato ni gusto ni tacto. Y dime qué noticia tendrías del mundo.
– Bueno. Si hago lo que dices…no percibiría nada del mundo.
– ¿Absolutamente nada?
– Absolutamente nada.
– Eso quiere decir que todo lo que sabes del mundo – y al decir “el
mundo”, incluyo todo lo que en él hay, sean personas, animales, vegetales, minerales, aire, estrellas, etc. – lo sabes gracias a tus cinco sentidos. ¿Estás de acuerdo?
– Aunque nunca había pensado en ello, es innegable. Sin los cinco
sentidos, no tendría la menor noticia del mundo que me rodea ni de lo que contiene.
– Muy bien, pues sigamos reflexionando: Si tú miras el paisaje y lo
ves, ¿qué ocurre? ¿Qué el paisaje se mete en tu ojo?
– ¡Hombre, no!
– Entonces, ¿qué mecanismo utilizas para verlo?
– Supongo que mi nervio óptico percibe luces, sombras, colores, en
fin, una serie de vibraciones.
– ¿Y qué pasa con ellas?
– Que las lleva al cerebro y éste las descodifica.
– ¿Y cómo lo hace? Porque tú sabes que, para descodificar algo hay
que tener una referencia, una clave, ¿no?
– Sí.
– ¿Cómo sabe, pues, tu cerebro que lo que ha visto es, por ejemplo,
un árbol, un caballo y una montaña? Porque lo que el cerebro te dice que estás viendo es eso: un árbol, un caballo y una montaña.
– Sí, claro. Pero no sé en qué se puede basar para presentarme en mi pizarra visual un árbol, un caballo y una montaña y no un automóvil, una mesa y un avión, por ejemplo.
– Si tu ojo percibiera ahora, por primera vez, las vibraciones de un
árbol, sin haber visto antes ninguno, ¿crees tú que sabría lo que era?
– No. Lógicamente no. Sólo sabría que eran vibraciones pero, como
ignoraría lo que representaban, no sabría cómo traducirlas.
– ¿Te parece lógico que esas traducciones las haga siempre el cerebro (la mente) en base a su propia memoria?
– ¿A qué memoria?
– A la que viene creando y almacenando desde que naciste. Porque,
cuando eras niño, – ya sabes que los niños son como esponjas que lo
absorben todo – te dijeron y te enseñaron, mientras aprendías a hablar y a andar y a leer, y lo viste en las ilustraciones de los libros y en las películas y en lo que los demás niños dibujaban y nombraban, etc., que esas vibraciones eran un árbol o un caballo o una montaña. Y tu cerebro lo aceptó, lo hizo propio y, desde entonces, cuando percibe esas vibraciones, sabe que son de un árbol, de un caballo o de una montaña y proyecta en tu pizarra visual esas imágenes y por eso tú crees que estás viendo un árbol, un caballo o una montaña.
– ¡Claro! ¡Es que no hay otra explicación!
– Pero sigamos.
– ¿Cómo?
– Dándonos cuenta de que, lo mismo que hacemos con el árbol, lo
hacemos con los demás objetos, colores, luces, sonidos, sabores, texturas, temperaturas, perfumes, y demás vibraciones captadas por los nervios de nuestros cinco sentidos. Porque siempre se trata de vibraciones, de mayor o menor frecuencia y mayor o menor longitud de onda, pero vibraciones que el cerebro traduce, utilizando para ello la memoria derivada de su propia experiencia, para darte una imagen de ellas, bien como objeto o persona, bien como música o ruido, bien como calor o frío, bien como suave o rugoso o abrasivo o dulce o amargo o toda la variedad de estímulos sensitivos que existen a nuestro alcance y que nos llegan por los sentidos.
– Es asombroso tener que reconocer que es así. Pero no hay otra
posibilidad.
– Pues sigamos: Si nuestro cerebro no tiene para interpretar lo que
perciben los sentidos nada más que la memoria de lo que ha aprendido a descodificar anteriormente, como la memoria de cada persona es distinta, la traducción que cada cerebro haga de cada vibración será también distinta de la que realicen todos los demás, pues no hay dos vidas iguales ni dos memorias iguales ni dos experiencias iguales.
– ¿Tú crees que nuestra memoria y nuestras experiencia son tan
distintas de las de los demás?
– Completamente. Y te lo demuestro: Imagina que a un grupo de
gente se le enuncian en voz alta, por ejemplo, las palabras “asiento”,
“madre”, “perro”, “camino” y “bicicleta”, ¿tú crees que todos imaginarán, que todos verán en su pizarra mental, lo mismo, asociado a cada palabra?
– No. No creo. Porque cada uno “verá” un asiento determinado y a
su propia madre y un perro especial y un camino conocido y una bicicleta concreta.
– Y, si eso es así, ¿crees posible que, teniendo tan distintas visiones de lo que las palabras, las mismas para todos, les sugieren, coincidan en sus interpretaciones?
– Es lógico que no.
– Entonces, ¿crees que serán iguales los mundos que todos están
“viendo” gracias a las traducciones que sus respectivos cerebros hacen de esas vibraciones que, sin embargo, son las mismas para todos?
– ¡Es verdad! Cada uno vivirá en “su mundo”, un mundo creado
permanentemente por él, y distinto, necesariamente, de los mundos
creados y habitados por cada uno de todos los demás. ¡Es impresionante, pero tenías razón! ¡No hay, pues, un mundo físico único para todos, sino un mundo físico para cada uno!
– Pero todos creemos que sí, que el único mundo físico existente, es
el que nosotros percibimos. Y que, por tanto, todos viven en el mismo
mundo que nosotros, ¿no?
– Sí, es cierto.
– Demos ahora un paso más: Imagina que un grupo de personas está
viendo una película en la que aparecen escenas de amor, de odio, de
envidia, de resentimiento, de bondad, y de altruismo. ¿Crees que todos sentirán lo mismo?
– No. Está claro. Porque, la experiencia de cada uno intervendrá
también para interpretar cada escena y lo que cada uno sienta será distinto de lo que sientan los demás, aunque la escena haya sido la misma para todos.
– O sea, que cada uno de los presentes creará su propio mundo
emocional, ¿no?
– Absolutamente.
– Sin embargo, creerá que todos los demás viven en el mismo mundo
emocional que él que es, precisamente, el suyo.
– No cabe duda.
– Pues vamos a dar aún otro paso en nuestra investigación:
Imaginemos que al mismo grupo de personas se les da una cuartilla
con una serie de refranes escritos en ella y se les pide que, tras cada refrán escriban sus comentarios al mismo. ¿Crees tú que coincidirán esos comentarios?
– Con toda seguridad, no. Porque cada refrán les habrá hecho buscar
en su propia experiencia algo relacionado con el pensamiento contenido en él y cada uno habrá pensado cosas distintas.
– Hemos llegado, pues, a la conclusión de que las vibraciones, tanto
de las percepciones de los sentidos, como de las emociones, de los
pensamientos y de los actos, tanto propios como ajenos, aunque sean las mismas, nos hacen reaccionar a todos de modo distinto, ¿no?
– Sí.
– Y que, por tanto, cada uno de nosotros, en base a las traducciones
que nuestro cerebro hace de las sensaciones, las emociones, los
pensamientos y los actos propios o ajenos, vamos configurando el mundo en que vivimos. ¿estás de acuerdo?
– Completamente.
– Sigamos, pues, reflexionando: Si todo es interpretación, en base al
contenido de nuestras propias percepciones, de nuestras propias emociones y de nuestros propios pensamientos, o sea, de nuestra propia experiencia, no cabe duda de que esas interpretaciones del mundo estarán teñidas por lo que hay, según nuestra propia memoria, en nuestras propias percepciones, emociones y pensamientos, ¿no?
– Sí. Es lógico.
– O sea que, por ejemplo: Si uno tiene tendencia a apropiarse de lo
ajeno, teñirá todas sus interpretaciones de la conducta ajena con ese
mismo color y verá ladrones por doquier y hará bueno el refrán que nos recuerda que “cree el ladrón que todos son de su condición”. ¿Estás de acuerdo?
– Completamente. Es asombroso, pero es incontestable.
– Y el obseso sexual verá en los demás lo que él tiene en su mente, es decir, sexo, provocación, tendencia, búsqueda, satisfacción, dependencia, obsesión sexual, etc. y les atribuirá a ellos lo que, en realidad, le pertenece sólo a él y – ojo, porque esto es importante – creerá, en todo momento, que está viendo e interpretando ¡”La Verdad”!
– ¡Es cierto!
– Fíjate cómo vamos a parar a la afirmación de aquel filósofo griego,
Parménides – que se dedicó a investigar que podían ser la verdad y el bien – y que afirmaba que “el hombre, cada hombre, es la medida de todas las cosas”. Porque, a la postre, todos acabamos creyendo que estamos en lo cierto cuando, en realidad, estamos sólo en ”nuestra verdad”. Por eso la enigmática promesa de Cristo: “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres”. Porque, una vez convencidos de que lo que nosotros llamamos “el mundo” es, en realidad, sólo “nuestro mundo”, dejaremos de juzgar a los demás y empezaremos a juzgarnos a nosotros mismos a través de las atribuciones de vicios, defectos o tendencias que les hacemos. ¿Está claro?
– Clarísimo. Éste es para mí el mayor descubrimiento de mi vida.
– Y de la mía. Porque, si todos creemos que hay sólo un mundo, y
que es precisamente el que nosotros hemos creado, es fácil de comprender la razón de los desencuentros, de las luchas, las discusiones, las guerras, las diferencias, los fanatismos, las liberalidades, el perdón, el odio, el resentimiento, el desamor, la intolerancia, la incomprensión, la venganza, y demás actitudes no fraternales.
– Sí. ¡Y todo derivado de la enorme ignorancia del hombre sobre sus
propios mecanismos internos!
– Exacto. El problema es que casi nadie se ha dado cuenta, a pesar de Parménides. Y, entre los que lo han hecho, la mayor parte no lo creen y, si lo creen, no lo tienen presente en sus vidas y, por tanto, no lo utilizan.
– Tienes razón, pero ¿cómo se puede utilizar ese conocimiento?
– Vamos a seguir reflexionando y lo descubriremos: Hemos dicho que
la traducción de lo que significan las vibraciones que los nervios de los sentidos perciben, así como las de las emociones y las de los pensamientos y actos, propios o ajenos, la hace nuestro cerebro. Pero el cerebro (la mente) no es más que un instrumento nuestro que empleamos para pensar, ¿no?
– Hombre, de eso no estoy tan seguro.
– Vamos a ver: Si tú quieres pensar, piensas y, si no quieres pensar, no piensas. Y, si quieres pensar sobre un tema determinado, lo haces, y si no quieres, no. Pero, como tú no puedes ser, al mismo tiempo, el que manda y el que obedece, es claro que tú no eres tu cerebro (ni tu mente), sino algo superior a él, que le da órdenes que él cumple.
– Es innegable.
– También es cierto que lo que pensamos nos afecta, de modo que, si
es bueno, nos alegra, nos beneficia y nos hace sentir mejor pero, si es malo, nos duele, nos entristece y nos hace desgraciados, ¿no es eso?
– Sí, es cierto.
– Entonces, ¿por qué no usar todo este conocimiento en beneficio
nuestro y de los demás?
– ¿Cómo?
– En cuanto a nosotros, siendo conscientes de que, como acabamos
de ver, creamos nuestro mundo y los demás hacen lo propio creando el suyo. Y, en cuanto a todos, cambiando la traducción que hace el cerebro.
– ¿Cambiando la traducción?
– Imagina que, por ejemplo, te duele la garganta. Y te sientes mal.
Eso se deberá a que un nervio del sentido de tacto, de tu cuerpo físico, ha transmitido al cerebro una vibración que éste ha traducido como de dolor.
Si tú aceptas esa interpretación, te seguirá doliendo. Pero, ¿qué ocurrirá si retraduces esa señal como “¡qué bien se encuentra mi garganta!”?
– No sé…me tienes sorprendido. ¿Qué pasará?
– Lógicamente, que te sentirás mejor. Y, si insistes, se te irán el dolor
y hasta la causa del mismo. Porque tu mundo lo creas tú, no lo olvides. Tú eres el que manda y, si un día tu cerebro aceptó la orden de los demás para traducir esas vibraciones como dolor, puedes ahora darle la contraorden de que las traduzca como bienestar. Y él lo hará. Y eso te permitirá ser el dueño de tu destino. Lo cual no quiere decir que te niegues por este sistema a todo lo que no te apetece o no te gusta, sino que serás tú el que crearás tus propios parámetros para interpretar los estímulos que te lleguen de exterior y no vivirás creyendo y obedeciendo las interpretaciones ajenas que heredaste o aprendiste.
– ¿Es posible?
– Claro. Y, si tienes dificultades para aprender algo y te repites,
convencido de que puedes: “¡qué sencillo me resulta aprender esto!”, lo aprenderás fácilmente. Y, si alguien te resulta antipático y te repites con afán de retraducir lo existente: “¡qué bien me cae esta persona!” acabarás apreciándola y la harás cambiar a ella para bien. Porque las emociones y los pensamientos, como hemos visto, nos influyen, nos configuran, a nosotros y a los demás, lo mismo que construyen y configuran el mundo.
– Es impresionante, pero es indiscutible.
– Entonces, ¿por qué no vivir en un mundo feliz en vez de en un
mundo desdichado y lleno de problemas? El mundo es lo que nosotros mismos creamos, tanto a nivel individual como a nivel colectivo.
Empecemos, pues, nosotros, a creernos eso, de verdad, y a crear un
mundo mejor. Es fácil, es barato y disponemos del conocimiento y los
medios para lograrlo. Intentémoslo, hagamos cada uno nuestro propio mundo lo más acogedor y feliz posible y seamos felices en él, y pronto harán lo mismo nuestros parientes y amigos, y el círculo se irá ampliando, porque el pensamiento es contagioso y es creador y, a medida que la gente se vaya concienciando del arma de que dispone, la utilizará y empezará a ser feliz. Y todo cambiará.
Si todos comenzamos cada jornada diciéndonos, convencidos de
nuestra capacidad creadora: “Qué bien me encuentro y qué bien va el mundo, y qué buena es la gente y qué sanos estamos todos y cómo nos queremos unos a otros y qué hermosa es la vida…” si lo hacemos así, nosotros cambiaremos y seremos dichosos y nos acostumbraremos a ver lo hermoso de la vida y del prójimo, y los media verán y transmitirán sólo buenas noticias y pronosticarán otras mejores, y la gente se levantará cada día con mayor ilusión y más preocupada por los demás y menos por sí misma y más dichosa y desaparecerá el miedo que a todos nos oprime y el mundo no tardará en ser feliz. Es una ley natural. Y las leyes naturales no fallan nunca. Pero somos los humanos, los creadores de mundos, los que hemos de dar el primer paso.
Porque dice la escritura que Dios hizo el mundo en seis días y que el
séptimo descansó. Y descansó porque el séptimo día es el de nuestro turno y somos nosotros los que hemos de terminar la Creación.
* * *

Del tiempo presente y su proyección inmediata

DEL TIEMPO PRESENTE Y SU PROYECCIÓN INMEDIATA
– Por Susan Lee White –

En 1925, la poetisa mística Ella Wheeler Wilcox, visitó a Mt. Ecclesia y contó una historia de cómo ella y su esposo, Robert Wilcox, estuvieron en medio de una tormenta:

Un barco zarpa para el Este y otro para el oeste,
Soplando para ambos los mismos vientos,
Es el timón del marino y no el viento
El que determina el camino que se debe seguir.
Los vientos del mar son como los planes del destino
Mientras viajamos a través de la vida.
Son los actos del alma los que determinan el rumbo
Y no la calma o la tempestad.»

La búsqueda frenética de los placeres materiales, los deportes violentos y peligrosos, el entretenimiento degenerado, la literatura pornográfica y las formas artísticas que atraen a las masas y los rasgos brutales del crimen de hoy, todo esto es propio del fin de la Edad de Piscis. Cuando Jesús vino al mundo también se hallaba cerca el fin de una Edad, la de Aries. Cuando se acerca el cierre de una Edad, se hace necesario hacer cambios que permitan moverse hacia la nueva y no quedar rezagados. También se dan cambios etéricos que originan tormentas en los sistemas mentales, morales, sociales, políticos y religiosos.
Ahora, al igual que en la época de Jesús, observamos estos disturbios presentes. La humanidad ha tenido 2000 años para mejorar y obtener conocimiento y sabiduría. Mentalmente hemos mejorado en conocimientos materiales y hemos hecho considerables avances; igualmente en el campo social y humanitario se han hecho avances significativos pero, aún nos falta mucho por vencer el intelectualismo extremo, el cual llega a tornarse egoísta y cruel.
Los grandes cambios mundiales tales como los que estamos enfrentando ahora conducen inequívocamente a la humanidad hacia un remolino de experiencias místicas.
Hoy existen problemas que dejan perplejos a los hombres más sabios, y el mundo parece estar al borde de la autodestrucción. La gente está cambiando la moral, los hábitos y la ética y es difícil darse cuenta hacia dónde vamos.
Marcos, 13, nos dice en palabras de Cristo Jesús: “En aquellos días habrá aflicción, tal como no hubo desde el comienzo de la creación”.
Vemos al pobre mundo temblando, en busca de algo en donde pueda anclarse. Y la respuesta la tiene la Fraternidad Rosacruz y las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental.

¿CUÁL ES LA SOLUCION?
La respuesta radica en las palabras del Hamlet de Shakespeare :
«Esto por encima de todo: esforzarse por ser uno mismo, verdadero , día y noche, sin proyectar falsedad sobre los demás.»
¿Qué es este ser? Es el dios-Yo en nosotros, la chispa divina dentro de cada uno, de cada ser humano.
Para comenzar a salvar el mundo es imprescindible primero salvarnos a nosotros mismos, actuando y viviendo como hijos de Dios. Debemos reconocer y estimular las capacidades divinas latentes dentro de nosotros. Debemos comenzar seriamente a vivir las enseñanzas de Cristo-Jesús. Sólo así
se impedirán las guerras y los derramamientos de sangre.
Al estudiar el plan de Dios de la evolución podemos observar cómo el hilo del destino se teje en todos los campos del esfuerzo.
El Sol, en su jornada evolutiva, fue dando nacimiento a un planeta tras otro junto con un grupo de seres pertenecientes a cada uno, los cuales requerían de un ambiente determinado para su desarrollo.
Podemos seguir el hilo del destino siempre trabajando en armonía con el divino plan del Padre.
La tierra y sus cuatro reinos: mineral, vegetal, animal y humano, están todos esforzándose bajo un divino impulso hacia delante y hacia arriba. Un ímpetu invisible mueve todas las oleadas de vida hacia un estado de perfección, a la reunión con el Padre como seres perfectos, donde la creación manifiesta las mismas cualidades de su creador. Para que las criaturas lleguen a Su estatura, el Padre ha delegado en una serie de jerarquías de seres altamente avanzados para que asistan, inspiren, estimulen e iluminen las oleadas inferiores de la vida que, en su ignorancia y ceguera, se esfuerzan para lograr su objetivo.
La oleada de vida humana ha luchado en la oscuridad. Algunas veces parece adelantar y hacer avances espirituales, para luego retroceder durante un tiempo. Algunas razas parecen estacionarias, haciendo muy poco o ningún progreso, hasta que alguna catástrofe les acontece y sirve para despertarlas y ser conscientes de su divina herencia. La humanidad anda en medio de crímenes, egoísmo, envidias y odios que producen sufrimientos y muerte. Desafortunadamente, es solo por medio del sufrimiento que aprendemos a no obrar mal y por tanto a crecer. Cuando el mal se hace tan grande, tan mayúsculo, es necesario que sea derramada la sangre para que se efectúe una limpieza en la raza.
El Sr. Heindel, en “Preguntas y Respuestas”, nº 205, nos dice que «es un hecho que, aunque desde el punto de vista humano tenemos guerras que son lamentables, es igualmente cierto para el ocultista que estas guerras limpian la sangre de la raza considerablemente, de modo que la humanidad se
vuelve cada vez menos apasionada y más espiritual. »
Para los líderes de la humanidad siempre ha sido una urgencia la espiritualización del Ego humano, el desarrollo del dios interno. Hacia adelante y hacia arriba, hacia Dios, es el lema humano y con el fin de lograr este proceso y ayudar a la humanidad a aprender su lección es que el sufrimiento, la enfermedad y la tristeza cumplen su papel tocante a que el ser rebelde se enderece.
Podemos entender que las guerras son siempre el resultado del rechazo del hombre a seguir los dictados de su Yo Superior. Los pecados – errores – que fácilmente nos subyugan, toman la delantera y eventualmente estalla la guerra como una erupción cuyo fin es limpiar la sangre de las impurezas.
Al final de “Iniciación Antigua y Moderna”, el Sr. Heindel dice : » Como se enseña en el mito del alma, llamado Parsifal, así ocurre realmente en la vida del místico Cristiano. Debe , pues, beber hasta las heces del cáliz del dolor y de la amargura; debe apurarlo totalmente, de modo que con el dolor acumulado, que amenaza consumir su corazón, pueda darse y ofrecerse a sí mismo sin reservas ni limitaciones para la curación y la ayuda de sus semejantes; pero él observa que, en el supremo dolor, ellos no pueden confortarle y, por tanto, vuelve sus ojos hacía el único manantial de consuelo: el Padre Celestial.»
Así que, al comenzar a tejer el tapete del nuevo siglo y del nuevo milenio, recordemos que se nos ha dado el derecho de escoger cómo será el panorama que nos espera.
¿Será un cuadro de belleza o uno de tristeza, dolor y sufrimiento?
Los hilos que estamos tejiendo en nuestro tapete hoy, determinarán cual será el diseño de nuestra vida mañana. ¿Será la sabiduría divina la que nos guíe o será el egoísmo el que nos hará colocar hilos de mala calidad en él?
Nosotros somos los diseñadores. Se nos ha dado el privilegio de crear un diseño propio, por eso, al tejer esas hebras del destino, sigamos las leyes de Dios y así tendremos su poder en nuestras manos para crear diseños de belleza, armonía, alegría, amor y paz.
Acerca del enigma de la vida:
¿De donde venimos?
¿Porqué estamos aquí?
¿Adónde vamos?

Tres teorías han enfocado las respuestas a estas preguntas:

1. La materialista. 2. La teológica, 3. La del renacimiento.

2000

Después de siglos y milenios de luchas, de esfuerzos vanos para obtener la justicia y el derecho a vivir, a pensar y al desarrollo del individuo, la mujer ha llegado al punto en el que su papel es reconocido y sus incansables obras de progreso están mostrando resultados.
Al alborear la Nueva Edad y volverse más fuerte la influencia humanitaria, la mujer se equiparará al hombre en todas sus funciones. Las fuerzas positivas y negativas – es decir, masculinas y femeninas – en todas las cosas serán equilibradas y serán obtenidos los mejores resultados, por lo que, volviéndose más puras y fuertes, se educarán a sí mismas en todos los campos, de modo que se ejerciten a fondo a la altura de esa mitad que les corresponde en el gran esquema.
El Sr. Heindel dice que la civilización será elevada y restaurada en la Nueva Edad solamente en la medida que se reconozca la parte femenina que ha sido olvidada y que se reeduquen las masas con respecto a su importancia en la vida diaria. Los Egos en cuerpos femeninos, naturalmente expresan más las cualidades femeninas eternas del alma, y, por lo tanto, se hallan más a tono con el lado subjetivo de la vida.
Es esta parte escondida de la naturaleza femenina lo que le da el toque de misterio y al cual sólo se puede aproximar el hombre varón en la medida que desarrolle la mujer dentro de sí.
Todo cuanto ocurre en el mundo es el resultado de una ley cósmica: y debido a que el hombre le ha dado más énfasis a la parte masculina, a costa de la femenina, es que el mundo se ha sumido en el caos y el conflicto universal. La civilización ha quebrantado el principio unificador que conocemos como el amor, el aspecto del divino femenino.
Con el tiempo todos aprenderemos que la Humanidad solo podrá elevarse observando a la mujer como igual al hombre porque, bajo la ley de renacimiento, el alma renace alternadamente en ambos sexos y los opresores de una Edad aparecerán como los oprimidos en la siguiente. La falacia de un
doble estándar de conducta que favorece solo a un sexo a costas del otro, debería ser aparente a todo aquel que crea en las vidas sucesivas, gracias a las cuales el alma progresa de la impotencia a la omnipotencia. Ha sido demostrado que, lejos de ser inferior al hombre, la mujer es al menos igual y
muy a menudo superior a él en cargos de ocupaciones mentales, sobre todo en los imaginativos.
Como dijo Walt Whitman :

“Mujer no desmayes, vuestra tarea todo lo abarca, tu eres la puerta del cuerpo y tu eres la puerta del alma”.

El mismo hecho de que intuitivamente sabemos que tenemos dentro de nosotros un gran potencial y posibilidades que buscan expresión, más el hecho de que prácticamente todos ansían desarrollarlas con el fin de desplegar el gran ser que cada uno siente por dentro, junto a la urgencia de alcanzar una vida más plena, todo ello es nuestro testigo diario del propósito verdadero de la naturaleza con respecto al hombre y a la mujer.
Es únicamente debido a que estamos preocupados con nuestras presentes limitaciones y nuestra conciencia individual, tal como por ejemplo, Juan Díaz o María Gómez, por lo que raras veces nos damos cuenta de la divina urgencia de ese gran ser dentro de nosotros, el ser que realmente somos y de cuyas inmensas posibilidades no somos aun conscientes.
Pero, dentro del nuevo milenio, en esta mágica temporada, abramos nuestros corazones a estas enormes posibilidades y hagamos de ésta una experiencia mística especial.
Crezcamos en comprensión de nuestra unidad con el divino Ego y pongámoslo en acción en nuestra vida diaria, especialmente esta noche, junto a la energía de los humanos. Podemos manifestar así una mayor y más profunda individualidad, superior a nuestra conciencia de la personalidad.
Entraremos a una nueva vida y nos convertiremos en cocreeadores, autogeneradores de nuestra propia energía divina y destino. Comencemos por lo menos a trabajar conscientemente con el propósito real de la evolución.
Esta temporada no ha de ser como cualquier otra. Todos emplearemos el poder de esa riqueza escondida de la que somos conscientes en alguna extensión. En nuestras vidas hemos de encontrar algún nuevo rasgo del carácter para ser moldeado por las energías del nuevo milenio. Permitamos
que nuestros poderes y capacidades sean desenvueltos desde dentro. Que nuestras faltas, debidas a nuestra naturaleza inferior, sean corregidas por el sufrimiento, ese sabio maestro que nos permite reconocer y superar nuestros egoísmos y limitaciones.
Que el milenio traiga una nueva vida y nos dé otra oportunidad de cultivar nuestros talentos y facultades por medio de la fuerza y el poder moral generado por la devoción y la pureza, y encontremos una mayor capacidad y libertad en esta vida para desarrollarla.
Que, empleando a fondo nuestras oportunidades en el nuevo siglo y nuevo milenio, se desarrolle un nuevo prototipo de vida en vida, hasta que en alguna futura encarnación en ésta Tierra, quizás para el año 3000, nuestro carácter florezca junto a nuestro divino ser y vivamos y trabajemos en la plenitud de nuestro ser espiritual.
Dejemos esta vez atrás el pasado que queremos olvidar y démosle paso al nuevo milenio y al nuevo siglo y tengamos una oportunidad de crecer esta noche. ¿Se preocupa el roble de la semilla de donde salió? ¿O la mariposa de su crisálida abandonada? Nosotros somos hijos de un Universo de Vida y estamos para siempre abandonando lo gastado y desarrollando lo nuevo a partir de lo viejo.

Renacimiento
Todos, como Egos espirituales, hemos desempeñado muchos papeles en este maravilloso drama.
En esta época, el drama de nuestro planeta tierra se despliega ante nuestros ojos. Es a través de estos múltiples roles como hemos desarrollado el altamente complejo mecanismo psicológico llamado naturaleza humana, que es capaz de adaptarse a muchas circunstancias de vida.
Existe una gran inquietud entre las personas hoy y algunos de ustedes pueden sentir este sentimiento de que la vida ha agotado ya sus posibilidades. La Humanidad presiente hallarse en el umbral de algún nuevo descubrimiento. La Sabiduría Occidental nos confirma que ésta es una intuición verdadera, un presentimiento de la Nueva Edad, la Era de Acuario, que amanecerá para el
mundo en la última parte de este nuevo milenio.
Ahora podemos identificarnos, o con la vida de los cinco sentidos que nos enceguece y establece un denso velo sobre la intuición y el poder creativo y hace languidecer el brillo del divino amor, o con el espíritu del autosacrificio que nos inspira.
El hombre tiene que usar su poder espiritual para comprender su esencial divinidad y romper con las ligaduras del egoísmo y de la ignorancia para entrar en el reino glorioso que está justo a un paso del umbral de su conciencia actual.
Que en esta temporada podamos permanecer con este ideal y con la esperanza de lograr la plenitud en el nuevo siglo y milenio que se avecinan.
En el nuevo siglo, muchos pioneros religiosos adoptarán – cual libro rector – el Concepto Rosacruz del Cosmos.
Neptuno en Acuario ha permitido la publicación de muchos libros sobre las experiencias cercanas a la muerte.
El Concepto será tenido como el libro más completo jamás escrito sobre metafísica.
Mucho del material entregado por Max Heindel obtendrá comprobación científica.
Descubrimientos síquicos detrás de la cortina de hierro.
Podemos esperar 200-300 años más de materialismo, antes de que logremos una sociedad espiritual.
Nuevas tecnologías en el horizonte.
El Siglo XXI traerá revolucionarios avances en biomedicina, tecnología y conocimientos para beneficio de la humanidad.

* * *
Petición de ayuda a la salud

SOLICITUD POR SALUD DIRIGIDA A:
Rosacruz Fellowship – International Sede
2222 Mission Avenue, Oceanside, CA 92058-2329, EE.UU.
(760) 757-6600
(760) 721 – 3806 (fax)

FRATERNIDAD ROSACRUZ
222 Mission Avenue P.O. 713
P. O. Box. 713, Oceanside, CA 92058-2329
U.S.A.

FAVOR DE ESCRIBIR CON TINTA
LIQUIDA, NO USE BOLÍGRAFO Fecha de solicitud ________

Nombre completo_________________________________________
(COMO LO VA A USAR SIEMPRE)
Dirección:
Calle y número___________________________________________
Ciudad, provincia, país, código ______________________________
¿Es Ud. Miembro activo de la Fraternidad Rosacruz?

Estudiante Regular Probacionista Núm. Id.___________

Fecha de nacimiento: Día_________ Mes__________ Año______
Hora: Mañana________ Tarde________ Noche___________
Lugar de nacimiento _______________________________________

Ciudad más cercana _______________________________________
Sexo___________ ¿Casado?___________ ¿Hijos?_______________
Ocupación _______________________________________________
Usa usted licor? ____________________ ¿Tabaco? ______________
¿Come usted carnes?_______ Describa su alimentación___________

¿Ha sido operado alguna vez?________________________________
¿De qué y cuándo? ________________________________________
Enfermedades anteriores___________________________________
¿Ha estado bajo el cuidado de algún médico?___________________
¿Está tomando medicamentos? ______________________________
¿Hay algún diagnóstico? ____________________________________
Describa sus síntomas presentes_____________________________

Nota: si este impreso no es suficiente, escriba o amplíe lo necesario en una hoja aparte. No se olvide de enviar el franqueo de respuesta en Cupones Internacionales, sellados previamente por su oficina de correos.

IMPORTANTE: EL PACIENTE MISMO DEBERA LLENAR LA SOLICITUD, ESCRIBIENDO LOS DATOS CLARAMENTE.
= = =

De algunos porqués o diferencias entre hombre y mujer

Empezando por los vehículos más densos, y siguiendo hacia los superiores, lo que ocurre es que el Cuerpo Físico es positivo en el hombre y negativo en la mujer y por eso el hombre posee más fuerza; pero, el Cuerpo Etérico es positivo en la mujer y negativo en el hombre, por lo que aquélla posee más resistencia, soporta mejor el dolor y vive más tiempo; el siguiente vehículo, el Cuerpo de Deseos, o astral, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y, por eso, los deseos son más acuciantes e intensos en aquél; el siguiente Cuerpo, el Mental Concreto o Mente, es positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que produce que la mujer sea más «práctica», más observadora y tenga «los pies más asentados en el suelo»; el siguiente, es el Mental Abstracto o Espíritu Humano, que es positivo en el hombre y negativo en la mujer, por lo que al primero se le dan mejor las matemáticas, la filosofía y las grandes concepciones abstractas; el siguiente Cuerpo es el Espíritu de Vida, positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que hace posible la proverbial intuición, imaginación y concepción femenina; y, el último, el Espíritu Divino, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y, por ello, aquél tiene una voluntad más fuerte y activa.
= = =

Acerca de la celebración de la Eucaristía

DIÁLOGO – (punto concreto) – Todo el plan de la Eucaristía está previsto de modo que se sincronice con las corrientes magnéticas solares.
– ¿Qué quieres decir con eso?
– Que entre el Sol y la Tierra hay un flujo y reflujo permanente de corriente magnética. De medianoche a mediodía circula del sol hacia la Tierra; y desde mediodía hasta medianoche, de la Tierra al Sol. La Eucaristía ha de aprovechar la corriente del Sol hacia la Tierra. Por tanto, si se celebra pasado el mediodía, no tiene lugar la Transubstanciación. Será un acto devocional, sí, pero no la Eucaristía. Deberá, por lo menos, haber comenzado el acto antes de mediodía porque, recién comenzado el reflujo hacia el Sol, aún no es lo suficientemente fuerte para anular la energía que evoca la misa, y, por tanto, las formas consagradas después de mediodía no quedan debidamente consagradas.
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Algo más acerca de las religiones

(Con el respeto personal y general de siempre) Todas las Grandes Religiones conocidas hasta el momento, excepto el cristianismo, son «Religiones de ley» o lunares, es decir, religiones dadas por Jehová, regente de la Luna. Son religiones cuyo fundamento consiste en el «ojo por ojo y diente por diente», religiones todas ellas violentas y justicieras en sumo grado, además de que todas ellas están dirigidas al control del «Cuerpo de Deseos», el cuerpo en que reside el placer. Más elevada en espiritualidad nos llega el cristianismo y basada en el amor, el perdón, la piedad, la misericordia y la compasión, es una religión solar, pues viene directamente de Cristo, regente del Sol. Es por tanto una religión de paz, de tolerancia, de altruismo, etc, etc, etc…Aunque lo ignoremos, las religiones siempre siguen al desenvolvimiento civil de los pueblos y razas. Conocemos hasta ahora, y por tanto, religiones lunares (Jehová) y solares (De Cristo), pero falta aún la de El Padre para completar las religiones aducidas por La Trinidad, la cual aún tardará en llegar. Saludos.
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Recopilando 88 años de vida nada aburrida1
[Fco. Manuel Nácher López]

Hoy cumplo 88 años. Al parecer, esto es sólo una frase. Pero contiene toda una vida. Y una vida es algo muy serio, sobre todo para su protagonista. Y, a medida que va transcurriendo, uno se va concienciando de que, contra lo que la gente cree, la vida no nos “llega”, no nos “vive”, ni nos sorprende, sino que la vamos creando nosotros con todas las decisiones que vamos tomando, porque “vivir es decidir” y es imposible estar vivo, ni un solo minuto, sin estar decidiendo.
Y, cuando se llega a la edad que cumplo hoy, resulta inevitable “decidir”, casi sin darse cuenta de la decisión, repasar esa vida tan larga y hacer una especie de “balance”. Porque, es raro el mes en que uno o más amigos, parientes o conocidos de tu generación no han desaparecido ya, han hecho “mutis por el foro”, como se dice en el argot teatral, y nos han dejado un vacío en el corazón y una serie de escenas y de vivencias y de emociones y de enseñanzas, que forman parte ya de nuestro yo.
Nací el Valencia, el 10 de agosto de 1928, viernes, a las cuatro de la tarde, como primogénito de la familia que mis padres habían construido dos años antes.
No voy a cansar, a quien se atreva a leer esto, con el relato de toda mi vida, no. Sólo me referiré a las cosas poco corrientes que he hecho, a lo largo de los años, ésas que no todos las hacen, pero que repercuten en la vida de la gente, y me he preguntado muchas veces por qué me tocaba a mí ser su protagonista. Eso me lo pregunté, admirado, muchas veces, pero sólo encontré la respuesta a los cuarenta y cuatro años, cuando cayó en mis manos un tratado de Numerología. Allí descubrí que yo era un “hombre once”. Y me enteré de que lo era porque la suma numerológica de las cifras de mi fecha de nacimiento (10+ 8+1928=1946), tras eliminar los nueves y sumando los otros números da, como resultado, necesariamente, once. Porque resulta que el once es el primer “Número Maestro” (lo son todos los que se componen de dos cifras iguales como el 22, el 33, el 44, etc.
El que hable del once no es por presunción, sino porque tengo un nieto, nacido el 17 de noviembre de 1999 (o sea, 17+11+1999=2027=11), que es también un hombre once y, como leerá este escrito de su abuelo, quiero que sepa lo que le espera, que no se va a aburrir..
Y, ¿qué dice la Numerología del “hombre once?” Pues dice que:
“Tiene tacto y extremada diplomacia. Coopera y también tiene paciencia. Trabaja bien en grupos y consigue encontrar una forma de crear armonía entre opiniones divergentes. Le gustan la poesía y la música y precisa de ambientes armoniosos. Tiene ojo para la belleza y buen gusto para el equilibrio y el ritmo. Posee una mente aguda y sutiles habilidades analíticas. Sabe planificar y puede organizar a la gente para llevar a cabo sus planes. El pionerismo es innato en el hombre once. Y debe acostumbrarse a vivir con ese fardo. Usando la determinación y la creatividad que posee, podrá alcanzar mucho éxito.”
Después de esta explicación, se comprenderá mejor la vida que sigue, de la que relataré sólo lo que se sale de lo normal:
1.- Mi contacto con el 11 empezó cuando, a los 10 años, en plena guerra civil, fui ingresado en un sanatorio antituberculoso, y se me asignó el número 74 (7+4=11).
2.- En 1953, terminadas la carrera de Derecho, el Peritaje Mercantil, y el Servicio militar obligatorio, del que salí como alférez del ejército del Aire, con el fin de aprovechar las siguientes vacaciones de verano, me dejé barba y me puse a pintar, actividad que siempre me había intrigado. Y, como autodidacta, di a luz varios óleos, no del todo malos, que aún adornan mi casa de Madrid y mi piso de la Malvarrosa, en Valencia. Y, al mismo tiempo, empecé a estudiar solfeo con la que había sido directora del Conservatorio de Música de Valencia y maestra de piano de todas las mujeres de la familia de mi madre y, de aquellos estudios, salieron mis dos únicas obras musicales conocidas y registradas: un villancico titulado “Amor y paz” y un Avemaría que, años después, un buen amigo internético sudamericano, al que no conozco personalmente, interpretó con los niños de un coro que dirigía y me envió una grabación que, suelo usar para felicitar las Navidades a mis amigos, pues resultaron muy agradables al oído.
Luego, lógicamente, la vida me obligó a cosas más prácticas y me puse a ejercer la abogacía en el Puerto de Sagunto, donde había miles de trabajadores, mal atendidos jurídicamente, en los Altos Hornos de Vizcaya
3.- El 20 de agosto de 1955 me casé, en Alemania, con una hermosa joven alemana, que trabajaba en el Colegio Alemán de Valencia.
4.- En 1956 gané dos concursos públicos del Ministerio de Agricultura y se me adjudicó el tratamiento de las plagas de una zona de encinares en Trujillo (Cáceres) y otra de olivos en Beas del Segura (Andalucía), para lo cual, hice un cursillo del propio Ministerio, fundé una compañía de tratamientos agrícolas y contraté seis capataces de Valencia y 120 obreros locales.
5.- El año 1957 gané, de nuevo, sendas adjudicaciones en las mismas provincias. Ello me permitió conocerlas a ellas y a sus gentes. Pero el estado suspendió el año siguiente los concursos, ya que las plagas habían sido desalojadas.
6.- En 1959 empecé a publicar una historia universal, en forma de periódico, en fascículos mensuales A los pocos meses, el Ministerio de Educación me comunicó que suscribía a mi obra a todos los Institutos de Enseñanza Media de España, dado el interés que mi Periódico de la Historia, suscitaba entre los docentes. Con ello, tenía asegurada una rentabilidad y una larga vida de mi obra.
7.- A petición de una emisora de radio de Valencia, confeccioné guiones radiofónicos semanales para la representación de mi Periódico de la Historia.
8.- El 26 de abril de 1961, cuando mi publicación iba por el número 16, mi mujer, que estaba embarazada de varios meses, falleció repentinamente de un derrame cerebral (26+4+1961=1991= 11). Así que, en un instante, me quedé sin mujer y sin hijo. Eso me produjo una gran depresión y el abandono de mi publicación y del interés por seguir viviendo
9.- En 1962, repuesto en parte del bajón anterior, siendo la Región Valenciana la de mayor riqueza agrícola del país, sugerí al director del diario Levante, de Valencia, la edición de una Página Agrícola semanal y fui nombrado su director, buscando yo el equipo correspondiente formado por ingenieros y peritos agrícolas y veterinarios y redactando y firmando yo el editorial de cada número. Hace unos cinco o seis años, en una de mis idas a Valencia, donde tenemos un piso, compré el Levante y me encontré con mi Página Agrícola, que seguía viva tras tantos años.
10.- En julio de 1963, gané los Juegos Florales de Valencia, Sección de Agricultura, con un manual práctico sobre las plagas de los frutales y sus tratamientos.
11.- En diciembre de 1963, me casé con mi actual esposa y madre de mis hijos.
12.- Desde 1964 hasta 1969 trabajé, con otros tres abogados, como socio de una empresa constructora, que fue la inventora de la Construcción en Comunidad. Y construimos varios edificios singulares de la ciudad. El gobierno tuvo que promulgar una ley para regular la construcción en comunidad, que empezó a extenderse rápidamente.
13.- En 1969 se me propuso como director de una agencia de Viajes receptiva, que controlaba el tráfico turístico entre Valencia y Baleares.
14.- En 1970 logré la creación de un vuelo semanal directo entre Valencia y Canarias, que aún perdura. Este vuelo cambió la tradición inmemorial de que los viajes de novios de los valencianos fueran a Mallorca, y empezaran a derivar hacia Canarias, que se puso de moda.
15.- Ese mismo año, se creó en Valencia la Escuela Oficial de Idiomas y, sin pensarlo dos veces, me matriculé en los cuatro que se impartían: inglés, francés, alemán y ruso.
16.- Todo lo anterior lo fui compaginando con el ejercicio de la abogacía. Y no quisiera omitir el último caso que llevé en Valencia, por ser poco corriente: mi cliente fue todo un pueblo y el oponente fue su ayuntamiento. De modo que yo me reunía con “mi cliente” en el teatro del pueblo completamente lleno. El asunto terminó con la destitución fulminante del alcalde y el secretario, por corrupción.
17.- En 1972 me presenté, respondiendo a un anuncio en prensa, para un puesto de directivo en una gran empresa internacional, convocado por la primera empresa de cazatalentos de España. Y obtuve el puesto. Así que, tuvimos que trasladar nuestra residencia a Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde seguimos residiendo 44 años después.
18.- Fui nombrado subdirector general de una Agencia de Viajes Receptiva de Turismo, de nivel nacional. Y, además de dirigirla, me pasé algunos años, viajando varios meses por Europa, América, Asia y África, para conseguir tour operadores de turismo, que nos enviasen sus clientes. La gran afluencia de turistas de que disfrutamos ahora empezó con mi generación pues, turísticamente, España era entonces un país desconocido. Ni que decir tiene que los idiomas aprendidos en Valencia los tres años anteriores a nuestro traslado a Madrid, me vinieron muy bien para manejarme por el mundo con bastante soltura.
19.- En 1979, como era yo quien examinaba a los aspirantes a entrar en la empresa, que tenía varias sucursales y, como era lógico, les exigía el título de Agente de Viajes, sentía cierta vergüenza por exigir algo que yo no tenía, así que, me matriculé en la Escuela de Turismo y cursé los tres años de carrera, en los tres idiomas en que se impartía (inglés, francés y alemán), obteniendo, a la vez que el título de Director de Empresas Turística, el de Guía de Turismo de Madrid
20.- En 1980, ante las exigencias del mucho trabajo en la Dirección General, y pensando que la informática, recién nacida, podría ayudar a aliviar aquello, la estudié un poco, hice los programas informáticos oportunos para la empresa, compramos el material necesario y comenzamos a funcionar perfectamente, con gran sorpresa de los directivos mundiales, que me conocían sólo como abogado y que, incluso vinieron a Madrid a comprobar que era yo quien hacía los programas, regresando a Bruselas (Dirección General Administrativa de la gran empresa) totalmente satisfechos.
21.- En, el año 1981 Madrid, enterados algunos agentes de viajes de mi actuación, me pidieron que pronunciase una conferencia para explicarles todo lo que con la informática se podía simplificar y agilizar el trabajo en las agencias en todos los aspectos. Y ahí empezaron todas las agencias de viajes españolas a usar la informática.
22.- En 1990 fui nombrado Administrador General para España, de la empresa de la que la anterior era filial, la mayor y más importante del mundo en esa actividad. Y en ese puesto me jubilé en 1992.
23.- El fallecimiento repentino de mi primera mujer me hizo preguntarme el porqué de aquella desgracia y pedí explicaciones a Dios. Pero no las recibí. De modo que esa pregunta, así como las anexas de: ¿quién soy yo, realmente, y por qué soy español y no chino, y por qué de mi familia y no de otra, y blanco y no negro, y qué hago aquí si no he pedido venir, y qué se supone que debo hacer, y de dónde vengo y adónde voy, y por qué y, para qué? me siguieron atormentando. Hasta que, en 1974, llegó a mis manos un libro que me dio todas las respuestas y me tranquilizó.
24.- En 1974, en agradecimiento a la claridad que sobre la vida y sus problemas me había proporcionado, me hice miembro de la Escuela de Pensamiento que es la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel.
25.- Y, en 1975 creé en Madrid el primer Centro Rosacruz de España que desde, entonces, ha sido guía y ayuda para cientos de personas de todo el país y de muchos otros de habla hispana, cuya entrada en Europa es siempre por Madrid.
26.- Como consecuencia de mi membresía, me relacioné con miembros de todo el mundo que, en 1999, me pidieron que me presentase como candidato a Síndico del Comité Directivo Mundial de la Fraternidad Rosacruz, cuya sede está en Oceanside, California. Y me presenté y salí elegido y, lo fui durante cuatro años, pasándome allí, en nuestra Sede Central, un mes cada uno de ellos.
27.- Durante esos cuatro años, logré cambiar los Estatutos de la Fraternidad, para evitar algunos abusos, que se habían enquistado en la Sede Central.
28.- Desde 1975 hasta 2015, como directivo y como miembro de nuestro Centro de Madrid, he escrito nueve libros – cuatro de ellos publicados – he pronunciado más de trescientas conferencias públicas, he creado una web propia en la que exponer todo nuestro material, he escrito cuentos, diálogos y poemas, he sido entrevistado radiofónicamente desde Hispanoamérica y desde España, he impartido cursos a los estudiantes de nuestra filosofía, etc.
29.- (2+9=11, y encontramos de nuevo el once). El año pasado, nuestro Centro de Madrid se clausuró, debido a que los tiempos actuales son, en todos los sentidos, una época de cambios profundos a todos los niveles – social, político, económico, educacional, religioso, convivencial, etc. – y han dejado de ser útiles los Centros y los Maestros y las directrices, y se está imponiendo el que cada cual sea su propio Maestro y viva de acuerdo con sus propias ideas, sin entregar a nadie ni a nada su propia libertad individual ni su propia evolución como ser humano.
Comprenderá ya, el que lea este escrito que, tras haber sido pintor, músico, abogado, periodista, agente de viajes, empresario, constructor, conferenciante, escritor, programador informático, fitoterapeuta, filósofo, poeta y unas cuantas cosas más, reconozca que no he vivido una existencia aburrida, y que espero, además, que haya sido útil para mucha gente, pues ésa ha sido siempre la meta última de mis actividades.
Llegado pues, hoy, a los 88 años, me doy cuenta de que esa vida mía se divide en dos mitades exactas: ¡44 años en Valencia y otros 44 en Madrid! Y los dos, también, números maestros.
Y no dejo de preguntarme qué me quedará por hacer, pues me encuentro aceptablemente bien – tras haber sido operado de una catarata, la próstata y una cadera – en espera de lo que se me encargue por mis propias decisiones actuales o por las consecuencias de las antiguas, ya que pienso que aún puedo dar mucho juego. Porque he llegado a un estado emocional, mental y espiritual, que yo podría calificar como el de un “Observador de la Vida”, pues no dejo que me influyan demasiado los acontecimientos ni las personas ni las emociones y soy – por lo menos así lo creo – dueño y creador de mi vida, en paz conmigo mismo y relativamente satisfecho del camino recorrido. Gracias, de corazón, por leerme leído hasta aquí.
* * *

…. Saludos
… 16.08.2016

2 comentarios

  1. Muy feliz de haber encontrado en el universo cibernético, un nuevo espacio que enriquece la obra del benemérito Max Heindel y su magna obra. Igualmente, felicito al mentor de este espacio por difundir también los escritos de este gran pensador contemporáneo, asiduo estudioso y estupendo escritor de la Filosfía Rosacruz, el español Francisco Manuel Nacher, con cuyo auxilio personal pude sistematizar mis estudios de la Filosofía Rosacruz y enriquecer mi pequeño caudal de conocimentos. Y sobre todo y más que todo, iniciar el Camino hacia la comprensión y práctica de la esencia y razón de esta forma de vida y de toda Intención Esotérica: el cambio alquímico interno personal en favor de la práctica del «Servicio amoroso, altruista y desinteresado que hacemos a los demas» lo que constituye «el camino más seguro y gozoso que conduce a Dios».

    Comentario por jose — 13/03/10 @ 8:12 am

  2. Excelentes los escritos del señor Francisco Nacher.Mis felicitaciones a él y a la pagina!!!

    Comentario por celina — 18/03/10 @ 1:20 am


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