SUMARIO
1 – Indicadores de vida para no perderse en ella
(en caso de duda, acuda a ellos)
2 – Cristo dijo: «yo no vengo a traer la paz, sino una espada».
3 – De la aplicación de la pena capital
4 – De la incineración y el embalsamiento del cuerpo
5 – Del hipnotismo
6 – Qué es y en qué consiste un tablero de ouija
7 – Los Espíritus de Raza
8 – De la Epigénesis al eslabón perdido
9 – La Trinidad y la música
10- Las estigmatas
11- Qué es el alma
12- De los vampiros
13- El padrenuestro – Su exégesis
14- ¿ …en qué consiste la alquimia
15- La oración, requisitos y poder
16- La palabra creadora
17- Las 16 razas o 16 senderos de destrucción
18- Acerca de la valentía
19- La sangre purificadora de Cristo-Jesús
20- De la obsesión
21- Del llamado «cuerpo del pecado»
22- Devas, Ángeles y Espíritus de la Naturaleza
23- ¿ Dónde te encuentras en el sendero de evolución ? (El Cuerpo de Deseos)
24- Enseñanzas directas acerca del renacimiento (reencarnación) en La Biblia
25- De la clarividencia
26- Bajo la órbita de Acuario
27- Constitución de la Tierra
28- El Cristo Eucarístico
29- El Verbo, la Palabra
30- La estrella de Belén
31- La importancia de la astrología
32- Las siete glándulas endógenas o «siete rosas»
33- Los colores respectivos de «La Trinidad»
34- ¿ Quiénes son los grandes seres de nuestra Trinidad ?
35- ¿ Por qué curan Los Rosacruces y cómo lo hacen ? Solicitud de curación
36- Los Rosacruces – Sabiduría Occidental –
37- El misterio del Santo Grial
38- Conferencias y Diálogos de Fco. Manuel Nácher: los que siguen
39- El servicio. Motor universal
40- La repetición, qué es y cómo funciona
41- Los Maestros Cantores de Nuremberg
42- La música Rock
43- Las mujeres y su auge
44- La obra operística de Richard Wagner
45- Tannhäuser
46- La restrospección, qué es y cómo funciona
47- El anillo del Nibelungo
48- Qué es la evolución
49- Quién y cómo es Dios
50- El buque fantasma o El holandés errante
51- El pueblo griego
52- Logenghrin
53- Cónócete a ti mismo
54- La mitología griega y el cristianismo vistos desde el ocultismo
55- Las diversas religiones
56- Los Maestros Cantores de Nurenberg
57- Tristán e Isolda
58- Parsifal
59- Los sacramentos
60- Anatomía de los vicios
61- Los ángeles, quiénes son y cómo funcionan
62- El sexo, qué es y cómo funciona
63- El Decálogo por dentro
64- El Karma, qué es y cómo funciona
65- El agnóstico
66- La responsabilidad ante la paternidad – Enseñanzas occidentales –
67- La retrospección, qué es y cómo funciona
68- La libertad, la literatura, el hombre y Dios
69- La interpretación bíblica
70- ¿Qué está pasando con determinadas adopciones ?
71- El Avemaría
72- El vegetariasnismo
73- En qué consisten la Verdad Absoluta y la Verdad relativa
74- La Doctrina Secreta
75- La alegría y sus clases
76- La cuna de la religión
77- El cordón de plata
78- El castillo sobre arena
79.-Acerca de la lenta desaparición de la intimidad
80.-Oración, Meditación y afirmaciones diarias
INDICADORES DE VIDA PARA NO PERDERSE EN ELLA
[… en caso de duda, acuda a ellos]
1 – DE LAS CAPACIDADES.- Lo que Vd. es capad de hacer por sí mismo, eso es lo que lo define, eso es en realidad lo que usted vale. Su amistad con personas importantes carece, pues, y en definitiva, de toda relevancia e interés.
2 – DE LA COSTUMBRE DE PENSAR O NO PENSAR.- Piense por sí mismo, ensaye pensando y hágase capaz de tomar sus propias decisiones; no deje que nadie las tome por Vd. ya sea en cuestiones políticas o en cualquier área de sus relaciones personales y privadas.
3 – DE LA RESPONSABILIDAD.- Debe estar preparado para ser consciente de todos sus actos, así como para autojuzgarse, autoaprobarse o no y asumir la responsabilidad consiguiente que pueda corresponderle.
4 – DE LOS PIONEROS.- Conviértase en pionero, en un emprendedor valiente y con coraje, aun a riesgo de su confort y seguridad; no cese en la lucha, no se rinda nunca; sabe de sobra que únicamente se constituye en “vencido” quien ha dejado de luchar.
5 – BUSCANDO UNA LUZ O GUÍA INTERIOR.- El mundo es un compendio de gran variedad y complejo, sí, pero también un tratado de lógica; por lo que, cuando dude, use el sentido común y, por tanto, actúe con lógica, pues todo lo que tiene lógica existe en el mundo.
6 – VIVIR Y DEJAR VIVIR.- Viejo y sabio adagio; piense en que, restringir la libertad a alguien de forma arbitraria, constituye un acto criminal; por ello, procure ser leal y amable, deje pasar, dé las gracias, sonría y ayude sin que se lo pidan.
7 – DE LAS LEYES.- Aunque a veces aparezcan ante nosotros leyes indignas o inicuas, para bien o para mal, las leyes dictadas por los hombres nunca son banales; tome conciencia, no obstante, de que deben ser cumplidas, mejor aún, asumidas voluntariamente; y si desea superarlas, hágalas innecesarias con un comportamiento personal exquisito, superior incluso, no ya a la letra, sino al propio espíritu de la ley promulgada en sí.
8 – EN TORNO A LOS CONTRATOS.- Cualquier contrato o promesa en que Vd. sea parte y en el que se haya hallado sometido a determinadas circunstancias, una vez que aquéllas varíen, el contrato o promesa decaen, pierden su virtualidad de atracción y, por tanto, su valor real de partida y su vigencia; reclame y luche siempre por que así sea; es una consecuencia justa y universal que debe ser atendida.
9 – EDUCAR.- Ayude a pensar a los niños por sí mismos, señáleles el “porqué” de las cosas, se lo insinúe al menos o descúbraselo de alguna forma si fuese posible, pero no se lo imponga, el niño no ha desarrollado aún la mente.
10 – ERROR SOBRE UN COLECTIVO.- Cuando cometamos un error con un colectivo de personas, no se tratará únicamente de un error único, sino que éste se multiplicará por el número de personas que compongan el colectivo dañado.
11 – EFICIENCIA.- No se quede exclusivamente en la teoría aprendida acerca de las cosas; antes bien, practique y practique, hágase eficiente, y si se equivoca, no importa, tome ahínco e insista de nuevo; el triunfo es de los que se esfuerzan y persisten con tesón
12 – EXPERIENCIA.- La experiencia es un tesoro personal e íntimo difícil de alcanzar; quien lo consiga detentar, atesorará mucho de lo cual los libros poco o nada dicen; la experiencia es una gran fuente de sabiduría; hágala valer en su vida.
13 – DERECHO A DISCREPAR.- Dentro de las normas democráticas de discusión, no se acompleje y discrepe si es preciso de los miembros de su familia, de los políticios, de sus amigos o compañeros; será señal inequívoca de que piensa y razona, de que posee criterio personal propio y que puede hacerse oír; ahora bien sea cuidadoso y juicioso tocante a aquello de que «todas las ideas son igualmente respetables», porque es un aserto que de ninguna manera es cierto; aparecerán ideas de una calidad portentosa, ideas iluminativas con las cuales puede ser construido el bien en su sentido más amplio; pero habrá otras, en cambio, que, por sus propia naturaleza y características, es preciso combatir porque en sí mismas entrañan daño o perjuicio para algo o para alguien, cuando no para la colectividad como conjunto o para los principios universales en que las sociedades civilizadas se basan y sustentan; recuerde,por ello, que no son las ideas las respetables en plano de igualdad – porque no lo son – sino única y exclusivamente lo son las personas en cuanto que seres humanos, y, por tanto, en cuanto poseedores de la esencia divina que nos acredita como iguales respeto al origen y calidad de partida; de cualquier modo, y puesto que toda discusión siempre consiste – lo sepamos o no – en algo transitorio, y tras ella, procure conservar no obstante la amistad, pues la amistad deberá planear constantemente y en todo caso por encima de las discrepancias con que azarosamente trazamos y vamos desenvolviendo nuestras vidas.
14 – SEA UN CREADOR.- Cree, innove o construya algo por sí mismo; no imite, pues corre el riesgo de copiar o imitar a alguien equivocado ya; arriésguese y aventúrese en su propio obrar; no olvide la prudencia.
15 – VISCERALIDAD.- No sea un ser irreflexivo; piense siempre antes de actuar y mediante el tiempo que sea preciso, pero hágalo así; ello hará que pueda controlar sus instintos y emociones más primarias y desenfocadas; ni la pasión, ni la ira ni las emociones desaforadas nos dejan contemplar con racionalidad y objetividad las cosas; mejore tanto sus opiniones como, y sobre todo, sus decisiones
16 – NO A LA VIOLENCIA.-Enfréntese al problema y elimine de forma radical la violencia y la ira de su vida, pues contaminan y dañan todo, lo denigran y reducen a la mera animalidad; sea una persona de este tiempo, sea un paladín de los buenos modos y la libertad.
17 – ¿… Y POR LOS DEMÁS? Los demás existen; esfuércese, pues, y procure dar o hacer algo por ellos de forma desinteresada, comparta; no está solo en el mundo y la finalidad de éste y su epicentro se centran en la “convivencia”; ella entraña una serie de contrapesos y ayudas mutuas; sin dichas ayudas, no podríamos progresar en ningún sentido, y lo que no progresa, retrograda inevitablemente, se atrofia y desaparece [ejemplo 1º: en realidad, y a fines caritativos, la ropa usada no sirve regalarla, pues su destino inmediato es la eliminación, el desecho; deberá por tanto comprar algo nuevo y entregarlo; ahí sí hay esfuerzo, dicho acto entraña compartir; ejemplo 2º: lo que hacemos de acuerdo con la ley, no supone ni entraña recompensa moral alguna, pues nos limitamos a lo mínimo , a lo exigible obligatoriamente bajo coerción, a lo estricto, no hay por tanto dación o entrega personal y voluntaria alguna hacia nada o hacia nadie; ¿… debe tirarse a la basura por ello la ropa usada ? no necesariamente, pero debemos conocer y comprender las cosas]
18 –SOBRE RENOVARSE, HACERSE NUEVO.- Revise viejas creencias y viejos idearios, viejas costumbres y ancestrales amores; conserve lo esencial y busque nuevas expresiones y formas, nuevos campos y nuevas expectativas, vaya más allá; cambie, pues, y no se haga denso, no se apelmace dentro de sí mismo, rebélese; en consecuencia, deje lo antiguo y adéntrese con razón y fe en los derroteros de este presente que ya está aquí y tiene a su mismo lado el futuro; hágase una persona más amplia y participativa, más cooperante, más altruista, más moderna y completa; conviértase ya en un pequeño dios, tienda a hacer de Vd. un individuo autosuficiente.
19 – FLEXIBILIDAD.- Necesitará ser flexible, las redes del mundo y de sus relaciones complejas lo exigen; la flexibilidad es la condición fundamental para la adaptación a cualquier medio; no tenga miedo, ser flexible le hará mejor ser humano, más sabio y más respetado por todos y ante sí mismo.
20 – DE LAS PERSONAS NOBLES.- Importante – No olvide nunca que no es el nacimiento lo que hace noble a una persona, sino exclusivamente la relevancia de su alma.
21 – AMISTAD.- Promueva la amistad universal, no se quede en su escalera o edificio, en su urbanización o barrio, ni siquiera en su ciudad ni país; salga del estrecho círculo habitual y mire más allá, pues afuera también es el mundo y la Humanidad es la concreción como conjunto; identifíquese, pues, con ella y colabore, luche con y por ella, no se quede en sus beneficios egoístas, personales y cercanos, sino extiéndalos a los demás; dar ayuda mucho en todo.
22 – DIFERENCIAS APARENTES .- Las naciones, las razas, el color, los credos, las ideologías e incluso las leyes, etc., sólo son instrumentos pasajeros y todos ellos son ya muy viejos, por lo que asimismo nos envejecen; la persona, en cambio, está ahí, y su esencia divina es idéntica a la suya y permanente; la vida es semejante a una escuela con sus correspondientes cursos, los cuales todos hemos de ir aprobando, por lo que prácticamente todos llegaremos al final debidamente graduados y sabios.
23 – DE LA SOBERBIA, DEL ORGULLO Y EL ESCEPTICISMO.- Sométase conscientemente a sí mismo y construya su humildad, de lo contrario encontrará serias dificultades para la relación interpersonal, la colectiva y la obtención de conocimiento, dado que en todas las áreas del saber alcanzamos aún muy poco; por tanto, sea capaz de asumir críticas ajenas y, por si acaso, atrévase a analizarlas, puesto que pudiera ser que en realidad contuvieran grandes proporciones de razón; los consejeros valiosos o verdaderos amigos, basados en la lealtad y amistad, pero también más alla, le harán si procede las objeciones oportunas; de aquí que, si es preciso, acéptelas y modifique humildemente sus puntos de vista o su conducta, hágalo de esta forma en el f0ondo útil y valiente, crezca; asimismo, huya del escepticismo radical y a ultranza, pues esta clase de escepticismo constituye un óbice muy serio – como arriba se ha señalado – para la obtención de conocimiento, sobre todo del conocimiento nuevo, el que ya está aquí y se incrementa a diario con suma rapidez.
24 – RELIGIONES, CONFESIONES E IDEAS RELIGIOSAS.- Los principios éticos y morales constituyen el sustento del universo; piénsese que todo ser humano es, en potencia, capaz de amar a los demás como cualquier otro; por tanto, no odie ni maldiga a nadie, pues el despliegue de tan esencial capacidad en cada uno es mera cuestión de tiempo y oportunidad; el mundo, la vida que lo llena y nutre, es algo dinámico que no espera por nadie, pues avanza o retrograda pero no se estanca nunca; procure por ello revisar de vez en cuando sus ideas personales y hondos prejuicios, porque es importante que sus delineaciones religiosas encajen dentro de un todo armónico y también lógico dentro de usted.
25 – CONFLICTOS.- Todo conflicto, excepto el basado en la agresión, – ya sea ésta física, emocional o mental, o de derechos – debe ser resuelto mediante el diálogo, y, éste, sostenido exclusivamente en el razonamiento; el conflicto surge cuando los deseos o necesidades de alguien chocan con los de otra u otras personas, sin por ello olvidar que, evidentemente, pueden aparecer deseos y necesidades «excesivos» en relación a lo que debe ser normal y legítimo; estaríamos entonces ante un supuesto de “diálogo imposible”, es decir, ante el que no cabría, desde luego, y en ningún caso, el acuerdo; colocarse en el punto o lugar del otro, es una forma adecuada para la resolución de conflictos de cualquier clase; Máximas de ayuda para su resolución: a) “…nadie puede satisfacer sus necesidades o deseos a costa de los deseos o necesidades de otro; incluso el ejercicio de un derecho legítimo no podrá vulnerar otro derecho igualmente legítimo y establecido” ; b) es lícito todo aquello que no causa daño a nada ni perjudica a tercero”; c) el bien general o común, como situación de conjunto, debe prevalecer sobre lo limitado o particular; d) los principios de justicia deben ser aplicados por igual a todos los afectados; e) el respeto de los derechos humanos constituye la piedra angular y concreta de toda acción humana; / así, pues, toda solución injusta, tarde o temprano tenderá a reaparecer, dado que no fue armonizada en su momento de acuerdo con los principios ético-morales y de justicia que son los que deben informar la estructura cívica y de convivencia del mundo, pues el organismo general siempre termina expeliendo de sí mismo lo anormal o inarmónico; en este sentido, la afirmación de que “lo que se siembra es lo que recogemos o recogeremos”, estrictus sensus, y de acuerdo con la experiencia, es una afirmación que está impregnada de una veracidad y realismo verdaderamente sobrecogedores;/a veces también se originan conflictos debido a meros malentendidos; por ello, procure dejar con prudencia los prejuicios a un lado e intente hablar con la parte o partes implicadas en el “asunto clave” informándose bien acerca de sus respectivas posiciones; tal vez el conflicto pueda solucionarse y desaparecer; en todo caso, insistimos, cualquiera que sea el conflicto, y aunque el mismo deba persistir posteriormente en el tiempo, no destruya nunca la amistad, pues es la finalidad última de los seres humanos entre sí, siempre ajustada a una convivencia justa y amorosa, fraterna y solidaria; la amistad, por tanto, es esencial.
26 – DEL PERDON.- Perdonar es un gran fundamento de la vida, uno de sus mejores y más grandiosos dones; si usted se lo propone y perdona de corazón a alguien – haya o no previo arrepentimiento en el otro, y sin nada a cambio -, su vida se engrandecerá y usted brillará en su interior y ante los demás; por tanto, atrévase al perdón, desaloje de su conciencia el odio, la venganza, el rencor y la ira y perdone, aunque ello le suponga al principio un esfuerzo de grandes proporciones; en pocos días hallará la respuesta espiritual que busca y agracederá en gran manera haber perdonado.
27 – ACERCA DE LAS NUEVAS FORMAS DE ENSEÑANZA.- Hoy, en general, los escolares ven televisión y cine, oyen música y radio, navegan por internet y además viajan entre otras muchas cosas, es decir, perciben otras características ycualidades en otras personas; por tanto, antes o después habrán de cuestionar la imposición de un sistema concreto y cerrado de valores determinados; el presente y el futuro conforman y conformarán un tiempo de cuestionamiento, de preguntas y posiciones cambiantes, dado que el conocimiento se ha incrementado enormemente y crece con rapidez; de aquí que, aquél otro tiempo de rutinas tradicionales haya tocado a su fin, motivo por el que los problemas hayan comenzado ya a ser resueltos de distintas formas y con ópticas distintas, pues las alternativas actuales también se han multiplicado y continúan multiplicándose a velocidad de vértigo; el horizonte se ensancha y abre por momentos, se ilumina, por lo que los escolares – los de todos los niveles – necesitan ver, probar, experimentar, contrastar, debatir, analizar y buscar un resultado consecuente, razonado y lógico; en aras a esto, las técnicas de solución serán primordiales, puesto que promoverán en ellos capacidad dinámica para resolver cualquiera que sea el problema planteado; la antigua práctica de la memorística viene así a su término o conclusión, pues incluso las Humanidades deberán ser discutidas y contrastadas mediante puntos de vista amplios y abiertos (…sirva de ejemplo la vigente propuesta para la conformación de una única Historia europea); de otra parte, en la escuela moderna deberá dotárseles a los estudiantes de una mayor cuota de responsabilidad sobre su conducta, deberá imbuírseles de ello, permitiéndoseles, en consecuencia, colaborar tocante a qué han de hacer, así como acerca del cuándo y también del cómo, es decir, se abre un espacio o etapa conjunta de flexibilidad y responsabilidad personales en los nuevos escolares del mundo; Conflictos escolares: cuando surja un conflicto entre profesores y alumnos, o únicamente entre alumnos, la cuestión debe ser discutida asimismo a través de la razón, donde cada parte procurará comprender el punto de vista del otro, buscando siempre una solución que satisfaga a todos, puesto que la armonía existe y existe para convivir; de aquí que el entrenamiento en la empatía venga a constituir con seguridad en adelante una parte destacada en las escuelas, pues ayudará a evitar los prejuicios, ampliando de otro lado la cercanía y la amistad; deberán estudiarse literatura, bellas artes y música, las cuales exigen como requisito, precisamente, la empatía para ser comprendidas con rigor; del mismo modo, deberá enseñárseles a desarrollar sentimientos de paz y calma interior, de igualdad y amistad hacia todos los seres humanos en general, así como – con permiso y respeto hacia quien no piense igual – de reverencia hacia Dios.
28 – DE LOS GOBIERNOS EN GENERAL.- Principio y causas.- En este tiempo, los individuos detentan tantas capacidades éticas y morales y de discernimiento para elegir y tomar decisiones como sus respectivos gobiernos; ha llegado el buen criterio y la madurez ya al pueblo, a la ciudadanía; ahora bien, para sustentar y engrandecer dicho “criterio”, los ciudadanos necesitan de libertad, puesto que sin ella no es posible engrandecer ni la vida ni el conocimiento; porque, para esta suerte de cosas, la experiencia se constituye en maestro supremo; /Efectos: los gobiernos deberán permitir a las personas experimentar las consecuencias de sus actos; si los individuos estuviesen convencidos de que el gobierno correspondiente se ha de ocupar de ellos, cualquiera que fuese su conducta, necesariamente dejarían de sentirse responsables y solidarios tocante a evitar determinados problemas, ya personales, ya colectivos, o respecto a ocuparse de sus propias necesidades, por lo que el proceso de llegar a ser individuos autosuficientes, quedaría ipso facto truncado; en líneas generales, la ejecutoria de los gobiernos actuales y futuros debería centrarse no tanto en “gobernar y gobernar” sino cuanto a propiciar, en ayudar al intercambio de información entre la ciudadanía, en estimular los diferentes sectores sociales, en favorecer una mejor relación, así como en posibilitar acuerdos o toma de decisiones conjuntas y satisfactorias para la gneralidad o bien común; tal vez la mejor opción para una buena gobernanza sea aquélla en la que la sociedad civil se desenvuelve fácilmente en justicia, paz, sosiego y libertad, con escasa resonancia por parte de quienes gobiernan; la altura de la civilidad democrática se mide en buena parte a través de los conceptos citados; /Información: Es una condición vital en este tiempo caracterizado por el razonamiento y la libertad; de aquí que sea responsabilidad de los ciudadanos estar debidamente informados a fin de votar de acuerdo con sus necesidades objetivas; de este modo podrán evitarse errores o engaños debido a falsedades, sobornos, insultos, poderes militares o por presiones sociales; ejerza, pues, su libertad, demuestre que es un ciudadano cabal y total; por ende, los gobernantes están obligados a mantener debidamente informados a los representados, requisito indispensable para que, en todo momento, éstos puedan comprender su proceder como tales delegados; la libertad de crítica y su respuesta por parte del gobernante, se convierten por ello en piedras angulares del nuevo tiempo político; por tanto, siusted lo cree justo, diríjase a sus gobernantes, critíqueles y exíjales, pues usted se encuenta en posesión de su aboluto derecho.
29 – ALGUNAS NOTAS ACERCA DE LA JUSTICIA.- No deberá haber leyes destinadas a controlar a las personas; la conocida máxima “haz a otros lo que te gustaría que hicieran por ti” debería imperar en las relaciones interpersonales; la objetividad irá desplazando definitivamente a las meras opiniones subjetivas; gran parte de las “vistas orales” de los juicios actuales irán saliendo de las Salas para buscar soluciones justas entre las partes implicadas, por lo que el problema de la “restitución” será por tanto potenciado.
30 – DE LOS DERECHOS HUMANOS.- El ejemplo es la mejor palabra, pero el “mejor bien para el mayor número”, constituye una máxima-norte capaz de marcar pautas absolutamente verdaderas en momentos agrios y dubitativos para cualquiera; si la etapa que actualmente estamos cruzando es en verdad abrasiva y dura, debemos mirar atrás para analizar y aprender, pues sólo con verdadera inquietud en velar por el ser humano y engrandecerlo, seremos capaces de examinar nuestros actos desapasionadamente y con rigor; a salvo deben estar, por tanto, los Derechos Humanos; practicados, posiblemente ellos constituyan el mayor logro real de nuestro avance civilizatorio; mejor, mucho mejor aumentar el número de fuerzas de seguridad civil que reducir o quebrantar tales derechos y las correspondientes libertades que entrañan; mucho mejor, en todo caso, asumir cierta inseguridad y riesgo que vulnerar nuestra más sagrada condición: la de seres humanos pero, a la vez, divinos, no vaya a olvidársenos.
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CRISTO DIJO: “YO NO VENGO A TRAER LA PAZ, SINO UNA ESPADA”
(explicación)
Premisa y pregunta: “… si Dios amaba tanto al mundo que dio a su único Hijo y que cualquiera que en él creyera no moriría, sino que tendría vida eterna”, ¿cómo puede armonizarse esa idea con las palabras del Cristo, las del enunciado del título: “… yo no vengo a traer la paz, sino una espada?
… se dice que la “ley y los profetas fueron hasta la venida de Cristo”, y hay hasta cuatro grados mediante los cuales el hombre se eleva hasta Dios;
… al principio, cuando despierta a la conciencia del mundo físico y se encuentra en estado salvaje, se encuentra rodeado por otros hombres, los que, debido a las circunstancias, se ven obligados a luchar por la vida, por lo que, en aquel entonces, el poder es un derecho; por tanto, aprende a confiar en su propia fuerza para salvarse tanto de las asechanzas de los animales como de los demás hombres; pero percibe en torno suyo los poderes de la Naturaleza (Dios) y los teme, porque sabe que pueden fácilmente matarlo y se siente impotente para luchar contra ellos, motivo por el que comienza entonces a adorarlos, tratando con ello de propiciarse a Dios, a quien teme, por medio de sacrificios sangrientos; luego es ésta una época de sometimiento y control del hombre ejercida por medio del miedo;
… posteriormente comienza a considerar a Dios como el dador de todas las cosas, quien lo recompensará aquí y ahora si obedece su ley y lo castigará instantáneamente si la desobedece; será un poderoso aliado contra sus enemigos, pero también puede ser un enemigo poderoso y, por consiguiente, lo teme al mismo tiempo; por tanto, lo adora y le sacrifica animales por miedo y avaricia;
… más tarde llega al estado en el que se le enseña a adorar a un Dios de amor y a sacrificarse por él mismo diariamente, toda su v ida, pues será recompensado en un estado futuro en el que debe tener fe y cuyo estado no le es descrito claramente;
… finalmente, el hombre llega al estado en el que reconoce su propia divinidad y hará el bien porque es bueno en sí mismo y sin esperar ya ni recompensa ni castigo;
… los judíos habían alcanzado el segundo de esos estados y estaban bajo la ley; la religión cristiana se va elevando por el tercer estado, si bien aún no se ha librado del todo de los rigores del segundo; todos nosotros estamos todavía bajo leyes hechas por Dios y por el hombre para subyugar nuestros cuerpos de deseos por medio del miedo, del temor de Dios, pero, para desarrollarnos espiritualmente, desde ahora debemos sensibilizar nuestro cuerpo vital, el doble etérico, el cual únicamente es sensible al amor, no reconociendo en absoluto la ley que gobierna la naturaleza emocional, propia del cuerpo de deseos, el cual procuraba controlar con su ley Jehová;
… con objeto de preparar esa estado futuro, los sacerdotes de entonces, quienes se hallaban más adelantados espiritualmente que la gente ordinaria, fueron mantenidos separados y aparte; sabemos que en Oriente sólo los miembros pertenecientes a cierta casta, la de los Brahmanes, podían entrar en los templos y realizar los servicios religiosos; entre los judíos sólo los Levitas podían aproximarse al santuario, sucediendo otro tanto en otras naciones; los sacerdotes, pues, eran siempre una clase distinta, los cuales no podían casarse con el resto del pueblo; se encontraban separados y aparte de todos y respecto de todo;
…ese hecho era debido a que los Guías de la humanidad podían usar solamente la excitación cuando existía cierta laxitud entre el cuerpo vital (doble etérico) y el cuerpo físico o denso; así que eligieron a los sacerdotes y los agrupaban en los templos, regulando toda su vida, su sexualidad, etc., es decir, en toda su extensión; pero cuando Cristo se liberó del cuerpo de Jesús y difundió Su Ser por toda la Tierra, ese velo o imposibilidad se rompió, simbolizando el hecho de que la necesidad de condiciones especiales había cesado de existir; desde ese entonces el éter ha estado cambiando las condiciones de la tierra; una creciente intensidad vibratoria permite la expresión de las cualidades altruistas, el comienzo de esa enorme vibración fue lo que produjo la oscuridad que sobrevino en el momento que siguió a la crucifixión; no era en verdad oscuridad, sino una intensa luz que cegó al pueblo hasta que las vibraciones fueron disminuyendo por la inmersión en el cuerpo denso de la Tierra; pocas horas después, el radiante espíritu de Cristo había entrado en el interior de la Tierra suficientemente como para restablecer las condiciones normales de visión; pero de forma gradual ese poder interno va elevándose, y las vibraciones etéricas están acelerándose, aumentado el altruismo y el crecimiento espiritual; así que las condiciones actuales son tales que no existe ya necesidad alguna de una clase especial y privilegiada, pero todos y cada uno deben aspirar, algún día, a entrar en el sendero de la iniciación;
… sin embargo, cualquier antigua condición muere o desaparece con dificultad; bajo el régimen de Jehová, (Época Atlante) el Espíritu Regente de la Luna, la humanidad se separó en naciones, y con objeto de que él pudiera guiarlas, se hizo necesario que algunas veces se hiciese necesario emplear una nación para castigar a otra, pues la humanidad no era entonces dirigible mediante el amor, dado que sólo obedecía al látigo de la fuerza y el miedo; de aquí que, antes de que la gran fraternidad universal de amor pueda formarse, haya de ser preciso deshacer previamente las naciones, puesto que si disponemos de varios montones de ladrillos y deseamos construir un gran edificio, sea imprescindible que separemos dichos montones en ladrillos individualizados, aprovechándonos así para formar el gran edificio proyectado; por tanto, Cristo dijo: “ yo no vengo a traer la paz, sino una espada”;
… por tanto, debemos sobrepasar de forma irremediable todo patriotismo y aprender a decir como dijo Tomás Paine: “… el mundo es mi patria y hacer el bien mi religión”; hasta ese momento habrá guerras, si bien, y a través de las cuales, del dolor y sufrimiento que provocan, comprobaremos su profundo horror, motivo – al igual que ha sucedido para la conformación de Europa, exactamente igual – que nos obligará a valorar y atrabajar activa y decididamente para construir la paz perpetua;
… en la Santa Noche, cuando nació Jesús, los ángeles cantaron una canción: “… paz en la Tierra y buena voluntad hacia los hombres”; más tarde el niño creció y dijo: “… yo no vengo a traer paz, sino una espada”, y la religión cristiana ha sido la más sangrienta de todas las religiones humanas; ha llevado la desolación y el dolor a todas partes donde ha ido; pero, aparte de todo eso, llegará un tiempo en el que la canción de los Ángeles se convertirá en una realidad, por lo que entonces se vivirán las palabras de Cristo sobre el amor al prójimo; cuando la espada haya hecho su obra, esta espadase convertirá en un arado y no habrá más guerras, dado que tampoco habrá más naciones ni, por tanto, divisiones.
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DE LA APLICACIÓN DE LA PENA CAPITAL
Es de vital importancia e interés para todo el género humano que la pena de muerte quede definitivamente abolida en todos los países. Es verdad que durante los últimos tiempos no sólo la han suprimido de sus códigos de represión penal muchos de ellos, como asimismo es verdad que algunas autoridades norteamericanas han reflexionado y suspendido, siquiera transitoriamente, su aplicación, y es verdad también que de forma muy acentuada, y hasta a veces de forma clamorosa, gran parte de la Humanidad exige que el hecho privar de la vida desde el estamento estatal de su país o de cualquier país, sea considerado un acto deleznable y abyecto, el cual debe ser absolutamente erradicado o sustituido, en el peor de los casos, por el de prisión perpetua.
Recordemos que el progreso del mundo no se basa en el exterminio, el apartamiento y reclusión, sino en la ayuda, la cooperación, la reinserción y la convivencia, y este postulado sirve absolutamente tanto a niveles individuales y grupos reducidos como tocante al concierto internacional más amplio, donde nadie sobra y todos pertenecen.
Porque, aparte de que nadie, y ello ya sea individual o colectivamente, tiene derecho a privar a un semejante de la propia vida porque ninguno de ellos se la dio – ni siquiera sus propios padres, quienes si es cierto que colaboran lo hacen únicamente dando vía y constitución a la forma – hemos de alertar sin ningún reparo, dada la magnitud del problema, de los peligros y riesgos en que incurre la Humanidad cuando, uno tras otro, a los criminales, de forma legal, va privándoseles de la vida. Y, naturalmente, no decimos bajo ningún aspecto que un criminal muerto por alguien que no corresponda al Estado no sea un acontecimiento deplorable y peligroso. Nada más lejos. Aparte de desechar que constituya un acto de venganza, el Estado suele refugiarse en que hay que librar a la sociedad del criminal y darle seguridad, cuestión que alcanzaría con apartarle meramente. El hecho es que existen muchísimas personas que poniendo en manos del Estado la responsabilidad de la muerte de alguien, del cual se afirma previamente que constituye un enemigo – y puede ser que en realidad y temporalmente lo sea – creen liberar sin embargo sus conciencias individuales diluyendo su parte en aquélla otra abstracta de más alta dignidad, la del Estado, al que, en su calidad de representante común, entregan en la práctica la “razón” del ejecutante-verdugo, pero encontrándose por tanto a salvo.. Pero el hecho real es que el Estado mata así de forma sibilina y sin que apenas el resto de los ciudadanos logren enterarse o lo perciban, si bien, y en lo esencial, es que a un ser humano se le ha dado muerte por encargo de todos.
De cualquier manera, antes de pasar a poner en evidencia lo que realmente ocurre una vez muerto el reo, es elemental que insistamos en preguntarnos acerca de quiénes son los delincuentes en general y quiénes son los criminales. Con harta frecuencia – quizás a raíz de un hecho delictivo de incidencia directa o colateral – oímos frases como “debieran matarlo como él hizo”, “por mí que se pudra en la cárcel”, “que no salga en la vida”, “el que a hierro mata…” y otras que vienen a poner bien a las claras no ya el olvido de que el delincuente convicto, en cuanto que ser humano, es susceptible de ser ayudado, rehabilitado y devuelto mental y moralmente diferente a la sociedad a la que pertenece y con capacidad para insertarse con garantías suficientes de convivencia sana y útil, sino que, el pensamiento mayoritario oscila teniendo la altura de la pena como única medida a tener en cuenta respecto al preso.
Sin embargo, qué lejos y a buen recaudo deberíamos poner tales mentalidades si en verdad deseáramos y quisiéramos “darnos” a nosotros mismos un trato no vejatorio ni humillante, pues debiera comprenderse que a la mayoría de los encarcelados no es a un lugar carcelario adonde debiéramos enviarles, sino a instituciones en las que de forma real pudieran ser ayudados, que quiere decir enseñados, curados, restablecidos, mirados, acompañados, etc.
El tratamiento, por tanto, a dar a quien tropieza en la vida no debe consistir en ningún caso para vilipendiarlo o tacharlo para siempre como un apestado de los viejos tiempos; antes bien, quien tropieza es uno de nosotros, o nuestro hijo, o nuestro hermano, o un padre, o una madre…
Si el equivocado fuese uno de ellos ¿ no nos esforzaríamos para que se levantase y pudiese retornar cuanto antes en las mejores condiciones posibles y continuar con nosotros ?
Por tanto, la noción y concepto que tengamos dentro de nuestra alma, será la vasija de medir para enfocar el tema respecto a cuál deba ser el objeto de una sentencia judicial y su pena: privar de libertad a rajatabla o ayudar. Esa es la cuestión.
Por fin, volviendo a lo que prometimos, queremos significar que, cuando se ha ejecutado a un criminal (alguien que fuese tal vez capaz de vanagloriarse en y con el mal) bajo la creencia de que definitivamente se ha librado de él a la sociedad, nada más lejos de la realidad se encuentra la verdad.
Y afirmamos esto porque al provocarle la muerte, ésta lo deja libre en el Mundo del Deseo y por tanto con libertad total y absoluta para entrar y salir donde quiera, acercarse a unos u otros, sugerirles, atosigarles, inducirlos en consecuencia mediante pensamientos de la peor especie, los cuales van a conducir a muchas personas “débiles” o”propicias” a provocar típicos hechos de odio o de venganza, cuando no a cometer desastres de inimaginable gravedad y magnitud. Un asesino o criminal, en definitiva, no viene a ser más que una persona enferma y con determinados puntos débiles en el carácter, tal vez falto de modos de ver y, por tanto, de comprender. En casos ordinarios, en ningún caso debiéramos enviar a tales personas a prisión, sino al lugar o lugares apropiados donde pueda prestársele la ayuda humana y urgente que necesitan.
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DE LA INCINERACIÓN Y EMBALSAMAMIENTO DEL CUERPO
Probablemente no haya forma más rápida ni acaso más limpia de hacer desaparecer el cuerpo denso que sirviéndonos de la incineración. Se trata de un medio que se está imponiendo muy rápidamente a la tradicional inhumación en todo Occidente, hecho por el cual, y urgentemente, deseamos señalar lo tocante a qué es lo que ocurre en la parte espiritual del ser humano cuando la incineración no es practicada de acuerdo con las Enseñanzas de los Misterios del Mundo Occidental.
Y decimos urgente, porque de ordinario, a través de los medios de comunicación solemos enteramos de que fulanito y manganito han sido incinerados dentro de las rigurosas veinticuatro horas de haberse producido el desenlace, motivo por el que uno desearía que antes de llevarse a cabo esta práctica, cada cual supiese qué implica incinerar al fallecido antes del plazo de tres días y medio posterior al hecho de la muerte.
Y es que el ser humano no muere tan pronto como suele ser certificado por los médicos forenses, dado que el cordón de plata sigue intacto en tanto el Ego permanezca revisando su recién terminada vida, acto que lleva a efecto de sus últimos actos hacia atrás, es decir, comenzando por el último acontecimiento y terminando por el de su nacimiento e incluso en el de su misma entrada en el claustro materno, efectuada la concepción. Es un trabajo delicadísimo el que efectúa mientras grava en el Cuerpo de Deseos aquellas imágenes de hechos, actos y medio ambiente reinante ha ido recogiendo – cual cámara fotográfica de sensibilidad y alcance inimaginables – el éter del cuerpo vital a lo largo de toda la vida, mediante el aire que se inspira y se lleva a los pulmones, donde dichas imágenes son transferidas y absorbidas por la sangre, la cual, a su vez, y a su paso por el corazón, las graba o deposita de manera indeleble en el átomo simiente, que como bien es sabido por todo ocultista, contiene el registro completo y pormenorizado de todos los momentos de todas nuestras vidas a lo largo de nuestra existencia. De no existir perturbación, tal grabación desde el cuerpo vital al de deseos durará de acuerdo con el vigor y fortaleza que ostente el propio cuerpo vital para mantener despierto al individuo. La citada grabación en el Cuerpo de Deseos resulta de extraordinaria importancia para el Ego que se va, pues ella va a ser el soporte – fidedigno o no – de que el Ego va a hacer uso en el nuevo mundo al que accede, el Purgatorio, para hacer la primera parte de la cosecha de su vida, pues de nuevo, de los últimos episodios hacia atrás, recapitulará desde la muerte al nacimiento todos y cada uno de los actos en que, dentro de los cuatro reinos, causó dolor o sufrimiento a alguien o a algo, percibiendo y sintiendo el daño causado en su propio ser de forma intensificada (en el mundo celeste se triplica la intensidad y celeridad a estos efectos) de modo que, encontrando primero los efectos, el Ego pueda descubrir con facilidad las causa o causas que los produjeron. De esta forma, lógica por demás, le ayudará no sólo a obtener comprensión de los actos examinados con la consiguiente experiencia que acumulará, sino que en la próxima encarnación, y una vez torne a encontrarse con alguna situación similar a las ya purgadas, el dolor padecido le hablará a través de su conciencia y le contendrá para no causar mal similar a nada ni a nadie.
Una vez haya traspasado las tres regiones que comprende el lugar purgatorial, el Ego asciende al Primer Cielo. Se compone éste de las tres regiones superiores del Mundo del Deseo, siendo la cuarta, la región denominada “Fronteriza”, a la que son llevadas las almas una vez traspasado el velo, y en la que permanecen antes de ascender al Segundo Cielo. Aquí estarán las almas estrictamente cumplidoras de las leyes y el orden social establecidos, las que no han sido “ni calientes ni frías” y que, por tanto, padecen una mortal monotonía porque no fueron capaces de “dar algo de sí mismas a los demás” en ningún tiempo ni en ninguna oportunidad, pues el amor del cielo – gozo en la alegría – exige superar lo meramente establecido por las convenciones sociales y la ley.
El Primer Cielo es un lugar donde, por el contrario al Purgatorio, el Ego ha de revisar de nuevo y como siempre, de atrás hacia delante, los actos de su vida; pero si en el aquél lo que hizo fue revisar el daño efectuado, lo que ahora va a hacer es examinar lo bueno que haya hecho, es decir, va a percibir y sentir también intensamente tanto la alegría que ha causado a otros como la gratitud que él ha sentido hacia los demás por el bien o la alegría que le hayan causado, por lo que estos sentimientos entrarán a formar parte de su conciencia para dar lugar a la virtud, los que le llamarán e incitarán a hacer el bien en las próximas encarnaciones cuando retorne a la escuela de la vida.
Por tanto, y en conclusión, si lo extraído del purgatorio es la voz de alarma para evitar en lo sucesivo el mal, lo extraído en el Primer Cielo va a ser la voz de la intuición que internamente va a aconsejar al Ego con el fin de que haga el bien. Con su misión respectiva, ésta es la constitución y construcción progresiva de la conciencia dentro de la Teoría del Renacimiento con sus leyes fundamentales, la de Causa y Efecto. “Se recoge, pues, lo que se siembra”.
Pero volvamos al tema trascendental de la incineración y de lo que, como decíamos, entraña llevarla a cabo en tiempo debido o, por el contrario, fuera de él. Suponiendo que en estos momentos decisivos, de grabación de cada acto de vida, haya en el entorno del moribundo silencio, de procederse a la incineración en el plazo actualmente vigente en numerosos países (en España, por ejemplo, es de veinticuatro horas) el fuego hará que se rompa el cordón de plata y los recuerdos grabados alcanzarán únicamente una parte – tal vez muy pequeña de la vida que acaba. Consecuencia: el Ego recién pasado al otro lado no podrá obtener los beneficios de creación y acumulación de conciencia ni, por tanto, de aprovechar su última estancia en la Tierra para progresar en la evolución. Una desgracia, un verdadero desastre para el que acaba de morir.
Algo similar, si no idéntico, ocurre cuando alrededor del que va a fallecer hay tumultos o griterío, ruidos, explosiones, alteraciones del silencio que el que se va requiere para su labor de grabar los acontecimientos de su vida: aún sin culpa, pérdida de los frutos que hubiera cosechado de haber accedido a la muerte en un estado, si no de respeto, sí al menos de silencio. Hacer las cuentas propias y rendirlas ante su conciencia y la divinidad es el tributo más grande que un ser evolucionante puede hacer por sí mismo. De ellas, de estas cuentas, va a depender su progreso o retardación en la evolución, de ellas su pronto pase a otros mejores estados de renacimiento con mejores y provechosas vidas.
Sin embargo, en un estado de lógica y asistido por la gracia divina, no sería muy justo que alguien, debido a impedimentos ajenos y externos, fuese retardado en su evolución o fuese ésta detenida. Por tanto, quienes custodian el orden, la justicia y demás instrumentos que conducen el mundo, han tenido a bien lo siguiente: una vez ocurrido el óbito y pasado el fallecido al otro lado, entre los dos y veinte años siguientes, se hace que el Ego nazca, haciéndosele morir en su edad infantil. Como nada de lo que no ha nacido es susceptible de morir (el cuerpo vital nace a los siete años, el de deseos a los catorce y el mental a los veintiuno) el Ego del niño va directamente al Primer Cielo. Aquí, en clases específicas, en las que se reúne a los colegiales por carácter y no por edad, le serán enseñadas aquellas experiencias que dejó de asimilar de haber habido en su entorno un ambiente propicio para el repaso y grabación correspondiente de los actos de su vida. Estos egos nacen generalmente bien dentro de la misma familia, bien en una familia próxima; rara vez, aunque también, lejos, en otro país. De esta forma, viene a restituirse aquel bien perdido, si bien ello requiere el interregno de la muerte prematura, que siempre supone un hecho doloroso (el de la entrada del espíritu dentro de sus vehículos, sobre todo del denso) con una pequeña demora y el gasto de energía que ello implica.
Tras el análisis de los hechos incineratorios, la consecuencia no debiera ser más contundente: no a la incineración, en ningún caso, antes de pasados tres días y medio de ocurrido el deceso.
Algo semejante podemos señalar respecto del embalsamamiento, costumbre por demás tan habitual en otros lugares, pero que no es menos perjudicial para el desarrollo del alma por las intensas molestias (angustia y sufrimiento) que ocasionan al Ego tanto por los pinchazos que absolutamente el Ego ve y percibe, porque de ordinario aún está vivo, como por el frío y el calor espantosos a que son sometidos órganos y vísceras del fallecido a efectos de la conservación.
A pesar de que estos escritos comprendidos en este Manifiesto hacen afirmaciones fuera del alcance probatorio normal, insistimos en que no por eso dejan de referir la verdad. Habrá muchos que, lejos aún del poder de comprobación, intuyan que las cosas deben o pueden ser así, tal vez que son así. Humildemente, el autor pide a los lectores que lean dejando reflexionar sus almas, porque algo de estas verdades, puede asegurarles, les está tocando. De otro modo, quiera Dios que la relación lógica-intuición, pueda pasar el vado que todos nosotros intentamos cruzar de la forma más provechosa.
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En la hipnosis, lo primero que hace el hipnotizador es preparar a su presa, la induce a que se deje llevar, a que se haga absolutamente pasiva para que obedezca sus órdenes; es el momento en que aquél comenzará a trabajar sobre la cabeza del cuerpo vital de la víctima hasta lograr descolgárselo y que le cuelgue sobre los hombros en forma de espesos rollos alrededor del cuello.
Es a partir de ese momento cuando la conexión directa entre el Ego de la víctima y el cuerpo denso ha dejado de existir, por lo que se encontrará en una situación similar a la del sueño, en la que el Ego sale fuera de su vehículo y únicamente subsiste como unión entre ellos el cordón de plata. Sin embargo, esta es la ocasión buscada por el hipnotizador porque precisamente es cuando llena con su propio éter la cabeza de la víctima, medio perfecto por medio del cual adquirirá poder total sobre ella, pues le va a permitir darle órdenes, órdenes que aquélla cumplirá sin rechistar. Por tanto, la voluntad del hipnotizador sobre el hipnotizado se basa en una relación de imperio.
Una vez que el hipnotizador ha logrado su propósito, es decir, establecer por una vez contacto y dominio sobre alguien, le va a permitir sostener dicho control durante todo el tiempo que el dominante desee, sin importar la decisión de la víctima, así como tampoco importará la distancia. Sólo la muerte puede romper el vínculo establecido.
Por tanto, no sólo lo hacemos saber, sino que lo decimos notoriamente alto y claro a fin de que cualquier lector tome sus precauciones tocantes a esta cuestión. Resulta verdaderamente lamentable ver a menudo, como espectáculo de gran atracción, cómo las presuntas e inmediatamente víctimas, suben animosas al escenario con caras sonrientes en busca tal vez de una situación de zozobra insospechada. Es cierto, evidentemente, que lo hacen de manera voluntaria, al menos en Occidente, pero de cualquier manera estimamos preciso lanzar un s.o.s. escrito y general que trate de prevenir de verdaderas e ignoradas ignominias.
Consecuentemente, y de semejante manera a como lo hacíamos respecto de reuniones espiritistas, y sobre todo de ouija, recomendamos evitar y hasta presenciar demostraciones hipnóticas, dado que siempre existe el peligro de que algún espíritu del bajo astral se nos adhiera y nos cause molestias inesperadas. Por parecidos motivos tampoco es recomendable quemar incienso, puesto que, al inhalarlo, aspiramos a un tiempo espíritus elementales (creaciones demoníacas propias o de terceros formadas ya a base de éter, de materia de deseos o mental), los que nos incitarán a la sensualidad más depravada o a llevar a cabo prácticas negativas que en el mejor de los casos retardarán sin duda nuestro desarrollo espiritual.
Como a través de lo dicho y advertido podrá observarse, existen medios en apariencia inocuos que inevitablemente pueden conducir a la dependencia o a la total esclavitud, por cuya apariencia resulta a veces es muy difícil detectarlos y realmente comprender ciertas acciones de determinadas personas. ¿ Acaso no hemos leído o escuchado alguna vez a un asesino o asesina que al tratar de justificarse manifestaba que “una voz que escuchaba dentro de sí le ordenaba herir o matar” ?
Pensar siempre de forma positiva y sin admitir que nadie puede entrometerse y ordenar nuestra conciencia y dominar nuestro Yo, es un buen método para andar diariamente sin temor. Estas enseñanzas van dirigidas, no obstante, y precisamente, a emancipar la propia voluntad frente a la de cualquier otro y a tener confianza en sí mismo frente a toda contingencia y dificultad. La liberación no consiste sólo en el dominio frente a uno mismo, también frente a cualquier voluntad extraña y opresora.
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QUÉ ES Y EN QUÉ CONSISTE UN TABLERO DE OUIJA
Se trata de uno de los medios o instrumentos con que podemos establecer contacto con seres que se encuentran desencarnados. Está compuesto generalmente de un alfabeto con las letras dispuestas en círculo, así como de una disposición numérica más otras abreviaturas precisas a fin de que el espíritu o espíritus desencarnados en contacto puedan transmitirnos sus respuestas o señales.
Obviamente los seres de alta espiritualidad no suelen atender requisitorias de este tipo, pues los fallecidos tienen muchas cosas que hacer en el más allá y no satisfacer precisamente la curiosidad o meros pasatiempos de muchos de nosotros. Incluso podemos afirmar que, para tales seres, en los casos ordinarios, “volver” a atrás, es decir, atender a cuestiones de esta naturaleza, es retroceder en su camino espiritual, en su evolución como almas que han terminado aquí sus quehaceres de momento. No ocurre así con los desencarnados perversos, aquéllos que llevaron una vida construyendo desgracias y odios en este mundo y que, dado que la muerte no hace al criminal santo, se encuentran constantemente al acecho de espíritus de buena fe, clarividentes involuntarios, médiums para sesiones en trance o para materializaciones, almas negativas o débiles en general, a través de quienes están dispuestos en todo momento a aprovechar cualquier ocasión propicia para inocular en el ánimo de gentes incautas sus perversiones y engaños (fechorías de todo tipo, daños, homicidios, riñas, sexualidades improcedentes, etc). Hemos de saber que con el mero hecho de acercarse a un tablero de Ouija, ya estamos poniendo en evidencia una postura negativa previa para cualquier acontecimiento que pueda ocurrir. Quiere ello decir que nos predisponemos a entrar en un concierto de sucesos que no dominamos en absoluto (pues no sabemos con quien vamos a tratar ni tampoco los medios de defensa en su caso); antes al contrario, estaremos abriendo de par en par las puertas para que los criminales del otro mundo nos invadan y dispongan de nosotros. Así surgen las posesiones (obsesiones) con numerosísimos trastornos psicosomáticos e incluso, por repercusión, orgánicos de muy difícil o imposible reparación a veces.
Quien no lo sepa debe saber que, a tales actos, acuden por afinidad los denominados “cascarones” dejados atrás por dichas gentes pervertidas una vez han dejado atrás la fase purgatorial, verdaderos demonios que se alimentan de los vapores de los licores, del humo de los inciensos y de los dos éteres más bajos del ser humano. Estos son a los que Cristo se refería cuando los expulsó e hizo que entrasen en una piara de cerdos.
El asunto de Ouija es, como otros muchos que sabemos que existen pero que desconocemos realmente en qué consisten, extremadamente peligroso. Lo que debe recomendarse siempre es no asistir nunca a una sesión de este tipo ni a ninguna otra de naturaleza semejante. Decimos esto porque siempre habrá quien pueda decirse: “Bueno, yo sé lo que voy a hacer”; o “ a mí los muertos no pueden hacerme nada, yo no tengo miedo… ” Pura banalidad, pura ignorancia. Yo mismo he visto descomponerse a gente en mi presencia mientras hacía Ouija. Ser positivo en todo momento y no permitir jamás que nadie tuerza nuestra voluntad es un buen antídoto para no ser “usurpado” por ningún espíritu-control o espíritu-vampiro. Pero lo mejor, insistimos, es no acudir a tales actos ni en calidad de prueba ni mucho menos en calidad de pasatiempo. El mundo del deseo, el astral dicen otros, es un compendio grandioso de luz y color en el que se encuentran seres de grandiosa evolución; pero, en sus regiones inferiores, en las que tiene lugar la experiencia purgatorial, ahí es donde residen los seres más degradados de la tierra y los monstruos más horribles emanados por nuestros propios pensamientos y nuestros propios deseos. En ese nivel nos colocamos cuando nos acercamos a un tablero de Ouija y el peligro, por tanto, es enorme.
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Son arcángeles, y Jehová es su mando en Jefe. Cada Espíritu de Raza tiene dominio sobre un grupo determinado de humanidad; también lo tienen sobre los animales. Sobre las plantas lo tienen los ángeles. ¿ Y por qué bajo el auspicio de tales Espíritus ?
Ello tuvo su comienzo a mediados de la Época Lemúrica, cuando el triple cuerpo del hombre, y sobre todo su cuerpo de deseos, debía servir para conectarse con la mente y contener al Ego, pero, al igual que en cada momento decisivo de la evolución, y dado el desvalimiento e impotencia en que hubiese quedado el hombre sin ayuda exterior alguna para guiarse a sí mismo, fue preciso establecer una especie de tutela transitoria que le precaviese de los riesgos inherentes que conllevaba la evolución. En consecuencia, entonces y ahora, hasta que el hombre pueda gobernarse debidamente por sí mismo, su tutelaje deberá depender de los Espíritus de Raza. Los Arcángeles fueron la humanidad en el Período Solar, es decir, cuando su cuerpo más denso, aquél sobre el que su estado humano descansó – al igual que el nuestro descansa hoy en un conglomerado de elementos químicos – estaba constituido por el cuerpo de deseos. Obviamente, ellos son en definitiva eminentes prácticos en la conformación y desarrollo de dicho cuerpo, y nosotros nos hallamos tratando precisamente ahora de construir y dominar dicho vehículo. De aquí podremos deducir fácilmente cuán importantes son para las distintas razas tanto Jehová como los Arcángeles; sin embargo, y como ya se dijo, una vez que los individuos uno a uno van alcanzado dominio y gobierno de sí mismos, entonces, pero nunca antes, es que se liberan de la influencia y poder tanto de los Espíritus de Raza como en su caso de los de Tribu o Familia.
El lugar o punto de adherencia del Espíritu de Raza con el grupo protegido está en la sangre, al igual que ocurre con el espíritu-grupo (también arcángeles, si bien dirigen especies animales) y el mismo Ego, triple espíritu del hombre. Sin embargo, existe una importante diferencia, y es que, así como el Ego actúa por medio del calor de la sangre, los Espíritus de Raza lo hacen por medio del aire, al compás que entra aquél en los pulmones. De ahí deviene la frase de “soplaron sobre la nariz del hombre” acto por el que se aseguraba el dominio del los Espíritus de Raza, de los de Tribu, de los de Familia, etc. Y ellos fueron, los Espíritus de Raza, los que condujeron a los respectivos pueblos hacia los más variados climas y territorios de la Tierra, siendo vistos al ojo del clarividente desarrollado cada uno de ellos cual nube envolviendo y compenetrando la atmósfera de los respectivos territorios gobernados. ¿ Hemos de recordar que San Pablo nos habla del “Príncipe del Poder del Aire”, así como de principalidades y poderes, etc. ? De ellos, de estos poderosos Espíritus, emana el sentimiento del patriotismo, del cual, afortunadamente, poco a poco y lentamente los pueblos e individuos acabarán por liberarse. Una muestra más avanzada – pues se liberarían del Espíritu de Familia o de Casta, ambos angélicos y, por tanto, de naturaleza etérica – sería la de aquellas personas capaces de sentir a toda la humanidad como un gran colectivo de seres plenamente semejantes a ellas mismas. El típico ahogo anímico o sentimiento de expatriación al alejarse del territorio o atmósfera en la que dominan los espíritus protectores citados, es un síntoma claro y contundente de la dura pertenencia que estamos comentando.
En el ámbito del Espíritu de Raza el individuo será siempre el último y lo primero y único el colectivo, grupo en cuestión, y, por lo que hace a la forma, su conservación íntegra será la finalidad última. Recordemos en Deuteronomio, XXV: 5-10, pues la viuda, en caso de morir el esposo sin sucesión, debía ser fecundada por el hermano del difunto, con el estricto fin de que la familia no desapareciera. Casarse dentro de otra familia o casta constituía por tanto un acto desolador y vituperado, comportando además la pérdida de la propia casta. Los judíos, los escoceses y los vikingos son ejemplos comunes respecto de lo que aquí exponemos, si bien marquen una excepción los judíos americanos, quienes actualmente se encuentran inmersos en un lento proceso de liberación. Igual procedencia tutelar tiene de otra parte la endogamia, la cual tiende a conservar la memoria de sus ancestros a través del cuerpo vital con que se conforma la sangre; pues cuando una sangre pura persiste en el organismo de una familia por generaciones y generaciones, el Espíritu de Familia, viviente en la hemoglobina, hace que las imágenes mentales aparezcan y aparezcan sucesivamente, reproducidas por el espíritu protector; tendiendo esta reproducción a verificarse íntegramente en el último sucesor, quien podrá “ver” los hechos correspondientes a sus ancestros como si su presencia en ellos hubiese sido cierta, motivo por el que forzosamente le ha de resultar costoso llegar a reconocerse con la cualidad de lo que es: Ego independiente. Un caso verdaderamente notorio en este sentido, o de segunda vista, sería el de los Escoceses Highlanders, y también el de los gitanos; cuanto más reducido sea el grupo, más pura será la sangre y mayor “la vista”. Ser la simiente de Abraham constituyó en un tiempo la mayor de las honras. Así, y en su consonancia, bíblicamente se dice que Matusalén y otros patriarcas vivieron 900 años, cuando en realidad ése fue precisamente el momento en que acabaron por desaparecer de la memoria de sus descendientes y por tal motivo se dijo de ellos que habían muerto.
Son los Espíritus de Raza quienes prevén y atienden las necesidades de su pueblo, quienes diseñan no sólo sus formas físicas, sino también sus sentimientos y pensamientos e incluso su alimentación. Sin embargo, y de cualquier modo, puesto que no tenían mente, las razas más antiguas nunca desobedecieron los mandatos del espíritu-guía. Los primeros que tuvieron mente y desobedecieron tales órdenes, al casarse con las “hijas de los hombres”, fueron los semitas originales, quienes inmediatamente fueron apartados por haber adorado a dioses extraños y convertirse por ello en incapaces para ser portadores de la “semilla” de todas las razas de la presente Época Aria; ellos fueron, pues, la última raza mantenida separada, especialmente separada, dado que poco después, por y para el uso de la mente, y determinarse a sí mismo, al hombre le sería dado el libre albedrío, cual corresponde a un Ego individual e independiente y en función del devenir en el proceso evolutivo que aún se auspiciaba por delante.
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DE LA EPIGÉNESIS AL ESLABÓN PERDIDO
Las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental afirman que el contenido concreto de la evolución consiste en convertir al hombre desde un dios potencial, inconsciente de sí mismo y nesciente, y en definitiva estático, hasta un dios consciente y omnisciente a través de un desarrollo dinámico. Pero este desarrollo no puede ser un despliegue de las potencialidades recibidas de Dios, su progenitor, sino que, para ser un creador original, es preciso que aquel proceso se lleve a cabo bajo la premisa de que el dios en formación tenga la posibilidad de realizar nuevos y originales aportes, incorporaciones que den sentido y autenticidad a un verdadero creador, pues, de lo contrario, no pasaría de ser un mero imitador, por muy perfecto que llegase a ser.
Ello, de forma inevitable, nos lleva a considerar dentro del ocultismo, cual predican las enseñanzas para Occidente, a incluir en tal proceso, además de la Involución y Evolución a la Epigénesis, es decir, aquella virtualidad de introducir novedades que vengan a hacer progresar los horizontes y posibilidades a lo largo de su marcha evolutiva. Si el hombre actualmente se encuentra enfrascado en los trabajos sobre La Forma en nuestro Período actual, el Terrestre – en el de Júpiter comenzará a trabajar con la vida – necesariamente ha de ser sobre la forma de los materiales donde aquellas incorporaciones deben tener lugar. Mediante su trabajo ha de convertir los materiales en más dúctiles, en más flexibles, más duros, más resistentes, logrará transformarlos en mejores transmisores y con óptimas condiciones para suministrar nuevas oportunidades no sólo al hombre sino también al conjunto del mundo, puesto que al hombre incumbe realizar su tarea de acuerdo con su oleada de vida, y esta contribución deberá ser hecha lo más acabada y perfecta. Piénsese en que hubo un tiempo en el que la fuerza que en la actualidad estamos empleando en conformar aviones, barcos, transbordadores espaciales y la última tecnología de comunicación o cualquier otra, esa misma fuerza, insistimos, es exactamente la misma que en otro tiempo anterior – el de la Involución – hubimos de emplear para construir nuestros vehículos (cuerpo físico, de deseos y mental) los precisos para poder manifestarnos en forma tridimensional como seres humanos como el mundo físico requiere.
Pues bien, ¿ qué arquitecto o constructor podría llegar a ser un verdadero genio creador si no estudiase a través de cada caso concreto no sólo los errores cometidos, sino las necesidades que van a imponerse en el futuro y, por tanto, no procediera a reconstruir una y otra vez los primeros proyectos a fin de alcanzar su objetivo ? Luego, la Epigénesis – como ya afirmó Haeckel hace tanto tiempo – a través del microscopio debe pasar de denominarse hipótesis a constituir un hecho constatable. Por otro lado, quienes se adhieran férrea y permanentemente a viejas formas, no podrán elevarse más allá de la especie, por lo que necesariamente han de quedarse atrás en calidad de rezagados. A lo largo de la inmensa marcha de la evolución del ser humano y en todo tiempo, en cada etapa con su forma respectiva, ha habido siempre rezagados, espíritus menos flexibles, menos adaptativos, menos esforzados. De tal manera ha sido así que, estos rezagados, a modo de estriberones, han ido tomando las formas dejadas por los adelantados con el fin de alcanzarlos, si bien los adelantados ya se encontraban utilizando otras formas nuevas, las que habían construido en un nuevo despliegue de Epigénesis tocante a la forma, ya que si el espíritu que habita una forma no es capaz de renovarla, de acrecentarla, mejorándola como ya dijimos, debe degenerar.
En esta marcha evolutiva enunciada, en que se produce un sistemático abandono de formas por parte de los adelantados, las cuales van siendo recogidas por los rezagados, existirán formas tomadas por estos últimos mientras aún queden individuos pertenecientes a dicha especie y bajo esa condición, por lo que en el instante en que deje de haber espíritus rezagados de tales características, muy gradualmente, dicha forma comenzará a desintegrarse y a resumirse en los distintos estratos del planeta.
Llegados a este punto, debemos recordar que la ciencia materialista enseña que, si bien el hombre fue ascendiendo por evolución de la ameba hasta el ser que hoy es, sí procede introducir el importantísimo matiz de que también afirma que, una vez hubo evolucionado hasta los antropoides, aquí se escindió en dos, evolucionando una rama hasta el hombre actual, mientras que otra se estancaba para aparecer a través de los diversos tipos de monos. Las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental difieren radicalmente acerca de tal aseveración, puesto señala que el hombre jamás habitó formas idénticas a las de nuestros animales ni antropoides actuales. Sí dispuso de formas similares, pero siempre superiores a las de unos y otros. Es admisible que, tal vez a consecuencia del parecido anatómico en general, la deducción haya conducido a esta especie de “callejón sin salida” al admitir no obstante la ciencia y afirmar después que, teniendo lugar la evolución perfectiva, evidentemente los antropoides han sido superados por el hombre. De aquí proviene la afirmación muy común de que descendamos del mono, máxime, para algunos, al advertirnos la biología moderna de la tan cercana identidad génica entre unos seres y otros, pero no la razón última.
Por tanto, el punto que ahora tratamos es de la mayor entidad en cuanto afirmamos que
desde el ancestral momento en que las razas arias tuvieron como cobijo formas parecidas a las de los antropoides, dichas razas han alcanzado el presente estado de desenvolvimiento, a la vez que sus “formas habitadas” – aquellas que dejaron atrás, y que eran el eslabón de unión con los rezagados, han degenerado y degenerado, estando habitadas por los últimos rezagados del Período de Saturno, primer período del actual ciclo o Gran Día de Manifestación. Y asimismo que, dentro de los mismos monos, los inferiores, en lugar de ser los progenitores de sus especies más avanzadas, no es así en cambio, dado que estos monos inferiores son rezagados que animan los ejemplares de formas aún más degeneradas de lo que, muy lejos ya, correspondió a la forma humana.
En cualquier caso, que los antropoides pueden alcanzarnos convirtiéndose en seres humanos, es posible. Pero sólo ellos podrán hacerlo. Ningún otro animal. Los demás alcanzarán su estado humano bajo otro período cósmico posterior – el de Júpiter – y bajo condiciones absolutamente diferentes a las que observamos hoy.
El mono, en consecuencia, y por tanto, no es sino un hombre degenerado. Añadamos que los pólipos constituyen la forma más degenerada dejada por los mamíferos, y que los musgos conforman lo más degenerado respecto del reino vegetal. Y de acuerdo con lo que ya hemos señalado con anterioridad, al alcanzar cualquier reino el cenit de la degeneración, será absorbido por el reino mineral irremediablemente.
Cual nota ilustrativa de la última apreciación efectuada, queremos citar, además del carbón, en cuanto a que en un tiempo anterior fue poseedor de una forma vegetal, a la piedra común o roca, la cual, habiendo tenido por base igualmente su conformación primigenia en el reino vegetal, y dejándonos en su composición minerológica blenda, feldespatos y mica, el clarividente avanzado nos diría, sin embargo, que lo que se llama blenda y feldespato son tallos y hojas de flores prehistóricas, y que la mica, por otro lado, es lo que queda como residuos de los pétalos.
La vida antenatal es, en esta materia, otra corroboración de las Enseñanzas Occidentales, pues éstas afirman que dicho desarrollo, desde la concepción al nacimiento, no es en sí más que una recapitulación de los pasados y sucesivos desenvolvimientos obtenidos por el hombre. En consecuencia, si se observa un óvulo animal con todo detenimiento y atención durante el período de gestación, podrá apreciarse que únicamente discurre a través de los estados mineral y vegetal, naciendo, al alcanzar el estado animal. En cambio, el óvulo del ser humano, tras discurrir por los tres reinos inferiores, y disponiendo del poder epigenésico, el cual le permite hacer aportes adicionales a las condiciones de la forma, continúa su desarrollo hasta alcanzar el estado que en realidad le corresponde: el humano.
Cuando la Epigénesis deja de actuar y queda inactiva en un individuo, en una familia, nación o una raza, la evolución se detiene y comienzan sus entropías particulares: la degeneración.
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La Trinidad, los tres poderes primarios de dios, se manifiestan claramente en la música, pues ésta se compone también de tres elementos primarios: melodía, armonía y ritmo.
La melodía es una sucesión musical de sonidos percibidos por el oído, el cual está conectado con el cerebro, que es el vehículo físico del pensamiento. El hombre, por consiguiente, mediante la mente o el cuerpo mental, se encuentra capacitado para tomar contacto con la melodía.
La armonía consiste en una mezcla agradable de tonos y está relacionada con los sentimientos y emociones. Los sentimientos y las emociones se expresan por medio del cuerpo de deseos. Por tanto, la armonía puede ejercer efecto tanto sobre el hombre como sobre el animal porque ambos poseen cuerpo de deseos propio. Si no existiese aquella mezcla, aquella combinación de sonidos con una resultante, que es la que percibimos, las música no podría haberse convertido en el mensajero universal del alma.
El ritmo es, por otra parte, una movimiento mesurado y equilibrado que expresa la fuerza de vida, que es la que produce los diversos movimientos físicos. El cuerpo vital absorbe una gran cantidad de fuerza vital (energía solar) la cual es traspasada al cuerpo físico Para conservarlo vivo y en funciones. El ritmo está relacionado de esta forma con el cuerpo vital; las plantas poseen cuerpo vital, por lo cual son sensibles al ritmo. A esto se refiere el aserto de las plantas responden a la música.
La Voluntad, que es la vibración del Padre (involucrando al intelecto y a la razón), unido con el Amor-Sabiduría, vibración de Cristo, produce un tipo de actividad relacionada con el ritmo ponderado, equilibrado y celestial (Actividad) de Dios, poniendo en orden los átomos de nuestro Sistema Solar en la matriz de las diferentes formas preparadas para ellos por el poder de Amor-Sabiduría de su propia Ser.
LA SIGUIENTE AFIRMACIÓN ES DE SUMA IMPORTANCIA: Si se separa la voluntad (Melodía) del Amor (Armonía) y se unen el Amor y la Actividad (Ritmo), al estar estos últimos despojados del poder de la Voluntad (intelecto y razón) el cual era su guía, pueden dar lugar a todo tipo de monstruosidades, que las fuerzas del mal estarían felices de provocar. Incontroladas de esta manera sus actividades malévolas, con el tiempo, y sin lugar a dudas, harían hundirse a cualquier nación. De otra parte, la vibración melódica de Voluntad del Padre, unida a la vibración armónica de Amor de Cristo, tiene el poder de producir la activa vibración rítmica propia de Jehová, la cual no puede ser detenida ni desviada de su objetivo; pues es la misma, idéntica y poderosísima energía en manifestación del Padre de nuestro Sistema Solar, que condujo a ser todo lo que es y tiene el poder de desvanecerlo todo en el caos en cualquier momento que así lo desee. Por tanto, es absolutamente imposible para cualquiera de las creaciones de dios, desde los más avanzados de sus oleadas de vida hasta los de menos evolución, frustrar con el tiempo la realización de sus planes, porque éstos son tan eternos e inmutables en sus procesos como es el propio Dios, o el UNO, del que todo el universo procede.
… porque, los miembros de una oleada de vida determinada, y aún cada uno de sus individuos, pueden rebelarse perfectamente y, durante un lapsus de tiempo, frustrar su propio progreso evolutivo, no obstante la ayuda que están recibiendo por parte de los que son más sabios y han tenido un avance mayor que ellos. En tales casos, los que están a cargo de la evolución, les permiten a veces realizar lo que deseen y hasta destruir sus propios cuerpos físicos debido a su testaruda desobediencia, fruto sin duda de su ignorancia acerca de los beneficios resultantes de la constante administración divina. Ello se hace con el fin de que puedan volver de nuevo a otra encarnación en fecha posterior, bajo mejores influencias y en un medio-ambiente superior también, liberados de todo odio y de todo deseo de destruir a sus hermanos, cambio éste que se lleva a efecto mediante los agentes purificadores de la región purgatorial
Mediante una comprensión inteligente de las leyes de la Naturaleza y su estricto cumplimiento, la Humanidad conocerá de modo sucesivo la senda del progreso, y se dará cuenta de que, toda desviación del camino recto, actúa como obstáculo y no como ayuda en la consecución final.
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Conviene que todo hecho, cuando en sí mismo encierra indudable naturaleza y valor espiritual, sea explicado desde todos los puntos de vista posibles de los siete en que se desenvuelve aquella posibilidad. Los estigmas son conocidos desde muy antiguo, y las especulaciones sobre tal asunto han variado de un extremo a otro con la indiferencia inconmovible de un péndulo. Sin embargo, y antes de nada, debemos matizar que las cosas meramente físicas son explicables y comprendidas mejor ateniéndose a cánones físicos, pero que, las espirituales, requieren de explicaciones de similar índole.
Para los Místicos, – hijos de Seth – y dentro de su marcha y progreso espiritual, hay un momento determinado en que sus “ojos”, los del corazón, los del amor, se abren en una completa concepción y visión de las miserias de este mundo, ante lo que se descubre cual ayudador y salvador. La Biblia refiere este asunto cuando nos describe lo que ocurre en el huerto de Getsemaní. Recuérdese que el místico cristiano se expresa mediante el fervor y la devoción, no a través del conocimiento; para él el fundamento es la Fe y su entrega a Dios o a Cristo sin preguntas y esperándolo todo. Es así que, las estigmatas se desenvuelven en él de forma espontánea mediante su contemplación de Cristo junto a constantes esfuerzos prácticos para imitarle en todo momento. De esta suerte, y trayendo de aquella contemplación las llagas del Salvador, es por lo que los estigmas aparecerán no sólo en las manos, los pies, la cabeza y el costado, sino también podrán alcanzar a las marcas que el místico contemplativo descubra en el cuerpo del señor, producto de los latigazos u otros motivos. Efectivamente, la mente es el instrumento más poderoso de que dispone el Triple Espíritu o Ego, el cual, por medio de la imaginación va señalando los lugares precisos de la imitación que se está pretendiendo respecto de Cristo. LAS ESTIGMATAS NO SON SINO LÍNEAS DE FUERZA GENERADAS POR EL CUERPO VITAL ( el cuerpo que genera el “cuerpo del alma”, el vehículo del amor, la contraparte en el Mundo Físico del Mundo del Espíritu de Vida, el propio y natural del Cristo y que también alcanzó Jesús antes de entregarle su cuerpo en el Bautismo ) cuyo poder es tal, que el cuerpo físico podemos decir que se siente efectivamente flagelado y maltrecho, en especial en la zona craneal – a la manera de corona de espinas – propiciado ello por los doce nervios craneales que circunvalan, atan y sensibilizan la cabeza. No olvidemos que la Iniciación requiere necesariamente la liberación el hombre real del hombre físico y del “cuerpo de pecado” (compuesto éste por ambos éteres inferiores) y de esta manera poder ascender a otras esferas de mayor luz, por lo que para ello, primero deberá romper o disolver esa presa o unión que se lo impide.
Y dado que dicha unión es más fuerte y potente en los puntos citados de la cabeza, de los pies y las manos, las Escuelas ocultistas – dentro de los Misterios Solares – ponen siempre especial énfasis en llevar a cabo tal disolución pero haciendo que las estigmatas se produzcan invisiblemente, de un modo no físico. Añadamos que en el caso de los místicos, éstos desconocen realmente el porqué de sus visibles y aparentes heridas, puesto que no existen motivaciones externas que hayan podido dañar el cuerpo físico y producirlas. Pero los ocultistas, quienes progresan por medio del conocimiento, si bien no exento, naturalmente, de fe, sí lo saben y controlan previamente los resultados. Ahora bien, tanto si los estigmas son visibles como invisibles, el resultado es idéntico. A partir de ese momento, ambos, el místico o el ocultista, por la unión de la mente y el corazón, sabrán perfectamente que el cuerpo físico es una cruz que el Ego está sobrellevando, es decir, una prisión y no el hombre real. Esto les llevará al siguiente paso dentro de la Iniciación o similar para el místico: el de la “crucifixión”, que no consiste sino en el pleno desenvolvimiento de todos los centros de prisión o unión que hemos ido refiriendo, si bien ello requerirá el hecho de las estigmatas como acontecimiento previo. Quizá sea digno que recordemos aquí a Santa Catalina de Sena, cuyas estigmatas se afirma que se hacían invisible por propia petición y voluntad. Sin embargo, y frente a la opinión de los dominicos, los franciscanos apelaron a Sixto V, el cual prohibió que se representara a la santa con los estigmas en cuestión. Ello, quizá, porque el papado, la Iglesia Católica constituye el más alto estandarte del misticismo, el que corresponde a la rama de los denominados “hijos de Seth”.
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El Alma no es el Espíritu, cosa que muchísima gente confunde aún. El Espíritu, el Ego, siendo uno en sí, resume al triple espíritu, la trinidad en el hombre, y es el que no ha sido creado por Dios, puesto que ha existido siempre. No olvidemos que todo lo que existe en el universo, lo que percibimos y no percibimos, es espíritu, materializado o no. Todo ha emanado de El Absoluto. En cambio, el Alma, comienza a formarse en el ser humano una vez que aquél incorporó la mente y comenzó a ser dueño de sus actos, a responsabilizarse al fin de sí mismo, a determinar y dar forma a su propio destino. De otra parte, debemos distinguir asimismo el Alma del “cuerpo del alma”, porque mientras éste último se compone exclusivamente de los dos éteres superiores, reflector y luminoso, aquélla reúne en sí la quintaesencia o extracto de la experiencia adquirida por los tres vehículos inferiores del hombre (denso, vital y de deseos) Y si los dos éteres superiores se nutren por medio de la rectitud de vida en pensamiento y obra – y sobre todo mediante la ayuda desinteresada a los demás – el Alma en cambio acumula todo un compendio de luz, sabiduría y poder. El Alma es el pábulo del Espíritu. De este modo, se dice que un Espíritu es poderoso, espiritualmente hablando, cuando dispone de un alma esplendorosa.
Por tanto, el Alma, obviamente, también es triple: Alma Consciente, Alma Emocional y Alma Intelectual.
El Alma Consciente se pone de manifiesto aumentando la conciencia del Espíritu Divino mediante la acción correcta del cuerpo físico con sus experiencias respectivas, y será absorbida por el Espíritu Divino en la séptima revolución del Período de Júpiter.
El Alma Emocional se manifiesta aumentando la eficacia del Espíritu Humano, crece por los buenos sentimientos y emociones generadas por las acciones de la vida, y será absorbida por el Espíritu Humano en la quinta revolución del Período de Vulcano.
El Alma Intelectual se conforma y acrecienta dando poder al Espíritu de Vida a través de elevados pensamientos y ejercitando la memoria, ligando las experiencias del pasado con las del presente, así como los sentimientos generados por ellas. Esta alma hace también de mediador entre las otras dos. Será absorbida por el Espíritu de Vida en la sexta revolución del Período de Venus.
El alma es inmortal porque en sí misma es espíritu; ni siquiera desde el punto de vista materialista es aniquilable la energía. Pero, aún así, en cada ciclo de vida o encarnación personal, el alma es absorbida por el espíritu, por el Ego, a fin de ir progresando en la escala de sucesivos renacimientos hasta llegar a la perfección propia de un Dios. De aquí que, ¿ cómo no iba a gozar de inmortalidad y ser además consciente… ?
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Después de ver tantos filmes referentes a Drácula, y de rememorar aquel momento en que Peter Cusing (pongamos por ejemplo) cogiendo una afilada estaca y un buen martillo procedía a atravesar el corazón truculento e infecto del hombre-vampiro ¿ cómo no haber respirado el cinéfilo tal vez con satisfacción o con descanso al fin ?
Sin embargo, la enorme complejidad a que está sujeto el mundo en sus infinitas articulaciones y desarrollos, nos trae también aquí, en calidad de algo que debe ser sabido por la generalidad, con el aserto de que, entre una numerosísima serie de entidades malignas, efectivamente existen los vampiros. Qué sean y en qué consistan sus actividades o cómo sobrevivan, es de lo que en un exiguo tratado vamos a ocuparnos seguidamente.
Hay que partir de que un vampiro en los términos aquí tratados – es una entidad humana ya fallecida que después de la muerte consigue “vivir” en la tierra a base de alimentarse con el cuerpo vital tanto de personas muertas como vivas, y la sangre es una de las más altas expresiones de aquél. Por tanto, aunque el vampiro está muerto en cuanto a la usanza normal, se encuentra enganchado al mundo físico en su parte más sutil, la etérica, por lo cual, si no se materializa, no podrá ser visto por el ojo humano ordinario, pero sí por un clarividente.
Un vampiro es desde luego siempre una entidad de naturaleza perversa que casi con absoluta seguridad ha ido arrastrando en sucesivas vidas “cuerpos de pecado” acumulativos o bien engrandecidos, de tal suerte que, cuando en el mundo físico se materializa, es decir, cuando toma una forma – la cual es visible y tangible pero no de carne y hueso, sino su mera apariencia – puede vérsele con las más estrafalarias u horrendas formas que uno pueda imaginarse, así humanas como de animales. Recuérdese, o anotemos en todo caso, que las formas que presentan las entidades por medio de los “cuerpos de pecado” las expresan de ordinario a través de desmesuras, o bien de naturaleza estrambótica: enormes y desproporcionados manos o brazos, cabezas abultadas y descuadradas, dedos como garras, rostros monstruosos, etc. De cualquier modo, debemos remarcar como nota muy importante que el vampiro tiene poder para revivificar la sangre coagulada que encuentra en los cadáveres, pudiendo entrar en uno de ellos nada más haber muerto.
Por tanto, lo que permanentemente hace el vampiro es aspirar la vitalidad de cuantas personas son accesibles para a continuación inyectarla en la sangre de su cadáver-casa, a fin de mantener constantemente abundante y fresco su sustento, o sea, lo que hace es renovarlo de forma continua. Esta es la condición indispensable de poder continuar en este mundo. Tan es así que, en algún caso, se halló que el vampiro se había comido el cuerpo por dentro, dejando intactos tanto los huesos como la piel. O sea, había conformado su casa-cadáver cual un auténtico cascarón.
Los vampiros, seres humanos fallecidos – no se olvide tan trascendental detalle – tienen la virtualidad de no incorporarse al Mundo del Deseo – es decir, al Purgatorio – durante siglos. Seguramente muchos de los lectores hayan oído historias de personas que, tras haber tomado asiento en determinando lugar, de repente han comenzado a sentirse exhaustas por completo, faltas de vitalidad… (Recordemos que también existen personas vivas que de forma inconsciente y natural “vampirizan” a cuantas las rodean) Dichas personas, altamente negativas tanto en pensamientos como en sentimientos, suelen ser presas preferidas de los vampiros reales.
Antes de dar por terminado este brevísimo relato acerca de los vampiros, sí queremos relativizar algunos de los acomodos que seguramente, sin otro remedio, hubieron de ser efectuados en las películas de cine en torno al presente tema. Así, por ejemplo, cuando veíamos al elegante vampiro Drácula saltar por las ventanas y volar, la relación que tiene este pasaje con la realidad es que, en ésta, el vampiro no dispone de cuerpo físico y por tanto visible, ni mucho menos configuraría un cuerpo esbelto y delicado con maravillosos smókings, trajes y capas, puesto que sus atuendos de conformación naturales encajan con la abyección más disoluta y las formas más animalescas y demacradas posibles.
En cuanto a la escena final, o prácticamente final, cual era aquélla ya citada del martillo y la estaca a clavar en el corazón del abominable ser, tras haber perseguido crucifijo en mano a este usurpador de sangres hasta la catacumba de uno de los castillos de Transilvania, referirles que mantiene cierta similitud con lo que acaece en la realidad, puesto que la manera de expulsar a la entidad de su casa-cadáver, consiste en rajar con un cuchillo el cascarón de piel y huesos en que en definitiva se oculta y vive el vampiro, o bien, si se hubiese apoderado del cuerpo de un animal, no habría más remedio que matar al animal usurpado para que la persona-vampiro entrase definitivamente en el Mundo del Deseo o Purgatorio. Una vez que la sangre se derrama y cae a tierra, el vampiro muere definitivamente para este mundo; puede decirse que es el momento en que realmente muere, dado que no tiene otra alternativa que la de ascender, como acaba de señalarse, al Mundo del Deseo (Purgatorio) para purgar cruda y debidamente el mal ocasionado.
Si señalamos de forma principal que las variadísimas prácticas tanto de vudú como de makumba son generadoras en sí mismas de múltiples cuerpos de pecado, de elementales en toda su gama, y lugares propicios para cometer las más terroríficas fechorías a petición de los vampiros (cual sería aspirar la sangre de la víctima a través de la sección de una venilla a la altura del cuello, seccionada por el oficiante) seguramente no estaríamos descubriendo nada nuevo si estos escritos generales no fueran dirigidos a personas que aspiran a elevarse física, moral y espiritualmente.
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Dada por el mismo Cristo, no se trata sino de una composición abstracta y algebraica de naturaleza espiritual que sirve para ayudarnos a mejorar y purificar todos y cualquiera de nuestros vehículos. Se compone de siete oraciones, de las que tres de ellas hacen alusión a los vehículos del Ego, otras tres al mismo Ego, o triple espíritu (no tres espíritus, sino tres fuerzas o aspectos de un espíritu único) y una más, la final, que lo hace respecto de la mente. La introducción, que dice “Padre nuestro, que estás en los cielos”, en realidad no conforma sino una mera y cabal introducción, algo sinónimo a la dirección que pudiéramos poner sobre la cubierta del sobre de una carta que tuviésemos intención de enviar a alguna parte a su destinatario.
Siendo tal su estructura, pasemos a continuación a analizar sus partes una a una. Tras la invocación de hacia dónde se dirige, enseguida, mediante el vehículo inferior de nuestro triple espíritu, el Espíritu Humano, nos acercamos para adorar al aspecto inferior y en correspondencia de la deidad, el Espíritu Santo (Jehová) al decir: “Santificado sea Tu Nombre”.
Por medio de nuestro segundo vehículo o fuerza del triple espíritu, cual es el Espíritu de Vida, nos postramos ante su correspondiente contraparte, el Hijo, (Cristo) y decimos: “Venga a nosotros tu reino”.
Y, ante el Padre, nuestro tercer aspecto del Yo Superior, el Espíritu Divino, se arrodilla y dice: “Hágase Tu voluntad”.
Entonces, y llegados aquí, es cuando el Espíritu Divino pide al Padre, el más elevado aspecto de la deidad, por nuestra parte más densa o contraparte, y pide: “El pan nuestro de cada día dánosle hoy”.
El Espíritu de Vida, continúa la súplica ante el Hijo y pide por su contraparte en la naturaleza inferior, el cuerpo vital, diciendo: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Y por fin el Espíritu Humano, nuestro aspecto personal divino inferior, pide a la deidad por su correspondiente contraparte, el cuerpo de deseos, de la siguiente manera: “No nos dejes caer en la tentación”.
Para finalizar, nuestros tres aspectos se acercan, se aúnan, para postrarse ante Dios para rogar con esta oración: “Más líbranos del mal”.
Los Guías de la humanidad han proporcionado siempre a los hombres motivaciones suficientes para que pudieran obrar y obtener experiencias por medio de las cuales pudieran aprender y evolucionar. El Amor, la Fortuna, la Fama y Poder constituyen los cuatro asientos sobre los que descansan todas las ambiciones humanas, de modo que aislados o conjuntamente han estado presentes en todos y cada uno de los eventos que han conformado la historia global e individual de la humanidad, y siendo el deseo a la vez motor y tentador en las almas, a él corresponde la idea de venganza, que en forma de memoria imprime en el cuerpo de deseos. En consecuencia controlar y dominar el cuerpo de deseos es de la mayor importancia en quien aspire a gobernarse a sí mismo. Más útil a estos efectos que las meras oraciones dictadas por la iglesia, ello podrá alcanzarse mediante la concentración en altos y nobles ideales y vigorizando el cuerpo vital, salvo en aquellos casos en que la oración se deba a una devoción de una gran pureza, pues aquélla llevará sin duda el aliento del devoto ante el mismo trono de la deidad.
En consecuencia, y bajo este prisma de carácter estrictamente espiritual, al igual que decimos que el amor al que debe aspirar el alma debe estar referido a todos los seres de la humanidad; que la fortuna a que se aspire debe encuadrarse en cuanto al número de oportunidades para servir a los demás, y la fama deberá atender a la capacidad hallada para dar y trasmitir la buena nueva, tocante al amor y al servicio que se desean prestar, el poder debe consistir, en conclusión y en definitiva, en aquél que se ejerce propiciando prácticas que sirvan para ayuda y mejora de la humanidad.
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¿ … EN QUÉ CONSISTE LA ALQUIMIA ?
La alquimia es el arte, o Mágnum Opus (Gran Obra) de la transmutación de los metales bajos en oro y del proceso denominado Mysterium Mágnum (conocimiento de las fuerzas sutiles de la Naturaleza) a fin de obtener el Lapis Philosophorum (Piedra filosofal) y el Elixir Vitae (Elixir de Vida) En sentido simbólico, pues, es el proceso de transmutación de la naturaleza inferior del hombre por medio del poder interno actuando mediante la libre voluntad espiritual del individuo.
El motivo de que los alquimistas recurrieran a los tradicionales términos conocidos, tales como oro, azufre, mercurio, sal o ázoe, no obedecía sino a una forma entendida de aludir a determinados estados espirituales entre los iniciados sin ponerse en riesgo ante las exigencias restrictivas de los poderes eclesiales del momento, y porque la masa general de la humanidad de aquel tiempo tampoco se encontraba en condiciones de comprender las verdades contenidas en la filosofía hermética.. Así que, cuando un alquimista comunicaba a otro sus métodos, en realidad no estaba haciendo otra cosa que señalarle el qué o el cómo de sus métodos espirituales para progresar en dicho campo. Todo lo demás, lo referente a la química nacida y sobrevenida con el renacimiento y con posterioridad, no es sino un entretejido accidental de gente o gentes de buena fe o, simplemente, de los no conocedores de la raíz y fondo de la cuestión.
Porque, veamos: si el oro ha significado en todos los tiempos el espíritu, veremos ahora los demás términos y no otros eran los aplicables.
El cuerpo era considerado no sólo el templo del espíritu, sino crisol a partir del cual iba a llevarse a cabo la transmutación de todos y cada uno de los cuerpos en la luz dorada de los santos, el color dorado, el color de la luz de Cristo.
Así, los antiguos alquimistas designaron con el nombre de “Sal” a los ángeles de la Luna, que gobiernan las salobres mareas. Observaron que para las funciones de la mente es necesaria cierta cantidad de sal en la sangre, pero que su exceso podía ocasionar la demencia. Por este motivo, los alquimistas relacionaban la Luna con la mente.
Por otra parte, los ígneos espíritus de Lucifer – ángeles rezagados en su evolución, o ángeles caídos – fueron asociados con el elemento Azufre. Decían que la continua inhalación de este elemento desvanecía al hombre y lo mataba, del mismo modo que el hombre espiritual queda inconsciente y muere para los mundos espirituales si asimila las enseñanzas que le imbuyen los ángeles luciferes.
Afirmaba de modo semejante los alquimistas que el metal Mercurio es el más engañoso de todos, dado que penetra y se evapora a través de las sustancias con que se pone en contacto, motivo por el que lo compararon de forma simbólica a los Señores de Mercurio, consumados maestros en el arte de penetrar los secretos de la Naturaleza por medio de la mente.
De la forma dicha, los alquimistas relacionaron a los ángeles lunares, que gobiernan las mareas, con el elemento sal; a los espíritus luciferarios de Marte con el elemento Azufre; y a los Señores de Mercurio con el metal del mismo nombre. También hablaban los alquimistas de un cuarto elemento, el ázoe, nombre en el que entran la primera y última letras del alfabeto, como si quisiera significar la misma idea que “alfa y omega”, es decir, que todo lo abarca e incluye. Este elemento se refería a lo que ahora se llama el rayo espiritual de Neptuno, Rayo de la Divinidad, el cual es la octava de Mercurio o sublimada esencia del poder espiritual que, por otra parte, se pone de manifiesto en el tercer canal medular mediante el ascenso del fuego serpentino desde el Kundalini, aquel que pone en contacto las glándulas espirituales – pineal y pituitaria – y el individuo adquirirá la clarividencia voluntaria.
Los alquimistas sabían muy bien que las naturaleza física y moral del hombre se habían embrutecido a causa de las pasiones infundidas por los luciferes y que, en consecuencia, era necesario un proceso de destilación y refinamiento para eliminar tales características y elevar al hombre a las últimas alturas. Consideraban por tanto al cuerpo un laboratorio y hablaban del proceso espiritual en términos químicos. Observaron que este proceso comienza y tiene su peculiar campo de actividad en la espina dorsal, la cual constituye el enlace entre los órganos creadores: el cerebro o campo de acción de los inteligentes mercurianos, y los genitales, donde tienen su posición más ventajosa los lujuriosos y pasionales luciferes. La tripartita columna vertebral era, por tanto, para ellos el crisol de la conciencia. Sabían que los ángeles lunares eran especialmente activos en la simpática sección del espinazo, que rige las funciones relacionadas con la conservación y bienestar del cuerpo, y designaban dicha sección con el elemento “Sal”. Veían claramente, de otro lado, que los luciferarios gobernaban la sección relacionada con los nervios motores, los que difunden la energía dinámica almacenada en el cuerpo por los alimentos, y simbolizaban dicha sección mediante el “Azufre”. La tercera sección, que señala y registra las sensaciones transmitidas por los nervios, recibió el nombre de “Mercurio”, porque decían que estaba regida por los espirituales seres de Mercurio.
Contrariamente a los que afirman los anatómicos, el canal formado por las vértebras no se encuentra lleno de fluido, sino de un gas semejante al vapor de agua, que puede condensarse cuando se expone a la acción de la atmósfera; sin embargo, también puede sobrecalentarse por la actividad vibratoria del espíritu hasta un grado en que podrá convertirse en el brillante y luminoso fuego de la regeneración. Aquí es donde actúan las grandes jerarquías de Neptuno, y lo llamaron “Ázoe”.
El proceso alquímico de enardecer y realizar esta energía se efectúa en la columna vertebral, donde se hallan la Sal el Azufre, el Mercurio y el Ázoe. Los nobles y altos pensamientos, la meditación sobre puntos espirituales y el altruismo manifestado en la vida cotidiana, ponen incandescente la médula espinal mediante el fuego espinal o “serpiente de sabiduría”. Asciende gradualmente, y cuando en el cerebro llega al cuerpo pituitario y a la glándula pineal, pone en vibración estos órganos, abre los mundos espirituales al aspirante y capacita para comunicarse con los dioses, es decir, con los seres espirituales del mundo invisible. Este fuego irradia entonces en todas direcciones, penetra en el cuerpo por entero y su aura, y el hombre se convierte en la
”piedra viva”, cuyo fulgor supera al del diamante o del rubí. Él es, entonces, “la piedra filosofal”. Esta es la fiel y verdadera interpretación ancestral y actual de la denominada “Alquimia”.
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LA ORACIÓN: REQUISITOS Y PODER
Para comprender de forma lógica lo que la oración es, permítasenos encuadrarla en el siguiente supuesto: Supongamos que Dios en primer término, y los Espíritus Planetarios en segundo y junto a Él, conformasen una gran Central productora de energía eléctrica, cuyas conexiones alámbricas se dirigiesen a todos los puntos tanto de cualquier país como del mundo; admitamos que en todas y en cada una de las casas existen conmutadores por los que, una vez abiertos, aquella la energía que antes permanecía fuera, en los alambres y en la Central, comienza a penetrar en los respectivos domicilios, iluminándolos o poniendo en movimiento las correspondientes máquinas o motores, y, ello, porque habrán sido dispuestas y usadas normas coherentes con las leyes que rigen nuestro mundo a fin de que pueda llevarse a cabo la manifestación de la energía eléctrica.
Pues bien, y teniendo en cuenta que la conexión entre la divinidad y el hombre es permanente, pues en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, en todo este esquema, nosotros somos cada casa, cada domicilio, y, la oración, por tanto, el conmutador mediante el cual podremos ponernos en contacto con Dios. Ahora bien, es una ley física que la electricidad fluya a través de conductores de cobre o de otro metal; pero sabemos, sin embargo, que el cristal es aislante para ella, por lo que, antes de que podamos obtener electricidad, luz en nuestra casa, será preciso que dispongamos de un conmutador hecho de acuerdo con dicha ley, es decir, de un conmutador de cobre. Porque si empleáramos uno de cristal, con seguridad aquella no pasaría, no entraría en nuestro domicilio. En consecuencia y de igual modo, si nuestras oraciones – o conmutador – se acomodan a las leyes de Dios, el propósito divino podrá manifestarse a través de ellas y ser respondido; pero, si de otro modo, la oración fuese contraria a la voluntad divina – como por ejemplo, si el karma de por quien se pide impidiera una realización – tal oración, naturalmente, sería semejante a un conmutador de cristal respecto al circuito eléctrico.
“Allí donde dos o más estuviesen reunidos en mi nombre, Yo estaré en medio de ellos”, dijo Cristo. Por tanto, si partimos del calor que albergan nuestros carbones individuales, y nos juntamos para orar por algo definido, aquel calor que se encuentra latente en cada uno de nosotros, puede encenderse en llama y emitir luz y calor. Quizás no debiera hacer falta que aclarásemos que, de acuerdo con la calidad de la oración, así habrá de ser su eficacia. ¿ No es comprensible que si una oración sale de mentes limpias y de corazones nobles y puros, su capacidad y efecto han de implicar abundancia de lo que se solicita o pide ?
Así, pues, si los sistemas orientales emplean la concentración en un punto determinado para conseguir ayuda divina, al mundo occidental le ha sido dada la oración, puesto que ésta va a implicar no ya y en sí misma la fría concentración intelectual, sino una inmersión o cooperación del propio sentimiento, conformando un poder con capacidad de desbordar lo imaginable. Para ilustrar un tanto acerca de cómo se lleva a cabo el proceso de relación hombre-Dios a través de la oración, tomemos la tromba marina como ejemplo. Tal vez no hayan visto este fenómeno de la Naturaleza, pero es maravilloso e imponente. Por lo general, y en el momento en que ocurre, el cielo parece colgar muy bajo sobre el agua, notándose una gran tensión en el aire, como una depresión o concentración. Después, y gradualmente, parece como si un punto del cielo descendiese hacia el agua, a la vez que las olas, en un cierto lugar, parecen saltar, hasta que tanto el cielo como el agua se unen en vertiginosa vorágine.
Algo similar viene a ocurrir cuando una persona o número de personas se unen en fervorosa oración porque, cuando una persona suplica intensa y sinceramente a un poder superior, su aura forma como un embudo que se parece a la parte inferior de la tromba. Esta forma áurica salta en el espacio a una gran distancia hacia arriba, y estando en sintonía con la vibración Crística del mundo interplanetario del Espíritu de Vida, hace descender de allí un poder divino que entra en la persona o grupo de personas, y anima la forma de pensamiento que ellas hayan creado y visualizado. De este modo se cumplirá el objeto por el cual hayan pedido al unirse. Ahora bien, como ya hemos advertido, se ha de tener presente que el método occidental de orar no debe consistir en un frío proceso intelectual, pues debe unírsele de manera ineludible una cierta cantidad de sentimiento adecuado a fin de lograr el objeto deseado, porque, a menos que esta intensidad de sentimiento esté presente, el objeto no se realizará. Este es el secreto de todas las oraciones milagrosas (supuestos curativos) de que se tiene noticia: la persona o personas que oraban se hallaron siempre poseídas de un intenso fervor; su ser entero se encontraba absorbido en el deseo por aquello que oraban, por lo que se elevaban a sí mismas a los mismos reinos de lo divino y hacían descender la respuesta del Padre, que es el Gran Médico. Pero, para estar en consonancia con la universal ley del karma y evitar el gran peligro de mal usar este maravilloso poder, siempre deben ser dirigidas las súplicas por los demás en consonancia con las palabras del Cristo: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”.
De otra parte, debe saberse que así como cada nación envía embajadores a las demás naciones, del mismo modo existen embajadores de cada uno de los Grandes Ángeles Planetarios presentes en nuestra Tierra. Ellos son los siguientes:
Ithuriel es el embajador de Urano
Cassiel “ Saturno
Zachariel “ Júpiter
Samael “ Marte
Anael “ Venus
Rapahel “ Mercurio
Miguel “ Sol
Gabriel “ Luna
Si bien hemos de advertir que los embajadores de los planetas son Arcángeles, en cambio, Gabriel, embajador de la Luna, tiene la naturaleza de Ángel.
Más aún, dichos embajadores tienen a su cargo todos y cada uno de los apartados y negocios de la vida, como asimismo cada cual tiene atribuidas determinadas horas planetarias, las cuales son propicias para la invocación respectiva; motivo por el que – consultando el diagrama oportuno al efecto – quien quiera dirigirse a un embajador concreto, podrá hacerlo en las condiciones más favorables a su correspondiente petición. Así, por ejemplo: Sabiendo que Jehová tiene bajo su cuidado y el de sus ángeles tanto la salud de la forma, es decir del cuerpo, como todo cuanto se relaciona con la fecundación, alguien que se encuentre necesitado de recuperar la salud o mismamente de parir o engendrar ¿ es que no tendrá a bien solicitarlo al ángel Gabriel, y, precisamente, en lunes, día de la luna, y cuando ésta se encuentre en la fase creciente ? Por su importancia, los ángulos de los rayos planetarios son de influencia decisiva.
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De todos los instrumentos que el espíritu posee, la mente es el más importante, el especial en la obra de la creación, pues si la laringe espiritualizada y perfecta hablará en el futuro la Palabra Creadora, la mente perfeccionada decidirá lo tocante a la forma particular y volumen de vibraciones, por lo que será sin duda factor determinante. La Imaginación, fuerza preeminentemente de la naturaleza femenina, será la facultad espiritualizada que dirigirá la creación.
La imaginación, por tanto, es algo imprescindible, fundamental. Es ella quien proyecta nuestras casas, nuestros vestidos, nuestros aviones y por completo nuestro futuro. Cualquier perfeccionamiento, tanto en lo físico como en lo espiritual, ha de ser imaginado previamente en cuanto posibilidad para que pueda llegar a convertirse en un objeto real. Si el lector tiene la amabilidad de examinar el diagrama 3, entre las funciones de los diferentes vehículos humanos y las partes de un estereoscopio, la mente corresponde a la lente. Ella equivale al foco mediante el cual las ideas producidas por la imaginación del espíritu se proyectan sobre el universo material. Primeramente son sólo pensamientos-forma (imaginaciones), pero cuando el deseo de realizar las posibilidades imaginadas ha puesto al hombre en acción en el Mundo Físico, entonces se convierten en lo que denominamos “realidades concretas”.
De todas formas, actualmente la mente no se encuentra lo bastante desarrollada aún de manera que pueda permitir dar una imagen cierta y clara de lo que el espíritu imagina., es decir, no está debidamente enfocada, pues proporciona cuadros confusos y borrosos. De ahí las necesidades de la experimentación, pues demostrando los defectos de la primera concepción, conducirá a nuevas imaginaciones e ideas, y ello hasta que la imagen producida por el espíritu en sustancia mental haya cuajado debidamente en sustancia física.
En definitiva, sólo somos capaces de formar en la mente imágenes que tengan relación con la Forma porque la mente humana no se desarrolló hasta el Período Terrestre y, por tanto, se halla ahora en su estadio primero de forma o “mineral”, por lo que en nuestras operaciones nos encontramos limitados a las formas, a los minerales. Por ello, si bien podemos imaginar maneras o medios de trabajar las formas minerales de los tres reinos inferiores, apenas si podemos hacer algo o nada en los cuerpos vivientes. Podemos ciertamente injertar un árbol con una rama viviente, o llevar una parte viviente de un animal al hombre, pero en realidad no es con “la vida” con lo que estamos trabajando sino con la forma únicamente. Esto debe quedar bien grabado, indeleblemente. Crear la vida está más allá del poder del hombre, y así será hasta que su mente no se desarrolle y se convierta en una estructura ciertamente viviente.
En el Período de Júpiter, hasta cierto punto, la mente se vivificará, y el hombre podrá imaginar en ese entonces formas que vivirán y crecerán como las plantas.
En el Período de Venus, una vez que su mente haya adquirido “sentimiento”, podrá crear cosas vivientes y sensibles, además de poseer capacidad para crecer.
Y cuando obtenga la perfección, al final del Período de Vulcano, la mente podrá “imaginar” la creación de criaturas que vivirán y crecerán, sentirán y pensarán.
En concordancia con lo anterior, nuestra humanidad actual tendrá a su cargo la oleada de vida que comenzó su evolución en el Período Terrestre, la que justamente anima ahora a los minerales. En este momento estamos trabajando con ellos por medio de la imaginación y dándoles forma, haciendo con ellos barcos, puentes, ferrocarriles, casas, ordenadores y aviones, además de vehículos espaciales y otros sueños imaginarios.
Ya, en el Período de Júpiter, guiaremos la evolución del reino vegetal, porque lo que, encontrándose ahora en estado mineral, para entonces tendrá una existencia análoga a la de las plantas: Lo haremos de igual modo a como lo hacen en el presente con las plantas los Ángeles. Nuestra mente se habrá desarrollado de tal manera que no sólo tendremos capacidad para imaginar formas, sino que seremos capaces de animarlas dándoles vitalidad.
En el Período de Venus, los minerales de hoy habrán avanzado un paso más, por lo que deberemos dirigir a los animales de ese tiempo, tal a como lo hacen hoy los Arcángeles con los animales presentes, dándoles vitalidad y formas sensibles.
Y ya, en el Período de Vulcano, nuestro privilegio consistirá en proporcionarles una mente germinal, como los Señores de la Mente lo hicieron con nosotros en la Época Atlante. Los minerales de hoy serán la humanidad de dicho período, y nosotros habremos pasado a través de estados análogos a los recorridos por los Ángeles y los Arcángeles y avanzado un poco más, pues alcanzaremos un punto evolutivo superior al de los presentes Señores de la Mente, pues nunca tiene lugar una reproducción exacta en parte alguna, y sí en cambio un perfeccionamiento progresivo debido a los trazos hacia arriba y hacia adelante de la espiral.
El Espíritu Divino absorberá al Espíritu Humano al finalizar el Período de Júpiter, al Espíritu de Vida a la conclusión del Período de Venus, y a la Mente perfeccionada – encerrando todo lo adquirido a lo largo de los siete períodos, a la finalización del Período de Vulcano.
Posteriormente surgirá un largo intervalo de actividad subjetiva, durante el cual los espíritus virginales absorberán todos los frutos del Período Septenario de Manifestación habido. Pasado este intervalo se sumergirán en Dios – de quien vinieron – para re-emerger al alborear otro Gran Día, como otros de sus Gloriosos Colaboradores, pues durante la pasada evolución sus posibilidades latentes habrán sido transmutadas en poderes dinámicos, y habrán adquirido no sólo Poder de Alma sino Mente Creadora como fruto de su peregrinaje a través de la materia. Por tanto, habrán avanzado desde la impotencia a la omnipotencia y de la nesciencia a la omnisciencia.
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LAS 16 RAZAS O 16 SENDEROS DE DESTRUCCIÓN
Hasta prácticamente la conclusión de Lemuria no hallamos, en relación con el ser humano, un desarrollo equivalente a lo que hoy podemos considerar como raza. En ese momento nos hallábamos tocando ya el nadir de la materialidad, condición propicia para que las formas de los hombres pudieran diferenciarse entre sí, por lo que una vez abiertos sus ojos hacia el exterior y ausente aún el intelecto, además del rechazo surgido hacia los no afines de forma espontánea, inevitablemente condujo a la conformación de lo que con posterioridad hemos conocido y continuamos conociendo como razas. Los requisitos que a lo largo de las edades han prevalecido para su definición han sido constantemente similares: siempre se ha tratado de grupos de fuerte base endogámica, dando lugar a caracteres que se repiten ininterrumpidamente que propician la propia degeneración. Son atraídos entre sí por la ley de afinidad y ley de asociación dentro de la superestructura de Ley de Causa y Consecuencia, apegándose intensamente, sagradamente incluso sobre el territorio y con gran aversión, cuando no exclusión total (léase, por ejemplo, los vikingos) a la mezcla de sangres extrañas, más un arraigadísimo sentimiento de pertenencia colectiva en la que el Yo individual no tiene relevancia alguna; en resumen, una simbiosis de ente colectivo y territorio sin distinción práctica posible, etc.
Aún así, las razas tienen lugar únicamente durante uno de los Grandes Períodos dentro de los siete días de creación o plan de Dios para el mundo: el Período Terrestre. No las ha habido en ninguno de los tres Grandes Períodos que han precedido al presente – Períodos de Saturno, Solar y Lunar –. Tampoco las habrá en el futuro. Su tránsito en el proceso del Gran Días de Manifestación actual, apenas si representa un suspiro, un leve chispazo. Con todo, las razas se van correspondiendo con distintas gradaciones que han de pasarse a lo largo de la evolución, dado que, de no ser así, no podría haber progreso para los espíritus que sucesivamente se encarnan en ellas. Aún dentro de su misma fugacidad en el decurso evolutivo, el peligro que en sí mismas entrañan las razas radica en que los espíritus se apeguen demasiado a alguna de ellas, es decir, a las mismas formas, y por tanto, como ya hemos señalado, no logren avanzar. Ello constituiría un gran problema. De ahí que los Guías de la humanidad hayan convenido en denominar a las razas “los dieciséis senderos de destrucción”. En cualquier caso, sí las ha habido a partir de Lemuria y concluirán en la que en ocultismo se denomina: Sexta Época.
De todos modos, antes de la enunciación de cada una de las razas, debemos hacer la anotación de que, si bien las Grandes Jerarquías Creadoras, las cuales nos ayudaron a progresar emanando de sí mismas durante la Involución los gérmenes precisos para la constitución de los vehículos que hoy hemos llegado a poseer, los Guías de la humanidad nos han suministrado asimismo ayudas de incalculable valor. Éstos seres, enormemente más evolucionados que nosotros, y bajo un trabajo amoroso, han estado aquí durante edades y edades (y aún lo están) para tomar muy al principio la vara de mando, pues la incipiente humanidad no poseía más que el germen de una mente sin posibilidad mínima de orientación ni de propia dirección. Y estos Guías, grado por grado, lo hicieron. Fueron ellos, los Señores de Venus y los Señores de Mercurio, quienes, si no tan avanzados como los residentes en el sol – los arcángeles – sí lo están muchísimo más que el hombre. A los Señores de Venus se les llamó “mensajeros de los dioses” aparecieron entre los hombres, motivo extraordinario por demás para tal reconocimiento. Se les reverenció como a dioses mismos y sus órdenes jamás fueron discutidas.
Una vez la humanidad hubo llegado a un grado de desenvolvimiento, de forma automática quedó configurado dentro de ella un grupo de “avanzados”, a quienes se colocó bajo la égida de los Señores de Mercurio, quienes poco a poco fueron introduciéndolo e iniciándolos en las verdades para entonces más elevadas, cuyo conocimiento y puesta en práctica constituían requisitos de primer orden para el avance y progreso del hombre infante. Mediante la dignidad de reyes a la que fueron exaltados, estos hombres instruidos o iniciados habrían de ser los primeros guías propios de nuestra oleada de vida; y, por lo mismo, ellos habrían de ser los fundadores de las dinastías de Legisladores Divinos, lo que equivale a decir “por la gracia de Dios”, o en otras palabras, por la gracia de los Señores de Venus y Mercurio, al ser considerados auténticos dioses por nuestra primera humanidad.
Obviamente, la instrucción recibida había sido dirigida a que el gobierno que ejerciesen repercutiera única y exclusivamente en beneficio del pueblo, por lo que cualquiera de tales Regentes de ese tiempo era tenido como verdad sagrada cuando se entregaba a educar y ayudar a los suyos, ya propiciando el bienestar o la equidad. Verdaderamente, mientras ejercieron sus reinados tales reyes, bien puede afirmarse que tuvo lugar una indiscutible Edad de Oro. Esto tuvo lugar fundamentalmente dentro de los Toltecas, la tercera raza de la Época Atlante, cuando reinaron desde su famosísima “Ciudad de las Puertas de Oro”.
Los Señores de Mercurio aún se encuentran actualmente entre nosotros. ¿ Qué es lo que ellos hacen ? Lo que mismo que hicieron desde su principio entre la humanidad: la preparación del ser humano para el control y dominio de sí mismo, pues en idéntica proporción en la que el hombre se autodomine, en esa misma proporción será en la que se encuentre preparado para gobernar a los demás. Recientemente Goethe lo reconoció y afirmó: “de todos los encadenamientos que sufre la humanidad, solamente se libera el hombre cuando se libera a sí mismo”. Por tanto, si los actuales gobernantes de masas lograran dominarse a sí mismos, sin duda alguna retornaría en poco tiempo, en su forma actualizada, la tan adentrada y añorada Edad de Oro. Por tanto, sólo de forma excepcional es que también preparan al hombre para el dominio o gobierno de los demás. Por lo demás, puesto que esotéricamente son los verdaderos iniciadores del hombre, es de esperar que, dado que las tres revoluciones y media que aún quedan del actual Período Terrestre vamos a estar bajo la influencia creciente de Mercurio, es de pensar que los trabajos bajo su inspiración aumenten de manera altamente significativa
Dicho lo cual, es conveniente pasar a citar las denominaciones de cada raza habida, así como a hacer algunas consideraciones acerca de aquellas otras que aún están por aparecer.
Así, pues, el siguiente cuadro, nos ayudará a comprender su encaje y aparición:
Época de Lemuria:
1ª.- Lemúrica (puede ser denominada raza con dificultad)
Época Atlante: Época Aria:
(cabello redondo)
1ª.- Rmoahals 1ª.- Aria, que se encaminó hacia el sur de la India.
2ª.- Tlavatlis 2ª.- Babilonio-Asirio-Caldea
3ª.- Toltecas 3ª.- Pero-Greco-Latina
4ª.- Turanios 4ª.- Céltica
5ª.- Semitas originales 5ª.- Teutónico-Anglo-Sajona
6ª.- Akadios
7ª.- Mogoles
Como dos elementos distintivos y fundamentales de la 5ª raza atlante, anotemos lo siguiente: uno, que a diferencia de todas las demás de dicha época, las cuales fueron de piel roja y amarilla, ésta raza, la 5ª, Semitas originales, fue la primera de piel blanca; y dos, que en calidad de núcleo primigenio, fue elegida como básica de todas las razas que habrían de configurar la por entonces y aún lejana Época Aria, hecho que, dentro de los talantes de entonces en general, la elevó a su condición de más importante. Y ello no sólo por lo expuesto, sino porque ella habría de ser también la portadora, la primera en la que, en algún grado, hallamos el pensamiento reconocible en cuanto elaboración de la razón, esa razón insustituible para poder refrenar y contener el cuerpo de deseos y, por ende, la pasión y el egoísmo, tan exacerbados en aquél tiempo bajo influencia luciferina a la vez que jehovística. En consecuencia, fue raza elegida como simiente, para que desenvolviese el intelecto hasta un grado suficiente que a posteriori permitiera a sus descendientes – las futuras razas arias – una evolución basada ya más en la razón que en el desenfreno incontrolado y sustentado por las bajas pasiones. Se ha reconocido que semejante trabajo de dirección, gobierno y control por los Guías, constituyó todo un reto, dado que la transmutación de la astucia de que disponía esta raza en razonamiento, requirió leyes contundentes y de aplicación instantánea, ya de recompensa, ya de castigo. Es de entonces que nos ha llegado el dicho de que “el camino del transgresor es muy duro”, puesto que quien incumpliere debía temer bien a Dios o al Guía por quien en aquel momento eran conducidos.
Los Semitas originales es la raza relacionada con los hechos de Noé y el diluvio (versión acomodada o símil a la de Moisés en el mar Rojo), la que fue conducida y guiada hacia el desierto de Gobi, en Asia Central, por donde se dice que anduvo errante y esperó los cabalísticos cuarenta años para tener acceso a la Tierra Prometida, en realidad no otra cosa que la tierra seca y dura, tal cual hoy la conocemos. ¿ De dónde venían y por qué fueron conducidos hacia Gobi ? En ese último tercio atlante, aquella neblina ígnea que había presidido los cielos tanto de Lemuria como de la Atlántida comenzó a aclarar, motivo por el que se produjeron inmensas inundaciones hasta cubrir la casi totalidad de la Tierra; de aquí que, el Guía, previendo los acontecimientos, optó por ponerse en camino hacia Gobi al objeto de salvar la simiente elegida.
En este importantísimo orden de cosas, los componentes de esta raza – divididos en doce clases, cada cual con las características propias de su correspondiente signo zodiacal – tuvieron un tratamiento especial en numerosos órdenes, dado que se trataba de no mejorar sólo físicamente la forma, sino por supuesto, y también, sus vehículos invisibles; se procuraba habilitarla como germen de algo futuro y mejor para la evolución; su experiencia debía constituir un valiosísimo aporte tanto para los Guías en general como para la misma humanidad.
Pero, por lectura directa de la memoria de la Naturaleza, se tiene la certeza de que la mayoría se rebeló y frustró por completo – bien que temporalmente – las metas propuestas por el Guía, dado que “se casaron con las hijas de los hombres” y hubieron de ser abandonados; se quiere decir con ello que, habiéndose casado con individuos de otras razas no elegidas para el propósito descrito, con razas menos avanzadas, menos evolucionadas con las que mezclaron su depurada sangre, se convirtieron en inútiles e inservibles para los planes del Guía tantas veces mencionado. Los miembros de la minoría que se mantuvo fiel hasta el final, murieron físicamente en el mismo Gobi, los mismo que al renacer cual descendientes de sí mismos, heredaron la Tierra Prometida y generaron, o dieron lugar a las distintas razas arias que actualmente intentan desarrollar y llevar la razón a un alto grado dentro de la Humanidad de desarrollo y eficiencia.
Los rebeldes abandonados fueron, a pesar de sentirse el pueblo por excelencia “elegido”, los actuales judíos. Su apego a la raza ha sido siempre y aún es fortísimo, y puesto que ni en bloque ni dispersos por el mundo dicho sentimiento había sido quebrantado a través de tantos y tantos sufrimientos como han padecido, Cristo encarnó dentro de su raza a fin de que se esforzaran y pudieran salir de esa maraña, de ese encorsetamiento sentimental por la raza que no propicia ni permite de ningún modo la evolución ni de las formas ni del espíritu hacia nuevas alturas ni fronteras. La cuestión es que, al día de hoy, y tal cual las cosas, únicamente a través de aquel crisol americano a que arriba aludimos, cuando la mezcla de sangres – judía y americana-cristiana – y alcancen una proporción suficiente, será que este pueblo salga de tan enorme peligro, cual es el de la posibilidad de propiciar su degeneración racial y hacerla extinguir por continuado y voluntario enclaustramiento en idénticas formas. Si se perdieron por lo mas bajo, se salvarán por lo más alto. Ése es el designio.
Dentro de la época en que nos encontramos, la Aria, pero adentrados que estemos ya en el signo de Acuario, cuando el sol por precesión de los equinoccios se encuentre en la cúspide de la casa de este signo astrológico (aproximadamente dentro de 637 años) procedentes del pueblo ruso y demás razas eslavas, aparecerán y se desarrollarán la 6ª y 7ª de las razas, las cuales vendrán a completar el septenario ario. Su desarrollo espiritual devendrá a través de la música, arte para la que unos y otros se encuentran especialmente capacitados. Sin embargo, aunque la 6ª será una raza de corta duración porque la evolución de la espiritualidad para desarrollarse de forma equilibrada es preciso que lo haga a través y a un tiempo del sentimiento y el intelecto, será con todo una raza de altísima espiritualidad y muy feliz en su duración, dado que, viniendo sus grupos de procedencia de terribles y cuantiosos padecimientos, el péndulo de la Ley de Consecuencia les dará esta oportunidad única, llena de elevación espiritual y éxito.
Y asimismo, procedente de los mismos eslavos, tendrá lugar la formación de la 7ª o última raza de la Época Aria.
Como final, o colofón de este interin de razas, decir que al inicio de la ya mencionada Sexta Época, o Nueva Galilea, y como amalgama mundial de razas que ya se está llevando a cabo en ese crisol que es los Estados Unidos de América, provendrá, decimos, no sólo la raza última sino la única que ha de conocer aquella Sexta Época. Será el momento de mayor fulgor tras tanto esfuerzo evolutivo habido hasta entonces, pues al fin tendrá lugar la fraternidad universal.
Podría parecer un término de otros tiempos y por tanto periclitado, pero no, pues héteme aquí que desde la intervención militar internacional en Kósovo ha venido a adquirir sello de primer orden y vuelto por sus fueros. Porque ¿ de qué sirven el dolor social y el discernimiento, e incluso la determinación de hacer lo que fuese preciso si no disponemos de valentía para en definitiva acometer cuanto requiera el caso y hasta el final ? Desgraciadamente hoy nadie quiere exponerse a morir por nadie ni por nada, nadie, ni siquiera a sufrir un desmayo o simple rasguño. Antes estábamos dispuestos a todo frente al invasor o al enemigo común, amenazante y declarado. Sin embargo, en el andar del mundo, los supuestos base y circunstancias han cambiado de manera extraordinaria, por lo que ahora nos están exigiendo que nos comprometamos frente a algo aparentemente más lejano y etéreo, más sutil e impreciso en general porque no suele tocarnos personal y físicamente a cada uno en concreto, cual hace y es tocante al terrorismo. Esta nueva exigencia se corresponde sin duda con un más alto y exquisito grado en el uso y concepción de valores que implica una civilidad arduamente lograda. Ser conscientes de esto y su importancia, para no volver atrás, requiere desde luego una conciencia clara, realista y vigilante. Las gentes occidentales, tras la gran depresión y guerras mundiales, con la tecnología y la riqueza propiciada – se preveía ya en los años 70 – nos hemos vuelto hedonistas, egoístas e insolidarios, pero además de ello perezosos y, por ende, ciertamente cobardes, con escaso margen para el esfuerzo, la necesaria disciplina y el sacrificio, a la vez que algunos países del área pretenden optar por el viejo y terrible espectro de la “neutralidad”, como si pudiese haber en la Humanidad “apartes” incontaminados e incontaminantes, si bien es más grave aún que otros, no occidentales en este caso, se opongan expresamente a “congelar activos de personas físicas y jurídicas supuestamente vinculadas al terrorismo”. De aquí que la “VALENTÍA”, su concepto al menos, emerja por sí misma y venga a reivindicar el sentido intrínseco que siempre tuvo y deberá tener, pues se trata de la piedra angular en la que hemos de apoyarnos para racionalizar y discernir lo que en el mundo está ocurriendo, asumir la responsabilidad común en la que desde los cuatro puntos cardinales nos hallamos inmersos, y tomar conciencia y determinación para comprometernos y cooperar de forma activa por muy arriesgado y desagradable que tal empresa pueda resultar. Sería loable que todos los países de la ONU tomasen plena conciencia de este hecho y actuasen consecuentemente, pero, sobre todo, – aparte de EE.UU, naturalmente – Europa, Rusia, India, Japón y China. Está en juego y riesgo el sutil tejido de la democracia y la libertad. La primera al ser permeabilizadas y ajadas sus leyes cívicas por el terrorismo, y, la segunda, como consecuencia, profunda y seriamente amenazada. Son los valores más grandes para la vida individual y colectiva, y ésta es una circunstancia que, si no ilimitada, sí se ha configurado como verdaderamente universal y excepcional.
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LA SANGRE PURIFICADORA DE CRISTO-JESÚS
Una vez que El Salvador, Cristo Jesús, fue crucificado, su cuerpo fue herido en cinco partes: en cinco de los centros por los que fluyen las corrientes del cuerpo vital. La presión de la corona de espinas produjo también un flujo añadido en el sexto centro.
De modo que, cuando la sangre fluyó de tales centros, el gran Espíritu Solar, Cristo, se liberó del vehículo de Jesús y se encontró en la Tierra con sus vehículos individuales. De aquí que los vehículos planetarios ya existentes fuesen compenetrados por sus propios vehículos, por lo que en un abrir y cerrar de ojos difundió su propio cuerpo de deseos sobre el planeta, lo que le permitió desde entonces trabajar sobre él y la humanidad desde dentro de nuestro planeta.
Fue tal que, en aquel momento, una oleada tremenda de luz espiritual solar inundó la Tierra y el velo del Templo se rompió, ese velo que el Espíritu de Raza había colgado ante el Templo para resguardarlo de todos menos de los pocos elegidos hasta entonces (los sacerdotes, pertenecientes a la tribu de Leví) A partir de ese hecho el sendero de la Iniciación quedó abierto para todo aquél que quisiera acceder a él. Por lo que concierne en todo caso a los mundos espirituales, dicha oleada transformó las condiciones de la Tierra como en un relámpago, si bien las condiciones densas y concretas, evidentemente, son afectadas de forma mucho más lenta.
Cual toda vibración rápida de intensísima luz, aquella gran oleada, debido a su fulgor y brillantez, cegó repentinamente al pueblo. Ello indujo a decir que el “Sol se había oscurecido”, cuando lo sucedido fue realmente lo opuesto: el Sol había brillado con un gloriosísimo resplandor. El exceso de luz, la fulminante vibración fue lo que cegó a las gentes, por lo que únicamente cuando la Tierra hubo absorbido el cuerpo de deseos del brillante Espíritu Solar, sólo entonces, fue cuando descendió la vibración hasta una intensidad normal y “pudo verse de nuevo con normalidad”.
Aclarado lo anterior, la expresión “la sangre purificadora de Cristo Jesús” significa que la sangre que fluyó en el Calvario está ligada al Gran Espíritu Solar, Cristo, quien por ese medio se aseguró su admisión en la Tierra, por lo que es su regente desde aquél mismo momento. Difundió su propio cuerpo de deseos por todo el planeta y lo purificó de todas las viles influencias que se había desarrollado bajo el régimen del Espíritu de Raza, basado en la separación, el egoísmo y la sensualidad. Bajo la ley todos pecaban, pues que todos la infringían; y más aún, no podían ser ayudados, dado que no habían evolucionando tanto como para poder obrar con rectitud por medio del Amor. Era tan fuerte la naturaleza pasional en ese tiempo, que para los humanos de entonces constituía una imposibilidad controlarla y dirigirla; de aquí que sus deudas de destino, engendradas bajo la Ley de Consecuencia, hubieran alcanzado proporciones de carácter colosal. La evolución, por tanto, se hubiera demorado de forma terrible, y muchos habrían quedado “perdidos” para nuestra oleada de vida si no se les hubiera prestado ayuda en alguna medida. Este fue el motivo real por el que Cristo vino, para “buscar y salvar a los que estaban perdidos”, pues limpió los pecados del mundo (limpió las condiciones colectivas – no las individuales – atmosféricas) con su sangre purificadora, hecho que le permitió entrar en la Tierra e influir directamente por medio del Amor en el devenir de la humanidad. Él, repetimos, purificó aquellas condiciones previas a su venida y a Él debemos actualmente que podamos atraer hacia nuestros cuerpos de deseos material emocional más puro que en aquel otro tiempo, por lo que continua con su trabajo para ayudarnos al construir a nuestro alrededor un ambiente cada vez más limpio y más puro.
Pero que lo que se acaba de decir lo efectuó y efectúa a expensas de un gran sufrimiento para Él mismo, es cosa que nadie puede dudar si es capaz de formarse la más mínima concepción acerca de las limitaciones soportadas por ese Gran Espíritu al entrar en las coercitivas condiciones de la existencia física al encarnarse tanto en el cuerpo denso de Jesús en el momento del Bautismo, como en su actual limitación en cuanto Regente de la Tierra. En verdad que Él es también Regente del Sol y, por tanto, sólo está confinado parcial y temporalmente cada año en la Tierra, pero, sin embargo, las limitaciones producidas debido a las lentísimas vibraciones de nuestro planeta denso, deben resultarle extraordinariamente insoportables.
Si Cristo-Jesús hubiera muerto sin más, hubiera sido imposible para él ejecutar esa obra; pero los cristianos tienen un Salvador resucitado, Quien está siempre presente para ayudar a todos los que invoquen su nombre. Habiendo sufrido como nosotros en todo y habiendo conocido plenamente nuestras necesidades, Él olvida todos nuestros errores y fracasos mientras continuemos luchando por vivir una buena vida. Tengamos siempre muy presente que “el único y verdadero fracaso consiste en dejar de luchar”.
Tras la muerte del cuerpo denso de Jesús, los demás vehículos fueron devueltos a su primitivo poseedor, Jesús de Nazareth, quien, durante algún tiempo después, funcionando en el cuerpo vital que había recobrado de manera temporal, instruyó al núcleo de la nueva fe, aquél que Cristo había formado. Desde entonces, Jesús de Nazareth ha tenido la dirección de las logias esotéricas o sociedades espirituales secretas que ha habido en toda Europa. Del mismo modo a como ocurriera en otros muchos lugares, los Caballeros de la Mesa Redonda fueron altos iniciados de los Misterios de la Nueva Dispensación. De modo similar ha ocurrido con los Caballeros del Grial, a quienes finalmente se les concedió el cáliz de Arimatea, el empleado por Cristo Jesús en la última cena. Después, y además, se les entregó la lanza que había herido su costado, así como el receptáculo que recibió la sangre de esa herida.
Los Druidas de Irlanda y los Trottes del norte de Rusia fueron también escuelas esotéricas en las que trabajó Jesús en la llamada “Edad Media”, en la que, aunque aún continuando siendo bárbaro, el impulso espiritual seguía fluyendo, y, desde el punto de visto oculto, en realidad constituyó una “Edad Brillante” si la comparamos con el creciente materialismo en que se han plasmado los últimos trescientos años, puesto que, habiendo aumentado sin duda alguna de forma exponencial los conocimientos físicos, en la práctica ha quedando sin embargo casi extinguida la Luz del Espíritu. Gloriosos cual son los descubrimientos y logros de la ciencia moderna, han sido en cambio alcanzados al terrible precio de aplastar la intuición espiritual, por lo que teniendo en cuanta este punto de vista, nunca han amanecido para Occidente y la humanidad en su conjunto días más tenebrosos que los actuales.
Los Hermanos Mayores, Jesús entre ellos, han luchado y luchan por equilibrar esta tenebrosa influencia materialista, que semeja los ojos de la serpiente obligando al pajarillo a caer en sus fauces. Cada tentativa por iluminar a las sociedades a fin de despertar en ellas el deseo de cultivar el lado espiritual de la vida, es una evidencia de la actividad de los Hermanos Mayores. Puedan sus esfuerzos ser coronados por el éxito. De este modo, y sin mayor tardanza, lograremos apoyar conscientemente y a un tiempo nuestra evolución y desarrollo bajo una ciencia religiosa y artística, cual ha de constituir en el futuro la expresión simultánea de la bondad, la verdad y la belleza en nuestras vidas.
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En términos populares la obsesión es conocida como “posesión”. Y es de tal importancia y tan urgente comunicar con precisión en qué consiste que, una vez sean conocidas sus delineaciones y los contextos en que puede ponerse en evidencia, muchas personas podrán reaccionar sobre sí mismas o en relación a seres cercanos y queridos en evitación de su internamiento en instituciones psiquiátricas, pues tocante a lo que vamos a denunciar hay un buen repertorio de manifestaciones efectuadas durante los procedimientos judiciales por múltiples inculpados y reos.
Una descripción breve podría efectuarse diciendo que la obsesión tiene lugar cuando un espíritu desencarnado toma posesión permanente del cuerpo de alguien, habiendo sido despojado por tanto su propietario del mismo.
Ni que decir tiene que una persona obsesionada lo es generalmente por un espíritu de baja o muy baja moralidad, dado que los de alta moralidad no suelen obsesionar a nadie ni despojarle de su cuerpo. Por tanto ¿ hemos de recordar cuanto ya se dijo más arriba referente a las actividades de los criminales en el mundo invisible ? Pues si es así, precisemos que en aquel caso el espíritu desencarnado y acosador se encontraba fuera del cuerpo, es decir, sin tomar posesión de los órganos vitales y de expresión, pero que aquí, en el supuesto que estamos comentando, sí se encontraría dentro, motivo por el que el obseso, o dueño del cuerpo, es sacado y desplazado al Mundo del Deseo desde el que quizás, atónito, contemple la disponibilidad de sus cuerpos físicos y vital sin posibilidad de recuperarlos a no ser por abandono voluntario del espíritu control que los domina. Estos espíritus que como hemos señalado son de muy baja estofa moral, pueden llevar a cometer a su anfitrión, y de hecho así lo hacen, los mayores desaguisados imaginables, actos por los que el obseso ha de pagar bien ante la justicia, bien ante la sociedad o ante la familia. Son espíritus de tan perniciosa catadura moral que el mal causado les produce orgullo y ufanía, abandonando a las víctimas una vez han caído presas de la ley o del descrédito social o familiar mencionados.
Hasta aquí una configuración sucinta y urgente de los hechos, puesto que las implicaciones e interrelaciones en sí alcanzarían supuestos y explicaciones de amplio tamaño. Tomar conciencia de cuanto hemos dicho y tomar algunas precauciones sería, pues, lo deseable en cuanto a enseñanza se refiere en el contexto de este libro. Así propondremos, por ejemplo, ¿ cómo evitar ser obsesionado ? Todo aquél que mantenga una actitud mental positiva, es decir, afirmando su personalidad individual y propia, en ningún caso podrá serlo. En consecuencia, piénsese en quienes acuden – incluso de buena fe y sonrientes – a alguna sesión de carácter espiritista (ouija, escritura automática, bola de cristal, cirios, espejos, etc.) Inmediatamente hay que señalar que por el mero hecho de acudir a tales sesiones, ya y por esa única circunstancia, abren sus vehículos y se predisponen a la negatividad precisa para ser dominados por terceros a los que no pueden ver ni mucho menos catalogar moralmente. Piénsese asimismo, en que estos espíritus que acuden a tales sesiones suelen mentir y proceder al engaño con absoluta normalidad, con la pretensión de que tanto el preguntante como los reunidos crean que en realidad sabe acerca de lo preguntado o que tiene poder para realizar determinados acciones. En conclusión, se recomienda muy seriamente la no asistencia a reuniones o sesiones de tal naturaleza. En el mejor de los casos, y presuntamente, los espíritus circundantes les extraerán los éteres con que se alimentan y podrán dejarlos anémicos, estado en el cual no se encontraban antes de asistir a una de estas convenciones en extremo inapropiadas y peligrosas.
No obstante, no queremos dejar este asunto sin antes enunciar el modo o modos en que, llegado el caso, se pueda disponer a fin de confirmar o no un estado objetivo de presunta obsesión. Y es aquí donde el diagnóstico del ojo es un medio absolutamente consistente. Dado que los ojos constituyen las verdaderas ventanas del alma, sólo y exclusivamente el dueño natural del cuerpo es capaz de dilatar o contraer la pupila de aquél órgano. ¿ Cómo llevarlo a cabo ? Simplemente. A la persona, acerca de la cual dudemos que pueda encontrarse bajo un estado de obsesión, la introduciremos en un recinto oscuro, y, si ciertamente, estuviera bajo control de un espíritu desencarnado, la pupila no se le expandirá. Del mismo modo que tampoco no se contraerá si la expusiésemos a la luz del sol, como, asimismo, tampoco se moverá al ser sometida a la lejanía o cuando le pidamos que procure leer impresiones de un tamaño reducido. Existe no obstante una excepción y es la siguiente: Cuando una persona se encuentra bajo la enfermedad denominada ataxia locomotriz, la pupila, aunque no responda a la distancia, sí deberá responder en cambio a motivaciones luminosas. De modo que se trataría, en todo caso, de una excepción y meramente relativa.
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DEL LLAMADO «CUERPO DEL PECADO»
Prevengamos acerca de que esta entidad, o cuasi entidad por así decirlo, es exactamente de la misma clase que aquéllos de que Cristo hizo mención cuando habló de demonios, ellos eran entonces, ciertamente, y aún lo son, la principal causa de las muchas y cuantiosas obsesiones y enfermedades físicas que ya entonces la Biblia citaba.
De cualquier modo, ahora, nosotros vamos a hacerlo de la siguiente forma: El cuerpo vital (compuesto por sus cuatro éteres: químico, de vida, luminoso y reflector) el vehículo relacionado con el Espíritu de Vida, la verdad, la intuición, es el vehículo por donde discurren las fuerzas de la vida, permitiéndonos además ponernos en comunicación, en contacto con el resto del mundo. El cuerpo vital está por tanto relacionado no sólo con la intuición, sino también con la moral y la ternura. El de la mujer, siendo de signo positivo, da esencia y fuerza a su capacidad imaginativa así como las tendencias que manifiesta en relación con la mejora y desarrollo moral de la Humanidad. Su participación en el quehacer del mundo es de primera magnitud e indispensable. Entre sus innumerables funciones, el cuerpo vital ostenta también la de construir y reconstruir el cuerpo físico, haciendo frente constantemente al cuerpo de deseos, el cual actúa de forma contraria, es decir, destruyéndolo y endureciéndolo. Es por medio de este continuo choque – cuerpo vital frente a cuerpo de deseos, cual si de una chispa eléctrica se tratara – que nace la conciencia y, a la par que, tal cual ha quedado señalado, los tejidos van endureciéndose dada la victoria final y a ultranza que obtendrá en su lucha el cuerpo de deseos.
En consonancia con las funciones y cometidos más relevantes del cuerpo vital, una vez que elevados ideales han hecho su labor durante suficiente tiempo a través no sólo de pensamientos y sentimientos impregnados de espiritualidad, sino mediante aplicación de obras concretas de desinteresado servicio hacia los demás, lentamente van desvaneciéndose y disipándose los apetitos animales e incrementándose en la misma proporción aquellos que expresan vida, luz y poder anímico. Con ello, los éteres más bajos, el químico y el de vida, disminuirán su presencia a favor de los propiamente inmortales, el luminoso y reflector, los que por otra parte, y mientras vivimos, conforman el cuerpo del alma, símbolo por excelencia del nacimiento del Cristo interno, coraza de Dios, pote de oro, dorado vestido de bodas, piedra filosofal o también soma psuchicon, como lo llama San pablo, entre las denominaciones con que en el seno ocultista se le conoce o designa a este vehículo esplendente e inmortal.
Así, pues, es un hecho contrastado que en la misma medida en que crecen los dos éteres superiores decrecen los inferiores y que asimismo ocurre a la inversa. Pero, sin embargo, y siendo así, al acaecer la muerte, en los días próximos que la siguen, tiene lugar una separación – dos a dos – de los éteres: el químico y el de vida gravitarán sobre el cuerpo denso para descomponerse de forma simultánea, mientras el luminoso y reflector, tal y como se ha señalado un poco más arriba, acompañarán a los vehículos superiores para servir de conciencia mientras el Ego va pasando a través del Purgatorio y del Primer Cielo, hasta ser absorbido por aquél cual pábulo de fuerza espiritual o alimento anímico.
Pero, dado que estamos tratando acerca del Cuerpo del Pecado, obviamente – y ateniéndonos de manera simbólica y representativa de un individuo indeterminado – estaríamos ante el crecimiento y fortalecimientos de los dos éteres más bajos, cuestión que nos pondría sobre la pista de alguien a quien nada importarían los asuntos del alma, antes bien, se trataría de una naturaleza tan malvada, que el egoísmo y una vida transcurrida entre vicios y degeneradas y brutales prácticas en la producción de sufrimiento, serían los componentes de un gozo constante en el mal y para el mal. Tan puede llegar a ser de este modo, que aquellos pocos que intencionadamente acuden o en el futuro acudan a las artes ocultas a fin de causar con plena conciencia mayores sufrimientos y tragedias, son los denominados “magos negros” (Klingsor) cuya terrible y particular tragedia consistirá en la pérdida por el espíritu de todos sus vehículos, y por tanto del alma, motivo tan exageradamente extremo y dramático (segunda muerte) que dichos espíritus, desnudos absolutamente, en primera instancia habrán de ser expelidos necesariamente hacia la luna para, con posterioridad, serlo hacia Saturno, puerta que conduce al Caos, en el que deberán permanecer esperando tal vez eones y eones de tiempo para poder acogerse a otra oleada de vida con la que poder continuar la evolución que una vez perdieron
Aunque el individuo símbolo aquí tomado no constituyera semejante caso extremo, sí existe un gran número de quienes se gozan en el mal y su causación. En consecuencia, con el tiempo y sus acciones, no sólo harán desaparecer sus éteres superiores o morales, sino que los inferiores llegarán en consecuencia a un grado de increíble endurecimiento. La traducción consiguiente deberá consistir en que aquella separación de éteres que en los casos normales tenía lugar, por manifiesta imposibilidad no se producirá, teniendo lugar, por contra, una unión inquebrantable entre los éteres que quedan y el cuerpo de deseos. Y como tal individuo ha debido desarrollar una vida de actos terribles, la fortificación resultante será de una naturaleza altamente extraordinaria. La línea de continuidad de este Ego nos hablaría acerca de alguien que se abraza a la vida terrena con tremenda pasión, y que tendría poder para alimentarse a base del olor que emanan de los alimentos y los licores. Inevitablemente nos recordará a los criminales, los cuales, decíamos, deambulaban de acá para allá en busca de prosélitos, de espíritus débiles a quienes engatusar sugiriéndoles prácticas similares a las que él debió llevar a cabo durante toda su vida, pero con una diferencia sustancial: a él nadie podrá descubrirlo, ni siquiera detenerlo la policía, ni tampoco ser enjuiciado. Si ciertamente fuésemos capaces de tomar conciencia de este mundo descrito y real, podríamos en verdad darnos cuenta tanto de la gravedad del tema como del riesgo que socialmente se corre.
En tiempos pasados el egoísmo y el deseo fueron tan intensificados y fortalecidos bajo el fin de la propia evolución que, al venir el Cristo, apenas si tenía vida celestial la Humanidad de aquel tiempo.
Un espíritu con tal cuerpo de pecado, gravitará permanentemente en las regiones más densas del Mundo del Deseo – las que interpenetran el éter – y se pondrá en contacto con aquellas personas que podrán servirle de enlace para seguir promoviendo situaciones angustiosas y de dolor. De esta forma, por tan apegado a la tierra y al mal que pueda pergeñar, ansiará permanecer en este status por muchísimo tiempo, por lo que, cual ocurre en casos extremos, tal vez consiga permanecer aquí durante siglos y siglos. A muchos de ellos se les ha visto como espectros. Recordemos, o bien sépase, que antiguos y poderosos señores, conociendo el poder de impregnación y magnetismo del cuerpo vital, una vez preveían cercano el hecho de su propia muerte, ordenaban reunir en lugares determinados sus tesoros así como los útiles de mando y de guerra más amados por ellos, tras lo cual ordenaban matar no sólo a sus esclavos o sirvientes próximos sino igualmente a sus caballos, a fin de ser ellos mismos atrapados y retenidos el mayor tiempo posible tanto en el goce de sus pertenencias y posesiones como, del mismo modo, para el caso de una nueva encarnación, y a través de las leyes de afinidad y asociación, ser atraídos inevitablemente hacia aquellos lugares previamente por ellos diseñados y preparados. Para espíritus de este calibre sus intereses no se encuentran en el plano celeste; la densidad de sus cuerpos vitales, en duro y denso armazón con sus cuerpos de deseos, vienen a constituir un todo de difícil disolución y con cortísima estancia ya en el primer cielo, ya en el segundo.
Pero, dado que de todos modos ha de llegar un tiempo en que este tipo de espíritus deberán pasar por el Purgatorio y asimismo abandonarlo, en ese momento deberán abandonar también, obviamente, el Cuerpo del Pecado, si bien, dada la composición de éste, su desintegración será lentísima, puesto que su “conciencia” habrá sido profundamente fortalecida. En realidad no es que puedan razonar, puesto que naturalmente no disponen de mente, pero pueden recurrir y recurren a la astucia como arma primordial para hacer creer que se trata realmente de un Ego, de una presencia espiritual, hecho éste que puede permitirles una vida individual, como hemos dicho, durante siglos.
Sus estancia en los distintos cielos, también se ha resaltado ya, resulta mínima, puesto que nada que pertenezca a su vida pasada puede merecer recompensa celeste alguna. Por tanto, donde su estancia ha de ser más duradera será en el segundo cielo, donde permanecerá el tiempo justo para conformar para sí un nuevo ambiente en la Tierra; posteriormente, y tras elevarse con brevedad al tercer cielo, tenderá a renacer muchísimo antes de lo normal con el afán y ansia por aquellas cosas materiales que dejó u otras similares que en realidad tanto le atraen e interesan. De esta forma, y en el momento de conformar sus nuevos vehículos, el Cuerpo del Pecado que dejó en el Mundo del Deseo como cascarón sin desintegrarse, se sentirá atraído de forma natural por la entidad que lo creó, se unirá al nuevo ser en la Tierra, y permanecerá con él durante toda la vida como un demonio ( Mr. Hayde).
En los tiempos bíblicos estos cascarones sin alma abundaban enormemente, y, como también hemos mencionado más arriba, a ellos era a quienes se refirió Cristo Jesús cuando habló de los demonios, causantes de numerosas obsesiones y enfermedades de entonces que en el libro sagrado se describen.
Como derivación próxima a lo que ha quedado descrito, queremos poner de manifiesto que en algunos casos, si un elemental (espíritu subhumano) tomara para sí un Cuerpo del Pecado, en definitiva uno de aquellos cascarones, agregaría a éste sus propias capacidades. Ello sería de tal manera que, una vez que renazca el espíritu o Ego que lo creo, lo atraería, naturalmente, pero debido a la intromisión previa del elemental, la resultante habría de dar un personaje muy diferente a los del resto del grupo o comunidad (Así, por ejemplo, médicos, hechiceros, curanderos, etc.)
Otra consideración más grave que la anterior consistiría en lo siguiente: es bastante frecuente que dichos elementales actúen como espíritus controladores sobre el cuerpo de algunos médiums a lo largo su la vida; pero, una vez que llegado el momento de la muerte del médium, el espíritu controlador ha llegado a obtener tanto poder sobre el controlado, que en realidad se permite expulsarlo y robarle sus vehículos superiores, y dado que estos vehículos recogen las experiencias habidas en la vida recién concluida, la evolución del Ego-médium puede retardarse, como ya se apuntó en otro lugar, durante eones de tiempo, dado que no parece haber poder alguno que pueda expulsar a tales elementales de los vehículos robados. Por supuesto, una observación al respecto habría que dirigirla mayormente hacia quienes están ejerciendo o puedan ejercer en el futuro de mediums y que, por añadidura, permiten o pueden permitir tomar a otro la posesión de su cuerpo, ya que, como hemos reflejado, en el momento de su muerte pueden encontrarse con la desagradabilísima sorpresa de no poder impedir que el alma les sea robada y su evolución en consecuencia no sea sólo meramente retardada, sino, en sí, realmente detenida sine die.
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DEVAS, ÁNGELES Y ESPÍRITUS DE LA NATURALEZA
Devas
Pertenecen a la oleada de vida de los arcángeles y permanecen en el Tercer Cielo, es decir, la Región del Pensamiento Abstracto, tienen bebés, trabajan por parejas y bajo sus órdenes y cuidado se encuentran los Espíritus de la Naturaleza y las Hadas. Algunos Devas viven en la tierra, pero otros lo hacen en el aire, donde generalmente están como balanceándose a cierta altura y fulgurando de forma hermosa con todos los colores del espectro; e incluso viven en el océano trabajando con los Espíritus de la Naturaleza mientras moldean los futuros perfiles del planeta. Colaboran en múltiples trabajos con los Hermanos y Hermanas Legos de las diferentes Escuelas de Misterios y suelen ser de un tamaño superior al del ser humano. Los que viven en el aire, puede vérseles normalmente suspendidos sobre hermosos valles con proximidad de bosques, y sus vestimentas se parecen a las de un hermoso joven que estuviese ataviado con elegantes y vaporosas ropas. Su pelo suele ser corto y suave, moviéndose de forma muy pausada y expresión agradable. El aura de los Devas ostenta diversos colores y matices de púrpura, lavanda, amarillo y oro, y, cual si fuese un parasol, puede cubrir con la calidad de un arco iris la totalidad del valle que protege. Y si su cuerpo de deseos se parece a un mango de sombrilla, su cuerpo mental, con un precioso color amarillo, y más allá de su aura, se despliega en torno a la cabeza
En algún lugar de Asia Menor hay una hermosísima mujer Deva, en el cual se encuentra instalado un cuartel general de los Devas, cuartel en el que éstos se van relevando mientras llevan a cabo su trabajo. Entre otras cosas, los grandes Devas curan a numerosas personas que acuden a dicho lugar cada año.
Ángeles
Pertenecen a la oleada de vida anterior a la nuestra en la evolución. Alcanzaron el estado humano durante el Período Lunar, por lo que siendo entonces de éter su cuerpo más denso, los Ángeles son verdaderos expertos en su utilización y manipulación. En consecuencia, y debido a esta habilidad, son autorizados instructores del hombre, de los animales y las plantas tocante a las funciones vitales de crecimiento, propagación, nutrición y otras similares. Dado que el éter es una sustancia aún no detectable por medio dela vista física ordinaria, ello hace que sus cuerpos no sean detectados por la generalidad.
De acuerdo con su oleada de vida, todos los ángeles han sido humanos, por supuesto, si bien no han tenido cuerpos semejantes a los nuestros. Su hogar actual es la Luna. Los niños-ángeles se paren mucho a los niños humanos, si bien todos tienen cuerpos hermosos y perfectos. Con el paso del tiempo nunca llegarán a adquirir apariencia de vejez.
Los Ángeles no “mueren” como lo hacemos nosotros, y no hay un tiempo preestablecido para la duración de su vida; algunos viven dos mil años y otros tres mil. Una vez que los Señores del Destino estiman que un ángel ha servido el tiempo suficiente, ese ángel es llevado a una situación o estado de descanso durante el cual el espíritu asimila toda la experiencia que ha acumulado y descansa durante cientos de años, renaciendo posteriormente como un ángel-bebé, con los mismos o diferentes padres – según – para proceder a la liquidación de sus obligaciones. Permanecen en la Luna durante más tiempo, ocurriendo asimismo igual en el cielo. Excepto el átomo-simiente, pierden todos sus vehículos.
Las leyes que rigen en la Luna son las mismas que las de aquí. La Ley de Causa y Efecto equilibra todas las cosas, desde Dios hasta el hombre. Así, cuando cumplimos una obligación o pedimos un favor, la ley de Causa y Efecto nos solicita una contraprestación mediante la “ley de dar y recibir”. Tanto los Arcángeles, Ángeles y demás Jerarquías deben obedecer esta ley que es la que rige para los seres humanos, los animales y las plantas. Por ello, cuando alguien da, sin duda alguien recibe, y el que recibe debe devolver con arreglo a la Ley de Causa y Efecto. Esta ley se mantiene inalterable para todo el Universo. Todos los seres de nuestro Sistema Solar que desobedezcan alguna ley, deben hacer restitución e ir a algún lugar de nuestro Purgatorio y, posteriormente, a nuestro mismo Cielo.
Los ángeles viven en la parte de la luna que se encuentra siempre iluminada, un lugar agradable en el que puede oírse la música de las esferas. En contraste con las casas de los arcángeles que habitan la luna, cuyos umbrales están hechos de una sustancia o clase de piedra que contiene oro y diamantes, las casas de los ángeles están hechas de materia lunar y son de color gris. Cada familia, las cuales todas disponen de su propia casa, está formada, incluidos los bebés, por siete o nueve miembros. Todos trabajan excepto las madres-ángeles, y se nutren de la fuerza vital procedente del Mundo del Espíritu de Vida.
Los ángeles pueden ser vistos con naturalidad por todos los Hermanos y Hermanas Legos de las verdaderas Escuelas de Misterios, por las personas con visión espiritual, por los niños que tengan visión etérica – la cual generalmente la tienen todos hasta los tres o cuatro años – así como por los estudiantes de ocultismo y los niños cuando se encuentran fuera de su cuerpo durante el sueño.
ESPÍRITUS DE LA NATURALEZA Y EL FESTIVAL DE LAS HADAS
Hablar del éter como un medio de transmitir fuerzas, no dice nada a la mentalidad corriente porque la fuerza es invisible. Pero, para el investigador oculto, las fuerzas no son meramente nombres tales como vapor, electricidad, gravedad, etc., sino que descubre que son seres inteligentes de diversos grados, tanto subhumanos como suprahumanos. Lo que de ordinario llamamos leyes o fuerzas de la Naturaleza, son en realidad Grandes Inteligencias que guían y dirigen a seres más elementales de acuerdo con ciertas reglas, las cuales han sido determinadas para acelerar su evolución.
Así, cualquiera que esté dotado de la vista correspondiente al clarividente, podrá percibir a los pequeños gnomos fabricando la verde clorofila de las hojas de las plantas y dando a sus flores, junto a las Hadas, esa multiplicidad de matices delicados y preciosos que constituyen la delicia de nuestros ojos.
Los hombres de ciencia han tratado inútilmente de dar una explicación adecuada de los fenómenos de los vientos y las tormentas, pero no lograrán éxito alguno mientras se mantengan tratando de ofrecer simples soluciones mecánicas a lo que realmente es una manifestación de la vida. Por ello, si pudieran ver las legiones de Silfos aleteando de un lado para otro, “sabrían” definitivamente quiénes conforman y son causa de la variabilidad de los vientos. Y si pudieran observar una tormenta en el mar desde el punto de vista etérico, se darían cuenta de que lo que suele llamarse “guerra de elementos” no constituye una frase vacía, porque el tumulto del mar no es realmente entonces sino el campo de batalla entre Silfos y Ondinas, siendo los rugidos de la tempestad gritos de guerra de los espíritus en el aire.
Las salamandras se encuentran por todas partes, y no se puede encender fuego alguno sin que ellas intervengan, encontrándose en actividad sobre todo bajo tierra, pues ellas son las que causan las explosiones y erupciones volcánicas.
Todos los seres mencionados, cuya composición en sus distintos grados es etérica, son todavía subhumanos, aunque todos ellos, y en algún tiempo, alcanzarán un estado evolutivo correspondiente al humano, si bien en diferentes circunstancias a las existentes hoy. De todos modos, sí queremos reseñar que son las maravillosas inteligencias de que hablamos como “Leyes o Fuerzas de la Naturaleza”, las que dirigen a las incontables legiones de dichas entidades, ingentes y diarias constructoras del mundo.
Todo parece eminentemente simple en el proceso de evaporación y el retorno del agua mediante la lluvia; sin embargo, añadamos a ello la acción semiinteligente de las sílfides elevando las diminutas partículas de agua preparadas por las ondinas desde la superficie del mar y llevándolas después tan alto como pueden lograrlo antes de que se produzca una condensación parcial y formen las nubes. Porque ellas son, pues, las que conservan esas partículas de agua hasta que, no pudiendo resistir, las ondinas las fuerzan a soltarlas. Y así, cuando hablamos de tormentas, bien en el mar o en el aire, son las salamandras, cuando intervienen, las que, prendiendo la antorcha resplandeciente del hidrógeno y el oxígeno separados, envían sus zig-zag atronadores a través de la negrura de la inmensidad con sus truenos, cuyas vibraciones reverberan y aclaran la atmósfera, mientras que son las ondinas quienes arrojan triunfalmente las rescatadas gotitas de agua hacia la tierra en forma de lluvia.
Los pequeños gnomos, como ya se ha indicado, son necesarios para construir las plantas y las flores. Su tarea consiste en pintarlas, en teñirlas con los innumerables y coloreados matices que, como decíamos, hacen la delicia de los ojos. Son ellos los que cortan los cristales en todos los minerales y forman las gemas preciosas que brillan en las resplandecientes diademas de los humanos. Sin ellos no existiría el hierro ni el oro con qué pagarlo. Se encuentran en todas partes, siendo aún más trabajadores que las propias abejas, y si a éstas universalmente se les reconocen cuanto hacen, no ocurre lo mismo con el trabajo constante de los espíritus de la Naturaleza, siendo cual es, tan importante, su papel en la construcción y la marcha del mundo.
Hadas: Si bien su trabajo más común lo realizan “pintando” las flores, su principal cometido consiste en embellecer en general la Tierra; su ropaje está formado por un vestido, una combinación, bragas, medias y zapatos; no tienen alas, sino que al moverse y respirar, emiten una energía olorosa que sale de sus hombros, siendo esta energía la que semeja forma de alas, pero que no lo son en realidad; una Hada de sesenta años aparecerá como alguien que tuviese unos dieciséis en nuestro mundo tridimensional; las hadas, por ejemplo, no tienen poder de control sobre las Salamandras.
En el Solsticio de Verano, las actividades físicas de la Naturaleza alcanzan su máximo clímax, su cenit. Por tal causa, en esa noche, la de San Juan, es cuando tiene lugar el gran Festival de las Hadas y demás Espíritus de la Naturaleza, tras haber construido el universo material y alimentando a los ganados y formando los granos, lo que ahora aclaman con gratitud y alegría inusitada, debido a la oleada de energía que constituye su esencial instrumento que les permite modelar, de acuerdo con sus respectivos arquetipos, las flores con su admirable variedad de formas y colores, tiñéndolas por ello con infinitos matices capaces de admirar al más exquisito de los artista (El principal cometido de las Hadas consiste en embellecer la Tierra) Esta noche, la de San Juan, es la noche más grande de la Estación Estival, pues unos y otros espíritus desde pantanos y bosques, desde cañadas y prados, corren en alegres bandadas al Festival de las Hadas, donde, realmente, preparan y condimentan sus alimentos etéreos, danzando después en verdadero éxtasis de alegría, alegría que proviene de haber hecho su trabajo y realizado su importante y mejor papel en la economía y marcha de la Naturaleza.
Las Hadas tienen la apariencia exacta a los habitantes de Venus, si bien son de tamaño mucho más reducido, es decir, etéreas.
Es un axioma de la ciencia el que la Naturaleza no tolera nada superfluo o inútil, por lo que los parásitos y zánganos constituyen una abominación. Y ello, porque la Naturaleza tiene su trabajo que hacer y lo exige a todos los que quieran justificar su existencia y continuar formando parte de ella, aplicándose todo ser viviente, desde la planta al propio planeta, y, por tanto, al hombre, al animal, a los Espíritus de la Naturaleza e igualmente a las Hadas. Éstas tienen su tarea que realizar; son entidades muy ocupadas, y sus actividades constituyen la solución a muchísimos de los innumerables y comunes misterios naturales que observamos.
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¿ DÓNDE TE ENCUENTRAS EN EL SENDERO DE EVOLUCIÓN?( El Cuerpo de Deseos)
Todos los estudiantes de filosofía oculta saben, o deberían saber, que la edificación del cuerpo del alma, formado por los éteres luminoso y reflector, es la obra de mayor importancia en este tiempo presente para fomentar la evolución del Ego. Además, saben que los éteres que forman este vehículo son atraídos automáticamente por el individuo mediante el servicio amable y desinteresado que se preste a los demás. Sabiendo bien la obra de que se trata y cómo llevarla a cabo, de manera natural se presenta la siguiente pregunta: ¿ por qué no empieza cada uno de los estudiantes tan importantísima obra de forma inmediata ? El motivo es que, dentro de la organización del hombre, se encuentran muchos factores en pugna, que deben ser tomados en consideración antes de que pueda efectuarse trabajo alguno que pueda merecer la pena. El principal de ellos es el cuerpo de deseos, denominado por otras escuelas Astral, ese pertinaz vehículo que, en la presente etapa de evolución humana se encuentra en continua pugna con el Yo Superior. Por lo común, el cuerpo de deseos consta de materiales tomados de los siete divisiones del Mundo del Deseo, por lo que a continuación pasamos a describir la presunta pertenencia a cada una de ellas:
La Región inferior, o 1ª de ese mundo, corresponde a la Pasión y a los deseos más ruines y sensuales del ser humano, y se encuentra dominada por las fuerza desintegradora de Repulsión, hecho que permite al mundo sostenerse en unos límites generalmente razonables de moralidad. La 2ª Región es la de la impresionabilidad, bajo el dominio del siempre mudable deseo por sensaciones nuevas de todo tipo que, de ser fuertes, mejor. La Región 3ª pertenece a los anhelos personales, región dominada de manera egoísta por la fuerza de atracción hacia las cosas que no se poseen. La 4ª Región representa el sentimiento, bien se trate del sentimiento de interés o bien del de indiferencia. Esta región proporciona todo el estímulo para tomar las decisiones de actuar o no actuar. La 5ª se identifica como Región de la Vida Anímica, la cual tiene su mejor expresión en la manifestación artística. El arte es la concreción de la belleza a través de la forma, del color, del sonido, la lengua y el movimiento. La acción respecto de la forma se lleva a cabo en este mundo tridimensional por medio de la escultura y la arquitectura de todas clases. El color, por otro lado, incluye matices, tintes y sombras, los cuales se afirma que son miles. El sonido se expresa por medio de vibraciones rápidas o lentas, y ya disonantes o armoniosas. El habla, la lengua, podrá ser apacible, musical, vibrante, agradable o discordante. Y el movimiento puede demostrarse lento, rápido, gracioso, curvo, angular, ondulante, etc. La 6ª Región se corresponde con la de la Luz Anímica, y el material que se recoge en la misma viene a ponerse de relieve mediante el altruismo, que quiere decir empeño por el bienestar de los demás, el impulso de ver sentimientos de bondad en todos los seres creados y por el deseo de hacer lo justo. Y, por último, la 7ª Región se corresponde con el Poder Anímico, por lo que el material de esta región devendrá en filantropía, que significa hacer lo justo al poner el altruismo en acción, por lo que expresará el espíritu de buena voluntad para con el prójimo bajo el empeño por hacer constantemente el bien.
Por tanto, la cantidad de material que se consigue de cada una de las siete Regiones del Mundo del Deseo es de lo que depende el nivel que ocupa el Ego en la evolución. Un individuo que se encuentre muy bajo en la escala del desarrollo recogerá una gran cantidad de material de la primera región y, como consecuencia, expresará las más ruines pasiones, sensualidad y tendencias destructivas. Persona tal es sumamente peligrosa y una amenaza continua para los demás. Otra que se encuentre un tanto más elevada, tomará más del material que pertenece a la segunda región, la que se denomina de la impresionabilidad. Tal individuo se deleitará sumamente bajo los placeres directos que le proporcionan los sentidos. Le agradará toda sensación y, como se encuentra bastante abajo en la escala de evolución, buscará el placer en todo lo que sea de naturaleza animal. Estos individuos no guardan ninguna consideración hacia los demás y acaban aburriendo muy a menudo por su carácter soez, pero casi nunca se darán cuenta de que son fastidiosos en general y que la gente tiende a apartarse de su lado y su presencia. En el siguiente estadio de evolución, el individuo entra en relación con la tercera región. Se tratará de un individuo dominado por sus deseos, deseos que serán egoístas e impulsados siempre por el anhelo de lograr algo para sí mismo, y nunca abrigará un pensamiento para propiciar el bienestar de los otros, e intentando utilizar a todos los que llegan a conocer en función de sus propios intereses. Tales tipos suelen adquirir suficiente cantidad de bienes de este mundo para dedicarse a lo que ellos mismos denominan “negocios a gran escala”, acumulando así gran caudales, los que, sin embargo, e invariablemente, pierden con el tiempo, muriendo por lo general en la indigencia y solos. Aquél, cuyo estado lo relaciona con el cuarta región del Mundo del Deseo, es dominado por sus sentimientos, ya sean éstos buenos o malos. Se trata del “sentimental” a ultranza. Dicho individuo llevará por algún tiempo una vida ideal, pero luego, y sin razón aparente, es probable que se lance a las peores e insospechadas crápulas. La vida doble que lleva, por tanto, es un enigma para los que lo conocen, y pronto pierde todas sus amistades. Es posible que logre, por medio de la tristeza y el sufrimiento, el dominio de los sentimientos, y, dado que ellos son los factores causantes de toda acción, es posible que aprenda a dirigirlos de tal manera que pueda corregir su vida, alcanzando, después de esto, un gran crecimiento espiritual. Los que se encuentran lo suficientemente avanzados para tomar cuantioso material de la quinta región, la de la Vida Anímica, se expresarán mediante alguna actividad artística. Si lo tocante a la forma les agradase, se dedicarán a la arquitectura, la escultura, etc; si fuese el color lo que les llamase la atención, serán pintores; si el sonido, serán músicos, si el habla o lengua, podrán dedicarse al canto o a pronunciar discursos, y si el movimiento es lo que les gusta, es más que probable que se dediquen al baile estético o a alguna otra forma de expresión de tal naturaleza en la que se halle implicado el cuerpo. La siguiente etapa o estado evolutivo atrae hacia el individuo o Ego mucho material de la sexta región, la de la Luz Anímica. Este individuo es el que se llena de amor por su prójimo, por lo que estamos hablando acerca de un individuo amable, gentil y considerado que emplea mucho tiempo planeando medios a fin de levantar a los caídos, animar a los débiles y auxiliar a los menesterosos. Muchos ministros del Evangelio pertenecen a esta clase, al igual que muchos escritores que se empeñan en llevar a cabo determinadas reformas positivas en la sociedad. Una etapa aún más elevada en el sendero evolutivo nos llevará sin lugar a dudas a la región del Poder Anímico. El que logra atraer material de esta región llega a convertirse en un verdadero filántropo. Ello significa que ha vencido la pasión y el sensualismo, y ya no se deleita por medio de los sentidos, sino que es alguien capaz de dirigir sus deseos y dominar sus sentimientos. Sus impulsos e inclinaciones altruistas encuentran expresión en actividades filantrópicas, motivo por el que se constituye en una bendición para la raza humana en general. En el tiempo presente, el cuerpo de deseos de la mayor parte de nosotros, más o menos, está compuesto de materiales de cada división del Mundo del Deseo, pero, cuanto más adelantemos en el sendero espiritual, menos atraeremos los materiales de las regiones inferiores y más de las regiones altas. Si, precisamente, queremos saber dónde nos encontramos personalmente en el sendero evolutivo, basta con que analicemos nuestros deseos. Así: ¿ nos dejamos llevar por impulsos de ira o llevamos escándalos a nuestros conocidos ? ¿ Nos dedicamos en secreto a determinados vicios acerca de los cuales no queremos que ni siquiera nuestros amigos sospechen que poseemos ? … porque, si es así, entonces podemos tener la seguridad de que tenemos en nuestro cuerpo de deseos una sobreabundancia de material atraído de la región más baja del Mundo del Deseo. ¿ Que nos deleita el placer sensual… ? Estudiemos, pues, la segunda región y encontraremos que, sin ninguna duda, vibramos en consonancia con ella. ¿ Y si somos egoístas, celosos, envidiosos e incluso avaros ? Entonces podemos estudiar la región tercera y allí encontraremos una descripción bastante exacta de nosotros mismos. ¿ Que permitimos que nuestros sentimientos nos dominen sin preocuparnos por las consecuencias … ? Pues, si así fuese, es prueba evidente de que detentamos una abundante cantidad de material de la cuarta región. Pero ¿ y si además de amar lo bueno, lo verdadero y lo bello, somos amables, bondadosos y considerados y servimos de buen grado a los demás sin pensar en recompensas o galardones ? En ese caso, amigo, podremos tener la plena seguridad de que, sabiamente, hemos podido tomar, y tomado, una buena dosis de material de las tres regiones superiores del Mundo del Deseo y nos encontramos en el lugar adecuado.
Así las cosas, hemos de decir que no podremos adelantar mucho en la evolución hasta que no hagamos un completo inventario de nosotros mismos, a fin de descubrir exactamente el lugar que ocupamos en el Sendero para, de esta manera, empezar a eliminar todos los bajos deseos y conformar los buenos. No se trata de una tarea imposible y cada uno de nosotros puede progresar si se empeña en verdad con ahínco. Pero, de todas formas, tenemos que enfrentar la situación tal y como es. En ningún caso nos valdrán ni excusas ni rodeos. Debemos buscar nuestros defectos, verlos, aceptarlos, y, a partir de ahí, procurar eliminarlos en cada oportunidad que se nos presente. No es la semana entrante ni siquiera el día siguiente. Es AHORA el momento de comenzar, EL TIEMPO ES AHORA MISMO. ESTA ES LA OCASIÓN PROPICIA, pues es el cuerpo de deseos el que nos trae todas las dificultades, dado que nos arrastra hasta los ámbitos más bajos y oscuros de la degradación personal y, por tanto, del alma. Sin embargo, este mismo vehículo, cuando se maneja bajo el dominio del espíritu, se constituye en uno de los más valiosos instrumentos para la adquisición de crecimiento espiritual. El cuerpo de deseos es el asiento de toda acción, el que la motiva, y sin la acción el progreso resulta de todo punto imposible. Es, precisamente, por esta razón, por la que no es posible alcanzar crecimiento espiritual hasta que el individuo, mediante persistentes esfuerzos, no logra desprenderse de mucho del material que pertenece a las tres regiones inferiores del Mundo del Deseo. Una vez que esto se ha logrado, el cuerpo de deseos se troca en dócil sirviente del Espíritu y aprovecha cada oportunidad que se le presente para brindar el amable y desinteresado servicio, tan indispensable para atraer material con el que se confecciona el “dorado vestido de bodas” o cuerpo del alma. Adquiridos esta conciencia y conocimiento, viene la comprensión de que las formas físicas usadas vida tras vida, no son sino sencillos trajes portados por el verdadero hombre, el Yo, con los que se manifiesta y logra experiencia en el plano físico, y que, aparte de esto, no son de ningún otro valor.
Si el aspirante a entrar en el sendero preguntara acerca de dónde pasa el tiempo entre encarnación y encarnación y por qué es necesario volver una y otra vez a este mundo, entonces, para dicho aspirante, y otros similares, fue que se dio por los Hermanos Mayores de la Rosacruz el libro titulado “Concepto Rosacruz del cosmos”, obra grandiosa escrita y llevada a cabo por Max Heindel con la finalidad de satisfacer las imperiosas preguntas de la razón.
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ENSEÑANZAS DIRECTAS ACERCA DEL RENACIMIENTO (reencarnación) EN LA BIBLIA
En el versículo 21 del primer capítulo de San Juan, se pregunta a Juan el Bautista: ¿ Eres tú Elías ? Y puesto que se efectúa tal pregunta, ciertamente ello entraña estar de acuerdo con el renacimiento como hecho admitido y normal de la vida.
Pero en San Mateo II, 47, figuran además las siguientes palabras del propio Cristo referidas a Juan el Bautista: “Éste es Elías”, dando por sobreentendido también y no sólo el renacimiento, sino la inmortalidad del espíritu humano tras la muerte, pues no de otra forma, si no hubiera sobrevivido a la muerte del cuerpo, es que podría haber renacido Elías ahora como Juan el Bautista.
En cierto momento, mientras Cristo y sus discípulos se encontraban Cristo en el monte de la transfiguración, dijo Aquél: “Elías ha venido y le hicieron todo lo que quisieron”, entendiendo sus discípulos “que Él hablaba de Juan”, a quien Herodes había ordenado decapitar. La consiguiente deducción es tan contundente, que por sí misma ni en sí misma requiere de mayores digresiones.
En el Cap. XVI, 14 de San Mateo, Cristo pregunta a los discípulos: “¿ Quién creen que soy yo ?”; contestándole ellos: Algunos creen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías y otros que Jeremías o uno de los profetas”. Y oyéndolo, Cristo no los contradijo en absoluto, dado que Cristo era un instructor, y, de haber encontrado alguna afirmación errónea acerca del renacimiento, sin duda Él les hubiera hecho las correcciones oportunas. No fue así, sino que tal y como puede apreciarse, Él mismo enseñó esta doctrina a través de todos estos pasajes.
No obstante, a título informativo, sobre todo para quien pretenda indagar a fondo en ocultismo e incluso aspire a pisar el sendero, queremos traer aquí algunos ejemplos de seres humanos conocidos, algunos de cuyos sucesivos renacimientos, de un modo u otro son conocidos o han sido dados a conocer. Así:
.- Enoc – Noé – Abraham – Salomón – Jesús de Nazaret.
.- Moisés – Quetzalcóatl (quetzal=pluma, elevarse, volar; cóatl=serpiente) ¿serpiente emplumada, serpiente espíritu-espinal ? – Elías – Juan el Bautista – San Jerónimo.
.- David – Jonás – San Pedro – San Francisco de Asís.
.- Job – José de Arimatea – Sir Galahad.
.- Hirám Abiff (constructor del Templo de Salomón) – Lázaro (amigo de Jesús) – Cristián Rosenkreuz – José Balsamo (Cagliostro, conde de) – Saint Germain (Conde de).
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Lo que una persona sea susceptible de captar del mundo exterior dependerá, naturalmente, de la capacidad y sensibilidad que detenten los órganos de sus sentidos. Así, por ejemplo, un pintor estará normalmente dotado para descubrir colores con matices tan sutiles que acaso jamás pueda llegar a distinguir otra persona no amante de la pintura.
El mero hecho de que actualmente dispongamos de cinco sentidos, ello no debe significar que en el futuro no hayamos de disponer de otros sentidos nuevos, como en realidad así ha de ser, pues ya hubo un tiempo en que sucesivamente tuvimos dos, tres o cuatro, por lo que, hoy, de manera semejante, la creencia entonces que podríamos incrementarlos era achacado a cosa de la imaginación o de mera fantasía de quienes entonces lo afirmaban. Sin embargo sabemos a ciencia cierta de la existencia de regiones y planos diferentes al plano tridimensional, regiones y planos en que la materia vibra mucho más rápidamente que en nuestro mundo de percepción ordinaria, y eso debemos afirmarlo claramente y con rotundidad en las mismas puertas del tercer milenio de nuestra era, pues sus consecuencias son trascendentales del mismo modo a como lo han sido siempre. Debemos recordar en este instante con sensatez meridiana casos como los de Miguel Servet, Giordano Bruno o Galileo Galilei y no desfallecer, puesto que ningún falaz entuerto de cada época negra ha conseguido que se el edificio de la verdad se desmoronase. En consecuencia ahí sigue ese edificio de verdad, y nosotros pacientemente conociéndolo, develándolo a través de nuestras ciencias: la material y la espiritual.
Por ello, el sexto sentido a que aludimos es un sentido que se manifiesta triple, pues triple es el grado en que de forma paulatina procede en su desarrollo: a) Visión etérica: Es su grado inferior y, por medio de ella – muy semejante a los Rayos X – podemos ver en la región etérica del mundo físico, donde encontraremos y descubriremos a entidades tales como los espíritus de la naturaleza: ángeles, gnomos, ondinas, silfos y salamandras. Con esta visión puede mirarse con éxito a través de todos los objetos a excepción del vidrio, dado que no es conductor de la electricidad, consiguiendo descifrar sus partes y composición interior; b) Visión astral o visión en el mundo del deseo. En este mundo podremos encontrarnos con las huestes arcangélicas, además de con los hombres y mujeres desencarnados que aún se encuentren en este plano. Mediante esta visión los objetos son vistos no de frente únicamente como son vistos aquí, en el mundo tridimensional, sino completamente extendidos y en todas direcciones, desde los trescientos sesenta grados del círculo por medio de una sola mirada; y c) Visión mental o visión que alcanza la región del pensamiento concreto. Aquí tiene su sede el segundo cielo, y en él se construyen y tienen su residencia los arquetipos de todo cuanto existe en nuestro mundo; su peculiaridad consiste en que el clarividente no estará observando las cosas por partes, de forma estructurada y desde todos los ángulos, sino que percibe a la vez aquellas realidades como un compendio viviente y hablante, con la calidad de un presente y eterno ahora que le vertirá a la conciencia una plasmación total acerca de su virtualidad, motivo por lo que, al regresar a la conciencia normal, la ordenación siquiera elemental de narrar y detallar cuanto haya visto y percibido, le devendrá en aspiración rotunda y absolutamente imposible.
Ahora bien, las diferencias entre los poseedores de los grados de visión descritos son de importancia capital. Así, los poseedores de la visión etérica son de dos clases: los videntes involuntarios por un lado y los voluntarios por otro. Los primeros son aquellos que mediante prácticas negativas de desarrollo espiritual han logrado ver, si bien no disponen de elección alguna para variar de visión o abandonar lo presenciado en aquel momento. El vidente voluntario, por contra, y mediante ejercicios debidamente dirigidos por un maestro competente, puede observar a voluntad cuanto quiera, durante el tiempo que quiera y en la dirección que desee. Hemos de reconocer, sin embargo, que existe una creencia muy generalizada acerca de que, cuando alguien es capaz de ver en los mundos invisibles, dicho vidente tiene obligación de verlo todo, saberlo todo y asimismo comprenderlo, cuando nada más lejos de la realidad ocurre. Porque, teniendo en cuenta la máxima analógica de – “como abajo es arriba”- al igual que en nuestro mundo ordinario, allí cada cual ha de aplicarse y disciplinarse a fin de estudiar y comprobar con rigor e intensidad aquello que quiera llegar a conocer y dominar. Nadase regala en ningún mundo. Si no se trabaja, no se conoce. Por tanto, el vidente voluntario es alguien que persiste y que consistentemente ha trabajado para lograr aquel modo de ver lo mejor posible bajo el dominio de la voluntad.
En un escalón más alto, y, por tanto, con un poder más alto aún que el vidente anterior, encontramos al iniciado. El iniciado no sólo detenta la facultad del anterior, sino que tiene la facultad de abandonar conscientemente su cuerpo denso a fin de manipular e investigar los mundos invisibles. Es así que, y por grados sucesivos, conseguirá conocer su propio funcionamiento interno a fin de que, uniendo estas fuerzas a las fuerzas naturales, proseguir y prosperar dentro del plan evolutivo mediante el aporte de su propio esfuerzo.
Más arriba aún, el Adepto es quien, además de ver y conocer, se ha convertido en un experto en el uso de las fuerzas de la Naturaleza, por lo que, para la persona ordinaria, la mayoría de las cosas que hiciere podrían ser consideradas como hechas por arte de magia, cuando es su conocimiento superior el que le permite dicha ordenación. Siendo ello así, aprovecharemos la oportunidad para dar a conocer un tanto acerca de la vida y poderes de los adeptos, pues de ellos hemos tenido a menudo referencias históricas o por lo que hace al punto de vista oculto.
El Adepto conoce el medio perfecto para controlar5 tanto sus acciones como sus emociones, de ahí que no desgaste el cuerpo, dado que el cuerpo de deseos es el constante destructor del organismo y lo ha dominado y controlado; conoce asimismo los elementos que necesita para mantener el cuerpo físico y sus estrictas proporciones, consiguiendo con ello el máximun de nutrición y el mínimo desgaste en la economía de la vida, motivo por el que puede mantener un aspecto de juventud y salud durante cientos y quizá miles de años. Pero, además de esta posibilidad, el Adepto también tiene la de construir un nuevo vehículo denso si una razón evolutiva lo requiriese, y la forma es la siguiente:
De acuerdo con una ley de la Naturaleza, según la cual la vida inherente a cada célula de cualquier partícula de alimento debe ser dominada por el Ego antes de que pueda ser asimilada, para el Adepto es posible componer un extracto de los elementos con los que se pueda construir una organismo para, después, pasar del viejo al nuevo. Por ello, lo primero que hará será ingerir los alimentos seleccionados y hacer que sintonicen con el átomo-simiente y sean asimilados de manera apropiada. Una vez esto, deberá proceder a su extracción para, de forma paulatina, ir conformando el nuevo cuerpo. Por tanto, habrá tenido que comenzar previamente a nutrirse con cierto exceso a fin de llevar a cabo la extracción mencionada sin quebrantar su salud. Generalmente, este nuevo vehículo, en su matriz etérica, es colocado en una habitación o cuarto donde jamás, excepto él, nadie entrará. Una vez haya dado conclusión a su trabajo, lo único que le queda es abandonar el viejo cuerpo y entrar en el nuevo. Tan sencillo y difícil como esto. Nada más. Según se sabe hoy, esta es la solución a los presuntos enigmas tanto de Cagliostro como acerca del Conde de Saint Germain y otros. Por necesidades de servicio a la humanidad, y de un día para otro, ellos variaban de país o lugar de residencia e incluso de actividad. En el mejor de los casos, nadie hubiera sospechado otra cosa sino que, cual al uso, los espíritus de los cuerpos abandonados hubieran seguido su proceso normal postmorten.
En este punto oportuno, y a fin de proporcionar mayor claridad, queremos señalar que existe una ley en la Naturaleza según la cual nadie puede construir un vehículo si antes y por evolución no ha aprendido a construirlo, es decir, si no se ha capacitado para ello. Por consiguiente, Cristo, con la altura espiritual y poder que ostentaba, no podía, en consecuencia, construirse para Sí Mismo un cuerpo físico. Él nunca había tenido una experiencia de vida celeste semejante, ni en relación con la formación de arquetipos ni por lo que hace a la experiencia de pasar por la matriz de una madre terrenal. Este fue el motivo por el que alguien debió ser elegido para que construyese para Él el cuerpo denso que iba a necesitar, y ese altísimo honor fue concedido a la familia formada por José, María y Jesús de Nazaret. En el acto del bautismo Jesús cedió a Cristo, y éste tomó de Jesús, el cuerpo denso y el cuerpo vital; no de otra manera podría Cristo unir su propia cadena de vehículos, desde el cuerpo de deseos, y venir a ser en este plano tridimensional nuestro para hacerse ver, sentir y escuchar. El error de muchos, cristianos o no, consiste en confundir a Jesús y Cristo, cuando en realidad son dos entidades tan diferentes.
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Valores típicos de Acuario
En el año 2658, el sol, por precesión de los equinoccios, se encontrará en la cúspide del signo de Acuario, en el grado uno de su Era, – bajo cuya órbita ya nos encontramos desde hace ya años – por lo que a medida que el mundo vaya haciendo su transición a ésta desde la actual de Piscis, la consideración acerca de lo que es valioso variará. De aquí que, en esta Era actual, la pisciana, demos gran importancia a relacionarnos con personalidades relevantes, por lo que si alguien dispone de un árbol genealógico de postín, si lo invitan a fiestas de gran altura social, si puede atribuirse relación con la realeza o con la jerarquía religiosa, sea por ello objeto de admiración y envidia. En la Era de Acuario, en cambio, lo que contará no será con quien nos relacionemos, sino que lo que tendrá valor será lo que podamos hacer por nosotros mismos. Por tanto, las habilidades personales, el aprendizaje y el carácter serán de gran estima, y cualquiera, independientemente de su nacimiento o de las relaciones que posea, podrá desarrollar sus capacidades. En la actualidad, la aprobación por parte de las autoridades, instituye en las personas de manera “per se” un sentimiento de valía. Por consiguiente, la gente se inclina ante el poder, procura estar de acuerdo con él y con suma facilidad se aviene a las leyes – inicuas o no – dictadas por la autoridad, dado que el debate social y riguroso acerca de aquella bondad o no bondad normativa no suele tener nunca lugar o de forma muy insuficiente. En esta Era de Piscis la aprobación de los iguales a nosotros también nos proporciona un sentimiento de valía, y, puesto que en esta Era sólo se dispone de visión física, sus juicios se basan exclusivamente en la simple y mera apariencia de las cosas. Siendo esto así, y en busca de la aprobación de los semejantes que nos rodean, procuramos conseguir propiedades ostentosas, atiborramos nuestras conversaciones con tópicos inundándolas con trivialidades de actualidad, o bien aprendemos y seguimos al pie de la letra costumbres y reglas que exige la etiqueta de cada caso en sí.
En Acuario, por el contrario, las personas obtendrán su estima mediante la autoaprobación porque cada cual será consciente de su divinidad, al tiempo que cada cual establecerá sus propias metas de autodesarrollo y de servicio a los demás. Cada uno será absolutamente apto para juzgarse a sí mismo, alabándose o criticándose de acuerdo con la objetividad física y moral de sus actos; sin duda, ello contribuirá enormemente al incremento de la creatividad y la libertad.
En esta Era actual de Piscis damos gran valor a las comodidades y a la seguridad, pero en Acuario el espíritu y afán de indagar, así como el valor y el coraje serán de aspiración común, incluso si la seguridad y el confort han de ser sacrificados en algún aspecto o de forma transitoria. Uno de sus lemas será: “el mayor bien posible para el mayor número”.
La idea del Yo en Acuario
La influencia acuariana está ya actuando sobre la conciencia de todos nosotros. Nos está llevando ya a afirmaciones tales como: “soy valioso y puedo hacer cualquier cosa si trabajo el tiempo preciso con dedicación suficiente”, “puedo pensar por mí mismo y tomar decisiones”, “puedo lograr aquello o lo otro…”
Siendo así, una vez que nos hemos vuelto conscientes acerca de quiénes somos y de nuestra valía intrínseca, la resultante es que ya no podemos ser silenciados ni fácilmente sojuzgados por otros, no deseando continuar por más tiempo haciendo de felpudo, de testaferro de nadie ni de esclavo. Por la misma razón, cuando nos volvemos conscientes de nuestra capacidad para razonar y tomar decisiones, las cuales pueden ser tan buenas y felizmente alumbradas como las de cualquier otra persona, ya no nos sentiremos bien si alguien decide por nosotros. Lo que deseamos es ser libres para determinar tanto qué hemos de pensar y creer, como adónde habremos de ir, qué decir y asimismo qué hacer. ¿ Nos hacemos debidamente conscientes en este momento de que determinados idearios políticos, trágicamente bien conocidos ya, han tenido como fundamento negar al ser humano las capacidades de que estamos hablando ? ¿ No son acaso dichos idearios enemigos directos del futuro ?
Y es que, una vez puesto al descubierto nuestro potencial, lo que verdaderamente deseamos es tener libertad para poderlo desarrollar. Queremos ser libres para emprender tareas nuevas, jamás intentadas por nosotros anteriormente, a riesgo incluso de peligros, de cometer errores y de fracasar para comenzar de nuevo.
De todos modos, puesto que compartimos el planeta con otros seres, humanos o no, es lógico que les tratemos de igual forma a como deseamos ser tratados. En consecuencia, así como nosotros deseamos vivir nuestra vida de acuerdo con nuestras ideas y voluntad, de igual modo debemos permitir que cada cual viva su vida y actúe con idéntica libertad.
No obstante, hay muchas personas en Occidente que, insatisfechas por las explicaciones dadas hasta el presente acerca de Dios, así como del ser y del mundo, o bien porque buscan obtener poderes espirituales, están yendo de un centro oculto a otro, o de monasterio en monasterio, o de “maestro” en “maestro”, esperando cultivar y desplegar su naturaleza espiritual. Otras se aíslan del mundanal ruido, se absorben en el interior de la oración durante todo el día, mientras alrededor de ellos el mundo se desgarra y gime de dolor. Luego, se extrañan y deprimen porque no progresan ni adelantan en el camino espiritual a que aspiraban. Y es que, realmente, aun siendo la oración sincera un instrumento valioso para el crecimiento espiritual, en verdad estaremos condenados al fracaso más estrepitoso si para ello dependemos exclusivamente de una retahíla de palabras huecas, sin ningún contenido práctico. Por ello, y por contra, debemos procurar que nuestra vida se convierta en una transcripción viva de la mejor oración, porque, en realidad, lo verdaderamente importante no son las palabras sino la vida que nos lleva a la oración. Así, y por ejemplo, ¿ de qué nos serviría rogar a Dios por la paz del mundo si durante toda la semana, y todo el mes y el año nos dedicamos a fabricar balas o a cultivar de hecho la injusticia ? ¿ Y cómo pedir a Dios que perdone nuestras faltas así como perdonamos a otros, si constantemente llevamos odio en el corazón y este odio lo lanzamos contra los demás ?
Por tanto, “obras son amores y no buenas razones”. Efectivamente, no hay más que un camino para demostrar nuestra fe, y es el de las obras. No hay otro. “Por sus obras los conocereis”. Ya seamos ricos o pobres, hagamos un trabajo u otro, lo que en verdad importa, el factor determinante, lo que identifica si una clase de trabajo es espiritual o no, es nuestra actitud en el mismo y ante el mismo. Quien se dedica a dar discursos y conferencias ¿ ha de ser acaso más espiritual que quien se dedica a perforar asfalto con una taladradora o a mover una carretilla durante el día, cuando sabemos que muchos conferenciantes lo que más les agrada es halagar el oído de los oyentes con bonitas palabras en vez de dar o propiciar amor y simpatía ? Desde el punto de vista espiritual es muchísimo más importante realizar un humildísimo trabajo, si se lleva a cabo con intención de cumplir haciéndolo bien, que el de dar conferencias careciendo de espiritualidad alguna.
De la ley de Piscis a la libertad de Acuario
La promulgación de leyes por los gobiernos de los pueblos es un concepto pisciano y, por tanto, transitorio, dado que el ideal de Acuario consiste en alcanzar la libertad individual, sin necesidad de leyes. Por ello, a través del camino que nos lleva de Piscis a Acuario, hemos de reconsiderar el papel que juegan las leyes en las sociedades y pensar seriamente en qué grado estamos preparados para avanzar sin ellas. Porque a las leyes pueden serles efectuados los siguientes reproches:
“Tienden a inhibir a las personas ante la necesidad de pensar”. Quizá ésta sea la razón por la cual consultemos determinados libros y conocer las normas de etiqueta que rigen acerca de la celebración de fiestas, de bodas, de bautizos u óbitos. Por tanto, evitar que las personas piensen y recapaciten, puede equivaler a paralizarlas ante la posibilidad de su crecimiento intelectual. Por ello, de igual modo que los músculos y huesos de un individuo se deteriorarían si el individuo fuese encerrado en un molde de yeso, así también lo harían el poder creativo, el razonamiento y la capacidad de resolver problemas si nuestra conducta fuese restringida permanentemente por las leyes. Otro de los problemas de las leyes es que, al ser promulgadas para gobernar bajo ciertas condiciones o circunstancias, al cambiar estas, aquéllas decaen, ya que resultarán inapropiadas. La historia sobre Epaminondas ilustra perfectamente acerca de este punto, porque, si un niño recibe sólo normas y no se le enseña a pensar por sí mismo ¿ qué hará al crecer y encontrarse con un mundo en constante cambio, y cómo afrontará situaciones y problemas con los que sus padres y profesores jamás soñaron ? ¿ Acaso no ocurre esto en las sociedades postcomunistas ?
Otro problema que emana de las leyes consiste en que a veces, quienes las elaboran, incluso en los sistemas democráticos, pueden equivocarse. Tennisón reflejó ciertamente una de estas situaciones en su poema “La carga de la Brigada Ligera”. El final de la segunda estrofa dice así: “No estaban allí para replicar/ no estaban allí para razonar/ no estaban sino para vencer o morir/ En el valle de la Muerte/ cabalgaron los seiscientos.
Si alguien manda a seiscientos hombres y comete un error, este error se repite seiscientas veces; pero si una persona piensa, decide por sí misma y comete un error, al menos ese error sólo será cometido una vez.
Desde luego las leyes pueden guiar al ignorante. Así, por ejemplo, si un niño no comprende los peligros de una estufa encendida, puede dársele la ley de “no se toca” para impedir que se queme. Sin embargo, una vez que disipe su ignorancia, la ley dejará de ser necesaria. En Acuario se espera de las personas que hayan desarrollado la luz dentro de sí, y que, por tanto, no precisen de ley externa alguna para su guía.
Otro aspecto observado de las leyes es que, si bien pueden producir acciones correctas, ello no implica que puedan generar sentimientos rectos. Los empleados de una tienda pueden ser requeridos de observar un trato correcto con los clientes, en cambio esa norma u orden no puede forzarlos a que pongan amor o sentimiento especial más allá de las palabras. Las leyes pueden exigir de las personas que firmen sus contratos pero no que trabajen con entrega. Las leyes pueden forzar a las personas a que a través de los impuestos y programas sociales cedan dinero unas a otras, pero de ningún modo pueden impelerlas a amarse mutuamente, a respetarse y a cuidar unas de otras. De hecho, pueden incluso obstaculizar la generación y desarrollo de pensamientos rectos, pues si nuestra mente se enfoca en atender leyes, acaso no permitamos que nuestro corazón haga sus caminos. Así, en la pág. 92 de la edición inglesa de “Libertad primera y última” J. Krishnamurti escribió: “Una mente que se amolda a cualquier sistema de autoridad, interno o externo, no puede ser sensible”.
Un niño no puede aprender a caminar si se le mantiene atado a la cama o a la silla por miedo a que se caiga; porque si el niño ha de aprender a caminar, debe practicar, y ello conlleva mucho esfuerzo vacilante y numerosas caídas previas. En la Era de Acuario se espera de todos que hayan despertado la luz interna que guíe sus vidas, y ello sólo podrán llevarlo a cabo si son libres para hacer sus propias elecciones y pueden apreciar las consecuencias de las mismas y, por tanto, aprender de sus experiencias. Las personas, cuando se les da libertad, pueden cometer errores, cierto; pero es el único camino para que logren aprender cómo ejercer la libre elección y crecer a través de ella. Y en la medida en que los individuos de una sociedad crezcan, la sociedad en su conjunto, podrá crecer, únicamente.
Recojamos en este punto unas palabras que ya, en 1849, escribió Henry David Thoreau: Acepto de corazón el lema “El mejor gobierno es el que gobierna menos”, y me gustaría verlo llevado a la práctica más rápida y sistemáticamente. Bien desarrollado, finalmente llevará a algo en lo que también creo, “el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto”; cuando los hombres estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tendrán
Solución de conflictos por métodos acuarianos
En buena parte de la Era de Piscis, mientras se ha vivido bajo gobiernos de caudillos y demás dictadores como reyes, sacerdotes u otros, eran ellos quienes establecían las leyes y quienes proclamaban y determinaban lo que era verdadero y justo, y, puesto que todos socialmente seguían al dictador, los conflictos internos han sido bastante reducidos. Así, si dos personas presentaban entre sí alguna diferencia, acudían a aquéllos para que decidieran quién tenía razón y quién no, o bien lo que debía hacerse, en su caso, para solventar el conflicto. Ciertamente, hoy día, no es exactamente así con el advenimiento de la democracia en Occidente, aunque las carencias a este respecto campan a sus anchas a lo largo y ancho de derechos y obligaciones infringidos o no atendidos de manera cabal y satisfactoria.
En cambio, en Acuario, de ningún modo habrá una sola cabeza para pensar y solucionar todo, ya que cada cual pensará por sí mismo. Porque, de este modo, cuando muchas personas generan ideas de forma independiente, parten de perspectivas distintas y ejercen su creatividad también de forma diferente, por lo que surge una gran variedad de opiniones, algunas de las cuales, evidentemente, podrán entrar en conflicto. Y, si ello es así, el problema de verdadera importancia consistirá por tanto en cómo solucionar las diferencias. Y, puesto que se habrá de disfrutar de un sistema absolutamente de libertades reales, de alguna manera los individuos interesados deberán trabajar conjuntamente para, por sí mismos, dar salida racional a las contiendas. Decimos racional porque Acuario será una época de predominio del razonamiento. La razón será el gozne sobre el que girarán los argumentos y los encajes de los correspondientes acuerdos.
Una situación muy común de conflicto suele darse cuando alguien se excede en lo que deben ser o constituir sus necesidades legítimas e interfiere en las necesidades o deseos de otras personas. En este tipo de conflicto los interesados deben procurar colocarse en disposición de ver las cosas desde el “punto de vista del otro”, a fin de que, de ese modo, puedan comprender que todos tienen deseos y necesidades, por lo que, para vivir en paz y en armonía, es preciso tener en cuenta que “nadie se encuentra legitimado para satisfacer sus necesidades y deseos a costa de otro”. En este caso, al igual que sería inútil repetir a un hombre hambriento que no es justo robar, a quien pueda excederse en sus necesidades o deseos, el mayor bien que puede hacérsele es ayudarle a encontrar otro camino que logre colmar, si es posible, su aspiración. Además de un claro y sano raciocinio, la buena disposición hacia los demás y la paciencia juegan siempre aquí un papel de inapreciable valor.
En ciertas situaciones, las necesidades y deseos de las personas entran en conflicto porque alguien – de manera semejante a como se ha expuesto – se excede en sus derechos, si bien ahora la parte o partes avasalladas, y ya por amor o prudencia, pueden evitar el conflicto renunciando a los suyos. Esta técnica suele ser útil para remediar cuestiones triviales, sin importancia, cuestiones que no merecen del esfuerzo o coste de una confrontación. De todos modos, es un comportamiento realmente peligroso si la parte “sumisa” no renuncia definitivamente a sus deseos, pues cada vez que la otra actúe frente a su parecer callado, en el fondo irá acumulando irascibilidad hasta dar con el momento en que el vaso rebosará. Éste es un aspecto del ser humano, por lo que en numerosas ocasiones el odio es generado y acrecentado de la forma expuesta, con el agravante de que el momento de explosión no ha de ser comprendido por la parte oponente, quien se basaba en una presunta aquiescencia que no consistía sino en silencio reprimido de la otra parte.
Una buena porción de conflictos hacen su aparición debido a malentendidos. Por tanto, nada mejor que dirigirse a quien corresponda y tratar de aclarar situaciones por muy embarazosas que las mismas puedan resultar. La comunicación es la puerta central que debe permanecer abierta en todas direcciones para la resolución de cualquier tipo diferencia, ya sea personal o colectiva. Una de las cosas que a veces malogran el entendimiento son las meras palabras. Éstas, actualmente, devienen en multitud de ocasiones equívocas y, por tanto, dañinas. Por ello, la virtualidad de lograr captar la esencia del pensamiento que habita detrás de ellas, es de preeminente valor. Discutir con actitud trivial y con desmesura de palabras siempre ha contribuido a incendiar más y más los conflictos.
En no pocas oportunidades, los conflictos emergen de lejanos y ancestrales enfrentamientos, surgen como reminiscencias de odios que han sido sembrados y que se han ido transmitiendo de generación en generación, cual si la civilidad actual alcanzada no tuviese para algunos entidad alguna, dado que estarían dispuestos a cualquier conflagración invocando agravios padecidos o derechos usurpados. No olvide el lector que renacemos aproximadamente cada 1078 años, que nuestro átomo-simiente guarda celosamente todo cuanto ha ido acumulando – experiencias, buenas y malas – durante todas sus vidas, y que, por sí mismo, el simple hecho de la muerte en nada modifica quiénes somos ni los frutos que hayamos recogido en cada renacimiento y siempre en virtud de lo sembrado.
Por tanto, y para tales casos, traemos aquí aquellas palabras de San Pablo que, en su cuarta carta a los Romanos (12,19) decía: No os toméis la justicia por vuestra mano, queridos míos, dejad que sea Dios quien determine el castigo, pues está escrito: “A mí corresponde castigar; Yo daré a cada cual su merecido”. Sin duda alguna el apóstol está haciendo alusión al karma contraído por cada cual y que hemos de purgar de acuerdo con lo dispuesto por los Ángeles Archiveros o Ángeles del Destino.
De cualquier modo, si los conflictos han de ser resueltos, la actitud con que nos dispongamos a ello será de vital importancia, como importantísimo ha de ser lograr convencerse de que, a pesar de las discrepancias reinantes, uno puede seguir siendo amigo del contrincante. Para ello, los desacuerdos deberían ser llevados y tomados a un nivel intelectual y que nadie permita su degeneración en ataques emocionales de unas personas contra otras. Señalar una parte a la otra con cordialidad aquellos puntos que estima equivocados o que se consideran erróneos evitará en buena parte que el conflicto se enturbie más o se agrande. Repetir que las partes deben escucharse con atención y cierta paciencia lo que cada una tenga que decir o explicar, parecerá tal vez obvio a estas alturas, pero su insistencia es debido a que hacerlo así es de inmensa sabiduría y utilidad; como asimismo es de enorme importancia que cada parte permanezca con la mente abierta a nuevas ideas, a nuevos giros, a nuevos aportes, y a permitir nuevas flexibilidades que hagan capaces a los confrontados cambiar posiciones u opiniones férreamente sostenidas, pero que ha resultado demostrado ser insostenibles.
Una última opinión de resolución de conflictos estriba en que, en éstos, deberá procurarse siempre obtener una visión global, de conjunto de la situación, a fin de poder determinar con ecuanimidad y justicia aquello que mejor resulte para las partes implicadas, sin tender a sacar la mayor ventaja posible del debate contradictorio y civilizado que se debe mantener. Los derechos humanos y la igualdad de trato para todos los afectados, debería ser una norma de naturaleza inquebrantable y de buenos augurios. Enfrentarse a un conflicto con el ánimo de que puede ser resuelto, es decir, con esperanza, es otra de las notas insoslayables a tener en cuenta. Cuando las personas han perdido la esperanza, nada se puede conseguir, su mundo se ha cerrado. Por ello, elegir personas adecuadas y con tino para la contradicción es un paso previo de inestimable luz y sensatez.
La justicia en la Era de Acuario
La nueva Era será un tiempo extraordinario y brillante en todos los aspectos positivos del hombre y, por tanto, también en cuanto a la libertad individual y la responsabilidad. El gobierno de entonces no hará leyes para intentar controlar las vidas individuales de los ciudadanos, por lo que no existirán leyes coercitivas en dicho sentido. En buena lógica, y si las personas pueden comprender y sentir empatía hacia otras, quiere ello decir que sólo necesitarán de leyes o máximas que rijan sus relaciones interpersonales tal como la siguiente: “Haz a otros lo que quisieras que te hicieran a ti”. La libertad en Acuario será un aspecto sagrado del ser, y nadie interferirá en el pensar, el decidir y hacer de los demás. Habrá llegado el momento para, una vez surgidos los conflictos, poder reunirse y discutir las correspondientes diferencias, contemplando y comprendiendo el punto o puntos de vista del otro de forma objetiva, lo cual debe conducir a resolver los problemas de forma satisfactoria y duradera, es decir, con justicia.
La reconstrucción de hechos en los juicios contra los detenidos por infracción de normas de convivencia – normas abstractas que no obstante perdurarán siempre – será avalada por la visión etérica, la cual consiste en ver los registros del pasado, acumulados en el éter reflector.
La política acuariana
Si en la Era de Piscis – la actual aún – las monarquías y los caudillos aún gobiernan o detentan algún poder real en los países, en la de Acuario, en cambio, sólo habrá gobiernos dirigidos por presidentes electos. En Piscis hay quien ha llegado o llega a ser rey por meras cuestiones de cuna. Pero también se ha llegado a dicha dignidad a través de la riqueza, es decir, comprando a la mayor parte del pueblo o a una parte influyente y contratando un ejército que defienda sus pretensiones. Asimismo han llegado a reyes o caudillos algunos guerreros, apoyándose en su fuerza y valor. Sin embargo, en la Era de Acuario, quien aspire a gobernar a sus conciudadanos, empleará su inteligencia en averiguar lo que aquéllos necesitan y luego, por medio del razonamiento, convencerlos de que es capaz de liderar su oferta. Posteriormente, libremente, los ciudadanos le votarán o no le votarán.
En el presente, en multitud de ocasiones la responsabilidad de las masas consiste en ser fieles a su jefe, por lo que, con independencia de qué calidad detente aquél, generalmente, mientras haya unidad, habrá paz en el país. En Acuario, por el contrario, la responsabilidad de los pueblos consistirá en estar informados y votar sabiamente, con pleno conocimiento de causa. El ciudadano de Acuario procurará no ser engañado mediante falsedades bajo nombres ostentosos o valores militares, como tampoco permitirá ser presionado a base de sobornos. El ciudadano de que hablamos tenderá a ejercer de modo independiente sus propias facultades de raciocinio y tomará por consiguiente su decisión de forma personal y libre.
En el pasado sobre todo – tendiendo a disminuir actualmente en Occidente -, el típico dirigente de Piscis ha sido elevado o se elevaba a sí mismo sobre las masas en un pedestal, en el que era reverenciado y admirado, motivo por el que las personas no tenían o no tienen aún por qué comprender lo que el dirigente hace o lo que “ve” en función de su prominente y personal punto de vista. De aquí que, de forma muy distinta, al dirigente acuariano no puede suponérsele nunca subido en un pedestal sobre las masas, al tiempo que las personas deben ser capaces tanto de saber qué hace como también de por qué lo hace, pues tal dirigente será solamente un mero delegado al que se le habrá otorgado un encargo, un mandato. La información, pues, en los tiempos de Acuario devendrá esencial y rigurosa en todas las cosas y en todos los aspectos. Un pueblo con la libertad inherente a Acuario, criticará con normalidad a los delegados-dirigentes y ellos deberán atender a las críticas, bien explicando en debida forma los asuntos o aspectos criticados o en otro caso variando la conducta. En consonancia, póngase atención, si es posible, a la siguiente frase del mismo Cristo: “Ya no os llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os digo amigos porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer”.
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Aun entre los mismos ocultistas, la misteriosa constitución de la Tierra es uno de los problemas más arduos y difíciles de investigar. Así, las diferentes clases de cuarzos, los metales, la disposición de los diferentes estratos; todo ello tiene un significado muchísimo mayor de lo que el investigador científico ordinario es capaz de imaginar. Ante la visión educada del Iniciado en varios grados de Misterios, la Tierra aparece formada por estratos semejantes a la disposición de las distintas capas de una cebolla, recubriendo cada una a la anterior, más interna. En la Tierra existen nueve estratos más el corazón o zona central, diez en total, haciéndosele a aquél cada estrato accesible con cada iniciación, por lo que al final de las nueve iniciaciones, o misterios menores, quien las ha recibido es el señor y maestro de todos ellos, si bien aún no tiene acceso a los secretos de la parte central, allí donde las corrientes de energía toman la forma de lemniscata y el Absoluto asienta su sede y hogar en el planeta.
A través de los Misterios Menores el neófito puede observar de manera consciente todo lo relativo a su pasada evolución inconsciente, permitiéndole conocer el modo y el significado de la obra que ha supuesto conseguir el hombre actual, con su triple cuerpo, su triple alma y su triple espíritu.
Una vez que el Iniciado haya pasado los nueve estratos, aún deberá “entrar” y conocer el núcleo central. A su tiempo, la Primera Gran Iniciación le va a permitir conocer y aprender los misterios relativos a la mente. Conseguido ello, el Iniciado se encontrará en posesión del saber concerniente a lo que todos debemos alcanzar a la finalización del actual Período Terrestre.
Los estratos, siendo el grosor de cada uno distinto al grosor de cualquier otro, son los siguientes:
1 – Tierra Mineral: Es la costra pétrea de la Tierra, de la cual se ocupa la geología en una determinada proporción.
2 – Estrato Fluídico: Su sustancia es más fluida que la de la costra externa, si bien no es como el agua, sino como una pasta espesa. Sus cualidades son las de la expansión y la explosión, manteniéndose en su posición gracias a la enorme presión que ejerce la costra externa. De sacarse esta costra externa, todo el estrato desaparecería en el espacio mediante una formidable explosión. Se encuentra en correspondencia con las Regiones Química y Etérica del Mundo Físico.
3 – Estrato Vaporoso: Ni en el primero ni el segundo estrato existe realmente vida consciente; en cambio en este estrato hay una vida pulsante y fluyente, cual en el Mundo de Deseos que circunvala e interpenetra nuestra Tierra.
4 – Estrato Acuoso: En él existen las posibilidades germinales de todo cuanto existe en la superficie de la Tierra. En él se encuentran las fuerzas arquetípicas que están tras los Espíritus-Grupo o espíritus colectivos, así como las fuerzas arquetípicas de los minerales, pues este estrato es la réplica o expresión física y directa de la Región del Pensamiento concreto.
5 – Estrato Germinal: Ciertamente, ningún científico ha podido descubrir el origen de la vida, es decir, no han podido averiguar cómo primeramente vinieron a la existencia las cosas vivientes surgiendo de la materia muerta. Sin embargo, la pregunta debería realizarse al revés, o sea, cómo es que se originaron las cosas “muertas”, puesto que La Vida se encontraba allí antes que las formas muertas. Fue la vida la que se alejó de las formas tras haberlas creado; ella las creó de la tenue sustancia vaporosa antes de que ella se condensara en la sólida corteza terrestre. Por tanto, sólo cuando la vida hubo abandonado las formas, fue que éstas pudieron cristalizarse y convertirse en cosas duras y muertas. Por ello, y así como el mineral no es otra cosa que el cuerpo cristalizado de los cuerpos vegetales, el coral es la cristalización de las formas animales. La vida jamás vino a una forma muerta a ocuparla y animarla. Tal como hemos dicho, fue la vida la que se retiró de las cosas y éstas aparecieron como “muertas”. Este estrato acoge la fuente primordial de la vida, de donde surgió el ímpetu que construyó todas y cada una de las formas terrestres. Es la correspondencia de la Región del Pensamiento Abstracto.
6- Estrato ígneo: Por extraño que pueda parecer, este estrato posee sensación. De aquí que el placer y el dolor, la simpatía y antipatía tengan su efecto terráqueo aquí. Generalmente se supone que la Tierra no puede tener sensaciones de ningún tipo, sean cuales fuesen las circunstancias; sin embargo, mientras observa la siega del grano maduro o la recolección de las frutas en el otoño, el ocultista conoce el placer que experimenta la Tierra con ello. Se trata de un placer similar al que experimenta la vaca cuando el ternero se amamanta de sus ubres repletas. La Tierra siente placer al haber proveído de la nutrición necesaria para su progenie de formas, el cual que alcanza su intensidad máxima mientras dura el tiempo de la cosecha.
De modo contrario, al arrancar plantas de raíz, el ocultista percibe que la Tierra siente un pinchazo de dolor. Por ello, aquél procura alimentarse de frutos que hayan crecido al sol, pues además de contener mayor cantidad de energía solar, no habrán causado dolor alguno a la Tierra. En cambio, cada desintegración de la costra dura le proporciona sensación de alivio, por lo que, claro está, cada solidificación y endurecimiento constituye para ella una fuente de dolor. De aquí que, cuando un torrente de montaña arrastra suelo consigo y lo lleva hacia las llanuras, la Tierra se sienta más libre, más desembarazada de su propio apelmazamiento y solidificación; pero, cuando el limo vuelva a depositarse de nuevo, como suele suceder en los bancos de los grandes ríos, ello tienda a producirle una sensación de molestia. Este estrato se corresponde con el Mundo del Espíritu de Vida. No debemos olvidar que la Tierra es el cuerpo denso de un Gran Espíritu, el cual, con la finalidad de suministrarnos un medio ambiente en el que podamos vivir y obtener experiencia, ha tenido que cristalizar su cuerpo hasta alcanzar su estado sólido actual.
Conforme prosiga la Evolución y aprenda el hombre las correspondientes lecciones a este punto de máxima densidad y concreción, la Tierra se irá ablandando y su Espíritu se irá liberando más y más. A esto es a lo que se refería San Pablo cuando decía que toda la creación está gimiendo y esperando por el día de la liberación.
7 – Estrato Reflector: Se corresponde con el Mundo del Espíritu Divino. En este estrato se encuentran todas las fuerzas tanto morales como inmorales, las cuales son conocidas bajo la denominación de “Leyes de la Naturaleza”. En la infancia del hombre, en las edades remotas, estas fuerzas eran muchísimo peores que en la actualidad, pero a medida que éticamente progresa la humanidad, en la misma y exacta proporción ellas mejoran. De aquí que, cualquier relajamiento profundo que se produzca, moralmente hablando, la tendencia es la de desatar estas Fuerzas de la Naturaleza dando lugar a catástrofes y caos terribles en la Tierra; por lo que, del mismo modo, la ferviente lucha en pro de altos ideales las convierte en enemigos reposados del ser humano. Por tanto, ellas constituyen un reflejo exacto de nuestro estado moral en cada momento. De esta suerte, desde el punto de vista oculto, el castigo ocurrido a Sodoma y Gomorra no es una superstición pueril y estúpida, pues, dado que, de igual modo que existe una responsabilidad individual de acuerdo con la Ley de Consecuencia, la cual atrae a cada persona los justos resultados de sus obras, buenas o malas, así también existe y tiene lugar una responsabilidad comunal y nacional que cierne sobre los grupos correspondientes de seres humanos los resultados ineludibles de sus actos de naturaleza colectiva. En líneas generales, las Fuerzas de la Naturaleza constituyen los agentes ordinarios de esa justicia retributiva al causar huracanes, inundaciones, terremotos, o, por contra, provechosas formaciones de yacimientos petrolíferos o carboníferos a favor de determinados grupos, de acuerdo con sus merecimientos.
8 – Estrato Atómico: Es el nombre dado por los Rosacruces a la octava capa de la Tierra, que es la expresión del Mundo de los Espíritus Virginales, y tiene la propiedad de multiplicar muchas veces las cosas existentes allí, si bien se aplica únicamente a las cosas que han sido definitivamente formadas, es decir, así como un trozo informe de madera no tendrá en él existencia, sí lo tendrá todo cuanto haya sido esculpido o modelado, o que tenga vida y forma, tal cual un cuadro o una flor. Este estrato lo multiplica todo de una manera asombrosa.
9 – Expresión Material del Espíritu Terrestre: Existen aquí corrientes en forma de lemniscatas (en forma de 8) las cuales están íntimamente relacionadas con el cerebro, el corazón y los órganos sexuales de la progenie humana. Se corresponde al Mundo de Dios.
10 – Centro del Ser del Espíritu Terrestre: Apenas puede decirse nada de este estrato o, mejor, centro, sino que es el estrato germinal y ultérrimo de todo cuanto hay en la Tierra y corresponde al Absoluto.
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EL CRISTO EUCARÍSTICO
CÓMO SE PRODUCE
(Diálogo)
“… los grandiosos Ángeles del Destino, que son los que dan a cada nación e individuo la religión más apropiada de acuerdo con sus necesidades de desenvolvimiento espiritual, han sido quienes nos situaron a nosotros en tierra “cristiana” porque por medio de esta religión podremos ser ayudados mejor en nuestro desarrollo del alma. Aún admitiendo que el cristianismo ha sido muy oscurecido por el credo y el dogma de la Iglesia Católica, en modo alguno debemos permitir que ello nos impida la aceptación de aquellas enseñanzas que son en sí buenas o útiles porque otra cosa sería un despropósito, pues imaginémonos que situáramos nuestra atención sobre las manchas del sol rehusando ver su luz gloriosa.”
– ¿Entonces eso quiere decir que debemos ir a la iglesia…?
– Al menos sí es aconsejable; pero razonemos por qué.
– Ya te he oído, ya. Aunque me parece como duplicar las cosas, ¿no?
– No. Ten en cuenta que hay dos clases de hombres en este sentido: por un lado, los que viven en base a la fe y, por tanto, creen lo que se les dice porque eso les basta; y, por otro, los que no creemos si no comprendemos lo que se pretende que creamos.
Pero, como durante siglos la iglesia ha dominado en la sociedad y no ha permitido más enseñanza religiosa que la suya – que había olvidado la parte oculta – y, consecuentemente, todo el mundo se ha visto obligado a “creer”, hay hoy muchas personas teóricamente cristianas, pero que no acaban de ver las cosas claras, precisamente porque pertenecen al grupo de los que necesitan comprender para regir sus vidas por lo que se les dice sin más. Y esas personas hacen preguntas y la iglesia no sabe responderlas y, a esas preguntas, contesta con el dogma. De modo que esa hambre del alma que las atormenta y esa intransigencia de la iglesia – o crees lo que te digo sin razonártelo o te condenas por toda la eternidad – hace que se vayan alejando de ella y queden, así, privadas de la parte positiva, que es mucha, que la iglesia, no obstante, ha conservado.
– ¿Qué iglesia? ¿La católica?
– Todas las iglesias cristianas, es decir, las que siguen a Cristo, pero especialmente la católica. Max Heindel afirma que “las iglesias protestantes se llevaron lo peor y dejaron lo mejor.”
Me referiré, pues, al momento culminante del Sacramento de la Eucaristía con su punto culminante: La Consagración, respecto de la cual, todo lo anterior en la misa no habrá sido sino mera preparación para llegar a ella.
– ¿La Consagración, dices ? ¿ En qué consiste, realmente?
– En ella, la fórmula de poder son las siguientes palabras «esto es mi cuerpo» y «este es el cáliz de mi sangre». Pero antes de pronunciar la primera, en el Sanctus, los fieles y el sacerdote dicen: «Bendito el que viene en nombre del Señor». Y ésa es la fórmula de poder para evocar al Ángel de la Presencia.
– ¿Quién es el Ángel de la Presencia?
– Realmente no es un ángel; no es un ser vivo. Es una forma mental, reproducción del mismo Cristo, que Él envía cada vez que se produce una Consagración y con cuya ayuda tiene lugar ésta. Al aparecer el Ángel de la Presencia, le acompañan huestes enteras de una clase especial de ángeles que se llaman contemplativos y que acuden para bañarse en la luz radiante que de la Hostia emana, engendrando a su vez gran cantidad de energía con su devoción. Cuando el sacerdote pronuncia la primera fórmula de poder, se produce la Transubstanciación del Pan, que es el acontecimiento más impresionante que se puede uno imaginar.
– ¿En qué consiste?
– Para explicártelo voy a dar un rodeo necesario.
– De acuerdo.
– Cada átomo de materia física está permanentemente ligado por una especie de finísimo hilo con su sustancia correspondiente del mundo astral, y cada uno de los átomos de ésta, con la correspondiente sustancia del mundo mental, y así sucesivamente, hasta llegar al mismo Dios. De modo que puede decirse que todo átomo participa de la misma vida de Dios. Pero la cosa se complica más: Cada cuerpo simple de este plano físico, en el mundo astral resulta ser un cuerpo compuesto. Y cada cuerpo simple astral es, a su vez, en el mundo mental otro compuesto. Puedes imaginar, pues, la complicación que ello supone. Pero, curiosamente, si un cuerpo físico compuesto está formado por dos cuerpos simples, cada uno de los átomos de esos cuerpos simples, aunque estén formando parte de otra sustancia, sigue conectado, a través de su hilo particular, con el mismo Dios. ¿Lo entiendes?
– No estoy muy seguro.
– Te lo expondré con un ejemplo. Imagina una molécula de sal común. Como tú sabes, la molécula de sal común está compuesta de una molécula de cloro y otra de sodio. Pues bien, a pesar de estar ambas formando la sal, cada uno de los átomos de la molécula de cloro, seguirá tan unido a Dios a través de su hilo, como lo estaba cuando aún no se había unido al sodio para formar la sal. Y a cada átomo de la molécula de sodio le ocurre lo mismo.
– Ya lo he comprendido. Y es admirable y hace fácil comprender eso de que, en el fondo, todos somos partes de Dios o de que en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
– Pues bien. En el momento de la transubstanciación lo que ocurre es que el Ángel de la Presencia retira los hilos correspondientes a cada uno de los átomos de todas las sustancias que componen la Hostia y los sustituye por un rayo brillante como el sol que desciende de lo más alto conteniendo la vida misma de Cristo. Por tanto, la apariencia del pan, lo que la iglesia llama los «accidentes», será la misma que antes. Pero la «sustancia» ya no, la sustancia será completamente otra.
– Ahora comprendo la célebre Transubstanciación. ¿Y con el vino ocurre lo mismo?
– Exactamente lo mismo, justo al hacer el sacerdote la segunda cruz y pronunciar la segunda fórmula de poder, si bien los fenómenos ocultos son distintos en cada caso.
– ¿Distintos… ? ¿En qué sentido?
– En el momento de la Transubstanciación, la Hostia refulge como un sol, y cuando el sacerdote la eleva para que los fieles la adoren, surgen de ella tres clases de energía diferentes.
– ¿Es posible?
– Sí. La primera, blanco y oro deslumbrante, se expande en todas direcciones, llegando a todos los puntos del templo y, atravesando sus paredes, se expande por los alrededores del templo hasta una considerable distancia, de lo cual se deduce lo conveniente que es vivir cerca de una iglesia. Esta energía produce un estímulo muy fuerte en el Espíritu Humano o Mente Abstracta, incrementando la intuición. El efecto de esta
energía en los fieles es proporcional a su desenvolvimiento espiritual, aunque el Yo Superior recibe siempre una gran ayuda que, en su adormecimiento en la mayor parte de los casos, no sabe discernir. También el cuerpo de Deseos, o Astral, en sus más elevados estratos queda intensamente influenciado. Y ocurre que quienes caminan o trabajan a cierta distancia del templo, repentinamente experimentan un estremecimiento de afecto o de devoción al pasar por ese lugar la oleada amor y de paz espiritual. Y nunca relacionarán ese sentimiento con la misa que se está celebrando en el templo próximo. Con ello, cada pueblo, cada parroquia, recibe, por lo menos una vez al día, esa efusión de energía que fomenta el adelanto de
que cada uno es capaz.
– ¿Y la segunda energía?
– La segunda, es como las llamas de la corona solar y, así como la anterior se derrama sobre todos los concurrentes, sin distinguir su estado de ánimo ni su evolución, esta segunda es selectiva, o sea, que sólo se actualiza en los devotos. Sale de la Hostia como una serie de rayos y se dirige a cada uno de los asistentes que están experimentando un sentimiento de devoción. Al recibir el rayo, el cuerpo de Deseos del destinatario refulge intensamente, transmitiendo su vibración al Espíritu Humano.
– ¡Qué maravilla!
– Como ves, el pan se ha convertido en el vehículo de Cristo, en una avanzadilla de Su conciencia.
– Exacto. ¿Y cómo es la tercera energía?
– La tercera, a diferencia de las dos anteriores, que manan ininterrumpidamente sin intervención de nadie, es la que los ángeles han de distribuir y se ve como un arroyo de fuego líquido, como de polvo de oro o de estrellas. Pero es limitada en su cantidad.
– Es maravilloso.
– Pues añade a todo esto que todos los puntos especiales como el ara y las paredes, así como los utensilios consagrados tales como el cáliz, la patena, la cruz, los cirios, etc., brillan, a su vez, e intercambian sus rayos componiendo un festival de energía luminosa de todos los colores. Y ello con la particularidad de que, así como la energía física se desgasta y termina por agotarse, la energía de los planos superiores se multiplica a sí misma al relacionarse con otra. De modo que todo el templo acaba siendo un mundo de luz, de devoción y amor. Bien entendido que la luz y los colores no son en sí la energía, sino sus ropajes, pues la energía es tan invisible en los planos superiores como en este mundo. Y que si la misa la celebra el obispo, entran en el juego de luces el anillo, el pectoral con sus siete joyas y el báculo con sus otras siete, todos emanando la energía y luz de los distintos rayos.
– ¿Y qué pasa con el vino al ser consagrado?
– Con el vino se produce la Transubstanciación del modo descrito, pero el rayo que desciende no es de blanco y oro deslumbrante como antes, sino que se parece a una espada de color carmesí intenso. Esta energía se derrama entre los asistentes. Pero es una energía más cercana al hombre medio, pues las vibraciones del vino pertenecen al astral superior y las del agua son vibraciones etéricas. La energía de la Hostia procede de la mónada y afecta a lo que en nosotros representa fortaleza, exactitud y ritmo, mientras que la del cáliz es más propia del Ego, del Triple Espíritu. Las dos nos son necesarias y cuando, como en la misa, actúan de consuno, estimulan todo bien y hacen desaparecer todo mal.
– ¡Cuánto he aprendido con todo esto, qué maravilloso es!
– Hay una cosa que conviene tener en cuenta y que la ignorancia ha hecho que se olvide.
– ¿De qué se trata?
– Todo el plan de la Eucaristía está previsto de modo que se sincronice con las corrientes magnéticas solares.
– ¿Qué quieres decir con eso?
– Que entre el Sol y la Tierra hay un flujo y reflujo permanente de corriente magnética. De medianoche a mediodía circula del sol hacia la Tierra; y desde mediodía hasta medianoche, de la Tierra al Sol. La Eucaristía ha de aprovechar la corriente del Sol hacia la Tierra. Por tanto, si se celebra pasado el mediodía, no tiene lugar la Transubstanciación. Será un acto devocional, pero no la Eucaristía. Deberá, por lo menos, haber comenzado el acto antes de mediodía porque, recién comenzado el reflujo hacia el Sol, aún no es lo suficientemente fuerte para anular la energía que evoca la misa. Y, por tanto, las formas consagradas después de mediodía no quedan debidamente consagradas.
– Pues eso no se está poniendo en práctica.
– Es, como te he dicho, otra de las consecuencias de haber perdido el verdadero conocimiento, o esotérico, la iglesia. Y aún te diré otra cosa, también muy discutida.
– ¿Cuál es ?
– Que la Eucaristía está concebida y estructurada para que sea ministrada por un organismo masculino. Por eso la ordenación de mujeres sacerdotes, si bien no tendría nada de particular en cualquier otro aspecto, no sería lo mismo en cuanto a la Eucaristía, ya que el cuerpo de la mujer tiene otra configuración interna distinta de la del hombre. Me refiero, claro, a la relación de fuerzas en los distintos vehículos.
– ¿Pero cuál es esa correlación? ¿Podrías profundizar un poco en ello?
– Sí, claro. Verás: Empezando por los vehículos más densos, y siguiendo hacia los superiores, lo que ocurre es que el Cuerpo Físico es positivo en el hombre y negativo en la mujer y por eso el hombre posee más fuerza; pero, el Cuerpo Etérico es positivo en la mujer y negativo en el hombre, por lo que aquélla posee más resistencia, soporta mejor el dolor y vive más tiempo; el siguiente vehículo, el Cuerpo de Deseos, o astral, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y, por eso, los deseos son más acuciantes e intensos en aquél; el siguiente Cuerpo, el Mental Concreto o Mente, es positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que produce que la mujer sea más «práctica», más observadora y tenga «los pies más asentados en el suelo»; el siguiente, es el Mental Abstracto o Espíritu Humano, que es positivo en el hombre y negativo en la mujer, por lo que al primero se le dan mejor las matemáticas, la filosofía y las grandes concepciones abstractas; el siguiente Cuerpo es el Espíritu de Vida, positivo en la mujer y negativo en el hombre, lo que hace posible la proverbial intuición femenina; y, el último, el Espíritu Divino, es positivo en el hombre y negativo en la mujer y, por ello, aquél tiene una voluntad más fuerte y activa.
– Es asombroso, y lo explica todo.
– Claro. Como te he dicho, el Espíritu es bisexual pero, según encarne como hombre o como mujer, expresa el lado positivo o negativo, según proceda, de cada uno de sus vehículos. Y la Eucaristía, como te he dicho también, está concebida para la relación de fuerzas que se da en la expresión que llamamos hombre. Esa es la razón oculta de la no conveniencia de la ordenación de mujeres, y que la iglesia tampoco la está explicando porque actualmente la ignora.
– Pues también es muy interesante conocer esto.
– Concluída la consagración, las energías primera y segunda están en plena actividad, mientras que la tercera se acumula hasta que llena el edificio todo y se transmuta o materializa en las manos del Ángel de la Presencia. El Pan y el Vino se han convertido en las joyas más valiosas del mundo, un regalo impensable y directo de Dios. El divino Ángel, que no es sino una prolongación de la conciencia del mismo Cristo, recibe, como respuesta, todos los sentimientos y pensamientos de gratitud, de devoción y de amor de los fieles, los modifica un tanto para acondicionarlos y, cuando se retira con una luminosa sonrisa, los deposita a los pies de Su
Señor. De ese modo contribuimos a llenar el depósito del que luego los sacerdotes harán uso al administrar los Sacramentos o a través de los distintos servicios religiosos.
– Veo que, prácticamente, la misa nos relaciona con Cristo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Pero, ¿qué pasa con las otras Personas?
– Es una buena pregunta. Siempre son necesarias la sabiduría para concebir, la fortaleza para realizar y la belleza para adornar. Y en todas las religiones participan las tres. Lo que ocurre es que, según lo que en cada caso y pueblo se ha creído conveniente, la religión que se les ha dado destaca uno de los tres aspectos de la Deidad. Y así, por ejemplo, el aspecto saivita del hinduismo, la religión de Jehová y la de Mahoma rinden culto a la Primera Persona, al Padre, al aspecto fortaleza; las religiones con cultos femeninos como las de Isis, Astarté, Venus, Vesta y Palas Atenea se enfocan en la Tercera Persona, o sea en el aspecto Belleza; mientras que la tendencia vaishnita del hinduismo, la religión de Mitra y el Cristianismo tributan su culto a la Segunda Persona, al Logos, al Verbo, a Cristo, o sea, al aspecto amor-sabiduría.
– Comprendo. En eso se ve la mano de Dios tratando de ayudar a cada pueblo según lo necesita.
– Exacto. Quisiera decirte algo también muy interesante. Lógicamente la fórmula para la consagración del Pan y el Vino que, como has visto, es muy simple, ha de pronunciarse con consciencia de lo que se está haciendo. Pues bien, nunca, en ninguna investigación clarividente, se ha encontrado que ningún sacerdote haya dejado de estar consciente y concentrado al pronunciarla. Pueden haber estado distraídos durante el resto de la misa o actuando mecánicamente o, incluso, sin ser conscientes de lo que hacían o no creyendo en ello; pero, al llegar ese momento todos, todos sin excepción, se han concentrado y han pronunciado las fórmulas de poder debidamente. Y eso quiere decir que ese enlace directo con Cristo que desarrollaron con la ordenación, actúa en los momentos en que es necesario por razones de servicio.
– Es verdaderamente impresionante.
– Llegamos al momento en que, rezado el Padrenuestro, la más maravillosa de las oraciones, recomendada por el mismo Cristo y que ahora no podemos desentrañar y, tras comulgar el sacerdote bajo las dos especies, son los fieles los que tienen acceso a recibir la Sagrada Forma.
– ¿Y qué ocurre entonces?
– El que comulga atrae hacia sí la línea del viviente fuego divino que está emanando directamente de Cristo. Con él recibe estímulo y fortaleza y experimenta un cambio que conviene pormenorizar.
– ¿Qué cambio?
– La energía altísima que recibe y que conmueve todos sus vehículos, desde los más elevados hasta el mismo cuerpo físico, produce en todos ellos una elevación de vibración. Desgraciadamente, la densidad de los más inferiores hace que esa vibración no dure mucho y que, con mayor o menor celeridad, descienda a la tasa habitual. Pero no es exactamente así si se comulga con frecuencia pues, en ese caso, la elevación es lenta, quizás lentísima, pero permanente y cada uno de sus vehículos se va convirtiendo en un centro de difusión de energía divina, que va influyendo en su entorno de modo constante y haciendo que vaya mejorando en todos los sentidos. La cantidad y calidad de energía que cada uno recibe al comulgar depende de su propia evolución y de la disposición en que se acerque al Sacramento, pues eso marca la que es capaz de asimilar. En todo caso, cualquiera que sea su grado de adelanto, todos experimentan una aceleración en su propia evolución. Recuerda que Teresa Neumann y el Padre Pío, por ejemplo, acabaron alimentándose cada día, exclusivamente con la Eucaristía. Hasta el punto de que su aparatos digestivo y excretor se atrofiaron.
A cada comulgante le sigue siempre algún ángel que revolotea bañándose en esas vibraciones que, por su elevación, no pueden alcanzar de modo normal. Y ello contribuye a aumentar aún el aura de paz y devoción que rodea a cada comulgante, lo perciba él o no, lo cual dependerá de su propia evolución.
– ¿Y qué ocurre luego en la iglesia?
– El sacerdote pronuncia las palabras de despedida que se interpretan mal.
– ¿Por qué?
– Porque ordinariamente se cree que van dirigidas a los fieles y no es así. Van dirigidas a las huestes angélicas y es la orden de que se pongan en camino para transportar la energía que cada uno de sus miembros ha recibido, hasta entregarla a su destinatario. Esa frase de despedida, «Idos, la misa ha terminado», produce un revoloteo irisado y, rápidamente, todos los ángeles mensajeros desaparecen. Entonces el Ángel de la Eucaristía deshace el edificio para que toda la devoción y el amor en su construcción empleados se derramen por el mundo junto la energía generada por la última bendición.
– Una última pregunta, por favor.
– Adelante.
– ¿Produce la Comunión los mismos efectos que la meditación?
– No. Son esencialmente cosas distintas. La energía de la Eucaristía armoniza y fortalece, como te he dicho, los distintos vehículos de quienes la reciben. En cambio, mediante la meditación, y me estoy refiriendo al meditador altruista, uno mismo, con su propio esfuerzo, va desarrollando
las potencialidades de sus vehículos superiores para servir de auxilio al prójimo.
– ¿Y qué es preferible o más aconsejable?
– Corresponden a las dos clases de hombres que tradicionalmente ha habido y, a lo largo de la Historia, han alternado su colaboración o su incompatibilidad: Los llamados «Hijos de Set» o «Hijos del Hombre», que han evolucionado por el lado de la devoción y la fe, desarrollando una polaridad del espíritu, la del corazón; y los llamados «Hijos de la Viuda» o «Hijos de Caín», que han carecido de fe y han buscado por sí mismos la verdad desarrollando, consecuentemente, las facultades de la otra polaridad de Espíritu, la del intelecto.
¿Entonces cuál es la mejor?
– Ninguna de las dos es perfecta. El que desarrolló el corazón tendrá que recorrer de nuevo el sendero de múltiples existencias para desarrollar la inteligencia. Y el que desarrolló la mente, habrá de hacer lo propio hasta que desarrolle el corazón. Lo ideal, por tanto, es desarrollar ambas polaridades a la vez: Ser devoto, amar al prójimo desinteresadamente y actuar de modo inteligente y no llevado sólo por la emoción. Esta es la actitud que pretendió Cristo para Sus seguidores, puesto que les exhortaba a amar al prójimo para desarrollar el corazón, pero también les explicaba «en privado» los misterios divinos para fomentar el conocimiento y, con él, el intelecto, doctrina que, además, les expuso, primero, en privado a Sus discípulos durante su vida pública y luego, desde la Resurrección hasta la Ascensión, que fue cuando estableció la esencia de los Sacramentos e inició a una serie de primeros cristianos. Esos son, sin embargo, los conocimientos que, desgraciadamente, hubo que ocultar a causa de la conversión de la religión cristiana en la oficial del Imperio Romano y del consiguiente sometimiento de la iglesia al poder político. La iglesia, ya sometida, se desvió, lógicamente, a lo que a éste le convenía: Fe ciega, fanática, sin ningún elemento racional ni ninguna explicación inteligible.
Es llegado el momento de que esos conocimientos salgan a la luz e iluminen a todos.
Con relación a tu pregunta concreta sobre la Eucaristía y la meditación, si piensas un poco, obtendrás la respuesta por ti mismo.
– ¿Cómo?. No veo cómo.
– Tú sabes que la meditación es algo antiquísimo y que se practicaba en el Lejano Oriente y en el Antiguo Egipto y en Mesopotamia y, en general, en todos los pueblos con una religión digna de tal nombre, y ello muchos siglos y aún milenios antes de Cristo, ¿no?
– Sí.
– Entonces, si la Eucaristía no fuera infinitamente más conveniente y más efectiva, Cristo hubiera dejado la meditación como único medio de adelanto. La Eucaristía es algo nuevo, algo incluso inconcebible en la antigüedad. Es un descenso de Dios al hombre, es una electrocución espiritual a lo que nada existente antes ni nada creado después se puede
comparar. Lo que ocurre es que hay hombres que no quieren seguir el sendero religioso y esos disponen, para su evolución, de la magnífica herramienta que es la meditación. Lo lógico, sin embargo, lo racional y lo más aconsejable, es seguir simultáneamente las dos vías, utilizar las dos herramientas y obtener una evolución equilibrada y armónica, como quiso el propio Cristo. La doctrina de esta postura, en cuanto al sendero hacia el hombre ideal, puede muy bien resumirse en esta frase: «Una mente pura, un corazón tierno y un cuerpo sano».
* * *
LA PALABRA, COMO MEDIO DE EVOLUCIÓN O DE REGRESIÓN
por Francisco-Manuel Nácher
1.- El Evangelio de Juan comienza con una gran verdad: “En el principio era el Verbo”. Es decir, que el Verbo es el comienzo de todo lo existente. Pero, ¿qué es el Verbo? ¿qué se encierra en esa palabra enigmática? Se encierra, simplemente, el sonido, la vibración. Y nos está diciendo Juan que el Creador de nuestro sistema planetario, cuando decidió llevar a cabo Su creación, acotó en el universo una zona del mismo, la llenó con su vibración, haciéndola así distinta de lo circundante y, con ello, dio comienzo en ella a su personal labor creativa. La vibración, pues, es la clave. La vibración es lo que mueve la
materia, inerte por naturaleza, y la obliga a adoptar formas, a constituir los diversos objetos o seres que llenan el universo. Porque cada vibración crea su propia forma. De ese modo, la vida penetra en la materia y se convierte en espíritu, al tiempo que la materia, al ser compenetrada por aquélla, adopta una forma. Son las dos polaridades de
la creación en marcha, influyéndose mutuamente y abriendo con esa recíproca relación la puerta a la infinidad de combinaciones que se manifiestan como objetos y seres vivientes.
La vibración, pues, el sonido – porque toda vibración produce sonido, al margen de que nos resulte audible o no – produce siempre e inevitablemente un determinado efecto sobre la materia. En ese sentido, pues, la vibración es una energía creadora. Y lo que hay que saber en cada caso es qué sonido hay que producir para dar a lugar a qué efecto
material. En eso estriba el secreto de la magia, tanto blanca como negra, y de la creación de los mundos y del universo todo. Siempre es el mismo proceso (como arriba es abajo y como bajo es arriba): las dos polaridades de la manifestación, vida y materia; la influencia de la vida, convertida en vibración, sobre la materia; conversión de la primera en espíritu y de la segunda en forma; y permanente influencia recíproca para elevar la materia hasta su identificación con la vida.
2.- Por eso, el primer sentido que desarrollamos los hombres, allá en el lejanísimo Período de Saturno – cuyas condiciones se repitieron en la Época Polar de la Cuarta Revolución del actual Período Terrestre -, cuando éramos simples minerales, fue el sentido del oído. Porque, para ir construyendo nuestros vehículos, hechos de materia, necesitábamos
escuchar la palabra oportuna, percibir la vibración apropiada, con el fin de que la materia se fuese adaptando a ella y dando lugar a la forma deseada por el espíritu. Por eso la materia oye, todos los objetos oyen, para poder ir obedeciendo las órdenes que, desde los planos superiores – recordemos los arquetipos que, permanentemente, están modelando la realidad inferior -, se les imparten con el fin de ir acondicionando sus
formas, sus cuerpos, a las vibraciones que perciben. Por eso la vida es continuo cambio. Por eso nada permanece estable. El oído, pues, nuestro primer sentido, no sólo es capaz de percibir los sonidos externos, del mundo físico, sino también los internos, los que constituyen esas órdenes secretas de lo alto que lo van construyendo y conservando todo y sosteniendo todo y que, en ocultismo se denominan “la música de las esferas”, “la Lira de Apolo” o “la Voz del Silencio”.
El siguiente sentido que desarrollamos fue el del tacto. Y nació en el remoto Período Solar – cuyas condiciones se repitieron durante la Época Hiperbórea de la Cuarta Revolución del actual Período Terrestre – mientras fuimos vegetales. Y tuvo, lógicamente, por fin, entablar una relación más íntima y directa entre el espíritu aprisionado por la materia y ésta. Fue la época de la tierra fundida y de la necesidad de huir del calor excesivo mediante el órgano hoy llamado glándula pineal, entonces externo y detector de la vibración calórica. Hoy este sentido se ha extendido por toda la superficie del cuerpo. Pero sigue percibiendo vibraciones y sólo vibraciones, que nosotros llamamos tacto.
El tercer sentido que desarrolló el hombre fue el de la vista, hecho que tuvo lugar en el Período Lunar y se repitió durante la Época Lemúrica, en la Cuarta Revolución del actual Período Terrestre. Y tenía por finalidad incrementar el conocimiento de la materia circundante por parte del espíritu. Y sigue hoy día captando vibraciones, que nosotros
denominamos luz y colores.
El cuarto sentido, el del olfato, se desarrolló durante la Época Atlante. En la actual Época Aria, se está desarrollando el sentido del gusto. Y en la próxima Sexta Época, se desarrollará la intuición, que hará ya posible, la comunicación directa entre el espíritu y sus vehículos, la percepción por la Personalidad – cuerpos físico, etérico y de deseos –
de los mensajes y órdenes del triple Espíritu – Divino, de Vida y Humano -, así como la percepción por éstos de los acontecimientos de los tres mundos inferiores.
Pero, siempre, esos mensajes no serán más que vibraciones. De una otra clase o frecuencia o ritmo o tono o longitud de onda. Pero vibraciones que, como sabemos, influyen inevitablemente a la materia, siempre susceptible de ser remodelada por una determinada clase de vibración.
3.- La palabra, pues, el objeto de estudio de nuestra conferencia de hoy, no es sino vibración. Un sonido. Algo que, como todas las vibraciones, está destinado a producir un efecto en su entorno material.
Pero, ¿cómo nació la palabra? ¿Era necesario su nacimiento? El hombre, el Espíritu Virginal que cada hombre es en realidad, es un espíritu colectivo, con conciencia grupal en su mundo original, el Mundo de los Espíritus Virginales y que, por tanto, ha de evolucionar
como un conjunto. Recordemos en este sentido que el primer capítulo del Génesis, al describir la Creación y referirse a su autor, no habla de un Dios individual, sino de “los Elohim”, es decir, un espíritu grupal y, por tanto, un Dios grupal. Y nosotros fuimos creados a imagen y semejanza suya.
Cierto que para esa evolución, el plan divino creador previó una etapa evolutiva individual, independiente hasta cierto grado, pero confluyente luego, cuando uno empieza a pretender hollar el Sendero, hacia un sendero común, cada vez más estrecho, hasta alcanzar la estrechez del filo de una navaja, y que acaba identificando a cada uno
con todos, sin perder, por supuesto, su propia conciencia.
Por tanto, cada uno de nosotros, para evolucionar, como espíritus que forman parte de otro espíritu colectivo mayor, nos necesitamos unos a otros, precisamos de las experiencias de los demás y de su sabiduría y de sus fracasos y de sus aciertos, para ir avanzando, aparentemente solos.
Es interesante darnos cuenta de que en la naturaleza todo está organizado para la evolución de todos como grupo: nos resulta imposible pensar o decir o hacer algo sin que ello repercuta, de un modo u otro sobre los demás. Y otro tanto ocurre a cada hombre. La silla en que nos sentamos, el papel sobre el que escribimos, el trabajo que realizamos cada día, la carretera sobre al que viajamos, la ropa que vestimos, el alimento que ingerimos, los muebles que usamos, en fin, todo, absolutamente todo lo que nos rodea y en lo que nos basamos para vivir, es obra del hombre, lo ha hecho alguien. Por supuesto, sin ser consciente de que iba a repercutir de modo inevitable en la vida de sus hermanos, pero cumpliendo esa ley que nos hace evolucionar juntos y ayudarnos en la labor común. Por eso el “ama a tu prójimo como a ti mismo” y por eso el “perdonar hasta setenta veces siete”, y por eso “cuando diste de comer o de beber al hambriento o al sediento, mitigaste mi hambre y mi sed.” Y por eso la necesidad de que vivamos “a tenor de
las leyes naturales” y del servicio inegoísta y del amor sin condiciones y de la tolerancia y del perdón. Porque, ¿puede una célula del dedo meñique de la mano derecha pretender ser más parte de nuestro cuerpo que otra célula de la oreja izquierda o del estómago o del corazón? Pues, del mismo modo, cada hombre no es sino una célula en el cuerpo de
Dios y, por tanto, con un origen común y un destino común y una labor común.
De ahí, de esa indisoluble unidad de todos, la previsión del plan divino de dotarnos, llegado el momento, por un lado, de un cerebro, capaz de interpretar los estímulos de los sentidos para manejarnos mejor en el mundo físico y, luego, para traducirlos a la lengua del espíritu y, más tarde aún, para trasladar al cuerpo las órdenes y enseñanzas del
Espíritu. Y, por otro lado, de una laringe, un órgano llamado, en primera instancia, a hacer posible el intercambio de experiencias y de pensamientos, de ideas, de sentimientos, de emociones, y de ilusiones entre los hombres, con el fin de ayudarse mutuamente en la evolución común. Y luego, para pronunciar, en su día, la palabra creadora, es decir, el sonido apropiado para obtener el efecto deseado. O sea, para hacer lo que todo ser creador hace: crear.
Con la finalidad, pues, de desarrollar esos dos órganos necesarios, el cerebro y la laringe, el plan divino previó la desviación de la mitad de la fuerza creadora sexual, dedicada hasta entonces, en su cien por cien, a la procreación, hacia la parte superior del cuerpo, para dar lugar, a lo largo de las eras, a su formación y perfeccionamiento.
Primero nació la laringe – rudimentaria, por supuesto – y el hombre empezó a emitir sonidos, más o menos inteligibles para sus congéneres.
Ocurrió en la Época Lemúrica, cuando alcanzamos el estadio animal.
Pero nuestras primeras palabras no fueron articuladas. Fueron meras onomatopeyas de los sonidos de la naturaleza: el silbido del viento, el bramar de la tempestad, el soplo de la brisa, el canturreo del arroyo, el rugido del trueno, el crepitar de las llamas…Pero eran palabras creadoras, puesto que provenían de la fuera creadora sexual.
Necesitamos llegar a la Época Atlante para recibir la mente y, con ella, la capacidad de pensar, de convertirnos en seres autoconscientes, es decir, conocedores de nuestra propia existencia, y situarnos conscientemente en el mundo, frente a nuestros congéneres y frente al entorno. Entonces ya nos hizo falta inventar las palabras que, por supuesto, conservaban mucho de onomatopéyicas, pero contenían ya un elemento distinto: una intencionalidad racional, un fin, un contenido específico, aportación de quien la pronunciaba. Porque el cerebro, como hermano de la laringe, nació también gracias a la fuerza creadora sexual y, por tanto, posee su capacidad creadora. La palabra, pues, y el pensamiento, fueron y son, decididamente, armas de creación en poder del hombre.
4.- ¿Y qué contenía entonces una palabra? Lo mismo que ahora.
Por supuesto, sonido, es decir, vibración. Pero también mucho más.
Porque una palabra, pronunciada por un hombre contiene, aunque él no lo pretenda, y hasta lo ignore, su experiencia, su memoria, sus conocimientos y sus emociones y pensamientos sobre el objeto que esa palabra pretende significar.
Dado que aún somos incapaces de comunicarnos directamente mediante la telepatía, nos resulta necesario comunicarnos con palabras.
Palabras que han de representar lo mismo que los correspondientes pensamientos contendrían si nos comunicásemos telepáticamente. Y ahí está la dificultad: en que cada hombre tiene tras de sí una serie inmensa de vidas y, por tanto, de experiencias y vivencias, relativas a la idea que cada palabra representa y, sin pretenderlo, impregna esa palabra con todas sus vibraciones citadas. Por eso, la misma palabra tiene, necesariamente, distinto significado para cada hombre. Porque, al traducir el símbolo que es, cada cual le añade su propio bagaje vital, enmascarando su sentido original. Ésa es la explicación de que la misma idea se exprese en distintos países con distinta palabra: porque no es la misma idea. Si lo fuera, la palabra sería también la misma.
Si yo pronuncio la palabra “asiento”, seguramente un rey pensará en su trono, un mendigo en el suelo, un oficinista en su silla, un inválido en su silla de ruedas, un ama de casa en su asiento preferido en el hogar, un jinete en su silla de montar, un colegial en su pupitre, etc. La palabra será la misma para todos, pero lo que cada cual le añadirá al mensaje inicial que contiene, será distinto. De lo cual se derivará que cada uno de
ellos, si ha de responder a la frase en que esa palabra se contiene, lo hará influenciado necesariamente por todo lo que su memoria le ha aportado sobre el tema “asiento”.
Porque, ¿qué es realmente una palabra? Simplemente, el símbolo de una idea.
Imaginemos, por un instante, que se nos traslada, con los ojos vendados, a un país desconocido e imaginemos que, una vez allí, se nos abandona a nuestra suerte. Nosotros, lo primero que haremos será quitarnos la venda de los ojos. Y, con gran sorpresa, descubriremos que ese país carece de luz. Todo es oscuridad. Y no tendremos más remedio, para poder orientarnos en él, que utilizar nuestro oído, por si nos llega
algún sonido que nos oriente, nuestro tacto, para saber en qué terreno nos encontramos y cómo es nuestro entorno en cuanto a su densidad y composición se refiere. Esos dos sentidos, puesto que la vista no nos servirá, al estar todo en tinieblas, serán nuestros guías. Auxiliados, más tarde, cuando hayamos de comer y beber, por el olfato y el gusto. E iremos almacenando en nuestra memoria todas las experiencias, todos los estímulos que esos cuatro sentidos nos vayan proporcionando, y haciéndonos una composición del lugar, imaginando cómo es ese mundo nuevo y cómo podremos sobrevivir en él. Y trataremos de descubrir alimentos y bebidas y cobijo y de construir herramientas y de utilizarlas para hacer nuestra vida más segura y confortable y llevadera. (Valdría la
pena hacer aquí un inciso para referirse a la obra del portugués universal Saramago, titulada “Ensayo sobre la ceguera” en la que, sin pretender estudiar el problema desde nuestro punto de vista de hoy, sí plantea el que se produce en una sociedad cuyos miembros se van quedando ciegos súbitamente). Y, si además de nosotros, descubrimos
que hay allí otros hombres en nuestra misma situación, trataremos de comunicar a los demás nuestros hallazgos y de asimilar los suyos, siempre con el fin dominar el medio, de saber más, de manejarnos mejor y de hacer que los demás también lo hagan y nos permitan participar de sus descubrimientos. Pero, para poder comunicarnos con los demás, no tendremos más remedio que inventar algo que nos permita hacernos entender por ellos y comprender lo que ellos intenten comunicarnos. Y entonces recurriremos a uno de los sentidos, el más desarrollado, el oído.
Y comenzaremos a inventar palabras para designar las sustancias, los sucesos, las vivencias y las ideas, palabras que, una vez aceptadas por los demás, cobrarán vida propia y cada cual les irá añadiendo acepciones y significados, de acuerdo con sus sucesivas y propias experiencias.
Eso es exactamente lo que le ocurre a nuestro espíritu al verse encerrado en un mundo de materia. Tiene que percibir los estímulos de los sentidos, llevarlos, a través del cerebro, al propio espíritu, interpretarlos y hacer regresar la orden, de nuevo, pasando por el cerebro, para reaccionar a ellos, a la vez que crea una idea de lo que es nuevo y un registro de lo sucedido. La primera será expresada por una palabra. Lo segundo, se almacenará como memoria.
Esa idea, pues, es y será siempre estrictamente personal y nunca podrá ese espíritu transmitir mediante la palabra que la representa, todo lo que para él significa. Ni podrá captar, a través de la palabra de otro, lo que para éste contiene en realidad.
De ahí la insalvable dificultad de la traducción que, por necesidad, se ve convertida en una re-creación. Porque, si la traducción es literal, es decir, palabra por palabra, no dice nada. Y, si es conceptual, se deja siempre fuera algo que estaba en el idioma original y añade algo del idioma de destino. Y por eso la triste pero real afirmación italiana de “traduttore, traditore”.
5.- A esa adición inevitable que todos hacemos a la idea inicial que representa cada palabra se debe la enorme incomunicación en que nos encontramos. La convivencia, como consecuencia de esa adición y a que cada cual considera que lo suyo es lo verdadero, lo exacto y lo procedente, porque, como suyo que es, lo ve así, resulta muy difícil, porque cada cual hablamos de una cosa distinta y todos pretendemos tener razón, sin darnos cuenta de que los demás tienen el mismo derecho a considerar acertada su visión particular.
Se dice, estudiando el tema de la incomunicación, que, cuando dos personas dialogan, en realidad hay doce dialogantes, todos distintos y pretendiendo distintas cosas. A primera vista, parece una exageración.
Pero, cuando se examina el asunto con detalle, pronto se cae en la cuenta de que es cierto, de que son doce los interlocutores en cada conversación entre dos. Y son éstos:
– El que yo realmente soy.
– El que yo creo que soy.
– El que me gustaría ser.
– El que el otro cree que soy.
– El que pienso que el otro cree que soy.
– El que me gustaría que el otro creyese que soy.
A estos seis interlocutores, lógicamente, hay que añadir los seis de la otra parte, componiendo los doce intervinientes en cualquier conversación.
Claro que tal cantidad de interlocutores hacen muy difícil el entendimiento. Pero, para eliminar los diez sobrantes hace falta lograr un escalón evolutivo que aún no está al alcance todos: conocerse a sí mismo. De ese modo, cuando ambos interlocutores se conocen a sí mismos, no han de fingir ni de disimular ni de suponer nada, por lo que
los demás interlocutores desaparecen por innecesarios.
6.- El hombre, pues, va creando palabras para responder a sus necesidades de expresión. Y busca los términos más exactos, desde su punto de vista, para expresar su concepto de las cosas. Pero “su” concepto, “su” visión, “su” idea, “sus” conocimientos, “su” ser interno.
Porque, queramos o no, volcamos nuestro ser interno en nuestras palabras. A un hombre iletrado le resulta imposible fingir cultura y elevación al hablar, de la misma forma que al hombre culto le es dificilísimo disimular sus conocimientos cuando habla. Cada uno, pues,
lo quiera o no, estará haciendo público su nivel cultural, emocional e intelectual con sólo pronunciar un par de frases en una conversación intrascendente. Situación que se agravará a medida que el tema sea más elevado o más sutil o más complejo. Cada cual hará lo que pueda, pero no más. Dará de sí lo que tenga dentro, pero no más. Será todo lo exacto y expresivo y contundente de que sea capaz, pero no más. Podrá o no,
como se dice de los dictadores, “vencer”, pero no “convencer”.
Y es que, si cada palabra tiene para cada uno un significado, si cada palabra es el símbolo de una idea, cada frase lo es de un juicio. Y un juicio, que gramaticalmente supone una afirmación o una negación, un sujeto y un verbo y un predicado, supone también la utilización de varias o de muchas palabras, cada una de ellas con su ignificado íntimo y su significado añadido o atribuido por quien las emplea y, luego, por
quien las escucha e interpreta.
Así, del mismo modo que cada hombre va configurando su propio léxico, adaptado a su nivel, como él no es más que un miembro de la sociedad en que vive, va configurando al mismo tiempo, sin pretenderlo, el léxico de esa sociedad. Por eso cada grupo, pueblo, o raza acaba teniendo una lengua propia y distinta de las demás. Ni que decir tiene
que en ese proceso desarrolla un papel fundamental el espíritu de raza de cada pueblo, que trata siempre de efundir, de hacer crecer y destacar determinadas características y de omitir o mitigar otras; de poner la atención en determinados fenómenos y no en otros; de valorar determinadas ideas o comportamiento y no otros.
Se dice que el español, el portugués, el italiano, el francés y el rumano descienden del latín, que un día se habló en todo el imperio romano. Y que el alemán, el holandés, el inglés, el sueco, el noruego y el danés, descienden del antiguo germano. Pero, ¿hasta qué punto esa afirmación es cierta? Las lenguas citadas no “descienden” de ninguna
otra. Simplemente “son” esa lengua. Porque el español no es sino el latín que hoy se habla en España; y el italiano, el latín que hoy se habla en Italia; y el inglés, el germano que hoy se habla en Gran Bretaña y en Estados Unidos. Ya que el latín no desapareció en ningún momento, sino que fue cambiando, evolucionando, hasta llegar a todas las variedades citadas. Porque las lenguas no reflejan sino el ser interno de quienes las
hablan y quienes las crean, sus modos de pensar y de sentir y de ver las cosas y de reaccionar ante los acontecimientos y de tratar de vencer las adversidades y de inventar y de sobrevivir. Y van naciendo una serie de refranes, verdaderas píldoras de sabiduría popular, acreditados por siglos de vigencia y de comprobación; y surgen los modismos, que responden a situaciones específicas y muy repetidas y familiares; y aparecen los
neologismos, para atender necesidades de expresión nuevas que la lengua existente no puede satisfacer con propiedad. Y los idiomas, como quienes los van creando y modificando, acaban, como ellos, siendo algo vivo, que refleja en todo momento el sentir y el pensar del pueblo que los habla.
La siguiente manifestación del emperador Carlos I de España y V de Alemania, que nació en Flandes y no llegó a España hasta los quince años, sin saber español y hablando sólo alemán, demuestra que cada pueblo crea su propia lengua y que cada individuo se siente más cómodo con una expresión que con otras. Afirmó este personaje: “Se debe hablar
a Dios en castellano; a los hombres, en francés; a las mujeres, en italiano; y, a los caballos, en alemán.
7.- Las palabras, sin embargo, no se van creando arbitrariamente.
Aunque no nos percatemos de ello, para crearlas obedecemos ciertas leyes naturales, lo mismo que cuando pensamos, observamos las leyes naturales que rigen el pensamiento y cuando digerimos, respetamos o, mejor, cumplimos, ciertas leyes de la química. Y ello porque, no lo olvidemos, el hombre forma parte de la naturaleza y, por ello, está sometido a las leyes que la rigen.
Fijémonos en los nombres. En nuestros nombres. A cada uno se nos da uno determinado cuando niños. Ese nombre siempre creemos, estamos convencidos, de que es de libre elección de los padres. Sin embargo, en el mundo oculto, no es así. Os voy a contar algo que, con relación a este tema he vivido personalmente. Cuando mi mujer y yo esperábamos nuestro primer retoño, allá por el año 65, y sin saber, ya que entonces no se sabía, si sería niño o niña, decidimos buscarle un nombre. Para ello, acordamos varias cosas ineludibles: que no hubiese ningún miembro de la familia ni ningún conocido con ese nombre; que no admitiese diminutivo; y que nos gustase a los dos. Con ese fin, cada
noche íbamos repasando el santoral completo y anotando los nombres que reunían esos requisitos. Tras varios meses de ilusionada búsqueda, dimos con los dos nombres que más nos gustaron. Mónica si era niña y Germán si era varón. No conocíamos ninguna Mónica ni ningún Germán y en España eran nombres prácticamente desconocidos. Nació, pues, nuestra hija y se llamó Mónica. Dos años y medio después nació nuestro hijo y se llamó Germán. Pues bien, cuando llegó la escolarización nos encontramos con la sorpresa de que en la clase de mi hija había nada menos que tres Mónicas y en la de mi hijo, un Germán, además de él. Y luego, descubrimos, con estupor, que España entera estaba llena de Mónicas y de Germanes cuyos padres estaban seguros de haber sido originales al elegir sus nombres. ¿Qué había ocurrido? ¿no fuimos realmente libres al escogerlos? ¿no era cierto que cuando los elegimos eran prácticamente desconocidos? Sí. Era cierto, Pero también lo era que, en aquellos momentos, durante aquellos años, multitud de padres
estaban buscando nombre para sus hijos y fueron a elegir esos mismos nombres. Pero, ¿por qué? Simplemente, obedeciendo una ley natural cuya existencia desconocíamos y que se llama la Ley del Ritmo, que hace que todo se repita cíclicamente, si bien, en escala cada vez mayor o más perfecta.
¿No nos ha ocurrido a todos el que nos presenten a alguien y pensemos que el nombre que lleva “no le va”, que no tiene cara de llamarse así, que le iría mejor llamarse de otro modo y hasta nos atrevemos a decir qué nombre es el que le cuadraría mejor? ¿A qué obedece eso? A que percibimos una disonancia entre la persona y el nombre que pretende representarla. ¿Y qué sucede cuando nuestros parientes o amigos, prescindiendo de nuestro nombre, nos lo cambian y nos llaman de otra manera, con un diminutivo o incluso con un apodo?
Pues que, para ellos, esa nueva denominación armoniza más con nuestro modo de ser, por lo menos con el modo de ser que ellos perciben. ¿Por qué a los iniciados se les cambiaba antiguamente el nombre tras la iniciación? Por el mismo motivo: el antiguo nombre ya no armonizaba con las nuevas vibraciones. ¿Y por qué se cambian de nombre los religiosos cuando hacen sus votos? Por la misma razón. Siempre es cuestión de vibración, de armonización, de sonido. De la Palabra. Del Verbo. Siempre. Porque el Verbo está en la raíz de todo.
8.- Hasta tal punto es importante el lenguaje, el empleo de las palabras que desde Platón, en su Cratilo, ha sido objeto de estudio por la filosofía.
En este campo, ha surgido durante el siglo veinte dos escuelas, denominadas el Neopositivismo y la Filosofía Analítica, representadas, respectivamente, por Schick y por Wittgenstein, que han puesto el acento, precisamente, en el lenguaje como vehículo del conocimiento. Y, basadas en esa inevitable incomunicación lingüística entre los hombres, han llegado a negar la validez de la metafísica y a afirmar que “las palabras no pueden entenderse fuera de un contexto de actividades humanas con las que el lenguaje está entretejido, es decir que, para entender cabalmente el significado de una palabra hay que estudiarlo dentro del “juego de lenguaje” al que la palabra pertenece, dentro de un contexto determinado”. Y que “el significado de una palabra no es algo objetivo, dado siempre, sino que depende de su contexto”.
De todos modos, habiendo llamado la atención sobre esa incomunicación y, consecuentemente, sobre la cortedad de las palabras para representar dignamente los pensamientos, no han solucionado el problema, por otra parte, insoluble.
9.- Se habla en las Escrituras de “la Palabra perdida”. Pero, ¿qué es la Palabra Perdida? En la Época Lemúrica, cuando el hombre emitía los sonidos de la naturaleza a que nos hemos referido, conocía de modo instintivo la manera de crear, de producir el sonido apropiado, la orden precisa, para que los elementales constructores, obedeciendo el mandato inexorable que contenía, combinasen la materia obedientemente para darle la forma deseada. El hombre, sin embargo, cuando recibió la mente y se convirtió en ser pensante y esa mente recién nacida y por tanto débil, fue dominada por el cuerpo de deseos, ya en funcionamiento todo un Período y, consecuentemente, robusto, surgió la astucia, es decir, la utilización del intelecto para la satisfacción de los propios deseos. Y fue tal el desaguisado producido, tratando cada cual de utilizar sus poderes eadores, los mantrams de poder que estaban en sus manos, y tal la serie de crueldades y de abusos producidos por el egoísmo, que la Jerarquía que dirige la evolución de la Humanidad consideró necesario eliminar, por un lado, de la Tierra a quienes, de modo incorregible, hacían mal uso del poder creador y que son los actualmente llamados magos negros y, por otro, borrar de la memoria de todos los hombres, hasta que llegara el momento oportuno, esa palabra creadora, esos mantrams heredados de las antiguas edades y que el hombre hasta entonces había utilizado obedeciendo las leyes de la naturaleza, de modo inconsciente, como las primeras subrazas atlantes. Y esa fue la causa del Diluvio. Y del tener que comenzar de nuevo a luchar por recuperar esa apalabra creadora, entonces ya “perdida”. Y en eso estamos. Pero ahora sólo se puede recuperar mediante la Iniciación. Los Auxiliares Invisibles pueden usarla para crear tejidos y materializar órganos y hacer curaciones y operaciones, por ejemplo. Pero sólo se les confía a quienes se han hecho acreedores a ello, mediante vidas de servicio desinteresado y altruista al
prójimo, y de quienes se está completamente seguro de que no harán de ella el uso que en la antigüedad se hizo.
10.- ¿No os ha llamado la atención que tengamos en la cara dos oídos, dos fosas nasales, dos ojos pero una sola lengua? ¿Qué nos sugiere? Lógicamente, que ella sola se basta para alimentar los dos oídos de cada uno de nuestros semejantes. ¿Imagináis lo que sería el mundo si cada uno de nosotros tuviésemos dos lenguas que pudiesen hablar a la vez de cosas distintas o de una misma cosa con distintas visiones?
El apóstol Santiago, en su maravillosa y profunda Epístola dice.
“La lengua, siendo uno de nuestros órganos, contamina, sin embargo, el cuerpo entero… De la misma boca salen bendición y maldición. Y eso no puede ser… ¿Es que una fuente puede echar por el mismo caño agua dulce y agua salobre…? ¿De dónde esas guerras y de dónde esas luchas entre vosotros? ¿no será precisamente de esos apetitos agresivos que lleváis en el cuerpo? Deseáis y no obtenéis, sentís envidia y despecho y no conseguís nada; lucháis y os hacéis la guerra y no obtenéis, porque no pedís o, si pedís, no recibís porque pedís mal, para satisfacer vuestros apetitos… Dejad de denigraros unos a otros. Quien denigra a su hermano o juzga a su hermano, denigra y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no la estás cumpliendo; eres su juez”.
Muchos de vosotros habréis visto esa representación consistente en tres monos sentados, uno de los cuales se tapa los ojos, otro los oídos y el tercero, la boca, y que son característicos del antiguo hinduismo. ¿Qué significan? Pues que, para evolucionar debidamente, es un gran consejo “no ver, no oír y no hablar”, es decir, no ver lo que no nos importa, no oír lo que no nos hace bien y no hablar lo que pude perjudicar a alguien.
Resulta curioso observar que ninguno de los fundadores de las grandes religiones ha dejado escritas sus enseñanzas. Todos han preferido transmitirlas a sus discípulos, de boca a oído, para evitar su deformación y cristalización, y ello porque la palabra hablada contiene muchos matices e interpretaciones imposibles de plasmar en la palabra escrita. Pero todos han visto frustradas sus esperanzas porque sus seguidores las han escrito, según su propia interpretación, como no podía por menos de ser y, luego, se han quedado aferrados a la letra y nunca al espíritu de esas enseñanzas, lo cual ha conducido siempre a la cristalización de las iglesias y al fanatismo, con todas sus secuelas de crueldad, persecuciones, injusticias, intolerancias, etc. Todo ello derivado del problema de la interpretación, necesariamente personal, de las palabras como símbolos de ideas.
11.- ¿Y qué uso hacemos nosotros ahora de las palabras? Sabiendo que son creadoras y que, por tanto, producen siempre un efecto sobre el entorno, y sabiendo que llevan consigo ideas, que han de influir necesariamente a los demás, hemos de reconocer que no hacemos de ellas el mejor uso posible.
¿Qué efecto produce una conversación intrascendente, de esas tan frecuentes en las que se pasan horas diciendo nada? De momento, suponen un enorme desgaste de energía. Y es lógico porque, para hablar, han de intervenir todos nuestros vehículos: la mente, el cuerpo de deseos, el cuerpo vital y el cuerpo físico. Y ello exige un desgaste muy considerable. Hasta el punto de que, aunque así no se considere, el hablar es una de las actividades humanas que más desgasta y, por tanto, que más cansa.
¿Qué finalidad tiene sino el silencio absoluto de los cartujos o el relativo de las órdenes contemplativas? Precisamente ése, el de ahorrar energía creadora para, unida a la fuerza sexual que también ahorran, mediante la oración y la devoción y los actos altruistas, alquimizarla y transformarla en pensamientos y en obras positivas.
Por eso en todos los idiomas, sin excepción, existe un término, una palabra, un verbo, que expresa de modo peyorativo o despectivo ese “hablar por hablar, sin decir nada, para pasar el tiempo”. En español decimos “charlar”; en francés, “bavarder”; en alemán, “schwatzen”; en ruso, “baltatch”; y siempre con un sentido de desprecio, como
demostrando que el pueblo, creador, al fin y al cabo, del idioma, – sin olvidar que, en última instancia, el idioma es obra del Espíritu de Raza propio de cada pueblo – sabe que no es una actividad sana ni aconsejable, aunque frecuente.
Eso, sin embargo, de hablar por pasar el rato, nos ocurre sólo de vez en cuando. El resto del tiempo, mientras nos relacionamos con nuestros semejantes, querámoslo o no, estamos también empleando palabras. Y ahí está el problema, el meollo de la conferencia de hoy.
Porque hemos dicho que la palabra es símbolo de la idea y que una frase lo es de un juicio, de una opinión, de una afirmación. Por tanto, si sabemos que nuestros pensamientos, vibraciones al fin, son creadores, es decir, que la energía sigue al pensamiento, hemos de saber también que la idea, como fruto de la misma fuerza creadora, tiene idéntico poder y puede, además suscitar en los demás ideas análogas y puede perjudicar a sus destinatarios y puede ayudarles, todo según la intención con que se use y el número de personas que la empleen.
12.- La palabra, por tanto, lo mismo que el pensamiento, nos puede hacer evolucionar, si la empleamos ajustándonos a las leyes naturales, o nos puede hacer retroceder en la evolución, si la usamos de modo inadecuado.
¿Y cuáles son esos dos modos de empleo? ¿Y dónde está el criterio para distinguirlos? ¿Y qué ocurre en cada uno de los dos casos? El criterio para distinguir si estamos haciendo un buen o un mal uso de nuestra capacidad de hablar está muy claro en la Escritura:
“compórtate con los demás como a ti te gustaría que los demás se comportasen contigo”, “ama a tu prójimo como a ti mismo”, “un sólo mandamiento os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado”, “no prestarás falso testimonio ni mentirás”. ¿Está claro?
¿Y cuáles son los casos, las actividades oratorias que empleamos en cada ocasión?
En el aspecto negativo, son varias las tentaciones: la mentira, la murmuración, la calumnia, la injuria, la crítica, el falso testimonio, el perjurio, la promesa incumplida, la imprecación, la blasfemia, etc.
En el aspecto positivo: la oración, la alabanza, la consolación, el consejo, la veracidad, etc.
Y en un aspecto neutro, que, según la intención, puede ser negativo o positivo, están la enseñanza, los mantrams y la invocación.
13.- Vamos, pues, a desentrañar qué se esconde tras cada una de estas manifestaciones y, para ello, empezaremos por las que se caracterizan por su aspecto negativo:
a.- La mentira. Es una afirmación contraria a la verdad, hecha conscientemente. Hay que saber distinguirla del error, que también es una afirmación contraria a la verdad, pero inconscientemente hecha. Si yo afirmo que está lloviendo, aunque sé que no es verdad, estoy mintiendo. Pero si lo digo creyendo que es verdad, entonces, simplemente, estaré en un error y, por tanto, libre de culpa.
¿Y qué efectos produce la mentira? El ocultismo asegura que la mentira es, a la vez, asesina y suicida. ¿Y por qué una afirmación tan tajante? Por la razón siguiente: Todos sabemos que los distintos mundos se interpenetran, que el mundo del pensamiento interpenetra al mundo del deseo y éste al físico. Y eso quiere decir que, cualquier cosa que ocurra en este mundo, se produce también en los demás mundos, ya que su sustancia está compenetrando a la materia física. De ese modo, cuando alguien narra un hecho de modo distinto a como ha sucedido en realidad, inevitablemente se produce una disonancia entre las vibraciones de la memoria de la naturaleza, que conserva una imagen
fiel de lo sucedido, y la mentira, que la deforma. Y, como esas dos imágenes se refieren al mismo asunto, se atraerán en el mundo del deseo.
Pero como discrepan, se combatirán y debilitarán mutuamente. Por lo que la mentira, además de asesinar a la verdad, se suicida al hacer que aquélla la desgaste y acabe con ella. Pero como ese mismo proceso se da en el interior del hombre, del mentiroso, en sus cuerpos de deseos y vital, que conservan la mentira y la realidad respectivamente, esa
inarmonía entre ambas vibraciones se reflejará en todos los vehículos del mentiroso, produciéndole un desequilibrio interior, fomentado por el temor a ser descubierto, que se traducirá en nerviosismo, alteración del carácter, etc. Y, si el mentiroso persiste en su vicio, cuando, tras la muerte y su pasaje por el purgatorio y los cielos, trate de crear los
arquetipos de sus vehículos para su próxima encarnación, como estará acostumbrado a distorsionar la realidad, construirá arquetipos distorsionados que darán lugar a vehículos imperfectos e inarmónicos que le producirán gran quebranto en su próxima vida. Con lo cual el espíritu podrá aprender la lección de la verdad.
Es de notar, además que, dado que la verdad y la mentira luchan inevitablemente, como hemos dicho, si la mentira se repite, puede alcanzar tal vigor, que acaba por disolver la verdad y suplantarla. Hecho éste al que recurren con frecuencia la mayor parte de los políticos para que “su verdad”, es decir, la mentira que pretenden hacer prevalecer,
predomine sobre “la verdad” y la suplante convirtiéndose en verdad oficial.
Sobre la mentira me gustaría hacer una afirmación muy interesante y es la de que, sin ninguna duda, el hombre fue programado para decir la verdad. ¿En qué me baso? En una máquina muy interesante que se llama el detector de mentiras. Porque, ¿cómo actúa esa máquina? De un modo muy sencillo: detecta los cambios en el ritmo cardíaco, la sudoración, los tics involuntarios, la alteración del ritmo respiratorio y su profundidad, etc. ¿Y por qué? Porque se ha descubierto que, cuando mentimos, es decir, cuando afirmamos algo que nos consta que es falso, nosotros podremos decir lo que queramos, pero nuestro cuerpo reacciona contra la mentira acelerando los latidos cardíacos y el ritmo respiratorio y produciendo sudoración y nerviosismo. Y eso es lo que detecta la
máquina en cuestión: la mentira. O, por mejor decir, las consecuencias de la mentira. De lo que se deduce que el cuerpo humano no fue diseñado para mentir sino para ser veraz, ya que todas las alteraciones que la mentira produce son negativas y producen desgastes innecesarios de energía. No es casual, sabiendo esto, el desgaste y el envejecimiento que experimentan la mayor parte de los políticos a poco de ostentar el
poder. Y no es difícil imaginar el origen de ese aspecto cansado que les caracteriza cuando, si de veras deseasen servir al prójimo, y lo hiciesen por la vía de la veracidad, deberían estar radiantes de felicidad y con aspecto alegre y optimista.
b.- La murmuración. El diccionario la define como “hablar entre dientes manifestando queja o disgusto por alguna cosa” o “conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones”. La murmuración es uno de los mayores enemigos del amor. Es peor aún que la mentira, porque se goza en hacer daño, en concentrar la atención de varios sobre lo negativo de uno para resaltarlo a la vista de los demás, para que éstos participen, y porque diluye la responsabilidad entre los murmuradores, ya que se trata de una labor colectiva, a diferencia de la mentira, que es algo individual.
Tan negativa y perjudicial se ha considerado la murmuración en todos los sentidos y en todas las épocas que, en la antigua Babilonia, nada menos que en el siglo trece antes de Cristo, el rey Naram-Sin la castigó explícitamente con la pena de muerte.
c.- La calumnia. Es “una acusación falsa, hecha maliciosamente, para causar daño”. Participa, por tanto, de la mentira, puesto que es falso lo que se afirma y se hace conscientemente. Pero, además, añade el elemento de la intencionalidad decidida y concreta, de hacer daño, de perjudicar.
La calumnia es algo muy difícil de combatir. Una vez lanzada resulta imposible controlarla y averiguar hasta qué extremo perjudicará al calumniado y, menos aún, calcular sus posibles efectos.
Recuerdo que, en el colegio en que me eduqué, nos ponían un ejemplo muy gráfico para ilustrarnos sobre la calumnia y sus alcances.
Nos decían: “Imaginad que tomáis un pollo en vuestras manos y subís con él un monte muy alto. Que, una vez en la cima, lo peláis y vais lanzando sus plumas al viento. Y que, cuando hayáis terminado de pelarlo, intentéis recoger todas las plumas. Eso es la calumnia. Y así de imposible es reparar el daño con ella causado”.
Un ejemplo análogo es el de arrugar un papel y, luego, desarrugarlo y pretender que quede como antes. Es tan imposible como borrar los efectos de la calumnia.
Abundando en la misma idea, al filósofo francés Voltaire decía:
“Calumnia, que algo queda”.
Se cuenta del político español Cánovas del Castillo que alguien le preguntó si la calumnia se podía combatir de algún modo, a lo que él respondió rápidamente: “Si, haciendo lo que dicen que hacemos”.
d.- La injuria.- Definida en el diccionario como “Ultraje, de obra o de palabra”, supone el ánimo de ofender, al margen de lo que se afirme del ofendido. Y, además, exige la relación directa, próxima o, mejor, inmediata, entre el ultrajador y el ultrajado. Es una actitud menos frecuente que la mentira, la murmuración y la calumnia porque aquí
queda el autor al descubierto en el mismo momento de injuriar.
La mayor parte de los duelos que jalonaron el siglo diecinueve y los principios del veinte se debieron precisamente a la injuria. Y supusieron una serie de muertes estúpidas e inútiles que nunca debieron ocurrir.
Sobre la injuria y sobre todo aquello que, dicho o hecho por los demás y que nos duele o molesta u ofende, es preciso que nosotros, estudiantes de lo oculto, reflexionemos seriamente. Porque siempre que nos sentimos ofendidos estamos siendo víctimas de un espejismo.
Imaginemos sino que alguien nos insulta o nos injuria y nosotros reaccionamos con una bofetada o con otra injuria, pero en todo caso, excitándonos como consecuencia del ataque de que hemos sido víctimas.
Imaginemos ahora, sin embargo, que esa persona, que nos ha insultado u ofendido, hubiera hecho o dicho lo mismo, pero nosotros no lo hubiéramos oído. Su actuación, sus palabras y hasta su intención hubieran sido exactamente las del caso anterior, en los mismos términos y con la misma malicia e idéntica intención. Pero nosotros no hubiéramos reaccionado. No nos hubiéramos sentido ofendidos. ¿Qué nos está diciendo eso? Sencillamente, nos está haciendo ver que todo el enfado, los nervios y la reacción a la ofensa es cosa exclusivamente nuestra. Que no hay relación de causa a efecto entre el insulto proferido por el otro y nuestra reacción. Es algo que nos conviene reflexionar y
aún meditar. Porque, cuando se ve con claridad, se comprende qué equivocados estamos en casi todas nuestras actitudes con relación a los demás. Y ello se debe a que nuestras auras están tintadas con nuestros defectos y tendencias y no podemos ver el exterior si no es a través de ellas que, necesariamente, tintan lo que vemos o percibimos. Y es a ese defecto o a esa intención o a esa inclinación nuestra a lo que reaccionamos y no a lo que el otro ha dicho o hecho. O, en el mejor de los casos, reaccionamos a lo que le otro ha dicho o hecho, pero tintado siempre con nuestros errores y vicios y tendencias y defectos. Cuando esto se comprende, una gran paz nos invade y nos sentimos predispuestos a pasar sobre cuantos insultos e injurias se nos infieran, con el fin de vencer nuestros propios defectos, dispuestos siempre a actuar en perjuicio de nuestra evolución espiritual.
e.- La crítica. Es la censura de las acciones o de la conducta de alguien. Estamos, pues, en el célebre y bíblico “no juzguéis y no seréis juzgados”. Es éste otro de los defectos más perniciosos que emplea la lengua para su manifestación. Trata de destruir, de socavar prestigios, de contrarrestar éxitos o triunfos o hallazgos o inventos o creaciones. Y está siempre basada en la envidia. Se dice, y con razón, que los críticos literarios son escritores frustrados, a los que guía, generalmente el despecho, la envidia, el sentimiento de haber sido tratados injustamente y el deseo de aprovechar la ocasión para vengarse de ello en el inocente escritor, que no ha intervenido en esa supuesta injusticia. Es, pues,
además de fruto de la envidia, una venganza mal dirigida. Y más aún cuando, gracias a nuestros conocimientos, sabemos que cada uno somos y podemos y sabemos lo que nuestro propio esfuerzo en vidas anteriores ha dado de sí, por lo que no podemos echar a nadie la culpa de nuestros defectos o carencias.
¡Y qué frecuentes son las críticas, precisamente en los Centros ocultistas! ¡Cuán pocos miembros de los mismos saben resistir la tentación de criticar a algún compañero que destaca por algo de lo que ellos carecen! Y es que, cuando alguien experimenta ampliaciones de conciencia y comienza a ver claras cosas que antes no veía y a transmitir sus hallazgos a los demás, sin saberlo, está canalizando una gran energía que desciende desde lo alto. Pero esa energía tiene la particularidad de que, una vez alcanza a los demás, destaca en ellos lo que en ellos predomina. Y si lo predominante es el amor o el ansia de conocimiento o la piedad o la fraternidad o el altruismo, verán incrementadas esas virtudes. Pero si son la envidia o el despecho o el odio o la falta de
comprensión y de tolerancia, esos defectos se les exacerbarán y se manifestarán de modo anormal, con el fin de que recojan la cosecha apropiada a tales posturas, y aprendan la lección de la tolerancia, la comprensión y el compañerismo. Por eso se nos recomienda la retrospección diaria, para que nos acostumbremos a no mirar los defectos de los demás, sino los propios, y tratar de corregirlos.
Viene a cuento aquí la leyenda de aquel joven que pretendía cambiar el mundo. Cuando llegó a la madurez, sólo confiaba ya en cambiar su entorno. Y, en plena la vejez, suplicaba a Dios que le diese la fuerza suficiente para cambiarse a sí mismo.
f.- El falso testimonio. Consiste en atestiguar cualquier cosa en juicio, sabiendo que es falso y en perjuicio de alguien, aunque con ello se pretenda beneficiar a la otra parte. Es frecuentísimo en los juicios ante los tribunales de justicia. Hasta tal punto que en España, la prueba testifical carece prácticamente de valor y los jueces no la valoran como la ley pretende, precisamente por eso. Casi podría afirmarse que la mayor parte de los testigos son testigos falsos. En otros países se ha recurrido a castigar el falso testimonio con severas penas de privación de libertad, sin gran éxito.
g.- El perjurio. Consiste en prestar juramento de decir verdad y, luego, no decirla. Va siempre unido al falso testimonio, puesto que, antes de declarar, todos los testigos han de prestar juramento de decir verdad. Y, tan extendido está el mentir en juicio que la propia ley distingue dos clases de juramento que cada una de las partes en litigio
puede solicitar que la otra preste: el decisorio y el indecisorio. Si alguien solicita del oponente el juramento decisorio, quiere decir que aceptará como verdad lo que éste diga. Y si solicita el indecisorio, que no lo aceptará como verdad. Pues bien, todo el mundo en todos los juicios solicita de la otra parte el juramento indecisorio. Porque, sencillamente, en los juicios nadie dice la verdad. Es triste, ¿no? Cabe recordar aquí la recomendación del Apóstol Santiago en su Epístola antes citada: “Sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra ni por ninguna otra cosa; vuestro sí sea un sí y vuestro no, un no”.
Valdría la pena ilustrar esto con una experiencia personal que demuestra cuán frecuente es esta clase de conducta. Yo ejercí la abogacía durante veinte años pero sólo conocí un solo caso en el que se solicitase por una de las partes litigantes la confesión de la otra bajo juramento decisorio. Se atrevió a ello un ilustre compañero, ferviente católico, en un pleito sobre bienes suyos – de modo que no arriesgaba intereses de ningún cliente -, que le tenía enfrentado a un sacerdote. Él estaba seguro de su razón – el asunto estaba clarísimo – y por eso quiso probar a ver qué ocurría con una persona que se decía representante de Dios. Así que solicitó que el sacerdote confesase bajo juramento
decisorio. Y perdió el pleito.
h.- El incumplimiento de promesa. La promesa es la expresión de la voluntad de dar a uno o hacer por él alguna cosa. ¡Cuántos incumplimientos, cuántas informalidades, cuántas esperanzas que quedan en el aire, dejándolo impregnado de desilusión, frustración, falta
de confianza, tristeza, dolor…
Uno de los casos más frecuentes de promesa incumplida, en la vida moderna, es el de la falta de puntualidad, que muchos consideran como algo normal y, algunos retrasados, hasta como elegante. Pero que supone siempre una falta de educación, de consideración, de respeto y de amor, y el impuntual será responsable de todos los sinsabores que se deriven para el otro, como consecuencia del tiempo perdido, los nervios
alterados y las expectativas frustradas. Porque el tiempo es oro, dice el refrán. Pero también lo es el tiempo del otro, que los impuntuales desprecian olímpicamente. La impuntualidad, pues, no es más que una muestra flagrante de egoísmo y, por tanto, inaceptable en un estudiante de la Sabiduría Occidental.
i.- La imprecación. Es proferir palabras que expresan el vivo deseo de que alguien sufra mal o daño. Es el sinónimo de la maldición.
Y entran ambas de lleno en el campo de la magia negra. Porque desear mal a alguien es siempre, sin excepciones, negativo, desde que se nos enseñó a “amar a nuestros enemigos y a orar por quienes nos persiguen y perjudican”. Supone un sustrato de odio o de deseo del mal por el mal y, como suele ir cargada de una gran dosis de voluntad y de una imagen mental bastante concreta, puede producir mucho daño, del que luego
tendrá que responder su autor.
j.- La blasfemia. Es, según el diccionario una palabra injuriosa contra Dios. Desgraciadamente, a medida que la sociedad se laiciza, es decir, se va emancipando de la influencia religiosa, surgen más personas que, confundiendo la gimnasia con la magnesia, es decir, las religiones con Dios, creen oportuno manifestar su oposición a las primeras ofendiendo al Creador. Por supuesto, ellos no saben que a Dios no lo ofende nadie, entre otras cosas porque el propio blasfemo forma parte de Él. Pero también ignoran que las palabras Dios y Señor contienen, en todos los idiomas, una vibración especial, muy elevada, por lo que han de pronunciarse con el máximo respeto. De otro modo, esa misma energía que descargan sobre quien las pronuncia, si encuentra vibraciones de odio o de desprecio, como es el caso del blasfemo, en el cuerpo de deseos, las disuelve y produce en él un grave desequilibrio que, de repetirse, como suele ser el caso, acaba dando lugar a trastornos nerviosos o mentales.
14.- Estudiaremos ahora las manifestaciones positivas a través de las palabras:
a.- Orar. Es, según el diccionario, la elevación de la mente a Dios para alabarlo o pedirle mercedes. Éste es el sentido normal de la palabra. Porque, a fuerza de hacer lo que no debíamos, hemos llegado a identificar “oración” con “petición”. Y no es cierto. La oración, la verdadera oración es sólo la elevación hasta lo alto, para admirar, para alabar, para extasiarse en la contemplación de la maravilla que supone la creación, para unificarse con el Padre, para sentir la caricia del amor divino en nuestro corazón.
La petición ya es otra cosa. Ya supone un deseo egoísta y exclusivo. Realmente, lo único que nos es lícito pedir es discernimiento para comportarnos debidamente en la vida. Es lo que pidió Salomón cuando Jehová le dijo que le pidiese lo que quisiera y se lo concedería.
¿Y qué ocurrió? Que Salomón le pidió sólo discernimiento para gobernar con justicia. Y Jehová le dijo: “por haberme pedido discernimiento y no riquezas ni honores ni larga vida, todo eso lo tendrás por añadidura”. Y es lógico, porque si actuamos con discernimiento,
cumpliremos las leyes naturales y éstas nos proporcionarán todo lo que necesitemos.
La oración posee una característica muy particular y es la de que, como supone una elevación a planos superiores, pone en funcionamiento una ley según la cual, toda perforación de un plano para ascender a otro, produce un derramamiento de energía del plano más elevado sobre el inferior. Es decir, que es imposible que oremos sin recibir inmediatamente la correspondiente y proporcionada descarga de energía superior. Lo notaremos o no, porque dependerá de nuestra sensibilidad espiritual y, de la intensidad y elevación de nuestra devoción. Pero esa energía de lo alto ingresará en nuestros vehículos y los beneficiará y los armonizará y los preparará para nuevos intercambios. Cuando desarrollemos la suficiente sensibilidad, ese derramamiento de energía lo sentiremos, de modo instantáneo, apenas nos elevemos., Y unas veces se dirigirá al corazón, otras a la garganta, otras a la frente y aún otras a la coronilla. Pero sentiremos su llegada y su maravillosa sacudida que da vida a todos nuestros vehículos.
Si formamos parte de Dios, si somos simples células de Su cuerpo, es claro que Él sabe qué es lo que necesitamos. Por eso Cristo, cuando le preguntaron cómo debíamos orar, respondió, más o menos eso. Y añadió, pero si queréis orar, hacedlo así. Y pronunció el Padrenuestro, que estudiaremos luego entre los mantrams.
En el Padrenuestro se nos puso el límite para nuestras peticiones en este mundo: “El pan nuestro de cada día”.
Se nos dice, por otra parte, que debemos orar sin descanso o que debemos orar y trabajar – ora et labora – o que debemos “pedir y recibiremos”. Pero esas frases se han interpretado mal. Orar sin descanso quiere decir que nuestra vida entera, cada minuto de nuestra existencia y, por tanto, cuanto hagamos y digamos y pensemos, debe
estar dirigido al cumplimiento del plan divino, cosa que sólo podemos hacer observando las leyes naturales, cumpliendo con nuestros deberes, sirviendo inegoístamente a los demás, luchando con nuestros defectos, ayudando y disculpando al prójimo, etc. Que debemos orar y trabajar significa lo mismo, porque en realidad, no debemos distinguir ambas cosas, ya que el trabajo es para Dios y la oración también. Pedid y recibiréis quiere decir que hemos de saber pedir y pedir con discernimiento y nunca para nosotros.
No hace falta decir aquí que la oración es uno de los mejores medios para evolucionar, ya que produce la separación entre los éteres superiores y los inferiores y, por tanto, el nacimiento del cuerpo alma, condición sine qua non para llegar a ser Auxiliar Invisible.
Recordemos que se nos dice que Max Heindel, cuando asistía a los Servicios devocionales, musitaba entre dientes el texto de los mismos.
La explicación estriba en que, emitiendo la vibración que las palabras del servicio contienen, se refuerza la capacidad de éstos para evocar de lo alto la energía necesaria. Es una prueba más del efecto creador de la vibración en forma de palabra.
Recordemos también que se nos recomienda que, cuando pidamos algo para otro, terminemos nuestro ruego con las palabras de Cristo: “No obstante, Padre, que no se haga mi voluntad sino la Tuya”. ¿Y eso por qué? Sencillamente, porque nuestro pensamiento es creador y nuestras palabras también y cuando pedimos algo para alguien, estamos dando a los elementales constructores de la naturaleza una orden de necesario
cumplimiento – dependiendo su obligatoriedad y rapidez de cumplimiento de nuestra voluntad, de nuestra fe, nuestra concentración y la claridad y definición de la imagen mental creada – y, aunque estemos convencidos de que lo que pedimos es lo mejor para esa persona, pudiera ocurrir que no fuese lo que más le conviene y entonces, al crearlo con nuestra mente y nuestras palabras, resultaríamos responsables kármicamente del daño producido. Por eso, esa frase, ese sometimiento al plan divino, nos protege de todo error y de sus posibles consecuencias.
La oración corriente, esa de “Señor concédeme esto o aquello” o “yo haré esto a cambio de que tú, Señor, hagas aquello”, entran de lleno en la magia negra. Porque la diferencia entre el mago blanco y el negro estriba solamente en que el primero actúa siempre en favor de los demás y nunca de sí mismo, y el segundo actúa siempre en favor de sí mismo y nunca de los demás. Y la consecuencia de utilizar la capacidad creadora
egoístamente es una regresión, una separación de los demás, un desgajamiento del conjunto, puesto que la nota clave de la creación toda es el amor y el mago negro, al actuar sólo por egoísmo, se opone a la corriente evolutiva y va quedando rezagado hasta que se rompe el contacto entre el espíritu y sus vehículos y pierde sus átomos simiente y,
por tanto, su conciencia individual, y ese espíritu inmortal que es, será relegado al caos donde esperará otro día de manifestación.
b.- La alabanza. Es elogiar, celebrar con palabras. Si alabamos a nuestros semejantes por sus virtudes, sus aciertos, sus éxitos, sus realizaciones, estaremos llenándolos de energía y de alegría y de deseos de continuar en la línea seguida hasta entonces.
Debemos acostumbrarnos en ver en los demás sólo lo bueno, lo positivo, lo digno de admirar, que todo el mundo lo tiene. Y debemos adquirir el hábito de contraponer alguna buena cualidad al defecto o crítica que cualquiera manifieste sobre cualquier persona.
El sol tiene manchas, es cierto, pero ¿no resultaría estúpido fijarnos sólo en las manchas del sol pudiendo admirar su luz esplendente que nos da la vida a todos?
Pero ojo, no debemos confundir la alabanza con la lisonja ni la adulación. La alabanza proclama lo bueno, lo positivo, lo correcto en el otro, sin más finalidad que la de fomentar todo eso en él. La lisonja y la adulación, por el contrario, mienten en esa alabanza, aumentan artificialmente las virtudes o los aciertos con el fin de, a cambio, obtener algo, bien sea la amistad del otro bien un favor o bien cualquier otra forma de recompensa, por el engaño que la lisonja o la adulación suponen.
c.- El consuelo. Consiste en aliviar la pena o aflicción de alguien.
¡Cuánta gente está necesitada de consuelo, está hundida y las desgracias le impiden ver claro y percibir la luz que lo llena todo? Nuestras palabras de consuelo deben ser como un bálsamo, que la haga armonizarse de nuevo, ilusionarse con la vida y hacer frente a los
avatares de la misma. Todos tenemos muy cerca a alguien que está esperando nuestras palabras de consuelo. Son ocasiones de servir que se nos ponen cerca para ayudarnos a avanzar. No las desaprovechemos.
Recordemos que una de las Obras de Misericordia, precisamente, nos ordena “consolar al triste”.
d.- El consejo. Es la sugerencia a otro del modo, camino o medio para lograr algo. ¡Cuántas ocasiones hay de aconsejar al que no sabe qué hacer, y orientarle honestamente hacia el buen camino! Es otra de las Obras de Misericordia “Dar buen consejo al que lo ha de menester”.
Es preciso tener claro que el consejo no debe darse si no es solicitado. Es el que lo necesita quien debe pedirlo a la persona que él cree preparada para dárselo. Así que no debemos excedernos y meternos indebidamente a organizar la vida de los demás, sin su previo consentimiento. Es ése un terreno estrictamente personal y no tenemos ningún derecho a violarlo con nuestra intromisión, aunque sea bienintencionada.
Otra cosa a tener clara: un consejo no es, en modo alguno, una orden. Por tanto, nadie debe sentirse ofendido si el aconsejado no sigue el consejo. Él es un ser libre y como tal debe actuar. Y el consejo no tiene más misión que tratar de aclararle las ideas para tomar una decisión que sólo a él afecta. Pero no la de imponerse coactivamente frente a
otras opciones posibles.
e.- La veracidad. Consiste en decir, usar o profesar siempre la verdad. Por eso es veraz el que dice lo que sabe y sabe lo que dice. ¿Y qué significa esa especie de trabalenguas? Pues que el que es veraz, no sólo dice la verdad tal y como la conoce, sino que sabe que lo que dice es verdad. El concepto de la veracidad lo recoge la fórmula del juramento ante los tribunales que aparece en el cine americano: ¿jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? El veraz, pues, no añade nada de su cosecha, no adorna la verdad, pero tampoco oculta nada ni disimula nada. Dice, simplemente, lo que conoce y tal y como lo conoce.
Hay quien opina que ser veraz no es conveniente, porque en la vida, a veces, no se debe decir toda la verdad. Eso no es cierto. Es sólo una excusa para mentir o hablar del modo más conveniente a los propios intereses. Porque ser veraz no es decirle a la mujer fea que lo es. Eso es poca educación. En ese caso esa persona no sabe decir la verdad, porque ha podido omitir su juicio y no lo ha hecho. Siempre hay una respuesta correcta que no falte a la verdad y no haga daño a nadie. Y el veraz es el que sabe encontrarla.
El veraz, por tanto, es una persona en la que se puede confiar, que nunca nos fallará, que nos dará la seguridad de que sus afirmaciones se ajustan siempre a la verdad.
La veracidad está muy próxima a la sinceridad, refiriéndose ésta a un círculo más reducido, generalmente a dos personas.
15.- Estudiemos ahora las actividades que, mediante al apalabra pueden producir bien o mal:
a.- La enseñanza. Enseñar es mostrar o exponer una cosa para que sea vista y apreciada. Enseñar es un privilegio difícil de desarrollar con dignidad. Supone una gran responsabilidad, puesto que puede inculcar al enseñando conocimientos erróneos o perjudiciales, de cuyas consecuencias será responsable el enseñante.
Enseñar exige dos condiciones ineludibles, que son: saber y saber enseñar. Porque si se sabe mucho, pero no se es capaz de transmitirlo, bien por falta de léxico o de estructura mental o de hábito o por cualquier otra razón, de nada servirá, a efectos docentes, toda esa sabiduría. Y si, por el contrario, se sabe hablar y exponer y explicar, pero no se tienen conocimientos que transmitir, se estará también perdiendo el tiempo propio y el de los alumnos.
La enseñanza, en el fondo no es lo que parece. En buena ley, no consiste en meter en la cabeza de los alumnos conocimientos nuevos.
No. Si los alumnos no experimentan la oportuna ampliación de conciencia que convierte lo expuesto en parte de sus vidas y de sus experiencias íntimas, la enseñanza no servirá de nada. Por la sencilla razón de que lo que llamamos enseñar es en realidad extraer, educir,
sacar de la memoria del espíritu unos conocimientos que son suyos, como parte de Dios que es, pero que no tenía actualizados. Por eso el buen maestro ha de saber, antes que nada, sembrar la curiosidad por el saber entre sus alumnos. Porque esa curiosidad, ese interés les irá obligando a exigirse a sí mismos y a ir extrayendo de su almacén interior, todo lo que los estímulos que representan las enseñanzas que se les están impartiendo, evoquen en el mismo.
No cabe, pues, aprender, sino descubrir. Y, cuando uno ha descubierto algo por sí mismo – con o sin ayuda del maestro – eso ya no lo olvidará nunca y pasará a formar parte de su vida y estará a su disposición en su memoria.
Es preciso también distinguir entre “conocimiento” y “sabiduría”.
El primero abarca todo lo práctico, lo externo, lo utilizable, lo comprobable, lo comprable y vendible. Y da nacimiento al erudito. La sabiduría, en cambio, es lo que subyace a todo, la esencia de todo, lo que lo explica todo, aquello en que todo se basa y de lo que es consecuencia.
Y da lugar al sabio.
También es una de las Obras de Misericordia: Enseñar al que no sabe.
Y es una obligación de todo estudiante de la Sabiduría Occidental.
Cuenta Max Heindel que, cuando se encontraba sin esperanza porque nadie podía darle respuesta al cúmulo de preguntas que se agolpaban en su pecho, relativas a la vida y a la muerte y al mundo y al tiempo y a la eternidad, apareció en la habitación de su hotel un hombre de agradable aspecto y le propuso responderle todas sus preguntas de modo
satisfactorio, pero con una sola condición: que no divulgase esos conocimientos maravillosos y celosamente guardados a lo largo de los tiempos. Le añadió que se lo pensase. Que dentro de unos días volvería y entonces ya le comunicaría qué había decidido. Y, a los pocos días regresó el personaje y preguntó a Max Heindel cuál era su decisión. Max Heindel, con gran angustia, respondió que deseaba más que nada en el
mundo esas respuestas que le sosegasen el espíritu, pero que no podía aceptar el no divulgarlas porque estaba seguro de que habría miles de hombres en sus mismas circunstancias y no era justo privarles de esos conocimientos. Así que prefirió no recibirlos. Entonces el personaje le explicó que era un Hermano Mayor y que aquélla había sido la prueba definitiva para comprobar si era digno de que en él se depositaran esos
conocimientos para que los divulgase a toda la Humanidad. La enseñanza, pues, es algo sagrado, algo que hay que transmitir apenas se ha asimilado, pues la evolución individual depende de la evolución del conjunto.
b.- Los mantrams.- Son palabras de poder, que producen determinada vibración, que suponen una orden a determinados elementales, y que éstos se apresuran a cumplir, o que relaciona a determinados seres o determinadas partes de un ser.
Existen muchas clases de mantrams, conocidos por los iniciados.
Con cada Iniciación se tiene acceso al conocimiento de nuevos mantrams, que permitirán al recién iniciado manejar fuerzas y energías que antes no le estaban sujetas.
Los mantrams más antiguos y poderosos, que utilizan sólo los Maestros, los trajeron los Señores de la Llama en los albores de los tiempos.
Los mantrams se pueden pronunciar individual o colectivamente y su pronunciación exige determinado tono y determinada nota y hasta determinado ritmo y movimiento. A veces se aprovecha para su pronunciación la llegada de determinadas corrientes de energía para
reconducirla donde se desea.
El mantram más conocido en Oriente es la palabra “Om” o “Aum” que, pronunciado correctamente, tiene la virtualidad de acelerar el contacto del espíritu con la personalidad, dadas determinadas características evolutivas previas.
El más conocido en Occidente es el Padrenuestro, cuya pronunciación, en debida forma, produce la purificación y alineación o armonización de los tres espíritus, los tres cuerpos y los tres aspectos de la Deidad. De él trataremos detalladamente en una próxima conferencia.
c.- La Invocación. Supone la utilización simultánea de un mantram y un deseo u oración. Es una petición a lo alto en demanda de ayuda urgente y definitiva o una orden perentoria a lo inferior para obtener determinado resultado en beneficio o perjuicio de alguien.
Cristo, para calmar la tempestad, utilizó una invocación. Y también lo hizo cuando , dirigiéndose al Padre, dijo: “Si es posible, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la Tuya”. Y cuando consagró el pan y en vino, convirtiéndolos en Su cuerpo y Su sangre, urante la Última Cena.
Hemos con esto dado un somero repaso a las muchas posibilidades que tenemos, mediante el uso de la palabra, de hacer el bien o hacer el mal. Y hemos expuesto el por qué. Ahora ya es cosa vuestra el reflexionar sobre el tema, experimentar la oportuna ampliación de conciencia para hacer propios esos conocimientos y esforzaros en
adelante por hacer el bien cada vez que habléis o, en caso contrario, callar.
Podríamos concluir esta conferencia afirmando que la lengua es el altavoz del alma. Normalmente, no podemos saber lo que los demás sienten ni piensan. Para eso, para darlo a conocer a los demás, se nos dotó de la laringe. Pero ésta de nada serviría sin la lengua. Es ésta, pues, el órgano clave, pasivo pero definitivo.
Y, precisamente por ser pasivo, por no intervenir ni en el sentido ni en el contenido ni en la intención de las palabras que pronuncia, puede adaptarse a todos los sonidos, a todos los contenidos y a todas las intenciones, exactamente igual que los altavoces.
Pero, fijémonos: si el mensaje a transmitir es constructivo, positivo, elevadamente emocionante, la intervención del altavoz hará posible la elevación de los oyentes y la creación de una vibración ambiental positiva. Pero, si el altavoz no interviene, por muy bueno que sea el mensaje, nadie lo percibirá. Y lo mismo sucederá si el mensaje es
negativo.
Por tanto, recordando esto, no permitamos funcionar a nuestro altavoz congénito, la lengua, cuando el mensaje a transmitir sea negativo. Callemos. Porque en boca cerrada no entran moscas.
* * *
Tradicionalmente, la unificante influencia del Cristo ha sido simbolizada a través de la hermosa leyenda de la adoración de los tres magos o “sabios del Oriente” – Gaspar, Melchor y Baltasar – quienes, en calidad de representantes de las razas blanca, amarilla y negra, y haciendo a alusión a su vez a Europa, a Asia y África, se dice que fueron guiados por una estrella al nacer Jesús, la cual los condujo hasta el pesebre en el que reposaba el recién nacido o Salvador. Y muchas, muchísimas especulaciones se han efectuado desde entonces acerca de la naturaleza de dicha estrella. Hay quien desde la ciencia materialista la ha declarado un mito; otros, en su caso, han acudido a la simple coincidencia si ello hubiese encubierto algo más que aquello.
Sin embargo, todo místico conoce la “Estrella” – y también la Cruz – no solamente en cuanto relacionadas con la vida de Jesús y Cristo, sino en sus propias experiencias personales. Recordemos que San Pablo ya nos advirtió cuando dijo: “Hasta que Cristo nazca en vosotros…”. Y de modo semejante lo hacen Ángelus Silesius (“Aunque Cristo naciere mil veces en Belén, si no nace en ti mismo, tu alma será perdida. Mirarás en vano la cruz del Gólgota hasta que no se levante en ti mismo”) y el mismo Ricardo Wagner en la respuesta que da Gurnemanz a Parsifal cuando éste pregunta: “Quién es el Grial ?, pues Gurnemanz le contesta así: “… ningún sendero conduce por la campiña a Él, y la búsqueda sólo te aparta de Él a mayor distancia aún si Él mismo no es el Guía ”.
En los Templos de Misterios los Hierofantes enseñaban a sus discípulos que en el Sol hay una fuerza espiritual al igual que una fuerza física, y que ésta última, la de los rayos solares, al tiempo que constituye el principio fecundante de la Naturaleza, produce también el crecimiento de las plantas y, por tanto, sostiene y sustenta a los reinos animal y humano. De ahí que la energía constructora, el manantial de toda fuerza física, tenga su máxima expresión a mediados del verano, cuando las fuerzas espirituales son más inactivas. Por el contrario, en diciembre sea, durante las largas noches de invierno, cuando la fuerza solar se encuentra adormecida, cuando las fuerzas espirituales alcancen la máxima intensidad, símbolo de lo cual se concentra en la noche del 24 al 25 de dicho mes, Noche Santa por excelencia. El signo zodiacal de la inmaculada Virgen celestial está en el horizonte oriental hacia la medianoche, justo cuando el Sol del nuevo año comienza su jornada desde el punto más austral hacia el hemisferio norte, a fin de salvar a esa parte de la humanidad (físicamente hablando) de la oscuridad y hambre que de forma inevitable resultarían de permaneciera constantemente al sur del ecuador.
Por tanto, y de esta forma, para los pueblos del norte, donde han nacido todas las religiones actuales, el Sol está directamente bajo la Tierra mientras las influencias espirituales son fortísimas en la medianoche del 24 de diciembre. Por este motivo, es indudable que entonces sería un momento sumamente adecuado para los que desearan dar un paso hacia la Iniciación y ponerse esa noche en contacto con el Sol espiritual por vez primera. Por ello, los discípulos que estaban preparados para la Iniciación eran llevados de la mano por los Hierofantes de los Misterios y, por medio de ceremonias que se realizaban en el Templo de Misterios, se les elevaba a un estado de exaltación en que toda condición física era trascendida. En consecuencia, para su visión espiritual la Tierra se hacía transparente y ellos podían ver y veían el Sol de medianoche, la verdadera “Estrella”. No era el sol físico el que descubrían con sus ojos espirituales, no, sino el Espíritu del Sol – El Cristo – su Salvador Espiritual, de la misma forma que el Sol físico constituía su Salvador físico.
Esa es la “Estrella” que brilló entonces, realmente la misma que aún brilla para el místico en plena oscuridad de la noche.
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LA IMPORTANCIA DE LA ASTROLOGÍA
Quien pretenda acercarse a la astrología debiera hacerlo como en sí lo requiere una ciencia sagrada, pues tal es. Y si en modo alguno desechamos el término astronómico, dado que en sus métodos y cálculos la astrología tiene su ser, elegimos el términos astrológico porque en él se encuentra incluido un aspecto que la astronomía no abarca, cual es el aspecto espiritual.
Sin embargo, no podemos dejar de resaltar la utilidad astrológica tanto para fijar hechos históricos lejanos como para hacer de ella una senda de vida o, mismamente, como instrumento de altísima ayuda para conseguir la sanación.
Así, aparte de los resultados obtenidos por medio del carbono 14, no obstante, cuando los acontecimientos nos relegan a un tiempo demasiado antiguo, sólo el clarividente elevado, el debidamente educado, se encontrará capacitado para la observación buscada. En cambio, si éste no pudiera recurrir a la astrología, con seguridad que sería incapaz de poder fijar con precisión y rigor el tiempo de los eventos objeto de su estudio. Piénsese que, en casos ordinarios, estaremos tratando normalmente de cuestiones referentes a nuestro planeta en el actual Período Terrestre, pero bien podríamos desear indagar respecto a otros períodos anteriores con sus millones de años, o la posibilidad de hacerlo respecto de otros planetas de nuestro sistema, y por qué no, y de otro lado, acerca de otros sistemas planetarios.
Si alguna duda puede albergar lo que aquí se indica, no olvidemos que, puesto que la evolución se mueve en espiral y continuamente nos encontramos con brazos de espirales dentro de espirales, es decir, con situaciones cíclicas semejantes pero bajo circunstancias diferentes (siempre más elevadas) únicamente apreciando la situación relativa de los astros en el firmamento, ello podrá permitir volver a atrás con el horóscopo sobre la mesa y determinar con gran exactitud el tiempo de lo observado o acontecido.
De otro lado, a modo de intersticio argumental, y de acuerdo con Max Heindel, pasamos a desgranar una síntesis de opiniones y datos que ayudarán en la comprensión de determinadas cuestiones que puedan resultar planteadas respecto del hecho astrológico en sí:
“… las enseñanzas místicas acerca de la formación de un sistema solar, armonizan con la teoría nebular que dice que los planetas fueron expulsados desde la masa central del Sol a intervalos, formando cada uno de ellos parte de esa masa en anillos, siendo los primeros arrojados los que se hallan más distantes del centro, mientras que Venus y Mercurio, que son los más cercanos, han sido expulsados los últimos.
Detrás de cada acto hay un pensamiento, por lo que detrás de cada fenómeno visible hay una causa invisible. De la misma manera, hay una razón espiritual para la existencia y formación de los planetas en un sistema solar y, también, una explicación material.
El fuego nebuloso central puede considerarse por nosotros como la primera manifestación de un Dios Triuno y Señor de las Huestes, el cual contiene dentro de su Ser una multitud de otros seres en diferentes etapas de desarrollo y sus diversas necesidades requieren diferentes condiciones externas. Para proveer a tales necesidades, varios planetas fueron lanzados de la masa central, estando cada uno de ellos constituido diferentemente y variando asimismo las condiciones climáticas para cada uno. Sin embargo, todos pertenecen al Reino de Dios, nuestro sistema solar. En “Él se mueven, viven y tienen su ser” en el sentido más lato de la palabra, pues la totalidad de este sistema puede ser considerado como el cuerpo de Dios, y los planetas como órganos del mismo cuerpo vivificados por su Vida, moviéndose por su Fuerza y de acuerdo con su Voluntad sostenedora.
Cada planeta es el vehículo físico de un exaltado espíritu de una inteligencia espiritual elevadísima, el cual no sólo representa en calidad de ministro al Supremo Ser en tal departamento de Su Reino, sino que se esfuerza por cumplir la voluntad suprema, la que tiene como finalidad el bien más elevado sin tener en cuenta el mal proporcionado y momentáneo.
Estos Espíritus Planetarios ejercen influencia particular sobre los habitantes en el planeta que cada uno preside, pero también la tienen sobre los seres evolucionantes de los demás planetas, en función del desarrollo alcanzado por tales seres.
Cuanto más atrasado en la escala evolutiva, cuanto más ignorante es un ser, tanto mayor influencia y poder ejercen sobre él los planetas, llegándose a dar casos en los que habrá quien responda de una manera total y absoluta hasta en los más débiles aspectos; en cambio no será así en el consciente, en el elevado, el ser que lucha por dominar sus pasiones y alrededor ambiente, el que lanza pensamientos constructivos y amorosos, el que sonríe a la adversidad, domina las influencias estelares y se construye un porvenir risueño por este solo objeto.
Así es cómo la Astrología nos ilustra y auxilia en nuestra vida diaria y nos da a la vez un conocimiento de nuestras debilidades y malas tendencias de nuestra naturaleza, señalándonos también nuestras fortalezas así como los momentos propicios para el desarrollo de la potencia precisa para fortalecer el bien.
En todas las religiones oímos hablar de los siete genios planetarios: así, los indios, dicen los Siete Rishi; los persas, los Siete Ameshaspentas; los mahometanos, los Siete Arcángeles, y los cristianos los Siete Espíritus delante del Trono.
El astrónomo moderno se divorcia del aspecto espiritual de las Astrología, a la que desdeña y tilda de supersticiosa explotación por la eventualidad de que la Astronomía señala ocho planetas principales en nuestro sistema solar: Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter, Marte, Tierra, Venus y Mercurio. Él, con ayuda del telescopio ve que existen y piensa que de este modo ha probado que le Religión no conoce nada del asunto cuando afirma que hay solamente siete planetas principales. El místico, sin embargo, se apoya en la Ley de Bode en vindicación del aserto que sigue: Neptuno ya no pertenece realmente a nuestro sistema solar, pues éste no es sino la encarnación de un gran espíritu de las Jerarquías Creadoras que, en calidad de mensajero espiritual, nos viene a visitar, influenciándonos normalmente desde el Zodíaco. Este genio planetario trabaja de manera particular con aquéllos que se están preparando para la iniciación y, parcialmente, con quienes de un modo u otro estudian Astrología y la aplican y ponen en práctica en su vida diaria con el deseo de servir a los demás, pues de esta forma se preparan para el camino propio de la iniciación.
En cualquier caso, como bien sabemos por medio de la Geografía, los planetas giran alrededor del Sol, que es el punto céntrico de nuestro sistema solar, siendo los más pequeños los que describen órbitas más reducidas y los que giran con mayor velocidad en razón de hallarse más próximos al Sol, y los grandes, que por encontrarse más alejados describen órbitas más grandes, son los que giran más lentamente, siendo constantes estas características.
Además del movimiento de traslación, los planetas describen el de rotación sobre sus ejes, siguiendo el mismo sentido de orientación que el de su órbita, o sea, de Oeste a Este, el que se denomina “rotación diurnal”. Los ejes de un planeta pueden ser bien perpendiculares o bien oblicuos en relación a sus órbitas, oscilando dicha inclinación entre los 3º de Júpiter a los 102 de Urano y aún los 155 de Neptuno por la razón que luego se dirá.
Las inclinaciones de los ejes de los planetas no coinciden en todos los casos con los datos facilitados o estudiados por la ciencia física o material, como tampoco compartimos en este caso su opinión de que estas inclinaciones permanezcan prácticamente inmutables salvo por un ligero movimiento llamado “nudación”, dado que en los planetas existe un tercer movimiento sumamente lento – cerca de 50 segundos de espacio por siglo, por lo que una revolución completa de los ejes de la Tierra se realiza en 2 ¼ millones de años aproximadamente – a cuya influencia deberemos que lo que hoy tenemos como Norte de la Tierra haya de ser visto en el futuro, tal y como ya ocurriera en el pasado, apuntando directamente hacia el Sol, y mucho tiempo después se coloque en la posición planetaria que actualmente tiene el polo Sur, para, tras siglos y siglos, alcanzar de nuevo la posición presente. Es obvio que mediante los presuntos cambios es como podrán modificarse las condiciones climáticas de los países en general, al sucederse los hielos y los trópicos en todos los puntos de cada planeta. Hemos de señalar, no obstante, que siempre ha habido cambios imprevistos cuando, por ejemplo, ha ocurrido que lo que es el polo Norte se ha orientado directamente hacia el Sol. Entonces, y en esas circunstancias, el hemisferio Sur estuvo constantemente en la oscuridad y dominado por el frío de semejante época.
Las condiciones resultantes causaron la última vez un vuelco repentino de nuestro globo, si bien, después de esa época, el espíritu que guiaba la Tierra desde fuera ha penetrado dentro de su esfera y tal suceso ha de resultar en delante de todo punto imposible. Es por medio de este movimiento por el que puede explicarse la presencia de restos de flora y fauna encontrados en el polo sin que puedan ser atribuidos a otra causa, demostrando a la vez que con el transcurso del tiempo, y cuando la inclinación de los ejes de cualquier planeta sea mayor de 90 grados y su polo Norte comience a apuntar hacia el Sur, los satélites de tal planeta han de aparecer como si girasen en dirección contraria a la de los satélites del resto de planetas, cual es el caso de los satélites de Urano y Neptuno – como más atrás hemos advertido – lo cual es hecho de gran confusión para los astrónomos. En su virtud, para Urano y Neptuno, el Sol sale por el Oeste y se pone por el Este, siendo ello debido a la inversión de los polos.
Si bien es cierto que al principio de nuestra presente fase de evolución todo lo que ahora se encuentra fuera del Sol se hallaba dentro, ello fue debido a que no todos los seres pudieron continuar vibrando con el grado que allí había; por tanto, muchos se quedaron atrás, se cristalizaron, lo cual los convirtió en un obstáculo para los demás seres evolucionantes. Habiendo comenzado su cristalización en los polos, donde el movimiento es lento, el propio aumento del peso los arrastró gradualmente hacia el Ecuador, donde el movimiento es más rápido, para después, y en su día, mediante la fuerza centrífuga, ser expulsados del Sol. Del mismo modo y de forma sucesiva ocurrió con otros seres, los cuales tampoco habían podido continuar viviendo bajo la intensidad vibratoria que reinaba en el Sol, por lo que habiéndose rezagado, acabaron siendo lanzados a su debida distancia al espacio, a fin de que las vibraciones solares pudieran dotarlos de la propia rapidez vibratoria, acorde siempre con su respectivo grado de desarrollo.
Los espíritus más avanzados permanecieron por tanto en el Sol o más cerca del Sol, lo que hace que calificar de “inferior” o “superior” a unos u otros planetas, habría de hacerse no por la cercanía al Sol, sino por la mayor o menor rata vibratoria de que en sí mismos disponen. Júpiter, no obstante, y en evitación de cualquier mala interpretación, fue expulsado pero se le dio un inmenso volumen de sustancia ígnea por el hecho de que los jupiterianos habían conseguido un estado de desarrollo muy elevado, lo cual requería tanto vibraciones altas como acción independiente a un tiempo. Por consiguiente, Júpiter viene a ser una excepción en varios sentidos, uno de esos casos en los que una ley superior posterga a otra inferior.
Para concluir este expreso apunte, queremos reiterar que los planetas de nuestro sistema solar son los organismos visibles de los Siete Espíritus delante del Trono de Dios, el Sol, y que al igual que nos es posible transmitir la fuerza capaz de mover conmutadores para encender una luz, elevar una palanca o enviar órdenes concretas y en determinado sentido a través del ordenador, del mismo modo esos Grandes Espíritus pueden ejercer una influencia sobre los seres humanos de acuerdo y en armonía con nuestro estado de progreso individual.
Desde otro punto de vista, y en cuanto a la utilidad de la astrología en la vida de cualquier persona, podríamos formularnos la siguiente pregunta: ¿ los aspectos que presenta nuestro horóscopo, podremos modificarlos por medio de nuestra voluntad ? Y la contestación imperiosa e inmediata es sí. Porque, de no ser así, más nos valiera, cual antiguos estoicos, sentarnos o acostarnos para esperar la segura e implacable llegada de la muerte. Pero afortunadamente las cosas no son de esta manera, porque si ello fuese de esa forma ¿ qué bien nos podría reportar el estudio de la astrología ? Efectivamente ninguno. En cambio, si sabemos que en el horóscopo no se refleja de ninguna manera lo que atañe a la voluntad del individuo, y que los aspectos de la carta natal, así como los que en sus tránsitos y progresiones se refieren sólo y exclusivamente a meras tendencias, la cuestión y el enfoque nos harán cambiar radicalmente. ¿ Podemos traer aquí el ejemplo tan manido de aquellos dos veleros, que bajo el mismo viento marchaban sin embargo en direcciones contrarias ? Por tanto ¿ no es acaso la actitud de cada cual lo que hará que unos se dejen arrastrar por los vientos reinantes de la vida y que otros, en cambio, logren no sólo desactivarlos sino progresar con ellos poniéndolos a su favor ? Tal es la expresión de la voluntad: enfrentarse a los vientos y vencerlos o en otro caso dejarse llevar por ellos hacia las rocas y el desastre. De aquí que, si bien es cierto que le inmensa mayoría se deja arrastrar por las tendencias – mostradas por las configuraciones planetarias – no es menos interesante por tal motivo estudiar astrología para, habiendo previsto lo que ha de acontecer, tomar las precauciones necesarias y ejercer nuestro dominio de voluntad para evitar el daño y llegar con bien a puerto, a alcanzar nuevos aspectos de armonía y bienestar.
Las estrellas, por tanto, se dice que impelen pero que no compelen. Este es el fundamento y fuerza motriz para actuar, dado que podemos y debemos cambiar nuestro destino si este nos disgusta. Piénsese que, en los tiempos antiguos, y debido a nuestra andadura infante como humanos, las estrellas nos han dominado porque nuestra voluntad se había quedado inerme frente al karma que nosotros mismos habíamos contraído y que por tanto las estrellas diseñaban. Actualmente, más evolucionados, ya más sabios y perfectos, con más entendimiento y determinación, nos hemos capacitado para salir al encuentro de nuestro mal destino y enderezarlo tal cual deseemos. Tenemos una voluntad divina y nadie puede disponer de ella sino nosotros mismos.
De otra parte, es por medio de la astrología como podremos obtener una amplia comprensión acerca del plan divino de evolución, pues cada posición y aspecto de los planetas entre sí, con relación a los signos y las casas, representan para todos y cada uno de nosotros aquellas oportunidades que requiere la evolución de manera conjunta y separadamente.
Es por ello que, al obtener este conocimiento y su debida comprensión, él debe prestarnos una gran esperanza en aras a esperar los momentos más espinosos con esa mentalidad positiva que tanto conforta y nos hace crecer anímica y espiritualmente.
Reseñamos que si realmente los padres tienen por medio de la astrología una oportunidad de oro a fin de prever las crisis de sus hijos y tratar de infundirles virtud frente a vicios contraídos en su karma anterior, diremos que, por lo que hace a la sanación, al campo astrológico no tiene dimensión alcanzable. El horóscopo al nacimiento nos señalará las enfermedades incipientes desde aquél hasta la muerte, por lo que si tuviésemos conocimiento del día o días en que las crisis han de manifestarse, es decir, estando previamente advertidos, bien podríamos hacerles frente tal y como arriba hemos señalado, puesto que la astrología no sólo tiene en cuenta el aspecto material del ser sino también el del alma que lo define.
Es notorio, no obstante, que a pesar de que los médicos modernos conocen que el estado de la sangre y, por ende, el de todo el cuerpo, cambia en función del estado de ánimo del paciente, son aún muy pocos los que aceptan el hecho de que tanto nuestros estados orgánicos como mentales están influidos por los rayos planetarios, los que, por otra parte, se encuentran en continuo cambio, debido al movimiento incesante de los planetas. Por ello, sí querríamos sugerir que, al igual que aceptamos que los rayos del sol nos llegan y afectan nuestros estados mentales y físicos de muy distinta manera, de acuerdo con la hora del día ¿ por qué no admitirlo para los rayos que vienen y llegan procedentes de los planetas más lentos que el sol ? La deducción resulta de gran lógica: habrá momentos más oportunos, más propicios que otros para llevar a cabo la curación de una determinada enfermedad o para el tratamiento con medicamentos preparados al respecto. Algunos médicos ya lo están llevando a cabo así porque sus posibilidades de diagnosis y tratamiento resultan mucho más acertadas. De semejante modo ¿ por qué hay médicos que procuran que sus intervenciones quirúrgicas tengan lugar en la fase lunar del cuarto creciente ? Sencillamente porque han obtenido el conocimiento práctico de que, cuando una intervención o proceso médico tiene su comienzo en esta fase lunar, la operación tendrá éxito o el proceso saldrá con bien, mientras que si una u otro tuviesen lugar o comienzo en la fase opuesta, en decir, en menguante, siempre ocurrirían complicaciones o el proceso devendría de difícil aplicación y resultado. Y del mismo modo, si hubiese que aplicar alguna dosis de estimulantes o sedantes, debemos decir que los primeros tendrán una acción más eficiente con la luna en creciente, mientras que los segundos la tendrían en menguante, por lo que la dosis, a efectos de controlar el dolor debidamente, acaso deba ser rebajada o aumentada según cada caso. De manera similar, cuando la luna creciente se encuentra en buen aspecto con Venus y Júpiter, ello implicará los mejores resultados en la estimulación cardiaca, por lo que las palpitaciones tendrán un tratamiento más eficaz cuando la luna está en menguante y los aspectos citados son favorables.
De aquí que, por la mera aplicación de este rudimento astrológico, el hecho de la curación pueda resultar notoriamente acrecentado.
No olvidemos en ningún caso que las discordancias que expresamos como dolor o enfermedades no son provocados sino por discordias espirituales internas al quebrantar las leyes de la vida, por lo que si fuésemos capaces de tomar conocimiento acerca de cuáles sean las causas que nos afligen, sin duda procuraríamos eliminar tales causas a fin de que las enfermedades cesasen. Tal información, insistimos, no se conoce si no es a través de la carta natal, pues en ella cada planeta y signo expresan armonía o discordancia, salud o enfermedad.
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LAS SIETE GLÁNDULAS ENDÓGENAS O “SIETE ROSAS”
Las suprarrenales (las dos primeras rosas)
Son dos glándulas de color pardo que en forma de sombrero se encuentran ubicadas en la parte superior de los riñones, recubriéndolos. Cada una de ellas se halla compuesta por una corteza exterior y una médula interna, estando la primera formada por tejido de naturaleza semejante a la de los órganos reproductores, con el mesodermo como antecesor común, el cual forma la capa media de las células embrionarias; en cambio, la médula, se desarrolla a partir del ectodermo o corteza exterior de las glándulas que conforman el embrión, y, aunque tiene relación con el sistema nervioso voluntario, es de igual naturaleza que los tejidos que componen el de naturaleza simpática. Todos los grupos de vertebrados disponen de glándulas suprarrenales. Sus dimensiones, en términos medios, podrían ser las siguientes: 7,5 cm. de largo por 4 de ancho, y un peso aproximado de 17 gramos.
A lo largo de la vida intrauterina son de tamaño enorme; en la primera mitad del segundo mes ocupan un volumen doble del que ocupan los riñones; ello es debido al ensanchamiento de la corteza, si dicho predominio sobre la médula no se produjera, tal cual ocurre en los animales, no podría desarrollarse normalmente el cerebro, por lo que el nuevo ser llegaría al mundo como un monstruo sin mente. Su secreción es denominada cortical. La corteza está en íntima relación con el cerebro, con el sexo y con la composición química de la sangre, por lo que cualquier anomalía en ella devendría en subsiguientes inconvenientes para aquéllos..
La médula, o porción interna, se encuentra conectada por medio de numerosas células nerviosas con el sistema nervioso simpático y la sustancia que segrega es la adrenalina, la cual, al tiempo que es un poderoso estimulante del corazón, también actúa de modo reconfortante sobre el resto del cuerpo. Las emociones desatadas traen consigo una disminución de su reserva glandular mientras aumenta su presencia en la sangre, hecho que produce aumento de vigor y tensión sobre el sistema nervioso. Las células nerviosas, por tanto, se tornan tanto más sensitivas al estímulo cuanto más azúcar es volcado en la sangre desde el hígado y más cantidad de corpúsculos rojos circulen a través del hígado y el bazo. Entonces, mucha de la sangre es retirada de estos órganos y llevada tanto al cerebro como a los músculos que dominan el esqueleto. Estas glándulas suelen ser llamadas “glándulas de combate” porque en su manifestación son masculinas, es decir, afectan a la voluntad, incrementándola. La acción de la adrenalina es tan formidable que, una débil solución sobre pequeños vasos sanguíneos, es capaz de detener una hemorragia una vez aplicada a la zona afectada, si bien sus efectos son de corta duración. En determinadas distorsiones, y de forma especial en presencia de tumores, estas glándulas envían excesiva secreción al torrente sanguíneo produciendo singulares efectos en el sistema genital como otras irregularidades en el resto del organismo. Si la distorsión tiene lugar en el feto, éste desarrollará una condición de falso hermafroditismo, pues en realidad el nuevo ser tenderá a los hábitos del sexo contrario al manifestado externamente. Si la distorsión tuviese lugar tras el nacimiento, la simetría de los sexos se será alterada, si bien conllevará una maduración física y mental altamente precoz de efectos asombrosos.
La personalidad del tipo “suprarrenal” está en posesión de un sorprendente vigor, energía y persistencia; se tratará siempre de alguien que progresa por medio de una lucha en la que lo normal sea el triunfo. Si atañiese a una mujer, ésta tenderá a ejercer en una línea cercana a la masculinidad, es decir, dominante, con gran energía y determinados rasgos viriles.
La insuficiencia suprarrenal se manifiesta en que el aprendizaje resulta difícil y en un crecimiento lento, con fácil fatiga, con debilidad y pereza, con irritabilidad, con un apetito escaso e indecisión de naturaleza crónica ante los acontecimientos de la vida.
Las suprarrenales están regidas por Júpiter, por lo que cuando un individuo a través de su desarrollo espiritual se pone en contacto con la nota-clave de dicho planeta, se sentirá despejado, amplio, cabal y expansivo, llevándole a expresarse en sus acciones con sentido de benevolencia, expansión, optimismo, honor, filantropía, cortesía, generosidad, habilidad y alegría, además de con capacidad creativa junto a la expresión de ideas de alto valor y contenido ético.
Actualmente, la humanidad se encuentra conectada al trabajo de Júpiter en relación con el plano físico, por lo que el Ego, utilizando el poder espiritual que generan las suprarrenales, alcanzará la fuerza precisa para perfeccionar su cuerpo físico y lograr la conquista de este mundo tridimensional. El centro espiritual de estas glándulas vibra y se sostiene sobre un contexto azul.
El Bazo (tercera rosa)
Es la más voluminosa de las glándulas de secreción interna y se encuentra al final del lado izquierdo del estómago, entre éste y el diafragma. Tiene forma de alubia y su color es de un profundo rojo azulado. Pesa generalmente entre 140 y 170 gramos, y mide alrededor de 12, 5 cm. de longitud por 7,5 de anchura. El bazo es esponjoso, blando y frágil, y se mueve con cada respiración; se dilata siempre durante la digestión y está alimentado por la arteria esplénica, vaciando sus venas en la vena porta, la cual descarga, a su vez, su contenido en el hígado. Es una glándula que aparece en el feto en torno a la quinta semana semejando una condensación localizada en el mesodermo o lámina media del embrión; la membrana del peritoneo la recubre casi por completo, al tiempo que se encuentra sostenida por sendos pliegues de la membrana citada; se encuentra revestida por una membrana externa, fibrosa, y otra interna, elástica y también fibrosa. Su secreción se llama hemolisina, la que, además de controlar la construcción de la sangre, es un factor de primer orden en la estimulación del movimiento intestinal. (en algunos casos de constipado crónico, la curación ha sido posible mediante su uso)
El bazo, además de ser el productor de los corpúsculos blancos de la sangre la abastece de hierro, ejerce una influencia determinante sobre el sistema nervioso (pues le envía la fuerza solar que recoge) y ayuda a que se lleve a cabo la digestión. Si el bazo es extirpado no tiene consecuencias fatales, tal cual ocurriría si faltasen las suprarrenales. Cuando el bazo desaparece su trabajo físico es sustituido por el de las células linfáticas, las cuales habrán sufrido un previamente un hipercrecimiento. La energía del sol recogida por el bazo es enviada al plexo solar, aquí especifica el éter recogido de la sangre y, como si de un fluido se tratara, lo bombea, por así decirlo, a través de los nervios, vivificándolos y permitiéndoles enviar las impresiones recogidas del mundo exterior hacia el cerebro.
Con todo, en el bazo tiene el cuerpo de deseos un asidero, por lo que produce en él los corpúsculos blancos, destructores del sistema. Por medio de la sangre son diseminados por todo el cuerpo físico, atraviesan las paredes de las arterias y las venas ante cualquier daño de ambas, de manera especial en los accesos de ira, y forman sedimentos de materias terrosas que enervan y matan el vehículo físico. No olvidemos que, si el cuerpo vital es el encargado de dar vida al cuerpo, el cuerpo de deseos es quien se encarga de someterlo a una destrucción constante, y que de esta lucha obtenemos nosotros la conciencia. Los corpúsculos blancos, a diferencia de los rojos, disponen de núcleo, tienen forma irregular y poseen un movimiento semejante al de una ameba. Su formación es la siguiente: los pensamientos de pesar, el temor y la ira son como muros interpuestos que afectan a la evaporación del bazo, por lo que el cuerpo deseos, aprovechando la oportunidad, forma una partícula de plasma, la cual se convierte en base de un corpúsculo blanco; ésta base, a su vez, es aprovechada por un pensamiento elemental, el cual, formando un núcleo, toma cuerpo en él. A partir de ese momento el elemental comienza a vivir una vida de destrucción en connivencia con los productos de desecho y acometiendo a todo cuento encuentra a su paso. Téngase en cuenta que un elemental es una creación maligna creada mediante el pensamiento o el sentimiento, y que, al tomar plaza en un número elevado de corpúsculos blancos, éstos no sólo acrecentarán cualquier enfermedad, sino que pueden lograr que el Ego sea privado en todo o en parte del dominio de sus vehículos. La tragedia espiritual, en consecuencia, puede ser de magnitud desmesurada.
Glándula Timo (cuarta rosa)
Está situada en el pecho, sobre la tráquea y entre los dos pulmones, detrás de la parte superior del esternón, por lo que desciende y cubre la parte alta del corazón a la vez que envuelve los grandes vasos. Es parda y adquiere la apariencia de una molleja al ser cortada. Al comenzar la pubertad es cuando alcanza su mayor tamaño, teniendo unos 14 gramos de peso, 5,5 centímetros de longitud, 3,8 de anchura y 6,5 de espesor. Comienza a desaparecer hacia los veinte años, en que es sustituida por fibras y tejidos adiposos, si bien durante toda la vida se mantiene una exigua secreción celular. Cuando el número de estas células aumenta considerablemente, la glándula aumenta su tamaño entre cinco y diez veces su tamaño, propiciando que determinados aspectos se hagan patentes, hecho que dará lugar al hombre tímico, el cual reaccionará de las más extrañas maneras ante los azares de la vida.
Una de las misiones de esta glándula consiste en convertir el aspecto del niño en el de un adulto. Las arterias que le suministran sangre son principalmente las mamarias internas, y los nervios provienen tanto del sistema nervioso simpático como del décimo craneal o nervio pneumogástrico. Su secreción es la thimovidina; es la que promueve el crecimiento de los huesos, el metabolismo muscular durante la infancia y la que determina el aspecto exterior; en enfermedades agotadoras o depauperantes esta glándula disminuye el tamaño con mucha mayor rapidez que el resto. La inyección de la thimovidina tiene la virtualidad de aliviar la fatiga de los músculos voluntarios. Su extirpación en tiempo de crecimiento produce efectos inmediatos de empequeñecimiento, raquitismo y deformaciones, adquiriendo los huesos blandura y rompiéndose con facilidad. Durante los tres primeros años crece con suma rapidez, pues el éter recibido a través de la leche materna la impulsa con fuerza al crecimiento, habiéndose observado que, en los niños criados con leche materna, la glándula timo está más desarrollada que los alimentados con la de animales y que gozan de gran vitalidad, al tiempo que, y a través de la leche, el poder que ejerce la madre sobre el amamantado es mayor que el que pueda ejercer cualquier otra persona.
Los niños no producen sus propios corpúsculos rojos al igual que los adultos. La razón estriba en que la energía del cuerpo de deseos de los niños es aún comparativamente inactiva, no actúa como avenida de las fuerzas marcianas para tomar el hierro de la sangre y convertirlo en hemoglobina. Esto dura aproximadamente hasta los catorce años.
Una vez pasada la pubertad, si la influencia de la glándula timo es grande, tal y como ya se ha señalado, sobreviene el denominado “status thímicus”o de hombre tímico, el cual debe entenderse en cuanto tendencia a producir expresiones femeninas en el hombre y masculinas en la mujer, por lo que el deseo sexual devendría invertido, es decir, sobrevendría la homosexualidad, y llevado al extremo tendríamos el “narcisismo”.
Esta glándula se encuentra regida por el planeta Venus, por lo que quien logre poner en actividad la nota-clave, desarrollará una elevadísima expresión, detentando habilidad artística, hermosura, armonía, atracción y alegría. Su perversión en cambio vendrá determinada por sensualidad, relajamiento, vulgaridad, pereza, sentimentalismo, vanidad e inconstancia. Cuando se comienza el contacto con dicha nota-clave, podrá parecer que los años no afectasen, pues el individuo se sentirá, además de joven, alegre y feliz. Una vez que la persistencia de la nota-clave ha dado sus frutos, sobre la cruz del cuerpo vital hará su aparición la “cuarta rosa”. A través suyo podrá entrar en contacto con el Mundo del Deseo, sede natural de la hueste Arcangélica, donde podrá informarse especialmente del trabajo tanto de los Espíritus-Grupo como de los Espíritus de Raza. El centro espiritual de la timo vibra bajo un color amarillo.
La Tiroides (quinta rosa)
Formada por dos masas marrones, se encuentra sobre el extremo superior de la traquea, sobre ésta y junto a la laringe; surge casi del mismo punto que el lóbulo anterior del cuerpo pituitario. Con un peso de alrededor de 28,5 gramos, sus dimensiones son de 5 cms. de longitud, 3 de ancho y casi 2 de espesor. Siendo uno de los primeros órganos que se diferencian en el embrión – sobre la tercera semana – se manifiesta como una especie de canal en el fondo de la boca, cuando el tejido tiroidal se ha separado y se ha cerrado el canal. Se trata de una glándula de peso mayor en la hembra que en el macho, y sus medidas aumentan durante la excitación sexual, la menstruación y el embarazo. Desde la creencia habida de que en el pasado constituyó una glándula sexual, hoy se constata su intensa relación con los órganos reproductores de las glándulas uterinas, a la vez que su actuación como satélite en el desarrollo de los procesos sexuales.
Su secreción es la tiroxina, la cual, siendo gelatinosa, contiene principalmente gran cantidad de yodo así como de arsénico y fósforo, si bien depende del primero para su actividad. Esta glándula es una glándula energética, por lo que en proporción a su secreción así será el nivel personal de actividad, fruto del calor y movilidad que su secreción proporciona. Cualquier anomalía en la secreción de la tiroides, ya en proporción o en su composición química, el resultado conduce a severos trastornos para el individuo. Sin tiroxina, por ejemplo, una rápida contracción muscular resultaría imposible. Su importancia es extraordinaria, dado que controla tanto el crecimiento del cuerpo físico así como el desarrollo mental, hallándose muy vinculada por otro lado con las demás glándulas de secreción interna. Es el gran puente entre el cerebro y los órganos genitales, por lo que emite su necesaria secreción para dar un equilibrio general.
El cretinismo y la mixedemia – el primero durante la infancia y el segundo en la madurez – son dos graves afecciones relacionadas con esta glándula, y ambas causadas debido a una conexión imperfecta entre los órganos cerebrales y el cuerpo vital, lo cual puede ser evitado segregando tiroxina para conectar la glándula con el cerebro y los órganos genitales. Se ha observado, tanto en los cretinos como en quienes padecen mixedemia, síntomas de apatía, de indiferencia, tenencia al desaseo y a la torpeza, todo ello motivado por el hecho de que la energía creadora no acude debidamente al cerebro y a los órganos reproductores, por lo que se reducen y se atrofian. El porqué de tal impedimento hay que buscarlo en la causa misma que lo ha originado: el mal uso de la fuerza creadora, es decir, su utilización para la gratificación de los sentidos; es contra el Espíritu Santo, por lo que es un pecado que no se perdona, motivo por el que deberá ser expurgado viviendo en su ocasión y tiempo en vehículos cuya eficiencia sea extremadamente limitada; y si bien se trata de una lección de gran dureza, es una lección que no puede ser impartida al espíritu de otro modo. “Lo que se siembra se recoge” es una ley inapelable, y en armonía perfecta con la Ley de Causa y Efecto o Ley de Consecuencia. De ahí que, si bien médicamente a los enfermos puede tratárseles con tiroxina, su recuperación es meramente transitoria, pues en otro momento posterior, en alguna próxima encarnación, ellos deberán pasar por el trance eventualmente evitado, pues nadie puede rodear, circunvalar la deuda kármica para evitar recogerla.
Por el contrario, la sobreabundancia de tiroxina es lo que produce el bocio exoftálmico, el cual, con sus veintiuna clases diferentes, y teniendo como origen la carencia de yodo en la tiroxina, puede convertirse en crónico. Es recomendable para su cura, en determinados casos, un tiempo de reposo físico, emocional y mental, con alejamiento de cualquier preocupación o sobresalto. Si tal como se ha dicho da equilibrio al cerebro, la tiroides interviene también en la digestión mediante la mezcla del hierro con los alimentos, segrega el yodo que combate los tóxicos del cuerpo, al tiempo que ayuda a controlar la cantidad de grasa acumulada y previene y cura de algún modo el bocio mismo.
El doctor Louis Berman, experto en todo lo relacionado con glándulas endógenas, declaró: “… si el crimen es una anomalía científicamente estudiable y controlable, entonces tanto los procedimientos legales como los tratamientos penales deberán ser completamente cambiados”. Sin duda se ha llegado a la demostración de que el mayor número de convictos son moral y mentalmente anormales, pero siempre con deficiencia en la secreción de la tiroides. La criminología se está dirigiendo hacia factores hereditarios y del medio ambiente en que creció el criminal, así como hacia su educación y ocupación, las distintas influencias sociales y religiosas a que se halló sometido o al nivel de inteligencia. Sin embargo, permítasenos alegar que, en el futuro, las condiciones del sistema vegetativo (involuntario o simpático) al igual que el estado glandular del reo, pasarán a ocupar sin la menor duda un lugar auténticamente preponderante en relación con la interpretación del crimen. La mayoría de estados tales como la histeria, el ansia de poder, de notoriedad, de venganza, etc. no son sino estados glandulares, es decir, por aumentos o disminución de la influencia de la glándula tiroides, de las suprarrenales o la pituitaria. La mayor parte de los crímenes pasionales son consecuencia de una deficiencia de la tiroides. El pervertido sexual tiende a convertirse en un idiota, incapaz de pensar, puesto que utiliza prácticamente toda su fuerza creadora para su satisfacción sexual, privando por ello al cerebro de la energía-fundamento que lo capacite en su función primordial de concebir y expresar ideas.
Dada, pues, la importancia de esta glándula, ampliemos diciendo que está directamente relacionada con las paredes internas y externas del cuerpo, la piel, la cubierta externa de las glándulas, el cabello, las membranas mucosas y la sensibilidad nerviosa. Y si bien facilita la producción de energía, como ha quedado señalado, también se ocupa de la regulación de los contornos, formas y terminaciones de los cuerpos en función de sus arquetipos; su secreción es absolutamente indispensable, insistimos, tanto para la actividad mental como para la reproducción de las especies; no podría darse la complejidad de pensamiento ni el aprendizaje, tampoco la educación ni formación de hábitos, etc.
Está regida por Mercurio. El niño “tiroides” estará siempre activo, sin mostrar jamás decaimiento y demasiada necesidad de dormir. En la juventud será el centro de animación de cualquier reunión, pues irradiará vitalidad y magnetismo personal. En la madurez será emotivo, rápido de percepción y volición, impulsivo y tendente a crisis explosivas. Son incansables trabajadores y suelen padecer de insomnio.
La Pituitaria o hipófisis (sexta rosa)
Esta glándula, denominada pituitaria, o hipófisis, del tamaño de un guisante, es de tejido celular y se encuentra en la base del cerebro, casi en el centro de la cabeza, abarcando la parte posterior de la base de la nariz. De color gris, y suspendida como una cereza, crece hasta los treinta años y pesa en el adulto aproximadamente cinco gramos.
Digamos en este punto que si la cuna de la glándula es demasiado pequeña, el individuo tendrá un desarrollo anormal tocante a su sentido de la moralidad y la intelectualidad. Se compone de dos órganos en apariencia independientes y distintos en origen e historia, función y secreción. Estudiando el embrión humano, el principio de la hipófisis se ve manifestarse por medio de un sobrecrecimiento de la cavidad bucal en la región que da asiento a los sentidos del gusto y del olfato, el cual toma la forma de una bolsa que lentamente tiende a extenderse hacia el cerebro. Al finalizar la cuarta semana toma contacto con un crecimiento que sale del cerebro llamado el infundíbulo. Ambos acaban transformándose en la glándula pituitaria completa, madura, en la que aquel sobrecrecimiento bucal forma el lóbulo anterior pituitario y la parte original del sistema involuntario de la glándula. En un determinado momento de la vida, esta glándula se abre a la boca y a la cavidad del canal espinal. Hoy día se cree que la pituitaria produce no menos de ocho hormonas diferentes. Hay un producto químico en su secreción que estimula la producción de los tejidos, en especial del óseo, y otro que influye en los órganos del sexo y en la actividad sexual. Se ha probado experimentalmente que el funcionamiento normal de la hipófisis es necesario durante el período de crecimiento y desarrollo, así como en la época adulta para la evolución y funciones propias de la tiroides y las suprarrenales. Cuando la secreción interna de esta glándula se aplica de forma artificial, por medio de inyección, se produce la actividad de la tiroides y la suprarrenales, al igual que de las glándulas sexuales, teniendo una influencia notoria en la producción de energía en el sistema nervioso central, en la materia gris del cerebro y en la médula espinal.
Para resumir, podríamos decir que el lóbulo anterior, o prepituitaria, segrega la prolactina, sustancia que, además de ser esencial para la producción de leche en la hembra animal, promueve el crecimiento del esqueleto y tejidos conexos, es causa del desarrollo normal de los órganos relacionados con el aspecto sexual y provoca el debido funcionamiento de la tiroides y suprarrenales.
El lóbulo posterior, o postpituitaria, entre las varias hormonas que segrega, dos de ellas son utilizadas comúnmente: la pitocina y la pituitrina. La primera suele utilizarse en casos de parto lento e incluso no incipiente; la segunda determina en general la condición de los tejidos correspondientes a las fibras involuntarias de los intestinos, la vejiga y el útero.
Entre ambos lóbulos, la membrana existente segrega la hormona “intermedia”, la cual ha sido de gran utilidad en el tratamiento de la diabetes insípida.
La desaparición de la hipófisis supondría la muerte en el término de dos o tres días, no sin antes venir acompañada de una letargia peculiar con paso inseguro, pérdida de apetito y una bajada de temperatura. Con sólo eliminar la parte del lóbulo anterior, sobrevendría una rápida degeneración adiposa y moral del sujeto, junto a una marca tendencia a la inversión del sexo. Otras manifestaciones estarían representadas por somnolencia, por cutis seco, caída del cabello, mentalidad torpe, a menudo epilepsia y un febril deseo por ingerir alimentos dulces.
Se trata de una glándula femenino-masculina, es decir, si domina el lóbulo posterior, tendremos un tipo que exprese sentimientos clásicos femeninos; si el lóbulo anterior, tendrá a expresar los masculinos. Benditos tres veces – se dice – los hombres y mujeres que tienen las glándulas pituitarias normales y en equilibrio. Esta regida por Urano, octava de Venus. Su nota-clave hace alusión al amor en su sentido más elevado y su color es el amarillo. El cuerpo pituitario se encuentra vinculado inexorablemente a la iniciación, por lo que quien consiga su despertar espiritual, tendrá la virtualidad de desarrollar los poderes tocantes al Amor y a la Sabiduría, representantes del Espíritu de Vida, segundo aspecto del Logos.
La Pineal o Epífisis (séptima rosa)
Junto a su calidad superior, hemos de añadir que esta glándula tiene forma de cono (de piña) y es de color rojizo, es ligeramente más grande que un grano de trigo y pesa unos dos gramos. Está como escondida y atada a la base del cerebro, la cual es una cavidad que se encuentra arriba y por detrás de la pituitaria.
Compuesta en parte por células nerviosas con pigmento semejante al que se encuentra en las células de la retina – formada ésta por una expansión del nervio óptico – ello ha inducido a formular la suposición de que en algún momento habría ejercido tal vez la función de tercer ojo. Su parte inferior se dirige hacia atrás, y su tamaño es mayor en el niño que en el adulto, y en la mujer mayor que en el hombre. Su función real es absolutamente desconocida en los medios científicos, si bien en ellos suele afirmarse que gobierna de forma directa los órganos generadores y el cerebro. Su evolución estructural comienza a los siete años.
La pinealina, su secreción, produce un efecto restrictivo sobre todas las demás glándulas endógenas, funcionando como una especie de vigilante especial sobre el resto de ellas.
Se ha descubierto que regula el color de la piel al variar el grado de reacción de los rayos de luz, es decir, sobre el pigmento, cuando en realidad se trata de la luz interna reflejando la luz exterior. Esta glándula produce el desarrollo normal de las células de los órganos de reproducción, indicando, el hecho de haber sobrecrecido en su uso original, la sobreabundante provisión de sangre. Por tanto, promueve una pubertad normal evitando el prematuro desarrollo del sexo en los niños; y mediante el desarrollo normal tanto del cerebro como de los órganos de reproducción, favorece la fuerza creadora; da vigor asimismo a los músculos, varía y controla la el grado de reacción del cuerpo a los rayos solares, y, obviamente, ejerce influencia sobre la pigmentación de la piel.
Se trata de una glándula de naturaleza esencialmente masculina. El pintor renacentista Rafael constituyó un claro exponente del ideal tipo pineal. Si figura era tan hermosa como la de un ángel. Su disposición era suave, amable y gentil, sus modales encantadores, disponiendo de un carácter generoso además de noble. Por medio de su obra “Transfiguración”, es puesta de manifiesto su sabiduría, donde queda revelada su conexión con los Reinos Superiores. Pintó este cuadro cuando ya se hallaba moribundo.
La pineal está regida por Neptuno, el planeta de la divinidad. La espiritualidad proporcionada por Neptuno elevará al hombre desde su estado humano hasta el divino. Sabiduría en sus expresiones, contacto con los Señores de la Individualidad (Virtudes) espiritualidad, inspiración, clarividencia, profecía, devoción, habilidad para conectar con la música de las esferas, ideación y voluntad, etc., pueden considerarse como expresiones típicas de Neptuno, pues él es el verdadero iniciador. Cuando su nota-clave es despertada, sentida por el individuo al alcanzar el Mundo del Espíritu Divino, su indescriptible hermosura y poder provoca una verdadera avalancha de sabiduría acerca de Dios y su propósito, por lo que el individuo verá su divino poder en acción y reconociéndose a sí mismo tal cual es. Por ende, será capaz de contactar con otros sistemas solares, saber acerca de otros dioses del mismo modo que de los mundos y seres creados por ellos. El Mundo del Espíritu Divino es el reino de la voluntad pura, aquél en el que la energía de Dios se expresa en cuanto que poder capaz de mantener la creación en acción. La luz neptuniana es de un azul transparente, motivo por el que cuando la glándula pineal sale de su letargo, comienza a vibrar con un deslumbrante color azul.
Dado que el despertar de las notas-clave de las glándulas endógenas se encuentra estrechamente vinculado con el hecho de la Iniciación, es por ello que se convierten en uno de los valiosísimos auxilios del espíritu en su correspondiente preparación a tal fin. Y si el trabajo de mayor importancia tocante a aquélla tiene lugar en el cuerpo vital, hemos de decir que las glándulas endógenas tienen una intensa relación con dicho cuerpo de vitalidad.
Frente al devenir del hombre, las glándulas endógenas están llamadas a jugar un papel de primera magnitud, puesto que su desarrollo acelerará enormemente la evolución humana, de manera que, cuanto más importantes sean sus efectos físicos, más importantes serán también en los aspectos mental y espiritual.
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LOS COLORES RESPECTIVOS DE “LA TRINIDAD”
La Voluntad, el pode primario más elevado de Dios, vibra hacia el azul, exactamente como el Padre. El amor-Sabiduría, segundo poder primario de Dios, lo hace hacia el amarillo, como Cristo; y el tercer poder primario se expresa mediante el rojo, color expresado por Jehová.
Cada vez que veamos el color rojo manifestándose limpio y puro, debemos comprender al instante que el poder de Dios que designamos como Actividad, está dominando. En todos los reinos de la Naturaleza encontramos actualmente dominando el color rojo. Se estima que la ferrita o hierro puro, que tiene color rojo, es el cuarto constituyente, en cuanto a cantidad, de la corteza terrestre. Las flores rojas predominan en todas partes del reino vegetal y la sangre roja, en los animales y en el hombre, es necesaria para que el espíritu pueda usar el vehículo físico. El rojo es un color suavemente radiante con un brillo inherente que le es propio. Es un color activo y estimulante, ubicado en un extremo del espectro luminoso. Representa la naturaleza física y, como está bajo el dominio de Jehová, tiene una íntima relación con el proceso de la germinación, tanto en el reino vegetal y animal como en el humano. De manera invariable, el color rojo tiene un efecto excitante sobre el cuerpo y la mente porque aumenta la actividad de la sangre arterial.
El amarillo, que es el segundo color primario y vibra con el segundo poder de Dios, encuentra su expresión en Cristo. A continuación del rojo, es el color que más prevalece en los reinos de la naturaleza y el más luminoso del espectro. En el reino animal este color se representa principalmente en el azufre, el cual se encuentra en grandes cantidades en la Tierra. En muchos aspectos, el azufre se parece al oxígeno, un elemento solar en el que el color dorado natural de Cristo tiene su expresión química. En el reino vegetal existen muchas flores de color amarillo, lo que indica que predominan en ellas las vibraciones de Cristo. En los animales y en el hombre, el hígado segrega una sustancia muy valiosa que se conoce con el nombre de bilis,, de color amarillo, que juega un papel de gran importancia en el proceso de la digestión. Las glándulas suprarrenales, las que recubren la parte superior de los riñones, y que están íntimamente relacionadas con el desarrollo del cerebro, tienen también color amarillo.
El color azul, que tiene la vibración más elevada entre los colores primarios, está relacionado con el Padre, que vibra al unísono con estas fuerzas que son las más poderosas de las mencionadas. En cualquier parte en que este color se haga presente, en mayor o menor grado, es prueba de que allí se está manifestando el poder del Padre. En el reino mineral encontramos que el aluminio, un metal azul-blanquecino, es dentro de los metales el elemento más abundante en la corteza terrestre. En el reino animal prácticamente no se encuentra el color azul. En el reino humano, tanto el azul como el amarillo se encuentran formando parte de los éteres del cuerpo vital. El amarillo está aumentando en el cuerpo vital del hombre, aunque es muy poco azul el que en él se detecta. El azul vibra hacia la más elevada forma de devoción religiosa conocida por el hombre. Tiene un brillo inherente que les es propio y conduce hacia la más profunda concentración, teniendo un efecto refrescante, calmante y vivificante en cualquier parte y condición en que podamos encontrarlo.
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¿ QUIÉNES SON LOS GRANDES SERES DE NUESTRA TRINIDAD ?
El Dios de nuestro sistema solar se expresa mediante tres grandes poderes primarios: Voluntad, Amor-Sabiduría y Actividad. Así, pues, 1º) El poder de la Voluntad se expresa de muy diversas formas: habilidad para obrar, elegir, difundir, dirigir, dominar, guiar, razonar, juzgar, pensar, servir y conocer. Todas estas facultades son positivas en su manifestación.
2º) El poder del Amor-Sabiduría se expresa en cuanto que conservación, protección, crianza, atracción, unión, apoyo, hospitalidad, asimilación, memoria, imaginación, sentimiento e intuición, y todos los cuales son negativos en su expresión.
3º) El poder de la Actividad se expresa a través de la germinación, la originalidad, la producción, el desarrollo, la expansión, la creación y el crecimiento.
En el tiempo actual estos tres poderes primarios están bajo la supervigilancia de los Tres Grandes y Elevados Seres conocidos sobre todo en Occidente como el Padre, Cristo o el Hijo, y Jehová o Espíritu Santo. El Padre es el más elevado Iniciado de la oleada de vida llamada “Los Señores de la Mente” (Principados), una hueste de seres enormemente evolucionados, con tres grandes períodos o Días de Manifestación por delante de nosotros. El Padre tomó contacto con el Poder de la Voluntad de Dios por medio de la Iniciación, por lo que aprendió a conocerlo, a usarlo, y a enseñar a los seres menos evolucionados cómo desarrollar esta gran fuerza. Cristo, el Hijo, fue el Iniciado más elevado de la oleada de vida Arcangélica, cuyos seres ordinarios se encuentran dos etapas o períodos evolutivos por delante de nosotros. Cristo tomó contacto con el Poder del Amor-Sabiduría de Dios por medio de la Iniciación, por lo que aprendió a usar esa gran fuerza y comenzó a ayudar a seres menos evolucionados a desarrollarla. Jehová, o El Espíritu Santo, el más elevado Iniciado de la hueste Angélica, tomó, mediante la Iniciación, contacto con el tercero de los grandes poderes de Dios, la Actividad, por lo que aprendió a conocerlo, a desarrollarlo, y comenzó a enseñarlo a otros menos avanzados en la escala evolutiva.
Dicho esto, y debido al alto grado evolutivo alcanzado por El Padre, el Dios de nuestro Sistema solar lo designó para que se encargara del desenvolvimiento de la voluntad en el género humano. Por la misma razón comisionó a Cristo para que se encargara del desarrollo del poder Amor-Sabiduría en nuestra oleada de vida, y Jehová se convirtió en el custodio de la fuerza de la Actividad y de su desarrollo en la humanidad actual, así como de vida de los animales y las plantas. Este tercer poder de Dios, la Actividad, se está expresando en la actualidad principalmente respecto a la construcción de forma físicas. Ninguna planta, ningún animal u hombre puede construir una forma física sin un átomo-simiente que sirva para atraer el material necesario para su construcción. Jehová se encuentra a cargo de la colocación de estos átomos-simiente, ayudado en su trabajo por los ángeles que tiene a su disposición. Es la vida indiferenciada de Dios, contenida en cada uno de los átomos-simiente, la que produce el crecimiento. El espíritu no puede expresarse en el plano físico por el momento sin el concurso de la forma física. Estamos discurriendo por un período de evolución en el que la construcción de formas tiene una importancia capital. Por tanto, el valor del trabajo realizado por Jehová y sus ángeles no puede ser desestimado. Desde el tiempo en que colgábamos suspendidos en nuestros sacos fetales desde el cuerpo de este Gran Ser, Él ha estado trabajando constantemente con nosotros, primero como Espíritu-Grupo, es decir, en calidad de Tutor, y, luego, como Dios de Raza, como Protector. Al Dios Jehová le deben los humanos el poder encontrarse actualmente dentro de formas separadas, es decir, cada espíritu individual dentro de su respectiva forma, y separado de cualquier otra entidad espiritual. El resultado, por tanto, es la conciencia individual propia, que hace que cada ser humano sea un creador consciente de sí mismo, capaz de desarrollar sus poderes espirituales potenciales en fuerzas dinámicas, las cuales podrá usar cada vez que las necesite. Vemos por todas partes en la Naturaleza estos poderes manifestándose bajo la dirección del Padre, de Cristo y Jehová, estando cada uno de ellos perfectamente sintonizados con el poder vibratorio con que cada uno de Ellos guía y dirige.
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¿ POR QUÉ CURAN LOS ROSACRUCES Y CÓMO LO HACEN ? SOLICITUD DE CURACIÓN
Los Auxiliares Invisibles
Entre las muchas cosas que en el tiempo se han dicho acerca de Los Rosacruces, una es verdad: “… ellos se dedican a curar a los enfermos y disponen de medios superiores para llevar a cabo su labor”.
En este sentido, si las órdenes religiosas anteriores habían buscado la elevación espiritual mediante el castigo y abuso del cuerpo, los rosacruces, en cambio, siempre han procurado el cuidado más atento para con el mismo. Pero, como verdaderos seguidores del Cristo, y conociendo qué causa dio lugar a la degeneración y cómo deberá ganarse la regeneración y, por tanto, el advenimiento de la Nueva Época, ellos siguen el mandato de “Predicad el Evangelio y curad al enfermo”. No en vano su lema está definido por: “una mente clara, un corazón noble y un cuerpo sano”, pues ¿ cómo podría ser de otra manera ? Porque es un hecho científicamente demostrado – tal cual se ha indicado más arriba – que el estado de la sangre afecta a la mente y viceversa, por lo que, para mantener una mente limpia, indudablemente es preciso disponer de un cuerpo sano. Una mente y un cuerpo en tales condiciones serán capaces de traer a la manifestación Egos en las mejores condiciones desde el punto de vista evolutivo por lo que hace a la regeneración.
Otra de las cosas dichas ha sido que los rosacruces sanan gratuitamente. Y, efectivamente, es lo que hacen los hermanos legos: asisten a todos lo mejor que pueden libres de cargo. Más aún, quienes no son aptos para curar, trabajan en distintos ámbitos, si bien todos tienen una característica común: nunca cobran sus servicios y siempre trabajan en absoluto secreto. Para llevar a cabo su cometido, los rosacruces han elaborado un sistema curativo que es compendio de los mejores puntos de vista de las distintas escuelas actuales, habiendo obtenido con ello un alto grado de conocimiento.
Así, se sabe con certeza que mediante la vulneración de las leyes de la vida, el cuerpo denso se cristaliza aún más, por lo que da un asidero añadido al cuerpo vital, hecho que viene a retardar el día de nuestra liberación y con ella la del propio Cristo respecto de la Tierra. Teniendo esto en cuenta, puede comprenderse fácilmente que es por Amor por lo que se procede a buscar la salud de la humanidad, al tiempo que a enseñar a vivir de acuerdo con las leyes que rigen la vida. Ello, obviamente, reportará la más pronta liberación y segunda venida del Cristo.
Además de la labor sanadora que los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz llevan a cabo por medio de los denominados Auxiliares Invisibles, hay que señalar que el medio utilizado no es estrictamente de naturaleza espiritual, puesto que, siempre que es posible, también son utilizados medios típicos de la medicina ordinaria. Entonces, lo que primero se presente tal vez a la mente del lector sea ¿ y quiénes son estos llamados Auxiliares Invisibles ? Y, siendo ello lógico, diremos que son aquellos seguidores comprometidos con las enseñanzas de la rosacruz que, esforzándose cada día por vivir una vida de bondad y servicio, se preparan de esta forma para alcanzar el privilegio de ser llamados por los Hermanos Mayores a fin de curar durante la noche, mientras sus pacientes enfermos se encuentran en período de sueño. Se les reúne en grupos de doce más un instructor de grupo – normalmente médico – y a partir de sus respectivos temperamentos y capacidades; en general son residentes en la misma localidad si el número lo permite, o en todo caso de acuerdo, lógicamente, con la misma o similar longitud horaria. Los HH. Mayores gobiernan y controlan toda esta labor. ¿ Que cómo son conocidas sus disposiciones naturales y anímicas ? Del mismo modo que se emplea para conocer el lugar y estado en que se encuentra quien pide ayuda de curación a los Hermanos Mayores de la Rosacruz. Se requiere de los solicitantes que envíen una carta escrita con pluma y tinta, tinta fluida, pues esta tinta atrapará, por así decirlo, una parte del cuerpo vital del autor, lo que permitirá a los HH.MM. detectar con exactitud el estado del individuo de quien proceda, y esta partecita de cuerpo vital aprehendido en la carta, hará de “ábrete sésamo” en los pacientes para que los Auxiliares Invisibles puedan llevar a cabo su inmensa labor humanitaria cada noche. Por tanto, mientras el sol alumbra cada día una parte del planeta, en la otra, en la oscura, sepan ustedes que estarán actuando en ella los Auxiliares Invisibles, ocupados – como estarán – no sólo en trabajo meramente curativos, sino en otros muchos con que pueden socorrer a todas las cosas vivientes a que sean enviados o encuentren en apuros. ¿ Acaso alguna vez no han leído u oído acerca de que, en determinados eventos, “fue visto un hombre o una mujer, o ambos, que hicieron esto o lo otro y que desaparecieron sin saber quiénes eran ni cómo habían llegado ni cómo se fueron ? Pues bien, a modo de ejemplo, si bien exiguo, tenemos a bien narrarles algunas de sus intervenciones:
[Una noche, dos Auxiliares sobrevolaban unas islas (ellos se desplazan prácticamente a la velocidad el pensamiento) cuando percibieron a un niño con una fina espina de pescado que se le había atascado en la garganta. En la habitación se había reunido mucha gente, pero ninguno de ellos podía ayudar. Dos médicos que se hallaban presentes querían enviar a alguien en busca de un cirujano para extraer la espina. Los Auxiliares bajaron, se materializaron, y uno de ellos dijo:
– Nosotros podemos sacarla.
Uno de los médicos se rió de la Auxiliar, y dijo:
– Se ha vuelto loca con el calor.
La madre del muchacho le pidió que hicieran algo para salvar la vida del niño, por lo que los Auxiliares fueron hasta la cama donde aquél se encontraba, y mientras uno sostuvo al joven, el otro empujaba la espina hacia fuera. Advertimos que, cuando una persona se encuentra fuera de su cuerpo denso, goza de clarividencia, por lo que gracias a esta habilidad la Auxiliar, viendo exactamente dónde estaba la espina, desmaterializó su mano y la puso en su garganta, por detrás y debajo de la espina, y enseguida la empujó, al tiempo que materializaba un dedo. El niño carraspeó y tosió, la espina saltó fuera de la boca y la Auxiliar, tomándola, se la dio a su madre. Ambos médicos miraban asombrados. Entonces, los Auxiliares dieron al muchacho un poco de agua salada para que hiciera gárgaras y le dejaron ir. Naturalmente las personas presentes hicieron muchas preguntas a los Auxiliares, preguntas a las que contestaron. Luego se fueron]
[No es fácil imaginar la miseria y dolor que causan los cazadores. Una noche, unos Auxiliares Invisibles fueron enviados a ayudar a un oso pardo al que un cazador había disparado en la cadera derecha, por lo que, herido, fue tan lejos como pudo hasta que cayó desplomado. Intentaba levantarse para continuar, pero le resultaba imposible debido al enorme dolor. Todo este cuadro les fue mostrado previamente a nuestros Auxiliares mediante la conciencia jupiteriana, la cual no es sino un cuadro interno en la propia conciencia. Éstos, llegando, se acercaron al oso, y, cuando los vio, se irguió, pero uno de ellos le dijo:
– Hemos venido a ayudarte – por lo que el oso se tumbó.
– Frótale la cabeza mientras yo examino la herida – dijo un Auxiliar a otro.
El oso se había puesto barro en la herida para detener el flujo de sangre. Cuando el Auxiliar comenzó a retirar el barro de la cadera, el animal se volvió tan rápido como pudo para interrumpir al Auxiliar, dado el dolor que le producía lo que estaba haciéndole.
– Ten paciencia, sólo un poco más y lo limpiaré bien – respondió el Auxiliar al oso.
La Auxiliar se sentó y puso la cabeza del oso en su regazo, mientras su compañero eliminaba la suciedad de la herida.
– Oye, amigo – dijo – tengo que extraer la bala para que puedas caminar y te va a doler. No hagas daño a mi amiga ¿ entiendes ? Quiero que permanezcas tranquilo.
El oso se acomodó con la cabeza en el regazo de la Auxiliar y el compañero de ésta colocó su dedo bajo el proyectil, lo materializó y lo empujó hacia el exterior, El oso yacía quieto, pero gruñía, por lo que la Auxiliar gritó preguntando:
– ¿ Por qué los hombres disparan a los animales y luego los dejan marchar sufriendo ?
– No era intención del cazador dejar que el oso se fuese – contestó su compañero.
Después de haber extraído la bala, sanaron al oso mediante la curación espiritual que proviene de Dios. Tras ello, la Auxiliar lo examinó cuidadosamente.
– Muy bien, amigo – dijo – estás como nuevo y sólo has perdido un poco de piel. Con tiempo te crecerá de nuevo.
El oso no quería quitar la cabeza de la falda de la Auxiliar, estaba confortable y contento, por lo que alzó la vista hacia el que hablaba como diciéndole:
– ¿Por qué no te callas, no ves que estoy descansando ? No consigo muy fácilmente que me acaricien.
Hicieron que el oso se levantara y éste los siguió como si nada le hubiese ocurrido. Un poco más tarde desaparecieron ante él. Sin su ayuda el oso hubiera muerto de hambre, de sed y también por la herida.
La sanación espiritual es posible, pero no puede ser utilizada siempre. Hay ocasiones en que los Auxiliares Invisibles se encuentran con personas que necesitan ayuda, pero que no se han ganado el derecho a ella y tampoco la solicitan, por lo que no pueden recibirla o ser curados. Los Señores del Destino no dan nada a cambio de nada, siempre hay que merecerlo.
Todo enfermo debe recurrir a los medios ordinarios para ser curado. Sin embargo, hay casos que la ciencia médica no puede dar una solución. En cambio, todas las cosas son posibles para Dios. Así, pues, los días de los milagros no han pasado, usted mismo puede ser ayudado. Los milagros tienen lugar continuamente aunque se hable muy pocos de ellos. Muchas personas que han rezado pidiendo ayuda, han sido curadas mediante la sanación espiritual, incluso algunos han visto a los Auxiliares que han ido a ayudarlos y otros los han oído hablar y han conversado con ellos tal a como suelen hacerlo con sus amigos; otros, en cambio, han sentido meramente su presencia]
[Una noche, una joven fue curada milagrosamente de una enfermedad de piel. Cuatro Auxiliares a una joven cuya cara estaba llena de machas y llagas. Caminaba sola por un bosque, se sentó sobre un tronco caído y se estuvo untando la cara con una pomada. Tenía el rostro en un estado tan terrible que dos de los Auxiliares no quisieron acercarse y la observaron a distancia. Los otros dos lo hicieron, y uno de ellos tomó el tarro de pomada y lo observó. Luego le dijo a la chica que podía curarse si prometía ser buena y servicial con todos sin importar quiénes fuesen.
– Todos serán buenos contigo – dijo el Auxiliar – si intentas ayudar a todo el mundo.
– Haré lo que pueda para ser útil – prometió la joven -. El único amigo que tengo es un joven criado de mi familia. Mi novio me abandonó debido a mi aspecto. Este otro joven está triste por mí y me habla y me lee, porque tengo que permanecer en la oscuridad cuando brilla el sol, la luz me hiere en los ojos y también en ellos tengo llagas.
El Auxiliar tomó entonces un poco de tierra y agua, hizo un poco de barro y le untó toda la cara. Al poco, el barro se secó y se desprendió. La cara de la joven estaba limpia, lisa y completamente curada. La Auxiliar tomó el espejo que la chica llevaba consigo y se lo dio, y, cuando se vio la cara, gritó de júbilo.
– ¿ Sois Ángeles de misericordia que habéis venido a mí en respuesta a mis oraciones ? – preguntó.
– Sí – dijo la Auxiliar.
El compañero Auxiliar que le había puesto el barro en la cara le advirtió que mantuviese alejado a su antiguo novio cuando volviese a verla porque sólo la quería por su dinero. Los Auxiliares vieron volver a la joven contenta a su casa y la dejaron. Había sido curada de una sífilis terciaria.
“A fin de ilustrar un tanto acerca de cómo la gran ley del Karma se aplica a las naciones, pasamos a describir una catástrofe un tanto reciente y lo que la gente afectada por ella hizo en vidas anteriores para ganarse un destino semejante: Dicha catástrofe tuvo lugar mediante un gran barco que haciendo travesía desde Europa a Nueva York se hundió. Colisionó con un iceberg, pereciendo más de mil cuatrocientos pasajeros y miembros de la tripulación. Muchas personas prominentes que iban a bordo desaparecieron.
Cuando el pueblo norteamericano tuvo noticia de tan súbita y pavorosa tragedia, la tristeza lo sobrecogió enormemente. Sin embargo muchos pensaron que fue debido a un accidente y que quienes perecieron fueron víctimas exclusivamente de la fatalidad, dado que simplemente se hallaban a bordo y perecieron tras haber chocado el barco con un témpano de hielo. Pero los verdaderos estudiantes de ocultismo saben que no fallecemos por casualidad y que vivimos hasta que llega el tiempo en que nuestros arquetipos dejan de vibrar a menos que nosotros mismos destruyamos nuestra vida mediante el suicidio. De aquí que, “accidente”, constituya en sí un término inapropiado para referirnos al Destino.
Tocante a la tragedia en que estábamos, la Memoria de la Naturaleza revela lo que sigue en relación con las personas que se encontraban en el barco en cuestión: Dos vidas antes, la mayoría de ellas eran señores feudales y ricos vasallos, quienes, en barcos bajo condiciones de calamidad, tenían por costumbre enviar al mar a los súbditos rebeldes. De este modo, cuando estas pobres gentes estaban a punto de hundirse con sus barcos agujereados, caían en la cuenta de la vil acción de sus señores y los maldecían desde lo más profundo de su ser. De esta forma, dichos señores y poderosos vasallos habían acumulado sobre sus cabezas las mil y una maldiciones de tantas y tantas de sus víctimas.
En una vida anterior, el capitán del barco afectado por la tragedia, había sido un rico propietario de buques que disgustó a uno de los señores feudales por algún motivo. Ello fue causa de que fuese enviado al mar y jamás regresara. Naturalmente perdió la vida porque, así, de forma predeterminada y cruel, había sido planeado por el señor feudal para librarse de él. En consecuencia, y cuando volvió a renacer como hombre, no tuvo inconveniente alguno en enviar este gran barco a la perdición.
En calidad de añadido circunstancial, diremos que, en el momento de hundirse el barco, había en él una momia, la cual, tras haber sido encontrada en Egipto y colocada en un museo, se había llevado a cabo finalmente una réplica de ella, por lo que fue depositada en el sótano de un edificio. Alguien sin embargo la descubrió, la compró y la llevaba a bordo de este barco que no iba a llegar a su destino. Hemos de decir que los egipcios en tiempos antiguos deseaban estar tan cerca de la tierra como fuese posible, y que entonces todas las personas de importancia, ya reyes y sus familias, ya sacerdotes, hacían que sus cuerpos fuesen embalsamados. Los sacerdotes posteriores estaban familiarizados con los “elementales” y sabían de magia negra, por lo que durante doce meses se dedicaban a crear semejantes monstruos – perversos y odiosos pensamientos-forma – a fin de proteger los cuerpos de las aludidas personas. Y, si bien la momia en cuestión, no tuvo nada que ver con el hundimiento mismo, los “elementales” que la rodeaban sí que hicieron comportarse de manera insensata a los que iban haciendo la travesía. Parece ser que navegaban de manera feliz, pensando que los icebergs no representarían ningún peligro. Todo se convirtió en imposible para salvarlos. De esta forma fue como los “elementales” fueron liberados y el agua del mar desintegró la momia”.
[Dado que a los Auxiliares Invisibles les es permitido suspender la ley de la gravedad cuando se les envía a ayudar a la gente que está en peligro, he aquí un relato de lo más insólito que se haya oído nunca:
… una noche, una Hermana Lega le dijo a dos Auxiliares que acudiesen rápidamente en auxilio de los ocupantes de una lancha motora, y, mientras hablaba, les iba mostrando, por medio de la Conciencia Jupiteriana, las personas y la localidad en que se encontraban, conciencia que tiene mucha similitud con una cinta cinematográfica. Las personas que se encontraban en peligro iban de una isla a otra y unos individuos las perseguían en otra lancha para robarles. No obstante, los perseguidos rezaban pidiendo ayuda a fin de poder escapar de sus perseguidores.
Los Auxiliares alcanzaron el bote y se materializaron, por lo que aquellas personas se asustaron enormemente. Una mujer gritó porque no se daba cuenta de que iban a ayudarlas, de que sus oraciones en demanda de protección estaban a punto de ser respondidas. El bote perseguidor se acercaba tan rápido que un Auxiliar tuvo que suspender la gravedad, motivo por el que la lancha de los acosados se elevó en el aire de la forma más insospechada y continuó volando. Los que se encontraban a bordo miraban como paralizados. Aterrizaron en la isla, y un hombre y su esposa se apearon. Los Auxiliares les indicaron que se dirigiesen rápidamente a su casa, lo que hicieron tan rápido como pudieron. Luego, dando la vuelta al bote, éste se elevó de nuevo en el aire y regresaron por donde habían venido. Durante el trayecto, a una milla de la costa, y pasando junto a ella, se encontraron con la lancha perseguidora, pero yendo con tanta rapidez los ladrones no consiguieron dispararles.
La Auxiliar estaba encantada con lo que estaba ocurriendo, pero, junto al regocijo de la Auxiliar, los otros cuatro hombres del bote se hallaban mudos de asombro. Una vez que el bote hubo alcanzado la isla, los ladrones se atrevieron a preguntar a los Auxiliares si eran humanos.
– Sí, somos humanos – respondió uno de ellos.
Entonces quisieron saber cómo habían llegado al bote, sobre todo si lo habían hecho por el agua, dado que se hallaba infectada de tiburones. Los Auxiliares les dijeron que ellos iban a todas partes ayudando a la gente que podían. Les explicaron algunas cosas más, y luego los dejaron sin más y continuaron su labor.
Para uno de los Auxiliares, tras recordarlo con claridad a la mañana siguiente, el episodio había constituido sin duda una de las mayores experiencias de su vida. De todas formas, una experiencia semejante es muy convincente no sólo para los auxiliados, sino para los mismos Auxiliares”.
[Una noche, un Auxiliar salió a la calle y llegó al lugar en el que se encontraba un coche había chocado con un poste eléctrico. El automóvil había quedado destrozado y las dos parejas que iban en él se encontraban gravemente heridas. La gente los había sacado del automóvil y yacían sobre la acerca, esperando que llegase una ambulancia. El conductor del coche accidentado estaba hablando en ese momento con un policía que le preguntaba que qué era lo que había ocurrido.
– Vi un gato que cruzaba la calle y me desvié bruscamente para no atropellarlo, perdí el control y choqué contra el poste – dijo al policía.
De repente, el Auxiliar vio delante de él a una entidad que parecía una enorme rata, como del tamaño de un perro.
– ¡ Eh ! ¿ Qué estás haciendo aquí ? – preguntó sorprendido el auxiliar.
La entidad sonrió de oreja a oreja, mostrando sus dientes mientras miraba todo aquel destrozo y alboroto.
– Yo lo hice – alardeó.
– ¿ Cómo lo hiciste ? – preguntó el Auxiliar.
– Yo era el gato que cruzaba la calle – respondió la entidad -. El conductor me vio, se desvió para evitar atropellarme y se estrelló contra el poste, pero no lo suficientemente fuerte.
– ¿ Y por qué lo hiciste – le inquirió de nuevo el Auxiliar.
– He estado siguiendo a este hombre durante dos vidas y ésta es la primera oportunidad que he tenido de matarlo – dijo la malvada entidad -. No he hecho un buen trabajo, pero lo haré en otra ocasión.
– Pero ¿ por qué estás tan deseoso de matarlo ?
– Hace tres vidas, este hombre fue el motivó de que mi amo se hiriera y falleciera a consecuencia de ello – dijo la entidad -, y antes de morir me hizo jurar que mataría a este hombre. Lo he estado siguiendo desde entonces.
– Bien, pues tu recorrido acaba justo aquí – le contestó el Auxiliar.
La entidad miró al Auxiliar y gruñó:
– ¡ Te mataré ! – dijo reaccionando abalándose sobre él.
El Auxiliar se apartó a un lado, la santiguó, y la entidad comenzó a aullar y a despedir humo.
Al instante, los presentes empezaron a percibir un olor especial. Un hombre dijo que olía a azufre. El conductor lo atribuyó al olor ácido de la batería del coche, la cual, en el accidente, había resultado con daños. A recoger sus justo castigo, la entidad fue obligada a entrar en el Mundo del Deseo.
Este relato pone de manifiesto lo que personas malvadas pueden hacer para conseguir vengarse cual es el caso, y, al pertenecer a la hermandad negra, el amo de la entidad hizo que trabajase para él. Sin embargo, estas entidades están contentas de trabajar para tal clase de personas; saben que algún día serán capaces de obtener control sobre sus amos y causarles sufrimientos.
Tragedias de este calibre tienen lugar con relativa frecuencia, aunque muy pocas personas son conscientes de ello. Muchas personas podrían beneficiarse sin duda con su conocimiento]
La Panacea Universal
Puesto que ya se dijo más arriba, tal vez recuerden que previamente al advenimiento del Cristo, las condiciones reinantes en los vehículos sutiles de la Tierra eran de naturaleza abominable y la oscuridad espiritual era muy densa, pues la evolución de la humanidad se había basado principalmente en la separatividad, el egoísmo y la sensualidad, por lo que apenas si había vida celeste para los que entonces morían. Por tanto, de no haberse previsto la intervención del Cristo el devenir de la evolución corría serio peligro, no sólo porque limpió con su sangre las condiciones atmosféricas y de deseos imperantes, sino por haberlo hecho desde dentro del propio planeta y continuar entrando periódicamente en él por la Navidad a fin de abastecerlo de Vida, y volver a hacerlo un año tras otro para subir después al trono del Padre por la Pascua de Resurrección.
Cuando se dan ciertas enfermedades y muy prolongadas, el Ego se deja arrastrar de tal forma por el sufrimiento que deja de vivificar las células, lo que permite que la enfermedad física provoque inactividad mental, situación que puede conducir a que se haga prácticamente imposible desprenderse de la enfermedad a menos que, primeramente, se le dé un impulso especial y se disipe aquella nebulosa mental, momento a partir del cual la actividad celular pueda ser estimulada de nuevo.
Por tanto, siguiendo la estela del axioma hermético de “como arriba es abajo” y viceversa, de igual forma a como la Vida del Cristo comenzó a disipar en el Gólgota la costra de temor creada por la inexorable ley que hubo hasta entonces, la ley de Jehová, costra que colgaba como un palio sobre la tierra; así como esa Vida encaminó a millones de seres humanos por la senda de paz y buena voluntad, así también ocurre cuando se aplica la Panacea universal, cuando la vida crística concentrada en ella irrumpe a través del paciente e infunde en cada célula la vida y el ritmo despierta al Ego, prisionero de su letargo, consiguiendo devolverle la vida y la salud.
Max Heindel describe la Panacea Universal por medio de una experiencia personal, la cual tuvo lugar en el Templo Rosacruz: durante una noche le fue mostrada una sustancia con la que el Espíritu Universal podía combinarse instantáneamente. Había – dice – tres esferas suspendidas, una sobre otra, en el centro del Templo, encontrándose la del medio a mitad de altura entre el suelo y el techo, siendo además mucho mayor que las otras dos, las cuales respectivamente se encontraban por encima y por debajo. Dentro de la esfera central, la mayor, había un recipiente con un número de paquetes que contenían dicha sustancia. Una vez colocados los Hermanos en determinada posición, y cuando una determinada armonía musical hubo preparado el camino, fue cuando, de forma súbita, los tres globos comenzaron a brillar con los tres colores primarios: azul, amarillo y rojo. Para la visión del testigo presencial era evidente que, durante el encantamiento de la fórmula, el recipiente que contenía los mencionados paquetes empezó a brillar con una esencia espiritual que antes no estaba allí. Algunos de esos paquetes fueron utilizados inmediatamente por los Hermanos con un éxito instantáneo. Ante ellos, las partículas cristalizantes que envolvían los centros espirituales del paciente se habían disipado como por arte de magia, por lo que el enfermo se despertó con una sensación de plena salud y bienestar.
PETICIÓN DE AYUDA A LA SALUD.- A continuación damos a conocer el correo electrónico, o email, del Dpto. de Curación, a fin de que, quien pretenda solicitar dicha ayuda a los Hermanos Mayores, envié un mensaje solicitándola de acuerdo con las páginas (inglés o español) abajo relacionadas, o en la Sede de Madrid, la cual haría de intermediaria; se les proveerá de un documento-proforma,el cual, en principio, deberán imprimir – aconsejando dejar copia para uso sucesivo – rellenar con tinta normal, tinta fluida (pluma estilográfica) y enviándolo cada seis semanas directamente a la Sede de la Fraternidad Rosacruz en Oceanside-California.
DIRECCIONES WEB:
Inglés…………….. http://www.rosicrucian/healing.htm
Español…………… http://www.orosicrucian/foreing/heal sp.htm
Email en español…
DIRECCIONES POSTALES:
THE ROSICRUCIAN FELLOWSHIP
(Spanish Healing Department)
Oceanside, California, 92049 -P.O. Box 713
U.S.A
FRATERNIDAD ROSACRUZ «MAX HEINDEL»
c/Mayor, 6-3º-Local 6
MADRID-28013
FECHAS DE CURACIÓN PARA LO QUE RESTA DEL AÑO 2007:
Noviembre/November…………..: 6 – 14 – 21 – 27
Diciembre/december……………: 3 -11 – 18- 24 – 31
DISPOSICIONES GENERALES TOCANTES A LA CURACIÓN:
1 .-La solicitud ha de ser expontánea, no forzada, y efectuada por el propio enfermo, no por tercera persona.
2 .- Debe cumplimentarse con pluma y tinta, no sirviendo el rotulador ni el boligrafo ni el lápiz.
3 .- Si el enfermo no recuerda con exactitud la hora y minuto de su nacimiento, deberá acompañar una fotografía junto con el formulario.
4 .-Si el enfermo huiese nacido sietemesino o en plazo menor a la gestación ordinaria de nueve meses, deberá hacer constar tal extremo.
5 .- Todo enfermo menor de 14 años que necesitase ayuda, deberá solicitarla a través de sus padres – muy preferiblemente la madre – que rellenarán el formulario y realizarán las firmas en las fechas señaladas en lugar del hijo. Cuando el enfermo cumpliese los 14 años, pasará él mismo a firmar, dejando su madre/padre de hacerlo por él.
6 .- La curación es llevada a cabo por los Auxiliares Invisiles, no por los intermediarios documentales o personas de mera gestión, dependiendo enormemente de la Fe despositada en ellos por el enfermo.
7 .- El paciente deberá seguir estrictamente las instrucciones de su médico ordinario si hubiese de acudir a él, dado que a menudo es necesario que así sea.
8 .- No se envían horóscopos a los pacientes.
9 .- No se mantiene correspondencia con pacientes y familiares acerca de la enfermedad o temas afines, salvo casos excepcionales.
10.-Si el enfermo no tuviese espacio suficiente para explicar su enfermedad o cualquier otro síntoma o dato que quisiese reseñar, podrá hacerlo en la parte posterior del propio formulario o en carta aparte, si bien utilizando siempre tinta fluída y no bolígrafo, lápiz o rotulador.
11.-El «Servicio de Curación», como acto de lectura de amor solidario, de fe y recogimiento, deberá realizarse los días que se indiquen a las 6,30 de la tarde (PM)
12.-Los Servicios de Curación son gratuitos.
13.-Es muy aconsejable – si fuese posible – efectuar el «Servicio de Curación» junto a familiares o amigos, pues Cristo dijo: «… cuando dos o más os reunáis en mi nombre, Yo estoy en medio de vosotros».
14.-Si después de haber remitido el formulario de petición, la correspondencia tardase, nadie crea que que está olvidado, los enfermos son cuasi infinitos y los medios materiales de que se dispone limitadísimos.
15.-Si aún siendo llevado el proceso de curación con rigor, la curación no se lograse, el solicitante deberá considerar que existe el llamado «destino maduro», es decir, aquél que a pesar de cualquier medida, debe ser cumplido y aceptado inexorablemente debido a la explicadas Leyes de Causa y Efecto.
En todo caso, téngase en cuenta que, quien formule la solicitud deberá necesariamente, para tener éxito, cambiar ciertos hábitos de vida ya de orden físico como en el aspecto espiritual, puesaquéllos son sin duda los mismos que le estarán ocasionando el deteriorio persistente de la salud; en otro caso, o si en algún momento posterior se vuelve al sistema de vida anterior, la ayuda decaerá inexorablemente hasta extinguir por completo su utilidad. Señalamos que los buenos pensamiento y buenos deseos hacia todo y hacia todos, constituye una medicina complementaria deenorme importancia. Asimismo, y dado que que dicha ayuda – en su valor real es absolutamente gratis – no olviden enviar, al menos, cuando remitan sus firmas, los sellos-cupones internacionales debidamente sellados en ventanilla por la oficina de correos, o bien su importe; aunque todos sus servicios son gratutios, repetimos, nosotros, seguidores atentos de sus enseñanzas, entendemos que es justa la presente sugerencia a los demandantes de ayuda que, en su caso, es probable que requiera de correspondencia para su debida articulación. En todo caso, pueden solicitar «instrucciones al efecto», en el momento de enviar su petición de ayuda.
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LOS ROSACRUCES – Sabiduría Occidental –
Autor-compilador: ORIÓN DE PANTHOSEAS
(Registro General de la Propiedad Intelectual: Nº de Asiento Reg.: 00/2005/90-Núm. solicitud: BI-694-04)
UNAS PALABRAS DE PRESENTACIÓN
… que las distintas sociedades en que se estructura el mundo occidental constituyen en la actualidad el frente más avanzado de la civilización, es una conclusión que resulta prácticamente indestructible.
Ello es fehacientemente obvio si reparamos en cuestiones tales como: el nivel tecnológico alcanzado, la marcada tendencia a asumir los dictados de la razón como instrumentos de primer orden para la resolución de conflictos, el naciente sentido de cooperación para llevar a buen puerto cometidos y empresas colectivos, los valores primordiales en que aquéllos se asientan, ya justicia, ya pluralidad e igualdad, ya solidaridad, los cuales dan nacimiento y solidez al sistema no ya sólo democrático sino mayormente y también republicano, sin prescindir en ningún caso de la amplia y universal defensa de los Derechos Humanos, etc, etc.
Desde tiempos antiguos – y con notoriedad desde el Período Helénico – de una u otra forma el desarrollo del intelecto no ha tenido tregua en el mundo occidental, pues ha pesar de las “edades oscuras” fue no obstante capaz de reconcentrarse para sobrevivir en pequeños reductos y emerger pujante con la llegada del Renacimiento y la Ilustración después, e imposible de ignorar en las últimas décadas, plenas de éxitos científicos, de logros en todas las orillas y apartados del saber. El progreso científico y material, por tanto, ha sido enorme. Este progreso ciertamente nos ha removido, nos ha arrancado de la postración en que nos había sumido la primera mitad del siglo XX y ha logrado insertar en nuestra concepción de vida el hecho incuestionable de la celeridad y la posibilidad, dotándonos de un impulso de naturaleza mental que viene a proporcionar sin duda confianza y licitud en un trabajo mundano arduo, riguroso, organizado. A escala mundial, tal es hoy Occidente en este exclusivo aspecto. Más ¡… ay! Ello, naturalmente, no es todo.
“No he venido a traer la paz, sino la espada”, anunció el mismo Cristo, anticipando así lo que habría de venir a este mundo occidental cuando invocara su nombre y asumiese su defensa. Por lo que, si observamos y meditamos acerca de cómo se ha pergeñado y consolidado aquel, pero ya actual, devenir occidental, posiblemente pudiéramos convenir en que, tras tanto dolor y sangre derramada no solo por meras guerras colonialistas, por derechos hereditarios o de pura y dura conquista, sino por guerras de religión también, el conjunto occidental ha conseguido adentrar en su conciencia una reflexión consciente y madura acerca de que era preciso separar con nitidez Estado e Iglesia o iglesias, a la vez que hilvanando una suerte de tratados con métodos civiles y civilizados de diálogo que permitieran preservar la paz y la concordia, la digna convivencia en suma.
Todo cuanto sustenta lo anterior, y como entraña de nuestro “manifiesto” debemos señalar no obstante, de forma netamente marcada, dos cuestiones de naturaleza sustancial: Así, a) En algunos sistemas de Yoga se pide que el yogui se siente en determinadas posiciones a fin de que ciertas corrientes cósmicas, mediante un sistema de respiración, puedan influir en su cuerpo de una manera concreta, es decir, produciendo los resultados previstos. Pero, si eso es así para un hindú, por ejemplo, sería en cambio y por demás inútil para un europeo, dado que éste, debido a su forma de vida, se mostrará completamente insensible para con las corrientes aludidas. Y es que, siendo los modos de vida tan diferentes, como asimismo los sistemas de pensamiento seguidos, obvio debe ser que la sensibilización de los vehículos de los occidentales y los orientales sea en consecuencia en extremo diferente. En coherencia con ello, resultaría, pues, inútil para nosotros adoptar unos métodos, dado que no responden a lo que en verdad necesitamos para la unión entre el Yo Superior y el Inferior, meta perseguida de naturaleza eminentemente espiritual. En las Enseñanzas occidentales los resultados espirituales, pues, en ningún caso se consiguen mediante ejercicios físicos. Tampoco debe pasársenos por alto resaltar en este punto el hecho de que, lo que realmente acontece en un occidental, bajo el impulso de las corrientes citadas, propiciadas por aquellas posturas de asiento y los consiguientes métodos de respiración, es que, en los occidentales, conduce a que los átomos prismáticos del cuerpo vital sometan a los núcleos de los átomos del cuerpo a tan alta vibración (excitación) que, de hecho, y en algunos casos, logran sacar el cuerpo vital fuera del cuerpo denso, por lo que el afectado probablemente irá andando bajo una sensación a como si flotase y absolutamente descompensado, o, cuando no, dando lugar a problemas de percepción y conexión entre ambos vehículos con resultado de locura en no pocos de los casos estudiados; b) Todas las escuelas de ocultismo del mundo se dividen en siete porque ese el número en que los Espíritus Virginales se segregan como tales Rayos de Vida, por lo que cada escuela u orden pertenece necesariamente a uno de tales Rayos, del mismo modo a como que sucede con cada individuo aisladamente considerado. De aquí que, cualquier persona que busque instrucción al amparo de un Rayo que no sea el suyo, no podrá alcanzar beneficio espiritual alguno, pues no podrá haber armonía entre los instrumentos que se utilizan y los vehículos a que se aplican. Y, desde luego, no olvidemos que tanto la Naturaleza como directamente los Guías de la Humanidad tienen siempre a nuestra mano aquello que en cada momento necesitamos para nuestro progreso y desarrollo.
Por tanto, todo Occidente, en términos comúnmente aceptados, si bien es depositario de un ethos concisamente espiritual, producto de un sufrimiento largo y sin cuento, también es cierto que en general optó por acogerse y reposar en su momento en los principios aligerantes y amorosos del Cristo, y este es un momento muy oportuno para hacer constar sin reservas que los rosacruces no creen en el azar.
Hoy, sin embargo, mediante el auge económico, el sentido globalizador del tiempo y tras las soberbias brechas que apresuradamente abre ante nosotros el conocimiento científico, a rebufo de tan numerosas estelas, con flagrante y estricto silencio espiritual, se abre el abismo que un día y otro contribuye a separar más y más la mente del corazón del hombre. Corre, pues, la mente sobre bancos de datos y análisis de laboratorio, sobre concreciones materiales pretendiendo saber, por lo que trata de convencerse de la resultante de sus propios y grandes hallazgos y se convence; pero mientras, y sin embargo, el corazón siente el impulso de lo excelso, de aquello que, cual inexpresable luz llena de infinitud y armonía, se expresa haciéndonos intuir la verdad inequívoca de la vida universal y una. Es el alma humana pretendiendo remontarse una y otra vez sobre las limitaciones con que, en Occidente y en todas partes, aún se encuentra hoy. Aherrojado, pues, el corazón y callada el alma, doblegada y, por ello, sumisa al intelecto, al hombre le resulta imposible caminar de forma completa y armoniosa, pues es evidente de que, con base en su rigor absoluto, la sola razón crea y recrea monstruos. Hemos de renovar con denuedo el principio indestructible de que el ser humano no es únicamente fuerza bruta e intelecto, ya que, si así fuera, no existirían los valores morales ni, por ende, los derechos humanos y la vida no valdría nada, el amor no existiría ni, por tanto, la ayuda, la compasión, la misericordia. Con la Teoría de Darwin y poco más bastaría. La aspiración hacia un mundo mejor y más elevado sería una tarea irreal, de todo punto imposible.
Por tanto ¿ es que no hemos de hallar algún terreno en el que cabeza y corazón, mente y alma trabajen conjuntamente, de la mano, tornándose en unión más elevados, más eficientes, y proporcionándose a un tiempo mutuamente una más que equitativa satisfacción? Y si alentamos esta proposición es porque, siendo cierto que no puede haber contradicciones en la Naturaleza, la unión de mente y corazón no puede sino producir resultados positivos en su complementariedad, en su utilización simultánea en cuanto recursos, en cuanto instrumentos, a la vez que asumiéndose el hombre tal cual es. Con alguna precisión, bien podemos insertar aquí aquella frase sabia que reza: “el conocimiento hincha, pero el amor construye”.
La orden de los Rosacruces – Heraldos de la Era de Acuario, orden no dogmática – que fue fundada especialmente para aquellos cuyo elevado grado de desarrollo intelectual les obligaba u obliga a repudiar el corazón, estima que mediante una mente amplia y limpia, y un corazón grande y noble, el ser humano es capaz de remontarse no sólo sobre sí mismo y obtener el más elevado conocimiento acerca de quién es, sino también acerca de aquello de que es parte integrante. De donde se sigue que, teniendo como punto de partida que el conocimiento intelectual no es más que el medio que lleva al fin pero no el fin en sí mismo, es por lo que los rosacruces tratan de satisfacer al aspirante, probándole primero, que todo es razonable en el universo y triunfando de esta forma sobre al rebeldía inicial del intelecto.
Porque a las inveteradas preguntas: ¿ … de dónde venimos? ¿ por qué estamos aquí ? y ¿ hacia dónde vamos ?, qué podemos responder. Hoy día existen muchas personas, tan embargadas por la sequedad del intelecto, que se han negado a sí mismas la posibilidad de lograr acceder a otra cosa que no sean los contrastes materiales, aquéllos que aportan medidas estipuladas previamente y fácilmente evaluables aquí y ahora, en el contante y sonante mercadeo de la idea y su valor en oro.
Y frente a semejante autolimitación, frente a la quiebra humana que representa prescindir de una parte-fundamento del ser, hemos de alzarnos para decir, por el contrario, que nadie se automargine, que nadie huya ni tenga miedo a la verdad, porque en el siglo y milenio que corren no podemos abstenernos ya de indagar, integrar y disponer de cuantos medios estén a nuestro alcance para crecer no sólo en la Tierra, también en el Sistema Solar y en los sistemas galácticos e intergalácticos. De aquí que entendamos la propuesta efectuada como no arriesgada, y sí grande, digna y eficiente.
Ahora bien, lo que vamos a dar en este libro no se obtiene por dinero ni a plazo definido, pues capacitarse para comprobar por uno mismo la utilidad práctica de vida a base de conocer y disponer de los mundos invisibles en su calidad de causas de todo cuanto en sustancia es, supone una labor intensa y persistente a la vez que divina. Ello es tan así que, nos podríamos preguntar de nuevo: pero ¿ … quién de va a osar vivir una vida recta y digna que solamente vaya a complacerse en servir a los demás ? Es obvio, naturalmente, que ese “servicio” puede ser prestado de las más diversas formas y casi desde cualquier campo, casi desde cualquier actividad; pero el paso primero, ese paso necesario que sólo al alma propia incumbe ¿ quién lo da ? Y si es cierto que el hombre que consigue reconocer su ignorancia ha dado el primer paso hacia el conocimiento, el conocimiento directo de los mundos sutiles no es fácil, pues nada realmente valioso lo es, y nunca podríamos repetir lo suficiente que para alcanzarlo tampoco existen cosas como “dones”, “privilegios” o “suerte”, pues todo cuanto se alcanza es resultado exacto del esfuerzo, y todo aquello que a uno le falta al compararse con otro, está en él, lo tiene latente en sí mismo, por lo que podrá desarrollarlo de emplear los medios adecuados.
Dicho lo cual, convengamos en que el primer requisito, y esencial, deba consistir en un ferviente deseo por conocer lo oculto, lo que está detrás del velo de la materialidad, a fin de integrar las partes encontradas y ponerlas por completo al servicio de uno mismo y de la humanidad. En otro caso, cualquier hallazgo – resaltamos fuertemente este aspecto – podrá devenir en inconveniente cuando no en peligroso. Una buena referencia para cada acción de vida puede escrutarse a través de: “Donde no hay bondad, no hay verdad”.
En este documento recopilatorio que de las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental vamos a ofrecer, no incluye ninguna invención fantasiosa que a ciertas personas, para un determinado período de tiempo, se les haya ocurrido describir y vender. Lo que vamos a ofrecerles es un brevísimo resumen – una puerta entreabierta, siquiera – de lo que desde los primeros albores del mundo se encuentra recogido en la Memoria de la Naturaleza, y de aquello que, a través de cada tiempo y de modo concienzudo, ha podido una y otra vez ser conocido y contrastado debidamente. Este, el del presente libro, es por consiguiente el conocimiento indirecto, el que cualquiera puede adquirir leyéndolo e ilustrarse meramente con él.
Y si el mismo Cristo dijo: ”la verdad os hará libres”, también nos atrevemos a añadir que, sin embargo, y normalmente, la verdad no se encuentra a la vuelta de la esquina y que además es eterna, por lo que también su indagación constante se nos debe presentar como un continuum sustentado en sí mismo y por sí mismo en cuanto que real e indestructible solución de continuidad.. En ocultismo se sabe que no se puede dar una creencia o un hallazgo determinado de una vez y para siempre, es decir, no existe el dogma, pues, aunque hay ciertas verdades básicas que desde luego permanecen prácticamente inalterables, ello no obsta para que en ningún caso quepa ignorar que pueden ser miradas desde muchos ángulos o puntos de vista, los cuales, unidos, y sin lugar a dudas se complementarán entre sí vertebrando la verdad de manera más afirmativa y amplia. En consecuencia, nunca, jamás podremos poner término ni modo en la conquista definitiva de la verdad total.
Por último, no queremos concluir estas palabras de presentación sin antes mostrar nuestro respeto y simpatía por aquellas otras “miradas filosóficas” distintas a las nuestras, pues, por nuestra parte, bien sabemos que unas y otras miradas podrán cruzarse, pero no crear enemistad. Vaya para los “diferentes” y para los lectores de este libro nuestro mejor deseo.
El autor-compilador
I
CIENCIA Y RELIGIÓN: APROXIMACIÓN A DOS CONCEPTOS CUYOS CONTENIDOS DEVIENEN COMPLEMENTARIOS ENTRE SÍ
– El hombre posee órganos sensoriales, cuya expresión son los sentidos, y a través de los cuales se pone en contacto con el mundo circundante, pero una vez que han recogido y enviado una percepción determinada hacia el cerebro, es éste el que en exclusiva la ha de calificar para, de inmediato, proceder a dictaminar la correspondiente reacción.
– Nadie ha visto jamás en términos científicos un “campo gravitatorio”, es decir, la fuerza que actúa atrayendo los objetos hacia el centro de la Tierra según la ley de gravedad conocida; pero tampoco nadie ha visto un electrón y mucho menos a uno de los neutrinos de electrón, de muón o tau, y, sin embargo, se aceptan porque lo razonable es aceptarlos a fin de conseguir explicar determinados fenómenos. Tal ocurre cuando es producido calor por una corriente eléctrica, dado que se explica diciendo que la causa consiste en que chocan electrones contra átomos en el correspondiente cable y que, ese choque, es el que produce el calor que indudablemente percibimos. Y ya que hablamos del calor ¿ alguien lo ha visto deambular alguna vez de acá para allá ? en cuanto entidad ¿ alguien lo ha visto detenerse en alguna parte ? El calor, pues ¿ no será en nosotros sino una mera sensación o detección a la que hemos tenido a bien denominar mediante el término “calor” ? Por tanto, en base a estas cosas, o en base a la observación de ciertos fenómenos, es que se elaboran leyes de física o, en su caso, se formulan teorías.
– De otra parte, existen cosas que ni siquiera pueden ser percibidas, más aún, sin que puedan siquiera ser inferidas (ni siquiera a través de determinados efectos derivados de la más reciente observación astronómica) y es aquí donde la religión es capaz de venir en nuestra ayuda para ser aceptada, puesto que ninguna Gran Religión ha sido meramente inventada ni por capricho ni nacida de la casualidad, sino que todas y cada una han sido dadas consciente y proverbialmente por quien podía hacerlo y para quienes las necesitaban en ese momento de sus peculiares y concretas carreras evolutivas. En consecuencia, tanto el ser que nos ha prescrito cada religión – Jehová – como sus “delegados”, se encontraban uno y otros absolutamente capacitados para la percepción y desciframiento de los mundos suprafísicos, mundos en los que radican las verdaderas causas, aquéllas que posteriormente darán lugar en el ámbito tridimensional tanto a los hechos como a las concreciones materiales que de cualquier tipo pueda tratarse. Algunos de los delegados han descrito con exactitud leyes que rigen estratos del mundo no visible y han considerado oportuno proporcionárnoslas para beneficio de nuestra marcha terrestre. Por ello, y en un primer estadio, la fe se torna irremediablemente necesaria para poder acercarse a la lógica que concierne a los acontecimientos con todo el compendio de sus respectivas leyes.
– Los hombres observamos la relación causa-efecto, ciertamente, pero de ordinario no podemos hacerlo respecto de las causas de naturaleza espiritual, que son, como acabamos de señalar, las verdaderamente rectoras no sólo de cuanto toma cuerpo y existencia, sino a la vez de cuanto en ello y a través de ello acontece en nuestro mundo.
– Sabemos bien que si, por ejemplo, la masa Alfa actúa físicamente sobre la masa Beta, Beta, como respuesta, actuaría a su vez sobre Alfa con una fuerza igual y opuesta. Por tanto, en coherencia con la máxima analógica y hermética de que “como arriba es abajo y como abajo es arriba”, podemos colegir que si Pedro llegase a actuar sobre Juan en cualquiera de los planos no visibles, ya fuese en el emocional, en el mental o espiritual, aquella actuación o fuerza ejercida sobre Juan retornaría sobre Pedro y, en algún momento, de uno u otro modo, sería percibida por éste.
– Por tanto, debidamente razonados y explicados, determinados contenidos religiosos no vendrían a ser sino un adelanto científico basado en la fe para, ya, en un momento posterior, poseer todos la capacidad de percibir y comprobar cuanto acabamos de exponer. Por consiguiente, ciencia y religión – en compañía del arte, en cuanto que configuración y expresión de la belleza – deben entrelazarse y ser complementarias a fin de conformar la misma y única cosa: el mundo, el universo.
– Científicamente, todo cuanto pueda ser puesto en movimiento, pesado o medido, o en otro caso, sentida su resistencia, puede ser tenido por existente, del mismo modo que es considerado real el sublimado capaz de recuperar la masa previamente poseída: tal el vapor de agua que procediera de un kilo de hielo. Pero ya, en 1905, Einstein lo resolvió con su famosa ecuación de E = m.c2 (al cuadrado) y actualmente sabemos que la masa se puede recrear a partir de una radiación electromagnética en los denominados “eventos de producción de pares”, mediante la generación de un cuerpo y su correspondiente anticuerpo, así como, de manera inversa, ambos habrían de desaparecer al encontrarse, permaneciendo únicamente la radiación electromagnética sin residuo de masa alguno. El resultado consiguiente habría de ser que, dicha radiación, conservada sin merma, sin pérdida, y en cuanto que masa-energía, podría, o bien dar paso a la reobtención de la masa primitiva, o bien a ser considerada tan real como las partículas o masa de que procede.
– En el ámbito científico se ha admitido que todo aquello que tiene capacidad para variar el status en sí mismo o de otras cosas, es debido a que dispone de energía, por lo que se dice que es real, que forma parte de la realidad. Sin embargo, existen personas que pueden ver perfectamente las ondas electromagnéticas en sí mismas. ¿ Recuerdan … ? Sin masa.
– Hacia 1820 Pierre S. Laplace llevó a cabo una afirmación con las siguientes características: “… conocidas que fuesen la posición y velocidad de cada una de las partículas del universo, podríamos predecir…, todos los acontecimientos futuros”. En su virtud, gentes de buena fe creyeron que todo se encontraba ya determinado y que, por tanto, el hombre no tenía control alguno ni sobre sí mismo, ni sobre el futuro de lo que le rodeaba tampoco ni sobre el mundo. Desde el campo de la ciencia, ello habría de constituir, evidentemente, un aldabonazo de primera magnitud para las conciencias religiosas a lo largo de todo el siglo XIX. Tendríamos que esperar hasta 1927 para que Werner Heisemberg construyese el Principio de Indeterminación para rebatir aquella tremenda teoría de Laplace, al concluir afirmando que resulta imposible determinar con exactitud tanto la posición como la velocidad de una partícula de forma simultánea.
– Resulta sobradamente obvio que, ni en su estructura ni en su funcionamiento, la verdad puede albergar contradicción alguna, por lo que, una vez hayamos alcanzado conocimiento suficiente, podremos darnos cuenta de que, en efecto, en su lento caminar, la armonía reinante entre ciencia y religión es perfecta o logrará ser perfecta. Así, el ya citado Principio de Indeterminación, provocó la aparente paradoja de que el pensamiento científico pudiese acercarse sin horror y de manera serena a la premisa religiosa no sólo en cuanto hace a la interacción de espíritu y materia, sino también en lo tocante al postulado religioso último, acerca de que el universo (cristalizado o no) no consista en ninguna otra cosa sino en espíritu mismo.
– El hombre no es una máquina, no es un androide propiamente dicho, con sus correspondientes connotaciones. Los humanos actuales no somos ni siquiera animales ni supuestas plantas de tipo alguno, mucho menos minerales bajo determinada condición, y, ello, aunque dentro de nosotros, en cuanto recapitulación de otras edades, contengamos (sea permisible decirlo así) un “pak” a modo de simbiosis de todos los reinos. Es cierto que en un tiempo pasado hubimos de asumir estadios que nos depararon ciertas “similitudes” con los minerales, las plantas, y con posterioridad con los animales, pero sin que de ningún modo pueda desprenderse de aquí una identificación cerrada que se hubiese dado en tiempo pasado, puesto que cada oleada de vida conlleva su propio ser, su propia circunstancia, y su propia conciencia y condición. Así, las máquinas actuales, las que el hombre diseña y construye, únicamente albergan materia y forma porque la mente del hombre atraviesa su estado “mineral” y sobre el mineral trabaja; sin embargo, en el devenir, si bien aún lejano, el hombre podrá proporcionar a sus máquinas vida propia y, por tanto, capacidad de movimiento; incluso podrá más tarde dotarlas de sentimiento, de emoción y deseo, para, últimamente, tras haber traspasado eones de evolución, tener el privilegio de dotarlas de mente germinal, a fin de que se encaminen, cual nosotros mismos, a su consecución de dioses. De aquí que, y primeramente, las máquinas de ahora mismo, las actuales, al compás de una transformación paulatina, hayan de convertirse en algo “similar”, que no idéntico, a las plantas; alcanzarán posteriormente un status similar al de nuestros animales actuales, y por último – dentro del presente plan y ciclo – acceder al de seres humanos. Y la pregunta que quizá cabría demandar en este instante sería: y ya humanas ¿ qué espíritus habitarán dichas máquinas, espíritus que el mismo hombre creará ? Pero la respuesta habría de ser contundente: no, puesto que los espíritus, cual chispas desprendidas de su llama o llamas no nacen, sino que están; por lo que cada máquina será habitada (como nosotros habitamos nuestros cuerpos) por el espíritu que, de acuerdo con su status evolutivo precise de ella para vivir, adquirir experiencia y continuar evolucionando. Será justo aquí, en el momento en que el hombre esté capacitado para dotar de mente a las máquinas, cuando realmente alcance la perfección prevista para él conforme al plan evolutivo diseñado y llevado a cabo por Dios, es decir, se habrá transformado en un creador y, por tanto, habrá conseguido hacerse semejante a su Padre. A partir de esa consecución, infinitas y esplendorosas metas se abrirán de nuevo ante él.
II
DEL PORQUÉ DE LA RELIGIÓN Y LAS RELIGIONES
No cabe duda de que, para que el hombre contacte y asuma una creencia religiosa, debe tener algo dentro de sí para que aquella relación pueda ser establecida, no de otro modo podría ello producirse, hecho que recuerda al diapasón que podría vibrar con otro si ambos se encontraran sometidos a semejante modulación o temple. Por tanto, que una religión externa y concreta puede constituir un instrumento – diapasón mayor – al servicio del hombre, es un aserto que actualmente apenas si merece digresión alguna, puesto que, en su abundamiento, disponemos de variadísima experiencia humana. Sin embargo, y por otro lado, podríamos aseverar sin posibilidad práctica de error que no existe ninguna religión superior a la verdad. Pero ¿ cómo llegar a la verdad ? Es indudablemente cierto que, aparte de poseer el hombre el correspondiente interior callado, cual diapasón a despertar, nadie es capaz de avanzar si no recibiese ayuda externa. En consecuencia, los cuidadosos y vigilantes guías de la humanidad nunca han dejado de proporcionar los medios adecuados por medio de los que pudiese el hombre ponerse en contacto con el Padre celestial. Así, en el primer momento, cuando aquél adquiere su primera conciencia en el mundo físico y su naturaleza se expresa hacia el exterior en su estado más primitivo o salvaje, la fuerza, en cuanto que útil frente a los animales y otros hombres que le rodean, puesto que lo acosan pretendiendo conseguir los mismos objetivos o saciar apetitos, la religión adecuada no podía sustentarse sino en este sentimiento de violento poder del cuerpo en cuanto mera deriva de la fuerza bruta, único al que nuestro ser de entonces podía obedecer y respetar. Porque, sintiéndose algún hombre u hombres verdaderamente poderosos ¿ en realidad a quién habrían de temer ? La respuesta es que a las fuerzas de la Naturaleza, dado que en aquellos lejanos tiempos ellas obraban con extraordinaria frecuencia y de forma contundente, motivo por el que, ante ellas, de manera inevitable el hombre en ciernes se sentía inferior y atemorizado. Esta fue la causa, y no otra, de que comenzara a adorarlas y a propiciarlas incluso mediante ofrendas de sacrificios sangrientos.
Así las cosas, y transcurrido el tiempo, tras la evolución producida por medio del miedo, en la conciencia del hombre surge la consideración de que Dios (al que se ha identificado al fin con aquellas fuerzas) es el dador de todo, el cual, e ipso facto, igual que lo ha de recompensar con bienes materiales o poniéndose a su lado frente a los enemigos si se somete y obedece su ley, de semejante modo lo castigará en caso contrario, pero sin echar al olvido en ningún caso que podría aparecer y alzarse como un enemigo incontenible y de primera magnitud. Es el tiempo en que por miedo y avaricia le ofrenda y sacrifica lo mejor de sí mismo, sus animales, puesto que esta posesión constituye entonces no sólo su sustento, sino su señal de distinción y clase, sus elocuentes arras de auge y poder social.
Con posterioridad habría de venir una porción evolutiva en la que al hombre iba a pedírsele que adorase y reverenciase a un Dios de amor, un Dios por el que deberá sacrificarse durante toda su vida en espera de obtener una recompensa, la cual únicamente tendrá lugar una vez haya muerto (vida en un cielo y eterna) Y ante esta promesa deberá mostrar su fe.
Por último, hemos de llegar a una situación y momento en que, (fe y razón unidos) una vez reconocida nuestra propia divinidad, el bien será hecho por convicción mental y anímica porque es lo justo, y ya sin necesidad de castigo o recompensa alguna.
Pues bien, con la venida del Cristo se entroniza el sentido religioso correspondiente al tercer grado de los descritos, si bien aún no hemos dejado por completo atrás todo vestigio sustentado en el miedo o la avaricia. Si nos detenemos a analizar nuestro contexto actual podremos darnos cuenta de que nos hallamos tanto bajo las leyes de Dios como de las dadas por nosotros mismos, y todo ello con la finalidad de domeñar nuestro cuerpo de deseos (la perversión del Ego y, por ello, vehículo de destrucción mientras se encuentre sin control) a través de la prohibición o el miedo que aquéllas imponen.
Pero, si bien cuanto hemos expuesto se ha dado y aún habrá de darse, sí es conveniente que observemos – porque acaso este momento sea oportuno para el lector – dos hechos no exentos de relevancia: uno, que a medida que los pueblos o sociedades alcanzan grados más altos de civilidad, es decir, cuando han asumido en sus vidas diarias de relación y convivencia aquél que su religión les demandaba, en esos pueblos o sociedades comenzarán a aparecer individualidades o pequeños grupos practicantes de alguna o algunas religiones con exigencia superior; otro, que a título personal, aquel individuo que se esfuerce en su fuero interno y externo por superar el status general de su marco de convivencia, inexorablemente tenderá a buscar un credo o haber religioso que logre ponerle en contacto con prácticas con que él, personalmente y en privado, esté desarrollando su vida en pos de nuevas aspiraciones civiles que esté tratando de alcanzar.
Ello debe conducirnos inexorablemente a constatar que el acervo completo de las religiones sigue y persigue tanto la estela de los pueblos o sociedades como del individuo concreto, por lo que, aunque en verdad toda religión se esfuerza por “modernizarse” o “explicarse” en la mejor forma debida para llevar a cabo la convivencia con las coetáneas exigencias civiles, hay, sin embargo, un momento en que cualquier religión dejará de ser instrumento de utilidad para un pueblo, para una sociedad o un individuo, momento a partir del cual dicha religión será lenta y progresivamente abandonada por sus fieles y, por ende, y del mismo modo, sustituida. Una vez que ya no quede individuo o grupo humano a quien pueda servir como muleta o apoyo para guiar y acrecentar su progreso espiritual, cualquier religión de que se trate desaparecerá, pues habrá prestado por completo su función y expectativas en el proceso y economía del mundo para que fue instituida.
Es la ocasión aquí para plantearse – siquiera grosso modo – el porqué de la configuración de un grupo humano prácticamente homogéneo por el cual son desarrolladas determinadas prácticas civiles y a un tiempo se practica por dicho grupo determinada religión. Existen desde luego más razones o matices, por supuesto, pero lo principal ha de consistir en saber que ello dependerá, sobremanera, de cuándo los individuos integrantes hayan conseguido completar totalmente sus vehículos, es decir: el triple espíritu, el triple cuerpo y la mente. Ésta última es, sin paliativos, motivo determinante para la utilización de la razón y, por tanto, y derivado de ello, motor-fundamento para la consecución en Occidente de los ideales respecto de la civilidad alcanzada hasta el día de hoy. Sin inconveniente alguno podemos afirmar que “a un determinado desarrollo de la razón, corresponden una determinada civilidad y una semejante religión”.
No obstante, las medidas tomadas por los Guías en un tiempo concreto, a efectos evolutivos, tardan en desaparecer, dado que siempre se solaparán (espirales dentro de espirales) con las siguientes. De aquí que las normas primitivas dadas por Jehová aún no hayan desaparecido en relación con la Nueva Dispensación, o religión de Cristo, al igual que ésta no habrá de desaparecer tampoco en el futuro con facilidad, sino que será asumida e integrada cuando ya, inmersos en otros tiempos más elevados, procedamos a tomar posesión de la que será la religión del Padre, la cual habrá de manifestarse bajo la concisa expresión de “Todo en todos”.
III
SUCINTA ORGANIZACIÓN DEL UNIVERSO
Poner de manifiesto con cierta claridad quién es quién en los distintos peldaños que la Escala de Jacob entraña, reviste sin duda una dificultad extrema. Los nombres dados por las distintas religiones, e incluso lo admitido por la conciencia de cada hombre, no hace sino avalar lo áspero de conciliar denominaciones, dependencias y funciones en algo tan inmensamente complejo como es el universo en sí. No obstante, procuraremos dar un detalle que permita dotarnos de un cierto grado de inteligibilidad.
En primer lugar debemos citar y referirnos al Absoluto, Ser Ilimitado e incomprensible, acerca del que ninguna idea, ninguna palabra o símil conocidos pueden expresar su naturaleza; se escapa, no tolera, no es posible la ideación y menos la comprensión acerca de Él por el ser humano actual, por lo que podríamos decir tan sólo que es “la Raíz de toda Existencia”. Simplemente. Nada más.
A esta siempre existente Raíz Cósmica, Raíz de toda Existencia se llega cuando indagamos asimismo acerca del origen del Arquitecto de nuestro Sistema Solar, el cual se encuentra inmerso dentro del séptimo plano, el último, junto a millones de sistemas semejantes venidos a ser en el principio. Para ello, uno debe elevarse aun por encima del primer plano, allí donde radican los dominios del Ser Supremo, EL UNO, el que procede del Absoluto desde la misma aurora de la manifestación. De Él habla San Juan al denominarlo Dios, de quien emanó el Fiat Creador, la palabra, el sonido, Aquél sin el cual nada fue hecho, siendo esta Palabra el Hijo bien amado, el que nació de su Padre (el Ser Supremo) antes que todo. Sin embargo, este Fiat Creador, obviamente, no es Cristo, pues Cristo, nuestro Cristo, pertenece a la oleada de vida de los Arcángeles, por lo que es un arcángel, si bien el más elevado iniciado, es decir, el más evolucionado espiritualmente entre aquella hueste, pero en ningún caso el Gan Ser de que estábamos haciendo mención. Y, ciertamente, tal y como dice Max Heindel, “la palabra se hizo carne”, pero no entendida como comúnmente suele usarse, en cuanto pueda referirse a carne física del cuerpo, sino tomando carne en relación con todo lo que es y existe, respecto de nuestro sistema solar y aquellos millones de sistemas solares a que ya nos hemos referido.
El aspecto Poder es el primer aspecto del Ser Supremo, del que procede el aspecto segundo, el denominado Verbo; dependiendo y procediendo de ambos el tercer aspecto del Logos, caracterizado como Movimiento.
Es de este Ser Triple de quien proceden los Siete Grandes Logos, los cuales, encontrándose en idéntico plano, el primero, son quienes contienen y emanan de sí mismos sin embargo todas las Grandes Jerarquías que van diferenciándose más y más a medida que vamos descendiendo por la Escala de Jacob o los siete planos cósmicos existentes. Cada uno de los Logos emana asimismo y de sí mismo siete Jerarquías, por lo que existen 49 en el segundo plano y 343 en el tercero y así sucesivamente, pudiendo tener cada de ellas divisiones y subdivisiones septenarias, motivo por el que al descender al plano séptimo, en el cual se encuentran los sistemas solares, su número se convierte en verdaderamente enorme.
Por tanto, si nos centramos en nuestro Plano Cósmico, y al igual que todos los demás dioses de todos los sistemas solares del universos, el Dios de nuestro sistema solar se encuentra en el Mundo más elevado del mismo, y de forma similar que el Ser Supremo – “como arriba es abajo” – estos dioses son también triples en su manifestación, estando determinados sus respectivos aspectos por lo que representan la Voluntad, la Sabiduría y la Actividad.
Y de igual modo sucede con cada uno de los Siete Espíritus Planetarios procedentes de Dios, los cuales, teniendo a su cargo la evolución de la Vida en cada planeta que gobiernan, también su manifestación es triple y diferencian dentro de sí mismos Jerarquías Creadoras con su respectiva evolución septenaria, si bien esta evolución es diferente entre ellos, dado que cada cual emplea métodos diversos para llevarla a cabo. Queremos reseñar que, a medida que un Ser Planetario evoluciona y toma nuevas y más altas responsabilidades, otra entidad viene a sustituirle en calidad de Regentes en función del continuo progreso evolutivo.
La Trinidad: Padre, Hijo, Espíritu Santo
La luz es una, pero así como ésta se refracta en los tres colores primarios al cruzar la atmósfera – rojo, amarillo y azul – del mismo modo Dios se expresa de forma triple cuando se manifiesta en la Naturaleza.
Cada aspecto o color, símbolos de la Deidad, representan un determinado principio, cuales son el Creador, Preservador y Destructor, los que a su vez se corresponden con la Deidad denominada Espíritu Santo (Jehová), con el Hijo (Cristo) y por último con El Padre, cuyas características respectivas se encuentran cimentadas por capacidades específicas de Actividad, Sabiduría y Voluntad.
Espíritus de Raza
Son arcángeles, y Jehová es su mando en Jefe. Cada Espíritu de Raza tiene dominio sobre un grupo determinado de humanidad; también lo tienen sobre los animales. Sobre las plantas lo tienen los ángeles. ¿ Y por qué bajo el auspicio de tales Espíritus ?
Ello tuvo su comienzo a mediados de la Época Lemúrica, cuando el triple cuerpo del hombre, y sobre todo su cuerpo de deseos, debía servir para conectarse con la mente y contener al Ego, pero, al igual que en cada momento decisivo de la evolución, y dado el desvalimiento e impotencia en que hubiese quedado el hombre sin ayuda exterior alguna para guiarse a sí mismo, fue preciso establecer una especie de tutela transitoria que le precaviese de los riesgos inherentes que conllevaba la evolución. En consecuencia, entonces y ahora, hasta que el hombre pueda gobernarse debidamente por sí mismo, su tutelaje deberá depender de los Espíritus de Raza. Los Arcángeles fueron la humanidad en el Período Solar, es decir, cuando su cuerpo más denso, aquél sobre el que su estado humano descansó – al igual que el nuestro descansa hoy en un conglomerado de elementos químicos – estaba constituido por el cuerpo de deseos. Obviamente, ellos son en definitiva eminentes prácticos en la conformación y desarrollo de dicho cuerpo, y nosotros nos hallamos tratando precisamente ahora de construir y dominar dicho vehículo. De aquí podremos deducir fácilmente cuán importantes son para las distintas razas tanto Jehová como los Arcángeles; sin embargo, y como ya se dijo, una vez que los individuos uno a uno van alcanzado dominio y gobierno de sí mismos, entonces, pero nunca antes, es que se liberan de la influencia y poder tanto de los Espíritus de Raza como en su caso de los de Tribu o Familia.
El lugar o punto de adherencia del Espíritu de Raza con el grupo protegido está en la sangre, al igual que ocurre con el espíritu-grupo (también arcángeles, si bien dirigen especies animales) y el mismo Ego, triple espíritu del hombre. Sin embargo, existe una importante diferencia, y es que, así como el Ego actúa por medio del calor de la sangre, los Espíritus de Raza lo hacen por medio del aire, al compás que entra aquél en los pulmones. De ahí deviene la frase de “soplaron sobre la nariz del hombre” acto por el que se aseguraba el dominio del los Espíritus de Raza, de los de Tribu, de los de Familia, etc. Y ellos fueron, los Espíritus de Raza, los que condujeron a los respectivos pueblos hacia los más variados climas y territorios de la Tierra, siendo vistos al ojo del clarividente desarrollado cada uno de ellos cual nube envolviendo y compenetrando la atmósfera de los respectivos territorios gobernados. ¿ Hemos de recordar que San Pablo nos habla del “Príncipe del Poder del Aire”, así como de principalidades y poderes, etc. ? De ellos, de estos poderosos Espíritus, emana el sentimiento del patriotismo, del cual, afortunadamente, poco a poco y lentamente los pueblos e individuos acabarán por liberarse. Una muestra más avanzada – pues se liberarían del Espíritu de Familia o de Casta, ambos angélicos y, por tanto, de naturaleza etérica – sería la de aquellas personas capaces de sentir a toda la humanidad como un gran colectivo de seres plenamente semejantes a ellas mismas. El típico ahogo anímico o sentimiento de expatriación al alejarse del territorio o atmósfera en la que dominan los espíritus protectores citados, es un síntoma claro y contundente de la dura pertenencia que estamos comentando.
En el ámbito del Espíritu de Raza el individuo será siempre el último y lo primero y único el colectivo, grupo en cuestión, y, por lo que hace a la forma, su conservación íntegra será la finalidad última. Recordemos en Deuteronomio, XXV: 5-10, pues la viuda, en caso de morir el esposo sin sucesión, debía ser fecundada por el hermano del difunto, con el estricto fin de que la familia no desapareciera. Casarse dentro de otra familia o casta constituía por tanto un acto desolador y vituperado, comportando además la pérdida de la propia casta. Los judíos, los escoceses y los vikingos son ejemplos comunes respecto de lo que aquí exponemos, si bien marquen una excepción los judíos americanos, quienes actualmente se encuentran inmersos en un lento proceso de liberación. Igual procedencia tutelar tiene de otra parte la endogamia, la cual tiende a conservar la memoria de sus ancestros a través del cuerpo vital con que se conforma la sangre; pues cuando una sangre pura persiste en el organismo de una familia por generaciones y generaciones, el Espíritu de Familia, viviente en la hemoglobina, hace que las imágenes mentales aparezcan y aparezcan sucesivamente, reproducidas por el espíritu protector; tendiendo esta reproducción a verificarse íntegramente en el último sucesor, quien podrá “ver” los hechos correspondientes a sus ancestros como si su presencia en ellos hubiese sido cierta, motivo por el que forzosamente le ha de resultar costoso llegar a reconocerse con la cualidad de lo que es: Ego independiente. Un caso verdaderamente notorio en este sentido, o de segunda vista, sería el de los Escoceses Highlanders, y también el de los gitanos; cuanto más reducido sea el grupo, más pura será la sangre y mayor “la vista”. Ser la simiente de Abraham constituyó en un tiempo la mayor de las honras. Así, y en su consonancia, bíblicamente se dice que Matusalén y otros patriarcas vivieron 900 años, cuando en realidad ése fue precisamente el momento en que acabaron por desaparecer de la memoria de sus descendientes y por tal motivo se dijo de ellos que habían muerto.
Son los Espíritus de Raza quienes prevén y atienden las necesidades de su pueblo, quienes diseñan no sólo sus formas físicas, sino también sus sentimientos y pensamientos e incluso su alimentación. Sin embargo, y de cualquier modo, puesto que no tenían mente, las razas más antiguas nunca desobedecieron los mandatos del espíritu-guía. Los primeros que tuvieron mente y desobedecieron tales órdenes, al casarse con las “hijas de los hombres”, fueron los semitas originales, quienes inmediatamente fueron apartados por haber adorado a dioses extraños y convertirse por ello en incapaces para ser portadores de la “semilla” de todas las razas de la presente Época Aria; ellos fueron, pues, la última raza mantenida separada, especialmente separada, dado que poco después, por y para el uso de la mente, y determinarse a sí mismo, al hombre le sería dado el libre albedrío, cual corresponde a un Ego individual e independiente y en función del devenir en el proceso evolutivo que aún se auspiciaba por delante.
IV
ANÁLISIS DE LAS TRES TEORÍAS OCCIDENTALES MÁS IMPORTANTES EN RELACIÓN CON LA RELIGIÓN
Primera teoría.- Es la materialista. Afirma que todo es materia y que, por tanto, el hombre también lo es, por lo que, cuando ocurre la muerte, aquello que se fue denominado “hombre” desaparece sin dejar tras de sí rastro alguno, ni siquiera mental. Para esta teoría, todo cuanto ocurre en el hombre puede ser traducido en interrelaciones de capacidades adquiridas a lo largo de las edades y siempre debido a una suerte de azares sucesivos e incomprensibles a través de la materia.
Segunda teoría.- La teológica. Es la sustentada por la Iglesia Católica. Podríamos resumirla diciendo que al nacer cada hombre, Dios crea su alma específica la cual le entrega, y aquél, tras el hecho de la muerte, y dependiendo ello de sus buenas o malas obras durante los exiguos años de su vida, adquirirá por siempre la dicha o la condena eterna, sin posibilidad alguna de retornar para corregir sus actos y perfeccionar su conducta y por tanto su vida.
Tercera teoría. Es la del renacimiento, denominada por muchos de forma indebida de la “reencarnación”. Esta teoría nos dice en síntesis que el hombre, mediante sucesivos renacimientos, está asistiendo a distintos cursos de una escuela con sus consiguientes días y épocas de vacaciones o descanso; que cada vez que renace trae consigo los frutos acumulados de cada vida a los de la vida anterior, por lo que sucesivamente va ganando méritos con que perfeccionar no sólo su cuerpo físico sino también sus vehículos espirituales, consiguiendo construir y hacer surgir por sí mismo y de sí mismo poderes anímicos trascendentes, y ello, de tal forma, que en un mañana aún lejano alcanzará sin duda la perfección tras haber acumulado los poderes que son precisos a un dios, puesto que habrá desarrollado no sólo sus posibilidades latentes en cuanto hijo de un Padre perfecto, (Dios) sino que contará con la virtualidad de hacer aportes originales (epigénesis) dada la vertiente propia de un Yo independiente y a la vez creador. Añadir, en suma, que esta teoría predica el libre arbitrio del hombre en aras a la conformación de su propio destino, y que todo cuanto le acaezca a lo largo de su evolución será consecuencia única y estricta de sus actos previos, dado que Dios, lanzado el Fiat Creador y diseñadas las leyes que rigen el universo, éstas han sido sostenidas, por lo que se recoge lo que se siembra, si bien se considera oportuno introducir una matización, cual es la de que prácticamente, y al final de los tiempos, todos, y no sólo 144.000 seremos salvos, tal y como es afirmado y defendido por la teoría teológica.
Así, pues, es el momento de entrar directamente en el capítulo de las comparaciones. Tras analizar la teoría materialista, y comprobada su incapacidad para darnos una solución válida a los esquemas que tanto nos preocupan, cuales son los relativos a la vida y la muerte, no tendremos más que delinear algunas de las verdades bien contrastadas hoy científicamente para poder desecharla con absoluta solvencia. Hoy de ningún modo podemos negar ni siquiera poner en duda la continuidad, la permanencia de la materia o de la energía, puesto que aceptamos su transformación pero no su desaparición. Por otro lado, que la mente despliega fuerza o energía se halla también fuera de toda especulación científica, por lo que, de existir una pregunta oportuna, debería contener el siguiente trazado: tras el hecho de la muerte ¿ dónde encontraríamos la mente, aquella energía capaz de alterar el propio ser como la propia conciencia y otras conciencias, capaz en resumen de idear y establecer un orden antes inexistente y al tiempo vigilarlo y mantenerlo, adónde, adónde habríamos de acudir ? De otro lado, y del mismo modo, sabemos que los átomos de nuestros cuerpos cambian en cada período aproximado de siete años; por lo que, si la teoría materialista fuese cierta, nuestra memoria prácticamente desaparecería al cabo de tan escasos años, quedándonos únicamente el recuerdo de lo acaecido durante los últimos siete; y, sin embargo, es bien notorio que somos capaces de recordar acontecimientos extraordinariamente lejanos y nimios, ubicados en los mismos inicios de la niñez. Si a ellos añadiésemos los recuerdos que afloran en situaciones de trance o en las cercanas a la congelación o al ahogamiento, tendríamos que concluir que esta teoría no aporta explicaciones porque simplemente no las tiene: se sume sin más en el silencio.
Pasemos, pues, sin mayor cuidado a examinar el contenido de la teoría teológica porque, lo que de entrada más llama la atención en ella, es la clamorosa injusticia que entraña en sí, pues ¿ cómo es posible que de los miles de millones de espíritus que componen la humanidad, Cristo, enviado por El Padre en su plan salvador, haya venido a salvar sólo y exclusivamente a 144.000 ? Por tanto, teniendo presentes la omnisciencia y omnipotencia de Dios ¿ es posible que concibiese un plan de redención y salvación para tan pocos ? La mente, en su racionalidad, y en consecuencia, no puede admitir semejante tropelía por injusta y desigual. Porque ¿ qué sería de los demás ? No, por tanto, no es posible que Dios envíe a su Único Hijo para llevar a cabo un plan divino que más bien y en realidad devendría en un plan-hecatombe en lugar de un plan ciertamente salvador. Es posible que lo que en verdad quiera decir la Biblia sea muy diferente a lo que la teoría teológica está predicando y defendiendo, cuestión ésta que probablemente podamos examinar más adelante.
Por último, pasemos a resaltar los matices más brillantes o matices-fundamento de la teoría del Renacimiento, la cual – recordémoslo – dice que a base de encarnaciones sucesivas, y lentamente, aprendiendo las lecciones de cada vida y acumulándolas en la conciencia personal, el ser humano progresará hasta alcanzar no ya y únicamente un cuerpo físico perfecto, sino un desarrollo espiritual de magnitud extraordinaria, inimaginable siquiera por nosotros mismos en estos momentos actuales. Es la teoría que, asistida de la lógica e interrelacionando entre sí todos sus aspectos, concibe y basa su sistema en una estructura creciente y ordenada, cual es en sí la “Evolución”, la del espíritu a través del tiempo, a lo largo del plan diseñado por Dios desde el principio para la humanidad, un plan que de ningún modo se desarrolla de forma rectilínea, es decir, de forma unidimensional, como así sucedería de ser ciertas las teorías materialista y teológica, y ni tampoco circular, con encuadre bidimensional, dado que siempre retornaríamos al punto de partida sin alcanzar meta ni fin alguno. Por el contrario, y acorde con las tres dimensiones cual está constituido nuestro mundo, la teoría del renacimiento nos indica que la evolución tiene su marcha en espiral, espiral simple o doble o en pares contrapuestos, pero siempre hacia arriba y hacia delante, volviendo y elevándose, perfeccionándose tal y cual podemos observar que ocurre a través de infinitas vertientes y aspectos del universo que nos rodea, el que alberga y va proporcionando nuevos espacios a estrellas, galaxias y demás agrupaciones cósmicas.
El ir y el volver, el mero retorno (sobre todo desde la vida a la muerte, y de nuevo desde la muerte a la vida) – elemento básico en el renacimiento – constituye un hecho persistente y capaz de ser descubierto por doquier: así el día y la noche, el ciclo alternante de las mareas, el invierno y el verano, la composición de nuestra nebulosa solar o la de los innumerables conglomerados cósmicos que en el espacio pueden ser observados, o mismamente a través del diseño de una pequeña y humilde planta: cada rama, cada tallito u hoja van conformando el esquema en espiral de que estamos hablando: un ir, un volver y un permanente crecer. Por tanto, y en virtud de lo que la Naturaleza nos está mostrando ¿ podría ser posible que tal diseño estuviera concerniendo al resto del mundo y no concerniera al hombre ? Si la primavera vuelve y todo germina, y se expande y florece ¿ cómo podría ser que el hombre no volviera y permaneciese para siempre sin adquirir nueva vida, ni nueva fuerza, ni nuevas experiencias con su crecimiento y, en consecuencia, sin alcanzar la perfección, cual es su meta ? ¿ Es que acaso no recordamos que el mismo Cristo dijo “¿ no sabéis que sois dioses ?” y que esto, sin la menor duda implica perfección ? Sí, podremos responder, pero ¿ es que no hemos conocido a referenciados nuestros ya fallecidos, acerca de los que tenemos convicción plena de que su condición moral y espiritual distaba mucho de encaminarse a la de un dios ? Y es que ¿ no sería más bien que tanto dichos hermanos como nosotros mismos, ya muertos, ya vivos, somos dioses en formación y que en consecuencia aquellos se hallaban lejos aún de la condición de perfectos ? Evidentemente la afirmación de Cristo, sus palabras, encuadran armoniosamente en la teoría del renacimiento, pues no de otra manera, sino retornando y creciendo progresivamente, es decir, evolucionando, sería y es que podremos llegar a ser superiores a los ángeles, siquiera fuese dicho adelanto con relación a la condición o status actual de esta hueste de luz.
V
APUNTES CONCRETOS ACERCA DE LA COMUNICACIÓN
Aparte de la palabra y de las ondas electromagnéticas (producidas éstas por cargas eléctricas en oscilación o vibración) el clarividente es capaz de observar otras radiaciones transportando mensajes por el espacio cósmico. Por ejemplo, si alguien tomara una idea y concentrase su atención sostenidamente, el éter correspondiente a la glándula pineal comenzaría a vibrar excitadamente, con lo que a su vez provocaría otras ondas en los éteres próximos, ondas que comenzarían a expandirse en todas direcciones. Si estas ondas alcanzasen la glándula pineal de otra persona y consiguiesen hacer sobrevibrar el éter de aquélla, el contenido vibratorio tomaría campo en el cuerpo de deseos del receptor para enseguida alcanzar su mente y, por tanto, dar lugar a que penetrara en su conciencia. Si la glándula pineal de la segunda persona no sufriera conmoción alguna, el pensamiento primero pasaría sin más, no ocasionando ni la más leve o insignificante percepción.
En este orden de cosas, las ondas mentales pueden ser enviadas directamente a la mente o mentes de otras personas, quienes, a su vez, actuarán de receptores y repetidores hacia terceros, reforzando de esta forma el poder original de la onda captada. De aquí se deduce que el hombre se comunica con el hombre tanto por medio de la palabra hablada como por medio de ondas, ya sean éstas electromagnéticas, etéricas o bien ondas de pensamiento. Sin embargo, y mucho más allá del campo en que actualmente están desenvolviéndose nuestras tecnologías más avanzadas, el clarividente educado, bajo campos vibratorios de frecuencias altísimas, descubre otros seres vivientes inmensamente alejados de la Tierra. ¿ Dónde, si no, es que viven las doce grandes Jerarquías Creadoras que tanto ayudaron y aún ayudan en su evolución a la Humanidad ? Y el sistema solar ¿ no es acaso la manifestación perceptible de los distintos vehículos de Dios, a los que Él impregna con su vida y su conciencia ? Así, pues, dentro de Su Ser tiene lugar la existencia de un gran número de seres en sus respectivas marchas evolutivas, seres que, en función de su grado específico de evolución, requieren asimismo de un entorno concreto, con una vibración del mismo modo, definida y precisa. Por tanto, y en aras de lo dicho, cada planeta (con su vida evolucionante en sí mismo y dentro de sí mismo) ha ido siendo expulsado de la masa central de la nebulosa tanto con una morfología propia como con una distancia solar diferenciada.
Y así como Cristo y los arcángeles tienen como común hogar de residencia el sol, Jehová y los ángeles lo tienen principalmente en las múltiples lunas del sistema, si bien su acción, la de los ángeles, no tiene descanso, puesto que constantemente se encuentran dirigiendo los procesos de conformación, crecimiento y reproducción de las formas en los planetas.
Volviendo a Cristo, es un rayo de su conciencia el que anualmente penetra en la Tierra, el que renueva su vida y más tarde, por Pascua, “resucita”.. Los arcángeles, en cambio, son los encargados no sólo de transportar los rayos solares a los distintos planetas, sino que también dirigen a infinidad de pueblos en calidad de Espíritus de Raza, amén de su labor en calidad de embajadores interplanetarios del sistema. Para ser más concisos, he aquí el correspondiente cuadro con los nombres de estos arcángeles-embajadores en la Tierra, junto a los planetas que representan:
NOMBRE PLANETA
Ituriel …………………………………………Urano
Casiel ………………………………………. Saturno
Zachariel…………………………………… Júpiter
Samael ……………………………………… Marte
Anael ……………………………………….. Venus
Rafael ………………………………………..Mercurio
Miguel………………………………………..Sol
Gabriel (ángel, no arcángel)….…… …Luna
Los arcángeles-Espíritus de Raza, los cuales actúan a través de la atmósfera de la nación, proyectan determinadas imágenes, ideas y sentimientos, influyendo tanto en la estructura y forma corporal de sus protegidos como en sus lenguas, sus hábitos y modo o modos de sentir. Sólo por medio de la voluntad es como una persona logrará erigirse en su propio Ego rector e independizarse de su Espíritu de Raza e incluso de Familia (ángel)
De otra parte, los cuatro ángeles que vigilan y controlan el cumplimiento de nuestro destino, denominados Ángeles Archiveros, Ángeles Registradores o simplemente Ángeles del Destino, habitan la constelación de Tauro, la de Escorpio, la de Leo y la de Acuario. En cambio, los ángeles caídos, los que en Occidente son conocidos por Ángeles Luciferes, tienen su sede residencial en Marte, siendo a ellos a quienes, a través del Cuerpo de Deseos corresponde espolear a los humanos, a fin de que, adquiriendo experiencia simultánea junto a los hombres, ellos les permita elevar su conciencia y alcanzar el normal status evolutivo, desarrollado ya, por sus hermanos de oleada de vida, los ángeles seguidores de Jehová (la razón de por qué se les denomina Ángeles Caídos, es algo de lo que trataremos en otro lugar del libro) Aseverar, por tanto, que Espíritus Virginales de la oleada de vida que comenzó a evolucionar con el hombre en su etapa mineral (meras chispas de una llama que es Dios) se encuentran en todos los planetas y en sus respectivas lunas (si bien en éstas únicamente los rezagados) puede resultar extraño al profano, al no estudioso hasta ahora de estas enseñanzas, aunque ello, en realidad, sea absolutamente cierto. La conformación del universo es mucho, muchísimo más compleja de lo que de ordinario solemos pensar. Reflexionemos, no obstante, en el siguiente principio: A mayor perfección, mayor complejidad.
En consecuencia, y debido a su distancia al sol, los habitantes de Mercurio, de Venus y Júpiter (éste con base en el calor que desarrolla internamente) suelen estar más evolucionados o avanzados que los pobladores terrestres. En cambio, los que habitan Marte, Saturno y Urano, (los demás planetas no pertenecen propiamente a nuestro sistema solar) se encuentran, obviamente, en un grado inferior al nuestro.
Los rayos solares que los arcángeles hacen llegar a la Tierra, tanto de forma directa como por medio de la luna y otros planetas, contienen dentro de sí el poder de despertar
partes concretas de las personas si éstas poseen la sintonización oportuna con dichos rayos, permitiéndoles resonar cual diapasón bajo identidad de frecuencia, o a través de radio con circuito apropiado para captar la frecuencia de la onda que haya sido emitida. Durante los meses de otoño e invierno, Cristo, el arcángel más elevado, penetra en el centro de la Tierra y, desde allí, hasta agotarla, emite su fuerza de amor, su altruismo, su benevolencia y su generosidad hacia todos.
Por medio de la plegaria, el ser humano puede contactar con los poderes superiores, incluyendo a Cristo, a los arcángeles y demás entidades celestes. La promesa (Mat.7:7) está formulada y recogida en: “Pedid y se os dará, buscad y encontrareis, llamad y se os abrirá”. A modo de complemento respecto de la plegaria, debemos señalar que, de forma específica, cada arcángel tiene asignados negocios y asuntos determinados, así como que – cual canales en la vida ordinaria – también existen “horas planetarias” las cuales facilitarán todo pedido que se formule ateniéndose a la hora apropiada para cada planeta, dado que, en consecuencia, el “interruptor” o “canal afín” lo encontraremos abierto en ese tiempo preciso y exacto y no en otro.
VI
DE LA SABIDURÍA
Antes de que nos dispongamos a seguir desgranando el contenido de este “Manifiesto Occidental”, desde luego conviene que realicemos un alto que nos permita realizar algún comentario tocante a la sabiduría. Realmente, muchos y muy diversos serían los extractos que podríamos traer aquí arrancados de las páginas de los Libros Sapienciales del Antiguo Testamento, pero, en verdad, no se trata tanto de encaminarnos y reproducir por enésima vez a aquellos contenidos como darnos la posibilidad de, en pocas palabras, obtener la esperanza de que tal vez hayamos podido acercarnos a algún umbral de tan asombrosa e inimaginable fuente de la que estamos hablando: la sabiduría.
Previamente, y en cualquier caso, es de estimar que nadie mejor que el propio Salomón (encarnación previa de Jesús y símbolo por excelencia del Saber) supo definirla por medio de las siguientes palabras: tomadas de Sabiduría, 7:25-27 “ … una emanación pura de la gloria de Dios omnipotente, por lo cual nada manchado hay en ella. Es el resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su bondad …” Con paz y hondura, procúrese intuir seguidamente lo que ha deseado transmitirnos Salomón, concentrémonos con fuerza pues en ello e imaginémonos aquel resplandor fluyendo con absoluta paz y pureza de lo que Dios es (luz y amor) lo que debe entrañar y transmitir semejante brillo, y pensemos en ello penetrando y cohesionando con dulzura las cosas, armonizándolas y sustentando en ellas la facultad de cohesión interior y perfecta estabilidad, al tiempo que dotándolas con el contenido cierto tanto de lo que es como de lo que ha de ser y el modo en que se ha de desarrollar. ¿ No se trata en este resplandor, en potencia y acto a un tiempo, del compendio del bien mismo ? Los ángeles, en cambio, obtuvieron la sabiduría en sí como un don natural, no tuvieron por tanto que luchar por ella como nosotros hemos luchado y continuaremos luchando por conseguir el mero conocimiento; a ellos les fue dada la sabiduría per se, procedente del fondo cósmico, del mismo fondo universal de sabiduría divina. Tras haber introducido anteriormente el término “cosas”, bien podría creerse que pudiese tratarse de une error, puesto que, en apariencia, únicamente la mente poseería en sí la virtualidad para la aprehensión del conocimiento y su consiguiente posesión. Pero, si miramos y reposamos bien las palabras de Salomón, la mente no vendría a constituir respecto de la sabiduría misma sino un instrumento (cual en sí es del espíritu) para su acercamiento y comprensión, pues que la mente no sólo indaga, sino que penetra, siente y comprende de modo similar al corazón. Sin embargo ¿ cuál habrá de ser la sabiduría contenida y expresada en un cubo, una esfera, y en todas y cada una de las figuras geométricas ? Porque todo cuanto existe en el mundo es para ser investigado, examinado, controlado, comprendido por el hombre y por los hombres individual o colectivamente, dado que un creador necesariamente tiene que conocer, comprender y dominar cada cosa del mundo en que le ha sido dado evolucionar. Por ello, todo cuanto ha de saberse acerca de “las cosas y su todo” se encuentra disperso y entrañado en ellas, en cada molécula, en cada célula y átomo, y el hecho de descubrirlo viene a conformar el conocimiento, conocimiento que, sin embargo, aún no, aún no es sabiduría. Porque aquél contiene tosca y necesariamente los hechos tal cual tienen lugar tanto física como espiritualmente y cuanto implican en ya en sí mismos ya en sus efectos. Es la experiencia, una parte de ella. Sólo, exclusivamente.
Un ser humano, con libertad y discernimiento suficiente, se hallaría así ante el dilema de elegir en definitiva qué hacer, qué dirección tomar frente al conocimiento, frente a su posesión. Porque aquí es donde se consuma y tiene lugar el libre y pleno albedrío, justamente en los actos que llevamos a cabo de forma consciente y libre. Es de ese preciso momento de donde han de partir en su caso las innumerables cadenas de causas-efectos de que se nutren nuestros destinos amalgamándose entre sí, aquello de que, en resumidas cuentas, se componen nuestros karmas (acción-acciones) ya individuales o colectivos. Por tanto, el componente moral deviene de necesidad inexcusable a fin de alcanzar sabiduría, es decir, el hecho práctico de poner por obra el conocimiento en sentido positivo, en la concreta construcción y proyección del bien.
Por lo que hace a nuestro quehacer diario, sea éste desarrollado en la escala que fuere, para ser impregnados por la sabiduría, es preciso sin embargo y de todo punto que este quehacer sea amado, porque el amor – principio de atracción y cohesión, no se olvidársenos esto nunca – es el que produce con su fuerza el acercamiento e interpenetración por nuestra conciencia en relación con aquello que pretendemos conocer, y ello, ya sea externo o interno a nuestro ser, poco habrá de importar. Ahora bien, ese amor de que hablamos, deberá ser un amor puro, desinteresado y humilde, compasivo y ayudador, un amor con que instruir únicamente el bien y su tendencia a su preservación. Daremos una referencia del Dr. George Washintong Carver que, más o menos, viene a decir así: “ … cualquier cosa nos revelará sus secretos si la amamos lo suficiente”. Por tanto, poner un gramo de amor crecido en las cosas con que trabajamos y que conforman nuestra vida, es de vital importancia para la imprevista llegada y adquisición no sólo de la sabiduría, en cuanto tonalidad moral-espiritual específica, sino, lo que es previo a ella, del conocimiento. De todos modos, harán bien en bien en recordar que, en nuestro mundo, y en su práctica diaria, “únicamente es sabio aquél se conduce sabiamente”. Sólo y exclusivamente él.
VII
DEL PAPEL QUE JUEGA LA HERENCIA
a) Tomando como fuente una creencia popularmente admitida, se dice que “si un hijo llega al mundo, es porque sus padres (en realidad gametos masculinos y femeninos) han puesto de su parte lo necesario para que dicho hijo acceda a él, al tridimensional, al que nos cobija, y que, por tanto, no solamente ha tenido lugar la unión de las células respectivas sino que, además, “alguien” ha determinado, ha querido previamente (mediante la voluntad) que dicho hijo fuese gestado y naciese; en una palabra, que son los padres quienes llaman a los hijos y éstos, generalmente, acceden a ello y, en consecuencia, son gestados y nacidos.
b) Otra creencia general y popularmente admitida es que los hijos heredan de los padres no sólo la constitución, rasgos y calidad física de los cuerpos, sino también aquellas cualidades que manifestarán en el carácter, entre las que sin temor a equivocarnos podemos citar: la inteligencia, el buen humor, la simpatía, etc…
c) Existe a su vez una costumbre muy en uso también, por la que cabe preguntarse por qué perteneciendo a la misma familia, dos hermanos pueden diferir tanto en el carácter, por cuyo motivo, y muy a menudo, líneas arriba de los ancestros suele indagarse buscando una similitud, y, por tanto, poder justificar el carácter de tales descendientes.
Pues bien, vamos a intentar paliar un tanto el grado de desviación que aparece entre las creencias descritas y la pura realidad de los hechos.
No son los padres quienes “llaman” a los hijos, puesto que viene a ocurrir completamente a la inversa: son éstos quienes eligen a sus padres. Tras una estancia de soledad y descanso en el tercer cielo (región del pensamiento abstracto, la de las ideas platónicas) – allí donde la entidad-hombre sólo siente que es – ésta, decimos, recibe un impulso hacia un nuevo renacimiento. Es el momento en que, normalmente, los Ángeles Archiveros le van a mostrar varias posibilidades alternativas de encarnar y entre las que debe elegir. Se trata, por tanto, de un momento muy especial porque, una vez efectuada la elección, no existe posibilidad de dar marcha a atrás. Hemos de aclarar, sin embargo, que, en dicho instante, los Ángeles Registradores, o del Destino, van a mostrarle al ente que va a renacer las líneas generales acerca de cómo se desarrollaría cada una de las vidas en caso de eligir cualquiera de ellas. Por tanto, una vez vistas y examinadas, es cuando el Ego asume alguna en concreto, encarnando para ello en un lugar y padres determinados. ¿ Qué implica, pues, la elección efectuada ? Que, en general, entre el Ego encarnante y los futuros padres está rigiendo la ley de asociación entre ellos o Ley de consecuencia para él, lo cual se traduce en que con anterioridad, ya fuese en la vida próxima anterior o alguna de las vidas aún anteriores, hubo entre ellos un trato o relación de la naturaleza convivencial, familiar o no, de amistad o enemistad, de deuda de servicio contraída, etc. Otra posibilidad más nos hablará de que, en función de la deuda de destino – karma – que al mundo traiga el encarnante, la constitución de los cuerpos físicos de sus futuros e inminentes padres será la apropiada para él, puesto que de ellos ha de recoger no solamente los genes, los cuales determinarán la estructura de la forma de su cuerpo, pero en especial y sobre todo el de la madre, ya que de ella habrá de recoger en exclusiva la “calidad” de los materiales con que la estructura en sí será construida.
Existen casos, no obstante, en que el Ego encarnante, de manera inexorable, debe cumplir determinados aspectos de las deudas de destino que trae consigo desde tiempo atrás. Suele tratarse de casos en los que, una y otra vez, el Ego ha ido escabulléndose, por así decirlo, en alguna o algunas vidas y postergando sus débitos; dicho de otra manera, tiene pendientes pagos que ha debido realizar ya con anterioridad, en su tiempo, pero que, de no ser cumplidos y satisfechos ahora, en la presente encarnación, su evolución no podría ser posible porque con aquel incumplimiento sistemático la ha detenido, en otros términos, la ha hecho inviable porque la ha bloqueado. De ahí deviene la necesidad imperiosa del pago. Es lo que constituye el llamado “destino maduro”, es decir, aquél que no puede evitarse y que irremisiblemente debe ser cumplido. En él los Ángeles del Destino no ofrecen por tanto alternativas ni escapes posibles, por lo que tanto los padres como el lugar con su hábitat y demás directrices de vida le son al Ego impuestas sin elección alguna.
Y dado que “lo que se siembra se recoge”, hemos de decir también que, aunque el mundo está regido por la ley, no existe en el universo ninguna ley ciega, y que una ley superior deroga una inferior si fuese necesario, – cual ocurrió al ser expulsado Júpiter del Sol – porque todo es inteligencia fluyendo continuamente y ello lo percibamos o no. Suele citarse el caso en el que un Ego vaya a requerir para su próxima encarnación, por ejemplo, ciertas condiciones auditivas que sólo podría obtener de los canales semicirculares de Cortí de unos padres que se encuentren ya encarnados y en momento propicio para la procreación, pero que, si el Ego en cuestión cumpliera su estancia completa en el tercer cielo, dado el tiempo que debiera transcurrir para volverse a encarnar, perdería una ocasión optima, con lo cual su evolución indudablemente se postergaría. En dicho caso, flexiblemente, y si la diferencia de tiempo no es mucha, los Ángeles del Destino le proporcionan la oportunidad expuesta de encarnar, sin perjuicio de que, en otra posterior estancia celeste, ésta le sea alargada en la misma medida ahora pudiese serle recortada.
Hagamos notar en consecuencia que de los padres no recogemos más que la forma, la estructura, si bien la calidad de ésta última la percibimos de la que dispone únicamente la madre.
¿ El carácter, por tanto ? El Ego, el triple espíritu, (el Divino, de Vida y Humano, y no tres espíritus en sí, sino tres fuerzas diferentes por medio de las que el espíritu se manifiesta único) es quien, desde el instante mismo en que entró en la arena de la involución-evolución junto al aporte de su epigénesis personal y a través de las edades, por eones de tiempo, ha ido instruyendo y conformando su temple, su modo de ser, su propio carácter. Nadie puede suplirlo porque él es él, diferente a cualquier otro porque dispone de propia libertad y libre albedrío, y ni nadie puede modificárselo si él no consiente y asimismo lo moldea. Para bien o para mal el Ego es su propio capitán y su propio rey, su propio y absoluto rector durante la vida y aun después, durante el lapsus que media entre una muerte y la siguiente encarnación. A última hora, el Ego es tan libre que incluso puede dar lugar a lo que en términos esotéricos se conoce como “segunda muerte”, de la cual pasaremos a hablar más tarde.
¿ Y es que acaso no hemos efectuado la observación más arriba de la disparidad tan extrema que a veces tiene lugar dentro de la misma familia ? Quienes se odiaron han debido volver a reunirse para propiciar y llevar a cabo la amistad; quien no atendió determinadas obligaciones o deberes, deberá tal vez reunirse con “alguien” para que aquellas atenciones, en alguna forma, les sean prestadas. Así, pues, las motivaciones por las que los Egos pueden volver a encontrarse son cuasi infinitas, y dado que la finalidad más inmediata consiste en construir la fraternidad o amistad universal entre todos los seres humanos, es obvio que hasta que tal circunstancia no sea alcanzada, la ley de consecuencia, o de asociación de unos con otros, obrará en nuestro mundo de forma sistemática.
Respecto a las deformaciones congénitas, formulemos las siguientes y sucintas aclaraciones de matiz preferentemente científico: en el núcleo de cada célula, los genes que allí se encuentran contienen en sí mismos patrones de codificación en virtud de los cuales van a constituirse las diversas proteínas del cuerpo, y se unirán mediante cadenas denominadas cromosomas. Cuando la descendencia va a tener lugar, y dentro de cada célula, los cromosomas se duplican, y estas partes duplicadas irán posteriormente a un óvulo o a un espermatozoide. Al unirse el óvulo con el espermatozoide resulta una nueva célula, y, tras haberse dividido ésta, es cuando el embrión ha de comenzar a crecer.
Ahora bien, si cualquiera o los dos de los padres detentasen genes con defectos, y si dichos genes defectuosos se encontrasen en esa mitad que se trasmite al espermatozoide y al óvulo, el niño o niña portará genes con aquellos defectos, pudiendo padecer su cuerpo deformaciones estructurales o tal vez funcionales.
Hay que tener presente que ya se trate del proceso de duplicación y separación, por medio del cual son producidos espermatozoides y óvulos, o bien se trate del momento inicial de desarrollo del feto, si la duplicación de un gen no tiene lugar de manera adecuada, si los cromosomas se rompen y se reordenan de una forma imperfecta o se pierde una porción del mismo, si son transferidos muchos o pocos cromosomas al óvulo o al espermatozoide, sin duda podrán ponerse de manifiesto defectos funcionales o de estructura en el cuerpo del individuo afectado.
VIII
PARTICIPACIÓN FUNCIONAL DE LAS LUNAS
Quedó señalado más arriba que era Jehová con sus ángeles, y también arcángeles, quien dirigía el gobierno de todas las lunas del sistema. El destino o lugar de residencia perentorio de los rezagados de cada planeta son sus lunas. En ellas, por tanto, impera la ley, pues Jehová es el Señor de la Ley así como lo es de la fecundación y de todo lo tocante a las formas y lo referente a las religiones dadas por él, al igual que las distintas lenguas. Y es por medio sacrificio y esfuerzo en el riguroso cumplimiento de las leyes establecidas a los lunáticos seres evolucionantes, que éstos, presuntamente, podrán progresar lo suficiente en su iluminación espiritual y regresar al planeta-madre para continuar de manera ordinaria la evolución perdida. En otro caso, estos Egos, irremediablemente perdidos debido a la disolución de sus vehículos (segunda muerte) serán expelidos hacia Urano, puerta de salida hacia el espacio interplanetario, donde deberán esperar una oleada nueva de vida con la cual poder continuar evolucionando. Una vez que un módulo lunar ha quedado deshabitado por completo, la fuerza de atracción ejercida por el planeta-madre comienza a disminuir, por lo que su órbita se ensancha progresivamente hasta ser expelido fuera del ámbito del sistema solar para, en un segundo paso, desintegrarse en el espacio interestelar y ser disuelto en el Caos.
Las leyes jehovísticas son, sin duda, leyes de rigor, duras y difíciles de cumplir, por lo que con ellas son prescritos dolores y consiguientes sufrimientos para sus transgresores, ya que, desde el primer momento de su implementación han supuesto y suponen un enfrentamiento entre el temor de Dios y los deseos de la carne del hombre. Así se instauró el “pecado” en el mundo. Recordemos, como acontecimiento fundamental en el decurso humano, que fue en la Época Lemúrica, en sus comienzos, cuando la luna fue arrojada al espacio procedente de este planeta-madre, la Tierra. ¿ Por qué ? La necesidad devino del grado de cristalización en que habían incurrido los rezagados durante el período Terrestre, hasta tal punto, que se hizo necesario “sacarlos” al espacio exterior a fin de que el conjunto total que habitaba la Tierra no cristalizase de igual forma y, en consecuencia, pudiese la inmensa mayoría de la Humanidad proseguir el camino evolutivo. Preguntémonos más aún: ¿ quiénes son los rezagados, quiénes los transgresores y qué les espera ? Ello dio comienzo en el denominado “Jardín del Edén”, cuando los seres humanos de entonces presentaban una conformación – física y espiritual – muy distinta a la de los actuales. “Jardín del Edén” hace alusión a cuando el hombre tenía una conciencia ampliamente vívida en los mundos invisibles, en los cuales compartía aún la visión celeste de las Jerarquías Creadoras y la certidumbre de que era hijo de Dios y, por contra, apenas disponía de percepción alguna del mundo material en que en realidad vivía y se desarrollaba, motivo por el que, una vez que le sobrevenía la muerte, tenía lugar en él una solución de continuidad de conciencia puesto que, ante el hecho de reemplazar un cuerpo físico por otro, ni siquiera podía percibir los cambios a que había lugar; era el tiempo en el que teniendo en cuenta líneas interplanetarias propicias – fundamentalmente las del Sol y la Luna – el incipiente ser humano, y una vez al año, era guiado en masa por los ángeles hacia la parte oscura de la luna, donde en lugares sagrados, a modo de templos, se procedía al apareamiento de forma inocente y prácticamente inconsciente del acto que se llevaba a cabo. Lo que todavía denominamos como “Luna de miel” no vendría a ser sino reminiscencia de semejantes viajes ancestrales.
Y, asimismo, fue precisamente en este tiempo cuando tuvo lugar la tan llevada y traída “tentación de Eva”, hecho éste que sólo a grandes rasgos procuraremos dejar ahora delineado aquí: los Ángeles Caídos eran – y algunos aún lo son – rezagados dentro de su correspondiente oleada de vida. Estos ángeles, junto a su jefe, Lucifer, – espiritualmente el más elevado ángel después del mismo Jehová – tras haber sido derrotados previamente en la guerra de los cielos por Miguel y sus huestes, habían sido apartados y recluidos en Marte, con pérdida de los beneficios propios de la evolución que en su orden normal les hubiera correspondido. Por tanto, en dicho momento, estos ángeles caídos se encontraron en un status de extrema dificultad para poder seguir evolucionando: por un lado, no podían seguir a sus compañeros auténticos; pero, por otro, al no se hombres, puesto que en su etapa evolutiva nunca habían llegado a descender a nuestro plano de densidad material y por tanto lo desconocían; se hallaban en consecuencia a medio camino entre el hombre – si bien muchísimo más avanzados – y sus propios ex-compañeros. De ahí que, y como medio de adquirir experiencias que les permitieran evolucionar a sí mismos y eludir semejante estado de postración, recurrieran a penetrar en el canal serpentino de la mujer, canal espinal o columna vertebral – de ahí la visión que la mujer tuvo de ellos, en forma de serpiente – y acceder a su conciencia, a través de la cual se propusieron hablarle en definitiva “¿ No sabéis – dijeron a la mujer – que si queréis podéis ser inmortales como Dios, porque aunque comáis del fruto prohibido no moriréis porque podréis construir nuevos cuerpos ?” Con lo que con su advertencia comunicaron al hombre la posibilidad de darse cuerpos físicos a sí mismos a fin de ir tomándolos sucesivamente cuando perdiera el antiguo, que por cierto ocurría muy a menudo y con extrema facilidad. El resultado fue que la norma impuesta por Jehová, consistente en que podían “comer” del fruto de todos los árboles del Paraíso a excepción del denominado Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, a partir de entonces fue transgredida no sólo de forma creciente sino multitudinaria, hecho éste que habría de conducir progresiva e irreversiblemente a que el hombre concentrara la conciencia en el mundo material con la consiguiente pérdida, cuando no el olvido total, del contacto directo y la visión celeste de las Jerarquías Creadoras de que había gozado hasta entonces. Una vez centrada su visión y conciencia en el mundo denso en que nos encontramos, el mundo propiamente material, perdido “su estado de original pureza e inocencia” y llegado que fuera hasta aquí, ello iba a implicar que inevitablemente y por vez primera se encontraría cara a cara con el dolor y la muerte. ¿ … y por qué el dolor y la muerte ? Sencillamente porque, dada su ignorancia al efectuar el acto de la generación sin atenerse a las líneas propicias para llevar posteriormente a cabo un parto sin dolor, éste, en su consecuencia, devendría difícil y doloroso, al tiempo que el hecho de la muerte se le habría de presentar como calamidad, cual pérdida inaudita de la que anteriormente no había tenido idea ni constancia alguna. Por tanto, la solución de continuidad en su conciencia quedaría interrumpida entre una muerte, con la pérdida de su cuerpo, y su nuevo acceso a la vida mediante la siguiente encarnación, retorno que conlleva en sí mismo, efectivamente, la necesaria construcción de un cuerpo nuevo.
Así, pues, la popularmente denominada maldición de Jehová no fue tal en ningún caso para el hombre o hacia el hombre; sus palabras no fueron sino anunciadoras de un estado ciertamente nuevo, sí, pero consistente en haber abierto los ojos físicos y descubrirse desnudos – es decir, su propia constatación anatómica y fisiológica – con la consiguiente inminencia de tener que afrontar, aun de forma dramática, pero precisa, este designio de andar errante por la Tierra, ganarse el pan con sudor y tener que parir los hijos con dificultad y dolor.
IX
CUESTIONES DE CONOCIMIENTO URGENTE
Aclaración previa
Decimos “urgente”, sobre todo, porque para la construcción inteligente y eficiente tanto de la vida de cada individuo como de las mismas sociedades civiles, y en consecuencia para la evolución equilibrada del mundo, se requiere tener conocimiento acerca de lo que ocurre en esa otra realidad oculta que, por otro lado, es la realidad en que se desenvuelven las causas, la que tiene lugar tras el velo de lo “real”, es decir, en el lado invisible en que se desarrolla la vida sintiente, a nuestro alcance ordinario.
Alberga, pues, una gran importancia saber que por el mero hecho de que acaezca la muerte de una persona, ésta no sólo no desaparece ni ha de cambiar por ello de temperamento, ni tampoco sus fobias o empatías, sino que, una vez apartada del cuerpo denso, se encontrará ahora más libre, más viva, y mentalmente con mayor claridad para definir y concretar sus ideas.
Así, por ejemplo, si una persona profesase odio profundo hacia otra y falleciese, el grado de odio con que partió volverá a renacer con ella en su nueva encarnación y hacia la misma persona, salvo la influencia que en conciencia haya podido causar tal vez su paso por el Purgatorio. De aquí que convenga y sea sumamente instructivo comprender esta realidad subyacente, a fin de que podamos prever, conectar e hilvanar debidamente en cada momento, ya hechos colectivos de naturaleza histórica en sí (recordemos el historicismo de Dilthey) ya meramente personales, aunque, tal vez por ello, más difíciles de aquilatar en éstos respecto al desarrollo y concordancia diarios de la casuística.
Por lo mismo debemos insistir en que, al igual que la marcha del sol sobre la Tierra tiene lugar virtualmente para nosotros en dirección Este-Oeste, del mismo modo ocurre no sólo con la ola espiritual y su consiguiente de naturaleza económica, sino que también, y en general, los sucesivos renacimientos de los seres humanos se producen aproximadamente cada 1.077 años siguiendo, en general, similar orientación.
Acerca del suicidio y la eutanasia
Ante el hecho de un suicidio cualquiera, pensar que dicho acto entraña o requiere de un gran valor, es algo comúnmente muy admitido, por lo que con harta frecuencia el suicida es trasladado así, desde aquel anatema religioso y tradicional, por el que desde un punto de vista amplio su comportamiento era rechazado sin más, a otro muy diferente hoy en el que, por el contrario, parecería verse al suicida en posesión de “un porqué suficiente de naturaleza civil” y, desde luego, superior a aquella otra e implícita condena primera de procedencia sin duda clerical.
De lo que se sabe y es aceptado por el vulgo con cierta naturalidad acerca del suicidio – bien porque los suicidas suelen dejar escritos al efecto, bien porque se conozcan previamente y de forma oral motivos que pudieran hacer o interesar respecto al hecho en sí – es que el suicida, en cualquier caso, ha debido disponer de valor suficiente para poner fin a su propia vida. Es verdad que existen muchos y muy diversos análisis y estudios acerca de ello en los que no se echa desde luego en olvido la posibilidad de que el suicida pudiera encontrase en pleno trastorno mental, o bajo algún tipo de ansiedad incontenible y con fortísima perturbación emocional, etc, etc, es decir, es decir, atenazado por un estado tal que probablemente pudiéramos señalarlo como de gran confusión y desorden del ser. Sin más.
De cualquier manera, y planteando el suceso sin remilgos para la platea y en toda su crudeza, hemos de decir que por lo común, el suicidio deviene porque en la vida del suicida, de ordinario, se dan una o varias circunstancias simultáneas que le producen y dañan tanto, tal es la frustración o sufrimiento que le provoca la situación, que, en el grado que en que se diere el discernimiento que tuviere, prefiere optar en todo caso por la línea de menor resistencia a fin de eludir el agobio a que su alma se encuentra sometida. Por tanto, con el suicidio, el individuo suicida cree lograr evadirse, apartarse, desechar de sí aquel tormento, aquella zozobra que tiene consigo y que no le hace imposible vivir dentro de la normalidad o paz anheladas. Poco le importará seguramente que ello pueda resultar justo o injusto a la luz de sus propios actos, porque el dolor o sufrimiento constituyen en ese momento el elemento principal y absolutamente decisorio de su actitud. Digamos también que, en el suicida, previamente al hecho en sí, y en buena parte de casos, la salida a semejante encrucijada, aun si existiera, no es vista por él, pues todo suele presentársele internamente mediante una amalgama o borrón mental-emocional cuya carga, por otro lado, probablemente estime injusta y desde luego insoportable. Por ello acaba con su vida en este mundo en la creencia, la mayor parte de las veces, de que se liberará de semejante e injusto rigor. Sólo debe tener valor.
Otro caso no muy raro en la actualidad, y que no pocos grupos tratan de imbuir a sus respectivas sociedades, enseñoreándose a sí mismos de la cualidad del progresismo, consiste en manifestar que, en determinadas condiciones físicas o mentales “la vida no merece ser vivida”, poniendo por ende sobre la mesa el vidrioso, confuso y espinoso tema de la eutanasia.. Fijémonos bien, porque tal frase encierra un grado de totalitarismo y hedonismo tan alto, que no sólo cierra el paso a cualquier calificación subjetiva del individuo afectado en cuanto que atenta a su derecho a vivir una vida no llena de goce o placer, sino otra, si bien coherente con su modo de comprender o de creer acerca de la divinidad o del mundo. En todo caso, bien podría conducir a una disposición arbitraria y totalitaria sobre la vida de los ancianos y desvalidos, tal cual tuvo ya lugar, desgraciadamente, en nuestra cruel y reciente historia.
Sin embargo, y advertidos ya de algún mal latente, desde el punto de vista oculto las cosas se presentan de forma muy diferente, y, ello, por lo que sigue:
En la Región del Pensamiento Concreto, todos y cada uno de nosotros disponemos de un arquetipo, el cual ha sido conformado previamente a renacer por nosotros mismos ayudados por las Jerarquías Creadoras; el arquetipo consiste en un “espacio vacío” que mantiene un movimiento vibratorio y sonante cuya virtualidad consiste en atraer materia física hacia él, haciendo al mismo tiempo que los átomos del cuerpo físico vibren en consonancia con un diminuto átomo – el átomo simiente – que se encuentra situado muy cerca del ápice, en el corazón. Es en el arquetipo – el cual insistimos que se encuentra en la Región del Pensamiento Concreto, es decir, en el Segundo Cielo – donde radica la virtualidad y duración prevista y definida de la vida de cada cual. Al ocurrir el término normal de la misma, corresponde a que el arquetipo ha dejado de vibrar, se detiene, se para por así decirlo, y no hay ninguna otra consecuencia. Pero no es el caso para el suicida, puesto que su arquetipo va a seguir vibrando ininterrumpidamente hasta que hubiese tenido término normal la vida terrestre que de éñ depende. Más o menos, al arquetipo podríamos compararlo a un sónar que enviase ondas electromagnéticas constantemente sin encontrar objeto sobre que chocar ni por tanto provocar retorno alguno. Peor aún, pues habiéndose llevado el suicida consigo el átomo del cuerpo denso, al no disponer de él y continuar vibrando el arquetipo sin posibilidad para aglutinar materia densa, aquél, el Ego del suicida siente una sensación como de hambre y sed permanentes y a la vez de vaciedad, puesto que las ondas vibratorias arquetípicas persisten resonando sin encontrar la percusión requerida con la consiguiente reunión de material físico que el átomo simiente reclama y reclama, pero que no puede colmar. El suicida, por tanto, sufre lo indecible porque el cuerpo denso ya no amortigua dolor alguno, y debe permanecer en este estado hasta que el tiempo normal programado en su arquetipo termine y cese éste en la vibración que debía mantenerle vivo durante toda su encarnación.
Vemos, pues, que bajo la Ley de Causa y Efecto, eludir las clases de la vida produce un dolor ineludible e indirimible, además de constatar de que nada de cuanto hagamos infringiendo las normas ha de quedar impune.
Abundando aún más en aquello que rodea al suicida en los mundos invisibles, podemos añadir sin duda algunas consideraciones más. Así – y sobre todo por lo que hace a los suicidas en etapa de juventud – y dado que se ha roto el cordón de plata antes del tiempo previsto, los vehículos superiores (cuerpo de deseos y cuerpo mental) no pueden ascender a sus respectivos mundos, motivo por el que rondará incesantemente por los lugares en que a diario vivía, deseará tal vez comer y beber aquello que solía sin poder lograrlo, de ahí aquella hambre proverbial que anteriormente señalábamos. En forma similar, tanto los efluvios del cuerpo muerto como los éteres inferiores tenderán a adherirse a los vehículos superiores, los que con tal adherencia se convertirán en extremadamente sensuales, con posibilidad de enfangarse de tal modo que bien pudiera resultar prácticamente difícil de explicar. En el otro extremo, si el Ego del suicida hubiese sido y fuese de modales exquisitos, el medio ambiente en el que va a encontrarse contrastará brutalmente con sus hábitos, dado que tendrá que habérselas con un ambiente de sensualidad y bestialismo. Hay quien ha comparado el dolor del suicida al de un dolor intensísimo de muelas, casi crujiente, pero con la particularidad de que el suicida lo sentirá extendido por todo su ser en lugar de hallarlo cobijado exclusivamente en su parte dental.
De aquí que, amén de cuanto hemos indicado ya, en la próxima encarnación el suicida sentirá un terrible miedo a morir; a tanto puede llegar en algunos de ellos, que en cuanto les acontece la muerte, y sin aceptar que no deben seguir viviendo, en ese momento no les importa obsesionar a la persona más cercana si ello fuese posible, e incluso penetrar en el cuerpo de algún animal que encontrasen a mano, por lo que deberán padecer por tanto los correspondientes rigores que la vida de dicho animal pudiera implicar en la realidad y ello así hasta que también le advenga la muerte.
Existen dos métodos para ayudar al suicida: Uno tiene lugar en la noche, durante el sueño, hablándole y diciéndole directamente al afectado la verdad, que ha cometido un error y que lo más aconsejable es que sufra con paciencia semejante estado – procurando no agravarlo – hasta que al arquetipo cese de vibrar en su debido tiempo. El segundo, o primero, según los casos, consiste en la oración en y por sí misma, pues la oración, al hacer de guía, puede conseguir que el estado mental del suicida cambie y de este modo logre progresar espiritualmente y adquirir mejor ánimo y la consiguiente paciencia.
En definitiva, debemos tener en cuenta que el suicida no sólo intenta romper y rompe las reglas de juego establecidas en la vida y para la vida sin que por ello logre escapar al dolor y sufrimiento, sino que además, si nos detuviéramos a analizar las cosas, tal vez conviniéramos en que el mayor valor que en multitud de ocasiones se requiere es aquel con que se hace frente a los crudos avatares de la vida, sean cuales fueren. Porque la menor resistencia es, pues, la pretensión o intento de huida, lo que el suicidio realmente es, aparte de que, en algún otro momento de alguna otra encarnación posterior, ha de encontrarse de nuevo con situaciones semejantes – o aún más difíciles – de las que, con el suicidio, con anterioridad ha pretendido huir.
Y ya, y por consecuencias comunes o concurrentes con las del suicidio, es por lo que desde el punto de vista oculto tampoco podemos recomendar la eutanasia pura y dura o sin más, es decir, aquella muerte que se dicta como consecuencia de un acto volitivo, propio o extraño, en cualquier momento en el decurso de una vida.
Lo que las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental sostienen al respecto es que, en estado constatadamente terminal, es verdaderamente desalmado y provocador administrar a un enfermo agonizante fármacos o someterlo a instrumentos que lo que realmente consiguen no es otra cosa que forzar a los vehículos superiores del paciente – ciertamente en aquella fase – a una y otra vez regresar y entrar en su cuerpo denso, del mismo modo a como si se produjese un alud con el consiguiente y descomunal choque, hecho que conlleva por tanto inevitable dolor y sufrimiento. Porque en modo alguno hay tortura o dolor al pasar al más allá en el trance de la muerte; por el contrario, lo que en verdad tortura y produce serios inconvenientes anímicos al ser que se encuentra en tal estado es – cual queda observado – obligarle a volver al cuerpo para continuar en un estado cierto de sinsabor y sufrimiento. En estos casos la “muerte digna” deberá consistir en “un no hacer que equivalga a que el proceso de desenlace aquí en la Tierra y su paso al otro lado tenga lugar sin provocar sufrimiento y angustia innecesarios”, pues terrenalmente todo está acabado, ya no habrá lugar a nuevas experiencias de vida que aportar al crecimiento del alma. Los cuidados paliativos, en cuanto en sí entrañen de ayuda y confortación del moribundo, deberán prestarse siempre, pero siempre con y dentro de aquel límite racional, humano y amoroso. En estos días, la sentencia del juez Mark Hedley sobre la niña Charlotte Wyatt parece estar en consonancia con lo que acabamos de sostener.
De aquí que, en función de lo advertido, la deducción sea fácil por demás. La frase tan a menudo pronunciada por miembros que pertenecen a grupos sociales que persiguen incluso de buena fe la liberación del dolor y el sufrimiento de las personas, – dado que también oímos que “una vida así no es digna de ser vivida”, en clara referencia a existencia definidas o existencias en distintos grados de dificultad – si no se acota debidamente, excede con mucho las consideraciones que más arriba acabamos de exponer. Porque es absolutamente cierto que “lo que sembramos es lo que recogemos”, y esta justicia retributiva es exacta, imperecedera y, por tanto inexorable, bien en esta o en cualquier otra vida posterior. Ello es expresión y consecuencia de las dos grandes y complementarias leyes que rigen el Universo: Ley de Causa y ley de Consecuencia. Sin ellas, combinadas entre sí, no habría lecciones que aprender ni progreso alguno que realizar. De aquí que, si tomásemos, por ejemplo, el supuesto de que “liberásemos” o “ayudásemos a liberarse” a algún anciano o inválido de cuerpo por medio de la muerte, deberíamos tener presente que el ahora “liberado” de forma abrupta, en su próximo renacimiento y de forma inequívoca volverá a encontrarse con el mismo inconveniente y presumiblemente agravado – pues habrá intentado huir de la lección que le imponía aprender sobre una anterior siembra por medio de la correspondiente y personal cosecha -, y que, asimismo, el cooperante necesario, obvio es decirlo, sembrará también una deuda personal de destino al interferir en un proceso estable y sin acceso inminente a la muerte, proceso que, por otro lado, tienen bien delimitado y perfectísimamente controlado para cada uno de nosotros los Ángeles Archiveros o Señores del Destino. Ellos dan a todos y a cada uno lo que en cada momento es requerido para nuestro adelanto.
La resultante respecto a la Eutanasia es que, mientras no conozcamos y contemplemos con realismo espiritual las correspondientes necesidades del hombre, es probable que se cometan de forma alevosa atropellos sin cuento. Aunque más debido a la ignorancia de la verdad que a otra cosa, el egoísmo y el placer desatado en las sociedades civiles desde hace trescientos años no deben condicionar en ningún caso, sin embargo, un rasero tan ramplón y exiguo de lo que el hombre en sí es. Por tanto, las frases tan manidas por traídas y llevadas tales como “una vida así no es digna de ser vivida”, y “por una muerte digna”, no sólo requieren ser desechadas en sí mismas sin contemplación alguna, ya que cualquier estipulación que pretenda acortar el curso de la vida – sagrada en extremo – requerirá conocimiento debido de lo que acontece tanto en el mundo material como en el invisible, pues en ambos mundos es y tiene su haber el hombre.
De aquí lo que antecede, pues así sabemos y defendemos que es, y sin ningún temor, para el mayor bien, así lo exponemos.
De la incineración y embalsamamiento del cuerpo
Probablemente no haya forma más rápida ni acaso más limpia de hacer desaparecer el cuerpo denso que sirviéndonos de la incineración. Se trata de un medio que se está imponiendo muy rápidamente a la tradicional inhumación en todo Occidente, hecho por el cual, y urgentemente, deseamos señalar lo tocante a qué es lo que ocurre en la parte espiritual del ser humano cuando la incineración no es practicada de acuerdo con las Enseñanzas de los Misterios del Mundo Occidental.
Y decimos urgente, porque de ordinario, a través de los medios de comunicación solemos enteramos de que fulanito y manganito han sido incinerados dentro de las rigurosas veinticuatro horas de haberse producido el desenlace, motivo por el que uno desearía que antes de llevarse a cabo esta práctica, cada cual supiese qué implica incinerar al fallecido antes del plazo de tres días y medios posteriores al hecho de la muerte.
Y es que el ser humano no muere tan pronto como suele ser certificado por los médicos forenses, dado que el cordón de plata sigue intacto en tanto el Ego permanezca revisando su recién terminada vida, acto que lleva a efecto de sus últimos actos hacia atrás, es decir, comenzando por el último acontecimiento y terminando por el de su nacimiento e incluso en el de su misma entrada en el claustro materno, efectuada la concepción. Es un trabajo delicadísimo el que efectúa mientras grava en el Cuerpo de Deseos aquellas imágenes de hechos, actos y medio ambiente reinante ha ido recogiendo – cual cámara fotográfica de sensibilidad y alcance inimaginables – el éter del cuerpo vital a lo largo de toda la vida, mediante el aire que se inspira y se lleva a los pulmones, donde dichas imágenes son transferidas y absorbidas por la sangre, la cual, a su vez, y a su paso por el corazón, las graba o deposita de manera indeleble en el átomo simiente, que como bien es sabido por todo ocultista, contiene el registro completo y pormenorizado de todos los momentos de todas nuestras vidas a lo largo de nuestra existencia. De no existir perturbación, tal grabación desde el cuerpo vital al de deseos durará de acuerdo con el vigor y fortaleza que ostente el propio cuerpo vital para mantener despierto al individuo. La citada grabación en el Cuerpo de Deseos resulta de extraordinaria importancia para el Ego que se va, pues ella va a ser el soporte – fidedigno o no – de que el Ego va a hacer uso en el nuevo mundo al que accede, el Purgatorio, para hacer la primera parte de la cosecha de su vida, pues de nuevo, de los últimos episodios hacia atrás, recapitulará desde la muerte al nacimiento todos y cada uno de los actos en que, dentro de los cuatro reinos, causó dolor o sufrimiento a alguien o a algo, percibiendo y sintiendo el daño causado en su propio ser de forma intensificada (en el mundo celeste se triplica la intensidad y celeridad a estos efectos) de modo que, encontrando primero los efectos, el Ego pueda descubrir con facilidad las causa o causas que los produjeron. De esta forma, lógica por demás, le ayudará no sólo a obtener comprensión de los actos examinados con la consiguiente experiencia que acumulará, sino que en la próxima encarnación, y una vez torne a encontrarse con alguna situación similar a las ya purgadas, el dolor padecido le hablará a través de su conciencia y le contendrá para no causar mal similar a nada ni a nadie.
Una vez haya traspasado las tres regiones que comprende el lugar purgatorial, el Ego asciende al Primer Cielo. Se compone éste de las tres regiones superiores del Mundo del Deseo, siendo la cuarta, la región denominada “Fronteriza”, a la que son llevadas las almas una vez traspasado el velo, y en la que permanecen antes de ascender al Segundo Cielo. Aquí estarán las almas estrictamente cumplidoras de las leyes y el orden social establecidos, las que no han sido “ni calientes ni frías” y que, por tanto, padecen una mortal monotonía porque no fueron capaces de “dar algo de sí mismas a los demás” en ningún tiempo ni en ninguna oportunidad, pues el amor del cielo – gozo en la alegría – exige superar lo meramente establecido por las convenciones sociales y la ley.
El Primer Cielo es un lugar donde, por el contrario al Purgatorio, el Ego ha de revisar de nuevo y como siempre, de atrás hacia delante, los actos de su vida; pero si en el aquél lo que hizo fue revisar el daño efectuado, lo que ahora va a hacer es examinar lo bueno que haya hecho, es decir, va a percibir y sentir también intensamente tanto la alegría que ha causado a otros como la gratitud que él ha sentido hacia los demás por el bien o la alegría que le hayan causado, por lo que estos sentimientos entrarán a formar parte de su conciencia para dar lugar a la virtud, los que le llamarán e incitarán a hacer el bien en las próximas encarnaciones cuando retorne a la escuela de la vida.
Por tanto, y en conclusión, si lo extraído del purgatorio es la voz de alarma para evitar en lo sucesivo el mal, lo extraído en el Primer Cielo va a ser la voz de la intuición que internamente va a aconsejar al Ego con el fin de que haga el bien. Con su misión respectiva, ésta es la constitución y construcción progresiva de la conciencia dentro de la Teoría del Renacimiento con sus leyes fundamentales, la de Causa y Efecto. “Se recoge, pues, lo que se siembra”.
Pero volvamos al tema trascendental de la incineración y de lo que, como decíamos, entraña llevarla a cabo en tiempo debido o, por el contrario, fuera de él. Suponiendo que en estos momentos decisivos, de grabación de cada acto de vida, haya en el entorno del moribundo silencio, de procederse a la incineración en el plazo actualmente vigente en numerosos países (en España, por ejemplo, es de veinticuatro horas) el fuego hará que se rompa el cordón de plata y los recuerdos grabados alcanzarán únicamente una parte – tal vez muy pequeña de la vida que acaba. Consecuencia: el Ego recién pasado al otro lado no podrá obtener los beneficios de creación y acumulación de conciencia ni, por tanto, de aprovechar su última estancia en la Tierra para progresar en la evolución. Una desgracia, un verdadero desastre para el que acaba de morir.
Algo similar, si no idéntico, ocurre cuando alrededor del que va a fallecer hay tumultos o griterío, ruidos, explosiones, alteraciones del silencio que el que se va requiere para su labor de grabar los acontecimientos de su vida: aún sin culpa, pérdida de los frutos que hubiera cosechado de haber accedido a la muerte en un estado, si no de respeto, sí al menos de silencio. Hacer las cuentas propias y rendirlas ante su conciencia y la divinidad es el tributo más grande que un ser evolucionante puede hacer por sí mismo. De ellas, de estas cuentas, va a depender su progreso o retardación en la evolución, de ellas su pronto pase a otros mejores estados de renacimiento con mejores y provechosas vidas.
Sin embargo, en un estado de lógica y asistido por la gracia divina, no sería muy justo que alguien, debido a impedimentos ajenos y externos, fuese retardado en su evolución o fuese ésta detenida. Por tanto, quienes custodian el orden, la justicia y demás instrumentos que conducen el mundo, han tenido a bien lo siguiente: una vez ocurrido el óbito y pasado el fallecido al otro lado, entre los dos y veinte años siguientes, se hace que el Ego nazca, haciéndosele morir en su edad infantil. Como nada de lo que no ha nacido es susceptible de morir (el cuerpo vital nace a los siete años, el de deseos a los catorce y el mental a los veintiuno) el Ego del niño va directamente al Primer Cielo. Aquí, en clases específicas, en las que se reúne a los colegiales por carácter y no por edad, le serán enseñadas aquellas experiencias que dejó de asimilar de haber habido en su entorno un ambiente propicio para el repaso y grabación correspondiente de los actos de su vida. Estos egos nacen generalmente bien dentro de la misma familia, bien en una familia próxima; rara vez, aunque también, lejos, en otro país. De esta forma, viene a restituirse aquel bien perdido, si bien ello requiere el interregno de la muerte prematura, que siempre supone un hecho doloroso (el de la entrada del espíritu dentro de sus vehículos, sobre todo del denso) con una pequeña demora y el gasto de energía que ello implica.
Tras el análisis de los hechos incineratorios, la consecuencia no debiera ser más contundente: no a la incineración, en ningún caso, antes de pasados tres días y medio de ocurrido el deceso.
Algo semejante podemos señalar respecto del embalsamamiento, costumbre por demás tan habitual en otros lugares, pero que no es menos perjudicial para el desarrollo del alma por las intensas molestias (angustia y sufrimiento) que ocasionan al Ego tanto por los pinchazos que absolutamente el Ego ve y percibe, porque de ordinario aún está vivo, como por el frío y el calor espantosos a que son sometidos órganos y vísceras del fallecido a efectos de la conservación.
A pesar de que estos escritos comprendidos en este Manifiesto hacen afirmaciones fuera del alcance probatorio normal, insistimos en que no por eso dejan de referir la verdad. Habrá muchos que, lejos aún del poder de comprobación, intuyan que las cosas deben o pueden ser así, tal vez que son así. Humildemente, el autor pide a los lectores que lean dejando reflexionar sus almas, porque algo de estas verdades, puede asegurarles, les está tocando. De otro modo, quiera Dios que la relación lógica-intuición, pueda pasar el vado que todos nosotros intentamos cruzar de la forma más provechosa.
De la aplicación de la pena capital
Es de vital importancia e interés para todo el género humano que la pena de muerte quede definitivamente abolida en todos los países. Es verdad que durante los últimos tiempos no sólo la han suprimido una serie de ellos de sus códigos de represión penal, es verdad asimismo que algunas autoridades norteamericanas han reflexionado y suspendido, siquiera transitoriamente, su aplicación, y es verdad también que de forma muy acentuada, y hasta a veces de forma clamorosa, gran parte de la Humanidad exige que privar de la vida desde el estamento estatal de su país o de cualquier país, sea considerado un acto deleznable y abyecto que debe ser absolutamente erradicado, que debe ser sustituido en el peor de los casos por el de prisión perpetua.
Recordemos que el progreso del mundo no se basa en el exterminio, el apartamiento y reclusión, sino en la ayuda, la cooperación, la reinserción y la convivencia, y este postulado sirve absolutamente tanto a niveles individuales y grupos reducidos como tocante al concierto internacional más amplio, donde nadie sobra y todos pertenecen.
Porque, aparte de que nadie, y ello ya sea individual o colectivamente, tiene derecho a privar a un semejante de la propia vida porque ninguno de ellos se la dio – ni siquiera sus propios padres, quienes si es cierto que colaboran lo hacen únicamente dando vía y constitución a la forma – hemos de alertar sin ningún reparo, dada la magnitud del problema, de los peligros y riesgos en que incurre la Humanidad cuando, uno tras otro, a los criminales, de forma legal, va privándoseles de la vida. Y, naturalmente, no decimos bajo ningún aspecto que un criminal muerto por alguien que no corresponda al Estado no sea un acontecimiento deplorable y peligroso. Nada más lejos. Aparte de desechar que constituya un acto de venganza, el Estado suele refugiarse en que hay que librar a la sociedad del criminal y darle seguridad, cuestión que alcanzaría con apartarle meramente. El hecho es que existen muchísimas personas que poniendo en manos del Estado la responsabilidad de la muerte de alguien, del cual se afirma previamente que constituye un enemigo – y puede ser que en realidad y temporalmente lo sea – creen liberar sin embargo sus conciencias individuales diluyendo su parte en aquélla otra abstracta de más alta dignidad, la del Estado, al que, en su calidad de representante común, entregan en la práctica la “razón” del ejecutante-verdugo, pero encontrándose por tanto a salvo.. Pero el hecho real es que el Estado mata así de forma sibilina y sin que apenas el resto de los ciudadanos logren enterarse o lo perciban, si bien, y en lo esencial, es que a un ser humano se le ha dado muerte por encargo de todos.
De cualquier manera, antes de pasar a poner en evidencia lo que realmente ocurre una vez muerto el reo, es elemental que insistamos en preguntarnos acerca de quiénes son los delincuentes en general y quiénes son los criminales. Con harta frecuencia – quizás a raíz de un hecho delictivo de incidencia directa o colateral – oímos frases como “debieran matarlo como él hizo”, “por mí que se pudra en la cárcel”, “que no salga en la vida”, “el que a hierro mata…” y otras que vienen a poner bien a las claras no ya el olvido de que el delincuente convicto, en cuanto que ser humano, es susceptible de ser ayudado, rehabilitado y devuelto mental y moralmente diferente a la sociedad a la que pertenece y con capacidad para insertarse con garantías suficientes de convivencia sana y útil, sino que, el pensamiento mayoritario oscila teniendo la altura de la pena como única medida a tener en cuenta respecto al preso.
Sin embargo, qué lejos y a buen recaudo deberíamos poner tales mentalidades si en verdad deseáramos y quisiéramos “darnos” a nosotros mismos un trato no vejatorio ni humillante, pues debiera comprenderse que a la mayoría de los encarcelados no es a un lugar carcelario adonde debiéramos enviarles, sino a instituciones en las que de forma real pudieran ser ayudados, que quiere decir enseñados, curados, restablecidos, mirados, acompañados, etc.
El tratamiento, por tanto, a dar a quien tropieza en la vida no debe consistir en ningún caso para vilipendiarlo o tacharlo para siempre como un apestado de los viejos tiempos; antes bien, quien tropieza es uno de nosotros, o nuestro hijo, o nuestro hermano, o un padre, o una madre…
Si el equivocado fuese uno de ellos ¿ no nos esforzaríamos para que se levantase y pudiese retornar cuanto antes en las mejores condiciones posibles y continuar con nosotros ?
Por tanto, la noción y concepto que tengamos dentro de nuestra alma, será la vasija de medir para enfocar el tema respecto a cuál deba ser el objeto de una sentencia judicial y su pena: privar de libertad a rajatabla o ayudar. Esa es la cuestión.
Por fin, volviendo a lo que prometimos, queremos significar que, cuando se ha ejecutado a un criminal (alguien que fuese tal vez capaz de vanagloriarse en y con el mal) bajo la creencia de que definitivamente se ha librado de él a la sociedad, nada más lejos de la realidad se encuentra la verdad.
Y afirmamos esto porque al provocarle la muerte, ésta lo deja libre en el Mundo del Deseo y por tanto con libertad total y absoluta para entrar y salir donde quiera, acercarse a unos u otros, sugerirles, atosigarles, inducirlos en consecuencia mediante pensamientos de la peor especie, los cuales van a conducir a muchas personas “débiles” o”propicias” a provocar típicos hechos de odio o de venganza, cuando no a cometer desastres de inimaginable gravedad y magnitud. Un asesino o criminal, en definitiva, no viene a ser más que una persona enferma y con determinados puntos débiles en el carácter, tal vez falto de modos de ver y, por tanto, de comprender. En casos ordinarios, en ningún caso debiéramos enviar a tales personas a prisión, sino al lugar o lugares apropiados donde pueda prestársele la ayuda humana y urgente que necesitan.
De la obsesión
En términos populares la obsesión es conocida como “posesión”. Y es de tal importancia y tan urgente comunicar con precisión en qué consiste que, una vez sean conocidas sus delineaciones y los contextos en que puede ponerse en evidencia, muchas personas podrán reaccionar sobre sí mismas o en relación a seres cercanos y queridos en evitación de su internamiento en instituciones psiquiátricas, pues tocante a lo que vamos a denunciar hay un buen repertorio de manifestaciones efectuadas durante los procedimientos judiciales por múltiples inculpados y reos.
Una descripción breve podría efectuarse diciendo que la obsesión tiene lugar cuando un espíritu desencarnado toma posesión permanente del cuerpo de alguien, habiendo sido despojado por tanto su propietario del mismo.
Ni que decir tiene que una persona obsesionada lo es generalmente por un espíritu de baja o muy baja moralidad, dado que los de alta moralidad no suelen obsesionar a nadie ni despojarle de su cuerpo. Por tanto ¿ hemos de recordar cuanto ya se dijo más arriba referente a las actividades de los criminales en el mundo invisible ? Pues si es así, precisemos que en aquel caso el espíritu desencarnado y acosador se encontraba fuera del cuerpo, es decir, sin tomar posesión de los órganos vitales y de expresión, pero que aquí, en el supuesto que estamos comentando, sí se encontraría dentro, motivo por el que el obseso, o dueño del cuerpo, es sacado y desplazado al Mundo del Deseo desde el que quizás, atónito, contemple la disponibilidad de sus cuerpos físicos y vital sin posibilidad de recuperarlos a no ser por abandono voluntario del espíritu control que los domina. Estos espíritus que como hemos señalado son de muy baja estofa moral, pueden llevar a cometer a su anfitrión, y de hecho así lo hacen, los mayores desaguisados imaginables, actos por los que el obseso ha de pagar bien ante la justicia, bien ante la sociedad o ante la familia. Son espíritus de tan perniciosa catadura moral que el mal causado les produce orgullo y ufanía, abandonando a las víctimas una vez han caído presas de la ley o del descrédito social o familiar mencionados.
Hasta aquí una configuración sucinta y urgente de los hechos, puesto que las implicaciones e interrelaciones en sí alcanzarían supuestos y explicaciones de amplio tamaño. Tomar conciencia de cuanto hemos dicho y tomar algunas precauciones sería, pues, lo deseable en cuanto a enseñanza se refiere en el contexto de este libro. Así propondremos, por ejemplo, ¿ cómo evitar ser obsesionado ? Todo aquél que mantenga una actitud mental positiva, es decir, afirmando su personalidad individual y propia, en ningún caso podrá serlo. En consecuencia, piénsese en quienes acuden – incluso de buena fe y sonrientes – a alguna sesión de carácter espiritista (ouija, escritura automática, bola de cristal, cirios, espejos, etc.) Inmediatamente hay que señalar que por el mero hecho de acudir a tales sesiones, ya y por esa única circunstancia, abren sus vehículos y se predisponen a la negatividad precisa para ser dominados por terceros a los que no pueden ver ni mucho menos catalogar moralmente. Piénsese asimismo, en que estos espíritus que acuden a tales sesiones suelen mentir y proceder al engaño con absoluta normalidad, con la pretensión de que tanto el preguntante como los reunidos crean que en realidad sabe acerca de lo preguntado o que tiene poder para realizar determinados acciones. En conclusión, se recomienda muy seriamente la no asistencia a reuniones o sesiones de tal naturaleza. En el mejor de los casos, y presuntamente, los espíritus circundantes les extraerán los éteres con que se alimentan y podrán dejarlos anémicos, estado en el cual no se encontraban antes de asistir a una de estas convenciones en extremo inapropiadas y peligrosas.
No obstante, no queremos dejar este asunto sin antes enunciar el modo o modos en que, llegado el caso, se pueda disponer a fin de confirmar o no un estado objetivo de presunta obsesión. Y es aquí donde el diagnóstico del ojo es un medio absolutamente consistente. Dado que los ojos constituyen las verdaderas ventanas del alma, sólo y exclusivamente el dueño natural del cuerpo es capaz de dilatar o contraer la pupila de aquél órgano. ¿ Cómo llevarlo a cabo ? Simplemente. A la persona, acerca de la cual dudemos que pueda encontrarse bajo un estado de obsesión, la introduciremos en un recinto oscuro, y, si ciertamente, estuviera bajo control de un espíritu desencarnado, la pupila no se le expandirá. Del mismo modo que tampoco no se contraerá si la expusiésemos a la luz del sol, como, asimismo, tampoco se moverá al ser sometida a la lejanía o cuando le pidamos que procure leer impresiones de un tamaño reducido. Existe no obstante una excepción y es la siguiente: Cuando una persona se encuentra bajo la enfermedad denominada ataxia locomotriz, la pupila, aunque no responda a la distancia, sí deberá responder en cambio a motivaciones luminosas. De modo que se trataría, en todo caso, de una excepción y meramente relativa.
Del llamado “Cuerpo del Pecado”
Prevengamos acerca de que esta entidad, o cuasi entidad por así decirlo, es exactamente de la misma clase que aquéllos de que Cristo hizo mención cuando habló de demonios, ellos eran entonces, ciertamente, y aún lo son, la principal causa de las muchas y cuantiosas obsesiones y enfermedades físicas que ya entonces la Biblia citaba.
De cualquier modo, ahora, nosotros vamos a hacerlo de la siguiente forma: El cuerpo vital (compuesto por sus cuatro éteres: químico, de vida, luminoso y reflector) el vehículo relacionado con el Espíritu de Vida, la verdad, la intuición, es el vehículo por donde discurren las fuerzas de la vida, permitiéndonos además ponernos en comunicación, en contacto con el resto del mundo. El cuerpo vital está por tanto relacionado no sólo con la intuición, sino con la moral y la ternura. El de la mujer, siendo de signo positivo, da esencia y fuerza a su capacidad imaginativa así como las tendencias que manifiesta en relación con la mejora y desarrollo moral de la Humanidad. Su participación en el quehacer del mundo es de primera magnitud e indispensable. Entre sus innumerables funciones, el cuerpo vital ostenta también la de construir y reconstruir el cuerpo físico, haciendo frente constantemente al cuerpo de deseos, el cual actúa de forma contraria, es decir, destruyéndolo y endureciéndolo. Es por medio de este continuo choque – cuerpo vital frente a cuerpo de deseos, cual si de una chispa eléctrica se tratara – que nace la conciencia y, a la par que, tal cual ha quedado señalado, los tejidos van endureciéndose dada la victoria final y a ultranza que obtendrá en su lucha el cuerpo de deseos.
En consonancia con las funciones y cometidos más relevantes del cuerpo vital, una vez que elevados ideales han hecho su labor durante suficiente tiempo a través no sólo de pensamientos y sentimientos impregnados de espiritualidad, sino mediante aplicación de obras concretas de desinteresado servicio hacia los demás, lentamente van desvaneciéndose y disipándose los apetitos animales e incrementándose en la misma proporción aquellos que expresan vida, luz y poder anímico. Con ello, los éteres más bajos, el químico y el de vida, disminuirán su presencia a favor de los propiamente inmortales, el luminoso y reflector, los que por otra parte, y mientras vivimos, conforman el cuerpo del alma, símbolo por excelencia del nacimiento del Cristo interno, coraza de Dios, pote de oro, dorado vestido de bodas, piedra filosofal o también soma psuchicon, como lo llama San pablo, entre las denominaciones con que en el seno ocultista se le conoce o designa a este vehículo esplendente e inmortal.
Así, pues, es un hecho contrastado que en la misma medida en que crecen los dos éteres superiores decrecen los inferiores y que asimismo ocurre a la inversa. Pero, sin embargo, y siendo así, al acaecer la muerte, en los días próximos que la siguen, tiene lugar una separación – dos a dos – de los éteres: el químico y el de vida gravitarán sobre el cuerpo denso para descomponerse de forma simultánea, mientras el luminoso y reflector, tal y como se ha señalado un poco más arriba, acompañarán a los vehículos superiores para servir de conciencia mientras el Ego va pasando a través del Purgatorio y del Primer Cielo, hasta ser absorbido por aquél cual pábulo de fuerza espiritual o alimento anímico.
Pero, dado que estamos tratando acerca del Cuerpo del Pecado, obviamente – y ateniéndonos de manera simbólica y representativa de un individuo indeterminado – estaríamos ante el crecimiento y fortalecimientos de los dos éteres más bajos, cuestión que nos pondría sobre la pista de alguien a quien nada importarían los asuntos del alma, antes bien, se trataría de una naturaleza tan malvada, que el egoísmo y una vida transcurrida entre vicios y degeneradas y brutales prácticas en la producción de sufrimiento, serían los componentes de un gozo constante en el mal y para el mal. Tan puede llegar a ser de este modo, que aquellos pocos que intencionadamente acuden o en el futuro acudan a las artes ocultas a fin de causar con plena conciencia mayores sufrimientos y tragedias, son los denominados “magos negros” (Klingsor) cuya terrible y particular tragedia consistirá en la pérdida por el espíritu de todos sus vehículos, y por tanto del alma, motivo tan exageradamente extremo y dramático (segunda muerte) que dichos espíritus, desnudos absolutamente, en primera instancia habrán de ser expelidos necesariamente hacia la luna para, con posterioridad, serlo hacia Saturno, puerta que conduce al Caos, en el que deberán permanecer esperando tal vez eones y eones de tiempo para poder acogerse a otra oleada de vida con la que poder continuar la evolución que una vez perdieron
Aunque el individuo símbolo aquí tomado no constituyera semejante caso extremo, sí existe un gran número de quienes se gozan en el mal y su causación. En consecuencia, con el tiempo y sus acciones, no sólo harán desaparecer sus éteres superiores o morales, sino que los inferiores llegarán en consecuencia a un grado de increíble endurecimiento. La traducción consiguiente deberá consistir en que aquella separación de éteres que en los casos normales tenía lugar, por manifiesta imposibilidad no se producirá, teniendo lugar, por contra, una unión inquebrantable entre los éteres que quedan y el cuerpo de deseos. Y como tal individuo ha debido desarrollar una vida de actos terribles, la fortificación resultante será de una naturaleza altamente extraordinaria. La línea de continuidad de este Ego nos hablaría acerca de alguien que se abraza a la vida terrena con tremenda pasión, y que tendría poder para alimentarse a base del olor que emanan de los alimentos y los licores. Inevitablemente nos recordará a los criminales, los cuales, decíamos, deambulaban de acá para allá en busca de prosélitos, de espíritus débiles a quienes engatusar sugiriéndoles prácticas similares a las que él debió llevar a cabo durante toda su vida, pero con una diferencia sustancial: a él nadie podrá descubrirlo, ni siquiera detenerlo la policía, ni tampoco ser enjuiciado. Si ciertamente fuésemos capaces de tomar conciencia de este mundo descrito y real, podríamos en verdad darnos cuenta tanto de la gravedad del tema como del riesgo que socialmente se corre.
En tiempos pasados el egoísmo y el deseo fueron tan intensificados y fortalecidos bajo el fin de la propia evolución que, al venir el Cristo, apenas si tenía vida celestial la Humanidad de aquel tiempo.
Un espíritu con tal cuerpo de pecado, gravitará permanentemente en las regiones más densas del Mundo del Deseo – las que interpenetran el éter – y se pondrá en contacto con aquellas personas que podrán servirle de enlace para seguir promoviendo situaciones angustiosas y de dolor. De esta forma, por tan apegado a la tierra y al mal que pueda pergeñar, ansiará permanecer en este status por muchísimo tiempo, por lo que, cual ocurre en casos extremos, tal vez consiga permanecer aquí durante siglos y siglos. A muchos de ellos se les ha visto como espectros. Recordemos, o bien sépase, que antiguos y poderosos señores, conociendo el poder de impregnación y magnetismo del cuerpo vital, una vez preveían cercano el hecho de su propia muerte, ordenaban reunir en lugares determinados sus tesoros así como los útiles de mando y de guerra más amados por ellos, tras lo cual ordenaban matar no sólo a sus esclavos o sirvientes próximos sino igualmente a sus caballos, a fin de ser ellos mismos atrapados y retenidos el mayor tiempo posible tanto en el goce de sus pertenencias y posesiones como, del mismo modo, para el caso de una nueva encarnación, y a través de las leyes de afinidad y asociación, ser atraídos inevitablemente hacia aquellos lugares previamente por ellos diseñados y preparados. Para espíritus de este calibre sus intereses no se encuentran en el plano celeste; la densidad de sus cuerpos vitales, en duro y denso armazón con sus cuerpos de deseos, vienen a constituir un todo de difícil disolución y con cortísima estancia ya en el primer cielo, ya en el segundo.
Pero, dado que de todos modos ha de llegar un tiempo en que este tipo de espíritus deberán pasar por el Purgatorio y asimismo abandonarlo, en ese momento deberán abandonar también, obviamente, el Cuerpo del Pecado, si bien, dada la composición de éste, su desintegración será lentísima, puesto que su “conciencia” habrá sido profundamente fortalecida. En realidad no es que puedan razonar, puesto que naturalmente no disponen de mente, pero pueden recurrir y recurren a la astucia como arma primordial para hacer creer que se trata realmente de un Ego, de una presencia espiritual, hecho éste que puede permitirles una vida individual, como hemos dicho, durante siglos.
Sus estancia en los distintos cielos, también se ha resaltado ya, resulta mínima, puesto que nada que pertenezca a su vida pasada puede merecer recompensa celeste alguna. Por tanto, donde su estancia ha de ser más duradera será en el segundo cielo, donde permanecerá el tiempo justo para conformar para sí un nuevo ambiente en la Tierra; posteriormente, y tras elevarse con brevedad al tercer cielo, tenderá a renacer muchísimo antes de lo normal con el afán y ansia por aquellas cosas materiales que dejó u otras similares que en realidad tanto le atraen e interesan. De esta forma, y en el momento de conformar sus nuevos vehículos, el Cuerpo del Pecado que dejó en el Mundo del Deseo como cascarón sin desintegrarse, se sentirá atraído de forma natural por la entidad que lo creó, se unirá al nuevo ser en la Tierra, y permanecerá con él durante toda la vida como un demonio ( Mr. Hayde).
En los tiempos bíblicos estos cascarones sin alma abundaban enormemente, y, como también hemos mencionado más arriba, a ellos era a quienes se refirió Cristo Jesús cuando habló de los demonios, causantes de numerosas obsesiones y enfermedades de entonces que en el libro sagrado se describen.
Como derivación próxima a lo que ha quedado descrito, queremos poner de manifiesto que en algunos casos, si un elemental (espíritu subhumano) tomara para sí un Cuerpo del Pecado, en definitiva uno de aquellos cascarones, agregaría a éste sus propias capacidades. Ello sería de tal manera que, una vez que renazca el espíritu o Ego que lo creo, lo atraería, naturalmente, pero debido a la intromisión previa del elemental, la resultante habría de dar un personaje muy diferente a los del resto del grupo o comunidad (Así, por ejemplo, médicos, hechiceros, curanderos, etc.)
Otra consideración más grave que la anterior consistiría en lo siguiente: es bastante frecuente que dichos elementales actúen como espíritus controladores sobre el cuerpo de algunos médiums a lo largo su la vida; pero, una vez que llegado el momento de la muerte del médium, el espíritu controlador ha llegado a obtener tanto poder sobre el controlado, que en realidad se permite expulsarlo y robarle sus vehículos superiores, y dado que estos vehículos recogen las experiencias habidas en la vida recién concluida, la evolución del Ego-médium puede retardarse, como ya se apuntó en otro lugar, durante eones de tiempo, dado que no parece haber poder alguno que pueda expulsar a tales elementales de los vehículos robados. Por supuesto, una observación al respecto habría que dirigirla mayormente hacia quienes están ejerciendo o puedan ejercer en el futuro de mediums y que, por añadidura, permiten o pueden permitir tomar a otro la posesión de su cuerpo, ya que, como hemos reflejado, en el momento de su muerte pueden encontrarse con la desagradabilísima sorpresa de no poder impedir que el alma les sea robada y su evolución en consecuencia no sea sólo meramente retardada, sino, en sí, realmente detenida sine die.
De los vampiros
Después de ver tantos filmes referentes a Drácula, y de rememorar aquel momento en que Peter Cusing (pongamos por ejemplo) cogiendo una afilada estaca y un buen martillo procedía a atravesar el corazón truculento e infecto del hombre-vampiro ¿ cómo no haber respirado el cinéfilo tal vez con satisfacción o con descanso ?
Sin embargo, la enorme complejidad a que está sujeto el mundo en sus infinitas articulaciones y desarrollos, nos trae también aquí, en calidad de algo que debe ser sabido por la generalidad, con el aserto de que, entre una numerosísima serie de entidades malignas, efectivamente existen los vampiros. Qué sean y en qué consistan sus actividades o cómo sobrevivan, es de lo que en un exiguo tratado vamos a ocuparnos seguidamente.
Hay que partir de que un vampiro en los términos aquí tratados – es una entidad humana ya fallecida que después de la muerte consigue “vivir” en la tierra a base de alimentarse con el cuerpo vital tanto de personas muertas como vivas, y la sangre es una de las más altas expresiones de aquél.
Un vampiro es desde luego siempre una entidad de naturaleza perversa que casi con absoluta seguridad ha ido arrastrando en sucesivas vidas “cuerpos de pecado” acumulativos o bien engrandecidos, de tal suerte que, cuando en el mundo físico se materializa, puede vérsele con las más estrafalarias u horrendas formas que uno pueda imaginarse, así humanas como de animales. Recuérdese, o anotemos en todo caso, que las formas que presentan las entidades por medio de los “cuerpos de pecado” las expresan de ordinario a través de desmesuras, o bien de naturaleza estrambótica: enormes y desproporcionados manos o brazos, cabezas abultadas y descuadradas, dedos como garras, rostros monstruosos, etc. De cualquier modo, debemos remarcar como nota muy importante que el vampiro tiene poder para revivificar la sangre coagulada que encuentra en los cadáveres, pudiendo entrar en uno de ellos nada más haber muerto.
Por tanto, lo que permanentemente hace el vampiro es aspirar la vitalidad de cuantas personas son accesibles para a continuación inyectarla en la sangre de su cadáver-casa, a fin de mantener constantemente abundante y fresco su sustento, es decir, lo renueva de forma continua. Esta es su forma de poder continuar en este mundo. Tan esa así que, en algún caso, se halló que el vampiro se había comido el cuerpo por dentro, dejando intactos tanto los huesos como la piel. O sea, había conformado su casa-cadáver cual un auténtico cascarón.
Los vampiros – seres humanos fallecidos, no se olvide semejante detalle – tienen la virtualidad de no incorporarse al Mundo del Deseo – es decir, al Purgatorio – durante siglos. Seguramente muchos de los lectores hayan oído historias de personas que, tras haberse sentado en determinando lugar o asiento, de repente se han sentido exhaustas por completo, faltas de vitalidad… (Recordemos que existen personas vivas que de forma inconsciente y natural vampirizan a cuantas las rodean) Aquellas personas altamente negativas, tanto en pensamientos como en sentimientos, suelen ser presas preferidas de los vampiros reales.
Antes de dar por terminado este brevísimo relato acerca de los vampiros, sí queremos relativizar algunos de los acomodos que seguramente, sin otro remedio, hubieron de ser efectuados en las películas de cine en torno al presente tema. Así, por ejemplo, cuando veíamos al elegante vampiro Drácula saltar por las ventanas y volar, la relación que tiene este pasaje con la realidad es que, en la realidad, el vampiro no dispone de cuerpo físico y por tanto visible. Ni mucho menos configuraría un cuerpo esbelto y delicado con maravillosos smókings, trajes y capas, puesto que sus atuendos de conformación naturales encajan con la abyección más disoluta y las formas más animalescas y demacradas posibles.
En cuanto a la escena final, o prácticamente final, cual era aquélla ya citada del martillo y la estaca a clavar en el corazón del abominable, tras haber perseguido crucifijo en mano al usurpador de sangres hasta la catacumba de uno de los castillos de Transilvania, referirles que mantiene cierta similitud con lo que acaece en la realidad, puesto que la manera de expulsar a la entidad de su casa-cadáver, consiste en rajar con un cuchillo el cascarón de piel y huesos en que en definitiva se oculta y vive el vampiro. Una vez que la sangre se derrama y cae a tierra, el vampiro muere definitivamente para este mundo, puede decirse que es el momento en que realmente muere, dado que no tiene otra alternativa que la de ascender al Mundo del Deseo (Purgatorio) para purgar cruda y debidamente el mal ocasionado.
Si señalamos de forma principal que las variadísimas prácticas tanto de vudú como de makumba son generadoras en si mismas de múltiples cuerpos de pecado, de elementales en toda su gama, y lugares propicios para cometer las más terroríficas fechorías a petición de los vampiros (cual sería aspirar la sangre de la víctima a través de la sección de una venilla a la altura del cuello, seccionada por el oficiante) seguramente no estaríamos descubriendo nada nuevo si estos escritos generales no fueran dirigidos a personas que aspiran a elevarse física, moral y espiritualmente.
Del hipnotismo
En el hipnotismo, lo primero que hace el hipnotizador es preparar a su presa, la induce a que se deje llevar, a que se haga absolutamente pasiva para que obedezca sus órdenes; es el momento en que aquél comenzará a trabajar sobre la cabeza del cuerpo vital de la víctima hasta lograr descolgárselo y que le cuelgue sobre los hombros en forma de espesos rollos alrededor del cuello.
Es a partir de ese momento cuando la conexión directa entre el Ego de la víctima y el cuerpo denso ha dejado de existir, por lo que se encontrará en una situación similar a la del sueño, en la que el Ego sale fuera de su vehículo y únicamente subsiste como unión entre ellos el cordón de plata. Sin embargo, esta es la ocasión buscada por el hipnotizador porque precisamente es cuando llena con su propio éter la cabeza de la víctima, medio perfecto por medio del cual adquirirá poder total sobre ella, pues le va a permitir darle órdenes, las cuales aquélla cumplirá sin rechistar. Por tanto, la voluntad del hipnotizador sobre el hipnotizado se basa en una relación de imperio.
Una vez que el hipnotizador ha logrado su propósito, es decir, establecer por una vez contacto y dominio sobre alguien, le va a permitir sostener dicho control durante todo el tiempo que el dominante desee, sin importar la decisión de la víctima, así como tampoco importará la distancia. Sólo la muerte puede romper vínculo establecido.
Por tanto, no sólo lo hacemos saber, sino que lo decimos notoriamente alto y claro a fin de que cualquier lector tome sus precauciones tocantes a esta cuestión. Resulta verdaderamente lamentable ver a menudo, como espectáculo de gran atracción, cómo las presuntas e inmediatamente víctimas, suben animosas al escenario con caras sonrientes en busca tal vez de una situación de zozobra insospechada. Es cierto, evidentemente, que lo hacen de manera voluntaria, al menos en Occidente, pero de cualquier manera estimamos preciso lanzar un s.o.s. escrito y general que trate de prevenir de verdaderas e ignoradas ignominias.
Consecuentemente, y de semejante manera a como lo hacíamos respecto de reuniones espiritistas, y sobre todo de ouija, recomendamos evitar y hasta presenciar demostraciones hipnóticas, dado que siempre existe el peligro de que algún espíritu del bajo astral se nos adhiera y nos cause molestias inesperadas. Por parecidos motivos tampoco es recomendable quemar incienso, puesto que, al inhalarlo, aspiramos a un tiempo espíritus elementales (creaciones demoníacas propias o de terceros formadas ya a base de éter, de materia de deseos o mental), los que nos incitarán a la sensualidad más depravada o a llevar a cabo prácticas negativas que en el mejor de los casos retardarán sin duda nuestro desarrollo espiritual.
Como a través de lo dicho y advertido podrá observarse, existen medios en apariencia inocuos que inevitablemente pueden conducir a la dependencia o a la total esclavitud, por cuya apariencia resulta a veces es muy difícil detectarlos y realmente comprender ciertas acciones de determinadas personas. ¿ Acaso no hemos leído o escuchado alguna vez a un asesino o asesina que al tratar de justificarse manifestaba que “una voz que escuchaba dentro de sí le ordenaba herir o matar” ?
Pensar siempre de forma positiva y sin admitir que nadie puede entrometerse y ordenar nuestra conciencia y dominar nuestro Yo, es un buen método para andar diariamente sin temor. Estas enseñanzas van dirigidas, no obstante, y precisamente, a emancipar la propia voluntad frente a la de cualquier otro y a tener confianza en sí mismo frente a toda contingencia y dificultad. La liberación no consiste sólo en el dominio frente a uno mismo, también frente a cualquier voluntad extraña y opresora.
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Enseñanzas directas acerca del renacimiento en la Biblia
En el versículo 21 del primer capítulo de San Juan, se pregunta a Juan el Bautista: ¿ Eres tú Elías ? Y puesto que se efectúa tal pregunta, ciertamente ello entraña estar de acuerdo con el renacimiento como hecho admitido y normal de la vida.
Pero en San Mateo II, 47, figuran además las siguientes palabras del propio Cristo referidas a Juan el Bautista: “Éste es Elías”, dando por sobreentendido también y no sólo el renacimiento, sino la inmortalidad del espíritu humano tras la muerte, pues no de otra forma, si no hubiera sobrevivido a la muerte del cuerpo, es que podría haber renacido Elías ahora como Juan el Bautista.
En cierto momento, mientras Cristo y sus discípulos se encontraban Cristo en el monte de la transfiguración, dijo Aquél: “Elías ha venido y le hicieron todo lo que quisieron”, entendiendo sus discípulos “que Él hablaba de Juan”, a quien Herodes había ordenado decapitar. La consiguiente deducción es tan contundente, que por sí misma ni en sí misma requiere de mayores digresiones.
En el Cap. XVI, 14 de San Mateo, Cristo pregunta a los discípulos: “¿ Quién creen que soy yo ?”; contestándole ellos: Algunos creen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías y otros que Jeremías o uno de los profetas”. Y oyéndolo, Cristo no los contradijo en absoluto, dado que Cristo era un instructor, y, de haber encontrado alguna afirmación errónea acerca del renacimiento, sin duda Él les hubiera hecho las correcciones oportunas. No fue así, sino que tal y como puede apreciarse, Él mismo enseñó esta doctrina a través de todos estos pasajes.
No obstante, a título informativo, sobre todo para quien pretenda indagar a fondo en ocultismo e incluso aspire a pisar el sendero, queremos traer aquí algunos ejemplos de seres humanos conocidos, algunos de cuyos sucesivos renacimientos, de un modo u otro son conocidos o han sido dados a conocer. Así:
.- Enoc – Noé – Abraham – Salomón – Jesús de Nazaret.
.- Moisés – Quetzalcóatl (quetzal=pluma, elevarse, volar; cóatl=serpiente) ¿serpiente emplumada, serpiente espíritu-espinal ? – Elías – Juan el Bautista – San Jerónimo.
.- David – Jonás – San Pedro – San Francisco de Asís.
.- Job – José de Arimatea – Sir Galahad.
.- Hirám Abiff (constructor del Templo de Salomón) – Lázaro (amigo de Jesús) – Cristián Rosenkreuz – José Balsamo (Cagliostro, conde de) – Saint Germain (Conde de)
1 A.- El hombre de Lemuria
La Época de Lemuria es, tras la Polar e Hiperbórea, la tercera de las épocas correspondientes al actual Período Terrestre. Con posterioridad a ella advino la Época Atlante y, seguidamente, la Aria, en la que en la actualidad nos encontramos.
¿ … que cómo era el hombre de tan lejanísimo tiempo ? Nos ha parecido sumamente ilustrativo tratar acerca de este hombre porque, con ello, podrá contribuirse a que nos formemos una idea, ya remota, ya aproximada, de la transformación o transformaciones habidas hasta llegar, en sus líneas más generales, al hombre de hoy.
De todos modos, si bien a título meramente orientativo, incluyamos previamente unas leves nociones acerca del hombre tanto “polar” como “hiperbóreo”. De las sustancias en fusión en que en aquél entonces se encontraba la Tierra, y ayudado por los Señores de la Forma, denominados Potestades por la Iglesia Católica, construyó el hombre “polar” su cuerpo mineral. Consistía más que en un cuerpo, modernamente hablando, en un objeto de grandes proporciones y pesado, el cual presentaba un órgano en su parte superior, órgano que venía a servirle como de sistema de dirección y orientación. En cualquier caso, dada la ebullición en que se encontraba la Tierra (aún en el sol) suponía un instrumento valiosísimo por cuanto le avisaba del peligro inminente, lo cual permitía a este hombre primigenio variar su trayectoria como un autómata para evitarlo. Por tanto, lo que ahora conocemos como glándula pineal – glándula por demás especial, dada su naturaleza espiritual – conformaba entonces este órgano, entre cuyas funciones se encontraban en aquel lejano principio las de detectar tanto el calor como el frío.
Tocante al modo de propagarse, diremos que aquellas enormes y pesadas criaturas que éramos, y de reducidísima conciencia, a semejanza de las células se escindían en dos partes iguales, las cuales no aumentaban ni decrecían a partir del tamaño que heredaban.
El hombre hiperbóreo, en cambio, dado que ya recibe junto al cuerpo denso un cuerpo vital, éste va a permitirle crecer exageradamente a base de atraer materiales del exterior, de modo muy similar a lo que ocurre en la ósmosis, y no escindiéndose en dos partes iguales al reproducirse sino desiguales, si bien creciendo únicamente hasta alcanzar tamaño previo de su padre.
En esta época o etapa atravesó el hombre el estado análogo al vegetal, siendo su conciencia similar a la del estado de trance. En las Enseñanzas Occidentales se dice acerca de este estado como de “sueño sin ensueños”. Volvamos a señalar que fue antes de finalizar esta época cuando la Tierra fue arrojada del Sol, describiendo una órbita en sí diferente a la que actualmente describe. El motivo de dicha expulsión no consistió sino en que la cristalización del hombre había alcanzado tal magnitud, que realmente impedía la evolución de seres más elevados, soportando, por otra parte, la incandescencia, una vibración calorífica demasiado alta para su propia evolución..
Sólo al final de esta interesantísima época es que podemos encontrar, bajo cierto modo de mirar las cosas, lo que podría denominarse, y ello no sin esfuerzo, primera raza humana. Las condiciones de Lemuria fueron duras por demás. La atmósfera, muy densa, semejaba una niebla ígnea, las durezas de la tierra comenzaban a manifestarse, si bien enormes extensiones se encontraban en absoluta fusión, y, entre la prodigiosa conformación de islas, se hallaba en ebullición un mar recalentado una y otra vez debido a las lavas de incesantes erupciones volcánicas. Es, por otro lado, el tiempo de los bosques lujuriosos y de los animales gigantescos. El esqueleto del hombre, aunque formado, el resto de sus formas eran aún muy plásticas, al igual que las de los animales. El hombre lemur oía y tenía tacto, y sus presuntos ojos, los que en el futuro habrían de llegar a ser, no eran entonces sino dos meros puntos marcados y sensibilizados sobre la piel que progresivamente irían siendo afectados por la difusa luz que se filtraba a través de la citada inmensa neblina. En realidad, no ha sido sino la luz la que ha construido los ojos de que hoy disponemos.
Tenía nuestro hombre por lenguaje el de los sonidos naturales, sonidos que imitaba. No tuvo percepción acerca de cómo ni cuando nació su cuerpo aunque sí podía detectar a otros hombres, si bien se traba de una percepción interna, espiritual, pero que le proporcionaba claridad y lógica acerca de lo percibido. Ni siquiera sabía en ese tiempo que tenía un cuerpo, tal era su inconsciencia en este mundo tridimensional. Y, sin embargo, habría de ser el dolor el instrumento de hacerles tomar conciencia de su propia realidad física. No es de extrañar, por tanto, que entre los misterios enseñados entonces uno de los más importantes consistiera en hacerle ver que ello era así. Fue éste asimismo el tiempo en que la procreación – ya descrita más arriba – se encontraba bajo la guía de los ángeles de Jehová, procreación que, tras comer del Árbol del conocimiento a raíz de la revelación efectuada por los ángeles caídos o luciferes, es pudo el hombre alterar mediante la realización del acto generativo en cualquier tiempo en cuanto búsqueda del placer, hecho que provocaría no sólo dolor, sino múltiples enfermedades sin cuento que encontramos relatadas en la Biblia.
Por tanto, el hombre lemur – todos los lemurianos fueron de piel negra – aparte de estar inconsciente mientras cambiaba un cuerpo para tomar otro, su conciencia, tal, y como hemos referido, se encontraba muchísimo más centrada en los mundos internos, en el mundo espiritual. Y si del lenguaje hemos dicho que era imitativo de los sonidos naturales, estos sonidos eran en cambio para él sagrados, pues cada sonido emitido disponía de poder que podía obrar sobre la naturaleza, sobre los animales o los propios semejantes. En consecuencia, bajo la guía de los Señores de Venus, instructores tenidos por mensajeros divinos, el lenguaje lo usaron con absoluta displicencia y sacralidad. Tal cual estamos viendo, el incipiente hombre lemur fue un verdadero mago, motivado su poder por su inicial y alto estado de pureza e inocencia (que no virtud). Y, siendo así, por fuerza las enseñanzas iniciáticas no tuvieron por otra finalidad que, siguiendo las reglas del desarrollo que acontecía, enseñar y tratar de mostrar a aquel ser, además de arte, las realidades físicas y exteriores que lo circundaban con las leyes que regían las mismas y las gobernaban. Es aquí cuando abre los ojos, que no es otra cosa que decir que, efectivamente, sus ojos físicos habían progresado lo suficiente para verse a sí mismo y, por tanto, toma conciencia de sí, de su propia existencia desnuda en medio de un mundo en el que, poco a poco, habrá de llevar a cabo todavía una inmersión más profunda, una inmersión absoluta.
El lemur, aun teniendo a su disposición el poder que ostentaba, hizo sin embargo buen uso de él, dado que siempre tuvo presente tanto su procedencia como su relación con los dioses. Tras la separación de los sexos, de la que enseguida se hablará y que también tuvo lugar en esta época, la educación específica para los hombres consistió, no obstante, en el crecimiento y fortalecimiento de la voluntad, mientras que la mujer era instruida mediante situaciones que propiciaran el despertar y acrecentamiento de la imaginación, una y otra características naturales y predominantes la primera en el hombre, la segunda en la mujer.
1 B.- La separación de los sexos
El espíritu es bisexual y no asexual. Piénsese que, en este último caso, el cuerpo, en cuanto a la forma, también sería irremediable asexual, puesto que éste, en el mundo tridimensional, no es sino la manifestación externa del espíritu individual e interno que lo creó.
En cambio, en los mundos internos del hombre, la sexualidad se pone de manifiesto mediante dos fuerzas muy distintas si bien complementarias. Una, la voluntad, en cuanto fuerza masculina y en consonancia con las fuerzas solares, y otra la imaginación, en cuanto fuerza femenina y ligada a las fuerzas lunares, hecho éste palpable tanto por el poder imaginativo que ostenta la mujer como por la influencia que ejerce la Luna sobre el organismo femenino.
Durante la Época Hiperbórea, cuando aún permanecían en el sol la Tierra y la Luna, las fuerzas masculinas y femeninas obraban sin dificultad en los respectivos cuerpos del hombre.
Sin embargo, una vez que la Tierra fue separada del sol y posteriormente la Luna lo hubo sido de la Tierra, las fuerzas solares y lunares, bajo el nuevo status, no encontraron modo posible de ejercer la igualdad con que lo habían efectuado anteriormente, por lo que determinados cuerpos se prestaron mejor a la recepción solar y otros a la lunar, es decir, unos seres se inclinaron hacia el desarrollo intenso y predominante de la masculinidad y otros de la feminidad.
En esta etapa el hombre era hermafrodita, capaz de dar lugar, cual determinadas plantas, a otro ser por sí mismo, sin intervención exterior alguna. Sin embargo, a efectos de que aquél pudiese llegar a convertirse en verdadero creador, similar a los Elohim, resultaba indispensable que pudiera disponer de un cerebro que, albergando la mente, permitiera utilizar la materia mental para razonar y concebir imaginativamente aquello que por sí mismo libremente desease crear. Y, de similar forma, era preciso que dispusiera de un instrumento cual es la laringe, capaz de articular y emitir con el tiempo la palabra creadora. No de otra forma pudo emanar del Uno La Palabra, el sonido, el Fiat Creador citado por San Juan, a través del cual “La Palabra se hizo carne” y no por medio de encarnar y tomar la figura de un cuerpo físico, sino “haciéndose carne” a través de todo lo que es y constituye la materia del universo con sus millones y millones de sistemas solares. La consecuencia fue que, mientras una mitad de energía creadora, ya masculina ya femenina, ascendía para la conformación y desarrollo del cerebro y la laringe, la otra mitad que libre para darla a otro ser y poder llevar a efecto el acto de generación de nuevos cuerpos. Es en este preciso momento cuando el hombre deja de “conocerse a sí mismo” para pasar a “conocer” a su esposa, cuya resultante habría de consistir en el advenimiento de los hijos físicos tal cual son conocidos.
Si observamos con atención el proceso, podremos nos daremos cuenta de que, a partir de aquí, se ha producido un lapsus de tiempo especial, el cual comienza al ser expulsado el hombre del Jardín del Edén, o región etérica -, hacia la mitad de la Lemuria – en plena involución y camino del nadir de la materialidad, para cruzar ésta e, investido ya su ser de mente y convertido en humano, comenzar a elevarse mediante un proceso evolutivo de regeneración, regeneración que deberá durar hasta que vuelva a conocerse internamente por sí solo y a sí mismo. Habrá tornado entonces no sólo a ser hermafrodita como antaño fue, sino que por medio del pensamiento podrá imaginar, concebir y dar expresión concreta a sus criaturas mediante la palabra creadora, la “palabra perdida”, aquélla con la que en sus primeros estadios en la Lemuria usó para construir formas físicas de animales y vegetales. Esta consecución es precisamente a lo que se refería aquella famosa inscripción que se hallaba en el frontispicio del Oráculo de Delfos y que rezaba: “Hombre, conócete a ti mismo”, es decir, “engendra dentro de ti mismo”.
No obstante, hagamos notar que si bien el hombre, con la construcción del cerebro (en cuya construcción fue ayudado directamente por los ángeles) y la laringe, dio un paso gigantesco en dirección a sus futuros desarrollos creadores, no es menos cierto, evidentemente, que le costó a cambio la posibilidad – al menos transitoria – de procrear una unidad completa en sí mismo y por sí mismo. Ello habría de dar lugar, tras haber sufrido esta pérdida, a la labor conductora angélica anual a fin de que el hombre se reprodujera por medio de un apareamiento inconsciente, y a que, más tarde, tuviese lugar la denominada “caída” debido a la intervención de los Luciferes en el sistema de reproducción, como ya ha sido reseñado.
1 C.- De la Epigénesis al “eslabón perdido”.
Las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental afirman que el contenido concreto de la evolución consiste en convertir al hombre desde un dios potencial, inconsciente de sí mismo y nesciente, y en definitiva estático, hasta un dios consciente y omnisciente a través de un desarrollo dinámico. Pero este desarrollo no puede ser un despliegue de las potencialidades recibidas de Dios, su progenitor, sino que, para ser un creador original, es preciso que aquel proceso se lleve a cabo bajo la premisa de que el dios en formación tenga la posibilidad de realizar nuevos y originales aportes, incorporaciones que den sentido y autenticidad a un verdadero creador, pues, de lo contrario, no pasaría de ser un mero imitador, por muy perfecto que llegase a ser.
Ello, de forma inevitable, nos lleva a considerar dentro del ocultismo, cual predican las enseñanzas para Occidente, a incluir en tal proceso, además de la Involución y Evolución a la Epigénesis, es decir, aquella virtualidad de introducir novedades que vengan a hacer progresar los horizontes y posibilidades a lo largo de su marcha evolutiva. Si el hombre actualmente se encuentra enfrascado en los trabajos sobre La Forma en nuestro Período actual, el Terrestre – en el de Júpiter comenzará a trabajar con la vida – necesariamente ha de ser sobre la forma de los materiales donde aquellas incorporaciones deben tener lugar. Mediante su trabajo ha de convertir los materiales en más dúctiles, en más flexibles, más duros, más resistentes, logrará transformarlos en mejores transmisores y con óptimas condiciones para suministrar nuevas oportunidades no sólo al hombre sino también al conjunto del mundo, puesto que al hombre incumbe realizar su tarea de acuerdo con su oleada de vida, y esta contribución deberá ser hecha lo más acabada y perfecta. Piénsese en que hubo un tiempo en el que la fuerza que en la actualidad estamos empleando en conformar aviones, barcos, transbordadores espaciales y la última tecnología de comunicación o cualquier otra, esa misma fuerza, insistimos, es exactamente la misma que en otro tiempo anterior – el de la Involución – hubimos de emplear para construir nuestros vehículos (cuerpo físico, de deseos y mental) los precisos para poder manifestarnos en forma tridimensional como seres humanos como el mundo físico requiere.
Pues bien, ¿ qué arquitecto o constructor podría llegar a ser un verdadero genio creador si no estudiase a través de cada caso concreto no sólo los errores cometidos, sino las necesidades que van a imponerse en el futuro y, por tanto, no procediera a reconstruir una y otra vez los primeros proyectos a fin de alcanzar su objetivo ? Luego, la Epigénesis – como ya afirmó Haeckel hace tanto tiempo – a través del microscopio debe pasar de denominarse hipótesis a constituir un hecho constatable. Por otro lado, quienes se adhieran férrea y permanentemente a viejas formas, no podrán elevarse más allá de la especie, por lo que necesariamente han de quedarse atrás en calidad de rezagados. A lo largo de la inmensa marcha de la evolución del ser humano y en todo tiempo, en cada etapa con su forma respectiva, ha habido siempre rezagados, espíritus menos flexibles, menos adaptativos, menos esforzados. De tal manera ha sido así que, estos rezagados, a modo de estriberones, han ido tomando las formas dejadas por los adelantados con el fin de alcanzarlos, si bien los adelantados ya se encontraban utilizando otras formas nuevas, las que habían construido en un nuevo despliegue de Epigénesis tocante a la forma, ya que si el espíritu que habita una forma no es capaz de renovarla, de acrecentarla, mejorándola como ya dijimos, debe degenerar.
En esta marcha evolutiva enunciada, en que se produce un sistemático abandono de formas por parte de los adelantados, las cuales van siendo recogidas por los rezagados, existirán formas tomadas por estos últimos mientras aún queden individuos pertenecientes a dicha especie y bajo esa condición, por lo que en el instante en que deje de haber espíritus rezagados de tales características, muy gradualmente, dicha forma comenzará a desintegrarse y a resumirse en los distintos estratos del planeta.
Llegados a este punto, debemos recordar que la ciencia materialista enseña que, si bien el hombre fue ascendiendo por evolución de la ameba hasta el ser que hoy es, sí procede introducir el importantísimo matiz de que también afirma que, una vez hubo evolucionado hasta los antropoides, aquí se escindió en dos, evolucionando una rama hasta el hombre actual, mientras que otra se estancaba para aparecer a través de los diversos tipos de monos. Las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental difieren radicalmente acerca de tal aseveración, puesto señala que el hombre jamás habitó formas idénticas a las de nuestros animales ni antropoides actuales. Sí dispuso de formas similares, pero siempre superiores a las de unos y otros. Es admisible que, tal vez a consecuencia del parecido anatómico en general, la deducción haya conducido a esta especie de “callejón sin salida” al admitir no obstante la ciencia y afirmar después que, teniendo lugar la evolución perfectiva, evidentemente los antropoides han sido superados por el hombre. De aquí proviene la afirmación muy común de que descendamos del mono, máxime, para algunos, al advertirnos la biología moderna de la tan cercana identidad génica entre unos seres y otros, pero no la razón última.
Por tanto, el punto que ahora tratamos es de la mayor entidad en cuanto afirmamos que
desde el ancestral momento en que las razas arias tuvieron como cobijo formas parecidas a las de los antropoides, dichas razas han alcanzado el presente estado de desenvolvimiento, a la vez que sus “formas habitadas” – aquellas que dejaron atrás, y que eran el eslabón de unión con los rezagados, han degenerado y degenerado, estando habitadas por los últimos rezagados del Período de Saturno, primer período del actual ciclo o Gran Día de Manifestación. Y asimismo que, dentro de los mismos monos, los inferiores, en lugar de ser los progenitores de sus especies más avanzadas, no es así en cambio, dado que estos monos inferiores son rezagados que animan los ejemplares de formas aún más degeneradas de lo que, muy lejos ya, correspondió a la forma humana.
En cualquier caso, que los antropoides pueden alcanzarnos convirtiéndose en seres humanos, es posible. Pero sólo ellos podrán hacerlo. Ningún otro animal. Los demás alcanzarán su estado humano bajo otro período cósmico posterior – el de Júpiter – y bajo condiciones absolutamente diferentes a las que observamos hoy.
El mono, en consecuencia, y por tanto, no es sino un hombre degenerado. Añadamos que los pólipos constituyen la forma más degenerada dejada por los mamíferos, y que los musgos conforman lo más degenerado respecto del reino vegetal. Y de acuerdo con lo que ya hemos señalado con anterioridad, al alcanzar cualquier reino el cenit de la degeneración, será absorbido por el reino mineral irremediablemente.
Cual nota ilustrativa de la última apreciación efectuada, queremos citar, además del carbón, en cuanto a que en un tiempo anterior fue poseedor de una forma vegetal, a la piedra común o roca, la cual, habiendo tenido por base igualmente su conformación primigenia en el reino vegetal, y dejándonos en su composición minerológica blenda, feldespatos y mica, el clarividente avanzado nos diría, sin embargo, que lo que se llama blenda y feldespato son tallos y hojas de flores prehistóricas, y que la mica, por otro lado, es lo que queda como residuos de los pétalos.
La vida antenatal es, en esta materia, otra corroboración de las Enseñanzas Occidentales, pues éstas afirman que dicho desarrollo, desde la concepción al nacimiento, no es en sí más que una recapitulación de los pasados y sucesivos desenvolvimientos obtenidos por el hombre. En consecuencia, si se observa un óvulo animal con todo detenimiento y atención durante el período de gestación, podrá apreciarse que únicamente discurre a través de los estados mineral y vegetal, naciendo, al alcanzar el estado animal. En cambio, el óvulo del ser humano, tras discurrir por los tres reinos inferiores, y disponiendo del poder epigenésico, el cual le permite hacer aportes adicionales a las condiciones de la forma, continúa su desarrollo hasta alcanzar el estado que en realidad le corresponde: el humano.
Cuando la Epigénesis deja de actuar y queda inactiva en un individuo, en una familia, nación o una raza, la evolución se detiene y comienzan sus entropías particulares: la degeneración.
1 D.- Las 16 razas o “los 16 senderos de destrucción”
Hasta prácticamente la conclusión de Lemuria no hallamos, en relación con el ser humano, un desarrollo equivalente a lo que hoy podemos considerar como raza. En ese momento nos hallábamos tocando ya el nadir de la materialidad, condición propicia para que las formas de los hombres pudieran diferenciarse entre sí, por lo que una vez abiertos sus ojos hacia el exterior y ausente aún el intelecto, además del rechazo surgido hacia los no afines de forma espontánea, inevitablemente condujo a la conformación de lo que con posterioridad hemos conocido y continuamos conociendo como razas. Los requisitos que a lo largo de las edades han prevalecido para su definición han sido constantemente similares: siempre se ha tratado de grupos de fuerte base endogámica, dando lugar a caracteres que se repiten ininterrumpidamente que propician la propia degeneración. Son atraídos entre sí por la ley de afinidad y ley de asociación dentro de la superestructura de Ley de Causa y Consecuencia, apegándose intensamente, sagradamente incluso sobre el territorio y con gran aversión, cuando no exclusión total (léase, por ejemplo, los vikingos) a la mezcla de sangres extrañas, más un arraigadísimo sentimiento de pertenencia colectiva en la que el Yo individual no tiene relevancia alguna; en resumen, una simbiosis de ente colectivo y territorio sin distinción práctica posible, etc.
Aún así, las razas tienen lugar únicamente durante uno de los Grandes Períodos dentro de los siete días de creación o plan de Dios para el mundo: el Período Terrestre. No las ha habido en ninguno de los tres Grandes Períodos que han precedido al presente – Períodos de Saturno, Solar y Lunar –. Tampoco las habrá en el futuro. Su tránsito en el proceso del Gran Días de Manifestación actual, apenas si representa un suspiro, un leve chispazo. Con todo, las razas se van correspondiendo con distintas gradaciones que han de pasarse a lo largo de la evolución, dado que, de no ser así, no podría haber progreso para los espíritus que sucesivamente se encarnan en ellas. Aún dentro de su misma fugacidad en el decurso evolutivo, el peligro que en sí mismas entrañan las razas radica en que los espíritus se apeguen demasiado a alguna de ellas, es decir, a las mismas formas, y por tanto, como ya hemos señalado, no logren avanzar. Ello constituiría un gran problema. De ahí que los Guías de la humanidad hayan convenido en denominar a las razas “los dieciséis senderos de destrucción”. En cualquier caso, sí las ha habido a partir de Lemuria y concluirán en la que en ocultismo se denomina: Sexta Época.
De todos modos, antes de la enunciación de cada una de las razas, debemos hacer la anotación de que, si bien las Grandes Jerarquías Creadoras, las cuales nos ayudaron a progresar emanando de sí mismas durante la Involución los gérmenes precisos para la constitución de los vehículos que hoy hemos llegado a poseer, los Guías de la humanidad nos han suministrado asimismo ayudas de incalculable valor. Éstos seres, enormemente más evolucionados que nosotros, y bajo un trabajo amoroso, han estado aquí durante edades y edades (y aún lo están) para tomar muy al principio la vara de mando, pues la incipiente humanidad no poseía más que el germen de una mente sin posibilidad mínima de orientación ni de propia dirección. Y estos Guías, grado por grado, lo hicieron. Fueron ellos, los Señores de Venus y los Señores de Mercurio, quienes, si no tan avanzados como los residentes en el sol – los arcángeles – sí lo están muchísimo más que el hombre. A los Señores de Venus se les llamó “mensajeros de los dioses” aparecieron entre los hombres, motivo extraordinario por demás para tal reconocimiento. Se les reverenció como a dioses mismos y sus órdenes jamás fueron discutidas.
Una vez la humanidad hubo llegado a un grado de desenvolvimiento, de forma automática quedó configurado dentro de ella un grupo de “avanzados”, a quienes se colocó bajo la égida de los Señores de Mercurio, quienes poco a poco fueron introduciéndolo e iniciándolos en las verdades para entonces más elevadas, cuyo conocimiento y puesta en práctica constituían requisitos de primer orden para el avance y progreso del hombre infante. Mediante la dignidad de reyes a la que fueron exaltados, estos hombres instruidos o iniciados habrían de ser los primeros guías propios de nuestra oleada de vida; y, por lo mismo, ellos habrían de ser los fundadores de las dinastías de Legisladores Divinos, lo que equivale a decir “por la gracia de Dios”, o en otras palabras, por la gracia de los Señores de Venus y Mercurio, al ser considerados auténticos dioses por nuestra primera humanidad.
Obviamente, la instrucción recibida había sido dirigida a que el gobierno que ejerciesen repercutiera única y exclusivamente en beneficio del pueblo, por lo que cualquiera de tales Regentes de ese tiempo era tenido como verdad sagrada cuando se entregaba a educar y ayudar a los suyos, ya propiciando el bienestar o la equidad. Verdaderamente, mientras ejercieron sus reinados tales reyes, bien puede afirmarse que tuvo lugar una indiscutible Edad de Oro. Esto tuvo lugar fundamentalmente dentro de los Toltecas, la tercera raza de la Época Atlante, cuando reinaron desde su famosísima “Ciudad de las Puertas de Oro”.
Los Señores de Mercurio aún se encuentran actualmente entre nosotros. ¿ Qué es lo que ellos hacen ? Lo que mismo que hicieron desde su principio entre la humanidad: la preparación del ser humano para el control y dominio de sí mismo, pues en idéntica proporción en la que el hombre se autodomine, en esa misma proporción será en la que se encuentre preparado para gobernar a los demás. Recientemente Goethe lo reconoció y afirmó: “de todos los encadenamientos que sufre la humanidad, solamente se libera el hombre cuando se libera a sí mismo”. Por tanto, si los actuales gobernantes de masas lograran dominarse a sí mismos, sin duda alguna retornaría en poco tiempo, en su forma actualizada, la tan adentrada y añorada Edad de Oro. Por tanto, sólo de forma excepcional es que también preparan al hombre para el dominio o gobierno de los demás. Por lo demás, puesto que esotéricamente son los verdaderos iniciadores del hombre, es de esperar que, dado que las tres revoluciones y media que aún quedan del actual Período Terrestre vamos a estar bajo la influencia creciente de Mercurio, es de pensar que los trabajos bajo su inspiración aumenten de manera altamente significativa
Dicho lo cual, es conveniente pasar a citar las denominaciones de cada raza habida, así como a hacer algunas consideraciones acerca de aquellas otras que aún están por aparecer.
Así, pues, el siguiente cuadro, nos ayudará a comprender su encaje y aparición:
Época de Lemuria:
1ª.- Lemúrica (puede ser denominada raza con dificultad)
Época Atlante: Época Aria:
(cabello redondo)
1ª.- Rmoahals 1ª.- Aria, que se encaminó hacia el sur de la India.
2ª.- Tlavatlis 2ª.- Babilonio-Asirio-Caldea
3ª.- Toltecas 3ª.- Pero-Greco-Latina
4ª.- Turanios 4ª.- Céltica
5ª.- Semitas originales 5ª.- Teutónico-Anglo-Sajona
6ª.- Akadios
7ª.- Mogoles
Como dos elementos distintivos y fundamentales de la 5ª raza atlante, anotemos lo siguiente: uno, que a diferencia de todas las demás de dicha época, las cuales fueron de piel roja y amarilla, ésta raza, la 5ª, Semitas originales, fue la primera de piel blanca; y dos, que en calidad de núcleo primigenio, fue elegida como básica de todas las razas que habrían de configurar la por entonces y aún lejana Época Aria, hecho que, dentro de los talantes de entonces en general, la elevó a su condición de más importante. Y ello no sólo por lo expuesto, sino porque ella habría de ser también la portadora, la primera en la que, en algún grado, hallamos el pensamiento reconocible en cuanto elaboración de la razón, esa razón insustituible para poder refrenar y contener el cuerpo de deseos y, por ende, la pasión y el egoísmo, tan exacerbados en aquél tiempo bajo influencia luciferina a la vez que jehovística. En consecuencia, fue raza elegida como simiente, para que desenvolviese el intelecto hasta un grado suficiente que a posteriori permitiera a sus descendientes – las futuras razas arias – una evolución basada ya más en la razón que en el desenfreno incontrolado y sustentado por las bajas pasiones. Se ha reconocido que semejante trabajo de dirección, gobierno y control por los Guías, constituyó todo un reto, dado que la transmutación de la astucia de que disponía esta raza en razonamiento, requirió leyes contundentes y de aplicación instantánea, ya de recompensa, ya de castigo. Es de entonces que nos ha llegado el dicho de que “el camino del transgresor es muy duro”, puesto que quien incumpliere debía temer bien a Dios o al Guía por quien en aquel momento eran conducidos.
Los Semitas originales es la raza relacionada con los hechos de Noé y el diluvio (versión acomodada o símil a la de Moisés en el mar Rojo), la que fue conducida y guiada hacia el desierto de Gobi, en Asia Central, por donde se dice que anduvo errante y esperó los cabalísticos cuarenta años para tener acceso a la Tierra Prometida, en realidad no otra cosa que la tierra seca y dura, tal cual hoy la conocemos. ¿ De dónde venían y por qué fueron conducidos hacia Gobi ? En ese último tercio atlante, aquella neblina ígnea que había presidido los cielos tanto de Lemuria como de la Atlántida comenzó a aclarar, motivo por el que se produjeron inmensas inundaciones hasta cubrir la casi totalidad de la Tierra; de aquí que, el Guía, previendo los acontecimientos, optó por ponerse en camino hacia Gobi al objeto de salvar la simiente elegida.
En este importantísimo orden de cosas, los componentes de esta raza – divididos en doce clases, cada cual con las características propias de su correspondiente signo zodiacal – tuvieron un tratamiento especial en numerosos órdenes, dado que se trataba de no mejorar sólo físicamente la forma, sino por supuesto, y también, sus vehículos invisibles; se procuraba habilitarla como germen de algo futuro y mejor para la evolución; su experiencia debía constituir un valiosísimo aporte tanto para los Guías en general como para la misma humanidad.
Pero, por lectura directa de la memoria de la Naturaleza, se tiene la certeza de que la mayoría se rebeló y frustró por completo – bien que temporalmente – las metas propuestas por el Guía, dado que “se casaron con las hijas de los hombres” y hubieron de ser abandonados; se quiere decir con ello que, habiéndose casado con individuos de otras razas no elegidas para el propósito descrito, con razas menos avanzadas, menos evolucionadas con las que mezclaron su depurada sangre, se convirtieron en inútiles e inservibles para los planes del Guía tantas veces mencionado. Los miembros de la minoría que se mantuvo fiel hasta el final, murieron físicamente en el mismo Gobi, los mismo que al renacer cual descendientes de sí mismos, heredaron la Tierra Prometida y generaron, o dieron lugar a las distintas razas arias que actualmente intentan desarrollar y llevar la razón a un alto grado dentro de la Humanidad de desarrollo y eficiencia.
Los rebeldes abandonados fueron, a pesar de sentirse el pueblo por excelencia “elegido”, los actuales judíos. Su apego a la raza ha sido siempre y aún es fortísimo, y puesto que ni en bloque ni dispersos por el mundo dicho sentimiento había sido quebrantado a través de tantos y tantos sufrimientos como han padecido, Cristo encarnó dentro de su raza a fin de que se esforzaran y pudieran salir de esa maraña, de ese encorsetamiento sentimental por la raza que no propicia ni permite de ningún modo la evolución ni de las formas ni del espíritu hacia nuevas alturas ni fronteras. La cuestión es que, al día de hoy, y tal cual las cosas, únicamente a través de aquel crisol americano a que arriba aludimos, cuando la mezcla de sangres – judía y americana-cristiana – y alcancen una proporción suficiente, será que este pueblo salga de tan enorme peligro, cual es el de la posibilidad de propiciar su degeneración racial y hacerla extinguir por continuado y voluntario enclaustramiento en idénticas formas. Si se perdieron por lo mas bajo, se salvarán por lo más alto. Ése es el designio.
Dentro de la época en que nos encontramos, la Aria, pero adentrados que estemos ya en el signo de Acuario, cuando el sol por precesión de los equinoccios se encuentre en la cúspide de la casa de este signo astrológico (aproximadamente dentro de 637 años) procedentes del pueblo ruso y demás razas eslavas, aparecerán y se desarrollarán la 6ª y 7ª de las razas, las cuales vendrán a completar el septenario ario. Su desarrollo espiritual devendrá a través de la música, arte para la que unos y otros se encuentran especialmente capacitados. Sin embargo, aunque la 6ª será una raza de corta duración porque la evolución de la espiritualidad para desarrollarse de forma equilibrada es preciso que lo haga a través y a un tiempo del sentimiento y el intelecto, será con todo una raza de altísima espiritualidad y muy feliz en su duración, dado que, viniendo sus grupos de procedencia de terribles y cuantiosos padecimientos, el péndulo de la Ley de Consecuencia les dará esta oportunidad única, llena de elevación espiritual y éxito.
Y asimismo, procedente de los mismos eslavos, tendrá lugar la formación de la 7ª o última raza de la Época Aria.
Como final, o colofón de este interin de razas, decir que al inicio de la ya mencionada Sexta Época, o Nueva Galilea, y como amalgama mundial de razas que ya se está llevando a cabo en ese crisol que es los Estados Unidos de América, provendrá, decimos, no sólo la raza última sino la única que ha de conocer aquella Sexta Época. Será el momento de mayor fulgor tras tanto esfuerzo evolutivo habido hasta entonces, pues al fin tendrá lugar la fraternidad universal.
X
LAS TRADICIONES: ROPAJES PESADOS PARA EL HOMBRE
La palabra clave del Cuerpo Vital – cuerpo que da asiento a la memoria a través de uno de sus éteres, el más elevado, el reflector – la palabra clave, decimos, es “repetición”. Es característica no sólo de este éter específico, sino de todo el cuerpo vital, de sus cuatro éteres. En la vida práctica está más que demostrado – básicamente en una labor de aprendizaje – que, en general, a base de repetir y repetir la lectura, o visualizando esquemas, o razonando lo que nos propongamos aprender, al final, y en el grado que fuere, logramos retener aquello que nos hayamos propuesto. Y como es a través del éter mencionado que el intelecto envía e impone al cuerpo de deseos lo que aquél determine, existirá un sin duda momento de concordancia entre todos los vehículos humanos en cuanto a la aceptación respecto a un “”algo” concreto y determinado.
De esta forma, por tanto, no será menos cierto de que a medida que realicemos algo en un sentido idéntico e insistiendo en ello, aquello de que se trate llegará a instalarse en nuestra conciencia de tal manera, que pronto pasará a constituir parte integrante y cuasi indestructible de nuestro propio ser. La repetición forma, pues, en un primer estadio el hábito, y en un segundo acaba por conformar la costumbre por medio de aquel hecho rutinario y mecánico, tal vez inconscientemente efectuado y deseado, por lo que, de insistir con nuevos actos durante el tiempo pertinente, la costumbre irá modificando nuestro carácter en un determinado sentido mientras nos va absorbiendo y marcando una delineación cada vez más cerrada, menos permeable hacia los demás y más excluyente en suma. La costumbre tendrá la virtualidad de conseguir diseñar sin duda un patrón monolítico de muy difícil apertura de cara a una presunta y siempre oportuna renovación.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que no existe la “quietud” esencial en el universo y que, similarmente a lo predicado ya hace mucho por Heráclito, todo se encuentra sometido al cambio permanente para su renovación con nuevas aportaciones originales y por tanto para el mejoramiento – en definitiva, parta el desarrollo y progreso evolutivo – cualquiera puede darse cuenta y ser consciente de lo que en sí, y realmente, entrañan ya las cerrazones doctrinarias, ya meramente costumbristas, ya filosóficas, ya científicas, etc, etc. Porque lo que hoy parece ser mañana no lo es. La vida en su inapreciable caminar, al compás de los “lentísimos molinos de Dios”, no espera sin embargo por nada ni por nadie. No existe el estancamiento en ella, pues todo lo que no progresa, retrograda, como asimismo tiende a la desaparición todo órgano – humano o no – que cesa en la actividad que una vez le fue propia. Quizá sea éste el lugar indicado para señalar que cualquier cosa instrumental que exista en el universo, y que haya cumplido la función específica y concreta para la que fue concebida y venida a ser, y por propia economía de la Naturaleza, tenderá a desaparecer de forma ineluctable. Parafraseando a Salomón, podríamos decir que todo tiene su tiempo y su función, pero terminando por desaparecer lenta y definitivamente. Sólo el espíritu se encuentra a salvo y permanentemente libre de la muerte. La muerte, en cuanto tal, no es sino un mero estado instrumental diseñado e incorporado para llevar a cabo el progreso humano.
En resumen o síntesis de lo arriba indicado, diremos que vivir intentando progresar inmersos en tradiciones o viejas costumbres, o usando vestidos, herramientas o útiles cuyo desfase temporal y tecnológico es evidente, pero aferrándose a ellos denodadamente como aliento insustituible de vida, ello, retrasará sin duda alguna la evolución de quien o quienes se encuentren en dicho estado o situación. No se trata de ninguna advertencia interesada, lejos de ello. La verdad no admite devaneo alguno, ni siquiera con la razón, pues que de sí misma extrae, construye y muestra la cambiante realidad, por nosotros percibida a través de un proceso ilimitado en el que el nuestro es de exigua duración. Y tampoco la verdad alberga dogma alguno – lejos de ello – dado que la realidad transitoriamente observada no es sino una cara, cara infinitesimal y mutante de la verdad por medio de infinidad de realidades sucesivas durante una infinitesimal proporción de tiempo, aquél en el que nosotros aparecemos y con suma rapidez nos extinguimos.
De aquí que, al aludir a los “ropajes de las tradiciones”, no hagamos sino recordar, o poner en evidencia que, cual mujer de Lot, nadie en el camino evolutivo puede desarrollarse positivamente mirando hacia atrás, dado que la cristalización, “estatua de sal”, está a la orden del día en todos y cada uno de los ámbitos y estamentos por que cruza el ser. Por tanto, desvistámonos pronto y tiremos lo viejo, lo antiguo, lo inútil, lo desfasado, todo cuanto, aún sin percibirlo ostensiblemente en un instante dado, con seguridad absoluta va aislándonos, encerrándonos y retrasándonos, convirtiéndonos en débiles, lejanos y diminutos, en verdaderos rezagados en el esquema de la evolución.
XI
BREVE HISTORIA DE LA CRUZ: PASADO, PRESENTE Y SUSTITUCIÓN FUTURA
La cruz, en realidad, muy lejos de ser dos maderos cruzados y clavados sin más, supone en si no sólo una composición lógica que responde al desarrollo espiritual habido por el hombre a través de los tiempos, sino un símbolo para la devoción y el sacrificio.
Su arquitectura, su trazado, se encuentra diseñada en el firmamento por medio de los signos cardinales del Zodíaco: Así, conformando el madero vertical, Cáncer al norte y Capricornio al sur; mientras dando obviamente respuesta con su madero horizontal, se encuentran Aries al Este y Libra al Oeste; signos que, nuevamente, y dos a dos, comprenden ambos solsticios (norte y sur) y los dos equinoccios (este y oeste) De este modo, el planeta entero se encuentra presidido de manera forma permanente por la forma y bajo el auspicio de la cruz.
La primera parte que evidentemente surgió y fue adorada por los hombres fue una columna vertical, la cual representaba la fuerza masculina (el falo), fuerza generadora positiva. Aparecería con posterioridad la forma horizontal que, en natural correspondencia con la fuerza femenina tanto en la naturaleza como en la mujer. En consecuencia, esta desigualdad, ya en la posición de los componentes o partes crucificiales como por la propia naturaleza de las fuerzas que en litigio se amalgaman para conformarla, ha venido a constituir la causa de tanto dolor y sufrimiento en el mundo durante eones de tiempo, por lo que hasta no relacionarse con Cristo, en verdad la cruz fue un símbolo de dolor y castigo por excelencia. (Todavía suele decirse en la vida diaria y circunstancial: ¡ … qué cruz, qué cruz !)
Sin embargo, en el futuro, y antes de que haya dado término la Edad de Acuario, la próxima, antes del completo transcurso de 2700 años, la cruz, tal como la conocemos, y cual símbolo universal, será sustituida por dos columnas verticales, una al lado de la otra, nuevo formato que nos dará a entender que las fuerzas intervinientes, masculina y femenina, las dos polaridades que configuran la vida, han conseguido hallar entre ellas la igualdad, quedando instaurado para siempre el tan anhelado equilibrio perfecto. (hagamos notar que, si bien la cruz es utilizada dentro de la fraternidad masónica, son sin embargo las dos columnas – con sus nombres respectivos Jachim y Boaz – el símbolo más utilizado por ella en los ritos propios de la logia.
De cualquier forma, la cruz se adoró ya en la más antigua historia por la Humanidad. Así, por ej., la “serpiente sobre la cruz”, símbolo de sabiduría esotérica, se encuentra en la Gran Pirámide de Gizéh, puesto que en aquel tiempo su empleo era corriente. Era llamada “Cruz Ansata” o “llave de la vida”, la cual lleva un círculo en la parte superior, queriéndonos indicar con ello que el espíritu ha conseguido liberarse de la materia. Solía ser enterrada junto a sacerdotes, faraones y reinas.
En cambio, para los hebreos, el símbolo de la cruz fue la Tau, que quiere decir “vida eterna”. Constituyó costumbre estampar en la frente de los prisioneros liberados este signo para dar testimonio de que eran libres e inocentes. E incluso parece ser que fue la Tau pintada en sangre sobre los umbrales de sus puertas, cuando la décima plaga egipcia, lo que hizo que el Ángel de la Muerte librase a sus moradores de la muerte.
Generalmente ha sido un símbolo adorado en todas las partes del mundo; los mismos templos de los druidas fueron construidos con planta cruciforme, y el caduceo, en esencia, fue una cruz griega o de brazos iguales. Modernamente, sobre todo en Occidente, el caduceo se le reconoce como más certero y acabado por lo que hace a la iniciación.
Hubo un tiempo, también, en que la cruz era presentada, sobre todo en pintura, con un corderillo echado junto a ella, composición que venía a anunciar la venida del Cristo, pues El Cristo, El Cordero de Dios, no simboliza sino a Aries, (en su grado 7) el signo en el que vino. Ya, posteriormente, en el Nuevo Testamento, es llamado por ejemplo “el buen pastor”, o surge la parábola por él presentada de la “Oveja perdida”, alusiones una vez más a la correspondencia de Cristo con el signo de Aries, sin perjuicio de la discusión habida en esos tiempos respecto a que si el símbolo del Salvador debiera consistir en los peces (Piscis), dado que había quien afirmaba que el equinoccio vernal de su nacimiento se encontraba en Piscis y no en Aries. De ahí que aún la mitra de los obispos, esté conformada en forma de cabeza de pez.
Sin embargo, lo que es el crucifijo, o sea, la cruz con Cristo crucificado sobre él, tardaría tiempo en ser usado, exactamente comenzaría en el siglo VI. Bien, ¿ y por qué tuvo lugar de esta manera y no de otra ? Simplemente por lo siguiente: El hombre sacrificó en los más remotos tiempos a sus semejantes por motivos religiosos, y, posteriormente habría de hacerlo con los animales (Altar de los Holocaustos del Tabernáculo del Desierto), por lo que sólo cuando Cristo vino dándonos y haciéndonos comprender el concepto del sacrificio propio, sucedió que la figura de Cristo fue incorporada a la cruz anterior para convertirse en símbolo de devoción universal. De todos modos, digamos que este símbolo de la cruz con una figura humana sobre ella, si bien son muy pocos los conocedores de su significado perfecto, ha sido el emblema de Iniciación desde los tiempos más remotos.
Como últimas aportaciones, siempre transitorias, en este pequeño tratado “crucíficial”, queremos señalar que el madero inferior representa al reino vegetal, pues del centro de la Tierra suben las corrientes etéricas que envían los Espíritus Grupo de las plantas para darles vida, fuerza y vigor.
El superior representa al hombre, puesto que las corrientes vitales que a él le son dadas provienen de arriba, del sol, las cuales continúan hacia abajo, pasando por la vertical columna vertebral y de tal suerte que, el hombre, como bien es conocido en esoterismo, es realmente “una planta invertida”.
Para terminar, decir que el madero del centro, el transversal, es el que representa al reino animal con su médula horizontal, dado que las corrientes de sus correspondientes espíritus colectivos (corrientes que discurren en el al Mundo del Deseo), viajan alrededor de la tierra, viaje en el que necesariamente han pasar a través de las médulas espinales, y por tanto horizontales, de sus respectivos protegidos.
Añadir, si cabe, que el proyecto o sombra de la Cruz – como haremos saber en el próximo apartado – ya se hallaba cincelado en el trayecto y forma adoptada antiquísimamente por el Tabernáculo en el Desierto, comenzando en el Altar de los Sacrificios u Ofrendas, en su inicio oriental, y terminando en la parte más occidental o Sanctasanctórum, en cuyo extremo mismo se hallaba el Arca de la Alianza y la Gloria del Shekinah.
XII
EL TABERNÁCULO EN EL DESIERTO
Fue el templo antiguo de misterios de los talantes y fue dado al pueblo elegido. Cuando el hombre hubo llegado al fondo de la materialidad, cuando hubo luchado entre ella y frente a ella y al fin le era dada la mente – especialísimo instrumento que junto a la voluntad debía convertirlo en ser libre, al usar del libre albedrío que a partir de ese momento le era entregado – en ese mismo momento el hombre tomó sobre sus hombros el diseño de su propio destino y, por tanto, una enormes responsabilidad, pues, justo, a partir de semejante instante evolutivo, las Jerarquías Creadoras lo pusieron frente a frente a su actos y a sus correspondientes consecuencias.
De cualquier modo, y a pesar de la escasa conciencia que poseía, nunca, jamás abandonó el hombre la sensación que ha llevado siempre en lo más profundo de su corazón, la de aquella pertenencia suya por naturaleza al “Hogar del Padre”, y el Padre, amantísimo y en su cuidado, nunca ha permitido también que su noche fuera de absoluta oscuridad, antes bien, le ha ido proporcionando diversos medios de comunicación o contacto a través de los tiempos, medios que le fueran proporcionando la certeza de que podía encauzar, cual hijo pródigo en este valle de lágrimas, su regreso a aquel hogar. Por tanto, aquella voz sin palabras, aquel pedido místico con que le implora el corazón, de forma sucesiva y paulatina ha sido atendido de acuerdo con cada época y grado de desenvolvimiento alcanzado por las tribus, los pueblos, las naciones, las familias e incluso por los individuos de forma particular. Así, el hombre ha dispuesto de templos, de profetas, mitos y símbolos diversos …, instrumentos que han ido incidiendo a un tiempo en nuestros corazones e intelectos de tal modo que, sin esta panorámica acerca del pasado y nuestro comportamiento en primer plano, de ningún modo podríamos aventurar siquiera una vislumbre de lo que podría acontecernos de cara al futuro.
En este orden de cosas de naturaleza evolutiva es por lo que resulta de enorme interés que conozcamos qué fue y en qué consistió el Tabernáculo en el Desierto o Templo de los Misterios Talantes, el que enlaza con el Templo de Salomón y a su vez, éste, con el advenimiento de Cristo y, por tanto, y ya prácticamente, con lo dado por los Guías para los tiempos actuales.
Así, pues, este templo a que nos estamos refiriendo fue dado por Jehová e incluía grandes verdades cósmicas, las cuales hablaban al ser interno del hombre. A través de él, cada uno podía hallar a su Señor una vez se hubiera calificado mediante el servicio y la correspondiente subyugación de la personalidad al Yo Superior.
Se encontraba orientado dicho templo de Este a Oeste, de tal modo que con la puerta abierta, y a su salida, el sol penetrase dentro, señalándonos que el avance espiritual, al igual que la marcha del sol, también avanza en semejante dirección. Dado el gran cuidado puesto para su construcción y en los detalles complementarios, resulta obvio que dicho templo ocultaba en sí mismo grandes verdades cósmicas para el hombre que estuviese presto a la Iniciación. Por tanto, y en aras a la mejor comprensión de su estructura, pasamos seguidamente a dar una explicación, siquiera sucinta, de cada una de las partes de que el mismo constaba.
Patio o Atrio
Consistía en un gran espacio que lo rodeaba. Como es sabido, la longitud de este espacio era doble que la anchura, estando situada la puerta de entrada, como se ha hecho hincapié más arriba, en la fachada oriental, la cual se encontraba tras una cortina de fibra de lino con los colores azul, escarlata y púrpura, colores que vienen a hablarnos del estado relativo del propio templo con relación al Cosmos.
Pues bien, si todo ocultista sabe que el azul representa al Padre, el amarillo al Hijo y el rojo al Espíritu Santo, por descontado que también sabrá que en dicho velo únicamente se hallaban representados el Padre y el Espíritu Santo por medio del azul y el escarlata junto al púrpura, el cual no es sino la resultante o mezcla de los anteriores. Ello, por tanto y obviamente nos está indicando que El Tabernáculo fue construido para un tiempo previo, anterior a la venida de Cristo. De todos modos, puesto que el color blanco es una síntesis de toda la gama cromática, el amarillo, el color de Cristo, se hallaba también representado en aquella parte blanca del velo.
El color amarillo nunca aparece en el templo microcósmico – el hombre – hasta que lo hace como color del cuerpo del alma o “dorado vestido de bodas” mediante su previa preparación para el matrimonio místico, el que tendrá lugar en el propio interior del individuo santo.
Altar de Bronce
Éste se encontraba ya propiamente dentro del recinto del Tabernáculo, y era el lugar donde los “pecadores de la ley” depositaban los animales que portaban para su sacrificio durante el servicio del templo. Respecto a esto, aunque desde nuestra mentalidad resulte extravagante y acaso hasta de escasa eficiencia, piénsese que en tales tiempos, dado que el egoísmo había sido promovido a fin de que tuviéramos motivos para la acción, para nosotros, cuando éramos talantes, los animales constituían la riqueza primordial, por lo que el hecho de tener que darlos al sacrificio por los pecados, debió afligir de forma lacerante y atroz nuestros corazones. Es bien sabido, de otra parte, que ninguna religión que se encuentre muy por encima de nuestro nivel moral e intelectual, puede conseguir en nosotros avance o elevación alguna. Así, por ejemplo, para un ser de naturaleza bárbara, sin duda sus dioses deben ostentar rasgos de esta índole, de lo contrario les volvería la espalda de inmediato. De igual forma, si aún no era posible instaurar una religión de amor en aquel momento de que tratamos, sí hubo necesidad de darnos una ley que exigiera de manera implacable “ojo por ojo y diente por diente”. Esta ley de entonces venía a consistir prácticamente en “si haces el bien, de inmediato te voy a premiar”, por lo que obrar rectamente incorporó la esperanza de la recompensa prometida, así como obrar mal habría de conllevar por consiguiente y por lo mismo un rápido castigo. Los Guías tuvieron que usar estas medidas a fin de que el hombre evolucionante, grado por grado, fuese adquiriendo mejores delineaciones, ya morales o espirituales. Porque, hoy mismo podríamos preguntarnos ¿ cómo pedirle a alguien que obrase por amor hacia su prójimo si la muerte de uno de sus animales era mucho más importante que la vida o vidas de cualquiera de sus vecinos ? ¿ Y cómo pedirle que se ofrecieran ellos mismos como sacrificios vivientes, tal cual Cristo obró posteriormente tras su venida ?
Que el pecado no estaba previsto en nosotros al principio de nuestra evolución, lo encontramos en el hecho de que el bronce, mezcla de cobre y cinc del Altar de los Holocaustos, no se encuentra en la Naturaleza en estado natural, prueba de que tanto el pecado como también el sacrificio de los animales inmolados constituyen una anomalía, al igual que el dolor y la muerte que un holocausto entraña. El fuego que en el Altar ardía era de origen divino, y jamás se permitió que fuese apagado ni nunca se utilizó otro a tales fines.
Una vez que el candidato a la iniciación se acerca a la puerta oriental, aquél se encuentra “pobre, desnudo y ciego”, está necesitado de ser conducido hasta la luz, pero desde este estado de desnudez hasta ser revestido con el manto o “coraza de Dios”, ha de transcurrir largo tiempo, tiempo en el que habrá de recorrer un camino escabroso y difícil.
La primera lección recibida consistirá en hacerle ver que el hombre únicamente avanza si no es mediante el sacrificio, y que, en todos los reinos, el superior necesita sustentarse en el inferior, hecho que, a su vez, hará contraer una deuda con los sacrificados, ya sean éstos hombres o pertenezcan a los reinos inferiores. De este modo, si bien ante el Altar de Bronce el hombre ha debido apreciar y darse cuenta de que el animal sacrificado ha dado su cuerpo como alimento y su piel como vestido en beneficio de su amo pecador, no puede apreciar en cambio y de la misma manera la tenue luz que se eleva a los cielos rodeada y envuelta en humo, pues sus ojos espirituales aún son débiles y todavía no pueden “ni ver ni comprender” la luz de otras verdades de más alta espiritualidad. La idea fundamento para el lector debe consistir en comprender que cuanto se está describiendo, todo ello, debe encontrarse y acontecer en el interior del individuo que camina y se dirige hacia la espiritualidad que anhela. De aquí que de ningún modo sea a través del Cristo externo por el que nos salvamos, no y nunca, sino por medio del Cristo interno, el Cristo que mientras andamos el camino nacerá dentro de nosotros. Por ello lentamente, y poco a poco, todos y cada uno de los ritos de servicio hayan de ser llevados a cabo y vividos en el interior del Tabernáculo, el que sin golpes ni ruido de martillos todos y cada uno hemos de levantar en el futuro en nuestro propio interior. Deberemos convertirnos en Altar de Bronce, presentar en él nuestros actos, diseccionarlos bajo el ojo imparcial de la conciencia y dolernos en ella (remordimiento = fuego purgatorial) o en su caso alegrarnos para, tras pasar de inmediato al Lavabo o Pila de Purificación, identificar el modo en que a partir de aquel momento los errores examinados no habrán de volverse a cometer.
Este ejercicio diario de presentación de los actos propios tras acostarse, ejerciendo su revisión de atrás hacia delante en la quietud y tranquilidad del lecho, es un ejercicio altamente recomendado por los Hierofantes de la Escuela de Misterios Occidentales. El porqué de s u recomendación debemos encontrarlo en que este ejercicio viene a ser un calco al que, con posterioridad a la muerte, cada uno debe realizar primero en el Purgatorio y posteriormente en el Primer Cielo, aquél tocante a nuestras maldades y errores, y el último respecto tanto al bien que hayamos hecho como a la alegría sentida por el bien que otros nos hayan causado. Además del impulso y elevación espiritual a que se va haciendo acreedor quien lo practique en forma debida, es decir, limpiado de este modo su átomo simiente, no tendrá consecuentemente que detenerse en el Purgatorio ni mayormente en el Primer Cielo en aras de ganar conciencia en uno y virtud en otro, ganando con ello un precioso tiempo que podrá dedicar tanto a ayudar a la humanidad en calidad de Auxiliar Invisible, como a estudios u otras ayudas celestes, actividades probablemente recompensadas con una elevación espiritual que tal vez requiriese de ordinario varias vidas o renacimientos para conseguirla. De hecho, un aspirante así pasaría casi directamente al Segundo Cielo, con lo que dispondría de mucha ayuda y cooperación no sólo para diseñar su propio y próximo cuerpo físico, sino su arquetipo y el medio ambiente en el que deberá volver a renacer, sin despreciar en absoluto, por supuesto, tal y como ha quedado reseñado, la participación que pudiese ofrecer en funciones de sirviente de la humanidad como Auxiliar Invisible y a tiempo total.
Pila de Bronce o Lavabo
En sí se trataba de un recipiente que se mantenía siempre lleno de agua. En el libro sagrado se dice que tenía su asiento sobre los lomos o partes traseras de doce bueyes y mismamente de bronce, si bien, y a la luz de la Memoria de la Naturaleza, aparece que aquellos animales no eran bueyes sino doce representaciones de los correspondientes signos del Zodíaco, dado que en aquel tiempo la humanidad se encontraba dividida en doce grupos, en concordancia con cada signo zodiacal. Una de las características del agua de dicha Pila era que recogía las influencias de las Jerarquías divinas por medio de cada uno de los símbolos animales que la sustentaban. El agua bendita que hoy día se encuentra junto a las puertas de las iglesias, no es sino un remedo semejante donde el agua es bendecida por un sacerdote del que recoge al efluvio de su cuerpo vital, efluvio que deberá influir en los fieles haciéndolos dóciles o más flexibles – según sensibilidades – a las prédicas o normas del ministro de Dios en cuestión. En forma idéntica, al recibir la multitud el agua de la Pila de Bronce, la magnetización de las poderosísimas Jerarquías celestes hacía que aquélla se sometiera con ardorosa perseverancia a los dictados recibidos, los cuales eran administrados de forma práctica y visible por la clase sacerdotal. Naturalmente, antes de penetrar en el Tabernáculo, los sacerdotes – bajo pena inmediata de muerte en otro caso – debían llevar a cabo un lavatorio de manos y pies. Por tanto, se observa claramente que si ante el Altar de Bronce la nota-clave era la de “justificación”, ante la Pila de Bronce era por su parte la de “consagración”.
Esta Pila o Lavabo que acabamos de describir era el símbolo de la consagración y santificación” de la vida, la cual sería dedicada al servicio. Y así como Cristo dio comienzo a su labor pública introduciéndose bajo las aguas del Jordán, del mismo modo, el que aspiraba al servicio en el Tabernáculo del Desierto, debía santificarse a sí mismo bajo las aguas magnetizadas que fluían de aquella gran pila, denominada muy a menudo también con el nombre de Mar Fundido. Y al igual que el Espíritu Santo descendió sobre Cristo-Jesús en forma de paloma una vez hubo salido Éste de debajo de las aguas, del igual modo el sirviente consagrado, tras bañarse en las aguas del Mar Fundido, empezará a oír débilmente la voz del Cristo en su corazón, enseñándole y mostrándole los secretos del trabajo que ha de llevar a cabo exclusivamente en favor de los demás.
Cuarto Oriental o Lugar Santo
Tras los primeros pasos dados por el aspirante, éste se encontrava frente al velo que oculta la entrada del Templo propiamente dicho. Apartándolo, penetraba en él. Era un cuarto sin abertura alguna para el acceso de luz natural, pero que, sin embargo, por medio de luz artificial jamás se hallaba oscuro.
El mobiliario interior, verdadero y exacto símbolo de los pasos que ha de dar el aspirante a la Vida Superior, constaba fundamentalmente de lo siguiente: Del Candelabro de Oro, de la Mesa de los Panes de proposición y del Altar del Incienso. Nadie ordinario, sino los sacerdotes, podía acceder a este cuarto, y tampoco se podía ver su contenido.
La disposición de estos elementos en el interior era la siguiente: según se entraba, el Candelabro se hallaba al lado izquierdo, al Sur. Era de oro puro y del brazo central, y a tres alturas diferentes, dos a dos, y a derecha e izquierda, salían hasta un total de seis brazos, los cuales estaban curvados hacia arriba en semicírculos de distinto diámetro, simbolizando los tres Grandes Períodos habidos anteriores al actual, el Terrestre, el cual se hallaba representado por el brazo vertical. Terminado cada uno en su correspondiente lámpara, éstas se mantenían a base de aceite de oliva purísimo, elaborado mediante un proceso específico. Todos y cada uno de los días las lámparas eran examinadas, reparadas y repuestas, a fin de que pudiesen arder brillante y permanentemente.
Abundando en otras significaciones, debemos indicar que los siete brazos simbolizan a su vez a los siete dadores de luz o siete planetas, los cuales son los mensajeros de luz para la humanidad, quienes la han guiado a lo largo del sendero evolutivo. Y de modo similar a cuando la Luna se encuentra en la parte oriental y está resplandeciente, alumbrando los cielos, de forma semejante el Cuarto Oriental del Tabernáculo se halla lleno de Luz, indicador de la presencia en él de Dios y sus siete ministros, los Siete Espíritus delante del Trono. De este modo, pues, el que comenzaba a hollar el sendero adquiría aquí ciertas nociones que le introducían, siquiera teóricamente, en el acervo de los significados cósmicos. Ello constituía las primeras enseñanzas recibidas.
Aunque únicamente se encontraba provisto de tres objetos primordiales, en el Cuarto Oriental se halla todo lo estrictamente necesario para el progreso y desarrollo del alma, no en vano cuanto allí se hallaba se corresponde con los tres años del ministerio del Cristo. Por tanto, también puede llamársele Vestíbulo de Servicio.
Comparativamente hablando, fácilmente podemos darnos cuenta de que si luz que apenas asomaba entre el abundante humo que salía del Altar de Bronce o Altar de las Ofrendas era débil, ahora, en cambio, la luz del Candelabro de Oro es ya una luz clara, inodora y luminosa, hecho relevante por cuanto viene a indicarnos que la luz interior del aspirante al servicio se va agrandado y fortaleciendo mediante las enseñanzas y el servicio práctico, la luz que proporcionan las obras.
Entrando en esta Sala orientan, la Mesa de los Panes de Proposición quedaba a la derecha, al Norte según se miraba al segundo velo, el cual se encontraba frente a la entrada. Sobre la Mesa, en dos montoncitos, uno junto al otro, se encontraban siempre doce panes sin levadura, y, encima de cada montoncito, se ponía una pequeña cantidad de incienso. Estos panes citados (hogazas) son los denominados panes de proposición o de la faz, dado que eran puestos encima de la mesa ante la presencia del Señor, pues moraba en la Gloria del Shekinah, es decir, en el departamento siguiente y último, el que se hallaba detrás del segundo velo.
Cada sábado, los panes en cuestión eran sustituidos por otros nuevos y recientes por los sacerdotes, no debiendo ser comidos por nadie sino por ellos, de igual modo que debían ser comidos no más allá del Atrio o Patio, dada su pertenencia al recinto sagrado.
El momento en que eran cambiados los panes era el propicio para la quema del incienso y ofrecimiento al Señor de su aroma, que no representaba otra cosa que el aroma de los mismos panes, los que a su vez representaban y hacían alusión a las experiencias cosechadas por el alma a través de cada uno de las doce casas astrológicas y zodiacales a través del año.
Por tanto, el Altar de Oro o altar del Incienso era el tercer objeto fundamental que dentro del Lugar Santo se encontraba. Estaba situado en el mismo centro del cuarto, a idéntica distancia tanto de la pared Norte como de la del Sur, y justo enfrente del segundo velo. Excepto en ocasiones de extrema solemnidad, nunca se quemaba carne en él ni se le tocaba con sangre de las víctimas, por lo que únicamente en tales momentos era marcado con el estigma rojo de la mácula o del pecado. El humo que se alzaba, pues, no era nunca otro que el procedente del incienso, el cual se elevaba todas las mañanas y todas las noches, llenando tanto el santuario como los alrededores de una fragancia y olor refrescante que se expandían varios kilómetros alrededor. Y dado que todos los días se quemaba, este incienso era llamado “el incienso perpetuo delante del Señor”. Tampoco era un incienso de cualquiera y mera destilación, sino que respondía a una mezcla de esta sustancia en la que se incluían ciertas especias dulces en proporciones dadas por Jehová, motivo por el que jamás podía ser usado otro distinto ni fuera de allí ni para otros menesteres.
Tras del velo, ante el que el sacerdote ofrecía el aroma del incienso al Señor, en el Cuarto Occidental, en el Sanctasanctórum, se hallaba la Silla de Misericordia, la cual por tanto, si bien el sacerdote no podía verla por impedirlo aquél, sí debía mirar en cambio constantemente en aquella dirección y orientarlo hacia ella.
Mientras el humo del incienso se elevaba al cielo, los fieles que se hallaran en el Atrio del Santuario, de forma silenciosa, y cada cual para sí, enviaba también sus preces u oraciones al Señor.
En igual sentido de ampliar explicaciones oportunas al respecto, queremos señalar que, una vez que el aspirante recibía determinadas enseñanzas cósmicas, éstas debían ser puestas en práctica, es decir, emplearlas en el servicio concreto a favor de sus semejantes, lo cual estaba representado por la Mesa de los Panes de Proposición.
Al igual que las enseñanzas provenían de Dios, del mismo modo el grano de trigo con que habían sido elaborados los panes había sido dado por Él. Sin embargo, una vez preparado debidamente el terreno, el hombre había tenido que sembrarlo, que regarlo y segarlo, recolectarlo y trillarlo, para después tener que molerlo, purificarlo y amasarlo, para, por último, llevarlo a la presencia del Señor. Esto no quería decir otra cosa que los hombres-sirvientes de Dios habían efectuado sus correspondientes tareas y efectuado el servicio requerido. Dicho de otra manera: el aspirante, genuino y auténtico constructor del templo interno, debía aprovechar las oportunidades presentadas a lo largo del año, cultivarlas bien y nutrir su alma con ellas, extrayendo de este modo el llamado Pan de Vida, aquel que lentamente va construyendo el Dorado Vestido de Bodas o Cuerpo del Alma.
Y de la misma manera que se quemaba el incienso, en calidad de aroma o quintaesencia de los panes, o de las oportunidades habidas, así el aspirante a servidor de la humanidad puede “provocar” por medio de la retrospección, y bajo el veredicto imparcial de su conciencia, aquel fuego divino que es el remordimiento y elevar a Dios el aroma extraído de su dolor y también de su gratitud y su alegría.
Añadir, respecto del Pan de Proposición, que éste no era en absoluto algo simbólico, sino tangible, concreto, fruto real de una labor real, lo que nos viene a indicar que el futuro aspirante debe tener presente que, únicamente, mediante un servicio voluntario de tal naturaleza a la humanidad, es que podrá aspirar a crear el Dorado Vestido de Bodas, sin el cual jamás podremos llegar a realizar la unión de ambas polaridades o su unión con Cristo.
Cuarto Occidental o Sanctasanctórum:
Observaciones previas.- Si la nube de humo y fuego que salía del Altar de Bronce debido a la cremación de los cadáveres de los animales sacrificados, debía resultar de olor nauseabundo, por contraste, el aroma procedente del incienso, cual dulce ofrenda derivada del servicio voluntario y desinteresado prestado a la humanidad, debía presentar un olor de limpidez, frescura y fragancia.
… los servicios que se pueden prestar no tienen por qué estar relacionados con grandes causas o proyectos, pues no en pocas ocasiones será requerido un heroísmo mayor para llevar a cabo cosas de entidad menor, cosas que, por lo común, pasan o suelen pasar absolutamente desapercibidas al ojo y conocimiento ajenos. A veces el heroísmo personal exigido y puesto a prueba es grande, a veces en verdad es extraordinario.
El arca de la Alianza
Sólo y exclusivamente el Gran Sacerdote podía penetrar en el Sanctasanctórum, y lo hacía una sola vez al año, el día del Yom Kippur o Día de la Propiciación, y, ello, tras una concienzuda dedicación y con exquisita reverencia, dado que en esta sala se hallaba saturada de la solemnidad de otro mundo, a la vez que se percibía en ella la grandeza de una presencia no terrena. Aquí, pues, era el excelentísimo lugar donde se percibía y veía la imponente manifestación de Dios, la excepcional morada de la Gloria del Shekinah, motivo que impelía al temor del Gran Sacerdote ante el mero pensamiento de ponerse en “Su” presencia.
En la parte más extrema, más occidental de este cuarto se hallaba, mejor, descansaba, el Arca de la Alianza. Se trataba de un receptáculo cóncavo, el cual, además del Pote de oro y la Vara de Aarón, contenía las Tablas de la Ley, las entregadas a Moisés por Dios. Es bien sabido que mientras esta Arca permaneció en el Tabernáculo en el Desierto, llevaba puestas siempre dos balancines o estacas introducidas por cuatro anillas, a fin de que, en cualquier momento pudiera ser cogida y transportada. Sin embargo, una vez depositada en el Templo de Salomón, tales estacas fueron quitadas definitivamente. A su significado esotérico nos referiremos en lo que sigue.
Por encima del Arca, dos Querubines se erguían inclinados, morando entre ellos la Gloria increada de Dios. “ Allí – Él dijo a Moisés – Yo estaré contigo y me comunicaré contigo por encima de la Silla de Misericordia, entre medias de los dos Querubines que están sobre el Arca del Testimonio”. Vista por encima de la Silla de Misericordia, la Gloria del Señor tenía la apariencia de una nube. El Señor dijo después a Moisés: “Di a tu hermano Aarón que no entre a cada instante en el Santo de los Santos, esto es, por dentro del velo que hay delante de la Silla de Misericordia, la cual está sobre el Arca, para que no muera, pues Yo apareceré en forma de nube sobre la Silla de Misericordia”. A esta manifestación de la grandiosa y divina presencia fue llamada entre los judíos la Gloria del Shekinah. La voz de Dios parecía salir de aquella nube con profunda solemnidad al ser consultado acerca del bienestar, el interés o necesidad de Su pueblo.
Calificado que ha sido el aspirante para entrar en este Cuarto Occidental, que oculta el segundo velo, su ojo físico no percibe absolutamente nada, por lo cual es preciso que tenga internamente luz, dentro de él. Pero ¿ cómo ha debido conseguirlo ?
… una vez llegó a la entrada oriental del Templo “pobre, desnudo y ciego” ante el Altar de Bronce o de los Sacrificios; se le dijo que por medio del remordimiento por sus errores podría avanzar; posteriormente, ante la luz brillante procedente del Candelabro de Siete Brazos se le dio la luz del conocimiento y la razón para que pudiera seguir su marcha, si bien entonces se le exigió que, mediante el servicio voluntario a favor de los demás, debía formar dentro de sí el “Dorado vestido de Bodas”, luz crística que expide el denominando “Cuerpo del Alma”, por lo que hasta que no desarrollase este instrumento de iluminación espiritual, no podría penetrar en los recintos del Sanctasanctórum. Sin embargo, cuando ha conseguido penetrar en él, su particular luz interior vibra en armonía con la luz de la Gloria del Shekinah que se encuentra entre ambos Querubines, comprendiendo entonces la fraternidad y amistad con el propio Fuego del Padre, representando los Querubines y este Fuego a las divinas Jerarquías que, durante su peregrinación por el desierto, guiaron a la humanidad, del mismo modo que el Arca allí depositada representa al hombre en su máximo estado de desarrollo; en consecuencia, dentro de ella deben hallarse el Pote de Oro, la Vara florecida de Aarón y las Tablas de la Ley.
Por tanto, al acercarse el aspirante al sendero a la entrada del templo, la ley se encontraba fuera de él, y ella debería enseñarle a dirigirse a Cristo. Era el momento del “ojo por ojo…”, y toda transgresión implicaba de inmediato un castigo justo y equitativo, y todo se hallaba regulado por la ley, lo que debía y no debía hacer.
En cambio, una vez que mediante el sacrificio personal ha conseguido introducir en su interior las Tablas de la Ley y llevarlas dentro (el Espíritu Consolador) entonces, y sólo entonces, es que se habrá liberado y emancipado de todas las coacciones e interferencias externas respecto a sus acciones, pues se habrá convertido en una ley en sí mismo. Quien siente la necesidad de guardar la ley y lo hace así por interna convicción, ya no requerirá en adelante que nadie desde el exterior de indicaciones acerca del sentido en que deberá obrar.
Explicaciones complementarias al tema propuesto:
Pote de Oro del Maná
Bien pronunciemos “manas”, “mensch”, “mens” o “man”, palabra ésta última que significa “hombre” en inglés, se trata de vocablos que fácilmente podemos asociar con el de “manna” o maná que caía del cielo, es decir, – traducido a otros términos – el espíritu humano que descendió del Padre para llevar a cabo su peregrinación a través de la materia, simbolizando el Pote de Oro el aura dorada, la propia del cuerpo del alma.
Cristo explicó con lenguaje inequívoco en qué consistía aquel “pan de vida” o “maná”, es decir, el Ego. En los versículos 33 y 35 del Capítulo sexto, puede leerse: “Pues el pan de Dios es aquél que descendió del cielo y dio la luz al mundo”… “Yo soy – ego sum – el pan de vida”. Este es el Pote de Oro del Maná, el cual se hallaba dentro del Arca. Este maná es el Ego o Espíritu Humano, el que da vida a los hombres en el mundo físico. El Ego, por tanto, se halla oculto dentro de todo ser humano, encontrándose latente asimismo el Pote de Oro o cuerpo del alma, el cual se adquiere y desarrolla – como tantas veces ha quedado indicado – mediante una vida desinteresada y pura y de servicio a la humanidad. Es el Soma Psuchicon de que San Pablo habla en los versículos 15-47 de su primera Epístola a los Corintios.
Vara de Aarón
De acuerdo con la historia masónica, cuando Adán procedió a salir del Edén, se llevó tres ramas del Árbol de la Vida, las cuales, posteriormente, habría de plantar su hijo Seth. Seth, por tanto, el segundo de sus hijos, – y no el tercero – sería el padre de la jerarquía espiritual de los clérigos, quienes profesan el Catolicismo, así como los hijos de Caín vendrían a ser aquellos que tienen en sus vidas las artes, los oficios, la industria en general y trabajan en la francmasonería promoviendo el progreso material del mundo cual constructores del templo de Salomón, en realidad el universo. La Vara de Aarón no sería, pues, sino una de las ramas plantadas por Seth.
En el decurso del tiempo, una vez hayamos aprendido a dominar la soberbia y el orgullo de la vida, además de la lujuria de la carne, el acto de generación dejará de consumir nuestra vitalidad. Por tanto, la vitalidad la usaremos para la “regeneración”, con lo que las fuerzas de naturaleza espiritual, bajo el simbolismo de la Vara de Aarón, tendrán un desarrollo extraordinario.
De cualquier modo, debemos decir que nadie que haya adquirido el grado evolutivo que corresponde para acceder al Arca de la Alianza sita en la Sala occidental del Tabernáculo, nadie, decimos, ha usado jamás dicha fuerza con fines particulares y egoístas. Recordemos los hechos contenidos en la obra Parsifal: cuando éste ha sufrido y superado la tentación de Kundry, una vez que ha logrado superar la ocasión de la lujuria, entonces, y sólo entonces, es que recupera la lanza sagrada que se encontraba en poder del mago negro Klingsor, el cual se la había arrebatado a Anfortas, Rey del Grial, pero no Rey un casto. Esta lanza, pues, esta Vara de Aarón o fuerza espiritual de que al final podrá disponer el aspirante, es una fuerza sagrada que nunca debe ser utilizada para herir y ni siquiera para defenderse, sino exclusivamente para ayudar y curar. Y de tal modo ocurre así, que, quien la posee, tal vez provea de pan a una multitud; sin embargo, ni siquiera se le pasará por la mente transformar una piedra en pan para paliar su propia hambre. Y si fuese clavado en una cruz hasta morir, pudiendo salvarse a sí mismo con esta potentísima fuerza, tampoco ejercería la menor rebelión con esta fuerza que tan sólo habrá usado con anterioridad, como se ha dicho, para liberar al género humano del mar de sus propias miserias. Y, en los mismos términos, jamás osaría mostrar signo alguno o deducir un milagro a fin de que el mundo pudiese reconocer, sin asomo de duda, que es un “regenerado o nacido del cielo, del espíritu”. Esta es la condición para seguir a Cristo.
Gloria del Shekinah
El Cuarto o Sala occidental del Tabernáculo está tan oscura como pueden estarlo los cielos cuando, al caer la tarde, la luna se encuentra en su fase nueva, muy próxima al sol, que es cuando comienza un ciclo distinto porque comienza un signo nuevo del Zodíaco. El Arca se encontraba en la parte más occidental, con dos Querubines en situación de reverente adoración sobre ella y, entre las alas de los Querubines (lo que en realidad se toma como alas no son sino corrientes espirituales de fuerza) se mostraba la ardiente Gloria del Shekinah, de la que emanaba la luz del Padre y se unía con sus adoradores, Luz que, en todo caso, era absolutamente invisible a la vista física y, por consiguiente, oscura, Luz Oscura. En verdad, las Enseñanzas Occidentales afirman que nada existe en el mundo que no esté animado y galvanizado por el fuego, y si no somos capaces de percibir tal detalle, no proviene sino de que no somos lo suficientemente expertos o audaces en disociar el fuego de la llama. Se podría decir que el fuego es a la llama lo que el espíritu es al cuerpo, puesto que poseen el mismo tipo de relación: sin el fuego y sin espíritu no tendrían manifestación alguna tanto la llama como el cuerpo, dado que los primeros construyen y vivifican a los últimos. Por tanto, aquéllos son poderosos, pero de hecho invisibles. El fuego, sólo cuando consume materia física es que se muestra al estar rodeado de la llama, pero antes subsistía ya, pues nada que previamente subsistiese podría venir a ser. “Nihil ex nihilo”.
Entre el Tabernáculo en el Desierto, el Templo de Salomón después y el construido por Herodes, en un cierto sentido, éste último recibió más gloria, dada la presencia corporal de Jesucristo, en quien moraba la Deidad. Éste, mediante su autosacrificio, no sólo abrogó el sacrificio de animales, sino que, al consumarse su Obra en el mundo, rasgó el velo (limpió el Cuerpo de Deseos de la Tierra, en el que vivía inmersa la humanidad) y abrió el camino hacia el Sanctasanctórum para todos y no sólo para los sacerdotes y levitas como hasta entonces, sino para todo aquél que quisiera ir y servir a la Deidad que nosotros conocemos por El Padre. Cristo, por tanto, tras guardar la ley y cumplir lo profetizado, dio fin a la época del santuario externo, por lo que, de allí en adelante, el Altar de los Sacrificios debía levantarse dentro del propio corazón de cada hombre a fin de depararse a sí mismo el debido arrepentimiento, dar lugar a la restitución posible, y de que pudiera tener inicio la reforma personal. Y si El Candelabro de Oro debe ser asimilado al Cristo interno, e ilumine nuestro sendero, la inmensa Gloria del Shekinah debe simbolizar al Padre, a Quien el mismo Cristo nos ha de conducir.
La sombra de la Cruz
Si con los ojos de la imaginación fuésemos capaces de visualizar la descripción que más arriba hemos efectuado del Tabernáculo, sin lugar a dudas nos encontraríamos con el perfecto diseño de la cruz.
Fijémonos en primer lugar en el Altar de los Sacrificios o de las Ofrendas, pero también en que un poco más allá, justo en el camino que el aspirante ha de seguir, hallamos el Lavabo, Pila de la Consagración o Mar Fundido, donde se enjuagaban los sacerdotes. Este tramo constituiría el madero inferior. Ya, en la Sala Oriental, la del Este, encontramos a la izquierda el Candelabro de Oro y a la derecha la Mesa del Pan de Proposición, y en el centro, frente al segundo velo, tenemos el altar del Incienso, conformando así los tres utensilios el madero central, mientras que más allá aún, siguiendo el sendero emprendido, queda el Arca de la Alianza, justo en el extremo más occidental o vértice del madero superior de la cruz, lo que configura y es el Sanctasanctórum..
Por tanto, al igual que el camino de progreso espiritual a seguir se hallaba ya establecido en aquellos remotísimos tiempos, el ideal presente – cual es el de interiorizar la ley dentro de nosotros, pues análogamente también entonces las Tablas eran contenidas por el Arca – es el punto de referencia esencial a conseguir para toda la humanidad. Así, únicamente será conseguido cuando cada uno de nosotros seamos capaces de percibir la luz espiritual que flota encima de la Silla de Misericordia, y no antes; cuando en realidad podamos conocer el significado, el objeto y meta de la vida, es decir, sólo cuando hayamos ganado el derecho a penetrar en dicha Sala Occidental, o Sala de Liberación – como también se le denomina – será cuando alcancemos a comprender por qué estamos en el mundo y de qué estamos necesitados para, en forma apropiada, ser útiles al mundo. Aclaremos sin embargo que, es a partir del primer acceso del aspirante cuando, tras los primeros destellos de aquello que desea y necesita conocer, cuando debe salir al mundo para servir desinteresadamente a la humanidad, trabajando eficientemente y estableciendo las bases para limar y limar – pecar y sufrir por sus pecados – la imperfección de que es objeto en sí mismo aún, y en definitiva, ganar el derecho a la comprensión total a que aspira.
“Vosotros no podéis seguirme aún, pero me seguiréis más tarde” dijo Cristo a los discípulos. Por tanto, hemos de penetrar en el Sanctasantórum muchas veces antes de alcanzar el desarrollo espiritual último para acceder al Gólgota, punto final de desarrollo humano y comenzar a trabajar, ya sea desde este mundo o desde el otro, como Auxiliares Invisibles en favor de la humanidad.
XIII
PIEDRA FILOSOFAL: qué es y cómo se construye
A qué gran confusión han inducido las palabras, frases o narraciones de los alquimistas durante siglos cuando han sido examinadas por quienes únicamente perseguían el interés del oro, su obtención a expensas de reacciones o combinados químicos a partir de bajos metales.
Ya hemos mencionado más arriba que hubo en la evolución del hombre un tiempo en que aquél era un ser hermafrodita, un detentador al mismo tiempo de la fuerza masculina y femenina, en definitiva un creador, precisamente cuando estaba pasando por una etapa en la que entre otros aspectos era similar a una planta, pues su conciencia se encontraba como en estado de trance o de sueño sin ensueños, toda su fuerza la empleaba en el crecimiento y en la propagación, y no disponía de medio ni factor alguno que promoviesen en él la acción en cualquier otra dirección, al carecer en aquel entonces no sólo de mente sino también de voluntad.
En consecuencia, a fin de que el hombre pudiera salir de semejante situación transitoria, por las Jerarquías Creadoras se dispuso que – cual ellas mismas – dispusiera de un cerebro con el que pudiera crear a través del pensamiento y de una laringe con que poder expresar sus propios mandatos creadores. Fue por medio de esta secuencia por la que el hombre dejó de ser hermafrodita para convertirse en unisexual, lo que requiso que la fuerza creadora, conducida por los ángeles, reascendiera con tal misión. A partir de ese momento, evolutivamente hablando, el hombre quedó a medio camino entre las plantas y los Elohim: no podía crear físicamente por sí mismo como las plantas, pero tampoco podía hacerlo como lo hacían los dioses, psíquicamente, como un verdadero hermafrodita, a cuya semejanza fue concebido y venido a ser. Era por consiguiente una condición novísima, desconocida, y habrían de ser sus guardianes entonces, los ángeles de Jehová, quienes – como también ha sido indicado – bajo líneas interplanetarias y propicias al efecto congregaban periódicamente a los primeros pobladores a fin de que la especie ejerciera el apareamiento de forma inconsciente, única solución posible para dar continuidad a la humanidad en ciernes.
Otra disposición de las Jerarquías habría consistido en que, una vez concluido el cerebro, y por los Señores de Mercurio, a quienes también hemos hecho referencia, y de inteligencia inaudita, se procedería a enseñar a la humanidad a utilizar y desarrollar una mente creadora, al objeto de que en algún momento pudiera concluir la etapa de generación meramente sexual. Ello abriría sin duda el camino para que al hombre pudiera alcanzar la verdadera semejanza con sus creadores, los Elohim, es decir, crear conjuntamente con las fuerzas que tienen semejante virtualidad, la voluntad y la imaginación. Sin embargo, dicho plan habría de quedar interrumpido por la intervención de los Luciferes, en sí ángeles rezagados, quienes en su propio interés enseñaron que, mediante la cooperación sexual, la humanidad tendría posibilidad de conformar nuevos cuerpos en los que renacer, haciéndose inmortal. Y para que el hombre encontrase motivación e incentivo suficiente a tal fin, fue que infundieron en el hombre la capacidad pasional de que dispone hoy. Por consiguiente, y de este modo, la humanidad entró en una etapa de desvío del plan diseñado, etapa que más allá de generación, lo que en sí produce es degeneración, puesto que el ayuntamiento ha pasado a tener lugar en cualquier tiempo, bajo cualquier condición y mayormente por puro placer, posesión, o dominio de un ser sobre otro ser.
Por tanto, una vez que cada ser humano haya comprenda su verdadero estado y desee comenzar su camino de regeneración, será protegido por los Señores de Mercurio, quienes ejercerán de guías hasta que todos alcancemos aquella finalidad. Este camino, esotéricamente denominado “sendero”, no es otro que el de la iniciación, parte de la cual no es otra que la construcción de la denominada “piedra filosofal” por los antiguos alquimistas y “cuerpo del alma” por los rosacruces del día. Decir respecto de los alquimistas que, teniendo sobre todo presente la extrema y campante intolerancia religiosa habida en aquel tiempo, optaron y convinieron en utilizar términos simbólicos apropiados, términos que, sin mentir, sirvieran al menos entre los estudiantes avanzados y ellos mismos para dar a conocer determinados grados, situaciones o estados de naturaleza espiritual. De aquí parte el que determinaran relacionar a los ángeles lunares, gobernantes de las mareas, con el elemento sal; que relacionaran a los luciferes, espíritus de Marte, con el azufre, como asimismo y a tales efectos a los Señores de Mercurio con el propio metal de este nombre. Utilizaron no obstante una cuarta denominación, el ázoe, es decir, el “alfa y omega”, compendio y síntesis de los tres elementos anteriormente citados. Actualmente se le denomina rayo espiritual de Neptuno u octava de Mercurio, es decir, la más alta, la más sublimada esencia espiritual.
Para llevar a cabo una labor tan larga, delicada y exquisita, los alquimistas tuvieron siempre al cuerpo humano como recinto de experimentación o laboratorio al uso, motivo por el que en sus precisiones descriptivas abundaba una conocida y común terminología química. Su campo de observación más importante radicaba en la espina dorsal, dado que mediaba entre el cerebro, en el cual operaban los Señores de Mercurio, y los órganos genitales, donde se hallaba ubicado su lugar de trabajo y ejercían su dominio los pasionales y lujuriosos Luciferes. Considerando que la sede de la conciencia se encontraba aquí, en la espina dorsal, donde sabían que los ángeles lunares eran muy activos por medio del sistema nervioso simpático, regidor de la conservación y bienestar del cuerpo, designaron su correspondiente sección como “sal”. Se daban cuenta los alquimistas de que los Luciferes tenían bajo su dominio la parte relacionada con los nervios motores, distribuidores de la energía contenida en los alimentos, por lo que identificaron dicha sección con el nombre “azufre”; y la tercera y última ubicación, la que registra y administra las sensaciones llevadas a cabo por los nervios, y que se encontraba regida por los seres de Mercurio, acordaron denominarla como tal: “mercurio”.
Y si herméticamente es conocido que el canal que forman las vértebras no se encuentra lleno de un fluido sino de un gas, el cual, a semejanza con el vapor de agua puede condensarse en su exposición al aire, del mismo modo se conoce que por la acción vibratoria del espíritu dicho gas puede sobrecalentarse y convertirse en el ascendente y esplendente fuego que implica la regeneración. Éste sería, pues, el lugar de acción de las Jerarquías de Neptuno, aquél al que los alquimistas determinaron nombrar “ázoe”.
Pues bien, lo que al estudiante se le hacía ver – tal y como ya hemos advertido – era que efectivamente el hombre se encontraba en un status entre la planta y los dioses. Se le hacía comprender que aquélla, inocente y pura, libre de la desoladora pasión, dirigía toda su fuerza hacia arriba, hacia la luz, y que culminaba en la excelencia de la flor, aunque también se le hacía notar que la planta, además de obrar exclusivamente en el mundo físico, carecía no obstante tanto de inteligencia como, por consiguiente, de libre albedrío, por lo que su proceder se hallaba determinado, cosa que no sucedía con los dioses, quienes podían crear tanto en el plano físico como en el espiritual, si bien eran puros como la planta, dado que su energía completa la dirigían hacia arriba y era consumida como su inteligencia tuviera a bien disponer, o sea, sin el peligro del mal uso dado que, conociendo perfectamente el mal y el bien, en su libre albedrío obraban siempre con sabiduría, es decir, en función del bien exclusivamente.
En consecuencia, y al hilo de estas enseñanzas absolutamente vigentes, que el hombre se halla entre una y otros resulta absolutamente patente: dispone de inteligencia, de libre albedrío y es un creador. Pero dado que actualmente se encuentra dominado por las pasiones infundidas por los Luciferes – pues dirige su fuerza hacia abajo y no hacia la luz – la mitad de su fuerza creadora, aparte de la útil generación, es derrochada en aplacar los sentidos, por lo que es preciso hacer variar esta condición de manera previa en aras a que pueda dar comienzo la presunta regeneración espiritual propiamente dicha.
En consecuencia, el hombre-aspirante a ser un dios, es decir, la un hombre evolucionado hasta encontrarse en posesión de los poderes propios de un dios, tal y como nos es dado considerarlo, y aún más, deberá aprender a dirigir hacia arriba, hacia el cerebro, su energía creadora y usarla de acuerdo a los mandatos de la inteligencia, o sea, construir con el poder de la mente y exteriorizar la forma de su pensamiento a través de la Palabra viva o Palabra Perdida, aquella que en realidad ha de equivaler y ser un personal y eficiente Fiat Creador.
Así, pues, tal y como siempre ha ocurrido, todo el proceso alquímico tiene lugar en la columna vertebral, pues en ella se encuentran la sal y el azufre, el mercurio y el ázoe. Y si la meditación sobre altos valores espirituales y los pensamientos nobles tienen, junto al altruismo cotidiano, la virtualidad de poner incandescente la médula espinal, entonces, sin duda, la energía creadora que ascenderá por los canales vertebrales será la denominada “fuego espirito-espinal” o “serpiente de sabiduría”. Ésta, una vez que penetra en la glándula pineal y el cuerpo pituitario, poniendo a ambos en vibración y en contacto, abre a su vez los mundos espirituales, y capacita al ser humano poseedor para ponerse en relación directa con las jerarquías espirituales de los mundos invisibles. Este fuego tiene el poder de irradiar hacia fuera a través del cuerpo y su aura, por lo que, cuando así ha sucedido, su dueño se ha convertido en “Piedra Viva”, cuyo esplendor supera – ya hijos de Seth, ya hijos de Caín – al del diamante o rubí; dicho fuego es en sí mismo la “Piedra filosofal”, el “Cuerpo del alma”, el Soma Psuchicom de que habló San Pablo
Por tanto, es absolutamente conveniente recordar para este tiempo que, como anunciara el propio Cristo cuando estuvo encarnado, quienquiera que pretenda iluminación y esté dispuesto a ser valiente, desinteresado y servidor abnegado de la humanidad, ése, podrá llamar porque se le abrirá y nadie deberá dudarlo. El esfuerzo y la perseverancia en el bien señalado, convertirá al aspirante decidido en la “Piedra filosofal”, en la “Piedra Viva”, aquélla de que acabamos de hablar.
XIV
LOS TRES CIELOS EXISTENTES
Primer Cielo
Si de las siete regiones de que compone el Mundo del Deseo, el Purgatorio se encuentra en sus tres inferiores, el Primer Cielo tiene su ámbito en las tres más elevadas. En medio queda la Región Fronteriza.
Pues bien, una vez que el Ego ha concluido su tramo purgatorial, donde, como se dijo, habrá incorporado al átomo-simiente de su cuerpo de deseos la experiencia de sus sufrimientos, la cual le hará adquirir o acrecentar la cualidad de rectitud en futuros renacimientos, inmediatamente se eleva a las tres regiones citadas, en las que nuevamente el panorama de la vida vuelve a desarrollarse en sentido inverso, es decir, de los efectos a las causas, y donde los actos buenos dejados atrás serán los que conformen la base del sentimiento que el Ego va a recoger, pues en este ámbito el espíritu va a percibir la alegría tanto por las buenas obras hechas por él y la gratitud expresada por los ayudados, como la gratitud que fue capaz de sentir al ser ayudado a su vez por otros. Y resaltemos que el sentimiento de gratitud produce un nada despreciable crecimiento anímico. Por tanto, la recolección que pueda llevarse a cabo en el Primer Cielo dependerá, qué duda cabe, del bien que hayamos proporcionado a otros como de lo útil que hayamos considerado la ayuda que a su vez nos hayan prestado.
Hagamos una pequeña inserción para decir que, aunque generalmente solemos relacionar la ayuda o el dar con la capacidad patrimonial o económica del que da, en realidad, y en muchas ocasiones, el mero hecho de “dar” no va a proporcionar al que recibe aquello que en principio deseamos, por lo que dar con discernimiento se convierte en una primera condición del dar, si bien darse a sí mismo constituye una condición superior, si bien, en la mayoría de los casos ordinarios, darse no consista más que en una respuesta atenta o educada, en una leve sonrisa, en una mano con la palma extendida, o simplemente en dejar pasar a alguien deferente y amablemente; en definitiva, en expresiones de simpatía, solidaridad o confianza. Sin embargo, dentro del campo ocultista, más alto que ayudar puntualmente y en sí, es tratar de ayudar pero procurando que el ayudado pueda ayudarse a sí mismo en adelante; es éste un instrumento o manera de ayudar sumamente útil no sólo para el futuro sino a la vez compasivo, pues la compasión tiene relación directa con el hecho de la emancipación definitiva del ayudado en relación con la situación de indignidad o afligimiento en que se encuentre.
Dicho lo anterior, prosigamos para señalar que la alegría sin mancha pertenece al reino del Primer Cielo, dado que, al tiempo que recoge el inefable fruto de sus buenas acciones pasadas, el Ego, lejos ahora de las condiciones terrestres, se encuentra libre de toda angustia, ansiedad o temor alguno. Es también el lugar adecuado para que, cualquier noble empresa a que el Ego hubiese emprendido o aspirado en la vida, aquí pueda cumplirse en todos su términos. Amén de alegría, es asimismo un lugar de reposo y recuperación de fuerzas, por lo que entre más dura haya sido la vida recientemente terminada, más hondo y amplio habrá de ser el descanso alcanzado. Es en el Primer cielo es donde los devotos cristianos han construido con sus pensamientos la Nueva Jerusalén, la cual durará en función de cuán largo sea el tiempo y la intensidad de las fuerzas mentales ejercidas por aquéllos. Y dado que a través del pensamiento puede el hombre construir cuanto quiera con el cuerpo de deseos, en este cielo podrá construirse de este modo casas, máquinas, aviones, paisajes, hermosas flores, etc., y siendo para él estas cosas tan tangibles como lo son para nosotros las cosas materiales de la vida antes de la muerte. El Primer Cielo es el lugar de la satisfacción total y perfecta.
En todo caso, si algo excelentemente hermoso hay que destacar en este trayecto ascendente y concreto del espíritu a través del Primer Cielo, son los niños. Los niños que mueren aproximadamente antes de los catorce años no pasan por la experiencia purgatorial, puesto que no son responsables de sus actos y nunca sobrepasan este cielo; por ello conservan hasta el nuevo nacimiento su cuerpo de deseos y la mente, motivo por el que, al volver a renacer, están muy facultados para el recuerdo su de su vida inmediatamente anterior. Aquí, y hasta que acaece una oportunidad propicia para el renacimiento, permanecen aprendiendo lecciones con las que tendrán un gran progreso, en una preciosa forma y por un período de entre uno y veinte años.
En el momento en que un niño muere, éste siempre tiene a alguien de su familia que le está esperando, o será adoptado de inmediato por personas que prohijaban niños en la Tierra. Por tanto, nunca estará solo. Podrá pensar, determinar y construir sus golosinas, sus juguetes preferidos y jugar a cuanto quiera. A los niños se les agrupa no por edades, como se hace en la Tierra, sino por temperamentos, por carácter, siendo las lecciones impartidas en cualquier sentido con extraordinaria facilidad. Las enseñanzas recibidas por medio de dichas lecciones, e impregnada en su delicado cuerpo de deseos, vendrán con ellos en el nuevo renacimiento mediante un aporte espiritual de imponderable ayuda. Renacen a menudo en la misma familia o en una próxima al núcleo que acaba de dejar. Pocas veces suelen encarnar lejos del hogar anterior o en un país distinto.
Existen dos casos particulares en los que, a fin de proporcionar al espíritu que ha pasado al otro lado las lecciones que debió haber aprendido y que por alguna causa no aprendió, los Guías que conducen nuestra evolución hacen que mueran esos espíritus de niños y vayan para ello al Primer Cielo directamente. Estos casos son cuando algún espíritu naciente es muy débil y cuando alguien muere sin poder efectuar en el momento de la muerte la debida buena grabación que le pueda permitir acrecentar su conciencia en el Purgatorio o bien la virtud en el Primer Cielo. Ejemplos del segundo supuesto al respecto: lecho de muerte ruidoso en el alrededor doméstico, muerte por accidente, muerte en hechos de guerra, o bien debido a incineración o embalsamamiento, tras el fallecimiento, antes de haberse cumplido el término de tres días y medio requerido, etc.
La estancia en el Primer Cielo supone también una ocasión de estudio y progreso para todos aquéllos que hubieran encauzado su vida por derroteros positivos, tales como personas altruistas, para estudiosos de cualquier tema, para artistas, filósofos o estudiantes de cualquier tipo de materia. El mundo del Deseo es un mundo de fascinantes colores, por lo que aquí, los pintores, podrán disfrutar de la calidad máxima que puedan exigir para la composición de sus obras más excelsas; nada que se pueda comparar en nitidez, brillantez y viveza son los colores observados en la Tierra. No en vano el Mundo del Deseo es el mundo ex profeso del color sublime. En cambio, el músico, deberá esperar a hallarse en el Segundo Cielo, pues él es el mundo que detenta la excelencia del sonido, tono, y de la suprema armonía que allí podrá encontrar. No obstante, sí queremos señalar que, a pesar de todo, los ecos percibidos en el Primer Cielo son inmensamente más bellos y duraderos que en la vida terrestre.
Tras haberse grabado fuertemente en el átomo-simiente del cuerpo de deseos tanto los resultados del sufrimiento del Purgatorio como de la alegría perteneciente al Primer Cielo, el hombre, el Ego, llevándose exclusivamente las fuerzas el átomo-simiente, comienza a abandonar el cuerpo de deseos para elevarse al Segundo Cielo y que aquél vehículo se desintegre. Dicho átomo-simiente constituirá el futuro núcleo de los cuerpos de deseos que haya de conformar en sucesivos renacimientos.
Segundo Cielo
Una vez que el Ego llega aquí se encuentra envuelto en su cuerpo mental y retiene en sí los tres átomos-simiente, es decir, la quintaesencia de los tres vehículos que ya han sido abandonados: cuerpo denso, cuerpo vital y cuerpo de deseos.
Si bien es cierto que cuando el hombre muere y accede al Mundo del Deseo, tarda y tiene un lapsus en despertar entre unas horas y varios días hasta convencerse de su nueva condición, dado que ve perfectamente que es capaz de pensar y moverse, pero sin comprender ipso facto que ha muerto, no ocurre lo mismo respecto a cuando llega al Segundo Cielo, el cual se encuentra en la Región del Pensamiento Concreto, pues ahora se muestra totalmente consciente y se ha trasladado a una paz inenarrable, paz en la que todo para él parece disolverse. En este momento no puede pensar y ninguna de sus facultades se muestra viva; él únicamente siente que es sin temor y con una sensación o inexplicable sentimiento de soledad absoluta, y su alma, lejos de encontrar palabras con que poder expresarlo adecuadamente, entra de lleno en una paz y estado de semejante naturaleza. A este estado se le conoce en ocultismo mediante el nombre de “El Gran Silencio”.
Sin embargo, cuando el espíritu despierta se da cuenta de que se encuentra en su patria-hogar, los cielos, y ya, en los primeros instantes, es cuando comienza a oír la música de las esferas, de la que ya Pitágoras hablara y que realmente está compuesta por las notas-clave emitidas por las doce Jerarquías del Zodíaco. De este cielo acabamos de decir más arriba que era por excelencia el mundo del sonido, sin que por ello pueda negarse la existencia de color, puesto que, si bien se simultanean, y conociendo que el sonido es generador del color, como también lo son todas las formas sólidas, obvia y únicamente sostenemos que el sonido es el dominante.
La actividad desplegada en el Segundo Cielo es intensa y variada, a través de la cual uno se equipa debidamente para afrontar la próxima encarnación.. Así, es aquí donde son absorbidas las quintaesencias o distintas clases de alma extraída de cada uno de los vehículos que componen el triple cuerpo, el denso, el vital y de deseos, pábulo del espíritu que ha de fortificarlo al ampliar sus facultades y poderes respecto de la voluntad, de la imaginación y la mente abstracta, facultades y poderes con que se expresará en el futuro.
En este cielo va a permanecer el Ego durante varios siglos, siglos en los que asimilará el fruto recogido en su pasada vida al tiempo que delineando las expectativas terrestres con que, para su progreso, ha de encontrarse en su próximo renacimiento. Como podrá suponerse, el instrumento para tal trabajo es el sonido expresado mediante color, sonido que, bajo su armoniosa emisión, constituye el modo por medio del cual es disuelta la triple alma en el triple espíritu.
Todas las entidades del Segundo Cielo trabajan en la confección de todos los modelos o arquetipos habidos en la Tierra, los cuales se hallan ubicados y distribuidos en las tres primeras subdivisiones de la Región del Pensamiento Concreto. Por tanto, el Ego prepara de esta manera su nuevo hábitat, el que ha de proporcionarle nuevas experiencias que, a su vez, han de conducirle a nuevos progresos en sus facultades y poderes espirituales. Bajo la dirección de Elevados Seres, también participa el hombre en la confección del clima, la flora y la fauna, por lo que en todo momento el mundo no es sino una expresión manifestada de cuanto la humanidad ha ido construyendo de ahora y siempre de forma sucesiva. Una de las actividades más relevantes del hombre en este lugar se centra en la construcción, o mejor reconstrucción, de su cuerpo, un cuerpo que le permita un campo más amplio de expresión con las consiguientes experiencias. Vemos, pues, que, dada su naturaleza de creador, el hombre se instruye de una manera efectiva al adquirir conocimiento acerca de cómo llevar a cabo todos y cada uno de sus posibles eventos creadores.
Y si, como por ejemplo, al pintor le son mostradas las requeridas apreciaciones para que logre captar nuevas perspectivas, distinga colores y determine sombras delicadas, al matemático y al músico les interesarán no menos otras instancias, tales como los canales semicirculares del oído, con que podrán percibir con exactitud el primero el espacio y, el segundo, además de unas manos apropiadas para la expresión de cada composición percibida, el añadido de las Fibras de Corti, las cuales puedan permitirle descubrir tal vez hasta veinticinco tonalidades o gradaciones diferentes, cuando la normalidad de un músico ordinario no suele sobrepasar el número de quince. El oído es el órgano más acabado del cuerpo humano, el más perfecto y, por tanto, el que otorga la mayor fiabilidad en el espectro actual de nuestros sentidos. Lo primero que se emitió en el mundo fue el sonido de La Palabra, el sonido del Verbo, el emitido en calidad de Fiat Creador por el Cristo Cósmico.
Si la Naturaleza contiene una sabia ley, cual es la de que nadie puede habitar un cuerpo más eficiente que el que a sí mismo pueda construirse, aquella ley no es sino la premisa mayor respecto del aprendizaje que, mediante la evolución por acumulación de conocimiento y su aplicación correcta, le es dado progresar al hombre. Por consiguiente, tras vivir realmente una y otra vez en nuestras propias construcciones, es como vamos dilucidando nuestros errores y la forma de corregirlos en este cielo de abundante y complejo trabajo. La detección, por tanto de tales errores, es lo que va a permitirnos introducir en sucesivas construcciones la Epigénesis, es decir, posibilidades originales que, cual aportes nuevos, vengan a resolver y subsanar los defectos observados y ahora tal vez resueltos con eficiencia innovadora, cuestión propia de un creador. La evidencia, pues, no es otra que lo que verdaderamente construimos en el Cielo lo usamos en la Tierra o la Naturaleza, una de las manifestaciones visibles de Dios al ojo humano.
Tercer Cielo
Una vez realizadas cuantas actividades han sido ya citadas respecto del cielo anterior, y tras disolver la mente que se portaba de la vida pasada en el triple espíritu, entonces el espíritu, el Ego, asciende a la más elevada región del pensamiento, cual es la del Pensamiento Abstracto o Tercer Cielo, lugar especialísimo en el que, por medio de la inexpresable armonía que aquí reina, el espíritu se fortalece a fin de afrontar su próxima inmersión en la materia: un nuevo renacimiento.
Tras pasar aquí un tiempo, y bajo el impulso de desear renacer y adquirir nuevas experiencias, ello evoca ante el Ego evolucionante una serie sucesiva de cuadros, los cuales, si bien le dan una perspectiva de lo que ha de ser su nueva vida, éstos no contienen más que grandes líneas, rayas maestras exclusivamente, dejando los matices o detalles menores a su voluntad, además de ofrecer la siguiente particularidad, cual es la de que, habiendo elegido un determinado proyecto de vida, ya no podrá retroceder para efectuar una nueva elección. El símil podría hacer alusión a la necesidad imperante de tener que cruzar una calle, si bien el dónde y cómo cruzarla se otorgarían a la determinación o libre arbitrio del que renace. De cualquier modo, dichas evocaciones o cuadros son proporcionados por los Ángeles Archiveros o Ángeles del Destino, y abarcan absolutamente desde el nacimiento hasta la muerte, aunque el método de exposición, obviamente, sea en el sentido que se acaba de indicar y, por ello, en el contrario a lo que sucedía en el caso del Purgatorio, sentido que tenía lugar de los últimos acontecimientos de la vida hacia los primeros, y cuyo porqué consiste coherentemente en que en el Purgatorio se trataba de que el Ego evolucionante descubriera cómo determinados efectos devenían de ciertas causas, y ahora, por el contrario, en el hecho del nacimiento se trata de hacerle ver que determinadas causas van a producir efectos determinados. De aquí que a la experiencia sea definida como “la facultad de conocer cuáles son las causas que producen los actos”.
La pregunta que muchas almas se hacen a lo largo de la historia de la humanidad, es la de que por qué hemos de renacer y renacer, con el dolor y sufrimiento que ello encierra, y no efectuamos lo que corresponda de modo feliz, por ejemplo, en los cielos. Y la respuesta rotunda no puede ser otra que afirmar que “el propósito de la vida no consiste en la felicidad sino en la obtención de experiencia”. ¿ Cómo si no se instruye un Creador ? ¿ Cómo si no se pasaría de la nesciencia a la omnisciencia y de la impotencia a la omnipotencia ? Conociendo y venciendo mediante la práctica de la vida las deficiencias de la materia, dominando y controlando ésta, sometiéndola y elevándonos a los planos superiores en que la luz incrementará paso a paso nuestra vibración y poder, y ello hasta vivir permanentemente en la luz porque seremos ya sólo luz con todo lo que en realidad ello implica.
En su virtud, pues, señalaremos la experiencia únicamente puede adquirirse de dos modos: uno, mediante el duro camino del avatar personal; el otro, por medio de la observación de actos ajenos debidamente razonados y reflexionados a la luz de nuestras evidencias personales. Este segundo es el camino que usa el ocultismo; es un camino más rápido e inteligente también, dado que evita muchos de los sinsabores del método primero.
Pero, dado que en definitiva gozamos de libre albedrío para detallar nuestras vidas, nuestra es por tanto la elección del método a emplear. Eso sí, algún día deberemos completar el conocimiento teórico y práctico a fin de dominar con perfección el mundo en que nos encontramos inmersos; en tanto no sea así, deberemos volver y volver a renacer como acontece con cualquier escuela ordinaria. Ahora bien, es tan grande, tan amplia la gama de asuntos y cuestiones a aprender, que resulta imposible en una sola encarnación abarcar lo que las correspondientes lecciones entrañan. No en vano, e invocando el axioma analógico por excelencia de “como arriba es abajo y como abajo es arriba”, que permite el desvelamiento de todo misterio del universo, nos permite descubrir que también en el mundo invisible existen lapsus de tiempo de reposo o de descanso respecto de la actividad que en cada caso acabemos de abandonar, y ello ya sea en la Tierra o en el Cielo. El hecho de que no recordemos lo acontecido en nuestras vidas anteriores no es suficiente para negarlas, incluidas las facultades desarrolladas y acumuladas a través de ellas, porque ¿ acaso recordamos todos nuestros pasos, esfuerzos y sinsabores respecto a cuanto sabemos y ponemos en práctica hoy ? ¿ no es más cierto que al igual que sabemos escribir, gozando por tanto de dicha facultad, la misma constituye una clara evidencia de que en algún momento y en alguna parte hemos debido ganarla mediante el esfuerzo requerido para ello ? En consecuencia ¿ puede alguien dudar ahora de qué sea el genio ? Cuando Bach o Mozzart hicieron relampaguear sus facultades a tan temprana edad ¿ puede afirmar alguien, a partir de la presente lectura y razonamiento, que el motivo ha sido el don dado puntualmente a estas almas por Dios o que, meramente, las interrelaciones azarosas de la materia las hicieron posibles sin más ? Más bien, dirá ese alguien que no, que eso ha sido debido única y exclusivamente a los esfuerzos continuados vida tras vida en esa dirección y que, en determinado momento, a cada uno en su etapa, esa fue la causa real de este efecto de precocidad e iluminación musical que ambos demostraron.
XV
CRISTO Y JESÚS, sus respectivas identidades y diferencias
Cristo es el más elevado iniciado de los Arcángeles durante el Período Solar, el segundo del septenario plan en el que se encuentra inmersa la evolución del hombre. Por tanto, en aquel momento los arcángeles constituían la correspondiente humanidad, humanidad en la que el cuerpo más denso estaba formado de materia de deseos. Ello conlleva necesariamente que los arcángeles sean verdaderos expertos en la construcción de cuerpos de dicha sustancia, pero sin poder conformar otros en mundos más bajos por la sencilla razón de desconocer el medio y método de construcción, dado que nunca han pasado por una evolución semejante a la del hombre. De ahí que Cristo, como tal arcángel, y en concordancia con lo expuesto, en principio le hubiera resultado imposible de todo punto construir un cuerpo físico y tridimensional, cual es el nuestro, para encarnar y ejercer nuestra redención aquí en la Tierra, dándose la circunstancia – según una ley cósmica – de que nadie puede funcionar en un mundo determinado si no poseyese un vehículo adecuado para funcionar en él. Que hubiera podido intervenir desde el Mundo de Deseos cual hacían los Espíritus de Raza, sí, obviamente. Pero no era ése el plan concebido para la humanidad, pues Cristo debía nacer como un “hombre entre los hombres”, es decir, desde dentro y no aparecer milagrosamente, o incluso en el sentido a como lo hicieron los Señores de Venus o Mercurio en la antigüedad, pues el hombre disponía de libre arbitrio y por él mismo debía admitir o no el ministerio de Cristo.
Entonces ¿ quién era Jesús ? Jesús, al igual que José, su padre terrestre, desde el punto de vista espiritual era un constructor, un tekton, palabra griega que originalmente fue empleada con el significado de “carpintero”, era un hijo de la luz o francmasón verdadero, aquél que se esfuerza por construir el templo místico o modelo divino dado por el Padre, motivo por el que dedica a ello todo su corazón, con toda su alma y toda su mente. Esta es la aspiración del tekton y su guía: la de ser el mayor en el reino de Dios y, por tanto, deberá ser al mismo tiempo el sirviente de todos.
Jesús nace en los tiempos en que aproximadamente refiere la Historia y no en el 105, a.c., como alguna obra ha señalado, pues el individuo a que se hace alusión bajo la misma denominación – muy común por otro lado en Palestina en aquel entonces – efectivamente era un iniciado, si bien lo había conseguido a través de la iniciación egipcia y no esenia, cual fue la de Jesús de Nazareth. María y José, sus padres, fueron asimismo dos iniciados de rango muy elevado, motivo por el que el hecho de “conocerse” devino en sí no con la desatada pasión del común, sino como un acto de profundo y limpísimo amor a través del cual podían ofrecer al Señor el oportuno cauce para, mediante el cuerpo de Jesús, su hijo, fuese posible el advenimiento del Gran Espíritu Redentor de la humanidad, el Espíritu de Cristo. Ambos, José y María, mucho antes del tiempo de que tratamos, fueron conscientes por completo de “la encarnación que habría de venir”, y durante edades trabajaron para perfeccionar sus cuerpos y sus espíritus a fin de procurar acceso a la Tierra al que sería El Redentor. Este apunte, en el sentido explicado, se halla reconocido del mismo modo por San Agustín que dice: “ … lo que hoy se denomina religión cristiana existía entre los antiguos y nunca cesó de existir desde el origen de la raza humana hasta que el mismo Cristo llegó y el hombre comenzó a llamar cristianismo a la verdadera religión que ya existía antes.“ El cristianismo continuó, por tanto, y exactamente, en el lugar donde las revelaciones previas habían cesado.
Es este uno de los dogmas católicos que deja de serlo tan pronto es explicado y comprendido. Ninguna alma pura puede nacer a través de un alma impura y viceversa, pues así es como actúa la ley de afinidad. Del mismo modo, ningún Salvador puede nacer de alguien cuya virginidad de alma no permanezca a través del acto físico de la concepción. No se trata, pues, y en ningún caso, de una condición de naturaleza meramente física. Todas las Grandes Religiones de Raza y en todos los países se hace alusión a “Aquél que debe venir”, pero no así la cristiana, que hace referencia a Aquél que debe volver, cual si todas ellas fuesen un escenario previo, una preparación para la “Luz del Mundo”, cual es la del Sol, en cuyo centro Cristo habita. No olvidemos que, por ejemplo, en Egipto se adoró a Osiris e Isis, en Babilonia a Izdubar e Istar, en Grecia a Apolo y Atenea, en India a Buda y su madre Maya, en Persia a Zoroastro y a Ainyaita, como, asimismo se adoró en Palestina a Jesús y la Virgen María.
¿ Y de qué habría de redimirnos Cristo ? Como bien puede suponerse, para concebir y llevar a cabo un plan cósmico – y sabiendo que en la economía de la Naturaleza la oportunidad y el aprovechamiento y eficiencia de las energías es máximo – es fácil deducir que los motivos para venir Cristo a la Tierra debieron ser varios y de redención simultánea: Así, piénsese que, hasta entonces, habíamos vivido bajo la ley de Jehová, quien, al utilizar como vehículo de funcionamiento terrestre el Mundo del Pensamiento Abstracto, vehículo que tiende a la separatividad y al egoísmo personal, la unidad resultaba de todo punto imposible para la condición del unificador Espíritu de Vida, vehículo de Cristo; y la humanidad, en su camino evolutivo, debía pasar de una situación de Ley y, por tanto de pecado, debido al incumplimiento de aquélla, a otra de Amor, a una situación en la que cada hombre pudiera reconocer como igual a su semejante y, mediante el sacrificio propio y una entrega personal y amorosa, condujese a la fraternidad universal; su implementación debía hacerla desde “dentro”, es decir, desde el interior de la raza, nacer como “hombre entre los hombres”, única posibilidad de conquistar las normas religiosas dadas por el Espíritu de Raza – Arcángel Miguel -; otro de los motivos-fundamento de la venida de Cristo fue el que, bajo el egoísmo desatado por la tendencia a la separatividad, el patriotismo deducido por las religiones jehovísticas, y las pasiones inducidas por los Espíritus Luciferes para la generación de cuerpos en cualquier tiempo o por simple gozo (el gasto sin finalidad generativa de la fuerza creadora es el denominado “pecado contra el Espíritu Santo”, o de lujuria, el que no se perdona) la atmósfera en que se desenvolvía la humanidad era tan densa, tan difícil de concebir un acto noble y llevarlo a la práctica, que, en realidad, casi no existía la vida celeste, por lo que la vía de la evolución se encontraba absolutamente atascada, puesto que le mejora no existía y sí las condiciones de que pudiera darse una verdadera retrogradación y práctica desaparición de la estirpe humana.
De modo que, en el momento de la inmersión en las aguas del Jordán, (de forma similar a la Pila de la Consagración o Mar Fundido de los Misterios Atlantes) fue el momento elegido para que se produjera la toma por Cristo tanto del cuerpo denso como del cuerpo vital de Jesús. De aquí el nombre de Jesucristo (Jesús-Cristo, o Cristo-Jesús), quien a partir de ese instante pasaría a poseer la cadena ininterrumpida de los doce vehículos que median entre el mundo físico y el propio Trono de Dios y, por tanto, a ser el único mediador verdadero y abogado del hombre. Él no sólo es la Luz Espiritual del Sol y Luz del Mundo, sino la expresión consumada del Amor, sentimiento que se expresa a través del corazón y que, andando el tiempo, vencerá al luciferino cuerpo de deseos, asiento principal del Espíritu de Raza, que exige “ojo por ojo y diente por diente” a través del sentimiento de venganza. Los elevados sentimientos de compasión, misericordia, perdón y justicia, queramos o no, van alzándose de continuo aun bajo el marasmo del egoísmo y la violencia, pero de seguro que, en sus alas, acabarán llevándonos hacia épocas luminosas de altruismo, de solidaridad y verdadera fraternidad planetaria.
Concluyendo, pues, queremos resumir diciendo que si bien el Arcángel Cristo es el Redentor, el más elevado iniciado del Período Solar, Jesús es un espíritu humano – probablemente el más elevado iniciado del Período Terrestre una vez éste haya concluido -, quien habiendo conocido de antemano su esfuerzo preparatorio y el sacrificio a que debía someterse, cedió voluntariamente su dos vehículos inferiores a Cristo – cuerpo denso y cuerpo vital – a fin de que Aquél tuviese acceso a nuestro planeta y pudiera ayudarnos en nuestra evolución mediante una nueva y superior fase. (Oportunidad de insertar una nota como la presente: donde no crezca el trigo no ha de florecer el cristianismo)
XVI
QUÉ ES LA MEMORIA DE LA NATURALEZA O REGISTROS AKÁSHICOS
En estrecha correspondencia existen el Macrocosmos y el Microcosmos, el universo y el hombre. Y si “lo que arriba es abajo y lo de abajo es arriba”, este axioma fundamental nos llevará inevitablemente a que, mediante deducción e inducción, podamos resolver todos los misterios con su problemática acerca de las cosas que nos sea dado o no percibir o contemplar.
Así, descartando ya a quienes estén capacitados para poder ver sus propias vidas anteriores, de similar manera a como echando la vista a atrás somos capaces de “contemplar” escenas muy lejanas para nosotros pertenecientes a nuestra presente vida y no sólo respecto del último día, del mismo modo existe guardado en la Naturaleza un recuerdo detallado y exacto de todas sus encarnaciones con todo aquello que ha acontecido a lo largo de ellas, si bien estos registros se gravan en varios mundos o estratos de muy diverso compendio y nitidez. Puede decirse certeramente que a mayor elevación del mundo, mayor será el compendio y la nitidez de lo allí registrado. La característica particular de este estrato o estratos a qué mirar, consiste en que el desarrollo de los acontecimientos, a partir de la escena a que dirijamos nuestra atención, tiene lugar hacia atrás, Así, si quisiésemos ver la muerte de Napoleón y el porqué de la misma por medio del éter reflector, podría tener lugar mientras a través de la concentración mantuviésemos esa escena in mente bajo el esfuerzo de la voluntad y sería percibido, mejor aún, visto, mediante una especie de cinta cinematográfica. Pero si deseáramos ver seguidamente quién le enterró y dónde, nuestra expectativa resultaría vana, enteramente frustrada, por lo que deberíamos recomenzar de nuevo en un punto posterior para, a continuación, de manera semejante a como ocurre en el hecho purgatorial, seguir retrocediendo hasta alcanzar lo pretendido. Conviene hacer notar que, en este estadio primero o mirador natural del pasado del mundo, lo conservado – y ello dependiendo siempre de la propia capacidad del ensayante – no suele alcanzar de ordinario mucho más allá de los setecientos u ochocientos años. Esta visión puede ser obtenida mediante una ligera extensión de la normal vista física.
El éter reflector es el encargado de, a través de su vibración, llevar a cabo la acumulación requerida, dándose la paradoja asimismo de que cualquier átomo de éter que interpenetre cualquier cosa, contendrá en sí mismo, y a un tiempo, las imágenes de cuanto lo rodea. A la vista de alguien que detente visión etérica, un pedacito mínimo de piedra de las Pirámides de Egipto le permitirán ver, como en una fotografía, y en toda su magnitud, los grandiosos monumentos, de igual modo que otro pedacito de pared de cualquier casa o habitación, le permitirán descubrir cuantas escenas hayan tenido lugar en la misma desde el mismo momento de su construcción y aun más atrás.
En todo caso, debemos diferenciar de forma tajante, aun de forma esquemática, las dos formas en que puede contemplarse esta memoria o registro universal: por un lado la del psicómetra, el cual, tomando el “pedacito” del algo citado, y mediante una actitud pasiva, sí logra ver, pero se trata de una segunda vista sin control alguno, viendo en consecuencia tanto lo que desea como lo que no desea ver, puesto que no dispone de poder para controlar a voluntad lo que exclusivamente pudiera interesarle. La otra forma correspondería al clarividente educado por medios científicos con el añadido de una vida moral apropiada, quien a voluntad y en cualquier tiempo puede ver aquello que a sí mismo se exige, aunque con el importantísimo matiz de que lo hará con finalidad de servicio o ayuda y nunca por mero afán de lucro o curiosidad.
Sin embargo, quien se encuentre preparado para leer la Memoria de la Naturaleza o Registros Akáshicos en la más alta subdivisión del Pensamiento Concreto, región ésta en que se encuentran las fuerzas arquetípicas, hallará que tanto la visión como el modo de percibirla son absolutamente diferentes a lo referido respecto del Éter Reflector. Se trata de una visión en la que el inicio y el fin no importan en absoluto, pues el vidente tendrá al instante – si de Napoleón se tratase – un compendio exacto y riguroso de su vida así como la esencia o alma mater que la animó. Más aún, en ningún caso mantendrá la visión como si fuésemos contempladores externos, antes bien, nos daríamos cuenta de que la visión se produce internamente, formando parte de nuestro Yo y sintiendo tal cual si fuésemos el mismo que fue Napoleón Bonaparte. Por tanto, no sólo podremos adquirir su propio conocimiento, sino que además sentiremos cuanto él pudo sentir, logrando así obtener una comprensión álgida de su vida y propósito, mucho más que si hubiéramos tratado de conseguirlo a través de los libros o de cualquier otro medio. En consecuencia, la visión de que estamos tratando proporciona una asunción tan grande y recóndita del hecho o personaje requerido, que probablemente en este caso ni el propio Napoleón hubiese sospechado acerca de pensamientos y sentimientos que el presunto lector puede descubrir, vivir en sí mismo ahora y comprender.
Pero, si tras dar esta descripción somera, alguien creyese que podría narrar exhaustivamente cuanto le fuera dado ver, se equivocaría por completo, pues una vez que se regresa a la conciencia normal el pasmo puede resulta asombroso, pues si es verdad que allí acababa de ver un eterno aquí y ahora, es decir, acabaría de contemplar un presente sin tiempo y sin espacio, sin principio ni fin, no es menos cierto que la ordenación de ideas, de actos y sentimientos resulta de imposible logro para ser todo ello expresado por el cerebro y plasmado debidamente en el mundo ordinario. No existe medio humano de poder trasmitir una realidad tan excelsa, no hay palabras, no hay idioma, no hay posibilidad, solamente se “vive” entera y perfectamente la visión. Eso es todo.
Reseñado lo anterior, aún queda otro lugar o registro más alto, más elevado para entrar en la Memoria de la Naturaleza. Es el que se encuentra este en el Mundo del Espíritu de Vida, el cual, de acuerdo con las informaciones recibidas de los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz, contiene un compendio íntegro de nuestro mundo desde el mismo inicio de su manifestación. Únicamente ellos, los HH.MM., y los Adeptos graduados, están capacitados para utilizar registro tan sublime y grandioso.
Como última anotación, no podemos de hacer mención de la poderosísima herramienta de que el hombre dispone – si bien muy pocos de forma adecuada – para indagar acerca de cuestiones ya históricas, ya geológicas, de flora, de fauna, etc., etc., pues mucho mejor que las aproximaciones mediante los correspondientes, pertinaces y eficaces estudios, ha de ser el contacto exacto. por medio de su contemplación – con aquello que se encuentre sometido a la correspondiente investigación directa.
XVII
LA ORACIÓN DEL PADRENUESTRO: su exégesis
Dada por el mismo Cristo, no se trata sino de una composición abstracta y algebraica de naturaleza espiritual que sirve para ayudarnos a mejorar y purificar todos y cualquiera de nuestros vehículos. Se compone de siete oraciones, de las que tres de ellas hacen alusión a los vehículos del Ego, otras tres al mismo Ego, o triple espíritu (no tres espíritus, sino tres fuerzas de un espíritu único) y una más, la final, que lo hace respecto de la mente. La introducción, que dice “Padre nuestro, que estás en los cielos”, en realidad no conforma sino una mera y cabal introducción, algo sinónimo a la dirección que pudiéramos poner sobre la cubierta del sobre de una carta que tuviésemos intención de enviar a alguna parte a su destinatario.
Siendo tal su estructura, pasemos a continuación a analizar sus partes una a una. Tras la invocación de hacia dónde se dirige, enseguida, mediante el vehículo inferior de nuestro triple espíritu, el Espíritu Humano, nos acercamos para adorar al aspecto inferior y en correspondencia de la deidad, el Espíritu Santo (Jehová) al decir: “Santificado sea Tu Nombre”.
Por medio de nuestro segundo vehículo o fuerza del triple espíritu, cual es el Espíritu de Vida, nos postramos ante su correspondiente contraparte, el Hijo, (Cristo) y decimos: “Venga a nosotros tu reino”.
Y, ante el Padre, nuestro tercer aspecto del Yo Superior, el Espíritu Divino, se arrodilla y dice: “Hágase Tu voluntad”.
Entonces, y llegados aquí, es cuando el Espíritu Divino pide al Padre, el más elevado aspecto de la deidad, por nuestra parte más densa o contraparte, y pide: “El pan nuestro de cada día dánosle hoy”.
El Espíritu de Vida, continúa la súplica ante el Hijo y pide por su contraparte en la naturaleza inferior, el cuerpo vital, diciendo: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Y por fin el Espíritu Humano, nuestro aspecto personal divino inferior, pide a la deidad por su correspondiente contraparte, el cuerpo de deseos, de la siguiente manera: “No nos dejes caer en la tentación”.
Para finalizar, nuestros tres aspectos se acercan, se aúnan, para postrarse ante Dios para rogar con esta oración: “Más líbranos del mal”.
Los Guías de la humanidad han proporcionado siempre a los hombres motivaciones suficientes para que pudieran obrar y obtener experiencias por medio de las cuales pudieran aprender y evolucionar. El Amor, la Fortuna, la Fama y Poder constituyen los cuatro asientos sobre los que descansan todas las ambiciones humanas, de modo que aislados o conjuntamente han estado presentes en todos y cada uno de los eventos que han conformado la historia global e individual de la humanidad, y siendo el deseo a la vez motor y tentador en las almas, a él corresponde la idea de venganza, que en forma de memoria imprime en el cuerpo de deseos. En consecuencia controlar y dominar el cuerpo de deseos es de la mayor importancia en quien aspire a gobernarse a sí mismo. Más útil a estos efectos que las meras oraciones dictadas por la iglesia, ello podrá alcanzarse mediante la concentración en altos y nobles ideales y vigorizando el cuerpo vital, salvo en aquellos casos en que la oración se deba a una devoción de una gran pureza, pues aquélla llevará sin duda el aliento del devoto ante el mismo trono de la deidad.
En consecuencia, y bajo este prisma de carácter estrictamente espiritual, al igual que decimos que el amor al que debe aspirar el alma debe estar referido a todos los seres de la humanidad; que la fortuna a que se aspire debe encuadrarse en cuanto al número de oportunidades para servir a los demás, y la fama deberá atender a la capacidad hallada para dar y trasmitir la buena nueva, tocante al amor y al servicio que se desean prestar, el poder debe consistir, en conclusión y en definitiva, en aquél que se ejerce propiciando prácticas que sirvan para ayuda y mejora de la humanidad.
XVIII
EXPOSICIÓN ABREVIADA DEL PROCESO EVOLUTIVO
Se dice que en el principio un Gran Ser Creador (el Ser Supremo, el Gran Arquitecto del Universo y, por tanto también de nuestro Sistema Solar) procede a aislarse en una porción de espacio en la que conforma o crea nuestro mundo mediante el cual procurará tanto nuestra evolución como el aumento de la propia conciencia., e incluyendo dentro de Sí huestes y huestes de Jerarquías Creadoras de inmenso poder y esplendor espiritual, fruto de anteriores manifestaciones de tal Gran Ser, además de otras Inteligencias de inferior grado de conciencia y desarrollo, por debajo aun del trance más profundo. Y si en cada período de manifestación, quienes ya hayan alcanzado las más altas cotas de espiritualidad han de trabajar sobre los más atrasados, induciendo en ellos un fermento de conciencia propia que les permita progresar, aquéllos que en su evolución quedaron aparentemente interrumpidos mediante una Noche Cósmica – y al igual que un niño continúa en su escuela tras haberse repuesto y descansado en una noche ordinaria – continuarán su evolución ordinaria al amanecer de un nuevo Día de Manifestación.
En la Naturaleza no existe ningún proceso instantáneo. Sí se trata, en cambio, de un proceso de suma lentitud a través del cual, con seguridad absoluta, se alcanzará la más acabada perfección. Y si “como abajo es arriba” y viceversa, el universo, el macrocosmos, de forma semejante al hombre, también discurre por estados de infancia y adolescencia, de madurez y decrepitud. Si cuando acontece el nacimiento y la infancia de un niño, éste no puede valerse por sí mismo, debiendo obviamente ser cuidado y ayudado por sus padres, pues carece tanto de suficiente fuerza física como de mente eficiente, del mismo modo viene a ocurrir en los mundos que vienen a ser con sus criaturas primigenias o inmaduras, sobre quienes los guías deben ejercer un tutelaje apropiado a fin de que, llegado su tiempo, puedan emprender su propio desarrollo de manera autónoma y con libre albedrío. Éste será el tiempo en que tanto la experiencia obtenida como el pensamiento tomen las riendas de la propia vida de manos de los correspondientes instructores y llevar adelante la expansión de la conciencia.
Todo el tiempo transcurrido en la obtención de conciencia de sí mismo, del Yo, y de la construcción de aquéllos vehículos a través de los que el espíritu del hombre se manifiesta, se le denomina Involución, proceso de inmersión en la materia hasta alcanzar su punto más denso, más bajo, su nadir. El período que le sigue, aquél por el cual el hombre, tomando la dirección de sus propias fuerzas y vehículos se eleva desde la inconsciencia y la nesciencia a la omnisciencia consciente, se le llama Evolución. Pero si el hombre sólo desarrollase dinámicamente las potencialidades originarias de su Padre, sería un mero imitador y no un creador; por lo que aquella fuerza de que cada hombre dispone, la que hace que cada evolución personal difiera de cualquier otra, esa fuerza interna y exclusiva de en cada cual proporciona aportes originales respecto de la forma y tanto en el propio individuo como en el mundo externo, es la que se denomina Epigénesis. (Véase la diferencia sustancial que existe entre el mero descubrimiento científico y la naturaleza innovadora y única de la invención, de lo que no existía en la Naturaleza) Sin embargo, dado que el tratamiento que efectúa la ciencia atañe exclusivamente a la forma, aquélla solamente reconoce la evolución, puesto que la involución corresponde a la línea de la vida. De todos modos, la Epigénesis, desenvolvimiento original de la forma, en los últimos tramos de tiempo tiende a ser admitida por la ciencia. Las Enseñanzas Occidentales toman, por supuesto, la Involución, la Evolución y la Epigénesis como una trinidad inquebrantable con que explicar y comprender el pasado, el presente y el desarrollo futuro del universo.
Diseño y construcción de los diversos mundos
De modo semejante a como una persona es capaz de diseñar su propia casa y dividirla en diferentes espacios vitales de acuerdo con la finalidad buscada; del mismo modo que busca un lugar adecuado para ubicarla y luego determina su construcción, así Dios, al desear crear busca una ubicación apropiada en el espacio cósmico, llena ese espacio con su aura, compenetra cada átomo de la siempre existente Raíz Cósmica con su vida, y son despertadas las actividades latentes en cada átomo indivisible.
Cuando decimos “siempre existente Raíz Cósmica”no estamos haciendo alusión sino al polo negativo del Espíritu Universal (el Absoluto), a la vez que, cuando hacemos referencia a un Gran Ser Creador, al que llamamos Dios (Ser Supremo) y de quien en cuanto espíritus formamos parte, no estamos aludiendo sino a la expresión del polo positivo del mismo Espíritu Universal, es decir, también al Absoluto.
Por tanto, todo cuanto somos capaces de descubrir como tierra, océanos o formas minerales, vegetales o animales, absolutamente todo aquello que podamos percibir, en realidad se trata de espacio o espíritu cristalizado, emanado de aquella “siempre existente Raíz Cósmica, de aquel Espíritu Universal a través de su polo negativo, única cosa existente en el alborear del Nuevo Día de Manifestación. Resumiendo, podemos decir que de la actuación del polo positivo sobre el negativo del Absoluto, viene a ser en su manifestación el Universo, y que las distintas formas densas observadas, en sí cristalizaciones, son concreciones en torno al polo negativo del Único Espíritu.
Pues bien, una vez que Dios ha concebido y diseñado debidamente el Mundo que desea crear – en este caso nos estamos ocupando ya de nuestro Sistema Solar – lo dota, pues, de orden, y si todo el sistema lo interpenetra con su conciencia y vida, lo cierto es que cada “habitación” o espacio diferenciado queda sometido a una vibración o conciencia diferente, específica, motivo por el que cada mundo, cada región o subdivisión se encuentra constituido de diferente manera a cualquier otro. Sin embargo, en ningún caso puede pensarse que los mundos se encuentren superpuestos, unos encima de otros, o separados mediante espacio y por tanto con distancia entre ellos, muy al contrario. Aunque ellos son distintos estados de materia, con distinta vibración y densidad, se interpenetran, es decir, los más sutiles interpenetran a los más densos, sobresaliendo un trecho de espacio en derredor de éstos. Tampoco los mundos son creados desde el principio ni tienen por qué durar hasta el final. Bajo el diseño previamente concebido, Dios los va creando de acuerdo con las condiciones que van exigiendo las necesidades evolutivas de su plan; y si la función de algo concluyera, la forma respectiva pronto degeneraría y acabaría por desaparecer. La economía en los procesos de la Naturaleza hace gala de proverbial sabiduría.
Los mundos inmediatos a su propio Ser son los primeros construidos, y dado que la involución consiste en infundir la vida en la materia de constitución densa creciente para la concreción de las formas – las cuales, todas, no se olvide, son construidas por la vida – de forma gradual los Mundos más sutiles son los primeros que se condensan, diferenciándose a su vez otros nuevos que sirvan de eslabones entre aquéllos ya consolidados y el mismo Dios. A través de la inmersión involutiva se llega a un punto de máxima densidad: el nadir de la materialidad. Mediante la evolución, por el contrario, los Mundos inferiores o más bajos, y sucesivamente, van quedando despoblados de vida, por lo que desaparecerán las formas que les dieron base para ser. De esta observación, acerca de la creación de mundos y su consiguiente y paulatina desaparición, podrá fácilmente deducirse que “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” y ello sin equivocación posible.
Los 7 Períodos del Plan Divino de Creación.
A través de cinco Mundos y siete Grandes Períodos de Manifestación, en que los Espíritus Virginales se convierten evolutivamente primero en hombres y después en dioses, se desarrolla el presente Plan Divino.
Cual si chispas de una Llama, es decir, de su propia naturaleza, Dios nos diferencia dentro de Sí Mismo, (y no de Sí mismo), con capacidad para transformarnos también en fulgentes y poderosas Llamas creadoras, pues en dichas chispas (nosotros, Espíritus Virginales) se hallan latentes todas las posibilidades de Padre, incluido el germen para llevar a cabo aportes originales a la creación, tan propios de un ser libre y poderoso, cual es un Dios.
Pero ¿ dónde nos encontrábamos, en cuanto que Espíritus Virginales ? Comenzando por el más bajo del sistema solar, nuestro mundo hace el número seis, es decir, el más inmediatamente próximo al más elevado o Mundo de Dios. Tales Espíritus Virginales, al comienzo de la Manifestación, aunque disponen de conciencia divina, no tienen en cambio conciencia de sí mismo, de su Yo, la que adquirirán y elevarán a lo largo del Plan concebido por Dios, del mismo modo que la mente propia y el poder anímico necesario, características de la condición creadora de que se habrá de dotar.
Al principio, una vez sumergidos en la materia, ellos, la Espíritus Virginales, se encuentran ciegos e inconscientes, ajenos por completo a toda condición exterior, como si estuvieran en estado de trance profundo, de forma similar al mineral. En este estado hemos permanecido, ha permanecido el hombre, durante el primer período evolutivo.
Durante el segundo de los períodos va a adquirir la conciencia del sueño sin ensueños, o sea, un estado semejante al de la planta; en el tercero obtendrá la conciencia de sueño con ensueños, propia del animal, para, a mediados del período siguiente – el cuarto, en el que actualmente nos encontramos – adquirir la conciencia de plena vigilia, lo que define y caracteriza al hombre pleno. Y es a partir de aquí, momento de adquisición de la mente, de donde arranca la Evolución, la cual, desarrollando todas las potencialidades y aportes originales que han sido citadas más arriba, comprenderá el resto de este cuarto período, así como los tres que tendrán lugar después hasta completar el Plan Septenario y Divino.
Mientras el hombre descendió a través de los elevados mundos para alcanzar el nadir de la materialidad, sus energías, las que las Jerarquías Creadoras le ayudaron a guiar inconscientemente hacia dentro a tal fin, fueron las que consiguieron construir los vehículos apropiados para funcionar en este mundo tridimensional en que vivimos. Sin embargo, una vez que además de un triple espíritu dispuso de un triple cuerpo, las Jerarquías le “abrieron los ojos” haciendo que dirigiera su vista hacia fuera, hacia la Región Química del Mundo Físico para que con sus energías vueltas pudiera conquistarla. Y de forma similar y sucesiva, progresando lentamente, es como habrá de conquistar próximamente la Región Etérica, el Mundo del Deseo, la Región del Pensamiento Concreto, etc., etc.
Siguiendo, pues, la trayectoria de cuanto estamos exponiendo, cual es la concepción y terminología Rosacruz, la denominación de cada período evolutivo de acuerdo con el Plan Divino, es la siguiente:
1.- Período de Saturno
2.- Período Solar
3.- Período Lunar
4.- Período Terrestre
5.- Período de Júpiter
6.- Período de Venus
7.- Período de Vulcano
Siendo éstos, no se olvide, renacimientos sucesivos de nuestro planeta: la Tierra.
Advertimos, no obstante, que los nombres arriba citados no están relacionados con los planetas de igual nombre, haciendo alusión únicamente a “condiciones” por las que la Tierra ha pasado o pasará en su devenir. Actualmente, como se dijo, nos encontramos en el cuarto período o Terrestre, por lo que pertenecen al pasado el de Saturno, el Solar y el Lunar, por lo que próximamente pasaremos a las condiciones de Júpiter, después a las de Venus, y alcanzar las de Vulcano poco antes de concluir el septenario o Gran Día de Manifestación y todo cuanto sea sumergido de nuevo en el Absoluto para descanso y asimilación de los frutos de la evolución precedente, reemergiendo como espíritus evolucionantes en otro Plan Divino de signo más elevado en la aurora de otro Gran Día.
Como tal vez haya podido intuir ya el estudiante o lector de estos sucintos escritos, tanto la complejidad como al tiempo el maravilloso desarrollo de este proceso son dignos de ser resaltados, existiendo bibliografía específica al efecto que adjunta se cita. No obstante, sí queremos remarcar con empeño que nos encontramos bajo un contexto de leyes naturales bajo las cuales vivimos y trabajamos, sin que podamos efectuar en ellas modificación alguna. En consecuencia, si nos son conocidas y cooperamos de acuerdo con ellas, ellas han de mostrarse nuestros aliados y servidores más valiosos y útiles; en cambio, no conociéndolas u obrando en desacuerdo con ellas, se transformarán en los más aguerridos enemigos con capacidad increíble de destrucción.
Por ello, nada mejor que, conociendo tanto las Fuerzas de la Naturaleza (símbolo del Dios invisible) como sus métodos de trabajo, utilizar este conocimiento, puesto que además de aprovechar nuestras oportunidades con sus correspondientes ventajas, será un medio apropiado y legítimo para obtener a un tiempo crecimiento anímico y poder.
Período de Saturno
Previamente hemos de advertir de que, de acuerdo con el diagrama 14, cada Período está compuesto por siete globos (del A al G) los cuales se encuentran situados en diversos mundos o regiones de mundo con sus correspondientes inclinaciones de ejes, sus ángulos, sus densidades y niveles de vibración, y de que, a su vez, el impulso evolutivo da siete vueltas o revoluciones alrededor de cada uno de ellos, antes de que cada oleada de vida, a la conclusión de aquél, se sumerja en la Noche Cósmica (tiempo de descanso y asimilación de duración igual al del período habido) para reemerger después en un nuevo Período de Manifestación.
La síntesis en este apartado, tocante a Saturno, la que deberá servir para cualquier Período, a excepción de Vulcano, es la siguiente:
Los espíritus virginales, toman su camino para la adquisición de forma y de conciencia en el globo A, y en este globo, el más sutil y menos denso por tanto, dan sus primerísimos pasos evolutivos mediante la involución o descenso a la materia, ese viaje que ha de durar hasta bien entrado el Período Terrestre, en que la introducción de la mente transformará la involución en evolución. De manera lenta la vida evolucionante va accediendo al globo B, en el que, de igual modo, realizas su particular trabajo; similarmente va pasando a través de todos los globos hasta culminar en el G, concluido el cual habrá transcurrido por los cuatro Mundos (Espíritu Divino, Espíritu de Vida, Región del Pensamiento Abstracto, Región del Pensamiento Concreto) y descrito una vuelta o revolución, formando siete revoluciones un período completo. Inmediatamente después de que la oleada de vida abandona por última vez un globo, éste comienza a desintegrarse, si bien su átomo-simiente – al igual que ocurre en el hombre, y “como arriba es abajo” – será empleado para la construcción del mismo globo en el siguiente período o Día de Manifestación. Los siete globos del nuevo período, en este caso el Solar, se encontrarán un grado más bajo en relación con los Mundos, es decir, de arriba abajo: Mundo del Espíritu de Vida, Región del Pensamiento Abstracto, Región del Pensamiento Concreto y Mundo del Deseo, es decir, adquiriendo lentamente un grado mayor de densidad.
Hace ya varios millones de años alcanzamos aquí, en el Período Terrestre, el punto de inflexión máxima respecto a la materialidad. De entonces a acá, y mediante el tramo evolutivo, o tramo vuelto o hacia arriba, iremos levantándonos, espiritualizando nuestros vehículos y desprendiéndonos de ellos para, proceso tras proceso, convertirnos en algo tan grandioso en esencia como Nuestro Padre a la conclusión del Período de Vulcano. Entonces, al tiempo que sus correspondientes globos sean disueltos, la vida será reabsorbida por Dios durante la consiguiente Noche Universal de asimilación y preparación para el surgimiento de otro y más glorioso Gran Día. Esta noche, en la que Dios mismo se sumerge en El Absoluto, tendrá una duración semejante a todo el tiempo empleado conjuntamente por los siete períodos o Días de Manifestación comprendidos en el Plan de Evolución. Y, como la perfección, ajustada a planes concretos o ciclos deviene infinita en sí misma, otras evoluciones superiores y grandiosas para nosotros vendrán, evoluciones de un esplendor y magnitud por completo inimaginables.
Como ya quedó indicado, los globos de este período de Saturno abarcaban desde el Mundo del Espíritu Divino a la Región del Pensamiento Concreto; la idea más cercana para la comprensión de su constitución es la de “calor” y en él reinaba una intensa oscuridad. Este primer período nuestro evolutivo estuvo constituido exclusivamente por el primer elemento que vino a ser, es decir, el fuego; en verdad su manifestación constituyó el “fuego oscuro”, aquél previo y latente de la llama que ha de venir. No en vano hemos de pensar que la nebulosa antes de iluminarse debió haber sido oscura, así como caliente antes de encenderse. Los Espíritus Virginales llenaban este globo. Es aquí donde el hombre cruzó por su “estado mineral”.
Dentro de las Jerarquías Creadoras que nos ayudaron más destacadamente, y que se encontraban fuera – similarmente a la atmósfera actual – haremos mención a las siguientes:
Los Señores de la Llama ( Tronos para la Biblia, y quienes se hicieron cargo de nuestra evolución en este período) nos ayudaron de forma voluntaria y sus cuerpos emitían una intensísima luz; proyectaban sobre este globo de Saturno sus imágenes que, cual un eco, eran reflejadas y multiplicadas, hecho éste al que hace alusión el mito griego acerca de que Saturno devoraba a sus propios hijos. Ellos fueron quienes nos implantaron el germen de lo que ha llegado a ser nuestro cuerpo físico. El germen en cuestión se desarrolló un tanto durante el resto de las seis revoluciones con capacidad para ordenar los sentidos, sobre todo en cuanto al oído se refiere. De ahí que el oído sea el sentido más antiguo y desarrollado que poseamos hoy.
Hacia mediados de la séptima revolución (aclarando que el trabajo a realizar, el que fuere, nunca es comenzado al dar comienzo el globo A de un Período o Revolución, sino siempre a la mitad de una revolución y que tiene su apogeo en la mitad de la Noche Cósmica, la cual tiene lugar lo mismo entre períodos que entre revoluciones) éstos mismos, los Señores de la Llama, se pusieron en actividad a fin de despertar en nosotros el principio espiritual más elevado de los que disponemos, es decir, el del espíritu divino.
Tras cada Noche Cósmica con su conglomerado, formado por la vida y la forma bajo un polo único, surgen o renacen los cinco globos correspondientes al nuevo Período o Día de Manifestación de la oleada de vida, conglomerado aquél al que habían sido llevados a través de sus fuerzas los átomos-simiente de los anteriores y disueltos globos. Los nuevos globos, obviamente, deberán estar constituidos de diferente sustancia, de acuerdo con las actividades que habrán de ser llevadas a cabo en el nuevo Día.
No obstante, advirtamos de que, previamente a que dé comienzo la actividad propia de cualquier Período, tiene lugar una recapitulación de todo cuanto hayamos hecho desde nuestra salida a la evolución, desde el momento inicial en el estado mineral; si bien, y dado el progreso en espiral en que se sustenta la evolución, cada recapitulación siempre lo será en un estado más elevado que aquél que recapitula. Por tanto, el trabajo específico sólo dará comienzo una vez que hayan concluido todos los tramos recapituladores. Así, la primera revolución de un período tendrá como trabajo la recapitulación de lo efectuado durante el Período de Saturno; la segunda deberá referirse al Período Solar; y la tercera tendrá como objeto recapitular lo habido en el Período Lunar. En Vulcano, seis revoluciones se dedicarán a recapitular, y únicamente durante la última, la séptima, será llevado a cabo el trabajo específico o correspondiente a dicho período.
Período Solar
Lo que este período fue difiere radicalmente del anterior, pues su manifestación inmediata la podemos catalogar como “luz”. Sus globos semejaban esferas luminosas de un extraordinario brillo y cuya consistencia hace recordar la consistencia de los gases, teniendo una cualidad muy a tener en cuenta, cual era la de absorber y obrar sobre cualquier luz o sonido que fuesen proyectados sobre sus superficies, una cualidad siquiera semejante a la que actualmente conocemos en relación con alguna de las propiedades de los prácticamente desconocidos agujeros negros. En este período fue incorporado un nuevo elemento, el oxígeno, por lo cual contó ya con dos elementos: el fuego y el oxígeno. Las Jerarquías Creadoras continuaban aún, no obstante, fuera, en su atmósfera, como en el Período de Saturno. Téngase presente que la vida tanto puede expresarse a través de formas minerales o vegetales, animales u hombres, como por medio de forma ígneas.
En la primera mitad de la primera revolución, o revolución de Saturno, los Señores de la Llama incorporaron al germen del cuerpo denso la capacidad de desarrollar los órganos correspondientes a los sentidos.
Durante la sexta revolución, y cooperando mutuamente, los Señores de la Llama y los Señores de la Sabiduría (Dominaciones) nos proporcionaron el germen del cuerpo vital, despertándonos los Querubines, en la sexta, el germen o principio del segundo aspecto más elevado del triple espíritu del hombre: el Espíritu de Vida. Nuestra conciencia a lo largo del presente período adquiriría el estado de sueño sin ensueños, similar al de la planta. Ya, en la séptima revolución, el germen del espíritu de vida fue ligado al espíritu divino y éste siguió siendo trabajado más ampliamente.
De esta forma, al finalizar el Período de Saturno disponíamos de los gérmenes de un cuerpo denso y de un espíritu divino, a la terminación del Período Solar poseíamos, además de aquéllos, los correspondientes al cuerpo vital y al espíritu de vida.
A la terminación de este período, naturalmente, tuvo lugar una nueva Noche Cósmica de descanso y asimilación además de la correspondiente actividad subjetiva a fin de dar comienzo posteriormente al Período Lunar que vendría a ser.
Período Lunar
Si la característica principal del Período de Saturno fue la de “calor” y la del Período Solar la de “luz”, o resplandeciente calor, la más sobresaliente del Período Lunar la podemos catalogar como de “humedad”. Constaba de un centro o núcleo de costra ardiente y, alrededor, en contacto con el inmenso espacio exterior y el frío en él generado, existía una espesa humedad, la cual, siendo transformada permanentemente en vapor por el calor, permitía que se elevase hasta la periferia para una y otra vez retornar hacia el centro en una especie de sesión interminable de lucha entre elementos. De aquí que, en ocultismo, a los globos de este período se les denomine “agua” y sea descrita su atmósfera como “niebla ígnea”, pero, obviamente, no eran de agua.
En el alborear de este período reaparecieron los Señores de la Sabiduría, quienes a la vez que traían consigo los gérmenes correspondientes al hombre hasta ese momento, junto a los Señores de la Individualidad (Virtudes) – que se hicieron cargo de la evolución en este período – llevaron a cabo tanto la remodelación del cuerpo denso, al que posibilitaron para que formara órganos digestivos, glándulas y otros. Aún no era un cuerpo denso al uso, sino etérico, aunque visible a la observación del clarividente debidamente educado. Asimismo lo reconstruyeron para que pudiese ser interpenetrado por un cuerpo de deseos y pudiera desarrollar un sistema nervioso y muscular, como también un esqueleto aún muy primario.
En la segunda revolución, dichas jerarquías modificaron el cuerpo vital para que pudiese ser interpenetrado posteriormente por un cuerpo de deseos. Y, naturalmente, habría de ser en la tercera revolución, – en la que correspondía dar comienzo el trabajo específico del período – cuando los Señores de la Individualidad (Virtudes) emitieron de sí mismos la sustancia precisa para que el hombre construyese un germen de deseos, incorporándolo durante las revoluciones tercera y cuarta a los cuerpos denso y vital que ya poseía.
En la quinta revolución, y de forma voluntaria, vinieron los Serafines para despertar el tercer principio o aspecto de nuestro triple espíritu: el Espíritu Humano. A lo largo de la sexta revolución volvieron a aparecer los Querubines para eslabonar el Espíritu de Vida con el recién germinado Espíritu Humano; y en la revolución séptima, habrían de hacerlo los Señores de la Llama (Tronos) para hacerlo entre el Espíritu Divino y el Humano.
Por tanto, si el hombre antes del inicio del Período de Saturno era una entidad omniconsciente mientras se encontraba en cuanto que espíritu de tal naturaleza en el Mundo de los Espíritus Virginales y, en definitiva como Dios, en Quien (y no de Quien) se diferenció, no estaba sin embargo consciente de sí mismo, de su propio Yo, labor que en buena parte corresponde al proceso evolutivo, si bien, antes, habrá de ser sumergido en un lecho gradual de materia y ser privado de aquella omniconsciencia. Esta inmersión, como ya se ha apuntado en otro lugar, comienza con el velo del Espíritu Divino y tiene lugar en el Período de Saturno; más tarde es sumergido en el velo del Espíritu de Vida en el Período Solar, siendo en el Período Lunar, cuando, por así decirlo, fue introducido en el velo del Espíritu Humano – Región del Pensamiento Abstracto – y cuando quedó cegado definitivamente, por lo que el hombre en ciernes perdió su omniconsciencia y ya no pudo traspasarlo y mirar hacia fuera y ver a los moradores de los mundos invisibles con los cuales se encontraba en contacto permanente. De aquí que tuviera que dirigir su atención “hacia dentro”, hacia sí mismo para encontrarse y percibirse como un Ego diferente y separado de todos los demás. Es digno de ser notado aquí que mientras el hombre se encontró aún dentro del Espíritu de Vida – el cual es un mundo de alcance universal – podía tener conciencia de aquella universalidad de la existencia de la vida, y que, sin embargo, con la ceguera espiritual impuesta por el tercer velo, el Espíritu Humano, fue cuando comenzó a tener lugar en él la impresión ilusoria de la separatividad, la que, siendo efectiva y únicamente propia del proceso correspondiente a la involución, paulatinamente habrá de ser disuelta a medida que la evolución arranque y eleve al hombre sobre su inmersión en la materia, hecho con el que no sólo adquirirá de nuevo la omniconsciencia, sino que añadirá a un tiempo la conciencia obtenida de sí mismo.
La conciencia propia de este período se corresponde a la del sueño con ensueños, es decir, tiene similitud con la de los animales actuales, si bien la del hombre es de naturaleza racional. A la vista del clarividente, el hombre Lunar aparece entre aquella niebla ígnea citada más arriba como suspendido de cordones, muy cercano a la manera en que actualmente el embrión cuelga de la placenta por medio del cordón umbilical. A través de estos cordones fluían corrientes nutricias, de manera similar al juego que desempeña nuestra sangre en los organismos presentes, si bien anotando que entonces la sangre aún no era roja, puesto que esta condición ha sido adquirida con posterioridad. No respiraba naturalmente en aquel entonces por pulmones, sino por una especie de branquias que aspiraban y expulsaban el vapor casi hirviente de la niebla ígnea. Esta fase aún se recapitula hoy día, pues el ser humano, en un momento determinado de su proceso gestatorio tiene branquias. Y, como una similaridad más con los animales, la disposición de la espina dorsal de aquel ser era asimismo la de la horizontalidad.
Antes de concluir el Período Lunar, el globo que constituía el campo para nuestra evolución además de otra evolución distinta, sufrió una división. Esta división fue motivada por la alta cristalización a que el hombre había sometido la parte por él habitada, hecho éste que impedía la evolución del resto de vibrantes seres que compartían globo, por lo que, por medio de la fuerza centrífuga, el globo compartido expulsó de sí al espacio la parte más inerte, parte que comenzaría a girar alrededor de la ígnea y luminosísima región central.
Si aprovechamos la ocasión para la observación meticulosa y así evitar errores actuales de concepto, podremos darnos cuenta de que, cual ley cósmica, cuando en el mismo lugar de desenvolvimiento una parte es cristalizada por la baja vibración (evolución espiritual) de otros, esta parte será expulsada y apartada a la distancia oportuna en el espacio para que los seres evolucionantes que la ocupan puedan continuar progresando, donde girará en torno de la parte de alta vibración en calidad de un satélite. Este fue nuestro caso, fuimos expulsados. El planeta formado se condensó con relativa facilidad y prontitud, cual luna sin fases y con la mitad permanentemente iluminada y la otra mitad oscura – cual ocurre en la actualidad con Venus – y allí permanecimos durante el resto de este Período Lunar. En esta especie de luna, unas corrientes del Espíritu Grupo circulaban a su alrededor, corrientes que el hombre incipiente seguía instintivamente desde la parte luminosa a la oscura donde tenía lugar una cierta propagación – semejante a la que habría con posterioridad en la Época de Lemuria y guiada por los Ángeles -, de cuyo atavismo son tributarias las migraciones de aves de paso, los cuales responden al impulso del Espíritu-Grupo, e incluso esa tendencia aún de nuestros viajes de “luna de miel”, síntoma esquemático de lo impregnado que desde entonces quedó en el hombre el hecho correspondiente a la fecundación en sí.
En este estadio de nuestra evolución éramos capaces de emitir sonidos en cuanto que sonidos cósmicos, los cuales no eran expresiones de dolor o alegría, puesto que en ese entonces no había individuos concretos sino en proyecto aún, puesto que ello, y andando el tiempo, no habría de llegar hasta encontrarnos en el Período Terrestre.
La Noche Cósmica sobrevino obviamente tras este Período Lunar, por lo que sus globos fueron disueltos y reabsorbidos en el Caos. De allí reemergerían los átomos-simiente para la reorganización los globos que habrían de sustentar el Período Terrestre.
Los Señores de la Forma (Potestades) habían evolucionado lo suficiente como para tomar a su cargo el desarrollo de nuestro tercer aspecto espiritual en el Período Terrestre: el espíritu humano. Asimismo, y ya, dentro de este período último, los Señores de la Mente (Principados) alcanzaron el estado Creador, por lo que ellos fueron quienes de sí mismos emitieron el germen preciso con que nosotros procuramos construir una mente organizada y eficiente. A ellos fue a quien San Pablo dio el nombre de “Poderes de las Tinieblas”, puesto que fue en el Período de Saturno – período caracterizado por la absoluta oscuridad – en el que surgieron como humanos. En los tiempos actuales trabajan exclusivamente con la humanidad, pues es este reino el único que detenta la posesión de una mente. Los Arcángeles, dado que fueron humanos en el Período Solar, se convirtieron en especialistas en la construcción del cuerpo de deseos, la más densa materia de dicho período, circunstancia que los acredita como especialistas para dirigir funciones respecto del vehículo del deseo, y ello tanto del hombre como de los animales. Y, por último, los Ángeles, quienes estando su cuerpo compuesto de éter y habiendo alcanzado el estado humano en el Período Lunar, se encuentran muy capacitados para la construcción del cuerpo vital. En función de ello, son instructores no sólo respecto del hombre, sino también de los animales y vegetales en lo concerniente a crecimiento, propagación, nutrición, etc.
Avanzados y rezagados
En la escuela de la evolución, en la que la vida se une a la forma (la forma siempre es creada por la vida) para la adquisición de conciencia y elevarse espiritualmente con ella y a partir de ella, cual si se tratase de una escuela ordinaria de nuestro tiempo actual, siempre existe quien o quienes no pueden o no logran realizar el esfuerzo necesario para alcanzar el grado siguiente, tener derecho a él y continuar el progresando al ritmo con que comenzó. Ello, siendo así, en el Período de Saturno hubo un número que no logró el punto evolutivo requerido; se trataba de espíritus virginales que no eran ni tan flexibles ni tan adaptables como los avanzados. Por tanto, vemos aquí dos términos empleados, flexibilidad y adaptabilidad, que, cuan ley inexorable, vienen a configurar la posibilidad o no de progresar y, por tanto, configurándose como aliados imprescindibles de la Ley de Consecuencia.
Por lo que se acaba de decir, a algunos de los espíritus resultó imposible despertarles el Espíritu Divino, motivo por el que continuaron como tales minerales y únicamente con el cuerpo denso. En consecuencia, en el Período Solar se dieron cita tres clases de espíritus evolucionando a un tiempo: la de los avanzados de Saturno, la de los rezagados del mismo, y la de los principiantes o nueva oleada de vida que había iniciado su andadura en dicho período.
A partir de lo anterior, fijémonos bien: obviamente, el reino mineral se encontró compuesto por los rezagados de Saturno y la nueva oleada de vida, pero con una notabilísima diferencia porque, mientras los rezagados podían alcanzar y sobrepasar a los avanzados, la nueva oleada de vida solar no tenía esta posibilidad., dado que el estado humano es alcanzado en el cuarto período y en su globo más bajo tras su salida a la arena de la evolución.
El corte correspondiente a los primeros rezagados se produjo en la séptima revolución del Período de Saturno, cuando los Señores de la Llama intentaron, sin lograrlo, despertar el Espíritu Divino, dado que algunas entidades habían cristalizado de tal manera que ello resultó imposible, motivo por el que se quedaron sin la indispensable “chispa” divina para continuar progresando, por lo que debieron permanecer en el grado o nivel en el que se encontraban. Estos rezagados fueron los que, junto a la nueva oleada vital, formaron machas oscuras en la fulgente esfera gaseosa que entonces era el globo más bajo del Período Solar.
En la sexta revolución de este último período, el Solar, los Querubines, al intentar despertar el Espíritu de Vida en la nueva oleada, se encontraron también con que algunos de los que felizmente habían cruzado Saturno, resultaba imposible despertarles el nuevo aspecto, por lo que, en su grado, cayeron de entre los más avanzados, pasando a formar parte del esquema general de rezagados.
Por último, en la séptima revolución Solar, los Señores de la Llama procuraron y consiguieron despertar el Espíritu Divino en aquéllos que, si bien habían fracasado en el Período de Saturno, se encontraban ahora en disposición para ello. Del mismo modo, despertaron este aspecto en la nueva oleada de vida Solar, en la que, sin embargo, se produjeron también, y no obstante, rezagados.
Por tanto, es exclusivamente en función del propio esfuerzo, o bien por el contrario, por la inacción a que se somete por su parte, lo que hace que cada entidad evolucionante determine y establezca su status particular en relación con la propia oleada de vida de que formó parte en el principio, o inicio, de un Día de Manifestación.
De esta suerte, si al dar comienzo al Período Lunar existían seis grupos de espíritus evolucionantes, ya eran ocho
al comenzar el Terrestre, los cuales vamos enumerar y agrupar, haciendo hincapié a la vez en sus correspondientes vehículos. Así:
1º.- Avanzados de los Períodos de Saturno, Solar y Lunar, cuyos vehículos estaban formados por el
Espíritu Divino, Espíritu de Vida, Espíritu Humano, cuerpo denso, cuerpo vital y cuerpo de deseos. Son las Razas Arias.
2º.- Son los rezagados del Período Lunar, y sus vehículos son el Espíritu Divino, Espíritu de Vida, cuerpo denso, cuerpo vital y cuerpo de deseos. Comprende a los mogoles, razas nativas africanas y otras razas semejantes.
3º.- Están aquí los rezagados del Período de Saturno y del Período Solar, con vehículos de Espíritu Divino y de Vida, cuerpo denso y vital. Corresponde los antropoides en general.
4º.- En ella se encuentran los precursores de la nueva oleada de vida Solar, que disponiendo de los mismos vehículos que la clase anterior, se corresponde con los animales.
5º.- La constituyen los rezagados de la nueva oleada de vida Solar, que disponen de Espíritu Divino y de cuerpo denso exclusivamente. Se identifica con los árboles en general y las plantas de hoja perenne.
6º.- En esta clase se ubican los adelantados de la nueva oleada de vida Lunar; tienen también Espíritu Divino y cuerpo denso, y se reflejan a través de flores y hierbas.
7º.- Rezagados de la nueva oleada de vida Lunar. Disponen sólo de cuerpo denso y se manifiestan como arenas, tierras blancas, etc.
8º.- Nueva oleada de vida del Período Terrestre, que, teniendo como el grupo anterior, exclusivamente cuerpo denso, constituyen las montañas, las rocas, etc.
Período Terrestre y sus cuatro primeras revoluciones:
Tal vez, una de las cosas que más llame la atención, sea el hecho de que la materia de que está formado nuestro cuerpo físico, y por tanto el mismo planeta, esté interpenetrada por otros mundos que, aún asumiendo expresamente la relatividad del término “denso” en esta materia, son memos “densos” que aquéllos acerca de los que no tenemos conciencia aunque continuamente los estemos traspasando o habitando. Se trata exclusivamente de un tema referente a tipos de densidad y su percepción por nosotros o no, y, naturalmente, el vehículo o vehículos interpenetrantes, sin roces ni choques conocidos en el mundo tridimensional, no proporcionan en nuestro caso aquél posible “darse cuenta” o consciencia por nuestra parte y en su caso en cuanto posibilidad..
De todos modos, el globo más cristalizado de los de este período se encuentra en el mundo físico, nuestra Tierra sólida, estando los seis restantes en la Región Etérica (2), en el Mundo del Deseo (2) y en la Región del Pensamiento Concreto los dos más elevados.
Si de forma sucesiva, y de acuerdo con cada período, se había ido añadiendo un nuevo elemento (calor, aire, agua) ahora, en el terrestre, se añade el cuarto: la tierra. No obstante, sépase ya que durante el Período de Júpiter, el posterior al terrestre, será añadido uno nuevo de naturaleza espiritual, el cual, en cuanto que afectará a la cualidad del lenguaje, consistirá en que cada palabra emitida ha de llevar inmersa en sí la comprensión adecuada y no ninguna otra, a fin de que, de lo contrario a lo que ocurre en la actualidad, nada pueda inducir a equívocos respecto del concepto que se pretende trasmitir.
En el período de que estamos tratando, en general los que eran minerales-vegetales (nótese que con ello nos estamos refiriendo a la forma, y no a la vida), habiendo avanzado decididamente se adentraron en el reino vegetal y conformaron la verdura de los campos; otros en cambio, habiendo retrocedido, pasaron a formar parte del reino mineral como tal. En cuanto a los vegetales-animales, muchos adelantaron hasta el reino animal y conservan aún la sangre incolora, otros, tal como la estrella de mar, conservan las cinco puntas correspondientes a los pétalos de una rosa de la que procede.
Pues bien, al comienzo del período el triple espíritu se hallaba fuera, separado de sus vehículos, justo cuando se había alcanzado el punto en que debían unirse para continuar progresando. En ese entonces, cuando el cuerpo de deseos podía dividirse en dos partes, la superior pasaba a ser una especie de “señor dominador” de la parte inferior, algo semejante a un alma-animal a la que podía ser unido el espíritu por medio de la mente. En otro caso, es decir, cuando no podía producirse dicha división, la parte inferior se entregaba con frenesí a los deseos y pasiones más bajos, motivo por el que excluía toda unión con el espíritu a través de la mente. El grupo en estas últimas condiciones fue puesto bajo el gobierno de un espíritu-grupo, si bien su dirección venida ejercida desde fuera. Los miembros de tal grupo son los que han dado lugar a nuestros actuales antropoides.
En cualquier caso, a medida que el cuerpo de deseos se dividía, entonces la forma, el cuerpo denso, iba levantándose y adquiriendo la posición de verticalidad, motivo por el que ya podía eludir de esta forma la influencia del Mundo del Deseo que actúa por medio de la horizontalidad de la columna vertebral. De este modo, el Ego, el espíritu individual podía entrar dentro del hombre, tomar posesión de sus vehículos y gobernarlos, al tiempo que le era dado poder construir tanto el cerebro para poder crear mediante el pensamiento, como una laringe vertical, mediante la cual poder expresar aquél al emitiendo la “palabra creadora”.
Si nos empeñamos en fijar con nitidez que la expresión del pensamiento a través de las palabras constituye el más elevado don de la humanidad, puesto que únicamente puede ser llevado a cabo por una entidad capaz de pensar y razonar a un tiempo, no nos será realmente difícil seguir y comprender los diferentes grados que han conducido sucesivamente a semejante desarrollo a lo largo de la evolución.
Revolución primera o saturnina
En cualquier período, la primera revolución es en la que se lleva a cabo la reconstrucción del cuerpo denso, y, como se ha acaba de decir, el cerebro fue la reconstrucción que le dio fin, al mismo tiempo que lo dotó de una eficiencia indescriptible, pues el cerebro es un portento de construcción divina para la asunción y funcionamiento perfecto de la mente. El primer impulso fue dado a fin de construir la parte frontal de aquel así como para llevar a cabo la división del incipiente sistema nervioso en voluntario y simpático, de los cuales sólo el voluntario fue adquirido en el Período Terrestre, pero por medio de él el cuerpo pasaría de ser un autómata dirigido desde el exterior, a ser un instrumento cualificadísimo y flexible al ser gobernado por el Ego desde dentro, desde el mismo interior. Los Señores de la Forma (Potestades) fueron quienes intervinieron principalmente, y ello ya en la correspondiente reconstrucción como en la nueva construcción habida.
Nos encontramos, por tanto, en un período eminentemente auspiciado por y hacia la forma, dado que es aquí donde ésta se encuentra en su punto más hondo y culminante; aunque, por contra, y al ser el punto de arranque, es en el que el espíritu se halla más cohibido, más constreñido. Es por tanto el reino de los Señores de la Forma.
Segunda revolución o solar
En este revolución, la segunda, se reformó el cuerpo vital al objeto no sólo de que se pudiese ajustar a la mente germinal que ya poseía el hombre, sino también para que más adelante, en el Período de Júpiter, el cuerpo vital pudiese ser utilizado como cuerpo más denso, una vez espiritualizado y desaparecido, por innecesario en el ambiente de dicho período, el actual cuerpo físico. Para ello, se hizo que aquél fuese tomando una forma más homogénea a la que ya había adquirido el cuerpo denso, y ayudados por los Señores de la Forma, fueron los Ángeles los encargados de llevar a cabo dicha reforma.
Hemos de afirmar sin embargo, frente a otras enseñanzas, dignas por supuesto de respeto, que el cuerpo vital sí es capaz de ser utilizado como vehículo independiente respecto al denso, si bien en el hombre ordinario esto resulta actualmente imposible, dado que la separación absoluta entre el cuerpo denso y vital provocaría sin duda la muerte. Desde los lejanísimos tiempos de la Lemuria y la Atlántida, en que el hombre era un clarividente involuntario, por la escasa unión existente entre los cuerpos denso y vital, ellos, posteriormente, se han unido y entrelazado fuertemente a excepción de en los llamados “sensitivos”. Sin embargo – y a diferencia del médium, el cual, y a través del plexo solar u otros órganos conectados con el sistema involuntario, despierta las fuerzas de la clarividencia, motivo por el que se convierte en sujeto pasivo de ellas y, por tanto sin control alguno sobre las mismas – el clarividente voluntario trabaja por medio del sistema nervioso voluntario, lo que le llevará a convertirse en ocultista debidamente educado, con dominio y control tanto de sus cuerpos como de la visión en todo tiempo y condición.
Hemos de recordar que, en el Período de Júpiter, el cuerpo vital será un cuerpo de extraordinaria flexibilidad y ductilidad, con un grado de eficiencia incomparablemente mayor al que en la actualidad tiene el cuerpo denso. De aquí que deba notarse la antelación con que, previendo el futuro, los guías de la humanidad dispusieron que comenzara la separación metódica de los vehículos de que en este momento tratamos: denso y vital. Nada en la Naturaleza acontece de forma súbita o espontánea.
Tercera revolución o Lunar
De manera similar al período que recapitula, una vez más se repitió aquella niebla ígnea tan característica de su atmósfera; hubo un centro en continua fusión, y existió la división del globo al objeto de que seres más avanzados pudieran continuar una evolución más alta entonces. Como sucediera en el Período Lunar, fue cuando se dotó al hombre del cuerpo de deseos, siendo ahora los Arcángeles quienes, cual especialista, y ayudados por los Señores de la Forma, se encargaron de llevar a efecto la reconstrucción oportuna. Y como la división del globo ocasionó, asimismo, la división del cuerpo de deseos en buena parte de la especie, los Señores de la Mente – la humanidad del Período de Saturno – procedieron a implantar en la parte superior del cuerpo de deseos el Yo individual, obra fundamental para que el hombre haya podido llegar a ser lo que es y continuar una evolución de alcance inimaginable. Hecho lo anterior, los Arcángeles prosiguieron no obstante su trabajo sobre la parte inferior del cuerpo de deseos, dotándolo de deseos de naturaleza puramente animal.
Sería a lo largo del resto del Período Terrestre que se reconstruiría el último vehículo citado, a fin de que pudiera ser interpenetrado por el reciente germen mental de que el hombre disponía. La forma del cuerpo de deseos es por ahora de forma ovoidal y se encuentra muy inorganizado; teniendo como centro al cuerpo denso, dispone de un cierto número de centros sensoriales o vórtices que, encontrándose latentes en la mayoría de los hombres, han ido haciendo aparición sin embargo a lo largo de este período terrestre. En el hombre ordinario aquel ovoide semeja estar compuesto por innumerables líneas de fuerza bajo un movimiento continuo de imponderable rapidez. En él el reposo no existe. Si los centros sensoriales o vórtices fuesen despertados, en el clarividente involuntario girarían de derecha a izquierda, mientras que en el clarividente voluntario lo harían de izquierda a derecha, es decir, en el sentido de las agujas del reloj y con luminosidad esplendorosa. En todo caso, dichos vórtices son medios de visión o percepción en el Mundeo del Deseo, pero, si en el clarividente voluntario le permiten ver e investigar a voluntad en cualquier ocasión, en el involuntario no ocurre de la misma manera, pues debe limitarse a “ver” lo que discurre y acontece ante sí, sin ningún control ni dominio de la realidad; sus investigaciones no pueden alcanzar conocimientos adornados por la consistencia de la incuestionable veracidad. La distinción entre ellos no es fácil por lo común, por lo que, al efecto, nos permitimos alentar una regla de oro: el vidente voluntario nunca, jamás cobrará cantidad alguna por sus servicios ni empleará su facultad tampoco por motivos de curiosidad, dado que sólo ayudar a la humanidad será su objeto, nunca otro, y ello lo hará de forma callada, anónimamente. Del mismo modo, nadie que ostente competencia para “enseñar” el método apropiado para el desarrollo de la mencionada facultad cobrará tampoco nada ni en ningún caso; decaí que quien solicite dinero para impartir lecciones de desarrollo espiritual no tenga en realidad nada que ofrecer. Advertimos que las reglas expuestas entrañan absoluta fiabilidad al efecto.
Cuarta revolución:
El trabajo de recapitulación y reposo se aplica, dentro de cada revolución, a los diferentes globos, dado que los brazos de espirales se solapan continuamente dentro de otros brazos y así hasta el infinito. Por tanto, únicamente cuando la oleada de vida evolucionante hubo llegado al globo D de este período Terrestre en su cuarta revolución – en la cual correspondía comenzar el trabajo específico – y una vez transcurridas sus noches cósmicas y períodos de reposo respectivos entre Períodos revoluciones y globos, fue cuando verdaderamente aquel trabajo dio comienzo. Con todo, se inició en la cuarta época, la Atlante, puesto que el germen mental no se obtuvo hasta el último tercio de la misma. En calidad de nota aclaratoria, queremos señalar que en las recapitulaciones de lo que se trata no es de “volver” a redefinir situaciones habidas con anterioridad sin más, sino que siempre – pues que le evolución nunca se detiene – se tratará de situaciones que, si bien y ciertamente gozan de analogías, entrañarán siempre un nivel más alto de desarrollo que aquél al que efectivamente hacen alusión. Asimismo, y si la Noche Cósmica conlleva destrucción total de globos y mundos a base de una resolución compacta de forma y espíritu, por medio de la cual éste renueva fuerzas para proseguir con posterioridad el camino evolutivo, los reposos en cualquier caso son más cortos, no suponiendo en determinadas ocasiones aquella destrucción total. Así como el hombre se acuesta y se levanta día tras días, muere al cabo del tiempo, su cuerpo es destruido y vuelve a renacer, así, también el universo toma sus correspondientes reposos sin destrucciones a la vez que sus noches cósmicas con destrucción y resolución total.
Época Atlante
Tras haber efectuado más arriba anotaciones más o menos amplias acerca de las épocas Polar, Hiperbórea y Lemúrica, y una vez documentados en cierto modo en torno al modo y al porqué de la evolución a través de los distintos períodos con sus numerosísimas modificaciones, estimamos oportuno traer a colación esta época, la Atlante, la inmediatamente anterior a la actual, la Aria, y ello no sólo por cuanto hace a la cercanía evolutiva en sí, sino por cuanto de mítica haya podido ser considerada desde la antigüedad griega, una vez mencionado dicho continente por el iniciado y filósofo Platón.
La desaparición de Lemuria estuvo ocasionada tanto por los cataclismos geológicos como por una actividad volcánica incesante; pero el continente que en su lugar surgió, la Atlántida, justo en el corazón que el Océano Atlántico ocupa, difería mucho, como no podía ser menos, de nuestro hábitat actual, radicando sus más importantes contrastes en la composición de su atmósfera y su agua. Que por qué su atmósfera se encontraba cargada de una pesada y densa niebla, es fácil de deducir si indicamos que desde el norte, procedentes del polo, llegaban incesantes témpanos de hielo, mientras que del sur planetario lo hacían ardientes corrientes, procedentes de la actividad desmesurada de los volcanes. Este choque o confrontación dio como resultado la atmósfera de ese tiempo, una atmósfera con desmesurada cantidad de agua en suspensión, en la que, por otra parte, el contenido de aire, en proporción, era mucho más alto que el que contiene hoy.
En consecuencia, a través de atmósfera semejante, apenas si brillaba el sol, y si aparecía, lo hacía con una luz tenue y rodeada de un halo vaporoso como a veces vemos la luna o lo hacen las bombillas de nuestro mundo en los días de abundante niebla. Este motivo hacía que la visión en la distancia fuese muy corta y que las líneas de los objetos apareciesen verdaderamente atenuadas y borrosas. En este contexto, mejor que aquélla que obtenía del medio exterior, el hombre atlante sólo podía regirse de forma más certera a través de su visión interna. Por ende, y de manera análoga, el ahombre atlante también difería enormemente del hombre del día. Así, apenas disponía de frente, dado que su cerebro no había adquirido aún desarrollo frontal; por tanto, su cabeza huía hacia atrás desde la parte inmediatamente superior a los ojos. De otra parte, era un verdadero gigante, pues proporcionalmente sus brazos y piernas eran mucho más largos que su cuerpo, y se desplazaba de manera similar a como lo hacen los canguros, dando saltos. Las orejas de los atlantes se separaban ostensiblemente de la cabeza, sus ojos eran parpadeantes y diminutos, y su cabello, lacio y negro, describía una sección redonda y no oval, cual es la de las actuales razas arias.
De este modo, y en las condiciones en que se producía en aquél entonces la evolución, los vehículos superiores del hombre no se hallaban en posición concéntrica respecto del cuerpo denso, por lo que el espíritu se encontraba parcialmente fuera, motivo por el que no podía dominarlo, tal cual podemos hoy. Por ejemplo, la cabeza perteneciente al cuerpo vital se mantenía más arriba que la correspondiente al cuerpo físico, por lo que aquel dominio devenía imposible, dado que para ello debe existir coincidencia y ajuste pleno en cierto punto superciliar entre ambos (asiento del Espíritu Divino) y que el hombre se torne consciente respecto del mundo físico que lo rodea. Debido a este motivo, nuestro hombre atlante gozaba de una visión – similar aún a laque tuvo el hombre lemur – más amplia en los mundos internos que en el externo, con el añadido de la atmósfera citada y aquella neblina que señalábamos con agua en suspensión. Del hombre atlante podríamos decir que era realmente un hombre del agua, sin que por ello viviese o viniese de ella.
De esta suerte, y a medida que ambos puntos citados, el del cuerpo vital y el del cuerpo denso fueron acercándose, el hombre fue perdiendo el contacto y la conciencia de los mundos internos, los cuales se expresaban cada vez en él con mayor oscuridad, si bien, y en el mismo grado, los mundos externos iban adquiriendo más y más claridad. La aclaración final tuvo lugar en el último tercio de esta época: los puntos de referencia habían por fin coincidido. La trascendencia sería enorme: por primera vez aparecía el hombre plenamente consciente.
Queremos reseñar que una de las particularidades de aquel incipiente y primer hombre atlante – cuando aún no era poseedor perfecto de una visión y percepción externa – consistió en que, si bien no veía completamente bien, sí “veía” en cambio el alma de sus oponentes con sus correspondientes atributos, capacidad que le permitía, tanto frente a sus coetáneos como respecto de los animales, tomar de manera oportuna posiciones de defensa, puesto que dentro de sí mismo podía detectar el modo en que debía reaccionar en cada uno de semejantes momentos en particular. De ahí que, una vez perdida semejante visión y facultad respecto de los mundos espirituales, el hombre atlante padeciera una gran añoranza, a la vez que una larga y honda tristeza. Fue el momento en que se le dio, tanto como medio para mitigar sus aspiraciones, como de instrumento para ponerse en contacto con su Dios, el Tabernáculo en el Desierto. Es, pues, el tiempo de los Semitas originales, quinta raza de esta época, germen de todas las posteriores y, aún presentes, razas arias.
Época Aria
No hay demasiado que decir respecto a ella, puesto que numerosísimas cosas hemos tenido oportunidad de conocerlas a través de medios historiográficos. Tal, por ejemplo, no es novedad alguna recalcar que Asia Central constituyó la patria original de las razas arias, puesto que allí se habían asentado los primeros semitas y de ellos descendieron todas ellas. Sin embargo, hagamos notar que habría de ser en esta época cuando el hombre conoció tanto el fuego como otras fuerzas, las cuales, siendo de origen divino, intencionadamente le fue ocultada la procedencia a fin de que, sin constreñimiento alguno, pudiera usarlo y usarlas sin coacción ni mediatización alguna de cara a su lucha por la supervivencia, el desenvolvimiento y el desarrollo.
Al comienzo de la época, con la finalidad de que pudieran ocupar la función que desempeñaban los Mensajeros de Dios, es decir, las Señores de Mercurio, fue cuando los más avanzados humanos obtuvieron las más altas iniciaciones, por lo que ellos pasaron a constituir los únicos mediadores desde entonces entre el hombre y Dios. El anonimato y una vida normal y sencilla han constituido siempre notas singulares de estos Guías y Maestros de la humanidad.
Finalizando la presente época, la Aria, hará acto de presencia pública el iniciado más elevado, a quien de forma voluntaria acogeremos como líder. Para ese final se dispondrá ya de un grupo muy especial, será aquél que dará inicio y lugar a la última raza, la cual tendrá su ser al comienzo de la Sexta Época. A partir de entonces, tanto las razas como las naciones cesarán de existir y la humanidad pasará a formar una Fraternidad Espiritual como la que, en muy distinto grado o nivel, tuvo lugar antes de concluir la Época de Lemuria. En calidad de Rey y Sacerdote a un tiempo, Cristo será el Gran Unificador de esta Sexta Época.
XIX
LAS SIETE GLÁNDULAS ENDÓGENAS O “LAS SIETE ROSAS”
Las suprarrenales (las dos primeras rosas)
Son dos glándulas de color pardo que en forma de sombrero se encuentran ubicadas en la parte superior de los riñones, recubriéndolos. Cada una de ellas se halla compuesta por una corteza exterior y una médula interna, estando la primera formada por tejido de naturaleza semejante a la de los órganos reproductores, con el mesodermo como antecesor común, el cual forma la capa media de las células embrionarias; en cambio, la médula, se desarrolla a partir del ectodermo o corteza exterior de las glándulas que conforman el embrión, y, aunque tiene relación con el sistema nervioso voluntario, es de igual naturaleza que los tejidos que componen el de naturaleza simpática. Todos los grupos de vertebrados disponen de glándulas suprarrenales. Sus dimensiones, en términos medios, podrían ser las siguientes: 7,5 cm. de largo por 4 de ancho, y un peso aproximado de 17 gramos.
A lo largo de la vida intrauterina son de tamaño enorme; en la primera mitad del segundo mes ocupan un volumen doble del que ocupan los riñones; ello es debido al ensanchamiento de la corteza, si dicho predominio sobre la médula no se produjera, tal cual ocurre en los animales, no podría desarrollarse normalmente el cerebro, por lo que el nuevo ser llegaría al mundo como un monstruo sin mente. Su secreción es denominada cortical. La corteza está en íntima relación con el cerebro, con el sexo y con la composición química de la sangre, por lo que cualquier anomalía en ella devendría en subsiguientes inconvenientes para aquéllos..
La médula, o porción interna, se encuentra conectada por medio de numerosas células nerviosas con el sistema nervioso simpático y la sustancia que segrega es la adrenalina, la cual, al tiempo que es un poderoso estimulante del corazón, también actúa de modo reconfortante sobre el resto del cuerpo. Las emociones desatadas traen consigo una disminución de su reserva glandular mientras aumenta su presencia en la sangre, hecho que produce aumento de vigor y tensión sobre el sistema nervioso. Las células nerviosas, por tanto, se tornan tanto más sensitivas al estímulo cuanto más azúcar es volcado en la sangre desde el hígado y más cantidad de corpúsculos rojos circulen a través del hígado y el bazo. Entonces, mucha de la sangre es retirada de estos órganos y llevada tanto al cerebro como a los músculos que dominan el esqueleto. Estas glándulas suelen ser llamadas “glándulas de combate” porque en su manifestación son masculinas, es decir, afectan a la voluntad, incrementándola. La acción de la adrenalina es tan formidable que, una débil solución sobre pequeños vasos sanguíneos, es capaz de detener una hemorragia una vez aplicada a la zona afectada, si bien sus efectos son de corta duración. En determinadas distorsiones, y de forma especial en presencia de tumores, estas glándulas envían excesiva secreción al torrente sanguíneo produciendo singulares efectos en el sistema genital como otras irregularidades en el resto del organismo. Si la distorsión tiene lugar en el feto, éste desarrollará una condición de falso hermafroditismo, pues en realidad el nuevo ser tenderá a los hábitos del sexo contrario al manifestado externamente. Si la distorsión tuviese lugar tras el nacimiento, la simetría de los sexos se será alterada, si bien conllevará una maduración física y mental altamente precoz de efectos asombrosos.
La personalidad del tipo “suprarrenal” está en posesión de un sorprendente vigor, energía y persistencia; se tratará siempre de alguien que progresa por medio de una lucha en la que lo normal sea el triunfo. Si atañiese a una mujer, ésta tenderá a ejercer en una línea cercana a la masculinidad, es decir, dominante, con gran energía y determinados rasgos viriles.
La insuficiencia suprarrenal se manifiesta en que el aprendizaje resulta difícil y en un crecimiento lento, con fácil fatiga, con debilidad y pereza, con irritabilidad, con un apetito escaso e indecisión de naturaleza crónica ante los acontecimientos de la vida.
Las suprarrenales están regidas por Júpiter, por lo que cuando un individuo a través de su desarrollo espiritual se pone en contacto con la nota-clave de dicho planeta, se sentirá despejado, amplio, cabal y expansivo, llevándole a expresarse en sus acciones con sentido de benevolencia, expansión, optimismo, honor, filantropía, cortesía, generosidad, habilidad y alegría, además de con capacidad creativa junto a la expresión de ideas de alto valor y contenido ético.
Actualmente, la humanidad se encuentra conectada al trabajo de Júpiter en relación con el plano físico, por lo que el Ego, utilizando el poder espiritual que generan las suprarrenales, alcanzará la fuerza precisa para perfeccionar su cuerpo físico y lograr la conquista de este mundo tridimensional. El centro espiritual de estas glándulas vibra y se sostiene sobre un contexto azul.
El Bazo (tercera rosa)
Es la más voluminosa de las glándulas de secreción interna y se encuentra al final del lado izquierdo del estómago, entre éste y el diafragma. Tiene forma de alubia y su color es de un profundo rojo azulado. Pesa generalmente entre 140 y 170 gramos, y mide alrededor de 12, 5 cm. de longitud por 7,5 de anchura. El bazo es esponjoso, blando y frágil, y se mueve con cada respiración; se dilata siempre durante la digestión y está alimentado por la arteria esplénica, vaciando sus venas en la vena porta, la cual descarga, a su vez, su contenido en el hígado. Es una glándula que aparece en el feto en torno a la quinta semana semejando una condensación localizada en el mesodermo o lámina media del embrión; la membrana del peritoneo la recubre casi por completo, al tiempo que se encuentra sostenida por sendos pliegues de la membrana citada; se encuentra revestida por una membrana externa, fibrosa, y otra interna, elástica y también fibrosa. Su secreción se llama hemolisina, la que, además de controlar la construcción de la sangre, es un factor de primer orden en la estimulación del movimiento intestinal. (en algunos casos de constipado crónico, la curación ha sido posible mediante su uso)
El bazo, además de ser el productor de los corpúsculos blancos de la sangre la abastece de hierro, ejerce una influencia determinante sobre el sistema nervioso (pues le envía la fuerza solar que recoge) y ayuda a que se lleve a cabo la digestión. Si el bazo es extirpado no tiene consecuencias fatales, tal cual ocurriría si faltasen las suprarrenales. Cuando el bazo desaparece su trabajo físico es sustituido por el de las células linfáticas, las cuales habrán sufrido un previamente un hipercrecimiento. La energía del sol recogida por el bazo es enviada al plexo solar, aquí especifica el éter recogido de la sangre y, como si de un fluido se tratara, lo bombea, por así decirlo, a través de los nervios, vivificándolos y permitiéndoles enviar las impresiones recogidas del mundo exterior hacia el cerebro.
Con todo, en el bazo tiene el cuerpo de deseos un asidero, por lo que produce en él los corpúsculos blancos, destructores del sistema. Por medio de la sangre son diseminados por todo el cuerpo físico, atraviesan las paredes de las arterias y las venas ante cualquier daño de ambas, de manera especial en los accesos de ira, y forman sedimentos de materias terrosas que enervan y matan el vehículo físico. No olvidemos que, si el cuerpo vital es el encargado de dar vida al cuerpo, el cuerpo de deseos es quien se encarga de someterlo a una destrucción constante, y que de esta lucha obtenemos nosotros la conciencia. Los corpúsculos blancos, a diferencia de los rojos, disponen de núcleo, tienen forma irregular y poseen un movimiento semejante al de una ameba. Su formación es la siguiente: los pensamientos de pesar, el temor y la ira son como muros interpuestos que afectan a la evaporación del bazo, por lo que el cuerpo deseos, aprovechando la oportunidad, forma una partícula de plasma, la cual se convierte en base de un corpúsculo blanco; ésta base, a su vez, es aprovechada por un pensamiento elemental, el cual, formando un núcleo, toma cuerpo en él. A partir de ese momento el elemental comienza a vivir una vida de destrucción en connivencia con los productos de desecho y acometiendo a todo cuento encuentra a su paso. Téngase en cuenta que un elemental es una creación maligna creada mediante el pensamiento o el sentimiento, y que, al tomar plaza en un número elevado de corpúsculos blancos, éstos no sólo acrecentarán cualquier enfermedad, sino que pueden lograr que el Ego sea privado en todo o en parte del dominio de sus vehículos. La tragedia espiritual, en consecuencia, puede ser de magnitud desmesurada.
Glándula Timo (cuarta rosa)
Está situada en el pecho, sobre la tráquea y entre los dos pulmones, detrás de la parte superior del esternón, por lo que desciende y cubre la parte alta del corazón a la vez que envuelve los grandes vasos. Es parda y adquiere la apariencia de una molleja al ser cortada. Al comenzar la pubertad es cuando alcanza su mayor tamaño, teniendo unos 14 gramos de peso, 5,5 centímetros de longitud, 3,8 de anchura y 6,5 de espesor. Comienza a desaparecer hacia los veinte años, en que es sustituida por fibras y tejidos adiposos, si bien durante toda la vida se mantiene una exigua secreción celular. Cuando el número de estas células aumenta considerablemente, la glándula aumenta su tamaño entre cinco y diez veces su tamaño, propiciando que determinados aspectos se hagan patentes, hecho que dará lugar al hombre tímico, el cual reaccionará de las más extrañas maneras ante los azares de la vida.
Una de las misiones de esta glándula consiste en convertir el aspecto del niño en el de un adulto. Las arterias que le suministran sangre son principalmente las mamarias internas, y los nervios provienen tanto del sistema nervioso simpático como del décimo craneal o nervio pneumogástrico. Su secreción es la thimovidina; es la que promueve el crecimiento de los huesos, el metabolismo muscular durante la infancia y la que determina el aspecto exterior; en enfermedades agotadoras o depauperantes esta glándula disminuye el tamaño con mucha mayor rapidez que el resto. La inyección de la thimovidina tiene la virtualidad de aliviar la fatiga de los músculos voluntarios. Su extirpación en tiempo de crecimiento produce efectos inmediatos de empequeñecimiento, raquitismo y deformaciones, adquiriendo los huesos blandura y rompiéndose con facilidad. Durante los tres primeros años crece con suma rapidez, pues el éter recibido a través de la leche materna la impulsa con fuerza al crecimiento, habiéndose observado que, en los niños criados con leche materna, la glándula timo está más desarrollada que los alimentados con la de animales y que gozan de gran vitalidad, al tiempo que, y a través de la leche, el poder que ejerce la madre sobre el amamantado es mayor que el que pueda ejercer cualquier otra persona.
Los niños no producen sus propios corpúsculos rojos al igual que los adultos. La razón estriba en que la energía del cuerpo de deseos de los niños es aún comparativamente inactiva, no actúa como avenida de las fuerzas marcianas para tomar el hierro de la sangre y convertirlo en hemoglobina. Esto dura aproximadamente hasta los catorce años.
Una vez pasada la pubertad, si la influencia de la glándula timo es grande, tal y como ya se ha señalado, sobreviene el denominado “status thímicus”o de hombre tímico, el cual debe entenderse en cuanto tendencia a producir expresiones femeninas en el hombre y masculinas en la mujer, por lo que el deseo sexual devendría invertido, es decir, sobrevendría la homosexualidad, y llevado al extremo tendríamos el “narcisismo”.
Esta glándula se encuentra regida por el planeta Venus, por lo que quien logre poner en actividad la nota-clave, desarrollará una elevadísima expresión, detentando habilidad artística, hermosura, armonía, atracción y alegría. Su perversión en cambio vendrá determinada por sensualidad, relajamiento, vulgaridad, pereza, sentimentalismo, vanidad e inconstancia. Cuando se comienza el contacto con dicha nota-clave, podrá parecer que los años no afectasen, pues el individuo se sentirá, además de joven, alegre y feliz. Una vez que la persistencia de la nota-clave ha dado sus frutos, sobre la cruz del cuerpo vital hará su aparición la “cuarta rosa”. A través suyo podrá entrar en contacto con el Mundo del Deseo, sede natural de la hueste Arcangélica, donde podrá informarse especialmente del trabajo tanto de los Espíritus-Grupo como de los Espíritus de Raza. El centro espiritual de la timo vibra bajo un color amarillo.
La Tiroides (quinta rosa)
Formada por dos masas marrones, se encuentra sobre el extremo superior de la traquea, sobre ésta y junto a la laringe; surge casi del mismo punto que el lóbulo anterior del cuerpo pituitario. Con un peso de alrededor de 28,5 gramos, sus dimensiones son de 5 cms. de longitud, 3 de ancho y casi 2 de espesor. Siendo uno de los primeros órganos que se diferencian en el embrión – sobre la tercera semana – se manifiesta como una especie de canal en el fondo de la boca, cuando el tejido tiroidal se ha separado y se ha cerrado el canal. Se trata de una glándula de peso mayor en la hembra que en el macho, y sus medidas aumentan durante la excitación sexual, la menstruación y el embarazo. Desde la creencia habida de que en el pasado constituyó una glándula sexual, hoy se constata su intensa relación con los órganos reproductores de las glándulas uterinas, a la vez que su actuación como satélite en el desarrollo de los procesos sexuales.
Su secreción es la tiroxina, la cual, siendo gelatinosa, contiene principalmente gran cantidad de yodo así como de arsénico y fósforo, si bien depende del primero para su actividad. Esta glándula es una glándula energética, por lo que en proporción a su secreción así será el nivel personal de actividad, fruto del calor y movilidad que su secreción proporciona. Cualquier anomalía en la secreción de la tiroides, ya en proporción o en su composición química, el resultado conduce a severos trastornos para el individuo. Sin tiroxina, por ejemplo, una rápida contracción muscular resultaría imposible. Su importancia es extraordinaria, dado que controla tanto el crecimiento del cuerpo físico así como el desarrollo mental, hallándose muy vinculada por otro lado con las demás glándulas de secreción interna. Es el gran puente entre el cerebro y los órganos genitales, por lo que emite su necesaria secreción para dar un equilibrio general.
El cretinismo y la mixedemia – el primero durante la infancia y el segundo en la madurez – son dos graves afecciones relacionadas con esta glándula, y ambas causadas debido a una conexión imperfecta entre los órganos cerebrales y el cuerpo vital, lo cual puede ser evitado segregando tiroxina para conectar la glándula con el cerebro y los órganos genitales. Se ha observado, tanto en los cretinos como en quienes padecen mixedemia, síntomas de apatía, de indiferencia, tenencia al desaseo y a la torpeza, todo ello motivado por el hecho de que la energía creadora no acude debidamente al cerebro y a los órganos reproductores, por lo que se reducen y se atrofian. El porqué de tal impedimento hay que buscarlo en la causa misma que lo ha originado: el mal uso de la fuerza creadora, es decir, su utilización para la gratificación de los sentidos; es contra el Espíritu Santo, por lo que es un pecado que no se perdona, motivo por el que deberá ser expurgado viviendo en su ocasión y tiempo en vehículos cuya eficiencia sea extremadamente limitada; y si bien se trata de una lección de gran dureza, es una lección que no puede ser impartida al espíritu de otro modo. “Lo que se siembra se recoge” es una ley inapelable, y en armonía perfecta con la Ley de Causa y Efecto o Ley de Consecuencia. De ahí que, si bien médicamente a los enfermos puede tratárseles con tiroxina, su recuperación es meramente transitoria, pues en otro momento posterior, en alguna próxima encarnación, ellos deberán pasar por el trance eventualmente evitado, pues nadie puede rodear, circunvalar la deuda kármica para evitar recogerla.
Por el contrario, la sobreabundancia de tiroxina es lo que produce el bocio exoftálmico, el cual, con sus veintiuna clases diferentes, y teniendo como origen la carencia de yodo en la tiroxina, puede convertirse en crónico. Es recomendable para su cura, en determinados casos, un tiempo de reposo físico, emocional y mental, con alejamiento de cualquier preocupación o sobresalto. Si tal como se ha dicho da equilibrio al cerebro, la tiroides interviene también en la digestión mediante la mezcla del hierro con los alimentos, segrega el yodo que combate los tóxicos del cuerpo, al tiempo que ayuda a controlar la cantidad de grasa acumulada y previene y cura de algún modo el bocio mismo.
El doctor Louis Berman, experto en todo lo relacionado con glándulas endógenas, declaró: “… si el crimen es una anomalía científicamente estudiable y controlable, entonces tanto los procedimientos legales como los tratamientos penales deberán ser completamente cambiados”. Sin duda se ha llegado a la demostración de que el mayor número de convictos son moral y mentalmente anormales, pero siempre con deficiencia en la secreción de la tiroides. La criminología se está dirigiendo hacia factores hereditarios y del medio ambiente en que creció el criminal, así como hacia su educación y ocupación, las distintas influencias sociales y religiosas a que se halló sometido o al nivel de inteligencia. Sin embargo, permítasenos alegar que, en el futuro, las condiciones del sistema vegetativo (involuntario o simpático) al igual que el estado glandular del reo, pasarán a ocupar sin la menor duda un lugar auténticamente preponderante en relación con la interpretación del crimen. La mayoría de estados tales como la histeria, el ansia de poder, de notoriedad, de venganza, etc. no son sino estados glandulares, es decir, por aumentos o disminución de la influencia de la glándula tiroides, de las suprarrenales o la pituitaria. La mayor parte de los crímenes pasionales son consecuencia de una deficiencia de la tiroides. El pervertido sexual tiende a convertirse en un idiota, incapaz de pensar, puesto que utiliza prácticamente toda su fuerza creadora para su satisfacción sexual, privando por ello al cerebro de la energía-fundamento que lo capacite en su función primordial de concebir y expresar ideas.
Dada, pues, la importancia de esta glándula, ampliemos diciendo que está directamente relacionada con las paredes internas y externas del cuerpo, la piel, la cubierta externa de las glándulas, el cabello, las membranas mucosas y la sensibilidad nerviosa. Y si bien facilita la producción de energía, como ha quedado señalado, también se ocupa de la regulación de los contornos, formas y terminaciones de los cuerpos en función de sus arquetipos; su secreción es absolutamente indispensable, insistimos, tanto para la actividad mental como para la reproducción de las especies; no podría darse la complejidad de pensamiento ni el aprendizaje, tampoco la educación ni formación de hábitos, etc.
Está regida por Mercurio. El niño “tiroides” estará siempre activo, sin mostrar jamás decaimiento y demasiada necesidad de dormir. En la juventud será el centro de animación de cualquier reunión, pues irradiará vitalidad y magnetismo personal. En la madurez será emotivo, rápido de percepción y volición, impulsivo y tendente a crisis explosivas. Son incansables trabajadores y suelen padecer de insomnio.
La Pituitaria o hipófisis (sexta rosa)
Esta glándula, denominada pituitaria, o hipófisis, del tamaño de un guisante, es de tejido celular y se encuentra en la base del cerebro, casi en el centro de la cabeza, abarcando la parte posterior de la base de la nariz. De color gris, y suspendida como una cereza, crece hasta los treinta años y pesa en el adulto aproximadamente cinco gramos.
Digamos en este punto que si la cuna de la glándula es demasiado pequeña, el individuo tendrá un desarrollo anormal tocante a su sentido de la moralidad y la intelectualidad. Se compone de dos órganos en apariencia independientes y distintos en origen e historia, función y secreción. Estudiando el embrión humano, el principio de la hipófisis se ve manifestarse por medio de un sobrecrecimiento de la cavidad bucal en la región que da asiento a los sentidos del gusto y del olfato, el cual toma la forma de una bolsa que lentamente tiende a extenderse hacia el cerebro. Al finalizar la cuarta semana toma contacto con un crecimiento que sale del cerebro llamado el infundíbulo. Ambos acaban transformándose en la glándula pituitaria completa, madura, en la que aquel sobrecrecimiento bucal forma el lóbulo anterior pituitario y la parte original del sistema involuntario de la glándula. En un determinado momento de la vida, esta glándula se abre a la boca y a la cavidad del canal espinal. Hoy día se cree que la pituitaria produce no menos de ocho hormonas diferentes. Hay un producto químico en su secreción que estimula la producción de los tejidos, en especial del óseo, y otro que influye en los órganos del sexo y en la actividad sexual. Se ha probado experimentalmente que el funcionamiento normal de la hipófisis es necesario durante el período de crecimiento y desarrollo, así como en la época adulta para la evolución y funciones propias de la tiroides y las suprarrenales. Cuando la secreción interna de esta glándula se aplica de forma artificial, por medio de inyección, se produce la actividad de la tiroides y la suprarrenales, al igual que de las glándulas sexuales, teniendo una influencia notoria en la producción de energía en el sistema nervioso central, en la materia gris del cerebro y en la médula espinal.
Para resumir, podríamos decir que el lóbulo anterior, o prepituitaria, segrega la prolactina, sustancia que, además de ser esencial para la producción de leche en la hembra animal, promueve el crecimiento del esqueleto y tejidos conexos, es causa del desarrollo normal de los órganos relacionados con el aspecto sexual y provoca el debido funcionamiento de la tiroides y suprarrenales.
El lóbulo posterior, o postpituitaria, entre las varias hormonas que segrega, dos de ellas son utilizadas comúnmente: la pitocina y la pituitrina. La primera suele utilizarse en casos de parto lento e incluso no incipiente; la segunda determina en general la condición de los tejidos correspondientes a las fibras involuntarias de los intestinos, la vejiga y el útero.
Entre ambos lóbulos, la membrana existente segrega la hormona “intermedia”, la cual ha sido de gran utilidad en el tratamiento de la diabetes insípida.
La desaparición de la hipófisis supondría la muerte en el término de dos o tres días, no sin antes venir acompañada de una letargia peculiar con paso inseguro, pérdida de apetito y una bajada de temperatura. Con sólo eliminar la parte del lóbulo anterior, sobrevendría una rápida degeneración adiposa y moral del sujeto, junto a una marca tendencia a la inversión del sexo. Otras manifestaciones estarían representadas por somnolencia, por cutis seco, caída del cabello, mentalidad torpe, a menudo epilepsia y un febril deseo por ingerir alimentos dulces.
Se trata de una glándula femenino-masculina, es decir, si domina el lóbulo posterior, tendremos un tipo que exprese sentimientos clásicos femeninos; si el lóbulo anterior, tendrá a expresar los masculinos. Benditos tres veces – se dice – los hombres y mujeres que tienen las glándulas pituitarias normales y en equilibrio. Esta regida por Urano, octava de Venus. Su nota-clave hace alusión al amor en su sentido más elevado y su color es el amarillo. El cuerpo pituitario se encuentra vinculado inexorablemente a la iniciación, por lo que quien consiga su despertar espiritual, tendrá la virtualidad de desarrollar los poderes tocantes al Amor y a la Sabiduría, representantes del Espíritu de Vida, segundo aspecto del Logos.
La Pineal o Epífisis (séptima rosa)
Junto a su calidad superior, hemos de añadir que esta glándula tiene forma de cono (de piña) y es de color rojizo, es ligeramente más grande que un grano de trigo y pesa unos dos gramos. Está como escondida y atada a la base del cerebro, la cual es una cavidad que se encuentra arriba y por detrás de la pituitaria.
Compuesta en parte por células nerviosas con pigmento semejante al que se encuentra en las células de la retina – formada ésta por una expansión del nervio óptico – ello ha inducido a formular la suposición de que en algún momento habría ejercido tal vez la función de tercer ojo. Su parte inferior se dirige hacia atrás, y su tamaño es mayor en el niño que en el adulto, y en la mujer mayor que en el hombre. Su función real es absolutamente desconocida en los medios científicos, si bien en ellos suele afirmarse que gobierna de forma directa los órganos generadores y el cerebro. Su evolución estructural comienza a los siete años.
La pinealina, su secreción, produce un efecto restrictivo sobre todas las demás glándulas endógenas, funcionando como una especie de vigilante especial sobre el resto de ellas.
Se ha descubierto que regula el color de la piel al variar el grado de reacción de los rayos de luz, es decir, sobre el pigmento, cuando en realidad se trata de la luz interna reflejando la luz exterior. Esta glándula produce el desarrollo normal de las células de los órganos de reproducción, indicando, el hecho de haber sobrecrecido en su uso original, la sobreabundante provisión de sangre. Por tanto, promueve una pubertad normal evitando el prematuro desarrollo del sexo en los niños; y mediante el desarrollo normal tanto del cerebro como de los órganos de reproducción, favorece la fuerza creadora; da vigor asimismo a los músculos, varía y controla la el grado de reacción del cuerpo a los rayos solares, y, obviamente, ejerce influencia sobre la pigmentación de la piel.
Se trata de una glándula de naturaleza esencialmente masculina. El pintor renacentista Rafael constituyó un claro exponente del ideal tipo pineal. Si figura era tan hermosa como la de un ángel. Su disposición era suave, amable y gentil, sus modales encantadores, disponiendo de un carácter generoso además de noble. Por medio de su obra “Transfiguración”, es puesta de manifiesto su sabiduría, donde queda revelada su conexión con los Reinos Superiores. Pintó este cuadro cuando ya se hallaba moribundo.
La pineal está regida por Neptuno, el planeta de la divinidad. La espiritualidad proporcionada por Neptuno elevará al hombre desde su estado humano hasta el divino. Sabiduría en sus expresiones, contacto con los Señores de la Individualidad (Virtudes) espiritualidad, inspiración, clarividencia, profecía, devoción, habilidad para conectar con la música de las esferas, ideación y voluntad, etc., pueden considerarse como expresiones típicas de Neptuno, pues él es el verdadero iniciador. Cuando su nota-clave es despertada, sentida por el individuo al alcanzar el Mundo del Espíritu Divino, su indescriptible hermosura y poder provoca una verdadera avalancha de sabiduría acerca de Dios y su propósito, por lo que el individuo verá su divino poder en acción y reconociéndose a sí mismo tal cual es. Por ende, será capaz de contactar con otros sistemas solares, saber acerca de otros dioses del mismo modo que de los mundos y seres creados por ellos. El Mundo del Espíritu Divino es el reino de la voluntad pura, aquél en el que la energía de Dios se expresa en cuanto que poder capaz de mantener la creación en acción. La luz neptuniana es de un azul transparente, motivo por el que cuando la glándula pineal sale de su letargo, comienza a vibrar con un deslumbrante color azul.
Dado que el despertar de las notas-clave de las glándulas endógenas se encuentra estrechamente vinculado con el hecho de la Iniciación, es por ello que se convierten en uno de los valiosísimos auxilios del espíritu en su correspondiente preparación a tal fin. Y si el trabajo de mayor importancia tocante a aquélla tiene lugar en el cuerpo vital, hemos de decir que las glándulas endógenas tienen una intensa relación con dicho cuerpo de vitalidad.
Frente al devenir del hombre, las glándulas endógenas están llamadas a jugar un papel de primera magnitud, puesto que su desarrollo acelerará enormemente la evolución humana, de manera que, cuanto más importantes sean sus efectos físicos, más importantes serán también en los aspectos mental y espiritual.
XX
DE LA CLARIVIDENCIA
Lo que una persona sea susceptible de captar del mundo exterior dependerá, naturalmente, de la capacidad y sensibilidad que detenten los órganos de sus sentidos. Así, por ejemplo, un pintor estará normalmente dotado para descubrir colores con matices tan sutiles que acaso jamás pueda llegar a distinguir otra persona no amante de la pintura.
El mero hecho de que actualmente dispongamos de cinco sentidos, ello no debe significar que en el futuro no hayamos de disponer de otros sentidos nuevos, como en realidad así ha de ser, pues ya hubo un tiempo en que sucesivamente tuvimos dos, tres o cuatro, por lo que, hoy, de manera semejante, la creencia entonces que podríamos incrementarlos era achacado a cosa de la imaginación o de mera fantasía de quienes entonces lo afirmaban. Sin embargo sabemos a ciencia cierta de la existencia de regiones y planos diferentes al plano tridimensional, regiones y planos en que la materia vibra mucho más rápidamente que en nuestro mundo de percepción ordinaria, y eso debemos afirmarlo claramente y con rotundidad en las mismas puertas del tercer milenio de nuestra era, pues sus consecuencias son trascendentales del mismo modo a como lo han sido siempre. Debemos recordar en este instante con sensatez meridiana casos como los de Miguel Servet, Giordano Bruno o Galileo Galilei y no desfallecer, puesto que ningún falaz entuerto de cada época negra ha conseguido que se el edificio de la verdad se desmoronase. En consecuencia ahí sigue ese edificio de verdad, y nosotros pacientemente conociéndolo, develándolo a través de nuestras ciencias: la material y la espiritual.
Por ello, el sexto sentido a que aludimos es un sentido que se manifiesta triple, pues triple es el grado en que de forma paulatina procede en su desarrollo: a) Visión etérica: Es su grado inferior y, por medio de ella – muy semejante a los Rayos X – podemos ver en la región etérica del mundo físico, donde encontraremos y descubriremos a entidades tales como los espíritus de la naturaleza: ángeles, gnomos, ondinas, silfos y salamandras. Con esta visión puede mirarse con éxito a través de todos los objetos a excepción del vidrio, dado que no es conductor de la electricidad, consiguiendo descifrar sus partes y composición interior; b) Visión astral o visión en el mundo del deseo. En este mundo podremos encontrarnos con las huestes arcangélicas, además de con los hombres y mujeres desencarnados que aún se encuentren en este plano. Mediante esta visión los objetos son vistos no de frente únicamente como son vistos aquí, en el mundo tridimensional, sino completamente extendidos y en todas direcciones, desde los trescientos sesenta grados del círculo por medio de una sola mirada; y c) Visión mental o visión que alcanza la región del pensamiento concreto. Aquí tiene su sede el segundo cielo, y en él se construyen y tienen su residencia los arquetipos de todo cuanto existe en nuestro mundo; su peculiaridad consiste en que el clarividente no estará observando las cosas por partes, de forma estructurada y desde todos los ángulos, sino que percibe a la vez aquellas realidades como un compendio viviente y hablante, con la calidad de un presente y eterno ahora que le vertirá a la conciencia una plasmación total acerca de su virtualidad, motivo por lo que, al regresar a la conciencia normal, la ordenación siquiera elemental de narrar y detallar cuanto haya visto y percibido, le devendrá en aspiración rotunda y absolutamente imposible.
Ahora bien, las diferencias entre los poseedores de los grados de visión descritos son de importancia capital. Así, los poseedores de la visión etérica son de dos clases: los videntes involuntarios por un lado y los voluntarios por otro. Los primeros son aquellos que mediante prácticas negativas de desarrollo espiritual han logrado ver, si bien no disponen de elección alguna para variar de visión o abandonar lo presenciado en aquel momento. El vidente voluntario, por contra, y mediante ejercicios debidamente dirigidos por un maestro competente, puede observar a voluntad cuanto quiera, durante el tiempo que quiera y en la dirección que desee. Hemos de reconocer, sin embargo, que existe una creencia muy generalizada acerca de que, cuando alguien es capaz de ver en los mundos invisibles, dicho vidente tiene obligación de verlo todo, saberlo todo y asimismo comprenderlo, cuando nada más lejos de la realidad ocurre. Porque, teniendo en cuenta la máxima analógica de – “como abajo es arriba”- al igual que en nuestro mundo ordinario, allí cada cual ha de aplicarse y disciplinarse a fin de estudiar y comprobar con rigor e intensidad aquello que quiera llegar a conocer y dominar. Nadase regala en ningún mundo. Si no se trabaja, no se conoce. Por tanto, el vidente voluntario es alguien que persiste y que consistentemente ha trabajado para lograr aquel modo de ver lo mejor posible bajo el dominio de la voluntad.
En un escalón más alto, y, por tanto, con un poder más alto aún que el vidente anterior, encontramos al iniciado. El iniciado no sólo detenta la facultad del anterior, sino que tiene la facultad de abandonar conscientemente su cuerpo denso a fin de manipular e investigar los mundos invisibles. Es así que, y por grados sucesivos, conseguirá conocer su propio funcionamiento interno a fin de que, uniendo estas fuerzas a las fuerzas naturales, proseguir y prosperar dentro del plan evolutivo mediante el aporte de su propio esfuerzo.
Más arriba aún, el Adepto es quien, además de ver y conocer, se ha convertido en un experto en el uso de las fuerzas de la Naturaleza, por lo que, para la persona ordinaria, la mayoría de las cosas que hiciere podrían ser consideradas como hechas por arte de magia, cuando es su conocimiento superior el que le permite dicha ordenación. Siendo ello así, aprovecharemos la oportunidad para dar a conocer un tanto acerca de la vida y poderes de los adeptos, pues de ellos hemos tenido a menudo referencias históricas o por lo que hace al punto de vista oculto.
El Adepto conoce el medio perfecto para controlar5 tanto sus acciones como sus emociones, de ahí que no desgaste el cuerpo, dado que el cuerpo de deseos es el constante destructor del organismo y lo ha dominado y controlado; conoce asimismo los elementos que necesita para mantener el cuerpo físico y sus estrictas proporciones, consiguiendo con ello el máximun de nutrición y el mínimo desgaste en la economía de la vida, motivo por el que puede mantener un aspecto de juventud y salud durante cientos y quizá miles de años. Pero, además de esta posibilidad, el Adepto también tiene la de construir un nuevo vehículo denso si una razón evolutiva lo requiriese, y la forma es la siguiente:
De acuerdo con una ley de la Naturaleza, según la cual la vida inherente a cada célula de cualquier partícula de alimento debe ser dominada por el Ego antes de que pueda ser asimilada, para el Adepto es posible componer un extracto de los elementos con los que se pueda construir una organismo para, después, pasar del viejo al nuevo. Por ello, lo primero que hará será ingerir los alimentos seleccionados y hacer que sintonicen con el átomo-simiente y sean asimilados de manera apropiada. Una vez esto, deberá proceder a su extracción para, de forma paulatina, ir conformando el nuevo cuerpo. Por tanto, habrá tenido que comenzar previamente a nutrirse con cierto exceso a fin de llevar a cabo la extracción mencionada sin quebrantar su salud. Generalmente, este nuevo vehículo, en su matriz etérica, es colocado en una habitación o cuarto donde jamás, excepto él, nadie entrará. Una vez haya dado conclusión a su trabajo, lo único que le queda es abandonar el viejo cuerpo y entrar en el nuevo. Tan sencillo y difícil como esto. Nada más. Según se sabe hoy, esta es la solución a los presuntos enigmas tanto de Cagliostro como acerca del Conde de Saint Germain y otros. Por necesidades de servicio a la humanidad, y de un día para otro, ellos variaban de país o lugar de residencia e incluso de actividad. En el mejor de los casos, nadie hubiera sospechado otra cosa sino que, cual al uso, los espíritus de los cuerpos abandonados hubieran seguido su proceso normal postmorten.
En este punto oportuno, y a fin de proporcionar mayor claridad, queremos señalar que existe una ley en la Naturaleza según la cual nadie puede construir un vehículo si antes y por evolución no ha aprendido a construirlo, es decir, si no se ha capacitado para ello. Por consiguiente, Cristo, con la altura espiritual y poder que ostentaba, no podía, en consecuencia, construirse para Sí Mismo un cuerpo físico. Él nunca había tenido una experiencia de vida celeste semejante, ni en relación con la formación de arquetipos ni por lo que hace a la experiencia de pasar por la matriz de una madre terrenal. Este fue el motivo por el que alguien debió ser elegido para que construyese para Él el cuerpo denso que iba a necesitar, y ese altísimo honor fue concedido a la familia formada por José, María y Jesús de Nazaret. En el acto del bautismo Jesús cedió a Cristo, y éste tomó de Jesús, el cuerpo denso y el cuerpo vital; no de otra manera podría Cristo unir su propia cadena de vehículos, desde el cuerpo de deseos, y venir a ser en este plano tridimensional nuestro para hacerse ver, sentir y escuchar. El error de muchos, cristianos o no, consiste en confundir a Jesús y Cristo, cuando en realidad son dos entidades tan diferentes.
XXI
LA IMPORTANCIA DE LA ASTROLOGÍA
Quien pretenda acercarse a la astrología debiera hacerlo como en sí lo requiere una ciencia sagrada, pues tal es. Y si en modo alguno desechamos el término astronómico, dado que en sus métodos y cálculos la astrología tiene su ser, elegimos el término astrológico porque en él se encuentra incluido un aspecto que la astronomía no abarca, cual es el aspecto espiritual.
Sin embargo, no podemos dejar de resaltar la utilidad astrológica tanto para fijar hechos históricos lejanos como para hacer de ella una senda de vida o, mismamente, como instrumento de altísima ayuda para conseguir la sanación.
Así, aparte de los resultados obtenidos por medio del carbono 14, no obstante, cuando los acontecimientos nos relegan a un tiempo demasiado antiguo, sólo el clarividente elevado, el debidamente educado, se encontrará capacitado para la observación buscada. En cambio, si éste no pudiera recurrir a la astrología, con seguridad que sería incapaz de poder fijar con precisión y rigor el tiempo de los eventos objeto de su estudio. Piénsese que, en casos ordinarios, estaremos tratando normalmente de cuestiones referentes a nuestro planeta en el actual Período Terrestre, pero bien podríamos desear indagar respecto a otros períodos anteriores con sus millones de años, o la posibilidad de hacerlo respecto de otros planetas de nuestro sistema, y por qué no, y de otro lado, acerca de otros sistemas planetarios.
Si alguna duda puede albergar lo que aquí se indica, no olvidemos que, puesto que la evolución se mueve en espiral y continuamente nos encontramos con brazos de espirales dentro de espirales, es decir, con situaciones cíclicas semejantes pero bajo circunstancias diferentes (siempre más elevadas) únicamente apreciando la situación relativa de los astros en el firmamento, ello nos podrá permitir volver a atrás con el horóscopo sobre la mesa y determinar con gran exactitud el tiempo de lo observado o acontecido.
De otro lado, a modo de intersticio argumental, y de acuerdo con Max Heindel, pasamos a desgranar una síntesis de opiniones y datos que ayudarán en la comprensión de determinadas cuestiones que puedan resultar planteadas respecto del hecho astrológico en sí:
“… las enseñanzas místicas acerca de la formación de un sistema solar, armonizan con la teoría nebular que dice que los planetas fueron expulsados desde la masa central del Sol a intervalos, formando cada uno de ellos parte de esa masa en anillos, siendo los primeros arrojados los que se hallan más distantes del centro, mientras que Venus y Mercurio, que son los más cercanos, han sido expulsados los últimos.
Detrás de cada acto hay un pensamiento, por lo que detrás de cada fenómeno visible hay una causa invisible. De la misma manera, hay una razón espiritual para la existencia y formación de los planetas en un sistema solar y, también, una explicación material.
El fuego nebuloso central puede considerarse por nosotros como la primera manifestación de un Dios Triuno y Señor de las Huestes, el cual contiene dentro de su Ser una multitud de otros seres en diferentes etapas de desarrollo y sus diversas necesidades requieren diferentes condiciones externas. Para proveer a tales necesidades, varios planetas fueron lanzados de la masa central, estando cada uno de ellos constituido diferentemente y variando asimismo las condiciones climáticas para cada uno. Sin embargo, todos pertenecen al Reino de Dios, nuestro sistema solar. En “Él se mueven, viven y tienen su ser” en el sentido más lato de la palabra, pues la totalidad de este sistema puede ser considerado como el cuerpo de Dios y los planetas como órganos del mismo cuerpo vivificados por su Vida, moviéndose por su Fuerza y de acuerdo con su Voluntad sostenedora.
Cada planeta es el vehículo físico de un exaltado espíritu de una inteligencia espiritual elevadísima, el cual no sólo representa en calidad de ministro al Supremo Ser en tal departamento de Su Reino, sino que se esfuerza por cumplir la voluntad suprema, la que tiene como finalidad el bien más elevado sin tener en cuenta el mal proporcionado y momentáneo.
Estos Espíritus Planetarios ejercen influencia particular sobre los habitantes en el planeta que cada uno preside, pero también la tienen sobre los seres evolucionantes de los demás planetas, en función del desarrollo alcanzado por tales seres.
Cuanto más atrasado en la escala evolutiva, cuanto más ignorante es un ser, tanto mayor influencia y poder ejercen sobre él los planetas, llegándose a dar casos en los que habrá quien responda de una manera total y absoluta hasta en los más débiles aspectos; en cambio no será así en el consciente, en el elevado, el ser que lucha por dominar sus pasiones y alrededor ambiente, el que lanza pensamientos constructivos y amorosos, el que sonríe a la adversidad, domina las influencias estelares y se construye un porvenir risueño por este solo objeto.
Así es cómo la Astrología nos ilustra y auxilia en nuestra vida diaria y nos da a la vez un conocimiento de nuestras debilidades y malas tendencias de nuestra naturaleza, señalándonos también nuestras fortalezas así como los momentos propicios para el desarrollo de la potencia precisa para fortalecer el bien.
En todas las religiones oímos hablar de los siete genios planetarios: así, los indios, dicen los Siete Rishi; los persas, los Siete Ameshaspentas; los mahometanos, los Siete Arcángeles, y los cristianos los Siete Espíritus delante del Trono.
El astrónomo moderno se divorcia del aspecto espiritual de las Astrología, a la que desdeña y tilda de supersticiosa explotación por la eventualidad de que la Astronomía señala ocho planetas principales en nuestro sistema solar: Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter, Marte, Tierra, Venus y Mercurio. Él, con ayuda del telescopio ve que existen y piensa que de este modo ha probado que le Religión no conoce nada del asunto cuando afirma que hay solamente siete planetas principales. El místico, sin embargo, se apoya en la Ley de Bode en vindicación del aserto que sigue: Neptuno ya no pertenece realmente a nuestro sistema solar, pues éste no es sino la encarnación de un gran espíritu de las Jerarquías Creadoras que, en calidad de mensajero espiritual, nos viene a visitar, influenciándonos normalmente desde el Zodíaco. Este genio planetario trabaja de manera particular con aquéllos que se están preparando para la iniciación y, parcialmente, con quienes de un modo u otro estudian Astrología y la aplican y ponen en práctica en su vida diaria con el deseo de servir a los demás, pues de esta forma se preparan para el camino propio de la iniciación.
En cualquier caso, como bien sabemos por medio de la Geografía, los planetas giran alrededor del Sol, que es el punto céntrico de nuestro sistema solar, siendo los más pequeños los que describen órbitas más reducidas y los que giran con mayor velocidad en razón de hallarse más próximos al Sol, y los grandes, que por encontrarse más alejados describen órbitas más grandes, son los que giran más lentamente, siendo constantes estas características.
Además del movimiento de traslación, los planetas describen el de rotación sobre sus ejes, siguiendo el mismo sentido de orientación que el de su órbita, o sea, de Oeste a Este, el que se denomina “rotación diurnal”. Los ejes de un planeta pueden ser bien perpendiculares o bien oblicuos en relación a sus órbitas, oscilando dicha inclinación entre los 3º de Júpiter a los 102 de Urano y aún los 155 de Neptuno por la razón que luego se dirá.
Las inclinaciones de los ejes de los planetas no coinciden en todos los casos con los datos facilitados o estudiados por la ciencia física o material, como tampoco compartimos en este caso su opinión de que estas inclinaciones permanezcan prácticamente inmutables salvo por un ligero movimiento llamado “nudación”, dado que en los planetas existe un tercer movimiento sumamente lento – cerca de 50 segundos de espacio por siglo, por lo que una revolución completa de los ejes de la Tierra se realiza en 2 ¼ millones de años aproximadamente – a cuya influencia debemos que lo que hoy tenemos como Norte de la Tierra haya de ser visto en el futuro, tal y como ya ocurriera en el pasado, apuntando directamente hacia el Sol, y mucho tiempo después se coloque en la posición planetaria que actualmente tiene el polo Sur, para, tras siglos y siglos, alcanzar de nuevo la posición presente. Es obvio que mediante los presuntos cambios es como podrán modificarse las condiciones climáticas de los países en general, al sucederse los hielos y los trópicos en todos los puntos de cada planeta. Hemos de señalar, no obstante, que siempre ha habido cambios imprevistos cuando, por ejemplo, ha ocurrido que lo que es el polo Norte se ha orientado directamente hacia el Sol. Entonces, y en esas circunstancias, el hemisferio Sur estuvo constantemente en la oscuridad y dominado por el frío de semejante época.
Las condiciones resultantes causaron la última vez un vuelco repentino de nuestro globo, si bien, después de esa época, el espíritu que guiaba la Tierra desde fuera ha penetrado dentro de su esfera y tal suceso ha de resultar en delante de todo punto imposible. Es por medio de este movimiento por el que puede explicarse la presencia de restos de flora y fauna encontrados en el polo sin que puedan ser atribuidos a otra causa, demostrando a la vez que con el transcurso del tiempo, y cuando la inclinación de los ejes de cualquier planeta sea mayor de 90 grados y su polo Norte comience a apuntar hacia el Sur, los satélites de tal planeta han de aparecer como si girasen en dirección contraria a la de los satélites del resto de planetas, cual es el caso de los satélites de Urano y Neptuno – como más atrás hemos advertido – lo cual es hecho de gran confusión para los astrónomos. En su virtud, para Urano y Neptuno, el Sol sale por el Oeste y se pone por el Este, siendo ello debido a la inversión de los polos.
Si bien es cierto que al principio de nuestra presente fase de evolución todo lo que ahora se encuentra fuera del Sol se hallaba dentro, ello fue debido a que no todos los seres pudieron continuar vibrando con el grado que allí había; por tanto, muchos se quedaron atrás, se cristalizaron, lo cual los convirtió en un obstáculo para los demás seres evolucionantes. Habiendo comenzado su cristalización en los polos, donde el movimiento es lento, el propio aumento del peso los arrastró gradualmente hacia el Ecuador, donde el movimiento es más rápido, para después, y en su día, mediante la fuerza centrífuga, ser expulsados del Sol. Del mismo modo y de forma sucesiva ocurrió con otros seres, los cuales tampoco habían podido continuar viviendo bajo la intensidad vibratoria que reinaba en el Sol, por lo que habiéndose rezagado, acabaron siendo lanzados a su debida distancia al espacio, a fin de que las vibraciones solares pudieran dotarlos de la propia rapidez vibratoria, acorde siempre con su respectivo grado de desarrollo.
Los espíritus más avanzados permanecieron por tanto en el Sol o más cerca del Sol, lo que hace que calificar de “inferior” o “superior” a unos u otros planetas, habría de hacerse no por la cercanía al Sol, sino por la mayor o menor rata vibratoria de que en sí mismos disponen. Júpiter, no obstante, y en evitación de cualquier mala interpretación, fue expulsado pero se le dio un inmenso volumen de sustancia ígnea por el hecho de que los jupiterianos habían conseguido un estado de desarrollo muy elevado, lo cual requería tanto vibraciones altas como acción independiente a un tiempo. Por consiguiente, Júpiter viene a ser una excepción en varios sentidos, uno de esos casos en los que una ley superior posterga a otra inferior.
Para concluir este expreso apunte, queremos reiterar que los planetas de nuestro sistema solar son los organismos visibles de los Siete Espíritus delante del Trono de Dios, el Sol, y que al igual que nos es posible transmitir la fuerza capaz de mover conmutadores para encender una luz, elevar una palanca o enviar órdenes concretas y en determinado sentido a través del ordenador, del mismo modo esos Grandes Espíritus pueden ejercer una influencia sobre los seres humanos de acuerdo y en armonía con nuestro estado de progreso individual.
Desde otro punto de vista, y en cuanto a la utilidad de la astrología en la vida de cualquier persona, podríamos formularnos la siguiente pregunta: ¿ los aspectos que presenta nuestro horóscopo, podremos modificarlos por medio de nuestra voluntad ? Y la contestación imperiosa e inmediata es sí. Porque, de no ser así, más nos valiera, cual antiguos estoicos, sentarnos o acostarnos para esperar la segura e implacable llegada de la muerte. Pero afortunadamente las cosas no son de esta manera, porque si ello fuese de esa forma ¿ qué bien nos podría reportar el estudio de la astrología ? Efectivamente ninguno. En cambio, si sabemos que en el horóscopo no se refleja de ninguna manera lo que atañe a la voluntad del individuo, y que los aspectos de la carta natal, así como los que en sus tránsitos y progresiones se refieren sólo y exclusivamente a meras tendencias, la cuestión y el enfoque nos harán cambiar radicalmente. ¿ Podemos traer aquí el ejemplo tan manido de aquellos dos veleros, que bajo el mismo viento marchaban sin embargo en direcciones contrarias ? Por tanto ¿ no es acaso la actitud de cada cual lo que hará que unos se dejen arrastrar por los vientos reinantes de la vida y que otros, en cambio, logren no sólo desactivarlos sino progresar con ellos poniéndolos a su favor ? Tal es la expresión de la voluntad: enfrentarse a los vientos y vencerlos o en otro caso dejarse llevar por ellos hacia las rocas y el desastre. De aquí que, si bien es cierto que le inmensa mayoría se deja arrastrar por las tendencias – mostradas por las configuraciones planetarias – no es menos interesante por tal motivo estudiar astrología para, habiendo previsto lo que ha de acontecer, tomar las precauciones necesarias y ejercer nuestro dominio de voluntad para evitar el daño y llegar con bien a puerto, a alcanzar nuevos aspectos de armonía y bienestar.
Las estrellas, por tanto, se dice que impelen pero que no compelen. Este es el fundamento y fuerza motriz para actuar, dado que podemos y debemos cambiar nuestro destino si este nos disgusta. Piénsese que, en los tiempos antiguos, y debido a nuestra andadura infante como humanos, las estrellas nos han dominado porque nuestra voluntad se había quedado inerme frente al karma que nosotros mismos habíamos contraído y que por tanto las estrellas diseñaban. Actualmente, más evolucionados, ya más sabios y perfectos, con más entendimiento y determinación, nos hemos capacitado para salir al encuentro de nuestro mal destino y enderezarlo tal cual deseemos. Tenemos una voluntad divina y nadie puede disponer de ella sino nosotros mismos.
De otra parte, es por medio de la astrología como podremos obtener una amplia comprensión acerca del plan divino de evolución, pues cada posición y aspecto de los planetas entre sí, con relación a los signos y las casas, representan para todos y cada uno de nosotros aquellas oportunidades que requiere la evolución de manera conjunta y separadamente.
Es por ello que, al obtener este conocimiento y su debida comprensión, él debe prestarnos una gran esperanza en aras a esperar los momentos más espinosos con esa mentalidad positiva que tanto conforta y nos hace crecer anímica y espiritualmente.
Reseñamos que si realmente los padres tienen por medio de la astrología una oportunidad de oro a fin de prever las crisis de sus hijos y tratar de infundirles virtud frente a vicios contraídos en su karma anterior, diremos que, por lo que hace a la sanación, al campo astrológico no tiene dimensión alcanzable. El horóscopo al nacimiento nos señalará las enfermedades incipientes desde aquél hasta la muerte, por lo que si tuviésemos conocimiento del día o días en que las crisis han de manifestarse, es decir, estando previamente advertidos, bien podríamos hacerles frente tal y como arriba hemos señalado, puesto que la astrología no sólo tiene en cuenta el aspecto material del ser sino también el del alma que lo define.
Es notorio, no obstante, que a pesar de que los médicos modernos conocen que el estado de la sangre y, por ende, el de todo el cuerpo, cambia en función del estado de ánimo del paciente, son aún muy pocos los que aceptan el hecho de que tanto nuestros estados orgánicos como mentales están influidos por los rayos planetarios, los que, por otra parte, se encuentran en continuo cambio, debido al movimiento incesante de los planetas. Por ello, sí querríamos sugerir que, al igual que aceptamos que los rayos del sol nos llegan y afectan nuestros estados mentales y físicos de muy distinta manera, de acuerdo con la hora del día ¿ por qué no admitirlo para los rayos que vienen y llegan procedentes de los planetas más lentos que el sol ? La deducción resulta de gran lógica: habrá momentos más oportunos, más propicios que otros para llevar a cabo la curación de una determinada enfermedad o para el tratamiento con medicamentos preparados al respecto. Algunos médicos ya lo están llevando a cabo así porque sus posibilidades de diagnosis y tratamiento resultan mucho más acertadas. De semejante modo ¿ por qué hay médicos que procuran que sus intervenciones quirúrgicas tengan lugar en la fase lunar del cuarto creciente ? Sencillamente porque han obtenido el conocimiento práctico de que, cuando una intervención o proceso médico tiene su comienzo en esta fase lunar, la operación tendrá éxito o el proceso saldrá con bien, mientras que si una u otro tuviesen lugar o comienzo en la fase opuesta, en decir, en menguante, siempre ocurrirían complicaciones o el proceso devendría de difícil aplicación y resultado. Y del mismo modo, si hubiese que aplicar alguna dosis de estimulantes o sedantes, debemos decir que los primeros tendrán una acción más eficiente con la luna en creciente, mientras que los segundos la tendrían en menguante, por lo que la dosis, a efectos de controlar el dolor debidamente, acaso deba ser rebajada o aumentada según cada caso. De manera similar, cuando la luna creciente se encuentra en buen aspecto con Venus y Júpiter, ello implicará los mejores resultados en la estimulación cardiaca, por lo que las palpitaciones tendrán un tratamiento más eficaz cuando la luna está en menguante y los aspectos citados son favorables.
De aquí que, por la mera aplicación de este rudimento astrológico, el hecho de la curación pueda resultar notoriamente acrecentado.
No olvidemos en ningún caso que las discordancias que expresamos como dolor o enfermedades no son provocados sino por discordias espirituales internas al quebrantar las leyes de la vida, por lo que si fuésemos capaces de tomar conocimiento acerca de cuáles sean las causas que nos afligen, sin duda procuraríamos eliminar tales causas a fin de que las enfermedades cesasen. Tal información, insistimos, no se conoce si no es a través de la carta natal, pues en ella cada planeta y signo expresan armonía o discordancia, salud o enfermedad.
XXII
LA GUERRA: FILOSOFÍA Y POSICIÓN ANTE ELLA
Cuando acontece una gran crisis en nuestras vidas somos puestos frente a ciertas situaciones y, en consecuencia, llamados a tomar decisiones que a menudo van a requerir de nosotros que hagamos una importante revisión en cuanto a ideas e ideales, incluidos aún los más preciados principios que nosotros hubiéramos concebido y mantenido hasta el momento. Cuando tienen lugar tales crisis sería un suicidio espiritual, mental, y moral tratar de esquivar o evadir la decisión que deba ser tomada, sin importar el precio que haya de ser pagado. Suele decirse, sí, que la conciencia es una joya, pero, si fuésemos verdaderamente sabios, estaríamos dispuestos a cambiar o a pasar revisión a nuestras ideas cuando la ocasión realmente lo demandase o exijiese.
Las enseñanzas rosacruces siempre han estado de acuerdo con la sentencia bíblica de “No matarás”, sentencia sobre la que no fue hecha salvedad o excepción alguna, si bien algunos han llevado el principio que esta idea entraña a tal extremo que, por no matar, no matarían una mosca. En cualquier caso, la mayoría siempre ha pensado correctamente en el sentido de que el mandato no quería que protegiésemos las pestes ni los microorganismos, los cuales se cobran tan terrible impuesto sobre vidas humanas. Estas cosas – pestes y microorganismos – siendo en realidad manifestaciones de malos pensamientos, se encuentran fuera de toda protección. Por ello, quienes así han pensado y piensan nunca ha tenido intención de permitir que sus cuerpos o los cuerpos de sus hijos sean invadidos por gusanos antes que proceder a acabar tanto con las pestes como con los microbios. Muchos de los éxitos en el campo de la salud e higiene podrán alcanzarse aún en muchos ámbitos y lugares teniendo en cuenta las presentes indicaciones. Asimismo, por otro lado, y en el mismo orden de cosas, hay que estimar que sería una absurda aplicación del mandato “no matarás” el hecho de permitir que las bestias de presa o los reptiles venenosos pudieran vagar entre nosotros poniendo de esta forma en peligro la vida de las personas, por lo que, llegado el caso, es tolerable y permisible estar dispuesto a matar para librar a la sociedad de semejante o parecidas amenazas. El código ético del mandato bíblico implica que únicamente es pecado – o error, conforme al mismo – matar simplemente, sin necesidad última para comer, o por lucro, o por deporte. Y, matar a un ser humano, aparece ante la mayor parte de nosotros como tal imposibilidad, que comúnmente se nos presenta como algo no contingente. Más aún, los rosacruces – tal cual se explica en otro apartado específico –se han pronunciado permanentemente frente a la pena capital, y ello tanto por ser fundamentalmente errónea como a su vez por su inutilidad, pues cuando el espíritu de un asesino es liberado de su cuerpo, en ese momento es puesto en libertad en el mundo espiritual, es decir, en el mundo del deseo, donde puede, y a menudo hace, es trabajar sobre otros seres a fin de inducirlos en la comisión de crímenes semejantes a los suyos. Por tanto, es mucho mejor proceder a encerrarlo en una prisión para intentar reformarle, de modo que, aunque no se recupere en esta vida, pueda lograr respetar en futuras existencias la sacralidad de la vida o vidas ajenas.
Pero si bien es posible tratar de este modo con el asesino individual, el caso resulta en cambio muy diferente cuando una nación entera – extiéndase a grupos terroristas en general – ataca a ciegas a otra, con la consecuencia de innumerables asesinatos, incendios premeditados, destrucción y pillaje. En casos semejantes resulta imposible poner en prisión a toda una nación, por lo que habrá que buscar medios de defensa diferentes, o también más drásticos y definitivos
En la vida civil de Occidente tenemos en general reconocidos el derecho y ley de autodefensa proporcional, lo que permite a la presunta víctima ante un posible asesino la posibilidad de matar antes de ser matado, derecho que no nadie puede pretender que decaiga porque un millón de asesinos puedan vestirse de uniforme y salgan de manera audaz y tristemente descarada proclamando su intención de matar, o bien porque intenten justificar su acción por el mero hecho de ser una acción colectiva en lugar de hacerlo a título individual. Siendo agresores, son asesinos, por lo que sus presuntas víctimas disponen de un derecho moral incuestionable para defender sus propias vidas matando si a ello hubiere lugar a quienes incuestionablemente intentan matarlos
De aquí que, desde el punto de vista espiritual, la justicia o injusticia de una guerra dependa de la siguiente cuestión primordial: ¿ quién es el agresor y quién la víctima ?
Dicha pregunta tiene una fácil respuesta cuando la guerra se inicia con propósitos de conquista, o cuando la guerra es emprendida con un propósito altruista tal como la emancipación de un pueblo sometido a la esclavitud física, industrial, comercial o religiosa. No necesita, pues, argumento para ser demostrado que en tales casos el opresor es al tiempo el agresor, y que el libertador es el defensor de los derechos humanos, los cuales son inseparables e inalienables a las personas por su mera condición de haber nacido tales. Éste último, el libertador-defensor de aquellos derechos, estaría cumpliendo con el sagrado deber de ser “el guardián de su hermano”.
Por tanto, una vez que esto ha sido comprendido, no podemos ser engañados por fuegos fatuos diplomáticos puesto que tenemos una luz verdadera, disponemos de una pauta para ayudarnos a discernir debidamente entre lo justo y lo injusto. De donde se colige que siempre habría de ser mucho más noble y heroico enfrentarse a un pelotón de fusilamiento por abandonar o rehusar entrar en el ejército agresor, o mismamente por huir de nuestro país natal, o aun por unirse a las filas de unos defensores con la más humilde capacidad, que tener u obtener una posición del más alto honor entre los agresores.
De esta suerte, y exactamente ante este tiempo del milenio tercero d.c., debemos preguntarnos exactamente ¿ está justificado el ataque o la guerra sobre quien disponga de armas de destrucción masiva ? Y la respuesta tal vez pueda deducirse en función de lo que se responda a la pregunta siguiente: ¿ a alguna persona de la raza que fuere y con la formación que ostente, se le detiene, ataca o encarcela porque debidamente haya hecho acopio de la más amplia y mortífera gama de armas en los Estados Unidos de América ? Y es aquí donde la ley de analogía “como arriba es abajo y viceversa” donde con efectividad puede ejercer de cicerone tocante al campo que concierne a lo justo y a lo moral, pues, por lo mismo – ley de analogía – hemos de preguntar de nuevo ¿ es que a los países que disponen de arsenal atómico son atacados o se les declara la guerra ? Pero ahora, sin embargo, lo siguiente ¿ racionalmente dejaríamos en manos de un niño un arma para que juegue, y sobre todo si fuese altamente peligrosa ?, pues con los países ocurre de idéntica forma a como ocurre con las personas, exactamente igual. De aquí que se procure que los niños desistan de su empeño de la forma más útil y menos dañina posible. Sin embargo, esta posición debe concordar indudablemente con aquella otra que alerta acerca de que todos debemos hacernos competentes para que llegado su tiempo, y disponiendo a nuestro alcance de cualquier arsenal, sepamos dominar nuestros impulsos respecto a su utilización exclusivamente defensiva o debida guarda. Fijémonos, de otro lado, que, en numerosas situaciones, más valdría que nos preguntáramos por qué construimos tales y cuales artefactos cuando de antemano sabemos que únicamente han de servir en el futuro para matar. Porque si esta pregunta nos la formuláramos conectada o unida al principio de “nunca inicies una guerra”, ello, con seguridad, ayudaría a darnos una poderosa y nítida luz tendente al bienestar a la vez que a la paz y seguridad del mundo. La situación más cercana a lo que, en cuanto a la guerra se refiere, puede ser entendido y aceptado en calidad de defensa preventiva, consistiría en aquella situación en la que, conocidas amplia y debidamente contrastadas tanto las acciones preparatorias y necesarias de guerra como la intención de llevar a cabo por parte de un presunto agresor un inminente e ilícito ataque, y agotados que fuesen todos cuantos esfuerzos humanos hubiese requerido solicitar el desistimiento, aquél, el agresor, osase no obstante llevarlo a la práctica de manera indubitada e irreversible.
De otra parte, y siempre de acuerdo con los principios espirituales más nobles y
elevados, es una obligación moral de primer orden luchar con los defensores. Entre más grande el sacrificio, mayor el mérito, y el que evade este deber sagrado de defender el hogar, a los suyos y a su país, o mismamente rehúsa luchar por los oprimidos, está sujeto a responsabilidad. Más aún, entre mayor sea la emergencia, mayor el sacrificio que la empresa requerirá; si bien tampoco está reservado este gran privilegio a los de mucho músculo y anchos hombros, pues todos estamos atados por el deber y muchas son las formas en que puede servirse en pro de la defensa. Añadir que, al surgir la ocasión en que la defensa de los demás o de sí mismo se convierte en ineludible, entre más dura se haga la campaña, más corta y afortunada será ésta. Por tanto, en ello no deben tolerarse medias tintas, y la neutralidad bajo semejantes circunstancias debe ser considerada, cuando menos, como un error de norma o pecado de omisión.
Es bien sabido por los estudiantes de ocultismo que las guerras son instigadas e inspiradas por las Jerarquías Divinas, las cuales usan de una nación para castigar a otra debido a sus pecados o errores. Aun un estudio superficial de la Biblia nos proporcionaría muchos ejemplos al respecto. En tal contexto, no se pretende significar que el vencedor sea del todo justo, pero sí viene a mostrar que la nación vencida ha hecho lo malo y merece el castigo infligido, la cual, usualmente, suele caracterizarse por notas de arrogancia e impiedad. Y, del mismo modo, tampoco es signo de que se goza del favor divino el hecho de resultar victorioso por algún tiempo, pues tal circunstancia puede muy bien ser producto del ejército invisible que apoya las armas del agresor, prologando la lucha con el propósito de hacer que su derrota final sea más completa y desastrosa, enseñando por otra parte a los defensores una lección que nunca habrían podido aprender mediante una lucha corta y decisiva.
Tal viene a ser brevemente, desde el punto de vista espiritual, la filosofía de la guerra y la posición ante ella, sin que suponga distinción alguna acerca de quiénes puedan ser las naciones o grupos humanos implicados.
Si aplicásemos los principios expuestos a sendas guerras mundiales, respecto de la primera, o Gran Guerra, y acercándonos al fondo del asunto, podríamos decir que fueron los militaristas de los Imperios Centrales quienes la propiciaron con mente amplia y libre de falsos prejuicios, pues ellos fueron quienes la estuvieron preparando durante generaciones, y que el cinco de julio de 1914, en la famosa Conferencia de Potsdam, cual más tarde han venido a reconocer, acordaron provocar una guerra al cabo de pocas semanas, semanas durante las que los banqueros de tales naciones se dedicaron a manipular los mercados a fin de amasar los recursos financieros más elevados posibles. Ello señala sin lugar a duda a los austro-germanos como agresores, quienes bajo la fascinación de los Espíritus de Raza adiestraron a sus millones de fieles para ser lanzados contra el resto de naciones involucradas. Ultrajados los belgas al comienzo, sus vecinos, Francia e Inglaterra, hicieron suya la causa y actuaron en dicho aspecto como el guardián de su hermano. Pero, al no encontrarse preparados, resultaron incapaces de dar a la lucha una terminación pronta y decisiva. En consecuencia se hizo necesario que los Estados Unidos entrasen en el conflicto a fin de restaurar el equilibrio y devolver la paz y la seguridad a aquéllos que entonces eran demasiado débiles para autoprotegerse.
Tocante a la Segunda Guerra Mundial, qué decir a estas alturas junto a todo el desastre provocado por los devastadores postulados nazis con sus oprobiosos y perversos campos de concentración. Por ello, y en aras del general conocimiento adquirido, no hemos de insistir más.
En todo caso, y a salvo naturalmente todo error natural tanto de personas aisladas como de país en su conjunto, dado que la infabilidad absoluta y eterna no existe, siempre ha sido sin embargo motivo de júbilo que los Estados Unidos se hayan visto obligados a entrar en campañas militares ajenas bajo el altruista papel de defensor y emancipador de los débiles. Si justo es este reconocimiento, así lo hacemos y así lo expresamos.
XXIII
POR QUÉ CURAN LOS ROSACRUCES Y CÓMO LO HACEN
Los Auxiliares Invisibles
Entre las muchas cosas que en el tiempo se han dicho acerca de los rosacruces, una es verdad: “… ellos se dedican a curar a los enfermos y disponen de medios superiores para
llevar a cabo su labor”.
En este sentido, si las órdenes religiosas anteriores habían buscado la elevación espiritual mediante el castigo y abuso del cuerpo, los rosacruces, en cambio, siempre han procurado el cuidado más atento para con el mismo. Pero, como verdaderos seguidores del Cristo, y conociendo qué causa dio lugar a la degeneración y cómo deberá ganarse la regeneración y, por tanto, el advenimiento de la Nueva Época, ellos siguen el mandato de “Predicad el Evangelio y curad al enfermo”. No en vano su lema está definido por: “una mente clara, un corazón noble y un cuerpo sano”, pues ¿ cómo podría ser de otra manera ? Porque es un hecho científicamente demostrado – tal cual se ha indicado más arriba – que el estado de la sangre afecta a la mente y viceversa, por lo que, para mantener una mente limpia, indudablemente es preciso disponer de un cuerpo sano. Una mente y un cuerpo en tales condiciones serán capaces de traer a la manifestación Egos en las mejores condiciones desde el punto de vista evolutivo por lo que hace a la regeneración.
Otra de las cosas dichas ha sido que los rosacruces sanan gratuitamente. Y, efectivamente, es lo que hacen los hermanos legos: asisten a todos lo mejor que pueden libres de cargo. Más aún, quienes no son aptos para curar, trabajan en distintos ámbitos, si bien todos tienen una característica común: nunca cobran sus servicios y siempre trabajan en absoluto secreto. Para llevar a cabo su cometido, los rosacruces han elaborado un sistema curativo que es compendio de los mejores puntos de vista de las distintas escuelas actuales, habiendo obtenido con ello un alto grado de conocimiento.
Así, se sabe con certeza que mediante la vulneración de las leyes de la vida, el cuerpo denso se cristaliza aún más, por lo que da un asidero añadido al cuerpo vital, hecho que viene a retardar el día de nuestra liberación y con ella la del propio Cristo respecto de la Tierra. Teniendo esto en cuenta, puede comprenderse fácilmente que es por Amor por lo que se procede a buscar la salud de la humanidad, al tiempo que a enseñar a vivir de acuerdo con las leyes que rigen la vida. Ello, obviamente, reportará la más pronta liberación y segunda venida del Cristo.
Además de la labor sanadora que los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz llevan a cabo por medio de los denominados Auxiliares Invisibles, hay que señalar que el medio utilizado no es estrictamente de naturaleza espiritual, puesto que, siempre que es posible, también son utilizados medios típicos de la medicina ordinaria. Entonces, lo que primero se presente tal vez a la mente del lector sea ¿ y quiénes son estos llamados Auxiliares Invisibles ? Y, siendo ello lógico, diremos que son aquellos seguidores comprometidos con las enseñanzas de la rosacruz que, esforzándose cada día por vivir una vida de bondad y servicio, se preparan de esta forma para alcanzar el privilegio de ser llamados por los Hermanos Mayores a fin de curar durante la noche, mientras sus pacientes enfermos se encuentran en período de sueño. Se les reúne en grupos de doce más un instructor de grupo – normalmente médico – y a partir de sus respectivos temperamentos y capacidades; en general son residentes en la misma localidad si el número lo permite, o en todo caso de acuerdo, lógicamente, con la misma o similar longitud horaria. Los HH. Mayores gobiernan y controlan toda esta labor. ¿ Que cómo son conocidas sus disposiciones naturales y anímicas ? Del mismo modo que se emplea para conocer el lugar y estado en que se encuentra quien pide ayuda de curación a los Hermanos Mayores de la Rosacruz. Se requiere de los solicitantes que envíen una carta escrita con pluma y tinta, tinta fluida, pues esta tinta atrapará, por así decirlo, una parte del cuerpo vital del autor, lo que permitirá a los HH.MM. detectar con exactitud el estado del individuo de quien proceda, y esta partecita de cuerpo vital aprehendido en la carta, hará de “ábrete sésamo” en los pacientes para que los Auxiliares Invisibles puedan llevar a cabo su inmensa labor humanitaria cada noche. Por tanto, mientras el sol alumbra cada día una parte del planeta, en la otra, en la oscura, sepan ustedes que estarán actuando en ella los Auxiliares Invisibles, ocupados – como estarán – no sólo en trabajo meramente curativos, sino en otros muchos con que pueden socorrer a todas las cosas vivientes a que sean enviados o encuentren en apuros. ¿ Acaso alguna vez no han leído u oído acerca de que, en determinados eventos, “fue visto un hombre o una mujer, o ambos, que hicieron esto o lo otro y que desaparecieron sin saber quiénes eran ni cómo habían llegado ni cómo se fueron ? Pues bien, a modo de ejemplo, si bien exiguo, tenemos a bien narrarles algunas de sus intervenciones:
Una noche, dos Auxiliares sobrevolaban unas islas (ellos se desplazan prácticamente a la velocidad el pensamiento) cuando percibieron a un niño con una fina espina de pescado que se le había atascado en la garganta. En la habitación se había reunido mucha gente, pero ninguno de ellos podía ayudar. Dos médicos que se hallaban presentes querían enviar a alguien en busca de un cirujano para extraer la espina. Los Auxiliares bajaron, se materializaron, y uno de ellos dijo:
– Nosotros podemos sacarla.
Uno de los médicos se rió de la Auxiliar, y dijo:
– Se ha vuelto loca con el calor.
La madre del muchacho le pidió que hicieran algo para salvar la vida del niño, por lo que los Auxiliares fueron hasta la cama donde aquél se encontraba, y mientras uno sostuvo al joven, el otro empujaba la espina hacia fuera. Advertimos que, cuando una persona se encuentra fuera de su cuerpo denso, goza de clarividencia, por lo que gracias a esta habilidad la Auxiliar, viendo exactamente dónde estaba la espina, desmaterializó su mano y la puso en su garganta, por detrás y debajo de la espina, y enseguida la empujó, al tiempo que materializaba un dedo. El niño carraspeó y tosió, la espina saltó fuera de la boca y la Auxiliar, tomándola, se la dio a su madre. Ambos médicos miraban asombrados. Entonces, los Auxiliares dieron al muchacho un poco de agua salada para que hiciera gárgaras y le dejaron ir. Naturalmente las personas presentes hicieron muchas preguntas a los Auxiliares, preguntas a las que contestaron. Luego se fueron
No es fácil imaginar la miseria y dolor que causan los cazadores. Una noche, unos Auxiliares Invisibles fueron enviados a ayudar a un oso pardo al que un cazador había disparado en la cadera derecha, por lo que, herido, fue tan lejos como pudo hasta que cayó desplomado. Intentaba levantarse para continuar, pero le resultaba imposible debido al enorme dolor. Todo este cuadro les fue mostrado previamente a nuestros Auxiliares mediante la conciencia jupiteriana, la cual no es sino un cuadro interno en la propia conciencia. Éstos, llegando, se acercaron al oso, y, cuando los vio, se irguió, pero uno de ellos le dijo:
– Hemos venido a ayudarte – por lo que el oso se tumbó.
– Frótale la cabeza mientras yo examino la herida – dijo un Auxiliar a otro.
El oso se había puesto barro en la herida para detener el flujo de sangre. Cuando el Auxiliar comenzó a retirar el barro de la cadera, el animal se volvió tan rápido como pudo para interrumpir al Auxiliar, dado el dolor que le producía lo que estaba haciéndole.
– Ten paciencia, sólo un poco más y lo limpiaré bien – respondió el Auxiliar al oso.
La Auxiliar se sentó y puso la cabeza del oso en su regazo, mientras su compañero eliminaba la suciedad de la herida.
– Oye, amigo – dijo – tengo que extraer la bala para que puedas caminar y te va a doler. No hagas daño a mi amiga ¿ entiendes ? Quiero que permanezcas tranquilo.
El oso se acomodó con la cabeza en el regazo de la Auxiliar y el compañero de ésta colocó su dedo bajo el proyectil, lo materializó y lo empujó hacia el exterior, El oso yacía quieto, pero gruñía, por lo que la Auxiliar gritó preguntando:
– ¿ Por qué los hombres disparan a los animales y luego los dejan marchar sufriendo ?
– No era intención del cazador dejar que el oso se fuese – contestó su compañero.
Después de haber extraído la bala, sanaron al oso mediante la curación espiritual que proviene de Dios. Tras ello, la Auxiliar lo examinó cuidadosamente.
– Muy bien, amigo – dijo – estás como nuevo y sólo has perdido un poco de piel. Con tiempo te crecerá de nuevo.
El oso no quería quitar la cabeza de la falda de la Auxiliar, estaba confortable y contento, por lo que alzó la vista hacia el que hablaba como diciéndole:
– ¿Por qué no te callas, no ves que estoy descansando ? No consigo muy fácilmente que me acaricien.
Hicieron que el oso se levantara y éste los siguió como si nada le hubiese ocurrido. Un poco más tarde desaparecieron ante él. Sin su ayuda el oso hubiera muerto de hambre, de sed y también por la herida.
La sanación espiritual es posible, pero no puede ser utilizada siempre. Hay ocasiones en que los Auxiliares Invisibles se encuentran con personas que necesitan ayuda, pero que no se han ganado el derecho a ella y tampoco la solicitan, por lo que no pueden recibirla o ser curados. Los Señores del Destino no dan nada a cambio de nada, siempre hay que merecerlo.
Todo enfermo debe recurrir a los medios ordinarios para ser curado. Sin embargo, hay casos que la ciencia médica no puede dar una solución. En cambio, todas las cosas son posibles para Dios. Así, pues, los días de los milagros no han pasado, usted mismo puede ser ayudado. Los milagros tienen lugar continuamente aunque se hable muy pocos de ellos. Muchas personas que han rezado pidiendo ayuda, han sido curadas mediante la sanación espiritual, incluso algunos han visto a los Auxiliares que han ido a ayudarlos y otros los han oído hablar y han conversado con ellos tal a como suelen hacerlo con sus amigos; otros, en cambio, han sentido meramente su presencia
Una noche, una joven fue curada milagrosamente de una enfermedad de piel. Cuatro Auxiliares a una joven cuya cara estaba llena de machas y llagas. Caminaba sola por un bosque, se sentó sobre un tronco caído y se estuvo untando la cara con una pomada. Tenía el rostro en un estado tan terrible que dos de los Auxiliares no quisieron acercarse y la observaron a distancia. Los otros dos lo hicieron, y uno de ellos tomó el tarro de pomada y lo observó. Luego le dijo a la chica que podía curarse si prometía ser buena y servicial con todos sin importar quiénes fuesen.
– Todos serán buenos contigo – dijo el Auxiliar – si intentas ayudar a todo el mundo.
– Haré lo que pueda para ser útil – prometió la joven -. El único amigo que tengo es un joven criado de mi familia. Mi novio me abandonó debido a mi aspecto. Este otro joven está triste por mí y me habla y me lee, porque tengo que permanecer en la oscuridad cuando brilla el sol, la luz me hiere en los ojos y también en ellos tengo llagas.
El Auxiliar tomó entonces un poco de tierra y agua, hizo un poco de barro y le untó toda la cara. Al poco, el barro se secó y se desprendió. La cara de la joven estaba limpia, lisa y completamente curada. La Auxiliar tomó el espejo que la chica llevaba consigo y se lo dio, y, cuando se vio la cara, gritó de júbilo.
– ¿ Sois Ángeles de misericordia que habéis venido a mí en respuesta a mis oraciones ? – preguntó.
– Sí – dijo la Auxiliar.
El compañero Auxiliar que le había puesto el barro en la cara le advirtió que mantuviese alejado a su antiguo novio cuando volviese a verla porque sólo la quería por su dinero. Los Auxiliares vieron volver a la joven contenta a su casa y la dejaron. Había sido curada de una sífilis terciaria.
“A fin de ilustrar un tanto acerca de cómo la gran ley del Karma se aplica a las naciones, pasamos a describir una catástrofe un tanto reciente y lo que la gente afectada por ella hizo en vidas anteriores para ganarse un destino semejante: Dicha catástrofe tuvo lugar mediante un gran barco que haciendo travesía desde Europa a Nueva York se hundió. Colisionó con un iceberg, pereciendo más de mil cuatrocientos pasajeros y miembros de la tripulación. Muchas personas prominentes que iban a bordo desaparecieron.
Cuando el pueblo norteamericano tuvo noticia de tan súbita y pavorosa tragedia, la tristeza lo sobrecogió enormemente. Sin embargo muchos pensaron que fue debido a un accidente y que quienes perecieron fueron víctimas exclusivamente de la fatalidad, dado que simplemente se hallaban a bordo y perecieron tras haber chocado el barco con un témpano de hielo. Pero los verdaderos estudiantes de ocultismo saben que no fallecemos por casualidad y que vivimos hasta que llega el tiempo en que nuestros arquetipos dejan de vibrar a menos que nosotros mismos destruyamos nuestra vida mediante el suicidio. De aquí que, “accidente”, constituya en sí un término inapropiado para referirnos al Destino.
Tocante a la tragedia en que estábamos, la Memoria de la Naturaleza revela lo que sigue en relación con las personas que se encontraban en el barco en cuestión: Dos vidas antes, la mayoría de ellas eran señores feudales y ricos vasallos, quienes, en barcos bajo condiciones de calamidad, tenían por costumbre enviar al mar a los súbditos rebeldes. De este modo, cuando estas pobres gentes estaban a punto de hundirse con sus barcos agujereados, caían en la cuenta de la vil acción de sus señores y los maldecían desde lo más profundo de su ser. De esta forma, dichos señores y poderosos vasallos habían acumulado sobre sus cabezas las mil y una maldiciones de tantas y tantas de sus víctimas.
En una vida anterior, el capitán del barco afectado por la tragedia, había sido un rico propietario de buques que disgustó a uno de los señores feudales por algún motivo. Ello fue causa de que fuese enviado al mar y jamás regresara. Naturalmente perdió la vida porque, así, de forma predeterminada y cruel, había sido planeado por el señor feudal para librarse de él. En consecuencia, y cuando volvió a renacer como hombre, no tuvo inconveniente alguno en enviar este gran barco a la perdición.
En calidad de añadido circunstancial, diremos que, en el momento de hundirse el barco, había en él una momia, la cual, tras haber sido encontrada en Egipto y colocada en un museo, se había llevado a cabo finalmente una réplica de ella, por lo que fue depositada en el sótano de un edificio. Alguien sin embargo la descubrió, la compró y la llevaba a bordo de este barco que no iba a llegar a su destino. Hemos de decir que los egipcios en tiempos antiguos deseaban estar tan cerca de la tierra como fuese posible, y que entonces todas las personas de importancia, ya reyes y sus familias, ya sacerdotes, hacían que sus cuerpos fuesen embalsamados. Los sacerdotes posteriores estaban familiarizados con los “elementales” y sabían de magia negra, por lo que durante doce meses se dedicaban a crear semejantes monstruos – perversos y odiosos pensamientos-forma – a fin de proteger los cuerpos de las aludidas personas. Y, si bien la momia en cuestión, no tuvo nada que ver con el hundimiento mismo, los “elementales” que la rodeaban sí que hicieron comportarse de manera insensata a los que iban haciendo la travesía. Parece ser que navegaban de manera feliz, pensando que los icebergs no representarían ningún peligro. Todo se convirtió en imposible para salvarlos. De esta forma fue como los “elementales” fueron liberados y el agua del mar desintegró la momia”.
Dado que a los Auxiliares Invisibles les es permitido suspender la ley de la gravedad cuando se les envía a ayudar a la gente que está en peligro, he aquí un relato de lo más insólito que se haya oído nunca:
… una noche, una Hermana Lega le dijo a dos Auxiliares que acudiesen rápidamente en auxilio de los ocupantes de una lancha motora, y, mientras hablaba, les iba mostrando, por medio de la Conciencia Jupiteriana, las personas y la localidad en que se encontraban, conciencia que tiene mucha similitud con una cinta cinematográfica. Las personas que se encontraban en peligro iban de una isla a otra y unos individuos las perseguían en otra lancha para robarles. No obstante, los perseguidos rezaban pidiendo ayuda a fin de poder escapar de sus perseguidores.
Los Auxiliares alcanzaron el bote y se materializaron, por lo que aquellas personas se asustaron enormemente. Una mujer gritó porque no se daba cuenta de que iban a ayudarlas, de que sus oraciones en demanda de protección estaban a punto de ser respondidas. El bote perseguidor se acercaba tan rápido que un Auxiliar tuvo que suspender la gravedad, motivo por el que la lancha de los acosados se elevó en el aire de la forma más insospechada y continuó volando. Los que se encontraban a bordo miraban como paralizados. Aterrizaron en la isla, y un hombre y su esposa se apearon. Los Auxiliares les indicaron que se dirigiesen rápidamente a su casa, lo que hicieron tan rápido como pudieron. Luego, dando la vuelta al bote, éste se elevó de nuevo en el aire y regresaron por donde habían venido. Durante el trayecto, a una milla de la costa, y pasando junto a ella, se encontraron con la lancha perseguidora, pero yendo con tanta rapidez los ladrones no consiguieron dispararles.
La Auxiliar estaba encantada con lo que estaba ocurriendo, pero, junto al regocijo de la Auxiliar, los otros cuatro hombres del bote se hallaban mudos de asombro. Una vez que el bote hubo alcanzado la isla, los ladrones se atrevieron a preguntar a los Auxiliares si eran humanos.
– Sí, somos humanos – respondió uno de ellos.
Entonces quisieron saber cómo habían llegado al bote, sobre todo si lo habían hecho por el agua, dado que se hallaba infectada de tiburones. Los Auxiliares les dijeron que ellos iban a todas partes ayudando a la gente que podían. Les explicaron algunas cosas más, y luego los dejaron sin más y continuaron su labor.
Para uno de los Auxiliares, tras recordarlo con claridad a la mañana siguiente, el episodio había constituido sin duda una de las mayores experiencias de su vida. De todas formas, una experiencia semejante es muy convincente no sólo para los auxiliados, sino para los mismos Auxiliares”.
Una noche, un Auxiliar salió a la calle y llegó al lugar en el que se encontraba un coche había chocado con un poste eléctrico. El automóvil había quedado destrozado y las dos parejas que iban en él se encontraban gravemente heridas. La gente los había sacado del automóvil y yacían sobre la acerca, esperando que llegase una ambulancia. El conductor del coche accidentado estaba hablando en ese momento con un policía que le preguntaba que qué era lo que había ocurrido.
– Vi un gato que cruzaba la calle y me desvié bruscamente para no atropellarlo, perdí el control y choqué contra el poste – dijo al policía.
De repente, el Auxiliar vio delante de él a una entidad que parecía una enorme rata, como del tamaño de un perro.
– ¡ Eh ! ¿ Qué estás haciendo aquí ? – preguntó sorprendido el auxiliar.
La entidad sonrió de oreja a oreja, mostrando sus dientes mientras miraba todo aquel destrozo y alboroto.
– Yo lo hice – alardeó.
– ¿ Cómo lo hiciste ? – preguntó el Auxiliar.
– Yo era el gato que cruzaba la calle – respondió la entidad -. El conductor me vio, se desvió para evitar atropellarme y se estrelló contra el poste, pero no lo suficientemente fuerte.
– ¿ Y por qué lo hiciste – le inquirió de nuevo el Auxiliar.
– He estado siguiendo a este hombre durante dos vidas y ésta es la primera oportunidad que he tenido de matarlo – dijo la malvada entidad -. No he hecho un buen trabajo, pero lo haré en otra ocasión.
– Pero ¿ por qué estás tan deseoso de matarlo ?
– Hace tres vidas, este hombre fue el motivó de que mi amo se hiriera y falleciera a consecuencia de ello – dijo la entidad -, y antes de morir me hizo jurar que mataría a este hombre. Lo he estado siguiendo desde entonces.
– Bien, pues tu recorrido acaba justo aquí – le contestó el Auxiliar.
La entidad miró al Auxiliar y gruñó:
– ¡ Te mataré ! – dijo reaccionando abalándose sobre él.
El Auxiliar se apartó a un lado, la santiguó, y la entidad comenzó a aullar y a despedir humo.
Al instante, los presentes empezaron a percibir un olor especial. Un hombre dijo que olía a azufre. El conductor lo atribuyó al olor ácido de la batería del coche, la cual, en el accidente, había resultado con daños. A recoger sus justo castigo, la entidad fue obligada a entrar en el Mundo del Deseo.
Este relato pone de manifiesto lo que personas malvadas pueden hacer para conseguir vengarse cual es el caso, y, al pertenecer a la hermandad negra, el amo de la entidad hizo que trabajase para él. Sin embargo, estas entidades están contentas de trabajar para tal clase de personas; saben que algún día serán capaces de obtener control sobre sus amos y causarles sufrimientos.
Tragedias de este calibre tienen lugar con relativa frecuencia, aunque muy pocas personas son conscientes de ello. Muchas personas podrían beneficiarse sin duda con su conocimiento
La Panacea Universal
Puesto que ya se dijo más arriba, tal vez recuerden que previamente al advenimiento del Cristo, las condiciones reinantes en los vehículos sutiles de la Tierra eran de naturaleza abominable y la oscuridad espiritual era muy densa, pues la evolución de la humanidad se había basado principalmente en la separatividad, el egoísmo y la sensualidad, por lo que apenas si había vida celeste para los que entonces morían. Por tanto, de no haberse previsto la intervención del Cristo el devenir de la evolución corría serio peligro, no sólo porque limpió con su sangre las condiciones atmosféricas y de deseos imperantes, sino por haberlo hecho desde dentro del propio planeta y continuar entrando periódicamente en él por la Navidad a fin de abastecerlo de Vida, y volver a hacerlo un año tras otro para subir después al trono del Padre por la Pascua de Resurrección.
Cuando se dan ciertas enfermedades y muy prolongadas, el Ego se deja arrastrar de tal forma por el sufrimiento que deja de vivificar las células, lo que permite que la enfermedad física provoque inactividad mental, situación que puede conducir a que se haga prácticamente imposible desprenderse de la enfermedad a menos que, primeramente, se le dé un impulso especial y se disipe aquella nebulosa mental, momento a partir del cual la actividad celular pueda ser estimulada de nuevo.
Por tanto, siguiendo la estela del axioma hermético de “como arriba es abajo” y viceversa, de igual forma a como la Vida del Cristo comenzó a disipar en el Gólgota la costra de temor creada por la inexorable ley que hubo hasta entonces, la ley de Jehová, costra que colgaba como un palio sobre la tierra; así como esa Vida encaminó a millones de seres humanos por la senda de paz y buena voluntad, así también ocurre cuando se aplica la Panacea universal, cuando la vida crística concentrada en ella irrumpe a través del paciente e infunde en cada célula la vida y el ritmo despierta al Ego, prisionero de su letargo, consiguiendo devolverle la vida y la salud.
Max Heindel describe la Panacea Universal por medio de una experiencia personal, la cual tuvo lugar en el Templo Rosacruz: durante una noche le fue mostrada una sustancia con la que el Espíritu Universal podía combinarse instantáneamente. Había – dice – tres esferas suspendidas, una sobre otra, en el centro del Templo, encontrándose la del medio a mitad de altura entre el suelo y el techo, siendo además mucho mayor que las otras dos, las cuales respectivamente se encontraban por encima y por debajo. Dentro de la esfera central, la mayor, había un recipiente con un número de paquetes que contenían dicha sustancia. Una vez colocados los Hermanos en determinada posición, y cuando una determinada armonía musical hubo preparado el camino, fue cuando, de forma súbita, los tres globos comenzaron a brillar con los tres colores primarios: azul, amarillo y rojo. Para la visión del testigo presencial era evidente que, durante el encantamiento de la fórmula, el recipiente que contenía los mencionados paquetes empezó a brillar con una esencia espiritual que antes no estaba allí. Algunos de esos paquetes fueron utilizados inmediatamente por los Hermanos con un éxito instantáneo. Ante ellos, las partículas cristalizantes que envolvían los centros espirituales del paciente se habían disipado como por arte de magia, por lo que el enfermo se despertó con una sensación de plena salud y bienestar.
XXIV
BAJO LA ÓRBITA DE ACUARIO
Valores típicos de Acuario
En el año 2658, el sol, por precesión de los equinoccios, se encontrará en la cúspide del signo de Acuario, en el grado uno de su Era, – bajo cuya órbita ya nos encontramos desde hace ya años – por lo que a medida que el mundo vaya haciendo su transición a ésta desde la actual de Piscis, la consideración acerca de lo que es valioso variará. De aquí que, en esta Era actual, la pisciana, demos gran importancia a relacionarnos con personalidades relevantes, por lo que si alguien dispone de un árbol genealógico de postín, si lo invitan a fiestas de gran altura social, si puede atribuirse relación con la realeza o con la jerarquía religiosa, entonces sea objeto de admiración y envidia. En la Era de Acuario, en cambio, lo que contará no será con quien nos relacionemos, sino que lo que tendrá valor será lo que podamos hacer por nosotros mismos. Por tanto, las habilidades personales, el aprendizaje y el carácter serán de gran estima, y cualquiera, independientemente de su nacimiento o de las relaciones que posea, podrá desarrollar sus capacidades. En la actualidad, la aprobación por parte de las autoridades, instituye en las personas de forma “per se” un sentimiento de valía. Por consiguiente, la gente se inclina ante el poder, procura estar de acuerdo con él, y con suma facilidad se aviene a las leyes – inicuas o no – dictadas por la autoridad, dado que el debate social y riguroso acerca de aquella bondad o no bondad normativa no suele tener nunca lugar. En esta Era de Piscis la aprobación de los iguales a nosotros también nos proporciona un sentimiento de valía, y, puesto que en esta Era sólo se dispone de visión física, sus juicios se basan exclusivamente en la simple y mera apariencia de las cosas. Siendo esto así, y en busca de la aprobación de los semejantes que nos rodean, procuramos conseguir propiedades ostentosas, atiborramos nuestras conversaciones con tópicos y las inundamos con trivialidades de actualidad, o bien aprendemos y seguimos al pie de la letra costumbres y reglas que exige la etiqueta de cada caso.
En Acuario las personas obtendrán su estima mediante la autoaprobación porque cada cual será consciente de su divinidad, al tiempo que cada cual establecerá sus propias metas de autodesarrollo y de servicio a los demás. Cada uno será absolutamente pato para juzgarse a sí mismo, alabándose o criticándose de acuerdo con la objetividad física y moral de sus actos, y, en consonancia con que cada uno será apto para juzgarse a sí mismo, sin duda ello contribuirá enormemente al incremento de la creatividad y la libertad.
En la Era de Piscis damos gran valor a las comodidades y a la seguridad, pero en Acuario el espíritu y afán de indagar, el valor y el coraje serán de aspiración común, incluso si la seguridad y el confort han de ser sacrificados en algún aspecto o de forma transitoria. Uno de sus lemas será: “el mayor bien posible para el mayor número”.
La idea del Yo en Acuario
La influencia acuariana está ya actuando sobre la conciencia de todos nosotros. Nos está llevando a afirmaciones tales como: “soy valioso y puedo hacer cualquier cosa si trabajo el tiempo preciso con dedicación suficiente”, “puedo pensar por mí mismo y tomar decisiones”, “puedo lograr aquello…”
Siendo ello así, una vez que nos hemos vuelto conscientes acerca de quiénes somos y de nuestra valía intrínseca, la resultante es que ya no podemos ser silenciados ni fácilmente sojuzgados por otros, no deseando ya por más tiempo continuar haciendo de felpudo, de testaferro de nadie o de esclavo. Por la misma razón, cuando nos volvemos conscientes de nuestra capacidad para razonar y tomar decisiones, las cuales pueden ser tan buenas y felizmente alumbradas como las de cualquier otra persona, ya no nos sentiremos bien si alguien decide por nosotros. Lo que deseamos es ser libres para determinar tanto qué hemos de pensar y creer, como adónde habremos de ir, qué decir y asimismo qué hacer.
Y es que, una vez puesto al descubierto nuestro potencial, lo que verdaderamente deseamos es tener libertad para poderlo desarrollar. Queremos ser libres para emprender tareas nuevas, jamás intentadas por nosotros anteriormente, a riesgo incluso de peligros, de cometer errores y de fracasar para comenzar de nuevo.
De todos modos, puesto que compartimos el planeta con otros seres, humanos o no, es lógico que les tratemos de igual forma a como sedeamos ser tratados. En consecuencia, así como nosotros deseamos vivir nuestra vida de acuerdo con nuestras ideas y voluntad, de igual modo debemos permitir que cada cual viva su vida y actúe con idéntica libertad.
No obstante, hay muchas personas en Occidente que, insatisfechas por las explicaciones dadas hasta el presente acerca de Dios, así como del ser y del mundo, o bien porque buscan obtener poderes espirituales, están yendo de un centro oculto a otro, o de monasterio en monasterio, o de “maestro” en “maestro”, esperando cultivar y desplegar su naturaleza espiritual. Otras se aíslan del mundanal ruido, se absorben en el interior de la oración durante todo el día, mientras alrededor de ellos el mundo se desgarra y gime de dolor. Luego, se extrañan y deprimen porque no progresan ni adelantan en el camino espiritual a que aspiraban. Y es que, realmente, aun siendo la oración sincera un instrumento valioso para el crecimiento espiritual, en verdad estaremos condenados al fracaso más estrepitoso si para ello dependemos exclusivamente de una retahíla de palabras huecas, sin contenido práctico. Por ello, y por contra, debemos procurar que nuestra vida se convierta en una transcripción viva de la mejor oración, porque, en realidad, lo verdaderamente importante no son las palabras sino la vida que nos lleva a la oración. Así, y por ejemplo, ¿ de qué nos serviría rogar a Dios por la paz del mundo si durante toda la semana, y todo el mes y el año nos dedicamos a fabricar balas o de hecho a cultivar la injusticia ? ¿ Y cómo pedir a Dios que perdone nuestras faltas así como perdonamos a otros, si constantemente llevamos odio en el corazón y este odio lo lanzamos contra los demás ?
Por tanto, “obras son amores y no buenas razones”. Efectivamente, no hay más que un camino para demostrar nuestra fe, y es el de las obras. No hay otro. “Por sus obras los conoceréis”. Ya seamos ricos o pobres, hagamos un trabajo u otro, lo que en verdad importa, el factor determinante, lo que identifica si una clase de trabajo es espiritual o no, es nuestra actitud en el mismo y ante el mismo. Quien se dedica a dar discursos y conferencias ¿ ha de ser acaso más espiritual que quien se dedica a perforar asfalto con una taladradora o a mover una carretilla durante el día, cuando sabemos que muchos conferenciantes lo que más les agrada es halagar el oído de los oyentes con bonitas palabras en vez de dar o propiciar amor y simpatía ? Desde el punto de vista espiritual es muchísimo más importante realizar un humildísimo trabajo si se lleva a cabo con intención de cumplir haciéndolo bien, que el de dar conferencias careciendo de espiritualidad.
De la ley de Piscis a la libertad de Acuario
La promulgación de leyes por los gobiernos de los pueblos es un concepto pisciano y, por tanto, transitorio, dado que el ideal de Acuario consiste en alcanzar la libertad individual, sin necesidad de leyes. Por ello, a través del camino que nos lleva de Piscis a Acuario, hemos de reconsiderar el papel que juegan las leyes en las sociedades y pensar seriamente en qué grado estamos preparados para avanzar sin ellas. Porque a las leyes pueden serles efectuados los siguientes reproches:
“Tienden a inhibir a las personas ante la necesidad de pensar”. Quizá ésta sea la razón por la cual consultemos determinados libros y conocer las normas de etiqueta que rigen acerca de la celebración de fiestas, de bodas, de bautizos u óbitos. Por tanto, evitar que las personas piensen y recapaciten, puede equivaler a paralizarlas ante la posibilidad de su crecimiento intelectual. Por ello, de igual modo que los músculos y huesos de un individuo se deteriorarían si fuese encerrado en un molde de yeso, así también lo harían el poder creativo, el razonamiento y la capacidad de resolver problemas si nuestra conducta fuese restringida permanentemente por las leyes. Otro de los problemas de las leyes es que, al ser promulgadas para gobernar bajo ciertas condiciones o circunstancias, al cambiar estas, aquéllas decaen, ya que resultarán inapropiadas. La historia sobre Epaminondas ilustra perfectamente acerca de este punto, porque, si un niño recibe sólo normas y no se le enseña a pensar por sí mismo ¿ qué hará al crecer y encontrarse con un mundo en constante cambio, y cómo afrontará situaciones y problemas con los que sus padres y profesores jamás soñaron ? ¿ Acaso no ocurre esto en las sociedades postcomunistas ?
Otro problema que emana de las leyes consiste en que a veces, quienes las elaboran, incluso en los sistemas democráticos, pueden equivocarse. Tennisón reflejó ciertamente una de estas situaciones en su poema “La carga de la Brigada Ligera”. El final de la segunda estrofa dice así: “No estaban allí para replicar/ no estaban allí para razonar/ no estaban sino para vencer o morir/ En el valle de la Muerte/ cabalgaron los seiscientos.
Si alguien manda a seiscientos hombres y comete un error, este error se repite seiscientas veces; pero si una persona piensa, decide por sí misma y comete un error, al menos ese error sólo será cometido una vez.
Desde luego las leyes pueden guiar al ignorante. Así, por ejemplo, si un niño no comprende los peligros de una estufa encendida, puede dársele la ley de “no se toca” para impedir que se queme. Sin embargo, una vez que disipe su ignorancia, la ley dejará de ser necesaria. En Acuario se espera de las personas que hayan desarrollado la luz dentro de sí, y que, por tanto, no precisen de ley externa alguna para su guía.
Otro aspecto observado de las leyes es que, si bien pueden producir acciones correctas, ello no implica que puedan generar sentimientos rectos. Los empleados de una tienda pueden ser requeridos de observar un trato correcto con los clientes, en cambio esa norma u orden no puede forzarlos a que pongan amor o sentimiento especial más allá de las palabras. Las leyes pueden exigir de las personas que firmen sus contratos pero no que trabajen con entrega. Las leyes pueden forzar a las personas a que a través de los impuestos y programas sociales cedan dinero unas a otras, pero de ningún modo pueden impelerlas a amarse mutuamente, a respetarse y a cuidar unas de otras. De hecho, pueden incluso obstaculizar la generación y desarrollo de pensamientos rectos, pues si nuestra mente se enfoca en atender leyes, acaso no permitamos que nuestro corazón haga sus caminos. Así, en la pág. 92 de la edición inglesa de “Libertad primera y última” J. Krishnamurti escribió: “Una mente que se amolda a cualquier sistema de autoridad, interno o externo, no puede ser sensible”.
Un niño no puede aprender a caminar si se le mantiene atado a la cama por miedo a que se caiga; porque si el niño ha de aprender a caminar, debe practicar, y ello conlleva mucho esfuerzo vacilante y numerosas caídas previas. En la Era de Acuario se espera de todos que hayan despertado la luz interna que guíe sus vidas, y ello sólo podrán llevarlo a cabo si son libres para hacer sus propias elecciones y pueden apreciar las consecuencias de las mismas y, por tanto, aprender de sus experiencias. Las personas, cuando se les da libertad, pueden cometer errores, cierto; pero es el único camino para que logren aprender cómo ejercer la libre elección y crecer a través de ella. Y en la medida en que los individuos de una sociedad crezcan, la sociedad en su conjunto, podrá crecer, únicamente.
Recojamos en este punto unas palabras que ya, en 1849, escribió Henry David Thoreau: Acepto de corazón el lema “El mejor gobierno es el que gobierna menos”, y me gustaría verlo llevado a la práctica más rápida y sistemáticamente. Bien desarrollado, finalmente llevará a algo en lo que también creo, “el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto”; cuando los hombres estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tendrán
Solución de conflictos por métodos acuarianos
En buena parte de la Era de Piscis, mientras se ha vivido bajo gobiernos de caudillos y demás dictadores como reyes, sacerdotes u otros, eran ellos quienes establecían las leyes y quienes proclamaban y determinaban lo que era verdadero y justo, y, puesto que todos socialmente seguían al dictador, los conflictos internos han sido bastante reducidos. Así, si dos personas presentaban entre sí alguna diferencia, acudían a aquéllos para que decidieran quién tenía razón y quién no, o bien lo que debía hacerse, en su caso, para solventar el conflicto. Ciertamente, hoy día, no es exactamente así con el advenimiento de la democracia en Occidente, aunque las carencias a este respecto campan sus a sus anchas a lo largo y ancho de derechos y obligaciones infringidos o no atendidos de manera cabal y satisfactoria.
En cambio, en Acuario, de ningún modo habrá una sola cabeza para pensar y solucionar todo, ya que cada cual pensará por sí mismo. Porque, de este modo, cuando muchas personas generan ideas de forma independiente, parten de perspectivas distintas y ejercen su creatividad también de forma diferente, por lo que surge una gran variedad de opiniones, algunas de las cuales, evidentemente, podrán entrar en conflicto. Y, si ello es así, el problema de verdadera importancia consistirá por tanto en cómo solucionar las diferencias. Y, puesto que se habrá de disfrutar de un sistema absolutamente de libertades reales, de alguna manera los individuos interesados deberán trabajar conjuntamente para, por sí mismo, dar salida racional a sus contiendas. Decimos racional porque Acuario será una época de predominio del razonamiento. La razón será el gozne sobre el que girarán los argumentos y los encajes de los correspondientes acuerdos.
Una situación muy común de conflicto suele darse cuando alguien se excede en lo que deben ser o constituir sus necesidades legítimas e interfiere en las necesidades o deseos de otras personas. En este tipo de conflicto los interesados deben procurar colocarse en disposición de ver las cosas desde el “punto de vista del otro”, a fin de que, de ese modo, puedan comprender que todos tienen deseos y necesidades, por lo que, para vivir en paz y en armonía, es preciso tener en cuenta que “nadie se encuentra legitimado para satisfacer sus necesidades y deseos a costa de otro”. En este caso, al igual que sería inútil repetir a un hombre hambriento que no es justo robar, a quien pueda excederse en sus necesidades o deseos, el mayor bien que puede hacérsele es ayudarle a encontrar otro camino que logre colmar, si es posible, su aspiración. Además de un claro y sano raciocinio, la buena disposición hacia los demás y la paciencia juegan siempre aquí un papel de inapreciable valor.
En ciertas situaciones, las necesidades y deseos de las personas entran en conflicto porque alguien – de manera semejante a como se ha expuesto – se excede en sus derechos, si bien ahora la parte o partes avasalladas, y ya por amor o prudencia, pueden evitar el conflicto renunciando a los suyos. Esta técnica suele ser útil para remediar cuestiones triviales, sin importancia, cuestiones que no merecen del esfuerzo o costo de una confrontación. De todos modos, es un comportamiento realmente peligroso si la parte “sumisa” no renuncia definitivamente a sus deseos, pues cada vez que la otra actúe frente a su parecer callado, en el fondo irá acumulando irascibilidad hasta dar con el momento en que el vaso rebosará. Éste es un aspecto del ser humano, por lo que en numerosas ocasiones el odio es generado y acrecentado de la forma expuesta, con el agravante de que el momento de explosión no ha de ser comprendido por la parte oponente, quien se basaba en una presunta aquiescencia o silencio reprimido de la otra parte.
Una buena porción de conflictos hacen su aparición debido a malentendidos. Por tanto, nada mejor que dirigirse a quien corresponda y tratar de aclarar situaciones por muy embarazosas que las mismas puedan resultar. La comunicación es la puerta central que debe permanecer abierta en todas direcciones para la resolución de cualquier tipo diferencia, ya sea personal o colectiva. Una de las cosas que a veces malogran el entendimiento son las meras palabras. Éstas, actualmente, devienen en multitud de ocasiones equívocas y, por tanto, dañinas. Por ello, la virtualidad de lograr captar la esencia del pensamiento que habita detrás de ellas, es de preeminente valor. Discutir con actitud trivial y con desmesura de palabras siempre ha contribuido a incendiar más y más los conflictos.
En no pocas oportunidades, los conflictos emergen de lejanos y ancestrales enfrentamientos, surgen como reminiscencias de odios que han sido sembrados y que se han ido transmitiendo de generación en generación, cual si la civilidad actual alcanzada no tuviese para algunos entidad alguna, dado que estarían dispuestos a cualquier conflagración invocando agravios padecidos o derechos usurpados. No olvide el lector que renacemos aproximadamente cada 1078 años, que nuestro átomo-simiente guarda celosamente todo cuanto ha ido acumulando – experiencias, buenas y malas – durante todas sus vidas, y que, por sí mismo, el simple hecho de la muerte en nada modifica quiénes somos ni los frutos que hayamos recogido en cada renacimiento, y siempre en virtud de lo sembrado.
Por tanto, y para tales casos, traemos aquí aquellas palabras de San Pablo que, en su cuarta carta a los Romanos (12,19) decía: “ No os toméis la justicia por vuestra mano, queridos míos, dejad que sea Dios quien determine el castigo, pues está escrito: “A mí corresponde castigar; Yo daré a cada cual su merecido”. Sin duda alguna el apóstol está haciendo alusión al karma contraído por cada cual y que hemos de purgar de acuerdo con lo dispuesto por los Ángeles Archiveros o Ángeles del Destino.
De cualquier modo, si los conflictos han de ser resueltos, la actitud con que nos dispongamos a ello será de vital importancia, como importantísimo ha de ser lograr convencerse de que, a pesar de las discrepancias reinantes, uno puede seguir siendo amigo del contrincante. Para ello, los desacuerdos deberían ser llevados y tomados a un nivel intelectual y que nadie permita su degeneración en ataques emocionales de personas contra otras. Señalar una parte a la otra con cordialidad aquellos puntos que estima equivocados o que se consideran erróneos evitará en buena parte que el conflicto se enturbie más o se agrande. Repetir que las partes deben escucharse con atención y cierta paciencia lo que cada una tenga que decir o explicar, parecerá tal vez obvio a estas alturas, pero su insistencia es debido a que hacerlo así es de inmensa sabiduría y utilidad; como asimismo es de enorme importancia que cada parte permanezca con la mente abierta a nuevas ideas, a nuevos giros, a nuevos aportes, y a permitir nuevas flexibilidades que hagan capaces a los confrontados cambiar posiciones u opiniones férreamente sostenidas, pero que ha resultado demostrado ser insostenibles.
Una última opinión de resolución de conflictos estriba en que, en éstos, deberá procurarse siempre obtener una visión global, de conjunto de la situación, a fin de poder determinar con ecuanimidad y justicia aquello que mejor resulte para las partes implicadas, sin tender a sacar la mayor ventaja posible del debate contradictorio y civilizado que se debe mantener. Los derechos humanos, y la igualdad de trato para todos los afectados, debería ser una norma de naturaleza inquebrantable y de buenos augurios. Enfrentarse a un conflicto con el ánimo de que puede ser resuelto, es decir, con esperanza, es otra de las notas insoslayables a tener en cuenta. Cuando las personas han perdido la esperanza nada se puede conseguir, su mundo se ha cerrado. Por ello, elegir personas adecuadas y con tino para la contradicción es un paso previo de inestimable luz y sensatez.
La justicia en la Era de Acuario
La nueva Era será un tiempo extraordinario y brillante en todos los aspectos positivos del hombre y, por tanto, también en cuanto a la libertad individual y a la responsabilidad. El gobierno de entonces no hará leyes para intentar controlar las vidas individuales de los ciudadanos, por lo que no existirán leyes coercitivas en dicho sentido. En buena lógica, y si las personas pueden comprender y sentir empatía hacia otras, quiere ello decir que sólo necesitarán de una ley que rija sus relaciones interpersonales tal como la siguiente: “Haz a otros lo que quisieras que te hicieran a ti”. La libertad en Acuario será un aspecto sagrado del ser, y nadie interferirá en el pensar, el decidir y hacer de los demás. Habrá llegado el momento para que, una vez surgidos los conflictos los conflictos, reunirse y discutir las correspondientes diferencias, contemplando y comprendiendo el punto o puntos de vista del otro de forma objetiva, lo cual debe conducir a resolver los problemas de forma satisfactoria y duradera, es decir, con justicia..
La reconstrucción de hechos en los juicios contra los detenidos por infracción de normas de convivencia – normas abstractas que no obstante perdurarán siempre – será avalada por la visión etérica, la cual consiste en ver los registros del pasado, acumulados en el éter reflector.
La política acuariana
Si en la Era de Piscis – la actual aún – las monarquías y los caudillos aún gobiernan o detentan algún poder real en los países, en la de Acuario, en cambio, sólo habrá gobiernos dirigidos por presidentes electos. En Piscis hay quien ha llegado o llega a ser rey por meras cuestiones de cuna. Pero también se ha llegado a dicha dignidad a través de la riqueza, es decir, comprando a la mayor parte del pueblo o a una parte influyente y contratando un ejército que defienda sus pretensiones. Asimismo han llegado a reyes o a caudillos algunos guerreros, apoyándose en su fuerza y valor. Sin embargo, en la Era de Acuario, quien aspire a gobernar a sus conciudadanos, empleará su inteligencia en averiguar lo que aquéllos necesitan y luego, por medio del razonamiento, convencerlos de que es capaz de liderar su oferta. Posteriormente, los ciudadanos le votarán o no le votarán.
En el presente, en multitud de ocasiones la responsabilidad de las masas consiste en ser fieles a su jefe, por lo que, con independencia de qué calidad detente aquél, generalmente, mientras haya unidad, habrá paz en el país. En Acuario, por el contrario, la responsabilidad de los pueblos consistirá en estar informados y votar sabiamente, con pleno conocimiento de causa. El ciudadano de Acuario procurará no ser engañado mediante falsedades bajo nombres ostentosos o valores militares, como tampoco permitirá ser presionado a base de sobornos. El ciudadano de que hablamos tenderá a ejercer de modo independiente sus propias facultades de raciocinio y tomará por consiguiente su decisión de forma personal y libre.
En el pasado sobre todo – en Occidente actualmente tiende a disminuir -, el típico dirigente de Piscis ha sido elevado o se elevaba a sí mismo sobre las masas en un pedestal, en el que era reverenciado y admirado, motivo por el que las personas no tenían o no tienen aún por qué comprender lo que el dirigente hace o lo que “ve” en función de su prominente y personal punto de vista. De aquí que, de forma muy distinta, al dirigente acuariano no puede suponérsele nunca subido en un pedestal sobre las masas, al tiempo que las personas deben ser capaces tanto de saber qué hace como también de por qué lo hace, pues tal dirigente será solamente un mero delegado al que se le habrá otorgado un encargo, un mandato. La información, pues, en los tiempos de Acuario devendrá esencial y rigurosa en todas las cosas y en todos los aspectos. Un pueblo con la libertad inherente a Acuario, criticará con normalidad a los delegados-dirigentes y ellos deberán atender a las críticas, bien explicando en debida forma los asuntos o aspectos criticados o en otro caso variando la conducta. En consonancia, póngase atención, si es posible, a la siguiente frase del mismo Cristo: “Ya no os llamo siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os digo amigos porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer”.
XXV
CONSTITUCIÓN DE LA TIERRA
Aun entre los mismos ocultistas, la misteriosa constitución de la Tierra es uno de los problemas más arduos y difíciles de investigar. Así, las diferentes clases de cuarzos, los metales, la disposición de los diferentes estratos; todo ello tiene un significado muchísimo mayor de lo que el investigador científico ordinario es capaz de imaginar. Ante la visión educada del Iniciado en varios grados de Misterios, la Tierra aparece formada por estratos semejantes a la disposición de las distintas capas de una cebolla, recubriendo cada una a la anterior, más interna. En la Tierra existen nueve estratos más el corazón o zona central, diez en total, haciéndosele a aquél cada estrato accesible con cada iniciación, por lo que al final de las nueve iniciaciones, o misterios menores, quien las ha recibido es el señor y maestro de todos ellos, si bien aún no tiene acceso a los secretos de la parte central, allí donde las corrientes de energía toman la forma de lemniscata y el Absoluto asienta su sede y hogar en el planeta.
A través de los Misterios Menores el neófito puede observar de manera consciente todo lo relativo a su pasada evolución inconsciente, permitiéndole conocer el modo y el significado de la obra que ha supuesto conseguir el hombre actual, con su triple cuerpo, su triple alma y su triple espíritu.
Una vez que el Iniciado haya pasado los nueve estratos, aún deberá “entrar” y conocer el núcleo central. A su tiempo, la Primera Gran Iniciación le va a permitir conocer y aprender los misterios relativos a la mente. Conseguido ello, el Iniciado se encontrará en posesión del saber concerniente a lo que todos debemos alcanzar a la finalización del actual Período Terrestre.
Los estratos, siendo el grosor de cada uno distinto al grosor de cualquier otro, son los siguientes:
1 – Tierra Mineral: Es la costra pétrea de la Tierra, de la cual se ocupa la geología en una determinada proporción.
2 – Estrato Fluídico: Su sustancia es más fluida que la de la costra externa, si bien no es como el agua, sino como una pasta espesa. Sus cualidades son las de la expansión y la explosión, manteniéndose en su posición gracias a la enorme presión que ejerce la costra externa. De sacarse esta costra externa, todo el estrato desaparecería en el espacio mediante una formidable explosión. Se encuentra en correspondencia con las Regiones Química y Etérica del Mundo Físico.
3 – Estrato Vaporoso: Ni en el primero ni el segundo estrato existe realmente vida consciente; en cambio en este estrato hay una vida pulsante y fluyente, cual en el Mundo de Deseos que circunvala e interpenetra nuestra Tierra.
4 – Estrato Acuoso: En él existen las posibilidades germinales de todo cuanto existe en la superficie de la Tierra. En él se encuentran las fuerzas arquetípicas que están tras los Espíritus-Grupo o espíritus colectivos, así como las fuerzas arquetípicas de los minerales, pues este estrato es la réplica o expresión física y directa de la Región del Pensamiento concreto.
5 – Estrato Germinal: Ciertamente, ningún científico ha podido descubrir el origen de la vida, es decir, no han podido averiguar cómo primeramente vinieron a la existencia las cosas vivientes surgiendo de la materia muerta. Sin embargo, la pregunta debería realizarse al revés, o sea, cómo es que se originaron las cosas “muertas”, puesto que La Vida se encontraba allí antes que las formas muertas. Fue la vida la que se alejó de las formas tras haberlas creado; ella las creó de la tenue sustancia vaporosa antes de que ella se condensara en la sólida corteza terrestre. Por tanto, sólo cuando la vida hubo abandonado las formas, fue que éstas pudieron cristalizarse y convertirse en cosas duras y muertas. Por ello, y así como el mineral no es otra cosa que el cuerpo cristalizado de los cuerpos vegetales, el coral es la cristalización de las formas animales. La vida jamás vino a una forma muerta a ocuparla y animarla. Tal como hemos dicho, fue la vida la que se retiró de las cosas y éstas aparecieron como “muertas”. Este estrato acoge la fuente primordial de la vida, de donde surgió el ímpetu que construyó todas y cada una de las formas terrestres. Es la correspondencia de la Región del Pensamiento Abstracto.
6- Estrato ígneo: Por extraño que pueda parecer, este estrato posee sensación. De aquí que el placer y el dolor, la simpatía y antipatía tengan su efecto terráqueo aquí. Generalmente se supone que la Tierra no puede tener sensaciones de ningún tipo, sean cuales fuesen las circunstancias; sin embargo, mientras observa la siega del grano maduro o la recolección de las frutas en el otoño, el ocultista conoce el placer que experimenta la Tierra con ello. Se trata de un placer similar al que experimenta la vaca cuando el ternero se amamanta de sus ubres repletas. La Tierra siente placer al haber proveído de la nutrición necesaria para su progenie de formas, el cual que alcanza su intensidad máxima mientras dura el tiempo de la cosecha.
De modo contrario, al arrancar plantas de raíz, el ocultista percibe que la Tierra siente un pinchazo de dolor. Por ello, aquél procura alimentarse de frutos que hayan crecido al sol, pues además de contener mayor cantidad de energía solar, no habrán causado dolor alguno a la Tierra. En cambio, cada desintegración de la costra dura le proporciona sensación de alivio, por lo que, claro está, cada solidificación y endurecimiento constituye para ella una fuente de dolor. De aquí que, cuando un torrente de montaña arrastra suelo consigo y lo lleva hacia las llanuras, la Tierra se sienta más libre, más desembarazada de su propio apelmazamiento y solidificación; pero, cuando el limo vuelva a depositarse de nuevo, como suele suceder en los bancos de los grandes ríos, ello tienda a producirle una sensación de molestia. Este estrato se corresponde con el Mundo del Espíritu de Vida. No debemos olvidar que la Tierra es el cuerpo denso de un Gran Espíritu, el cual, con la finalidad de suministrarnos un medio ambiente en el que podamos vivir y obtener experiencia, ha tenido que cristalizar su cuerpo hasta alcanzar su estado sólido actual.
Conforme prosiga la Evolución y aprenda el hombre las correspondientes lecciones a este punto de máxima densidad y concreción, la Tierra se irá ablandando y su Espíritu se irá liberando más y más. A esto es a lo que se refería San Pablo cuando decía que toda la creación está gimiendo y esperando por el día de la liberación.
7 – Estrato Reflector: Se corresponde con el Mundo del Espíritu Divino. En este estrato se encuentran todas las fuerzas tanto morales como inmorales, las cuales son conocidas bajo la denominación de “Leyes de la Naturaleza”. En la infancia del hombre, en las edades remotas, estas fuerzas eran muchísimo peores que en la actualidad, pero a medida que éticamente progresa la humanidad, en la misma y exacta proporción ellas mejoran. De aquí que, cualquier relajamiento profundo que se produzca, moralmente hablando, la tendencia es la de desatar estas Fuerzas de la Naturaleza dando lugar a catástrofes y caos terribles en la Tierra; por lo que, del mismo modo, la ferviente lucha en pro de altos ideales las convierte en enemigos reposados del ser humano. Por tanto, ellas constituyen un reflejo exacto de nuestro estado moral en cada momento. De esta suerte, desde el punto de vista oculto, el castigo ocurrido a Sodoma y Gomorra no es una superstición pueril y estúpida, pues, dado que, de igual modo que existe una responsabilidad individual de acuerdo con la Ley de Consecuencia, la cual atrae a cada persona los justos resultados de sus obras, buenas o malas, así también existe y tiene lugar una responsabilidad comunal y nacional que cierne sobre los grupos correspondientes de seres humanos los resultados ineludibles de sus actos de naturaleza colectiva. En líneas generales, las Fuerzas de la Naturaleza constituyen los agentes ordinarios de esa justicia retributiva al causar huracanes, inundaciones, terremotos, o, por contra, provechosas formaciones de yacimientos petrolíferos o carboníferos a favor de determinados grupos, de acuerdo con sus merecimientos.
8 – Estrato Atómico: Es el nombre dado por los Rosacruces a la octava capa de la Tierra, que es la expresión del Mundo de los Espíritus Virginales, y tiene la propiedad de multiplicar muchas veces las cosas existentes allí, si bien se aplica únicamente a las cosas que han sido definitivamente formadas, es decir, así como un trozo informe de madera no tendrá en él existencia, sí lo tendrá todo cuanto haya sido esculpido o modelado, o que tenga vida y forma, tal cual un cuadro o una flor. Este estrato lo multiplica todo de una manera asombrosa.
9 – Expresión Material del Espíritu Terrestre: Existen aquí corrientes en forma de lemniscatas (en forma de 8) las cuales están íntimamente relacionadas con el cerebro, el corazón y los órganos sexuales de la progenie humana. Se corresponde al Mundo de Dios.
10 – Centro del Ser del Espíritu Terrestre: Apenas puede decirse nada de este estrato o, mejor, centro, sino que es el estrato germinal y ultérrimo de todo cuanto hay en la Tierra y corresponde al Absoluto.
XXVI
DEVAS, ÁNGELES Y ESPÍRITUS DE LA NATURALEZA
Devas
Pertenecen a la oleada de vida de los arcángeles y permanecen en el Tercer Cielo, es decir, la Región del Pensamiento Abstracto, tienen bebés, trabajan por parejas y bajo sus órdenes y cuidado se encuentran los Espíritus de la Naturaleza y las Hadas. Algunos Devas viven en la tierra, pero otros lo hacen en el aire, donde generalmente están como balanceándose a cierta altura y fulgurando de forma hermosa con todos los colores del espectro; e incluso viven en el océano trabajando con los Espíritus de la Naturaleza mientras moldean los futuros perfiles del planeta. Colaboran en múltiples trabajos con los Hermanos y Hermanas Legos de las diferentes Escuelas de Misterios y suelen ser de un tamaño superior al del ser humano. Los que viven en el aire, puede vérseles normalmente suspendidos sobre hermosos valles con proximidad de bosques, y sus vestimentas se parecen a las de un hermoso joven que estuviese ataviado con elegantes y vaporosas ropas. Su pelo suele ser corto y suave, moviéndose de forma muy pausada y expresión agradable. El aura de los Devas ostenta diversos colores y matices de púrpura, lavanda, amarillo y oro, y, cual si fuese un parasol, puede cubrir con la calidad de un arco iris la totalidad del valle que protege. Y si su cuerpo de deseos se parece a un mango de sombrilla, su cuerpo mental, con un precioso color amarillo, y más allá de su aura, se despliega en torno a la cabeza
En algún lugar de Asia Menor hay una hermosísima mujer Deva, en el cual se encuentra instalado un cuartel general de los Devas, cuartel en el que éstos se van relevando mientras llevan a cabo su trabajo. Entre otras cosas, los grandes Devas curan a numerosas personas que acuden a dicho lugar cada año.
Ángeles
Pertenecen a la oleada de vida anterior a la nuestra en la evolución. Alcanzaron el estado humano durante el Período Lunar, por lo que siendo entonces de éter su cuerpo más denso, los Ángeles son verdaderos expertos en su utilización y manipulación. En consecuencia, y debido a esta habilidad, son autorizados instructores del hombre, de los animales y las plantas tocante a las funciones vitales de crecimiento, propagación, nutrición y otras similares. Dado que el éter es una sustancia aún no detectable por medio dela vista física ordinaria, ello hace que sus cuerpos no sean detectados por la generalidad.
De acuerdo con su oleada de vida, todos los ángeles han sido humanos, por supuesto, si bien no han tenido cuerpos semejantes a los nuestros. Su hogar actual es la Luna. Los niños-ángeles se paren mucho a los niños humanos, si bien todos tienen cuerpos hermosos y perfectos. Con el paso del tiempo nunca llegarán a adquirir apariencia de vejez.
Los Ángeles no mueren como lo hacemos nosotros, y no hay un tiempo preestablecido para la duración de su vida; algunos viven dos mil años y otros tres mil. Una vez que los Señores del Destino estiman que un ángel ha servido el tiempo suficiente, ese ángel es llevado a una situación o estado de descanso durante el cual el espíritu asimila toda la experiencia que ha acumulado y descansa durante cientos de años, renaciendo posteriormente como un ángel-bebé, con los mismos o diferentes padres – según – para proceder a la liquidación de sus obligaciones. Permanecen en la Luna durante más tiempo, ocurriendo asimismo igual en el cielo. Excepto el átomo-simiente, pierden todos sus vehículos.
Las leyes que rigen en la Luna son las mismas que las de aquí. La Ley de Causa y Efecto equilibra todas las cosas, desde Dios hasta el hombre. Así, cuando cumplimos una obligación o pedimos un favor, la ley de Causa y Efecto nos solicita una contraprestación mediante la “ley de dar y recibir”. Tanto los Arcángeles, Ángeles y demás Jerarquías deben obedecer esta ley que es la que rige para los seres humanos, los animales y las plantas. Por ello, cuando alguien da, sin duda alguien recibe, y el que recibe debe devolver con arreglo a la Ley de Causa y Efecto. Esta ley se mantiene inalterable para todo el Universo. Todos los seres de nuestro Sistema Solar que desobedezcan alguna ley, deben hacer restitución e ir a algún lugar de nuestro Purgatorio y, posteriormente, a nuestro mismo Cielo.
Los ángeles viven en la parte de la luna que se encuentra siempre iluminada, un lugar agradable en el que puede oírse la música de las esferas. En contraste con las casas de los arcángeles que habitan la luna, cuyos umbrales están hechos de una sustancia o clase de piedra que contiene oro y diamantes, las casas de los ángeles están hechas de materia lunar y son de color gris. Cada familia, las cuales todas disponen de su propia casa, está formada, incluidos los bebés, por siete o nueve miembros. Todos trabajan excepto las madres-ángeles, y se nutren de la fuerza vital procedente del Mundo del Espíritu de Vida.
Los ángeles pueden ser vistos con naturalidad por todos los Hermanos y Hermanas Legos de las verdaderas Escuelas de Misterios, por las personas con visión espiritual, por los niños que tengan visión etérica – la cual generalmente la tienen todos hasta los tres o cuatro años – así como por los estudiantes de ocultismo y los niños cuando se encuentran fuera de su cuerpo durante el sueño.
Espíritus de la Naturaleza y El Festival de las Hadas
Hablar del éter como un medio de transmitir fuerzas, no dice nada a la mentalidad corriente porque la fuerza es invisible. Pero, para el investigador oculto, las fuerzas no son meramente nombres tales como vapor, electricidad, gravedad, etc., sino que descubre que son seres inteligentes de diversos grados, tanto subhumanos como suprahumanos. Lo que de ordinario llamamos leyes o fuerzas de la Naturaleza, son en realidad Grandes Inteligencias que guían y dirigen a seres más elementales de acuerdo con ciertas reglas, las cuales han sido determinadas para acelerar su evolución.
Así, cualquiera que esté dotado de la vista correspondiente al clarividente, podrá percibir a los pequeños gnomos fabricando la verde clorofila de las hojas de las plantas y dando a sus flores, junto a las Hadas, esa multiplicidad de matices delicados y preciosos que constituyen la delicia de nuestros ojos.
Los hombres de ciencia han tratado inútilmente de dar una explicación adecuada de los fenómenos de los vientos y las tormentas, pero no lograrán éxito alguno mientras se mantengan tratando de ofrecer simples soluciones mecánicas a lo que realmente es una manifestación de la vida. Por ello, si pudieran ver las legiones de Silfos aleteando de un lado para otro, “sabrían” definitivamente quiénes conforman y son causa de la variabilidad de los vientos. Y si pudieran observar una tormenta en el mar desde el punto de vista etérico, se darían cuenta de que lo que suele llamarse “guerra de elementos” no constituye una frase vacía, porque el tumulto del mar no es realmente entonces sino el campo de batalla entre Silfos y Ondinas, siendo los rugidos de la tempestad gritos de guerra de los espíritus en el aire.
Las salamandras se encuentran por todas partes, y no se puede encender fuego alguno sin que ellas intervengan, encontrándose en actividad sobre todo bajo tierra, pues ellas son las que causan las explosiones y erupciones volcánicas.
Todos los seres mencionados, cuya composición en sus distintos grados es etérica, son todavía subhumanos, aunque todos ellos, y en algún tiempo, alcanzarán un estado evolutivo correspondiente al humano, si bien en diferentes circunstancias a las existentes hoy. De todos modos, sí queremos reseñar que son las maravillosas inteligencias de que hablamos como “Leyes o Fuerzas de la Naturaleza”, las que dirigen a las incontables legiones de dichas entidades, ingentes y diarias constructoras del mundo.
Todo parece eminentemente simple en el proceso de evaporación y el retorno del agua mediante la lluvia; sin embargo, añadamos a ello la acción semiinteligente de las sílfides elevando las diminutas partículas de agua preparadas por las ondinas desde la superficie del mar y llevándolas después tan alto como pueden lograrlo antes de que se produzca una condensación parcial y formen las nubes. Porque ellas son, pues, las que conservan esas partículas de agua hasta que, no pudiendo resistir, las ondinas las fuerzan a soltarlas. Y así, cuando hablamos de tormentas, bien en el mar o en el aire, son las salamandras, cuando intervienen, las que, prendiendo la antorcha resplandeciente del hidrógeno y el oxígeno separados, envían sus zigzags atronadores a través de la negrura de la inmensidad con sus truenos, cuyas vibraciones reverberan y aclaran la atmósfera, mientras que son las ondinas quienes arrojan triunfalmente las rescatadas gotitas de agua hacia la tierra en forma de lluvia.
Los pequeños gnomos, como ya se ha indicado, son necesarios para construir las plantas y las flores. Su tarea consiste en pintarlas, en teñirlas con los innumerables y coloreados matices que, como decíamos, hacen la delicia de los ojos. Son ellos los que cortan los cristales en todos los minerales y forman las gemas preciosas que brillan en las resplandecientes diademas de los humanos. Sin ellos no existiría el hierro ni el oro con qué pagarlo. Se encuentran en todas partes, siendo aún más trabajadores que las propias abejas, y si a éstas universalmente se les reconocen cuanto hacen, no ocurre lo mismo con el trabajo constante de los espíritus de la Naturaleza, siendo cual es, tan importante, su papel en la construcción y la marcha del mundo.
Hadas: Si bien su trabajo más común lo realizan “pintando” las flores, su principal cometido consiste en embellecer en general la Tierra; su ropaje está formado por un vestido, una combinación, bragas, medias y zapatos; no tienen alas, sino que al moverse y respirar, emiten una energía olorosa que sale de sus hombros, siendo esta energía la que semeja forma de alas, pero que no lo son en realidad; una Hada de sesenta años aparecerá como alguien que tuviese unos dieciséis en nuestro mundo tridimensional; las hadas, por ejemplo, no tienen poder de control sobre las Salamandras.
En el Solsticio de Verano, las actividades físicas de la Naturaleza alcanzan su máximo clímax, su cenit. Por tal causa, en esa noche, la de San Juan, es cuando tiene lugar el gran Festival de las Hadas y demás Espíritus de la Naturaleza, tras haber construido el universo material y alimentando a los ganados y formando los granos, lo que ahora aclaman con gratitud y alegría inusitada, debido a la oleada de energía que constituye su esencial instrumento que les permite modelar, de acuerdo con sus respectivos arquetipos, las flores con su admirable variedad de formas y colores, tiñéndolas por ello con infinitos matices capaces de admirar al más exquisito de los artista (El principal cometido de las Hadas consiste en embellecer la Tierra) Esta noche, la de San Juan, es la noche más grande de la Estación Estival, pues unos y otros espíritus desde pantanos y bosques, desde cañadas y prados, corren en alegres bandadas al Festival de las Hadas, donde, realmente, preparan y condimentan sus alimentos etéreos, danzando después en verdadero éxtasis de alegría, alegría que proviene de haber hecho su trabajo y realizado su importante y mejor papel en la economía y marcha de la Naturaleza.
Las Hadas tienen la apariencia exacta a los habitantes de Venus, si bien son de tamaño mucho más reducido, es decir, etéreas.
Es un axioma de la ciencia el que la Naturaleza no tolera nada superfluo o inútil, por lo que los parásitos y zánganos constituyen una abominación. Y ello, porque la Naturaleza tiene su trabajo que hacer y lo exige a todos los que quieran justificar su existencia y continuar formando parte de ella, aplicándose todo ser viviente, desde la planta al propio planeta, y, por tanto, al hombre, al animal, a los Espíritus de la Naturaleza e igualmente a las Hadas. Éstas tienen su tarea que realizar; son entidades muy ocupadas, y sus actividades constituyen la solución a muchísimos de los innumerables y comunes misterios naturales que observamos.
XXVII
LA ESTRELLA DE BELÉN
Tradicionalmente, la unificante influencia del Cristo ha sido simbolizada a través de la hermosa leyenda de la adoración de los tres magos o “sabios del Oriente” – Gaspar, Melchor y Baltasar – quienes, en calidad de representantes de las razas blanca, amarilla y negra, y haciendo a alusión a su vez a Europa, a Asia y África, se dice que fueron guiados por una estrella al nacer Jesús, la cual los condujo hasta el pesebre en el que reposaba el recién nacido o Salvador. Y muchas, muchísimas especulaciones se han efectuado desde entonces acerca de la naturaleza de dicha estrella. Hay quien desde la ciencia materialista la ha declarado un mito; otros, en su caso, han acudido a la simple coincidencia si ello hubiese encubierto algo más que aquello.
Sin embargo, todo místico conoce la “Estrella” – y también la Cruz – no solamente en cuanto relacionadas con la vida de Jesús y Cristo, sino en sus propias experiencias personales. Recordemos que San Pablo ya nos advirtió cuando dijo: “Hasta que Cristo nazca en vosotros…”. Y de modo semejante lo hacen Ángelus Silesius (“Aunque Cristo naciere mil veces en Belén, si no nace en ti mismo, tu alma será perdida. Mirarás en vano la cruz del Gólgota hasta que no se levante en ti mismo”) y el mismo Ricardo Wagner en la respuesta que da Gurnemanz a Parsifal cuando éste pregunta: “Quién es el Grial ?, pues Gurnemanz le contesta así: “… ningún sendero conduce por la campiña a Él, y la búsqueda sólo te aparta de Él a mayor distancia aún si Él mismo no es el Guía ”.
En los Templos de Misterios los Hierofantes enseñaban a sus discípulos que en el Sol hay una fuerza espiritual al igual que una fuerza física, y que ésta última, la de los rayos solares, al tiempo que constituye el principio fecundante de la Naturaleza, produce también el crecimiento de las plantas y, por tanto, sostiene y sustenta a los reinos animal y humano. De ahí que la energía constructora, el manantial de toda fuerza física, tenga su máxima expresión a mediados del verano, cuando las fuerzas espirituales son más inactivas. Por el contrario, en diciembre sea, durante las largas noches de invierno, cuando la fuerza solar se encuentra adormecida, cuando las fuerzas espirituales alcancen la máxima intensidad, símbolo de lo cual se concentra en la noche del 24 al 25 de dicho mes, Noche Santa por excelencia. El signo zodiacal de la inmaculada Virgen celestial está en el horizonte oriental hacia la medianoche, justo cuando el Sol del nuevo año comienza su jornada desde el punto más austral hacia el hemisferio norte, a fin de salvar a esa parte de la humanidad (físicamente hablando) de la oscuridad y hambre que de forma inevitable resultarían de permaneciera constantemente al sur del ecuador.
Por tanto, y de esta forma, para los pueblos del norte, donde han nacido todas las religiones actuales, el Sol está directamente bajo la Tierra mientras las influencias espirituales son fortísimas en la medianoche del 24 de diciembre. Por este motivo, es indudable que entonces sería un momento sumamente adecuado para los que desearan dar un paso hacia la Iniciación y ponerse esa noche en contacto con el Sol espiritual por vez primera. Por ello, los discípulos que estaban preparados para la Iniciación eran llevados de la mano por los Hierofantes de los Misterios y, por medio de ceremonias que se realizaban en el Templo de Misterios, se les elevaba a un estado de exaltación en que toda condición física era trascendida. En consecuencia, para su visión espiritual la Tierra se hacía transparente y ellos podían ver y veían el Sol de medianoche, la verdadera “Estrella”. No era el sol físico el que descubrían con sus ojos espirituales, no, sino el Espíritu del Sol – El Cristo – su Salvador Espiritual, de la misma forma que el Sol físico constituía su Salvador físico.
Esa es la “Estrella” que brilló entonces, realmente la misma que aún brilla para el místico en plena oscuridad de la noche.
XXVIII
LA SANGRE PURIFICADORA DE CRISTO-JESÚS
Una vez que El Salvador, Cristo Jesús, fue crucificado, su cuerpo fue herido en cinco partes: en los cinco centros por los que fluyen las corrientes del cuerpo vital. La presión de la corona de espinas produjo también un flujo añadido en el sexto centro.
De modo que, cuando la sangre fluyó de esos centros, el gran Espíritu Solar, Cristo, se liberó del vehículo de Jesús y se encontró en la Tierra con sus vehículos individuales. Los vehículos planetarios ya existentes fueron compenetrados por sus propios vehículos, y en un abrir y cerrar de ojos difundió su propio cuerpo de deseos sobre el planeta, lo que le permitió desde entonces trabajar sobre él y la humanidad desde dentro.
Fue tal, que en aquel momento una oleada tremenda de luz espiritual solar inundó la Tierra y el velo del Templo se rompió, ese velo que el Espíritu de Raza había colgado ante el Templo para resguardarlo de todos menos de los pocos elegidos hasta entonces (los sacerdotes) A partir de ese hecho el sendero de la Iniciación quedó abierto para todo aquél que quisiera acceder a él. Por lo que concierne en todo caso a los mundos espirituales, dicha oleada transformó las condiciones de la Tierra como un relámpago, si bien las condiciones densas y concretas, evidentemente, son afectadas de forma mucho más lenta.
Cual toda vibración rápida de intensísima luz, aquella gran oleada, debido a su fulgor y brillantez, cegó repentinamente al pueblo. Ello indujo a decir que el “Sol se había oscurecido”, cuando lo sucedido fue realmente lo opuesto: el Sol había brillado con un gloriosísimo resplandor. El exceso de luz, la fulminante vibración fue lo que cegó a las gentes, por lo que únicamente cuando la Tierra hubo absorbido el cuerpo de deseos del brillante Espíritu Solar, sólo entonces, fue cuando descendió la vibración hasta una intensidad normal y “pudo verse de nuevo con normalidad”.
Aclarado lo anterior, la expresión “la sangre purificadora de Cristo Jesús” significa que la sangre que fluyó en el Calvario está ligada al Gran Espíritu Solar, Cristo, quien por ese medio se aseguró su admisión en la Tierra, por lo que es su regente desde aquél mismo momento. Difundió su propio cuerpo de deseos por todo el planeta y lo purificó de todas las viles influencias que se había desarrollado bajo el régimen del Espíritu de Raza, basado en la separación, el egoísmo y la sensualidad. Bajo la ley todos pecaban, pues que todos la infringían; y más aún, no podían ser ayudados, dado que no habían evolucionando tanto como para poder obrar con rectitud por medio del Amor. Era tan fuerte la naturaleza pasional en ese tiempo, que para los humanos de entonces constituía una imposibilidad controlarla y dirigirla; de aquí que sus deudas de destino, engendradas bajo la Ley de Consecuencia, hubieran alcanzado proporciones de carácter colosal. La evolución, por tanto, se hubiera demorado de forma terrible, y muchos habrían quedado “perdidos” para nuestra oleada de vida si no se les hubiera prestado ayuda en alguna medida. Este fue el motivo real por el que Cristo vino, para “buscar y salvar a los que estaban perdidos”, pues limpió los pecados del mundo (limpió las condiciones colectivas – no las individuales – atmosféricas) con su sangre purificadora, hecho que le permitió entrar en la Tierra e influir directamente por medio del Amor en el devenir de la humanidad. Él, repetimos, purificó aquellas condiciones previas a su venida y a Él debemos actualmente que podamos atraer hacia nuestros cuerpos de deseos material emocional más puro que en aquel otro tiempo, por lo que continua con su trabajo para ayudarnos al construir a nuestro alrededor un ambiente cada vez más limpio y más puro.
Pero que lo que se acaba de decir lo efectuó y efectúa a expensas de un gran sufrimiento para Él mismo, es cosa que nadie puede dudar si es capaz de formarse la más mínima concepción acerca de las limitaciones soportadas por ese Gran Espíritu al entrar en las coercitivas condiciones de la existencia física al encarnarse tanto en el cuerpo denso de Jesús en el momento del Bautismo, como en su actual limitación en cuanto Regente de la Tierra. En verdad que Él es también Regente del Sol y, por tanto, sólo está confinado parcial y temporalmente cada año en la Tierra, pero, sin embargo, las limitaciones producidas debido a las lentísimas vibraciones de nuestro planeta denso, deben resultarle extraordinariamente insoportables.
Si Cristo-Jesús hubiera muerto sin más, hubiera sido imposible para él ejecutar esa obra; pero los cristianos tienen un Salvador resucitado, Quien está siempre presente para ayudar a todos los que invoquen su nombre. Habiendo sufrido como nosotros en todo y habiendo conocido plenamente nuestras necesidades, Él olvida todos nuestros errores y fracasos mientras continuemos luchando por vivir una buena vida. Tengamos siempre muy presente que “el único y verdadero fracaso consiste en dejar de luchar”.
Tras la muerte del cuerpo denso de Jesús, los demás vehículos fueron devueltos a su primitivo poseedor, Jesús de Nazareth, quien, durante algún tiempo después, funcionando en el cuerpo vital que había recobrado de manera temporal, instruyó al núcleo de la nueva fe, aquél que Cristo había formado. Desde entonces, Jesús de Nazareth ha tenido la dirección de las logias esotéricas o sociedades espirituales secretas que ha habido en toda Europa. Del mismo modo a como ocurriera en otros muchos lugares, los Caballeros de la Mesa Redonda fueron altos iniciados de los Misterios de la Nueva Dispensación. De modo similar ha ocurrido con los Caballeros del Grial, a quienes finalmente se les concedió el cáliz de Arimatea, el empleado por Cristo Jesús en la última cena. Después, y además, se les entregó la lanza que había herido su costado, así como el receptáculo que recibió la sangre de esa herida.
Los Druidas de Irlanda y los Trottes del norte de Rusia fueron también escuelas esotéricas en las que trabajó Jesús en la llamada “Edad Media”, en la que, aunque aún continuando siendo bárbaro, el impulso espiritual seguía fluyendo, y, desde el punto de visto oculto, en realidad constituyó una “Edad Brillante” si la comparamos con el creciente materialismo en que se han plasmado los últimos trescientos años, puesto que, habiendo aumentado sin duda alguna de forma exponencial los conocimientos físicos, sin embargo, ha quedando casi extinguida prácticamente la Luz del Espíritu. Gloriosos cual son los descubrimientos y logros de la ciencia moderna, han sido en cambio alcanzados al terrible precio de aplastar la intuición espiritual, por lo que teniendo en cuanta este punto de vista, nunca han amanecido para Occidente y la humanidad en su conjunto días más tenebrosos que los actuales.
Los Hermanos Mayores, Jesús entre ellos, han luchado y luchan por equilibrar esta tenebrosa influencia materialista, que semeja los ojos de la serpiente obligando al pajarillo a caer en sus fauces. Cada tentativa por iluminar a las sociedades a fin de despertar en ellas el deseo de cultivar el lado espiritual de la vida, es una evidencia de la actividad de los Hermanos Mayores. Puedan sus esfuerzos ser coronados por el éxito. De este modo, y sin mayor tardanza, lograremos apoyar conscientemente y a un tiempo nuestra evolución y desarrollo bajo una ciencia religiosa y artística, cual ha de constituir en el futuro la expresión simultánea de lo cierto, lo bueno y lo bello en nuestras vidas.
XXIX
LA ORACIÓN: SUS REQUISITOS Y PODER
Para comprender de forma lógica lo que la oración es, permítasenos encuadrarla en el siguiente supuesto: Supongamos que Dios en primer término, y los Espíritus Planetarios en segundo y junto a Él, conformasen una gran Central productora de energía eléctrica, cuyas conexiones alámbricas se dirigiesen a todos los puntos tanto de cualquier país como del mundo; admitamos que en todas y en cada una de las casas existen conmutadores por los que, una vez abiertos, aquella la energía que antes permanecía fuera, en los alambres y en la Central, comienza a penetrar en los respectivos domicilios, iluminándolos o poniendo en movimiento las correspondientes máquinas o motores, y, ello, porque habrán sido dispuestas y usadas normas coherentes con las leyes que rigen nuestro mundo a fin de que pueda llevarse a cabo la manifestación de la energía eléctrica.
Pues bien, y teniendo en cuenta que la conexión entre la divinidad y el hombre es permanente, pues en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, en todo este esquema, nosotros somos cada casa, cada domicilio, y, la oración, por tanto, el conmutador mediante el cual podremos ponernos en contacto con Dios. Ahora bien, es una ley física que la electricidad fluya a través de conductores de cobre o de otro metal; pero sabemos, sin embargo, que el cristal es aislante para ella, por lo que, antes de que podamos obtener electricidad, luz en nuestra casa, será preciso que dispongamos de un conmutador hecho de acuerdo con dicha ley, es decir, de un conmutador de cobre. Porque si empleáramos uno de cristal, con seguridad aquella no pasaría, no entraría en nuestro domicilio. En consecuencia y de igual modo, si nuestras oraciones – o conmutador – se acomodan a las leyes de Dios, el propósito divino podrá manifestarse a través de ellas y ser respondido; pero, si de otro modo, la oración fuese contraria a la voluntad divina – como por ejemplo, si el karma de por quien se pide impidiera una realización – tal oración, naturalmente, sería semejante a un conmutador de cristal respecto al circuito eléctrico.
“Allí donde dos o más estuviesen reunidos en mi nombre, Yo estaré en medio de ellos”, dijo Cristo. Por tanto, si partimos del calor que albergan nuestros carbones individuales, y nos juntamos para orar por algo definido, aquel calor que se encuentra latente en cada uno de nosotros, puede encenderse en llama y emitir luz y calor. Quizás no debiera hacer falta que aclarásemos que, de acuerdo con la calidad de la oración, así habrá de ser su eficacia. ¿ No es comprensible que si una oración sale de mentes limpias y de corazones nobles y puros, su capacidad y efecto han de implicar abundancia de lo que se solicita o pide ?
Así, pues, si los sistemas orientales emplean la concentración en un punto determinado para conseguir ayuda divina, al mundo occidental le ha sido dada la oración, puesto que ésta va a implicar no ya y en sí misma la fría concentración intelectual, sino una inmersión o cooperación del propio sentimiento, conformando un poder con capacidad de desbordar lo imaginable. Para ilustrar un tanto acerca de cómo se lleva a cabo el proceso de relación hombre-Dios a través de la oración, tomemos la tromba marina como ejemplo. Tal vez no hayan visto este fenómeno de la Naturaleza, pero es maravilloso e imponente. Por lo general, y en el momento en que ocurre, el cielo parece colgar muy bajo sobre el agua, notándose una gran tensión en el aire, como una depresión o concentración. Después, y gradualmente, parece como si un punto del cielo descendiese hacia el agua, a la vez que las olas, en un cierto lugar, parecen saltar, hasta que tanto el cielo como el agua se unen en vertiginosa vorágine.
Algo similar viene a ocurrir cuando una persona o número de personas se unen en fervorosa oración porque, cuando una persona suplica intensa y sinceramente a un poder superior, su aura forma como un embudo que se parece a la parte inferior de la tromba. Esta forma áurica salta en el espacio a una gran distancia hacia arriba, y estando en sintonía con la vibración Crística del mundo interplanetario del Espíritu de Vida, hace descender de allí un poder divino que entra en la persona o grupo de personas, y anima la forma de pensamiento que ellas hayan creado y visualizado. De este modo se cumplirá el objeto por el cual hayan pedido al unirse. Ahora bien, como ya hemos advertido, se ha de tener presente que el método occidental de orar no debe consistir en un frío proceso intelectual, pues debe unírsele de manera ineludible una cierta cantidad de sentimiento adecuado a fin de lograr el objeto deseado, porque, a menos de esta intensidad de sentimiento esté presente, el objeto no se realizará. Este es el secreto de todas las oraciones milagrosas (supuestos curativos) de que se tiene noticia: la persona o personas que oraban se hallaron siempre poseídas de un intenso fervor; su ser entero se encontraba absorbido en el deseo por aquello que oraban, por lo que se elevaban a sí mismas a los mismos reinos de lo divino y hacían descender la respuesta del Padre, que es el Gran Médico. Pero, para estar en consonancia con la universal ley del karma y evitar el gran peligro de mal usar este maravilloso poder, siempre deben ser dirigidas las súplicas por los demás en consonancia con las palabras del Cristo: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”.
De otra parte, debe saberse que así como cada nación envía embajadores a las demás naciones, del mismo modo existen embajadores de cada uno de los Grandes Ángeles Planetarios presentes en nuestra Tierra. Ellos son los siguientes:
Ithuriel es el embajador de Urano
Cassiel “ Saturno
Zachariel “ Júpiter
Samael “ Marte
Anael “ Venus
Rapahel “ Mercurio
Miguel “ Sol
Gabriel “ Luna
Si bien hemos de advertir que los embajadores de los planetas son Arcángeles, en cambio, Gabriel, embajador de la Luna, tiene la naturaleza de Ángel.
Más aún, dichos embajadores tienen a su cargo todos y cada uno de los apartados y negocios de la vida, como asimismo cada cual tiene atribuidas determinadas horas planetarias, las cuales son propicias para la invocación respectiva; motivo por el que – consultando el diagrama oportuno al efecto – quien quiera dirigirse a un embajador concreto, podrá hacerlo en las condiciones más favorables a su correspondiente petición. Así, por ejemplo: Sabiendo que Jehová tiene bajo su cuidado y el de sus ángeles tanto la salud de la forma, es decir del cuerpo, como todo cuanto se relaciona con la fecundación, alguien que se encuentre necesitado de recuperar la salud o mismamente de parir o engendrar ¿ es que no tendrá a bien solicitarlo al ángel Gabriel, y, precisamente, en lunes, día de la luna, y cuando ésta se encuentre en la fase creciente ? Por su importancia, los ángulos de los rayos planetarios son de influencia decisiva.
XXX
DESARROLLO FUTURO E INICIACIÓN
Alquimia y crecimiento del alma
El cuerpo denso comenzó su desarrollo en el Período de Saturno, pasó sucesivas transformaciones a través de los Períodos Solar y Lunar, y alcanzará su mayor grado de desenvolvimiento en el Período Terrestre.
El cuerpo vital germinó en la segunda revolución del Período Solar, fue reconstruido en los Períodos Lunar y Terrestre, y alcanzará la perfección en el Período de Júpiter – su cuarto grado – así como la Tierra hace al cuarto grado en cuanto al cuerpo denso se refiere.
El cuerpo de deseos partió en el Período Lunar, fue reconstruido en el Período Terrestre, será modificado nuevamente en el Período de Júpiter, y alcanzará la perfección en el Período de Venus.
La mente ha nacido en el presente Período Terrestre, ha de ser modificada en los Períodos de Júpiter y Venus, y alcanzará la perfección en el período último, en el de Vulcano.
Si examinamos el diagrama 14 se verá que el globo inferior del Período de Júpiter se encuentra situado en la Región Etérica. Por tanto, sería imposible el uso de un vehículo físico allí, pues únicamente el cuerpo vital puede ser usado en la Región Etérica. Sin embargo, hagamos la observación de que no debe suponerse de ningún modo que después de haber transcurrido tanto tiempo desde que comenzó el Período de Saturno hasta el final del Período Terrestre, empleado todo él en completar y perfeccionar el cuerpo denso, éste sea abandonado completamente para que el hombre pueda funcionar en un vehículo “más elevado”, pues la Naturaleza no malgasta ni desperdicia absolutamente nada. Su economía es proverbial.
En el Período de Júpiter las fuerzas del cuerpo denso serán superimpuestas sobre un cuerpo vital al completo. Este último poseerá, además de sus propias facultades, los poderes del cuerpo denso, por tanto será un instrumento mucho más útil para la expresión del triple espíritu que si estuviese constituido por sus únicas fuerzas exclusivamente.
De forma similar, el Globo D del Período de Venus está situado en el Mundo del Deseo (véase diagrama 14) y allí no puede emplearse ni un cuerpo vital ni el denso como instrumento de conciencia, por lo que, en consecuencia, las esencias de los cuerpos vital y denso perfeccionados serán incorporadas allí también a un completo cuerpo de deseos, convirtiéndose por ello éste último es un vehículo de cualidades trascendentales, adaptado maravillosamente y sensibilísimo al menor impulso del espíritu interno, tan superior a nuestras presentes limitaciones, que actualmente está más allá de nuestra más elevada concepción.
Aún siendo así, la eficiencia de este espléndido vehículo será trascendida cuando en el Período de Vulcano su esencia, junto con las de los vehículos vital y denso, se agreguen al cuerpo mental, que se convertirá entonces en la más elevada expresión de los vehículos humanos, conteniendo en sí mismo la quintaesencia de lo mejor que había en la totalidad de sus vehículos. Si el vehículo del Período de Venus está más allá de nuestra comprensión actual, cuánto más no habrá de estarlo el que prestará su servicio más exquisito a los divinos seres del Período de Vulcano.
Durante la involución, las jerarquías creadoras ayudaron al hombre a despertar a la actividad su Triple Espíritu, el Ego, a fin de que construyera el triple cuerpo y adquiriera el eslabón de la mente. Ahora, no obstante, y por emplear el lenguaje bíblico, en el séptimo día Dios descansa; el hombre, pues, debe trabajar por su propia salvación. En consecuencia, el Triple Espíritu debe completar por sí mismo la obra del plan que en su día fue comenzado por los Dioses.
El Espíritu Humano, que fue despertado durante la Involución correspondiente al Período Lunar, será el más prominente de los tres aspectos o fuerzas del espíritu en la evolución del Período de Júpiter, que es el período correspondiente al arco ascendente de la espiral. El Espíritu de Vida, cuya actividad comenzó en el Período Solar, manifestará principalmente su actividad en el correspondiente Período de Venus; y, por fin, las influencias particulares del Espíritu Divino, serán las más fuertes en el Período de Vulcano, puesto que, dentro del arco evolutivo, fue vivificado en el simétrico Período de Saturno.
Estos tres aspectos del espíritu están en actividad mientras dura la evolución, pero la actividad principal de cada aspecto se desarrollará en dichos períodos particulares porque la obra a ejecutarse allí es su obra concreta y específica.
Una vez que el triple espíritu ha desarrollado el triple cuerpo y ha obtenido el dominio de ellos por medio del foco mental, entonces, trabajando desde dentro, es cuando comienza a desarrollar la triple alma. La mayor o menor alma que un hombre tenga dependerá de la cantidad de trabajo que el espíritu haya efectuado en sus respectivos cuerpos, cuestión por otra parte ya explicada a raíz de las experiencias habidas postmortem.
En tiempo presente, todo cuanto el cuerpo de deseos haya sido trabajado por el Ego queda transmutado en Alma Emocional, la cual es al fin asimilada por el Espíritu Humano, cuya contraparte o vehículo especial es el cuerpo de deseos.
Todo cuanto el cuerpo vital haya sido trabajado por el Espíritu de Vida se convierte en Alma Intelectual, constructora del Espíritu de Vida, porque ese aspecto o fuerza del triple espíritu tiene su contraparte en el cuerpo vital.
Y todo cuanto el cuerpo denso haya sido trabajado por el Espíritu Divino se transforma en Alma Consciente, la que últimamente se sumerge en el propio Espíritu Divino porque el cuerpo denso es su contraparte, su réplica, su emanación material, su reflejo en el mundo tridimensional o físico en que vivimos.
El Alma Consciente crece por la acción, por los impactos externos y la experiencia.
El Alma Emocional crece por los sentimientos y emociones generados por las acciones y la experiencia.
El Alma Intelectual es un mediador entre las dos anteriores, y crece por el ejercicio de la memoria, la que liga las experiencias pasadas con las presentes, así como con los sentimientos engendrados por ellas, creando y dando así lugar a la simpatía y antipatía, que no pueden existir aparte de la memoria, pues los asentimientos resultantes de la sola experiencia serían por sí mismos y en sí mismos evanescentes.
Y si durante la involución el espíritu progresó en el pasado a base de formar y mejorar cuerpos, la evolución, en cambio, depende ahora del crecimiento del alma. El alma, por así decirlo, es una quintaesencia, el poder o fuerza extraída por espiritualización de cada uno de los correspondientes cuerpos; y cuando un cuerpo ha sido completamente construido, alcanzando la perfección a través de diversos estados y períodos en la forma descrita, su alma extraída es absorbida por uno de los tres aspectos del espíritu, precisamente por aquél que generó el cuerpo en calidad de contraparte o reflejo. Así:
El Alma Consciente será absorbida por el Espíritu Divino en la séptima revolución del Período de Júpiter;
El Alma Intelectual será absorbida por el Espíritu de Vida en la sexta revolución del Período de Venus;
El Alma Emocional será absorbida por el Espíritu Humano en la quina revolución del Período de Vulcano.
La Palabra Creadora
De todos los instrumentos que el espíritu posee, la mente es el más importante, el especial en la obra de la creación, pues si la laringe espiritualizada y perfecta en el futuro hablará la Palabra Creadora, la mente perfeccionada decidirá tocante a la forma particular y volumen de vibraciones, por lo que sin duda será factor determinante. La Imaginación, fuerza preeminentemente femenina, será la facultad espiritualizada que dirigirá la creación.
La imaginación, por tanto, es algo imprescindible, fundamental. Ella es quien proyecta nuestras casas, nuestros vestidos, nuestros aviones y nuestro entero futuro. Cualquier perfeccionamiento, tanto en lo físico como en lo espiritual, ha de ser imaginado previamente en cuanto posibilidad para que pueda llegar a convertirse en una cosa real. Si el lector tiene la amabilidad de examinar el diagrama 3, entre las funciones de los diferentes vehículos humanos y las partes de un estereoscopio, la mente corresponde a la lente. Ella equivale al foco mediante el cual las ideas producidas por la imaginación del espíritu se proyectan sobre el universo material. Primeramente son sólo pensamientos-forma (imaginaciones), pero cuando el deseo de realizar las posibilidades imaginadas ha puesto al hombre en acción en el Mundo Físico, entonces se convierten en lo que denominamos “realidades concretas”.
De todas formas, actualmente la mente no se encuentra lo bastante desarrollada aún de manera que pueda permitir dar una imagen cierta y clara de lo que el espíritu imagina., es decir, no está debidamente enfocada, pues proporciona cuadros confusos y borrosos. De ahí las necesidades de la experimentación, pues demostrando los defectos de la primera concepción, conducirá a nuevas imaginaciones e ideas, y ello hasta que la imagen producida por el espíritu en sustancia mental haya cuajado debidamente en sustancia física.
En definitiva, sólo somos capaces de formar en la mente imágenes que tengan relación con la Forma porque la mente humana no se desarrolló hasta el Período Terrestre y, por tanto, se halla ahora en su estadio primero de forma o “mineral”, por lo que en nuestras operaciones nos encontramos limitados a las formas, a los minerales. Por ello, si bien podemos imaginar maneras o medios de trabajar las formas minerales de los tres reinos inferiores, apenas si podemos hacer algo o nada en los cuerpos vivientes. Podemos ciertamente injertar un árbol con una rama viviente, o llevar una parte viviente de un animal al hombre, pero en realidad no es con “la vida” con lo que estamos trabajando sino con la forma únicamente. Esto debe quedar bien grabado, indeleblemente. Crear la vida está más allá del poder del hombre, y así será hasta que su mente no se desarrolle y se convierta en una estructura ciertamente viviente.
En el Período de Júpiter, hasta cierto punto, la mente se vivificará, y el hombre podrá imaginar en ese entonces formas que vivirán y crecerán como las plantas.
En el Período de Venus, una vez que su mente haya adquirido “sentimiento”, podrá crear cosas vivientes y sensibles, además de poseer capacidad para crecer.
Y cuando obtenga la perfección, al final del Período de Vulcano, la mente podrá “imaginar” la creación de criaturas que vivirán y crecerán, sentirán y pensarán.
En concordancia con lo anterior, nuestra humanidad actual tendrá a su cargo la oleada de vida que comenzó su evolución en el Período Terrestre, la que justamente anima ahora a los minerales. En este momento estamos trabajando con ellos por medio de la imaginación y dándoles forma, haciendo con ellos barcos, puentes, ferrocarriles, casas, ordenadores y aviones, además de vehículos espaciales y otros sueños imaginarios.
Ya, en el Período de Júpiter, guiaremos la evolución del reino vegetal, porque lo que, encontrándose ahora en estado mineral, para entonces tendrá una existencia análoga a la de las plantas: Lo haremos de igual modo a como lo hacen en el presente con las plantas los Ángeles. Nuestra mente se habrá desarrollado de tal manera que no sólo tendremos capacidad para imaginar formas, sino que seremos capaces de animarlas dándoles vitalidad.
En el Período de Venus, los minerales de hoy habrán avanzado un paso más, por lo que deberemos dirigir a los animales de ese tiempo, tal a como lo hacen hoy los Arcángeles con los animales presentes, dándoles vitalidad y formas sensibles.
Y ya, en el Período de Vulcano, nuestro privilegio consistirá en proporcionarles una mente germinal, como los Señores de la Mente lo hicieron con nosotros en la Época Atlante. Los minerales de hoy serán la humanidad de dicho período, y nosotros habremos pasado a través de estados análogos a los recorridos por los Ángeles y los Arcángeles y avanzado un poco más, pues alcanzaremos un punto evolutivo superior al de los presentes Señores de la Mente, pues nunca tiene lugar una reproducción exacta en parte alguna, y sí en cambio un perfeccionamiento progresivo debido a los trazos hacia arriba y hacia adelante de la espiral.
El Espíritu Divino absorberá al Espíritu Humano al finalizar el Período de Júpiter, al Espíritu de Vida a la conclusión del Período de Venus, y a la Mente perfeccionada – encerrando todo lo adquirido a lo largo de los siete períodos, a la finalización del Período de Vulcano.
Posteriormente surgirá un largo intervalo de actividad subjetiva, durante el cual los espíritus virginales absorberán todos los frutos del Período Septenario de Manifestación habido. Pasado este intervalo se sumergirán en Dios – de quien vinieron – para re-emerger al alborear otro Gran Día, como otros de sus Gloriosos Colaboradores, pues durante la pasada evolución sus posibilidades latentes habrán sido transmutadas en poderes dinámicos, y habrán adquirido no sólo Poder de Alma sino Mente Creadora como fruto de su peregrinaje a través de la materia. Por tanto, habrán avanzado desde la impotencia a la omnipotencia y de la nesciencia a la omnisciencia.
XXXI
ACERCA DEL CONOCIMIENTO DIRECTO
Ayudas de que dispone la humanidad
Toda persona interesada tiene a su disposición los medios para poder investigar por sí misma todos los hechos a que hemos ido haciendo referencia anteriormente. Cualquier hombre o mujer puede conocer por sí mismo las verdades relacionadas con el peregrinaje del alma, la evolución pasada y el futuro destino del mundo, sin necesidad de depender de nadie. Por tanto, existe, naturalmente, un método para ello que, de seguirlo de manera persistente, puedan con él desarrollarse los poderes de un Dios. Y si un buen artesano es sumamente escrupuloso con las herramientas que usa o ha de usar, de igual modo el Ego tiene a su disposición varios instrumentos: un cuerpo denso, un cuerpo vital, un cuerpo de deseos y una mente. Por lo que, y obviamente, de su calidad y estado dependerá la obra que pueda llevar a cabo para adquirir la experiencia que persiga.
No olvidemos que el alma está aquí para adquirir experiencias por medio de sus instrumentos, y los distintos cuerpos y la mente son los que le suministra cada nacimiento, y serán buenos, malos o indiferentes de acuerdo con lo que se haya aprendido en las experiencias pasadas para construirlos. Pero sin duda, antes de dar comienzo al trabajo de nuestro propósito, es lógico que hayamos procedido a “afilar” nuestras herramientas, a ponerlas a tono para la finalidad que perseguimos: la unión y equilibrio entre el Yo Superior y el Yo inferior, las dos polaridades, la masculina y la femenina; en una palabra, la consumación del matrimonio místico entre el triple espíritu (fuego) y la quintaesencia de su reflexión en la materia o el triple cuerpo (agua)
Hay tres grados para tal conquista espiritual y tres son las ayudas al efecto. La primera ayuda es la Religión de Raza, mediante la cual podremos dominar el cuerpo de deseos, preparándolo para la unión con el Espíritu Santo. Su expresión podemos apreciarla en el Día de Pentecostés, pues como el Espíritu Santo (Jehová) es el Dios de Raza, todos los idiomas son dados por Él, cosa que llevaron a cabo los apóstoles, dado que sus cuerpos de deseos habían sido suficientemente purificados para producir aquella unión y despertar en sí mismos dicha facultad (El conde de Saint Germain, una de las últimas encarnaciones de Cristián Rosenkreuz, fundador de la Orden Rosacruz, hablaba todos los idiomas, por lo que todos aquellos a quienes él dirigía la palabra creían que era de la misma nacionalidad que ellos. También él había realizado la unión con el Espíritu Santo)
La segunda ayuda que la humanidad tiene a su disposición en este momento es la Religión del Hijo, la Religión Cristiana, la cual tiene por objeto la unión con Cristo mediante la purificación del cuerpo vital. “Hasta que El Cristo no nazca de vosotros…”, dice San Pablo. El cuerpo vital se construye mediante la repetición, su palabra-clave, pues mediante ella se crea y consolida la memoria. Los Guías de la humanidad, pretendiendo dar ayuda inconsciente por medio de ciertos ejercicios, indicaron la oración como medio de producir pensamientos dulces y puros destinados a elaborar y mejorar el cuerpo vital, por lo que recomendaron que “oraran sin cesar”. Cristo mismo dio a la humanidad una oración que, cuan Él mismo, es única y universal a un tiempo: el Padrenuestro. Puesto que ya ha sido explicada más arriba, únicamente remitiremos a ella.
Si las Religiones del Espíritu Santo (Jehová) o Religiones de Raza, tuvieron por objeto la elevación del género humano por medio del sentimiento de pertenencia a un grupo determinado, ya familiar, de tribu o nación, el propósito de la Religión del Hijo tiene como misión elevar aún más a la humanidad, hasta formar una Fraternidad Universal compuesta por individuos separados y libres.
La tercera ayuda consistirá en la Religión del Padre, que consistirá en la eliminación de toda separatividad mediante la inmersión en el Uno, así que ya no habrá más “yo” ni “tú”, puesto que, en realidad, todos seremos uno. Sin embargo, esto no ha de suceder mientras habitemos la Tierra física, sino en un futuro estado en el que comprenderemos nuestras unidad con todo, y teniendo cada uno acceso a todos los conocimientos adquiridos por cada individuo en particular. Tendrá similitud a como una sola faceta de un diamante tiene acceso a toda la luz que se filtra por cada una de las demás facetas, y siendo una con ellas, si bien limitada por líneas que le dan cierta individualidad “sin separatividad”. Así también el espíritu individual retendrá la memoria de sus experiencias particulares, si bien dado a los demás a un tiempo los frutos de su propia e individual experiencia.
Por tanto, éstos son los medios por los que a la larga se purifican los diferentes cuerpos de la humanidad, pero, en cualquier caso, el aspirante al conocimiento superior trabaja conscientemente para alcanzar esos fines, por métodos bien definidos y de acuerdo con su constitución.
Educación Esotérica
Ciertamente, en la mayoría de las personas la mayor parte de la fuerza creadora que legítimamente puede usarse por los órganos de generación, es empleada para la gratificación de los sentidos, por lo que muy poca cosa puede ascender hacia arriba, tal y como se indica en el diagrama 2.
Cuando el aspirante a la vida superior, a la vida espiritual, comienza a dominar sus excesos y dedica cada vez más su atención a pensamientos y esfuerzos de naturaleza espiritual, el clarividente educado puede ver ascender la fuerza sexual no utilizada, siguiendo el sendero marcado, atravesando el corazón y la laringe, o directamente por entre el cuerpo pituitario y la glándula pineal hacia el punto oscuro de la raíz de la nariz, donde el más elevado espíritu, el Divino, tiene su asiento.
En alguien que esté buscando la iluminación siguiendo líneas puramente intelectuales, la corriente sexual pasará especialmente sobre la médula espinal, y únicamente una pequeña parte seguirá el camino del corazón. Por el contrario, en el místico, que más bien “siente” antes que conocer, esas corrientes seguirán con preferencia el camino que pasa por el corazón. Por tanto, el temperamento del aspirante resulta esencial. De cualquier modo, ambos están de esta manera desenvolviéndose anormalmente y cada uno de ellos tendrá que dedicar su atención a desarrollar lo que antes descuidó, a fin de complementarse plenamente. Por ello, el objeto de los Rosacruces es dar enseñanzas que satisfagan a ambas clases de aspirantes, si bien sus esfuerzos principales se dirigen a la mente muy desarrollada, puesto que su necesidad es la mayor.
Cuando el candidato ha vivido una vida de valor espiritual durante cierto tiempo como para establecer la corriente de fuerza espiritual hacia arriba aludida, y se le encuentra apto y capacitado para recibir instrucciones esotéricas, se le proporcionan algunos ejercicios para poner en vibración el cuerpo pituitario. Esta vibración hace que este cuerpo choque y desvíe ligeramente la línea de fuerza más próxima, la cual, a su vez, choca con la próxima a ella, continuando así el proceso hasta que la fuerza de vibración se agota.
Cuando por la vibración creciente del cuerpo pituitario las líneas de fuerza han quedado suficientemente desviadas como para alcanzar la glándula pineal, entonces es cuando se realiza el objeto perseguido, porque se habrá establecido un puente entre ambos órganos. Se trata del puente entre el Mundo de los Sentidos y el Mundo del Deseo. A partir de ese momento la persona se hace clarividente y puede dirigir su mirada a voluntad, por lo que los objetos sólidos los podrá ver a un tiempo por dentro y por fuera, y el espacio y la densidad, en cuanto obstáculos para la observación, habrán dejado de existir. No será un clarividente entrenado o educado, desde luego, pero es clarividente a voluntad, un clarividente de los voluntarios, acerca de los que ya hemos hablado. La persona en quien ya se ha construido ese puente, siempre estará segura de poder ponerse en contacto con los mundos internos, estableciendo o interrumpiendo a voluntad la conexión con ellos. Ya no le será necesario ponerse en trance o llevar a cabo algo anormal para elevar su conciencia hasta el Mundo del Deseo. Simplemente queriendo ver, ve.
El recién llegado, de todos modos, si bien es cierto que ve, deberá aprender sin embargo a ver y a discernir en el nuevo mundo, porque en el mundo físico los objetos son densos, sólidos, y no cambian instantáneamente. En el Mundo del Deseo, por el contrario, cambian de la manera más fugaz e inestable; de todos modos, las instrucciones del Instructor, colocan bien pronto al discípulo desde un punto tal que, aun cambiando la forma todo cuanto quiera, podrá percibir la Vida que produce dicho cambio, sabiendo por qué es, y ello a pesar de todos los cambios que puedan producirse.
En consecuencia, el poder que permite a uno percibir los objetos de un mundo, en ningún caso es idéntico al de entrar en ese mundo y poder funcionar en él. Así, y de esta forma, el clarividente voluntario no debe engañarse, pues aun cuando haya recibido algún entrenamiento y pueda distinguir lo verdadero de lo falso en el Mundo del Deseo, prácticamente está en la misma relación que un prisionero tras la reja de la ventana que lo separa del mundo exterior: puede verlo, pero no puede funcionar en él. Por tanto, la educación o ejercitamiento esotérico no solamente abre la visión interna del aspirante, sino que, a su debido tiempo, se le dan ejercicios que le suministrarán un vehículo en el cual podrá funcionar en los mundos internos de una forma perfectamente consciente.
Como cualquier información o instrucción esotérica, ésta jamás se vende, pues ello no es más que el resultado de haberse calificado el discípulo a sí mismo para recibirla.
Concentración
Lo primero a conseguir es mantener los propios pensamientos sobre un ideal y mantenerlos, sin permitir que se desvíen de él. No es una tarea fácil, pero resulta indispensable que se lleve a cabo en alguna extensión antes de que pueda llevarse a cabo algún progreso posterior. La fuerza del pensamiento es el medio más poderoso para la adquisición de conocimiento. Si se concentra sobre un asunto, se abrirá camino a través de cualquier obstáculo y obtendrá la resolución del problema. Si s e posee la cantidad necesaria de energía mental, no hay nada que esté más allá de la comprensión humana.
La gente está pensando constantemente en otras cien cosas distintas a que aquella que tiene entre manos. Todo triunfo, todo éxito, se ha conseguido por medio de la concentración persistente en el fin deseado; por ello es algo que el aspirante a la vida superior debe aprender positivamente a hacer. No hay otro camino. Sin ella, es imposible obtener un resultado fructífero o alentador. Este ejercicio de concentración mental debe ser efectuado por la mañana, al despertarse, relajándose y dejando que el cuerpo no sienta molestias. Enseguida, tras haberse despertado, es mayor la capacidad para ponerse en contacto con los mundos internos que en cualquier otro momento del día. Cuando el aspirante puede formar imágenes sobre el ideal requerido, consiguiendo mantenerlas allí, fijas, puede tratar de hacerlas desaparecer súbitamente y mantener la mente firme, sin pensamiento alguno, en espera de lo que venga a ese vacío. Puede que durante largo tiempo no aparezca nada, por lo que el aspirante debe guardarse muy mucho de crearse visones él mismo; pero si mantiene esa actitud puntual y paciente todas las mañanas, un día vendrá sin duda en que, en el momento de desaparecer aquella imagen o imágenes, y en algo semejante a la rapidez de un relámpago, se desplegará a su alrededor el Mundo del Deseo ante su visión interna. Podrá, no obstante, aparecer como una mera vislumbre, pero será una vislumbre de lo que inequívocamente ha de venir.
Meditación
Una vez que el aspirante al conocimiento directo ha enfocado la mente durante un tiempo sobre un objeto determinado, construyendo un pensamiento-forma viviente con la imaginación, ahora, y por medio de la meditación, podrá aprender todo cuanto se refiere a tal objeto.
Así, por ejemplo, si lo imaginado ha consistido un melocotonero en flor, el aspirante podrá tratar de pensar hacia atrás acerca de cómo se ha ido construyendo aquella multitud de flores, cómo primero aparecieron unas diminutas yemas y lentamente se fueron abriendo entre las hojas para llegar a adquirir una a una y todas juntas la maravilla que ahora está contemplando; podrá procurar asimismo y paso a paso el crecimiento de las hojas, de los tallos del árbol, acerca del engrosamiento año a año del tronco, incluso ir más atrás y advertir que, tras ser puesta la semilla en tierra, el caparazón duro se fue rompiendo para que poco a poco unas raicillas fueran irradiando en la tierra para expandirse, a la vez que un tallito, leve y tierno, ascendía de entre el reino de la oscuridad al encuentro con de la luz.
Una vez que nuestro aspirante al conocimiento directo ha actuado conjuntamente a través de la imaginación y la meditación, habrá podido descubrir que tras las más simples apariencias existen ignoradas y complejas historias a las que normalmente no tenemos acceso o bien pasan ante nosotros desapercibidas. Y se habrá dado cuenta sin duda de que la aprehensión de conocimiento es ilimitada.
Observación y discernimiento
La valía de la observación es de primer orden. Haría bien el aspirante a la vida superior procurar llevar a cabo una observación meticulosa de las cosas que le rodean, no de otra forma logrará disponer de una memoria consciente y exacta para imaginar con acierto aquello que desee. En todos los órdenes de la Naturaleza la precisión es de suma importancia; porque es cierto que vivimos, que pasamos por la vida sin ver. De aquí que, ver y distinguir las cosas con nitidez hasta en sus más mínimos detalles tenga en sí trascendencia enorme no sólo a fin de deducir conclusiones de los actos y poder cultivar el razonamiento lógico, sino, y sobre todo, de cara al segundo cielo, cuando allí debamos corregir líneas, elementos o presuntas disfunciones encontradas en nuestro cuerpo anterior y sea posible efectuarlo con corrección, meticulosidad y exactitud.
Cuando se practica este método de observación es de necesidad tener presente que sólo debe emplearse para agrupar hechos y no con propósitos de crítica malévola, ya que la crítica constructiva, la que señala los defectos y el modo de corregirlos, es la base de todo progreso personal o ajeno. Por el contrario, la crítica destructiva constituye una úlcera que por todos medios deberíamos intentar que desapareciera de nuestras vidas, como asimismo las meras charlas o conversaciones triviales, pues por sí mismas devienen en obstáculos para el crecimiento espiritual. De forma natural resulta obvio que la crítica debe ser ejercida siempre con intención de ayudar y no para molestar o agriar el carácter de quien sea, sobre todo cuando hemos descubierto una manchita sin trascendencia alguna, es decir, cuando descubrimos la pajita ajena y no la viga nuestra. En cualquier caso, no existe nadie que no necesite mejorar. De ahí que, entre mejor sea una persona, menos faltas apreciará en los demás, pues se preguntará de inmediato que quién es ella para arrojar contra nadie reprensión o piedra alguna.
Por tanto, si al apreciar el discernimiento apreciamos una falta, hagámoslo sin el menor sentimiento personal hacia el afectado e indicando, si es posible, el medio de poderla corregir, buscando en todos los casos “lo bueno” que suele permanecer oculto, aunque sea de escasa o mínima relevancia. Salvar a alguien de algún aspecto desagradable que presente es señal de caridad envidiable.
Hemos visto, pues, que la concentración consiste en enfocar el pensamiento sobre un solo objeto, y que es el medio por el cual construimos una imagen clara, objetiva y viviente de la forma sobre la que deseamos adquirir conocimiento; y hemos visto que la meditación es el ejercicio por medio del cual seguimos la historia del objeto y nos ponemos en relación con todos los detalles del mismo con respecto al mundo en general.
Estos dos ejercicios mentales se refieren en la más profunda manera imaginable a las cosas, por lo que conducen a un estado – tocante al alma de las cosas – más elevado, penetrante y sutil en cuanto a desarrollo mental se refiere. Ese estado es el denominado contemplación.
Contemplación
A través de la contemplación no es necesario imaginar o pensar para conseguir la información que se desee, como ocurría en la meditación, pues en la contemplación únicamente debe mantenerse el objeto ante la visión y dejar que el alma de aquél nos hable acerca de sí mismo. Normalmente se reposará sobre el lecho no de forma abandonada o negativa, sino estando muy alerta, en espera de la información que con toda seguridad acudirá si hemos alcanzado el grado de desenvolvimiento requerido. Entonces, la forma del objeto parecerá que se desvanece, viendo exclusivamente la Vida activamente, enseñándonos todo lo referente al aspecto vital, de igual forma a como la meditación nos enseñaba todo aquello que se refería a la forma.
Por ello, bajo la contemplación, por ejemplo, de un árbol, se perderá por completo la forma del mismo y sólo será tenida en cuentas la Vida que, en ese caso, consistirá en un Espíritu-grupo. Pero, para añadido nuestro, podremos descubrir con asombro que el Espíritu-grupo comprenderá además a los diversos insectos que de él se alimentan, así como que el parásito y su presa son emanaciones del mismo Espíritu-grupo, dado que, entre más nos elevemos en los reinos de lo invisible, menos formas separadas y distintas encontraremos, al tiempo que aprehenderemos que la Vida Una predomina por completo, imprimiendo en el ánimo del investigador el hecho real de que no hay sino la Vida Universal de Dios en quien en realidad todos “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Por medio de la contemplación encontraremos que los minerales, los vegetales y el hombre – todos, sin excepción alguna – no somos sino manifestaciones de Dios, hecho éste que suministrará y pondrá las bases ciertas para una fraternidad que lo incluirá todo, absolutamente todo en el contexto de la creación. En consecuencia, el ocultista “sabe” que, a pesar de cualquier distinción aparente, fundada en virtualidades de clases, razas o similares, etc., la Vida Universal y Única es la que fluye sin cesar en todas y cada una de las formas existentes.
Adoración
Tras la altura espiritual alcanzada mediante la contemplación, ha de darse un paso más elevado aún: el de la adoración. Por media de ella, el aspirante se unirá él mismo con la Fuente de todas las cosas, última realización posible a lograr por el hombre, unión que permanecerá hasta el final del Gran Día de esta Manifestación actual.
Hemos de dictar que tanto la contemplación como la adoración sólo son alcanzables con la ayuda de un instructor. Sin embargo, el aspirante no debe temer no encontrarlo, pues una vez que sus vehículos comiencen a brillar en los mundos internos, el Maestro aparecerá con toda seguridad; no en vano fue dicho: “buscad y encontraréis”. No queremos decir con ello que el hecho de ir de un instructor a otro consiste en buscar, puesto que la luz que en teoría buscamos, esa, debe ser encendida dentro por nosotros mismos; es la estrella que, irradiando, nos ha de traer, nos ha de acercar al verdadero instructor, ya que éste nunca es elegido por el aspirante, sino a la inversa, dado que será el Maestro quien se acerque al aspirante.
Referente al tiempo requerido para obtener resultados por medio de los diversos ejercicios de que hemos hablado, dependerá de cada uno en función de su aplicación, de su estado de desarrollo y del destino pendiente; por ello no es posible referirse a un tiempo general. Los hay que a los pocos días o semanas los obtendrán, otros deberán trabajar durante meses o años, y quizás durante una vida entera sin palpar resultados concretos, si bien el esfuerzo quedará siempre hecho, latente, por lo que el aspirante fiel, de persistir en su empeño, no cabe duda alguna de que en esta u otra vida se encontrará con la recompensa debida a su paciencia, a su perseverancia y a su paciencia.
Una vez que sus ojos se abran a los mundos internos – y constantemente desde entonces, y ya se encuentre vivo o haya muerto – su conciencia será ininterrumpida. Su existencia será continua y consciente, cosa que le permitirá elevarse más rápido a escalones superiores y prestar más arduos y desinteresados servicios en favor de la humanidad.
XXXII
CRISTIÁN ROSENKREUZ Y LA ORDEN DE LOS ROSACRUCES
Antecedentes y actualidad
Todo en el mundo se encuentra sujeto a la ley y toda nuestra evolución efectuó su progreso físico y espiritual a un tiempo. El Sol, tal y como lo conocemos es el dador de la luz física, y, aparentemente, marcha del Este hacia el Oeste llevando, a unas después de otras, luz y vida a todas las partes y rincones de la Tierra. Pero el Sol que vemos, es únicamente una parte del Sol, así como nuestro cuerpo visible es sólo una pequeña parte o representación del hombre que somos. Hay un Sol invisible y espiritual cuyos rayos estimulan el crecimiento del alma de los hombres sucesivamente a lo largo de la Tierra; por lo que del mismo modo a como el Sol visible promueve el crecimiento de la forma, este Sol invisible marcha dando su impulso espiritual en la misma dirección ya apuntada: de Este a Oeste.
Recordemos que hace setecientos u ochocientos años a.c. una nueva oleada de espiritualidad brotó en las costas occidentales del Océano Pacífico para iluminar a la nación china, por lo que la religión de Confucio la han profesado y profesan muchos millones de habitantes del Celeste Imperio: Más tarde, podemos descubrir el efecto de esta oleada plasmado en la religión de Buda, cuyas enseñanzas iluminaron y fueron acogidas también por millones de hindúes y chinos occidentales. En su marcha hacia el Oeste, la oleada espiritual la encontramos entre los griegos, expresada sobre todo por medio de Sócrates y Platón, para encontrarla por último en el mundo occidental bajo la expresión de la Religión Cristiana, la cual se ha ido abriendo camino más allá y alcanzar las costas del Pacífico, lugar donde se han ido concentrando las más altas aspiraciones espirituales. Antes de dar el salto y cruzar de nuevo el Océano Pacífico, tendrá su punto culminante, para después inaugurar un despertar más elevado y sublime en Oriente, cuya naturaleza será inmensamente superior al actualmente vigente en aquel distrito de la Tierra.
Del mismo e idéntico modo a como se suceden el día y la noche, el verano y el invierno y el flujo y el reflujo, así tiene lugar la ley de ciclos alternativos, por lo que una oleada de espiritualidad en cualquier parte del mundo va seguida de un período de reacción material, a fin de que nuestro desarrollo no sea unilateral y desequilibrado en suma.
La Religión, el Arte y la Ciencia constituyen los tres medios más importantes de educación humana, una trinidad en una unidad que no puede separarse arbitrariamente sin torcer el punto de vista de cualquier cosa o materia que intentemos investigar.
La verdadera religión comprende a la vez a la ciencia y al arte, porque enseña una vida hermosa en armonía con las leyes de la Naturaleza.
La verdadera Ciencia es a un tiempo artística y religiosa en el más elevado sentido, porque nos enseña a reverenciar y a conformarnos con las leyes que gobiernan nuestro bienestar, a la vez que explica por qué la vida religiosa conduce a la salud y a la belleza (hay fórmulas matemáticas que, antes de conocer sus resultados, ya enamoran hondamente a sus proponentes, a sus investigadores)
El verdadero Arte es tan educacional como la ciencia y tan perfeccionante, por su influencia, como la religión. En la Arquitectura encontramos la más sublime concatenación de líneas cósmicas de fuerza en el Universo, pues llena al espectador espiritual de una poderosa devoción y adoración nacida de la concepción tanto de la grandeza como de la majestad de la divinidad. La escultura y la pintura, la música y la literatura, nos llenan de un trascendental amor de Dios, fuente inmutable y meta de todo este hermoso mundo expresado.
De aquí que nada, excepto esta enseñanza integral, pueda responder permanentemente a las necesidades humanas. Hubo un tiempo, por supuesto, en el que Ciencia, Arte y Religión se enseñaban juntas en los Templos de Misterios griegos. Pero se hizo necesario separarlas durante algún tiempo a fin de que pudieran obtener de forma independiente mejor desenvolvimiento. Así, durante las denominadas “edades negras”, en relación con la Edad Media, la Religión reinó suprema, por lo que durante ese tiempo esclavizó a la Ciencia y al Arte. Más tarde vendría el período del Renacimiento, en el que Arte floreció en todos sus aspectos, si bien la Religión mantuvo una fortaleza exultante, motivo por el que el Arte cayó prostituido bajo el dominio de aquélla. Llegaría al fin el tiempo moderno con su Ciencia, la cual, sin miramiento y con mano de hierro, ha subyugado a la Religión.
Ha sido en detrimento del mundo la opresión llevada a cabo por la Religión sobre la Ciencia, pues la ignorancia y la superstición han producido males sin cuento; aun así, y a pesar de todo, el hombre siempre ha abrigado elevados ideales espirituales en espera de una vida mejor. En su virtud, es infinitamente más dañino que la Ciencia esté matando a la Religión, puesto que, ahora, hasta la esperanza puede desvanecerse ante el materialismo, el agnosticismo y escepticismo extremos. De aquí que tal estado de cosas no pueda continuar, por lo que debe producirse la oportuna reacción; porque, de no ser así, la anarquía acabaría abarcándolo todo. Para ello, y en previsión de una calamidad de semejante calibre, la Religión, la Ciencia y el Arte deben reunirse de nuevo en función de una más elevada expresión referente a lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello.
Previendo lo dicho, y dado que los sucesos futuros proyectan sus sombras de forma anticipada, los Guías de la humanidad han tomado medidas al respecto. Jamás han deseado, de manera alguna, que muriese la Ciencia floreciente tal y como ésta está tratando de hacerlo actualmente con la Religión, pues ellos ven que el bien resultará de gran relevancia una vez que una Ciencia avanzada colabore de nuevo con una religión del mismo tono. En cambio, y al igual que el aceite no puede mezclarse con el agua, una religión espiritual no puede unirse a una ciencia materialista. En consecuencia, han previsto por un lado que la Ciencia se ha de espiritualizar, y, por otro, que la Religión ha de tener una interpretación y significado científico.
En el Siglo XIII, un gran instructor espiritual, cuyo nombre simbólico fue Cristián Rosenkreuz – Cristiano Rosa Cruz – apareció en Europa para comenzar ese trabajo. Fundó la entonces misteriosa orden de los Rosacruces con el objeto de arrojar luz oculta sobre la mal entendida Religión Cristiana y explicar el misterio de la Vida y el Ser desde un punto de vista científico y en armonía con la Religión.
Muchos siglos han transcurrido desde su encarnación, y si bien muchos lo han tomado como un mito, su nacimiento, sin embargo, ha marcado el principio de una nueva época de vida espiritual en el mundo occidental. Cristián Rosenkreuz ha estado en continuas existencias físicas desde entonces en uno u otro delos países europeos. Ha ido tomando un cuerpo nuevo cada vez que sus cuerpos sucesivos iban pediendo utilidad, o cuando las circunstancias requerían que cambiara el escenario o campo de sus actividades. Más aún, hoy en día se encuentra encarnado como Iniciado de grado superior, potente y activo factor en los asuntos de Occidente, si bien desconocido por el mundo.
Trabajó con los alquimistas durante varios siglos antes del advenimiento de la ciencia moderna, y él fue quien, valiéndose de un intermediario, inspiró las ahora mutiladas obras de Bacon. También Jacobo Boehme y otros recibieron de él la inspiración que iluminó sus obras tan espiritualmente, encontrando la misma influencia en los escritos del genial Goethe y en las obras maestras de Wagner. Todos los espíritus inquietos que rehúsan alimentarse de la ciencia y religión ortodoxas, huyendo de esclavitudes, tratan de penetrar los dominios espirituales sin miras de gloria o vanidad y sacan sus inspiraciones de la misma fuente, tal como lo hizo y lo hace el gran espíritu que animó a Cristián Rosenkreuz.
La Orden de los Rosacruces no es simplemente una sociedad espiritual, sino una de las Escuelas de Misterios Menores, y los Hermanos Mayores, Hierofantes de tales misterios, custodios de las Sagradas Enseñanzas, tienen un poder espiritual mucho más potente en la vida del Mundo Occidental que cualquier gobierno visible, si bien ellos jamás se interponen hasta el punto de privar de su libre albedrío a la humanidad.
Dado que el sendero de desarrollo en todos los casos depende del temperamento del aspirante, hay generalmente dos: el místico y el intelectual. El Místico está desprovisto de conocimientos intelectuales, sigue simplemente los dictados del corazón y trata de hacer la voluntad de Dios tal y como él la siente, por lo que sin estar consciente de ninguna meta definida, se eleva hasta alcanzar al fin el conocimiento. Naturalmente, en la Edad Media la gente no era tan intelectual como lo es ahora, y los que se sentían llamados hacia la vida superior, generalmente seguían el sendero místico. Sin embargo, durante los últimos siglos, sobre todo en los últimos cincuenta años, desde que a sobrevenido el gran despliegue de la ciencia moderna y una humanidad mucho más intelectual puebla la Tierra; la cabeza ha vencido por completo al corazón, el materialismo ha dominado todo impulso espiritual, y la mayoría de la gente pensante no cree en nada que no pueda tocar, gustar o manipular. Por tanto, es preciso hacer una llamada a su intelecto a fin de que el corazón pueda creer lo que el intelecto haya sancionado, por lo que, en respuesta a esta llamada, las Enseñanzas Occidentales, o Misterios Rosacruces, es que tratan de poner en relación y armonizar los hechos científicos con las verdades espirituales. Y si bien en el pasado esas enseñanzas han sido mantenidas en secreto excepto para los pocos iniciados, en virtud del nivel alcanzado por la generalidad, hoy ya no lo son.
Tal y como cualquier otra Orden de Misterios, la de los Rosacruces está formada siguiendo líneas cósmicas; si tomamos esferas de cualquier tamaño y tratáramos de ver cuántas son necesarias para cubrir una de ellas, encontraríamos que se requieren doce para ocultar la decimotercera; La última división de la materia física, la que se encuentra en el espacio interplanetario, está agrupada así, doce en torno de uno. Los doce signos del Zodíaco, que envuelve nuestro sistema solar, los doce semitonos de la escala musical que comprende la octava, los doce apóstoles que se reunieron en torno a Cristo, etc., son otros tantos ejemplos de esta agrupación de doce en torno a uno. La Orden de los Rosacruces también está compuesta de doce Hermanos más un decimotercero.
Las siete rosas que adornan nuestro hermoso emblema y la radiante estrella de cinco puntas que está detrás simbolizan las Doce Grandes Jerarquías Creadoras que han asistido al espíritu humano mientras evolucionaba a través de los estados mineral, vegetal y animal anteriores, cuando no tenía conciencia y era incapaz de cuidarse a sí mismo en el más mínimo grado. De estas doce huestes de Grandes Seres, tres clases trabajaron con y sobre el hombre por propia voluntad, no teniendo la menor obligación de hacerlo para continuar su evolución.
Esas huestes se encuentran representadas por los tres puntos de la estrella de nuestro emblema que apuntan hacia arriba. Dos más de esas jerarquías están a punto de retirarse, y están simbolizadas por los dos puntos de la estrella que irradian hacia abajo. Las siete rosas indican el hecho de que hay aún siete Grandes Jerarquías Creadoras en actividad en el desarrollo de los seres de la Tierra.
Dado que el axioma hermético dice: “como arriba es abajo”, los instructores menores de la humanidad están también agrupados según las mismas líneas cósmicas de 7, 5 y 1. Hay, pues, sobre la Tierra, siete escuelas de Misterios Menores, cinco de Misterios Mayores, y el total se encuentra agrupado en torno de una Cabeza Central que se llama el Liberador.
En la Orden Rosa Cruz siete Hermanos van al mundo cada vez que la ocasión lo requiere, apareciendo como hombres entre los hombres o trabajando en sus vehículos invisibles con o sobre los demás, según sea necesario; de todos modos, debe tenerse siempre muy presente que jamás influyen en nadie contra su voluntad o contra sus deseos, sino que únicamente fortalecen el bien dondequiera que puedan encontrarlo.
Los cinco Hermanos restantes nunca abandonan el templo. Y aunque poseen cuerpos físicos, ejecutan todo su trabajo desde los mundos internos.
El decimotercero es el Jefe de la Orden, eslabón con el Consejo Central Superior, que está compuesto por los Hierofantes de los Misterios Mayores, quienes no tratan en absoluto con la humanidad ordinaria, sino exclusivamente con los graduados en los Misterios Menores. Aun los discípulos de la Escuela nunca lo ven, pero en los servicios nocturnos todos “sienten” su presencia cualquiera que sea el momento en que él entre en el Templo. Es la señal para que comience la ceremonia.
Alrededor de los Hermanos de la Rosa Cruz, en calidad de discípulos, hay cierto número de “hermanos legos”, quienes, si bien viven en diversas partes del mundo occidental, pueden dejar sus cuerpos conscientemente, atender a los servicios nocturnos y participar en la obra espiritual del Templo, habiendo sido “iniciados” todos y cada uno de ellos por algunos de los Hermanos Mayores. La mayoría de ellos pueden recordar perfectamente lo que acaece en los servicios a los que prestan su asistencia.
La Iniciación.- La idea generalizada que se tiene acerca de la iniciación es que no es más que una ceremonia que convierte a uno en miembro de una sociedad secreta, cosa que, por otro lado, puede conferirse con tal de que se pague cierto precio, una suma de dinero en la mayoría de los casos. Y si bien es cierto que en la llamada “iniciación” en las órdenes fraternales o en la mayoría de las seudo-ocultas sucede así, es completamente erróneo cuando se aplica a las iniciaciones en los varios grados de los verdaderas Fraternidades Ocultas, como lo aclarará un tanto la comprensión de los requisitos realmente exigidos.
En primer lugar, el oro no es en manera alguna la llave del Templo; el mérito espiritual cuenta, pero no el dinero. El mérito espiritual no se adquiere en un día, pues es el producto acumulado de las buenas acciones pasadas. El candidato para la iniciación, generalmente está inconsciente de que es candidato, y vive su vida en la comunidad sirviendo a su prójimo durante días y años sin ningún pensamiento ulterior, hasta que un buen día aparece en su vida un instructor, un Hierofante de los Misterios Menores, apropiado al país en el que resida el candidato. Hasta ese momento éste ha estado cultivando en sí ciertas facultades y acumulando ciertos poderes mientras servía y ayudaba, acerca de los que habrá estado generalmente inconsciente y los que no sabe cómo usar debidamente. La tarea del iniciador es entonces, y por tanto, muy sencilla: muestra al candidato sus facultades latentes, sus poderes adormecidos, y lo inicia en su empleo; le explica o demuestra por vez primera cómo puede despertar esa energía estática para convertirla en poderes dinámicos.
La iniciación, en suma, podrá realizarse por medio de una ceremonia o no, pero obsérvese de forma particular que, siendo la Iniciación la culminación inevitable de prolongados esfuerzos espirituales, sean éstos conscientes o no por parte del candidato, de ninguna manera puede tener lugar sino hasta que el requerido desenvolvimiento interno haya acumulado los poderes latentes que la Iniciación enseña a emplear dinámicamente, del mismo modo a como el apretar el gatillo de una pistola descargada no puede o podría producir explosión alguna.
Tampoco debe existir temor alguno a que el instructor no se fije en quien haya alcanzado el grado de desarrollo espiritual al efecto. Toda acción buena y desinteresada aumenta la luminosidad y el poder vibrante del aura del candidato enormemente, y de igual modo que el imán atrae a la aguja, así también la brillantez del aura luminosa atraerá al correspondiente instructor.
Los Misterios Menores tratan únicamente con la evolución de la humanidad durante el Período Terrestre. En las tres revoluciones y media primeras de la oleada de vida en torno de los siete globos, los Espíritus Virginales aún no habían adquirido la conciencia de sí mismos, por lo que debido a ello ignoramos cómo hemos llegado a ser lo que somos. Tiene, pues, que iluminarse al candidato sobre el asunto; así que, bajo el impulso del Hierofante, durante el primer período de iniciación en el primer grado, su conciencia se dirige hacia la página de la memoria de la Naturaleza que contiene los recuerdos de la primera revolución, en la que recapitulamos el desarrollo del Período de Saturno. De esta forma, él aún está en plena posesión de su conciencia diaria, sabe y recuerda perfectamente los hechos de la vida del siglo XXI, pero ahora está observando de manera consciente los progresos de la evolucionante hueste de espíritus virginales, hueste de la que él era una unidad en la Revolución de Saturno. De esa forma aprende cómo se dieron los primeros pasos en el Período Terrestre hacia la meta de realización, la que le será revelada en un grado superior.
Tras haber aprendido la lección de forma práctica, el candidato habrá adquirido conocimiento directo sobre el asunto a la vez que habrá tomado contacto con las Jerarquías Creadoras en su obra sobre la humanidad, por lo que podrá no sólo apreciar su actuación beneficiosa en el mundo, sino ponerse hasta cierto punto la línea con ellas y convertirse de hecho en un nuevo, activo y consciente colaborador.
Llegado el tiempo para el aspirante de acceder al segundo grado, se le facilita que dirija su atención a las condiciones de la segunda Revolución del Período Terrestre, o Solar, tal y como se encuentran registradas en la memoria de la Naturaleza, observando entonces con plena conciencia los progresos hechos en ese tiempo por los Espíritus Virginales. En el tercer grado, por supuesto, el discípulo estudia la evolución de la tercera Revolución, o Lunar, y, en el cuarto, ve los progresos efectuados en la primera mitad de la cuarta o presente Revolución, primera mitad que acabamos de concluir. Hay además otro paso en cada grado: el discípulo ve, además de la labor ejecutada en cada revolución, la obra realizada en la Época correspondiente a cada Revolución o Período anterior, durante nuestra actual estancia en el globo D de la Tierra. Así: durante el primer grado, estudiará la obra de la Revolución de Saturno, que es una recapitulación del período del mismo nombre, además de su última consumación o replicación a través de la Época Polar. En el segundo grado, verá la obra de la Revolución Solar, en cuanto recapitulación del período de igual nombre, además de la réplica obtenida por medio de la Época Hiperbórea. Durante el tercer grado observará la obra llevada a cabo en la tercera revolución, o Lunar, así como lo que fue la base de la vida en la Época Lemúrica. Durante el cuarto grado verá la evolución de la primera media parte de la cuarta revolución con su correspondiente período de tiempo en nuestra estancia sobre la Tierra. Precisamente, la primera mitad de la Época Atalante se corresponde a cuando desapareció la densa neblina de la atmósfera y el sol comenzó a brillar sobre la tierra y el mar; entonces terminó también la noche de inconsciencia, los ojos del Ego interno se abrieron por completo y pudo dirigir la luz de la razón acerca del problema de cómo conquistar el mundo. Ese fue el tiempo en que el hombre nació tal y como hoy lo conocemos.
Cuando en los antiguos sistemas de iniciación se oye la narración acerca de que se sumergía el candidato en trance durante un período de tres días y medio, ello no hace referencia sino a esa parte de la iniciación que acabamos de describir, – primera parte de la Época Atalante incluida – por lo que los tres días y medio se refieren a estados pasados, no siendo de ninguna manera días de veinticuatro horas, puesto que el tiempo requerido varía en función del candidato. En todo caso, se le conduce inconsciente a través del desarrollo de la humanidad durante las revoluciones pasadas, y, cuando se dice que “despierta” al nacer el sol del cuarto día, ello se corresponde con la forma mística de expresar que su iniciación es obra de la carrera involucionaria del hombre, la cual cesó cuando el sol se levantó por fin sobre la atmósfera ya clara de la Atlántida. En ese momento es cuando el candidato “despierta” y es proclamado “primogénito”.
Por tanto, una vez familiarizado con el camino que hemos transitado por el pasado, el quinto grado conduce al discípulo al final del Período Terrestre, tiempo en el que la humanidad gloriosa recoge los frutos de este Período y se los lleva consigo desde los siete globos, sobre los que evolucionamos en cada Día de Manifestación, al primero de los cinco “globos oscuros” que constituyen nuestra habitación durante cada Noche Cósmica, el más denso de los cuales ha de encontrarse en la Región del Pensamiento Abstracto, en realidad el Caos de que hablamos en las páginas pertenecientes a este respecto. Este globo es también el Tercer Cielo, por lo que, cuando San Pablo habló acerca de que fue llevado al Tercer Cielo – donde vio cosas que no podía decir – en verdad se estaba refiriendo a las experiencias equivalentes a las del quinto grado de los Misterios Menores o Misterios Rosacruces actuales.
Al concluir el quinto grado, el candidato iniciático queda familiarizado con los progresos que se lograrán durante las tres revoluciones y media que restan del Período Terrestre; y, desde el sexto al noveno, están dedicados a ilustrarle sobre el asunto.
Por medio de la percepción así adquirida, el candidato podrá cooperar de forma inteligente con los Poderes que trabajan para Dios, pudiendo ayudar de esa manera a apresurar el día de nuestra emancipación terrestre.
De otra parte, no porque alguien se haya graduado en la Escuela de Misterios Rosacruces puede llamarse Rosacruz, pues los graduados en las diversas escuelas de misterios menores pasan a las cinco de misterios mayores. En las cuatro primeras pasan por las cuatro Grandes Iniciaciones, hasta que por último llegan al Liberador, de quien reciben conocimientos concernientes a otras evoluciones, dándoseles la posibilidad de elegir entre quedarse aquí, para asistir a la humanidad, o entrar en otra evolución en calidad de auxiliares de aquélla. A quienes eligen quedarse aquí, se les dan diversas tareas de acuerdo con sus gustos, temperamentos e inclinaciones naturales. Los Hermanos de la Rosa Cruz se encuentran entre estos compasivos, por lo que es absolutamente indebido utilizar esa denominación a sí mismo cuando no somos más que meros estudiantes de sus hermosas y sapientísimas doctrinas.
Durante las centurias últimas, los Hermanos han trabajado por la humanidad en secreto. Aactualmente, y en cada medianoche, hay un servicio en el Templo en el que los Hermanos Mayores, asistidos por los hermanos legos que pueden dejar su trabajo en el mundo (dado que muchos de ellos residen en lugares en los que aún es de día cuando es medianoche donde se encuentra ubicado el Templo de la Rosa Cruz) atraen de todas partes del Mundo Occidental los pensamientos de sensualidad, avaricia, egoísmo y materialismo. Entonces tratan de transmutarlos en puro amor y en benevolencia, en altruismo y aspiraciones espirituales, enviándolos de nuevo al mundo para vigorizar y mejorar el bien. Si no fuera por este potente manantial de vibraciones espirituales, el materialismo habría concluido ya con todo esfuerzo espiritual, pues, desde el punto de vista espiritual, nunca ha habido edad más negra y perniciosa que los últimos trescientos cincuenta o cuatrocientos años de materialismo avasallador.
Ha llegado el tiempo, sin embargo, en el que los esfuerzos secretos deben sustituirse por un esfuerzo claro y directo, a fin de promulgar una enseñanza definida, lógica y consecuente respecto del origen, la evolución y desarrollo futuro del mundo y del hombre, mostrando a la vez tanto el aspecto espiritual como el científico; una enseñanza de tal naturaleza que no entrañe afirmación alguna irreconciliable con la razón o la lógica; antes bien, una enseñanza que satisfaga a la mente y dé una solución razonable a todos los misterios, la que, no pidiendo ni aludiendo preguntas, sus explicaciones aspiren a ser a un tiempo profundas y lúcidas.
Por tanto – y este es un “pero” muy importante – los Rosacruces no consideran la comprensión intelectual de Dios y del Universo como un fin en sí mismo; muy lejos de ello, dado que, cuanto mayor es el intelecto, tanto mayor es el peligro de su mal uso. En consecuencia, esta enseñanza científica, lógica y completa se da para que el hombre pueda creer en su corazón lo que su cabeza ha sancionado ya, y para que, al tiempo, pueda dar comienzo a una vida religiosa y profunda.
XXXIII
LA FRATERNIDAD ROSACRUZ
Promulgar las enseñanzas expuestas fue el motivo que llevó a fundar la Fraternidad Rosacruz, en la que cualquiera puede inscribirse en calidad de estudiante mediante escrito solicitándolo al Secretario General siempre que no sea hipnotista, médium, vidente, quiromántico o astrólogo profesional. No hay cuotas iniciales, ni compromisos. El dinero no puede comprar esas enseñanzas, pues el avance depende exclusivamente del mérito.
Una vez que el estudiante de las enseñanzas rosacruces se ha compenetrado de la verdad que entrañan, se encontrará en disposición y con capacidad para concentrarse en ellas y asumir la obligación para ser admitirlo en el grado de Probacionista. El mundo es un cúmulo de oportunidades, pero para aprovecharnos de ellas es preciso que poseamos suficiencia en cualquier línea de esfuerzo. El desarrollo de nuestros poderes espirituales nos capacitará sin duda para ayudar o perjudicar a nuestros hermanos más débiles, pero cuando el objeto consiste únicamente servir a la humanidad, esa eficiencia es de todo punto justificable.
El método de realización rosacruz difiere de otros sistemas en un punto especial: persigue, desde el mismo comienzo, emancipar al discípulo de toda dependencia en relación con los demás, adquiriendo confianza en sí mismo en el más alto grado, de manera que pueda permanecer solo en todas las circunstancias y luchar frente a todas las condiciones, pues, únicamente quien está debidamente equilibrado, se encuentra en condiciones de ayudar al débil. Todo Probacionista de la Fraternidad Rosacruz ejecuta sus ejercicios (de concentración y restrospección) en la soledad de su habitación, y aunque los resultados puedan ser obtenidos con cierta lentitud, sin embargo, una vez hayan aparecido se manifestarán como poderes cultivados por uno mismo, con capacidad para ser utilizados con independencia de los demás. Como añadido, decir que los métodos rosacruces, a la vez que desarrollan las facultades espirituales, construyen el carácter, por lo que de esta manera resguardan al discípulo de la tentación de prostituir sus poderes divinos en virtud de prestigios humanos.
Concluido por el Probacionista el término de prueba, puede entonces solicitar de los Hermanos Mayores instrucciones individuales a través de la sede de la Fraternidad.
Esta sede se encuentra ubicada en Estados Unidos de América, en el Estado de California, en la ciudad de Oceanside, a noventa millas al norte de San Diego y en un lugar que ofrece características excepcionales para el desarrollo espiritual, pues el éter de la atmósfera es más denso que en ninguna otra parte del mundo, y Mount Ecclesia, como se denomina la sede central de la Fraternidad Rosacruz, se encuentra particularmente favorecida en tal sentido. Recordemos que, actualmente, la ola espiritual que avanza de Este a Oeste se encuentra aquí detenida y concentrada desde hace un tiempo, y que deberá coger nuevo impulso para trasponer en Océano Pacífico y acceder a las costas occidentales de dicho océano.
Entre otras actividades, la Fraternidad Rosacruz mantiene un curso por correspondencia por medio de cartas e instrucciones periódicas para los estudiantes. Dichas lecciones se remiten en forma de pequeños folletos. En las cartas se consideran y desarrollan algunos puntos de la instrucción, la que, de esta forma, logra imprimirse perfectamente en la mente del estudiante. También existe por correspondencia un curso avanzado para los probacionistas, al objeto de ayudarles a obtener el mayor beneficio posible de sus ejercicios y apresurar su marcha en el sendero espiritual hacia el discipulado.
Desde la sede de la Fraternidad Rosacruz se enviará a quien lo solicite un formulario para el curso por correspondencia elemental. Una vez cumplimentado y devuelto, su nombre y dirección se inscribirán en el listado de estudiante por correspondencia, por lo que de forma sucesiva se irán recibiendo tanto las cartas como las instrucciones.
Las lecciones, insistimos una vez más, no se venden; ello es contrario a los principios rosacruces, pues éstos consisten en dar auxilios espirituales sin recibir a cambio compensación material alguna; de cualquier modo, es de pensar que, dado que la Fraternidad funciona únicamente en base a la venta de sus propios libros de filosofía y las donaciones libérrimas de quien así lo estime, y siempre de acuerdo con sus posibilidades, aquellos que reciban su correspondencia al efecto, sí debieran contribuir a sufragar los gatos que dicho empeño origina.
En la actualidad, las direcciones postales tanto en EE.UU como en España, son las siguientes:
THE ROSICRUCIAN FELLOWSHIP
2222 Mission Avenue – P.O. Box 713
OCEANSIDE, CA – 92049 – 0713
USA
Fraternidad Rosacruz Max Heindel
C/ Mayor, 6 – 3º – local 6
20013 – MADRID
BIBLIOGRAFÍA BASE DE LA RECOPILACIÓN
(Cuyos contenidos fueron transmitidos fundamentalmente por los HH.MM
a Max Heindel)
Concepto Rosacruz del Cosmos – Max Heindel (libro central)
Cristianismo Rosacruz – Max Heindel
Filosofía Rosacruz en preguntas y respuestas – Max Heindel
Los Misterios Rosacruces – Max Heindel
Enseñanzas de un Iniciado – Max Heindel
Recolecciones de un Místico – Max Heindel
La Masonería y El Catolicismo – Max Heindel
Iniciación Antigua y Moderna – Max Heindel
El Velo del Destino – Max Heindel
Cartas a los Estudiantes – Max Heindel
Principios Ocultos de la Salud y Curación – Max Heindel
El Cuerpo Vital – Max Heindel
El Cuerpo de Deseos – Max Heindel
Astrología científica simplificada – Max Heindel
El Mensaje de las Estrellas- Max Heindel y Augusta Fox de Heindel
Cómo conoceremos a Cristo a su vuelta – Max Heindel
Interpretación mística de la Navidad – Max Heindel
Interpretación mística de la Pascua – Max Heindel
Principios rosacruces para la educación de los niños – Max Heindel
Los Espíritus y las Fuerzas de la Naturaleza – Max Heindel
La Era de Acuario – Elsa M. Glover
Ciencia y Religión – Elsa M. Glover
La labor de los Auxiliares Invisibles – Amber M. Tuttle
El Misterio de los Cristos – Corinne Heline
Trad. de Fco. Manuel Nácher
El Cielo en la Tierra – Francisco Manuel Nácher – Madrid –
NOTA: Los diagramas han sido tomados de Concepto Rosacruz del Cosmos y de Astrología Científica Simplificada.
FIN
ÍNDICE
PRELIMINAR
UNAS PALABRAS DE PRESENTACIÓN
I
Ciencia y religión: aproximación a dos conceptos cuyos contenidos devienen entre sí complementarios.
II
Del por qué de la religión y las religiones
III
Sucinta Organización del Universo
La Trinidad
Espíritus de Raza
IV
Análisis de las tres teorías occidentales más importantes en relación con la religión.
V
Apuntes concretos acerca de la comunicación
VI
De la Sabiduría
VII
El papel que juega la herencia
VIII
Participación funcional de las lunas
IX
Cuestiones de conocimiento urgente:
– Acerca del suicidio y la eutanasia
– De la incineración y el embalsamamiento del cuerpo
– De la aplicación de la penal capital
– De la obsesión
– Del llamado “Cuerpo del Pecado”
– De los vampiros
– Del hipnotismo
– Enseñanza directa acerca del renacimiento en la Biblia
– 1A) El hombre de Lemuria
– 1B) La separación de los sexos
– 1C) De la epigénesis al eslabón perdido
– 1D) Las 16 razas o “los 16 senderos de destrucción”
X
Las tradiciones: pesados ropajes para el hombre
XI
Breve historia de la Cruz: pasado, presente y sustitución futura
XII
El Tabernáculo en el Desierto
– El Patio o Atrio
– El Altar de Bronce
– Pila de Bronce o Lavabo
– Cuarto Oriental o Lugar Santo
– Cuarto Occidental o Sancta Sanctórum: Arca de la Alianza
– Explicación añadida al tema propuesto:
– Pote de oro
– Vara de Aarón
– Gloria del Shekinah
– La sombra de la Cruz
XIII
Piedra Filosofal: en qué consiste y cómo se construye
XIV
Los Tres Cielos existentes
– Primer Cielo
– Segundo Cielo
– Tercer Cielo
XV
Cristo y Jesús: sus respectivas identidades y diferencias
XVI
Qué es la Memoria de la Naturaleza, también denominada Registros Akáshicos
XVII
La oración del Padrenuestro: su exégesis
XVIII
Esquema abreviado del proceso evolutivo:
– Diseño y construcción de los diversos mundos
– Los 7 Períodos del Plan Divino de Creación
– Período de Saturno
– Período Solar
– Período Lunar
– Avanzados y rezagados
– Período Terrestre y sus cuatro primeras revoluciones
– Época Atlante
– Época Aria
XIX
Las glándulas endógenas o “Las siete rosas”
XX
De la clarividencia
XXI
De la importancia de la astrología
XXII
La guerra: Filosofia y posición ante ella
XXIII
Por qué curan los Rosacruces y cómo lo hacen
– Los Auxiliares Invisibles
– Panacea Universal
XXIV
Bajo la órbita de Acuario:
– Valores típicos de Acuario
– La idea del Yo en Acuario
– De la ley de Piscis a la libertad de Acuario
– La solución de conflictos por métodos acuarianos
– La justicia en la Era de Acuario
– La política acuariana
XXV
Constitución de la Tierra
XXVI
Devas, Ángeles y Espíritus de la Naturaleza
XXVII
La estrella de Belén
XXVIII
La sangre purificadora de Cristo – Jesús
XXIX
La oración: sus requisitos y poder
XXX
Desarrollo futuro e Iniciación
– Alquimia y crecimiento del alma
– La palabra creadora
XXXI
Acerca del conocimiento directo
– Ayudas de que dispone la Humanidad
– Educación esotérica
– Concentración
– Meditación
– Contemplación
– Adoración
XXXII
Cristián Rosenkreuz y La Orden de los Rosacruces
XXXIII
La Fraternidad Rosacruz
= = = = =
En esta Instrucción consideraremos uno de las antiguos Misterios que existieron en
muchas partes del mundo occidental en la Edad Media, y que han existido bajo diferentes formas en diversos países desde que se despertó la conciencia humana.
Como ya lo indicamos, en Europa, hubo en el medioevo cierto número de estos Misterios;
en el norte de Rusia los Trottes enseñaron cierto aspecto del misterio del mundo. En
Irlanda florecieron los Druidas. Se dice que nuestros antecesores oraban bajo un roble, lo que implica la dirección de los Druidas, porque Druida significa roble, y cuando se cuenta que Bonifacio derribó el roble, podemos deducir que Bonifacio puso fin a las instrucciones de los Druidas.
En el norte de España existió el Misterio del Santo Grial.
Este Misterio estaba administrado por un grupo de santos caballeros, que vivían en el
castillo de Montsalvat, y su propósito era promulgar a la humanidad grandes verdades
espirituales mostradas de tal manera que pudiera entenderlas, presentando en imágenes
lo que no podía ser dado directamente al intelecto.
El hombre ha llegado al estado actual viniendo de otro en el que no tenía absolutamente
conciencia alguna de lo externo al cuerpo, y ahora está dirigiéndose a otros estados superiores, y esos mitos y símbolos son los medios de prepararlo para la percepción intelectual del camino que ha recorrido; así que los que se pusieron en contacto con esos Misterios, a quienes les fueron enseñados y los escucharon, son los que hoy se ven inclinados a tomar interés en estas cosas, mientras que la mayoría de los hombres quienes, por supuesto, no recibieron esas instrucciones, son los que no pueden sentir la sed interna de vivir la vida espiritual; de suerte que si sentimos la influencia espiritual dentro de nosotros, muestra que en algún tiempo y en alguno de esos Misterios se nos ha preparado para recibir esas verdades intelectualmente, y los repetidos impactos producidos por los primeros instructores son los que impulsan a la humanidad hacia estados superiores.
Porque la repetición no es obra vana; al contrario es de la mayor importancia el que una
verdad espiritual se repita una y otra vez.
Se ha dicho anteriormente que la humanidad, o la mayor parte de ella por lo menos, está
trabajando hoy sobre sus cuerpos de deseos, y tratando de subyugar esos deseos por
medio de la ley. Cuando el desarrollo oculto se inicia, cuando el hombre ha de convertirse en un precursor, entonces es necesario trabajar sobre el cuerpo vital, y el cuerpo vital se afecta especial y particularmente con la repetición.
El cuerpo vital es el principio más importante de la planta; es el que hace que la planta
crezca produciendo tallos y hojas en sucesión alternada, y así va haciéndose la planta
cada vez más grande; pero no hay variedad, la planta se repite continuamente, Tallos,
hojas, ramas, siempre lo mismo.
Así es como todo actúa sobre el cuerpo vital; de manera que cuando queremos obrar
sobre el mismo, debemos seguir ese método de repetición. Tenemos los cuatro éteres
presentes en nuestro cuerpo vital, cuidando los dos inferiores de las funciones físicas, lo
que indicarnos especialmente en la Instrucción XI, Visión y Percepción Espiritual, pues
allí vimos que los dos éteres superiores son los que es necesario exteriorizar para
funcionar en los mundos superiores; y esos impactos repetidos son los que hacen posible
la separación de los dos éteres superiores de los dos inferiores. Esta es la razón del por
qué las iglesias son todavía factores del desarrollo espiritual, pues aconsejan el devoto
que tiene que orar sin cesar, pero no debemos rogar egoístamente, sino
desinteresadamente, en armonía con el Bien Universal. Si nosotros oramos para que
llueva y el vecino para que no llueva tiene que producirse un conflicto, en caso de que las oraciones tengan su efecto. Tampoco debemos imaginamos que con ellas compramos a Dios, como parece ser la creencia de algunos que oran ruidosamente en las reuniones religiosas. Se logra con determinada actitud espiritual que el místico conoce muy bien cuando se recluye en su encierro.
La oración es análoga al abrir de un interruptor eléctrico; con eso no se origina corriente
alguna, sino que simplemente se establece un conductor a través del cual pueda fluir la
corriente. De análoga manera, la oración crea o establece un conductor o canal mediante el cual la luz y la vida divinas pueden fluir dentro de nosotros iluminándonos
espiritualmente.
Si el interruptor fuera de madera o cristal sería inútil, o mejor dicho, sería un obstáculo
para la corriente eléctrica, la que no podría pasar, pues tal cosa es contraria a su
naturaleza. Para que sea útil el interruptor tiene que ser de metal conductor, pues
entonces estará en armonía con las leyes de la manifestación eléctrica.
Si nuestros oraciones son egoístas, mundanas y sin consideración para nuestro prójimo
son como un interruptor de madera, no sirven para el objeto requerido, porque son
contrarias al propósito de Dios. Para que tenga valor la oración debe estar en armonía
con la naturaleza de Dios, que es Amor.
Las siguientes líneas aparecieron en «London Light» hace algunos años. y han sido
atesoradas por el autor como una oración ideal:
Not more of light I ask, O God, (*)
But eyes to see what is.
Not sweeter songs, but ears to hear
The present melodies.
Not more of strength, but how to use
The power that I possess.
Not more of love, but skill tu turn
A frown to a caress.
Not more of joy, but how to feel
Its kindling presence near,
To give to others all I have
Of courage and of cheer.
No other gifts, dear God, I ask,
But only sense to see
How best those precious gifts to use
Thou hast bestowed on me.
Give me all fears to dominate,
All holy joys to know,
To be the friend I wish to be,
To speak the truth I know,
To love the pure, to seek the good,
To lift with all my might
All souls to dwell in harmony,
In freedom’s perfect light.
(*) No pido más luz, ob Dios, sino ojos para ver lo que existe.
Esta clase de oración ennoblece, eleva al hombre, y cuanto más se cultiven y mantengan esas sublimes aspiraciones, tanto más se libertan los dos éteres superiores del cuerpo vital, y por eso las iglesias dicen: orad, orad. Y están en lo cierto y dentro de las enseñanzas ocultas, pues de esa manera se obra sobre el cuerpo vital mediante la repetición constante de esas altas aspiraciones; y antes de que podamos seguir el
sendero oculto es necesario que haya la debida laxitud o desconexión entre los éteres
superiores e inferiores, para que podamos funcionar fuera, dejando el cuerpo denso al
cuidado de los dos éteres inferiores. Las perturbaciones de los médiums y de los que
desarrollan ciertos aspectos de clarividencia involuntaria dimanan de los ejercicios
respiratorios. Cuando esas personas salen de su cuerpo lo hacen involuntariamente,
llevándose tres éteres consigo, y por lo tanto no hay algo que cuide del cuerpo en el
ínterin. Siguiendo ese camino se declina mental y moralmente, y a veces resulta la locura.
Hay sólo un medio seguro de desarrollar nuestras facultades latentes. No importa lo qué
alguien pueda decir en contrario; la experiencia probará que los poderes espirituales
dependen de la purificación y de las aspiraciones desinteresadas; y esto era lo que se
enseñaba en los Misterios Antiguos. Con objeto de comprender el Misterio del Santo
Grial, nos será ————-
No canciones más dulces, sino oídos para oír
Las presentes melodías.
No más fuerza, sino saber cómo utilizar
el poder que ya poseo.
No más amor, sino habilidad para convertir
el ceño en sonrisa.
No más alegría, sino cómo sentir
tu iluminada presencia cerca,
para compartir con otros todo lo que tengo
de valor y de dicha.
No más dádivas, amado Dios,
sino sólo sentidos para ver
cómo emplear mejor los preciosos
dones recibidos de Vos.
Haced que domine todos los temores
y conozca todas las santas alegrías,
para ser el amigo que deseo ser
y expresar la verdad que conozco,
para que ame la pureza y busque el bien,
para elevar con mi pleno poder
a todas las almas para que vivan en armonía
a la luz de una perfecta libertad.
Necesario , retroceder hasta el tiempo cuando la Tierra surgió por vez primera del caos;
entonces la Tierra era obscura y el hombre estaba sumergido en ella. La vida estaba
actuando en él para levantarlo. Adán era de tierra, como lo son los minerales actuales.
Entonces vino la segunda época, la Hiperbórea, en la que el hombre tenía un cuerpo
denso y otro vital; entonces se encontraba ,en el estado vegetal. Su alimento era vegetal y se dice que Caín era agricultor. Después vino la Época Lemúrica, y el hombre obtuvo el cuerpo de deseos. Entonces tenía, tres vehículos, como los animales.
Cuando llegó a ese estado el hombre tenía que tomar alimento de tal naturaleza que
nutriera sus tres cuerpos. Y esto lo obtuvo de animales vivientes, y por eso Abel era
pastor.
Más tarde vino la cuarta época, la Atlante, en la que el hombre desarrolló la mente. El
pensamiento destruye siempre tejidos y produce el disgregamiento, y por lo tanto el
hombre comenzó a comer cadáveres de animales. De ahí que se diga que Nimrod era un
cazador poderoso.
Finalmente el hombre llegó al estado en que debía olvidar su naturaleza espiritual, en el
que tenía que pensar que esta vida ,era su única vida, y por lo tanto necesitó algo que lo ayudara a olvidar. Ese estado lo inició Noé y los pocos que con él se salvaron, que fueron los precursores de la actual Época Aria, siendo los que cultivaron la vid e hicieron el vino que ayudó al hombre a olvidar. El hombre tenía que olvidar temporalmente la parte espiritual de su naturaleza. con objeto de desarrollar completamente el aspecto material, así que Cristo transformó el agua en vino, lo que simbólicamente se representa como su primer milagro.
En las religiones primitivas solo se empleaba el agua en los servicios de los templos. El
Dios del vino, Baco, apareció en Grecia antes que Cristo, para preparar el camino al
impulso material necesario para que el hombre olvidara. Así se fue haciendo el hombre
cada vez más material. La religión cristiana es la única que sancionó el uso del vino. Por
consiguiente, el hombre se fue encerrando cada vez más en su vehículo físico. Ahora es
necesario darle un impulso para libertarlo, y podemos muy bien ver evidencias de ese
impulso en muchas direcciones en el momento actual. Por ejemplo vemos ese gran
movimiento de temperancia que se extiende por este país, por esta América, que ha sido
llamada con mucha propiedad el horno de fusión.
El vino se está cambiando por el agua. Hemos ya realizado la conquista del mundo
material según se evidencia en los maravillosos progresos realizados aquí, en el
Occidente. Ahora debemos volver al uso del agua, para que podamos recuperar un nivel
de visión espiritual superior al que hemos perdido. Este es el fin que persigue el Misterio
del Santo Grial: purificar al hombre para que pueda recuperar su visión espiritual. Y así
como hoy damos a nuestros niños libros con grabados, así también esos mitos se nos
dieron antiguamente para que pudieran ir trabajando y obrando sobre nuestros
sentimientos, preparándonos a la comprensión.
Dos características distinguían a estos caballeros del Grial: la pureza y la inofensividad, y esas dos cualidades, pureza e inofensividad van juntas.
Vimos en las últimas Instrucciones que cuando una entidad (sea un Espíritu Grupo o un
individuo) se ve obligada a salir violentamente de su cuerpo, al matarla, siempre deja algo tras sí. Si tomamos una manzana madura y la partimos, las semillas caen por sí solas. Ya no están adheridas a la carne de la fruta.
Si por otra parte tomamos una fruta verde, un poco de pulpa se quedará adherida a la
simiente. Y se verá que tiene una tendencia a adherirse que no tiene la simiente del fruto maduro. Consideremos este cuerpo; es duro; es la parte cristalizada, mientras que el Espíritu es la parte sutil. Si sacamos esa parte sutil violentamente, de un golpe, ¿qué
ocurre? Que el cuerpo físico retiene una parte